𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝘿𝙄𝙀𝙕
Volteé y me encontré con Nathan. Resulta que me siguió hasta acá. Se inclinó hacía donde yo me encontraba.
Se acercó lo más posible y puso sus manos en mis rodillas.
—¿Que paso? —me pregunta con una mirada de preocupación— ¿Por qué saliste corriendo?
No sabía, ni siquiera tenía idea de que decirle. Solo fui bajando mis manos hacia mis muslos para limpiar el sudor. Estaba nerviosa.
¿Puedo confiar en él, y contarle?
Tal vez no habría problema, es él único amigo que tengo. Solté un suspiro y asentí con mi cabeza.
Comencé a contarle el porque salí corriendo, también que olvidé todo lo que hice. Todo.
Después de contarle todo decidimos descansar un rato. Hasta que llegó el moreno.
—El no puede estar aquí —apunto a Nathan.
—Tranquilo estaba a punto de irme —dice levantándose.
—A punto de irnos —le corregí. Y salí de la habitación golpeando mi hombro contra el del moreno.
Volvimos al salón, seguían peleando. Supongo que eran los últimos.
A lo lejos choque miradas con Eric, y Nathan lo notó.
—Creo que debes ir a dar disculpas por salir corriendo de repente —me susurro Nathan.
—¿Yo? Yo no me disculpó, si estuviera en problemas ya me lo había recordado —respondí cruzando los brazos.
Fuimos a cenar después del entrenamiento.
—Me parece genial que salgamos de viaje a la valla ¿No crees? —no le tome mucha importancia y respondí simplemente asintiendo mi cabeza—. Lo mejor es que tal vez pueda ver a mis amigos que se quedaron en Cordialidad.
Le hice una seña para que guardará silencio porque Cuatro se iba acercando a nuestra mesa.
Estábamos en silencio. Cada uno se concentraba en degustar su cena, hasta que Cuatro habla—: Dime ¿Por qué saliste corriendo así de repente?
—Son razones mías, te sugiero que no te entrometas —dije.
—¿Quien te crees para hablarme así? —se estaba alterando.
—Tranquilo solo te estaba sugiriendo, después de todo son mis razones así que yo decido si compartirlas contigo —lo miro— o no hacerlo.
Él se levanta golpeando la mesa. Y se va.
—Oye ¿Estás loca? No debiste responderle así —me dice Nathan bajando un poco la voz.
—¿De qué hablas? No hay nada de malo en lo que le dije, estaba en lo cierto. No deseo compartirle la razón por la que yo salí corriendo.
—Bueno...pero ten cuidado —dice él—. Ya falta poco para que nuestras familias nos visiten ¿Crees que tu madre venga?
—La verdad no lo sé —alce mis hombros—tampoco me interesa. ¿Los tuyos vendrán?
—Creo que tampoco lo harán, no....nos llevamos de la mejor manera —dice bajando su cabeza.
Tiempo después volvemos cada uno a su dormitorio. Me tiró en mi cama esperando lograr dormirme pronto.
Pero la inseguridad rodea mis pensamientos. Cuando se trata de mi pasado es muy díficil para mi confiar en alguien.
Poco a poco mis párpados comienzan a pesarme, entonces así me voy quedando dormida.
La mañana siguiente me levanto, y veo que los demás se encontraban con chamarras negras abrochadas hasta el cuello.
No tenía idea de que ellos nos acompañarían, o tal vez vallan a otro lado.
Al terminar de alistarme me acerco al moreno, veo que está con Lynn y Marlene.
Le tocó ligeramente el hombro para llamar su atención, él se da la vuelta.
—¿Que pasa? —pregunto con una sonrisa coqueta.
—Solo quería preguntarte —choco miradas con Lynn y Marlene— ¿ustedes igual irán al viaje hacia la valla?
Me encontraba corriendo con los nacidos en Osadía para poder subir a algún vagón del tren.
Logró entrar al mismo vagón que el moreno, porque se atrasó sus amigas está en el vagón de adelante. Se podría decir que estámos junto a los transferidos.
El grupo de Peter y el de Tris se encontraban discutiendo. Era algo molesto.
—¿Tengo que escuchar todas sus disputas camino a la cerca? —habla Cuatro. Estoy agradecida.
Todos se callan, y Cuatro se voltea a la abertura del vagón. Sostiene las asas a ambos lados, sus brazos extendidos a lo ancho, y se inclina hacia delante para que la mayoría de su cuerpo esté fuera del vagón, sus pies siguen dentro del vagón. El viento presiona su camisa contra su pecho. Trato de concentrarme en ver a través de él lo que estamos atravesando, pero cada cierto rato no podía evitar mirarlo.
Con todas mis fuerzas volteó hacia Nathan—. Tú estuviste en Cordialidad ¿Que hay más allá de las granjas? ¿Alguna ves fuiste más allá? —le pregunté.
—No —me responde— aunque quisiera, no lo tenía permitido. Siempre habían guardias que vigilaban los límites, si alguien se acercaba no le preguntaban solo los disparaban matando los, o dejándolos muy heridos como advertencia.
—Hasta hace cinco años la seguridad en la cerca fue más importante. Mandaron a más osados a vigilar —agrega el moreno.
—Interesante —respondo.
