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Capítulo 02


La casa estaba a oscuras. El único ruido que existía en el lugar era el de las casi inaudibles pisadas de los dos policías que acompañaban al detective al mando. No era del todo común ese tipo de tríos, pues siempre solían ir en parejas, pero en esa ocasión la pareja del detective seguía en reposo, sanándose después de un disparo que recibió en el brazo derecho. Aunque quien mandaba entonces, tuvo la oportunidad de elegir un suplente, pero se negó, pues sólo tenía un compañero, o era ese o no era ninguno.

—Hemos encontrado rastros de sangre —informó el policía Gang, quien llevaba siendo parte de la unidad ya tres años—. Pero no hay rastros de la mujer.

—Tomen muestras y envíenlas inmediatamente al laboratorio —ordenó el detective, quien se alejó en dirección a una puerta al final del pasillo. Ésta estaba cerrada. Agarró la manilla, notando que estaba cerrada con seguro—. Si está cerrada, es porque hay algo oculto ahí adentro —susurró.

Se alejó medio metro de la puerta. Levantó la pierna derecha, llevando gran parte de su fuerza en esta, y así derribar el objeto frente a él de una gran patada. Cualquier otra persona se habría sorprendido por lo que se encontraba frente suyo, pero para él fue algo que solía ver muy a menudo.

El cuerpo desnudo de la muchacha, a quien dieron por desaparecida hace 5 días, estaba tirada sobre una cama bastante vieja. No tenía sábanas ni mucho menos frazadas, simplemente un colchón gastado, con algunos alambres a la vista. Observó la escena del crimen. La ventana estaba cubierta por cartón, por lo que la única luz del momento y en el lugar era la que entraba por la puerta abierta por él. Una silla en el piso, con sólo tres patas, un mueble sin los cajones. Vidrios rotos en el piso, y bastante polvo.

—¡La encontré! —gritó, avisando así a sus compañeros. Estos llegaron corriendo hasta él. Gang sintió náuseas al oler el lugar, mientras que Kong observó la puerta tirada en el suelo—. Avisen a la unidad de que encontramos el cuerpo... Cadáver. Que llamen a los familiares. La llevaremos al hospital central.

—¡Como diga! —respondieron al unísono.

—Detective Park —lo llamó Gang al encontrar una nota junto al cuerpo una vez que se acercó—. El asesino dejó una nota.

El detective Park se acercó, agarró la nota y la leyó.

"Aún quedan 4 cuerpos. Suerte detective Park. Espero que su compañero Lee siga con vida. Sería aburrido si alguno de ustedes muriera"

—Hijo de puta —arrugó el papel. Sabía que la nota no les serviría de mucho. Las letras habían sido recortadas de algún diario o revista. Notó que no existían huellas dactilares sobre el objeto. El asesino, a quien llevaban siguiéndole el rastro hace ya 2 años era muy precavido como para dejar algo tan simple, y así afectarle en su huida—. No olviden sus guantes. Quizás el imbécil ese cometió un pequeño error y dejó algo en el cuerpo de la chica que nos ayude.

Aunque él mejor que nadie sabía que esa posibilidad no existía. El asesino era un profesional en lo que hacía. Piensa muy bien cada movimiento. Observa a su víctima durante dos semanas completas. Analiza cada movimiento. A donde va. Con quién se junta. Sus seres cercanos. Sus amigos. La universidad o instituto en el que estudie su presa. Las horas de clases. Los recreos. Todo. No se le escapa nada. Las vigila desde las sombras, sin que ellas sientan esa sensación de estar siendo observadas. Era como un fantasma. Muy ágil, fuerte e inteligente.

Ya con sus guantes puestos, el detective Park se acercó al cuerpo. Posicionó sus manos en los muslos de la chica, y las separó.

—Fue violada. Dañó su vagina. Seguramente utilizó un palo, no grueso como en otras víctimas. Quizá un palo de escobillón, pero si ejerció fuerza. La ha dañado completamente.

Si había algo que dejaba en claro que era el mismo asesino y violador, era el daño que dejaba en las vaginas de cada una de sus víctimas. A cada una les rasgaba la braga, quedando un trapo roto. Dañaba la intimidad de sus víctimas con algún objeto, los palos de escobillón eran su objeto favorito. Los cortaba en varias partes, y al terminar de violar a la chica, y luego destrozarle la vagina, tiraba el palo cerca del cuerpo o del lugar donde las dejaba abandonadas. Estos sitios siempre suelen ser casas abandonadas o edificios antiguos con aviso de demolición.

—Encontré el palo —dijo Kong, acercándose al detective—. Tiene sangre seca.

