𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝘿𝙄𝙀𝘾𝙄𝙊𝘾𝙃𝙊
Cuando entro, la mayoría de los otros Iniciados —nacidos en Osadía y transferidos igualmente— están abarrotados entre las filas de camarotes con Peter en el centro. El sostiene un pedazo de papel en ambas manos.
—El éxodo en masa de los hijos de los líderes de Abnegación no puede ser ignorado o echado a casualidad —lee él—, la reciente transferencia de Beatrice y Caleb, los hijos de Andrew Prior, cuestionan la validez de los principios y enseñanzas de Abnegación.
Veo por instinto a Tris, seguida por los demás. Yo sabía que estos artículos los estaba haciendo Erudición. Se podría decir que el reportero de Erudición no era de mi agrado, sé que solo hacía su trabajo, pero a veces era muy exagerado.
Peter sigue con su lectura, pero a mí esto ya no me importa, ya no soy Erudición, no tengo ninguna relación con Abnegación, entonces esto a mí no me interesa.
Antes de volver a mi cama, se escucha los gritos de Tris, después Will la saca a la fuerza del dormitorio. No los sigo pues no es de mi incumbencia.
Poco momento después llega a mi Nathan, diciendo —Peter es un asco de persona, al igual que sus amigos de sinceridad.
Solo me limito a encogerme de hombros, no quería hablar de ese cretino, suficiente tengo con tener que verlo más seguido en este dormitorio.
—¿Cómo te fue? —me pregunto el rubio, sentándose en mi cama.
—No estuvo tan mal, pero tampoco fue agradable —digo yo.
—Es obvio, un miedo no es para nada agradable. Se sintió muy real. Ojalá haya sido la única vez —dice el afligido.
¿Cómo le digo que solo fue la primera de muchas?
Decido quedarme callada y solo asiento con la cabeza. Desearía que fuera como él dijo la "única vez", pero Cuatro lo dejó muy en claro, no será la última y mucho menos la única vez que haremos esto. Al parecer esto será cotidiano, está es la segunda etapa.
Bueno estoy aquí en la Fosa, viendo y opinando sobre la ropa que se está probando Nathan, que no se supone que la que debería hacer esas cosas sea yo. Creo que intercambiamos lugares.
—¿Qué te parece? —me pregunta.
—Sinceramente te quedaba mejor la segunda camiseta que te pusiste —respondí.
—Mmmm —lo estaba meditando, luego dijo— comienzo a creer que no tienes un buen estilo.
¿Espera que? ¿Acaso me dijo que mi estilo es espantoso?
—¿Qué? —dije con una mano en el pecho, como si eso me hubiera ofendido. —Tengo un mejor estilo que tú, pelicastaño.
No se el porque le dije así, pero me acordé que un amigo de Erudición me decía así, pelicastaña, no faltaba una sola vez que me llamara así, él era serio con los demás, pero conmigo era diferente, su sonrisa era más notable.
—Bueno, esta bien —dijo Nathan— Entraré, y me pondré de nuevo esa camiseta.
Solo asentí. Me quedé afuera esperando, en la sección de camisetas encontré una que me llamó la atención, era algo sexy y casual, me gustaba porque no llamaba mucho la atención pero a la vez si. Esto no sería permitido usarlo en Erudición.
—¡Listo! —salió él para verse en el espejo, yo me acerque para ver su reacción.—Debo admitir que tenías razón, se ve mejor que las anteriores. Me lo llevaré.
Rodee mis ojos con una sonrisa en mis labios, adoro que los demás admitan que YO tenía la razón.
Me iba a dar la vuelta cuando de pronto, Nathan me agarro del brazo y me metió en el vestidor.
—Te traeré algo y te lo pondrás ¿de acuerdo? —Nathan sonaba autoritario. Así que accedí a su oferta.
Segundos después, si, impresionante, segundos después el trajo la misma camiseta que vi anteriormente.
Me la puse y era perfecta, se ajusto a mi silueta de inmediato. Salí y vi a Nathan en frente con una sonrisa en el rostro.
—No te va mal para nada —dijo.