De pronto los frenos del tren comienzan a chillar. Todos damos un bandazo hacia delante mientras el vagón va más lento. Los edificios en ruinas ya no están, es reemplazado por campos de color amarillo. El tren se detiene bajo una cubierta. Todos dejan el vagón incluyendo a Nathan.
—Oye —el moreno se da la vuelta— ¿Como te llamas? Me caes bien, quisiera conocerte más.
—Mi nombre es Uriah —responde.
Tal vez llegué a necesitar de su ayuda.
Llegamos a una puerta ancha que se abre hacia la carretera y más allá, están las granjas de Concordia.
—Si no clasifican entre los cinco primeros al final de la Iniciación, probablemente van a terminar aquí —dice Cuatro—. Una vez que eres guardia de la cerca , hay un cierto potencial para avanzar, pero no mucho. Pueden ser capaces de ir más allá de las patrullas en las granjas de Concordia, pero...
—¿Para qué unas patrullas? —pregunta Will.
Cuatro levanta un hombro.
—Lo descubrirás si te encuentras entre ellos. Como estaba diciendo. Para la mayoría, esos quienes vigilan la cerca cuando son jóvenes continúan vigilando la cerca. Si les conforta, algunos de ellos insisten en que no es tan malo como parece.
—¿Qué rango fuiste tú? —pregunta Peter a Cuatro.
Cuatro mira fríamente a Peter y dice: —Yo fui el primero.
— ¿Y elegiste hacer esto? ¿Porque no obtuviste un trabajo del gobierno?
—No quería uno —responde Cuatro.
Recuerdo cuando aprendí sobre los trabajos de las Facciones en la escuela. Los de Osadía tenían opciones limitadas. Podían guardar la cerca o trabajar por la seguridad de la ciudad. Podían trabajar en el recinto de Intrepidez, dibujando tatuajes o haciendo armas o peleando con otros por entretenimiento. O trabajar para los líderes de Intrepidez.
Paramos en la próxima puerta. Unos pocos Osados miran a nuestra dirección. Están muy ocupados abriendo las puertas, las cuales son dos veces más altas que ellos y muchísimas veces más anchas, para dejar entrar a un camión.
El chofer tiene una gorra, una barba y una sonrisa. Se detiene dentro de la puerta y salé. La parte de atrás del camión está abierta, y unos pocos de Concordia se sientan entre las pilas de cajas. Las cajas contienen manzanas.
Nathan observa atentamente a cada Concordia que aparece. Hasta que nota a una chica a lo lejos. Era una chica pelirroja.
Ella se acercaba a nosotros con una amplia sonrisa.
—Nathan es un gusto verte —dice y lo abraza.
Sentí que debía irme, pero, al intentarlo él me detuvo agarrándome de mi brazo.
La pelirroja nota nuestra acción.
Sigue con su sonrisa pero no era sincera.
—Espero que seas feliz —le dice para abrazarlo de nuevo e irse.
Él aún se encontraba agarrando mi brazo. Lo nota y dice:— Lo siento.
—Bueno, creo que hay que seguir.
Uriah nos ofrece subir con ellos por encima de la cerca para tener una buena vista. Obviamente acepto.
Estábamos junto a Cuatro.
—¿Qué creen que haya más allá? —dice Tris.
—Granjas de Cordialidad —responde Al.
—No. Habló de más allá —dice apuntando con su dedo— ¿Tu sabes? —le dice a Cuatro.
Él niega.
—Parece que hay algo peligroso para nosotros, por eso no nos dejan salir. Supongo que tal vez tenemos está cerca por nuestra seguridad —digo ganándole las miradas de todos—. O tal vez....está cerca es para mantenernos encerrados, algo así como si quisieran prohibir nos la libertad.
Todos pusieron una cara de miedo, o estaban pálidos.
—Es broma —dije— no manches, son muy serios.
Al escuchar eso la sangre volvió a sus rostros.
Poco a poco iban bajando, yo me quedé un poco más de tiempo para disfrutar de la vista.
—¿Qué te pasó? —me dice Cuatro.
Veo mi brazo, y me sorprendí. No sentí tan fuerte el agarré de Nathan.
Tapó mi brazo.
—No es para tanto —respondo.
El levanta mi mano del lugar, siento su tacto por encima de mi piel. Paso sus dedos por los moretones, pero yo no sentía ningún dolor.
Lo miré a los ojos, no se pero sentí mis mejillas arder.
—¿Porque no me dejas ayudarte? —dice él.
Nuestras miradas estaban conectadas.
—Creo que no necesito de tu ayuda —aleje un poco mi brazo para que él levanta sus manos, pero no lo logré.
Él se acercó más.
El chirrido del tren indicaba que ya estaba por llegar.
—Hora de irnos Noah —dice él.
Hoy no podía dormir, no podía sacar a Cuatro de mi mente, sus ojos, su tacto. Todo de él me tenía loca.
No puedo seguir así, debo concentrarme en pasar la Iniciación.
No pude dormir porque sentí la luz de unas linternas en mi rostro.
No pude ver bien hasta acostumbrarme a la luz.
Resulta que era Eric con un grupo de osados en la puerta, entre ellos se encontraba Cuatro.
Hasta acá el capítulo de hoy. Siento no haber actualizado en un largo tiempo, pero gracias por dar todo su apoyo a esta historia.
Ok bye.
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