—Ya sabes qué hacer con él —regresó su atención al cuerpo. Notó marcas de soga en sus muñecas y tobillos. Cada víctima las tenía, nada nuevo. Vio moretones en los pechos, abdomen y costados. Seguro la pateó. Pensó. Pero algo llamó su atención. Se inclinó hacia la zona intima del cadáver, notando rastros de látex. No era un gran pedazo, pero sería lo suficiente para obtener huellas del tipo o algo más—. No es normal encontrar rastros de un condón.

—Tal vez la chica era sociable —comentó Gang ganándose la atención del detective y Kong—. Ya saben. Quizás tuvo muchas parejas y el asesino no quiso pegarse alguna enfermedad.

—Es posible —respondió Park, devolviendo su atención al cadáver—. No hay nada más fuera de lugar. Que entren los demás y se lleven el cuerpo.

—Los demás tenían razón —comentó Gang—. Realmente es bueno en lo que hace. Aunque no me sorprende del todo. Es el hijo de la pareja de detectives Park. Los mejores de Seúl.

—Gracias.

Siempre respondía de la misma manera cuando recibía ese tipo de elogios. Sí, le enorgullecía ser "hijo" de la pareja de detectives Park, pero le incomodaba, ya que sólo hacia su trabajo. Lo que le apasionaba desde niño... Su infancia. Para él, la mejor etapa de su vida. Tenía los mejores recuerdos de ese entonces, hasta aquel día.

—Detective Park, su celular está sonando —le comentó Kong sacando de sus recuerdos nostálgicos al aludido.

—¿Qué pasa? Estoy en plena escena del crimen, ¿no podías ser menos inoportuno?

—Tengo hambre, y estoy aburrido. Ven a hacerme compañía.

—Como jodes cabrón —soltó una sonrisa—. Cuando deje al cadáver en la morgue, y hable con sus familiares iré.

—O sea que estarás por aquí hasta la noche. Siempre te quedas presente para la necropsia y eso lleva su tiempo.

—Nos vemos a la noche, entonces.

—Pollo y cerveza.

—Ok. Adiós.

Una vez terminó su llamada, abandonó la escena del crimen, mientras los demás recogían el cuerpo. Las pruebas encontradas fueron enviadas a su destino para hacerles todo tipo de examen, y ver si así tenían suerte, y encontraban alguna huella del asesino.

—¡Detective Park! —llegó corriendo hasta él, el policía Gang—. Han atacado de nuevo. Hubo una riña entre ambos grupos, de hecho, siguen en un ataque en los edificios que demolerán la próxima semana.

—Eso está muy cerca —miró a su alrededor—. Bien. Oficial Gang quiero un informe completo de la necropsia que le harán al cadáver sobre mi escritorio mañana antes de las diez.

—¡Como ordene!

El detective Park subió a su auto poniéndolo en marcha enseguida. Algo que amaba de su trabajo era la constante adrenalina en la que se veía envuelto diariamente. No tenía descanso y eso era lo que le encantaba de ser detective y formar parte del recinto 51 de Seúl. No sólo ejercía el deber de policía, muchas veces ayudaba a sus colegas del recinto junto con su compañero Lee.





En Seúl, como en cualquier ciudad o país existe la mafia, sólo que son conocidos con diferentes nombres. Hay tantas, pero son subgrupos dirigidas por las dos grandes familias de mafiosos conocidos a nivel nacional. El matrimonio Park, conocidos como la pareja Park, los lleva siguiendo el rastro a ambas familias desde hace ya 20 años. Siempre que tienen las pruebas necesarias para encerrarlos de por vida en prisión, estos terminan comprando al juez y demás, siendo absueltos y sin pruebas. Ambas familias eran numerosas, por lo que se podía sospechar hasta de mujeres jóvenes de 17 a 27 años, como también de mujeres de 40 a 60 años. Hombres, podía ser cualquiera.

—¿No crees que te estás excediendo? —le preguntó su pequeña hermana de tan sólo diecinueve años. A pesar de su edad, tiene la mejor puntería con cualquier tipo de arma de fuego que tuviera en sus manos—. Estás muy animado el día de hoy.

—Hoy será un gran día, hermanita —le sonrió a pesar de la situación en la que se encontraban. Ambos, junto a sus colegas mafiosos enfrentándose a sus enemigos. Era una guerra de tiroteos. Los balazos no tenían fin. Así como se acababa la munición la cargaban enseguida con una rapidez irreal—. Has herido a cuatro en el brazo derecho, tres en el abdomen, dos en los tobillos, y a cinco en el muslo izquierdo, creo que la que se está excediendo eres tú y no yo.

—Disparas por disparar. Si quisieras matarlos, ya habrías acabado, por lo menos, a la mitad de ellos.

—Y seguro tú a la otra mitad.

—Por supuesto —le devolvió la sonrisa.