Fui al espejo y me vi, realmente quedé impresionada, era ajustada en las partes correctas de mi torso, y al verme la espalda tenía un diseño original y sexy. Se trataba de tiras conectándose al azar en mi espalda, era único y perfecto.
Salimos de ahí puestos nuestras nuevas prendas. Ambos orgullosos de nuestra elección, debo aclarar que también fui obligada a soltarme el pelo, para estar más relajada según el pelicastaño.
Nos dirigimos al abismo, y a lo lejos pude divisar a Cuatro muy cerca de Tris, no se porque pero algo dentro de mi se revolvió ¿Acaso eso me molestaba? Deje todo ese pensamiento de lado y seguimos con nuestro recorrido. Tris ya se había ido.
—¿Ese no es Cuatro? —preguntó Nathan.
—Al parecer, si. —Respondí.
—¡Noah! —me llamo Cuatro.
Nathan y yo nos miramos, algo sorprendidos. Cuatro se aparta de la barandilla y se dirige a mí.
—Pareces distinta —comenta el instructor, y sus palabras, normalmente tajantes, salen muy despacio.
—Y tú —respondo, es verdad: parece más relajado, más joven—. ¿Qué haces?
—Coquetear con la muerte —responde, riéndose—. Beber cerca del abismo. Seguramente no es buena idea.
—No —coincido; no se si me gusta este Cuatro.
—No sabía que tuvieras un tatuaje —comenta mirándome arriba del pecho.
Le da un trago a su botella; me llega su aliento, espeso y acre.
Vuelve la vista para mirar a sus amigos, que siguen sin él, no como el mío, y dice—: Te pediría que vinieras con nosotros, pero se supone que no debes verme así.
Estoy tentada de preguntarle por qué quiere que vaya con él, pero sospecho que la respuesta tiene algo que ver con la botella que lleva en la mano.
—¿Cómo? ¿Borracho? —pregunto.
—Si..., bueno, no —se corrige, y su tono se ablanda—. Real, supongo.
—Fingiré que no lo he visto.
—Muy amable de tu parte —responde, y se acerca para susurrarme al oído—: Te ves muy bien, Noah.
Me sorprenden sus palabras y el corazón me brinca, aunque preferiría que no lo hiciera porque, a juzgar por la manera en que sus ojos se deslizan sobre mí. Él no tiene idea de lo que está diciendo.
—Hazme un favor y aléjate del Abismo, ¿Está bien? —respondo, riéndome.
—Por supuesto —me dice, y me guiña un ojo.
Sonrió, no puedo evitarlo. Nathan se aclara la garganta, pero no quiero apartar los ojos de Cuatro, ni siquiera después de que regrese con sus amigos.
—Vamos —dice Nathan—, hay que ir a cenar.
Pasamos por donde ellos y me despido con la mirada de Cuatro, mientras mis pies me alejan de ahí.
—¿De que iba eso? —lanza curioso la pregunta—. ¿Qué te ha dicho?
—Nada —respondo, sacudiendo la cabeza—, lo viste, estaba borracho, ni siquiera sabía lo que estaba diciendo —añado, sacudiendo la cabeza—. Por eso he sonreído, porque es... gracioso verlo así.
—Claro ¿Y no será porque...? —empieza a decir Nathan.
Le doy un codazo antes de que termine la frase. No necesitaba que me moleste con eso todo el tiempo.
¡¿Cómo estamos?!
Así es, he vuelto después de mil años.
Mis más sinceras disculpas en verdad. No tuve tiempo este año por el colegio y demás actividades, estoy a un año de entrar a la universidad.
Además de que me dio un bloqueo muy inmenso, no tenía idea de que escribir, pero aquí estoy.
También lamento traerles un capítulo tan corto, pero los de más adelante serán más largos, eso se los juro.
Voy a organizar mejor mi tiempo para traerles más capítulos, agradezco que se hayan quedado y esperado con ansias, me da mucha alegría.
Agradezco todos sus mensajes, comentarios, se que algunos debieron dejar de seguir está historia por la inactividad, no los culpo. Pero si siguen acá simplemente gracias, haré lo mejor que pueda.
Lxs quiero <3
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