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⟣ Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 06 ⟢

ʜᴀʏ ᴅᴏs ᴍᴀɴᴇʀᴀs ᴅᴇ ᴅɪғᴜɴᴅɪʀ ʟᴀ ʟᴜᴢ. sᴇʀ ʟᴀ ʟᴀ́ᴍᴘᴀʀᴀ ϙᴜᴇ ʟᴀ ᴇᴍɪᴛᴇ, ᴏ ᴇʟ ᴇsᴘᴇᴊᴏ ϙᴜᴇ ʟᴀ ʀᴇғʟᴇᴊᴀ.

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Im Yeon Sun

     Aquel rechazo, me recordó a Namjoon. Él era de carácter fuerte y hablarle era más que difícil o complicado porque no te respondía, pero no lo fue para mí.

     Llegué a su lado y le pregunté la hora viéndolo directamente hacia los ojos, su nerviosismo lo podría ver cualquier persona desde una gran distancia y empezó a tartamudear sin motivo alguno, sólo había preguntado la hora porque había extraviado mi teléfono y al decirme lo tarde que era maldije por lo bajo, no había traído mi auto y mi papá no podría buscarme, ¡Que suerte tenía!, El punto era que Namjoon me llevó a casa y me invitó a cenar para conocernos un poco más, luego de tener una gran charla en su auto, confesó que yo llamaba su atención dejándome un poco confundida, pero no me negué menos me alejé.

     Cabizbaja, me aferré a mi cartera e ignoré los llamados de Seok Jin, apuesto que había visto todo el espectáculo y me sentía avergonzada, ¿En qué momento llegué a tocar el fondo? Dejé a Namjoon para perseguir a un hombre que no tiene el más mínimo interés en hablarme, sólo lo hacía para demostrarle a la insípida de Hye Na que era mejor que ella.

     Saqué las llaves de mi auto y quité los seguros para subirme a el, me puse el cinturón de seguridad y cerré la puerta, quería ir rápido a buscar a mi hermano y luego ir a casa, a tirarme en mi cama y llorar a moco suelto.

     Si tan sólo Namjoon no me hubiese lastimado... No estaría en este embrollo.

     Llegué al colegio de Jaewoo y lo ví saliendo de la entrada con una gran sonrisa, esas que te llenan el alma y por un minuto olvidé lo que había pasado. Estacioné a un lado de él y abrió la puerta de atrás, dejó su bolso en el asiento y subió su pequeño cuerpo al auto, cerró la puerta con cuidado y su aura de alegría inundó el vehículo.

     —Hola, Sunnie. Estás tan linda como siempre —Su ánimo era diferente al de ésta mañana.

     Lo miré por el retrovisor y luego giré mi cuerpo para verlo mejor, quería asegurarme de que no fuese producto de mi imaginación, pero no lo era, era muy real.

     —¿Te fue bien?

     —¡Sí, hice un amigo! —Expresó con alegría— Es algo raro, pero muy divertido —Sonreí, pero él detalló mi rostro y dejó su sonrisa de lado— ¿Has estado llorando? —Negué con mi cabeza, agitando mi cabello liso con ondas naturales de un lado a otro.

     —¿Por qué preguntas? —Alcé una ceja.

     —Porque tienes el maquillaje levemente corrido, Sunnie —Me miré en el espejo del retrovisor y no mentía, quizás dejé que unas pequeñas lágrimas cayeran de mis ojos.

     —No le digas a papá ni a JaeBum, ¿Entendiste, Jaewoo? —El pequeño asintió y puse el auto en marcha.

     Estaba segura que todos en mi familia se enterarían que había llorado y más por un hombre.

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     Llegamos a casa, luego de ir a una heladería para ahogar mis penas en un rico, cremoso y hermoso helado de vainilla, mientras Jaewoo pidió uno de chocolate y hablaba sin parar de su nuevo amigo, cuyo nombre jamás olvidaré, porque hizo que mi hermano volviera a sonreír y más fuera de casa, lejos de nuestro manto y protección.