Por suerte la zona en la que se encontraban era una zona restringida, sólo para el personal que llevaba a cabo la revisión del lugar para prepararlo para la demolición.

—Oh mierda. Han llegado los de la zona Norte. Debemos irnos —ordenó la única mujer del grupo.

—¿Lo de siempre? —le preguntó su hermano mayor.

—Lo de siempre —respondió sonriendo.

Con un movimiento de mano por parte de ella, todos supieron que debían hacer. Observaron nuevamente el lugar, teniendo en claro por donde saldrían corriendo. No lo harían por temor a los de la zona Norte, sino que por órdenes del líder de la mafia a la que pertenecían, o sea el padre de ambos hermanos. No querían que se enfrentaran a ellos, de momento. En un par de segundos, los disparos hacia sus enemigos se detuvieron y corrieron tan rápido como les fue enseñado.

Al momento en que huían, todos se separaban, siendo así más fácil para ellos el escapar, y más difícil para sus enemigos el alcanzarlos. La chica, llamada Saeron escaló con agilidad por una muralla de cemento, desapareciendo de la vista de sus enemigos. Mientras que su hermano decidió irse por el camino más difícil. Bajar escalón por escalón el edificio, dejándole el camino fácil a su pequeña hermana y asegurarse que escaparía.

El detective Park bajó rápidamente de su auto, llevándose consigo su arma de fuego, una Beretta PX4 Storm, la cual llevaba usando 5 años. Su fiel amiga.

Se adentró al edificio donde notó que los disparos cesaron antes, suponiendo que estos escapaban.

—Tal vez tendré suerte y me encontraré con alguno de la mafia, frente a frente.

Y así fue. Un cuerpo varonil pasó corriendo por un pasillo, por lo que dobló para encontrárselo en la siguiente unión de los pasillos para llegar a la última escalera. Ambos cuerpos chocaron, ya que pensaron de igual manera.

—¿A cuál familia perteneces? ¿Los Jeon o los Kim? —preguntó Park.

—Da igual. No me alcanzarás —respondió el mafioso—. Aunque me sentiré ofendido si me confundes con los Kim. Soy mucho más rápido que tú. Siempre lo he sido.

—¿Acaso nos conocemos?

—Seguro ya no me recuerdas —una extraña punzada en el pecho atacó a Park—. Pero yo aún recuerdo a ojos pequeños.

Cuando Park se giró para ver a quién creía que era, éste ya había saltado por una ventana frente a él, huyendo de la posibilidad de volver a ver a quien llevaba buscando durante 16 años.

—Así que ahora eres Jeon JungKook —susurró mientras veía aquel ágil y rápido cuerpo corriendo por la calle desierta—. Te encontré.

El Detective Park llegó al departamento de su compañero Lee, quien lo esperaba con mucha hambre, y reclamos por haber ido solo a un enfrentamiento entre mafiosos. Lo iba a escuchar quisiera o no, se prometió. Al saber la clave de memoria, apretó los 4 dígitos, abriendo la puerta del lugar. Cuando entró, un enfadado TaeMin lo esperaba frente a él, con su brazo izquierdo en jarra.

—Ya sé que me dirás —Park caminó por el departamento. Dejó la bolsa de pollo y cerveza sobre la mesa de centro, y se dirigió hacia el sofá grande y se tiró sobre éste boca arriba—. Estoy cansado, y tengo hambre.

—Eres un imbécil, Jimin —comenzó—. ¿Cómo diablos se te ocurre ir solo a un enfrentamiento de mafiosos? ¿Estás buscando tu muerte acaso?

—No exageres. Estoy aquí, vivo, y contigo.

—Bien podría ahora mismo estar en el pasillo de un hospital esperando respuestas positivas de ti. Gran imbécil.

TaeMin caminó hasta el sofá, sentándose sobre los muslos de Park. Ambos se miraron, sonriéndose al fin. Aunque el mayor sabía que algo le había ocurrido. Esa sonrisa falsa y forzada jamás ha podido engañarlo en los casi 13 años de amistad que llevan. Y algo más que eso.

—¿Qué ocurrió?

—Apareció sin que tuviera que buscarlo. Al menos no en ese momento.

—JungKook —confirmó el mayor. Park cerró con fuerza sus ojos, volviéndose pesado—. Oh Jimin —alargó su zurda y agarró la diestra de Jimin—. ¿Cómo fue?

—Resulta que hoy en día es Jeon JungKook —lo miró—. Dientes de ratón se convirtió en un mafioso. ¿Sabes qué significa eso?

—Que tarde o temprano tendrán que enfrentarse. Detective contra mafioso.

—Exacto.

