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14.- Caléndula; Pistas tras la tinta

TW: Asesinato en masa, Pedofilia, Desapariciones.

Once de septiembre.

Una tranquila mañana en Winston Valley, en la calle más prestigiosa del pueblo. La brisa fresca causaba un leve revuelo en las cortinas, las cuales daban paso a la luz solar en aquel comedor.

En este mismo, se encontraba un hombre de complexión media con una mirada amenazante en su rostro. Con el pelo liso, largo y blanco, ligeramente rizado en las puntas. Pelo que tenía un suave contacto con la mesa, mientras sus manos revolvían el contenido de la taza que se encontraba a centímetros suyos.

A su lado, el periódico del día. Normalmente, contenía noticias de la capital o ciudades más reconocidas. Ya sea el decepcionante aumento de la inflación, o los escándalos en el mundo del entretenimiento. El alivio de que ninguna de sus acciones, o cosas en las que estaba involucrado estuvieran en el ojo público era reconfortante. Cambió de uno a otro, pues tenía que hacer una busca exhaustiva. Sinceramente, esta parecía más una revista de farándula que un informativo.

"Las treinta familias más poderosas del país ¡Conoce los detalles aquí!"

De por sí, el inicio le parecía ridículo. ¿Realmente la gente estaba interesada en esto? Sólo por curiosidad (Y porque sospechaba alguna mínima presencia suya y de su familia en esa lista) decidió echarle un ojo. Leyó y leyó apellidos hasta que llegó al puesto número veintiséis.

"De un origen casi desconocido por los medios de comunicación (Aunque se especula que son de origen inglés), Los Ratri, son de las familias más influyentes de los últimos dos siglos.

Su ascenso al poder fue registrado a finales del siglo XIX, cuando su apellido se volvió popular entre subastadores, joyeros y demás. Después de un rotundo éxito en ventas de artículos de lujo, les aseguraron un futuro a las nuevas generaciones.

Sin embargo, se han visto envueltos en uno que otro escándalo. Pues se han dado pruebas, de que tenían conexiones con ciertas familias de dudosa procedencia. Entre ellas, los Hildebrandt. Si ya leyeron nuestro anterior artículo, A rejas abiertas: ¿Familias relacionadas con el crimen?, dónde exploramos su situación. En este mismo, nos damos cuenta de que, en su momento, el y la heredera de estas respectivas familias, estuvieron casados. Matrimonio que terminó en circunstancias desconocidas.

En la actualidad, sólo existen tres personas que tienen la posibilidad de seguir con el legado Ratri. Entre ellos, el alcalde de Winston Valley, un pequeño pueblo ubicado en Maine, Peter Ratri. Junto a él, su hermano mayor (Y actual cabeza de la familia) James Ratri. El cual, ya tiene un heredero. Hasta hace unos años, no se conocía la identidad de este afortunado niño, pero gracias a una informante anónima, pudimos dar con su nombre. Norman Ratri, quién tan solo con diecisiete años, se estima que un legado con siglos de prestigio, quede sobre sus hombros. Según nuestras fuentes..."

Dejó de leer en ese momento. Normalmente, se haría una pregunta. ¿Quién demonios les había pasado tanta información? Pero tan solo con ver las cosas escritas, se dió cuenta de era ella. Sólo ella querría echarles tierra cómo nadie.

Justo en este momento, recibió una llamada, se trataba de la encargada del acceso a su propiedad.

Señor Ratri— decía ella del otro lado de la línea.

—¿Qué quieres, Marion? Estoy ocupado. Te he dicho lo mismo muchas veces, no está en la lista, mándalo al diablo.

Lo sé, pero afirma ser una socia de hace tiempo. Dice que tiene un negocio importante del cuál hablar con usted.

—Ya sé de quién se trata, hazla pasar.

Luego de unos minutos, pudo apreciar la silueta de una extravagante mujer, con la cuál tenía negocios desde hacía varios años. Llevaba varios años sin verla, por lo que pensaba que le había dado una congestión alcohólica o algo por el estilo.

Al abrir la puerta, pudo ver sus inconfundibles rasgos. Una melena rubia platinada hasta un poco más bajo del hombro y levemente ondulada, también estaban sus carnosos labios, coloreados por un tono rojo sangre, que hacía un gran contraste con sus prendas en blanco y negro. Sin contar a sus penetrantes ojos, con una mirada llena de ambición.

