𝘾𝘼𝙋𝙄𝙏𝙐𝙇𝙊 𝘾𝙐𝘼𝙏𝙍𝙊
Llegó a mi casa 10 minutos antes de lo que acostumbro según mi reloj de mano, que me regalo mi madre a mis 5 años para poder administrar mi tiempo.
Las instalaciones de Erudición, son departamentos de un ligero color azul. De un tamaño considerado. El mío es bastante grande porque mi madre tiene beneficios al ser la líder de nuestra facción.
En mi cuarto se encuentra una serie de libros que a mi me gustaron, claro que también unos que contienen información importante. Como el libro de historias de facciones. También un reloj de arena, que me sirve para medir mi tiempo. No tengo posters como alguna adolescente, ya que en mi facción no se puede tener un objeto que no tenga un uso razonable.
Me siento en una silla frente a la ventana para pensar detenidamente en que facción elegiré mañana.
Erudición es peligroso, no puedo quedarme. Si lo hago lo más posible es que sea descubierta, y sea usada como un conejillo de indias por Jeanine.
En abnegación mi posibilidad es nula. Por ahora hay una rivalidad entre Sabiduría y Abnegación. Se que eso levantaría sospechas, y mi madre usaría sus influencias para poder manipularme.
Osadía, es la mejor opción que tengo. Y es obvio que tendré muy buenos beneficios, es la única facción en donde no correría riesgo alguno.
Sigo en mis pensamientos hasta que escucho golpes en mi puerta salgo y me encuentro con Cara. Es una erudita mayor que yo, ella me ayudaba en mis estudios, para mejorar en Erudición.
—______—dice—. ¿Qué paso?¿Te encuentras bien?
—Estoy bien —digo. Pero me mira esperando algo más—. Cuando la prueba terminó, me enfermé. Debe haber sido por el líquido que me dieron. Me siento mejor ahora, sin embargo.
Creo que logré persuadirla. Aunque sus ojos no dicen eso.
—Bien —dice con simpleza. —Tu madre me dijo que no la esperaras despierta.
Debí saberlo, ella no dejaría las investigaciones ni un minuto por su hija. Bueno será para mí más fácil, ya que no tendré que darle explicaciones.
—Esta bien. No pretendía hacerlo después de todo.
—Bueno —de pronto ella me abraza —Recuerda que eres como una hermana para mi, no me importa tu decisión mañana —su voz se quiebra— yo siempre te voy a querer.
Se aleja del abrazo y pude ver sus mejillas con lágrimas. —Yo también te quiero —dije, pero lo hice en forma presente, no en futura como ella. Pero no siento que fue sincera, si le digo que soy Divergente tal vez lo llegue a dudar.
La veo irse y cierro la puerta. Se que extrañare está facción pero se que no todo es para siempre. Y también se que cambiar no es malo, o bueno. No para mi.
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