     Cerré la puerta de la casa con fuerza, llamando la atención de toda mi familia, JaeBum y mi papá estaban cocinando, soltando carcajadas y pasando gran momento de padre e hijo, pero yo no me sentía de buen humor como para acompañarlos.

     —¿Y a tí que te pasó, SunSun? —Preguntó mi hermano apareciendo en la cocina con un tomate entre sus manos.

     —No es de tu incumbencia, JaeBum —Solté con poca delicadeza.

     Aunque no tuviese la culpa y él siempre tenía ganas de ayudarme, sólo salió de esa forma tan tajante.

     —¿Qué le hiciste, Jaewoo? —Llegó mi padre a su lado con un trozo de lechuga entre sus manos, junto a una gran cara de confusión.

     Éste no era mi estado natural.

     —¿Yo?, Pero si no le hice nada —El pequeño tenía cara de preocupación y como no tenerla, ambos hombres daban miedo juntos.

     —Ire a mi habitación a llorar, si no me molestan seré más que feliz —Los interrumpí y dejé mi cartera en uno de los sillones, pero saqué mi teléfono para borrar ciertos recuerdos.

     —Ok. —Dijo papá y le dediqué una vaga sonrisa para subir por las escaleras— Denle su espacio, hijos —Abrí la puerta de mi habitación, ignorando cualquier tema de conversación que ellos puedan tener.

     Aventé mi ropa por toda la habitación y tomé un camisón sólo para ponerme a llorar en posición fetal encima de mi cama, ¿Qué había hecho mal? ¿Acaso fuí una mal novia? No sabía que era lo que había hecho mal como para merecer que me hubiese engañado de la peor forma. La puerta de mi habitación se abrió y me cubrí con mis manos el rostro, no necesitaba ver quien había entrado sin tocar, porque sólo una persona de mi familia hacía todo lo contrario a lo que papá había dicho.

     —¿SunSun, esto tiene que ver con Namjoon? —Asentí levemente y sentí un peso en mi cama, al lado de mi cuerpo— Te dije que era un imbécil, pero no quisiste creerme —Repitió como si fuese necesario.

     Con Seok Jin era más que suficiente.

     —N-No sé que... hice ma-mal —Mis palabras se entrecortaban por mis sollozos.

     —Nada. Tú eres perfecta y si él no se dió cuenta de ello, se lo pierde, Sunnie. —Sus manos retiraron las mías de mi rostro— Traje tus galletas favoritas —Tomó el paquete que había dejado en su regazo sólo para mostrarmelo y sonreí.

     —Siempre sabes como hacerme sentir mejor.

     Las galletas de vainilla con chispas de chocolate eran vida.

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  J. Jung Kook

     Despertar con un tremendo dolor de cabeza y una enorme erección no definía un execelente despertar. Salí de la cama y tomé un baño con agua helada, no iba a bajarme aquella erección con una masturbación rápida, mientras mis hermanos estaban durmiendo en las otras habitaciones, al lado y en frente de la mía.

     No podía arriesgarme a que me vieran.

     Quería matar dos pájaros con tan sólo un tiro. El dolor de cabeza bajaría la intensidad y la erección se volvería flácida, era todo un genio al bañarme con agua helada. Me vestí en tiempo récord y salí de mi habitación para despertar a mis hermanos, pero siempre la suerte estaba de mi lado y mi hermanita ya se había levantado.

     —Buenos días —Ella forzó una sonrisa ante mis palabras.

     —Iré a hacer el desayuno —Asentí viéndola bajar las escaleras al primer piso.

     Entré de nuevo a mi habitación y peiné mi cabello frente al gran espejo que había comprado con tanto esfuerzo, lo dejé desordenado y muy a mi estilo, busqué un poco de perfume, no era caro, pero olía muy bien y un grito fue más que suficiente para saber que ya estaba listo.

     —¡Jung Kook, se acabó el pan! —Gritó mi hermana menor por las escaleras.

     Suspiré, intentando mantener la calma, quizás tener dos trabajos no era suficiente para mantener a una familia entera.