—Peter, querido, adivina quién está de vuelta— le decía aquella mujer.

—Tú, por lo que veo. ¿Qué se te ofrece, Genevieve?

—¿Puedo pasar? Tenemos asuntos muy importantes que atender.

Peter asintió a regañadientes.

Al paso de unos minutos, Genevieve portaba una botella de whisky.

—¿Enserio? ¿Licor a las siete de la mañana? Conozco tus tácticas muy bien, si es un negocio importante, más me vale estar sobrio.

—Al menos lo intenté... Cómo ya podrás imaginarte, me estoy quedando sin dinero, ya sabes, después del asunto.

—Y te duró más de lo que pensé, después de todo, no le sacaste mucha lana a tu exmarido.

—Sabes muy bien que él es un hombre precavido, para mi desgracia. Yendo al grano, me contacté de nuevo con nuestra superiora, me dijo que seré bien recibida, sólo si me mantenías bajo vigilancia.

—Genevieve, ella me hubiera avisado.

—No le veía sentido, dijo que te diera la noticia cuando ya estuviera aquí.

—Bien, cuando la veamos, podemos ponernos de acuerdo en un porcentaje. Sin embargo, tendré que hacerte unas preguntas, realmente no sé si pueda confiar mucho en ti.

—Adelante, pregunta lo que quieras, Peter.

—¿Dónde has estado todo este tiempo?

—En casa de mis tíos, de vuelta en Dresde.

—¿Con que tipo de personas te has estado relacionando? Además de la prensa.

—Supongo que ya leíste el artículo... Pero, con nadie más, me he dedicado a mantener un perfil bajo. Sé que pude haberme metido en muchos problemas por revelar secretos de la alianza Ratri-Hildebrandt, pero tenía que ver que sucedía.

—¿Cuál ha sido tu sustento en los últimos años?

—El negocio familiar.

—¿Puedo confiar en ti?

—Necesito dinero, además, soy leal a las personas que me ayudaron en su momento.

—Eso no es lo que tu exmarido pensaría.

—Sabes muy bien que mi matrimonio fue por conveniencia. Él nunca me ayudó, simplemente obedeció lo que le decían mami y papi.

—Sólo necesito otra cosa más... Un acto que pueda demostrar tu lealtad hacia mí.

—¿Qué es lo que quieres, Peter?

—Verás, nuestros secretos están en peligro. ¿Recuerdas a Lydia Hill? Bueno, su nieta se volvió novia del desgraciado de mi sobrino. Cómo recordarás, Dina pudo habernos encontrado, pero la superiora se encargó de ella antes de que pudiera decir algo. Ya se estaba llevando a cabo un plan para quitarnos a los Hill del camino. También teníamos pensado acabar con la mocosa, pero no se dio la situación. De lejos, nuestro peor error, pues ahora es un peligro.

—¿Cómo podría ser un peligro? Por lo que sé, tiene la misma edad de Norman. A los diecisiete, en lo único en lo que debería estar pensando es en chicos y lápiz labial.

—Tal vez tú a su edad eras así, pero déjame decirte una cosa, Genevieve, ella no es una niña rica, mimada y descerebrada. Por lo que he alcanzado a investigar, es alguien inteligente. Su rendimiento académico es casi excepcional, de los mejores que ha visto la Ager Gratiae. Además, una de mis informantes, la doctora Jaqueline Bauer, quién la ha observado de cerca, me dijo que sabe algo. No me sorprendería, pues tiene a dos de nuestras presas originales en su círculo. Ellos fácilmente pudieron contarle muchas cosas.

—Te conozco, sé que tienes un plan.

—A eso voy. Ahora, gracias a ella, tenemos más objetivos. Ya nos encargamos de una, nuestra superiora mandó a que la llevásemos a "La balanza". De Norman no nos preocupemos, lo mantenemos vigilado. Ahora nos dimos cuenta de algo. ¿Recuerdas a Marilyn? Resulta que su hijo está de vuelta en el pueblo. Junto con la otra huérfana de Magna Convallis. No podemos arriesgarnos, tenemos que hacerlos volver, ya tuve una idea y está puesta en marcha. Sólo nos quedan tres, la superiora tiene otros planes para Emma... Aún no sé que hacer con Ray y Gilda... Espera, ya sé que hacer...

—Esa mirada tuya me dice que es algo grande.