Los recuerdos de su infancia eran los mejores de aquella etapa de su vida. La sonrisa, y dientes de su mejor amigo de la niñez seguía tan nítida en su memoria. Por las noches viaja a aquellos días, y su felicidad actual jamás podría compararse con lo que vivió a esa edad. Él lo sabía y probablemente, Lee también. Y ahora, sentado en el sofá en el cual ayudó monetariamente a comprarlo junto con TaeMin, se le oprimía el pecho con sólo imaginar aquella escena donde ambos tendrían que enfrentarse.

—Piensa en que al fin tu búsqueda terminó. Llevabas dieciséis años buscándolo, Jimin. Dieciséis años en los que te culpaste por su separación. Te culpaste por abandonarlo cuando no fue tu culpa.

—Han pasado tantos años. Seguramente me detesta por hacerlo esperar tanto.

—Si yo fuera JungKook, estaría muy feliz porque me encontraste, y sí, un poco molesto por tardar tanto.

Con cuidado de no lastimar más su brazo, TaeMin se fue inclinando hacia Jimin. Éste le ayudó sujetándolo de la cintura, y alzándose un poco. Cuando quedaron a una distancia cómoda, unieron suavemente sus labios. Dándose el beso que no habían podido durante todo el día. A parte de ser compañeros detectives, eran compañeros amorosamente. Llevando un año y medio de relación.

—¿Vamos a comer? —con ayuda, otra vez de Jimin, TaeMin se levantó de los muslos de su novio—. Tu madre ha llamado. Como no le cogiste la llamada, acudió a mí.

—¿Y que dijo? —éste se levantó también del sofá. Agarró ambas bolsas, y las llevó hacia la cocina—. ¿Algo importante?

—No, sólo quería saber si dormirías aquí o en tu departamento. Al parecer quería dejarte comida, pero no estaba segura si traerla o no.

—¿Y que le has respondido?

—Que cuidarías toda la noche de tu querido y herido novio —se acercó, besando lentamente los labios del otro—. Así que vendrá mañana por la mañana.

—De paso que nos prepare el desayuno —agarró de la cintura a su novio, quien es mayor dos años, besando tiernamente sus mejillas.

Jimin lleva una relación muy estable con TaeMin. Ambos son maduros, y saben muy bien separar lo amoroso de lo laboral. Cuando ambos están en el recinto, son la mejor pareja, después de la pareja Park (padres adoptivos de JiMin). Se entienden muy bien. Son inteligentes y rápidos, ágiles, intuitivos, racionales y muy perspicaces. Un gran apoyo para los casos que solicitan de su ayuda o colaboración. Se conocen tantos años que saben cuándo al otro le sucede algo. Sólo una simple mirada y sabrán qué quiere decir su compañero. Park no estaba enamorado, pero quiere mucho a su novio. Al igual que Lee a Park. La prueba de esto es el brazo herido. La bala iba dirigida a Jimin, pero éste saltó a su ayuda, siendo él el lastimado. Y no se arrepiente de ello.

Estos se conocieron por sus padres cuando Jimin cumplió 10 años. TaeMin ya tenía 12 años en ese entonces, había sido obligado a asistir a la fiesta de cumpleaños del hijo de un colega, pero cuando llegó, y entabló una conversación con Jimin, supo que serían grandes amigos, sólo que ninguno de los dos imaginó que serían futuros colegas, compañeros y mucho menos imaginaron que tendrían una relación amorosa, varios años más tarde. La química entre ellos siempre fue intensa, y notable. Nadie podía negar que había sentimientos amorosos entre ellos, pero fueron ellos mismos quienes se negaron a la oportunidad de tener una relación antes, pues querían concentrarse en sus estudios y Park estaba muy concentrado, y preocupado de encontrar a su mejor amigo de la infancia.

TaeMin logró desviar un poco el horizonte de Jimin. Estaba tan sumergido en la búsqueda de JungKook, que paso muchas noches sin dormir o días sin alimentarse adecuadamente, enfermándose. Los Park agradecieron a Lee por cuidar siempre de su hijo, y jamás abandonarlo. Luego se unió a su gran amigo, ayudándolo a reunir información sobre el sinfín de "JungKook's" en Corea del Sur tanto como en Corea del Norte. Y hoy, por sucesos del destino, lo encontró.

—¿Qué harás ahora? Ya sabes donde vive o al menos, donde estuvo viviendo estos dieciséis años.

—Ni siquiera quiero pensar en la forma en la que vivió junto a esos mafiosos.

—¿Pudiste ver su rostro?

—Sólo vi lo rápido y ágil que es para saltar por una ventana y huir.

Después de que terminaron de comer el pollo y beber sus cervezas, se dirigieron a la cama de TaeMin. Antes, su novio le ayudó a ponerse el pijama, luego Jimin hizo lo mismo, y se acostaron para poder descansar y dormir. 

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