     Cerré mis ojos, intentando recordar cuando vivíamos en una lujosa casa con piscina y hermosos jardines, donde el dinero era lo de menos porque nadabamos en el, nunca faltaba comida en la mesa y teníamos chófer, pero todo se fue al precipicio cuando nació mi hermano, él estaba en un estado crítico y necesitaba con urgencia varias operaciones para poder ver, respirar y oír, tenía exceso de piel en su rostro.

     Mi padre reaccionó como cualquier otro, hizo todo lo necesario para salvar la vida de su hijo recién nacido, pero al pasar los años, él se aterró y sólo huyó, dejándonos solos y sin un centavo. Perdimos la casa, los empleados, los autos y el dinero para las otras operaciones de mi hermanito.

     Bajé las escaleras y miré a mi hermana buscando con desesperación algo más de comida en el interior de los gabinetes, pero no había nada y me entristeció, sólo habían cuatro sándwiches rellenos con jamón y queso, sonreí de lado y tomé de una de las gavetas unos envases, metiendo dos sándwiches en cada uno de los envases, sólo alcanzaba para ellos.

     —¿Qué haces? ¿No vas a desayunar también? —Mi hermana me miraba preocupada y negué.

     —Comeré algo en la cafetería de la universidad, no te preocupes por mí, Jun Young, estaré bien —Ellos estaban en pleno crecimiento y no dejaría que murieran de hambre.

     —Sé que lo haces para que no pasemos hambre, Jung Kook, no soy una niña y entiendo lo que pasa en casa —Sacó dos jugos embotellados y organizó su desayuno en el bolso e hizo lo mismo con nuestro hermano menor.

     —Iré a despertar a Junyeon —Avisé y subí nuevamente al segundo piso.

     Caminé por el pasillo, pasé la puerta de mi habitación y abrí la siguiente, un cuerpo pequeño descansaba en una pequeña, pero cómoda cama. Me senté a su lado y lo moví suavemente, soltó un suspiro y se dió la vuelta, dándome la espalda y negué con la cabeza algo divertido.

     De ahora en adelante así serían nuestras mañanas. Antes, Junyeon no asistía a clases y estudiaba con mamá en casa, mientras yo trabajaba el triple para pagar todos los servicios, pero se tomó la decisión de que él necesita entrar en ese ambiente y juntarse con otros niños.

     —Junyeon, vamos, es hora de despertar y debes ir al colegio —Hablar dulce no era lo mío.

     —No quiero, Jung Kook, ¡Déjame en paz! —Se removió molesto mi hermano y sólo gritó a los cuatro vientos con mucha rabia.

     —¿Por qué me hablas así? ¿Qué pasó?, Me dijiste que te había ido bien en tu primer día de clases —Quizás no sabía hablar o resolver problemas como mi madre, pero sea como sea el desenlace, el resultado era el mismo.

     Junyeon se sentó en la cama y movió su cuerpo para estar en frente de mí.

     Hoy no había despertado con un buen pie.

     —¡Mentí! —Gritó— ¡¿Por qué debo ser tan feo?! —Gritó de vuelta como si yo tuviera la culpa.

     —Tú no eres feo, Junyeon —Intenté calmarlo.

     —Sólo lo dices porque eres mi hermano —Él bajó su tono, pero frunció el ceño y unas pocas lágrimas comenzaron a salir de sus ojos.

     —¿Y porque sea tu hermano no cuenta? —Pregunté un poco ofendido.

     —Sí... —Dijo soltando un sollozo.

     —Ya te lo he dicho, Junyeon. —Señalé su pecho, justo en donde se encontraba situado su corazón— Este es el mapa que nos guiará a nuevas aventuras —y ahora juntamos miradas y señalé su rostro, mientras yo tenía una sonrisa en el mío— y el rostro es el mapa de lo que ya recorrimos —Él sonrió con lágrimas aún cayendo de sus ojos.

     —¿Así como las canas de mamá?

     Solté una pequeña risa, él sería siempre hermoso ante mis ojos.

     —Esas posiblemente se las habré sacado yo —Coloqué una mano en su hombro y bruscamente lo estampé contra mi pecho, fundiendonos en un cálido abrazo.

Gracias por leer💕🤧

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