°. * . °

—Lo siento, Sonya, sé que lo prometí— se disculpaba Oliver, quién se encontraba hablando por teléfono con Sonya.

Oliver, dijiste que sólo sería una semana, no puedo seguir engañando a los profesores ¿Y si no te gradúas? Te pueden dar de baja, ¿Sabes lo grave que eso sería? Dile eso a Gillian también, Nigel está en las mismas que yo.

—Lo sé, lo sé ¿Puedes dejar de regañarme?... Tengo algo muy importante que contarte... Encontré a mi padre.

Vaya... Bueno, eso es muy sorprendente, estoy feliz por ti.

—Sonya, no es cualquier persona, Lucas es mi padre.

—¿Qué? Pero... ¿Confirmado o sólo es una suposición?

—Muy confirmado, hoy retiramos una prueba que nos mandamos a hacer hace unos días, es una historia muy larga, por la hora ya vas a entrar a clase. Te cuento en la noche.

Justo eso iba a decirte. Volverás en tres días ¿cierto?

—Así es, tres días. Te prometo que cuando vuelva voy a llevarte a cenar, digamos que por compensación ¿sí?

Sólo tres días. Ni uno más. Te conozco, Oliver, primero dices "unos días" y de pronto ya pasaron dos semanas más.

—Tres días. Lo juro por lo más preciado que tengo.

Tres días serán, entonces. Adiós, Oli.

—Adiós, Sony. Te quiero.

Sonya y Oliver se acostumbraron a hablar por teléfono, pues ya había pasado una semana desde que él y Gillian estaban en Winston Valley. Además, Oliver había extrañado tener tiempo para sí mismo, pues apenas tenía tiempo para pasar con Sonya, por lo que se sintió muy raro cuando empezó a tener tiempo libre. Sobre todo, estando lejos de Sonya, pues siempre estaban juntos. Ellos dos, junto con Nigel y Gillian rentaban un departamento cerca de la universidad. Por lo que apenas se estaba acostumbrando a realidad temporal.

Él no lo sabía, pero este sería el primer día del resto de su vida.

°. * . °

Emma se encontraba en la cocina junto a Gilda, ambas desayunando cómo cualquier otro día de su nueva vida, hundidas en la miseria.

Ray no había asomado su rostro por ahí, seguía encerrado y negándose rotundamente a salir.

—Suficiente. Ray va a salir de ahí porque sale— aseguraba Emma, levantándose con fuerza y rapidez del comedor. Llegando de la misma manera a la puerta de la habitación de este.

Sinceramente, su intención no era discutir. Pero estaba cegada por los sentimientos que mantenía reprimidos.

—Escúchame bien, pedazo de basura. ¡Si no sales de esta maldita habitación en este instante, me vas a conocer!

Pasaron unos minutos y Ray no salía, ni siquiera lograba escucharlo. Realmente parecía muerto en vida.

—Ya no aguanto ni un minuto más. Estoy tan cansada de todo... Estoy haciendo todo lo posible para que Gills esté bien y no deje de comer. Tengo que supervisarla a cada minuto para asegurarme de que no tenga una recaída. Lucas tiene un hijo, por si no te has enterado, ahora pasa más tiempo con él y Gillian. Estoy muy feliz de que esté rehaciendo su vida. Pero... ¿Sabes que es lo que eso significa? Ahora estoy realmente sola. Mierda, Ray, por lo menos lo intento. Sé que estoy fracasando y no sirvo cómo amiga ni hermana, pero te juro que lo estoy intentando. ¡Estoy intentando sacar adelante a nuestra familia rota...! Si Annie estuviera aquí, te diría que te levantes y que vuelvas con tu familia. No nos abandones de nuevo, por favor, te necesitamos.

No hubo respuesta.

Ya se había dado por vencida, estaba a punto de irse, limpiándose las lágrimas que no pudo evitar derramar. Pero pudo escuchar cómo lentamente se abría aquella puerta.

—¿Tú crees que ella está bien? — le decía él.

—Ya no sé en qué creer, Ray. Ya pasaron tres semanas.

—No estás diciendo lo que creo que estás diciendo ¿cierto?

—Al principio, quería creer que iba a volver, estaba muy confiada... También tenía la fe de que papá iba a volver... Pero nunca pasó y, probablemente no pase.

—Esta no eres tú, Emma.

—Tienes que empezar a aceptarlo, Ray. Se fue.

—No sabes lo que estás diciendo...

—Lo sé perfectamente, tengo un presentimiento.

—¡Mi hermana jamás diría algo así! ¡¿Qué pasó con la esperanza?!

—¡¿Qué esperanza?! ¡Ya me cansé de la maldita esperanza! ¡Me cansé de esperar que algo bueno suceda...! Sí, el presentimiento puede fallar, pero la fe ciega también. No puedes seguir pensando que va a volver cuando las probabilidades son casi nulas.

—¿Qué pasó contigo? Tú siempre vas por ahí, repartiendo esperanza y fe.

—¡Crecí! Ray... Ya no soy una niña ingenua, no puedo seguir ilusionándome. Por favor, no quiero seguir peleando por esto... Ya perdí a papá, Annie y... No soportaría otra separación más... ¡Por una vez en tu vida ten un poco de empatía por mí!

—¡Tú nunca perdiste la esperanza con Norman! ¡¿Por qué debería yo hacerlo con Annie?!

—¡Es muy diferente!

—¡No lo es! ¡Siempre decías que sentías algo que te hacía saber que él estaba bien! ¡Yo siento lo mismo con ella!

—¡No lo metas en esto! ¡Deja de hablar de él!

—¡Estoy seguro de que él te diría que no pierdas la esperanza!

—¡Basta! ¡Detente...! Deja de recordarme que se fue...

Para este punto, Emma estaba arrodillada en el suelo. La respiración empezaba a faltarle y todo el cuerpo empezaba a dolerle, empezó a oír todo de manera distorsionada... También empezó a marearse, lo último que pudo distinguir fue a Gilda acercándose a ella, gritándole a Ray y preguntando qué pasaba.

°. * . °

—Entonces fue por eso...—decía Gilda, observando a Emma y Ray—Voy a decirles algo muy claro a ustedes dos... ¡Los dos son unos idiotas! ¿En vez de apoyarse, se pelean? ¡Son hermanos, compórtense cómo tal! Emma, que tú hayas perdido la esperanza, no significa que todos la perdimos. Ray, ¡Si ves que Emma está entrando en un maldito ataque de pánico, me llamas, no le sigues gritando! Estoy muy decepcionada de ustedes dos. Voy a llamar a Lucas en un rato, él sabrá cómo arreglarlo.

—Voy a ir a ver a Helen— decía Emma, levantándose lentamente del sofá.

—¿A qué? ¿A decirle que su hija está muer...? — le decía Ray desde la distancia, pero Gilda no lo dejó terminar la oración, pues lo calló con un puño.

—¡¿Qué es lo que te acabo de decir, imbécil?! ¡Deja a Emma en paz!

Emma decidió salir de su casa, no quería seguir matándose la cabeza con las peleas de Ray y Gilda.

Caminó y siguió caminando, deseando alejarse de su casa lo más posible.

Realmente empezaba a sentirse muy mal, llevaba varias noches sin dormir y se sentía muy débil, pues tampoco tenía ganas de comer.

Llegó a casa de Helen, tocó la puerta y esperó a que abriera.

No obtuvo respuesta.

Tocó de nuevo, obteniendo el mismo resultado. Empezaba a preocuparse, pues sentía que algo estaba mal, ya que las cortinas estaban abiertas, cosa que Helen nunca dejaría si hubiese salido, tampoco si se quedase dormida.

—¡Helen! ¡Soy yo! ¡Soy Emma! ¡Ábreme! — gritaba mientras tocaba la puerta desesperadamente.

Sin pensarlo dos veces, tomó una tarjeta vieja que tenía en el bolsillo y empezó a pasarla entremedio de la cerradura y la puerta, un truco que Yuugo le había enseñado por si un día se quedaba afuera. Truco que dio resultado.

Entró y vió por todo el primer piso. No había nada, todo estaba muy tranquilo y silencioso. Sospechosamente silencioso.

Con el corazón casi saliendo de su boca, subió las escaleras, revisando las viejas habitaciones de Conny y de Anna. Cuando llegó a la habitación principal, soltó un grito por el horrible escenario con el que se había encontrado.

El cuerpo sin vida de Helen colgaba de una sábana atada al techo. Cuando miró hacia abajo, encontró una carta, cuyo contenido era, realmente desgarrador.

"Mi nombre es Helen Kentwell. Hace casi siete años, mi hija menor, Constance, desapareció en el patio de mi propia casa, mientras yo trabajaba. Cometí el grave error de dejarla al cuidado de mi hija mayor, Anna, quién siempre se culpó por la desaparición de su pequeña hermana. Hasta el día de hoy, once de septiembre, mi hija, Anna está desaparecida. He decidido irme para reunirme con ellas, en el lugar dónde estén".

Emma tenía la mente nublada, no podía creer lo que estaba pasando. Pronto, sintió un fuerte dolor en el estómago, por lo que se dirigió al baño, no pudo resistir las náuseas. Cada arcada que daba era extremadamente dolorosa, pues casi no tenía alimentos que devolver. Cuando por fin pudo caminar, se dirigió al lavabo y se lavó la cara. Dio un respiro y tomó su celular.

°. * . °

Hacía ya una hora desde que había llamado a las autoridades para que recogieran el cadáver de Helen. No quería avisarle a Lucas de lo que estaba pasando, pues él estaba pasando tiempo de calidad con Oliver y Gillian, con quiénes se volvió cercana esta última semana. No quería amargarles el momento.

Le estaban haciendo algunas preguntas, cuando llegó otro funcionario, cuyo apellido estaba bordado en su uniforme "Pugliese". Parecía bastante sorprendido y a la vez alarmado, haciendo que el anterior que le hacía preguntas, se retirase.

—Señorita Liddell ¿Cuál es su relación con la difunta?

—Biológicamente, ninguna. Pero soy una amiga muy cercana de la familia. ¿Qué sucede?

—Escuche, por protocolo, no debería darle esta información, pero estoy consciente de que es algo mucho más grande.

—¿A qué se refiere?

—Encontramos a la hija desaparecida.

—¿Ella está...?

—Viva. Nunca habíamos visto un caso así en los últimos veinte años.

—Annie...— decía Emma, sonriendo y con sus ojos humedeciéndose.

—No... Constance.

—¡¿Conny?! ¿Cómo es esto posible...?

—Nadie lo sabe, cómo ya dije, nunca se había visto esto.

—¿Dónde está ella?

—En el hospital, le están haciendo algunos estudios.

—¡Lléveme! ¡Necesito verla!

°. * . °

Habían pasado dos horas, Emma estaba esperando noticias de Conny. No sabía nada de su situación, pero, aún así, tuvo la idea de llevarle a Little Bunny, pensaba que le haría sentir mejor.

Cuando un doctor se acercó a ella, pudo sentir un poco de alivio, pues al fin sabría de la situación de Conny. Desgraciadamente, era lo contrario a lo que ella pensaba.

—Señorita Liddell, entienda, no puedo darle información que no le corresponde.

—No, Doctor Howard, usted es el que no entiende. La madre de esta niña falleció en la mañana y su hermana mayor está desaparecida. ¡Soy la única persona que le queda! ¡Olvídese de mí! ¡Piense en esta niña! ¡Si queda algo de compasión en su alma, dígame qué le sucede!

—Doctor Howard. Yo me encargo de la señorita en este momento— dijo una voz tras ellos, mientras el Doctor asentía y tomba otro rumbo.

—¿Quién es usted? Si su plan es deshacerse de mí, me temo...— le decía Emma, antes de ser interrumpida.

—Puede llamarme Smee, señorita Hill.

—Creo que me está confundiendo con alguien más.

—Pugliese me dijo que usted estaba aquí, si quiere colaboración, le pido que, por favor, guarde silencio y se mantenga al margen.

—¿Están de nuestro lado? ¿Van a ayudarnos? Sólo ciertas personas conocen mi conexión sanguínea con los Hill— le decía en un tono de voz casi inaudible.

—Estamos de su lado. Probablemente no lo sabe, pero tiene un aliado gran aliado desde hace años. William Minerva. Somos sus partidarios, hay muchos de nosotros por estos lados. Conocemos bien a Los Hijos de Némesis, estamos haciendo lo posible para atraparlos. Y Conny es una parte esencial para esto. Si ella logra recordar cualquier cosa, detalle o alias, tendremos un avance significativo.

—¿Cómo está ella?

—Desgraciadamente, presenta muchos signos de abuso. Demasiados, para ser sincero. Pero... Podremos hacer un estudio para descubrir la identidad de cualquier abusador. Le dimos un tranquilizante, estaba muy alterada cuando llegó, por ahora está durmiendo. Es posible que presente algún tipo de dificultad con el lenguaje. Tal vez necesite tratos especializados, por más de que ya tiene trece años... Sigue teniendo la mentalidad de una niña.

—¿Puedo verla...?

Smee asintió.

Emma entró lentamente a aquella habitación. Estaba realmente confundida, pues cuando la veía, veía a Anna. Eran idénticas. Pero no podía evitar sentir un nudo en el estómago. Pues hacía falta ser ciego cómo para no notar el nivel de desnutrición por el que estaba pasando.

No podía seguir observándola así, ella estaba muerta en vida.

Cuando iba a levantar su brazo para poner a Little Bunny bajo este, notó algo más.

Eran cicatrices, parecían recientes, pues, realmente, aún parecían capaces de expulsar un poco de sangre. Pronto se dio cuenta de que no eran heridas cualquieras, formaban algo. Cuando se detuvo a observarlo pudo reconocer algunas letras griegas.

"μια ζωή για την άλλη"

Se le hizo muy extraño, por lo cual le tomó una foto. Pensaba en mostrársela a Smee, tal vez él sabía lo que significaba.

Cuando salió, Smee ya no estaba ahí. Le pareció muy extraño, pero pronto vió algo que la sacó de dudas.

Eran decenas de camillas, todas con personas bastante jóvenes. Todos ellos tenían manchas de sangre por diferentes lados. Algunos más que otros, pero, obviamente no pudo ver de cerca.

Corrió rápidamente hasta la entrada, tenía la intención de preguntarle a alguien qué diablos estaba pasando.

Pronto se cruzó con una mujer, tenía un micrófono en mano y estaba frente a una cámara, por lo cuál podría ser algo peor de lo que imaginaba.

—Nos encontramos en el hospital Marcel Winston Bridge. En los últimos minutos, los heridos han sido ingresados a emergencias. Desafortunadamente, este tiroteo escolar dejó a trece heridos y seis fallecidos. Luego de cometer este horrible acto, los tiradores se han quitado la vida— decía aquella mujer.

No podía creerlo, estaba helada. No tuvo mejor idea que volver a casa, estaban pasando demasiadas cosas a la vez.

Vió que un taxi se aproximaba, por lo que decidió subirse.

Luego de unos minutos, estaba en su casa. No había nadie. Cuando sacó su teléfono, se dio cuenta de que tenía demasiadas llamadas perdidas de Lucas y Gilda. Les escribió un mensaje, rogándoles que se dieran prisa, pues necesitaba hablarles de todo lo que acababa de ver.

Lo que Emma no sabía, es que ellos acababan de recibir otra noticia desgarradora.

°. * . °

Todos se encontraban en la repostería de Lucas, pues no sabían nada de Emma hacía tres horas. Gilda estaba muy preocupada, casi al borde del llanto. Gillian intentaba consolarla y Lucas, Ray y Oliver se dedicaron a llamarla todo el rato.

Pronto, el celular de Oliver recibía una llamada de Nigel.

—Oliver...— desde ese momento, Oliver sabía que algo andaba mal. Conocía muy bien el tono de voz de Nigel cuando algo serio pasaba.

—Nigel. ¿Qué sucede?

—Escucha, prefiero que te enteres por mí a que te enteres por alguien más.

—Me estás asustando.

—Maldición, realmente no sé cómo decirte esto... Pero...

—Déjate de rodeos, dime.

—Encontraron el cuerpo de Sonya hace unas horas, cerca del campus. Ya hablé con su madre... Sí era ella. Lo siento muchísimo, Oliver.

—No es cierto, yo hablé con ella esta mañana... Nigel esto es cruel, dime que estás jugando, por favor. Prometo que no voy a enojarme.

—Ojalá fuera un juego. Esto es real.

—¡No! ¡Yo hablé con ella esta mañana! ¡No es cierto! ¡Deja de gastarme bromas de mal gusto, Nigel!

—Yo nunca jugaría con algo así, Oliver.

El corazón de Oliver se hizo pedazos, incluso podría jurar que sintió una gran punzada en el corazón. Era una situación irreal. Literalmente, hacían tan sólo unas horas desde que había hablado con Sonya... Ahora ella estaba muerta.

Sentía tanta culpa. Él le prometió que volvería en tres días y la llevaría a cenar... Eran tres días, ni uno más, ni uno menos.

°. * . °

Emma prendió la televisión, quería saber que había pasado en la preparatoria, sabía que ellos tenían algo que ver con esto.

Cambiaba y cambiaba de canal, hasta que llegó a uno... La imagen que vió, le detuvo el corazón.

"ÚLTIMO MINUTO

En vivo desde LA: Mansión Ratri se envuelve en llamas. Dos fallecidos confirmados".

Efectivamente, la imagen era terrible a la vista. Una hermosa casa siendo consumida por una voraz llamarada, destruyendo todo lo que estaba a su paso. Probablemente, las otras personas sentirían lástima, pero realmente les daría igual. En cambio, Emma sentía esas llamas destructoras en el fondo de su corazón.

Sólo pudo escuchar las dos primeras palabras que el reportero dijo. Pronto dejó de escuchar, luego de ver y finalmente de sentir.

°. * . °

Despertó agitada y desorientada, con un fuerte dolor en la parte inferior de su cabeza, pero dio un respiro. Tal vez todo había sido una pesadilla. Pero vió que Lucas estaba en el marco de su puerta.

—Emma...— le decía él, de manera compasiva.

—¿Es cierto? ¿Algo le pasó? — preguntaba con su voz quebrandose.

—Lo siento mucho, mi niña. No lo merecía...

—¡No! ¡Por favor! ¡Ten piedad! ¡Dime que no es cierto!

—Sé que es muy difícil de entender, pero el incendio terminó con todo.

Los gritos horrorizados de Emma podían escucharse en toda la casa, por lo que ya todos sabían de que se había enterado. Se pasó todo un reportaje sobre lo que había pasado en casa de los Ratri. Se dio un comunicado que decía que el funeral sería algo privado, que se agradecería la discreción y el respeto por la familia.

Incluso Peter Ratri salió a dar una entrevista pública en televisión. En el momento en que empezó a hacerse la víctima y decir cuanto le dolió la pérdida de su sobrino, Ray le lanzó un vaso a la televisión.

—¡Maldito desgraciado! ¡Voy a matarlo! — decía este.

—Cálmate, Ray, vas a alterar más a Emma. Tenemos que mantener la calma— le decía Gilda.

—¡¿Cómo me puedes pedir que me tranquilice?! ¡Ese tipo es una bestia! ¡Estoy seguro de que él estuvo detrás de esto!

Ray también gritaba bastante fuerte, por lo que Emma podía escucharlo.

Con su mano, acariciaba el collar que le había regalado no hace mucho. Sus lágrimas recorrían todo su rostro y culminaban su camino en la funda de su almohada.

Era su culpa. Si ella no se hubiese preocupado tanto por salvarlo, estaría ahí con ella, haciéndola reír y acariciando su rostro. Cometió el peor error de su vida.

A lo lejos, pudo distinguir el diario de su madre. Con sus últimas fuerzas, fue por este y leyó el índice, hasta encontrar el capítulo veinte: Pérdidas.

"Hola, mi hermosa niña.

No quiero ni imaginarme el dolor que debes estar sintiendo ahora... La verdad, me gustaría nunca haber escrito esta parte del diario, pero me veo obligada a hacerlo. Depende mucho de qué tipo de pérdida sea, también de que relación tenías con aquella persona. A lo largo de mi vida, he experimentado muchas pérdidas y sé perfectamente cómo te sientes. Realmente, sólo puedo recomendarte una cosa... No dejes ir a tus seres queridos, no los dejes alejarse. Tampoco tú te alejes. Aunque también depende mucho de si es un alejamiento justificado... Tú me entiendes, amor mío. Probablemente estés buscando respuestas. Desgraciadamente, en las páginas de este diario, no está la última palabra sobre esto. Esper que te recuperes pronto. 

Te ama, mamá".

En ese mismo momento, como si fuera una cubeta de agua fría, se le vino a la cabeza la carta de Helen.

Había algunos detalles inconsistentes, por ejemplo, decía "Mi nombre es Helen Kentwell" pero ella se quitó el apellido de su exesposo hace años. Y lo más extraño... Llamaba a sus hijas "Anna y Constance" cuando lo cierto es que ella les decía Annie y Conny.

También pudo notar detalles extraños en el escrito de su madre, palabras subrayadas de manera muy sospechosa.

"Respuestas, última, página"

Iba a descubrir que estaba pasando.

°. * . °

Holi... Ya sé que me odian, pero se los advertí jeje les dije que pasaba de todo..

Ya poniéndome más seria, lloré seis veces con este capítulo y no es joda.

¡¡Chau, se me cuidan!! <3

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