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¡BÉSAME, HYUNG!


No podía dormir; en mi mente sólo se reproducía una y otra vez el pequeño beso que tuve con Yoon Gi, tal cual un casete dañado.

Mis labios hormigueaban cada vez que lo recordaba, sintiendo la necesidad de querer ir por más; lo cual, es algo demasiado erróneo.

Yoon Gi es uno de mis mejores amigos, y es con el que más tiempo llevo de amistad, pues nos conocemos desde que ambos teníamos cinco años. Es, quizá, la persona fuera de mi familia a la que más confianza le tengo. Sé que siempre podré contar con él, ya que me lo ha dicho antes. También, sé que ambos sólo nos vemos como amigos; y ambos somos heterosexuales.

O bueno, eso sé de Yoon Gi. Yo he dudado un par de veces sobre si verdadera preferencia sexual.

Pero, aún con todo eso, ¡yo no podría estar comenzando a sentir una clase de atracción más allá de la amistad hacia él!

Aunque, pensándolo bien, no es la primera vez que me pasa lo que hoy con Yoon Gi. Ya antes han ocurrido algunas cuantas ocasiones en las que me emociono de más, mi estómago hormiguea, o mi corazón late presuroso por el mero hecho de estar a pocos centímetros de mi hyung; y, la verdad, si han sido demasiadas veces. Desde pequeños, incluso.

Como todas las pocas veces en que nos hemos abrazado; sea por nuestros cumpleaños o porque nos ha nacido el querer estrujarnos entre nuestros brazos.

Y también todas las veces en las que me ha ayudado por mis torpezas; pues me hace sentir muy especial que se preocupe tanto por mí.

O aquella ocasión en la que lo "obligué" ir a mi casa para ver un maratón de películas de superhéroes y me abrazó por los hombros cuando estábamos sentados viéndolas desde el sofá. Peor fue aún al despertarnos, pues nos quedamos dormidos en el sofá, abrazados, y él no parecía incómodo; yo tampoco.

Me pongo la almohada encima de mi cara y ahogo un grito en esta, frustrado.

—Jeon Jung Kook, no puedes sentir nada por ese amargado que tanto quieres —me digo, pero me quiero golpear ahora por lo que he dicho.

Mi teléfono emite un sonidito, informándome que un mensaje ha llegado a mi buzón. Lo tomo perezoso, cerrando los ojos ante el potente brillo que la pantalla tiene; ya cuando se lo bajo por completo, veo que he recibido un mensaje del contacto «Yoonie Hyung ♡♡».

Mi tonto corazón comienza a acelerarse con tan solo leer que me ha llegado un mensaje de él. Comienzo a hacerme unas cuantas ideas de lo que podría contener, y todas ellas tienen algo que ver con lo sucedido en la cancha de basquetbol hace unas horas.

Desbloqueo el teléfono y entro a los mensajes para leer el de Yoon Gi; y toda esa emoción que llegó de repente, se esfuma de la misma forma al leer lo que ese mensaje decía.

"Mañana a la misma hora en la cancha de basquetbol. Espero y llegues un poco más temprano".

¿En serio vamos a hacer como si aquel tonto beso no hubiese sucedido jamás? Aunque, siendo sincero, tampoco es como si yo quisiera hablar de ello; me sentiría demasiado incómodo, además de que mis sentimientos estarían todos descontrolados.

"Bien".

Es lo que le respondo, tan cortante y seco, para que así notara mi muy leve molestia.

No me espero a que lo vea, simplemente bloqueo el teléfono y lo dejo sobre mi buró, solo para tratar de dormirme; tratar, porque no sé si lo lograré con cierto pálido amargado invadiendo la privacidad de mis pensamientos.

Está vez, entro con cuidado a la cancha de basquetbol, sin apuros, y de mala gana.

Yoon Gi toda la maldita mañana se la pasó evadiéndome. Tal parece que creía que yo ya no existía para él, pues cada que le hablaba, era como si le estuviese hablando a la estúpida pared. Todos lo notaron, porque tampoco están ciegos o sordos como para no hacerlo; incluso Nam Joon me preguntó si es que habíamos peleado mientras me daba los consejos para mi cita, a lo que yo le respondí que no, y que tampoco entendía el comportamiento del amargado paliducho.

Tiro la mochila en el suelo, en la misma esquina de ayer, sin importarme dañar algo que estuviese dentro.

—Llegaste quince minutos tarde —escucho que Yoon Gi me habla, con voz indiferente y distante, a lo que bufo.

—Sí, bueno, está aquí, ¿qué más da si llegué tarde o no? Se pudo haber ido perfectamente antes —digo, mostrando mi molestia, mientras camino en su dirección.

Yoon Gi está haciendo lo mismo de ayer: tiros.

—Eso lo sé, pero siempre me quedo un rato para practicar —hace un tiro, anotando... como siempre—. Es más tranquilo cuando uno está completamente solo a que cuando todo el equipo está aquí entrenando.

Le hago un par de señas para que me lance el balón cuando ya lo tiene nuevamente en sus manos, a lo que frunce el ceño.

—¿Quieres hacer unos cuantos tiros? —Me pregunta.

—No veo por qué no —ahí, me lanza el balón, a lo que yo lo cacho.

—Pensé que no te gustaba el basquetbol porque eres malo en ello —comienzo a botar el balón, mientras miro la distancia que hay entre donde estoy hasta donde la canasta se encuentra.

—Yo jamás dije eso; soy bueno en casi todo ¿sabes? —murmuro—. Simplemente no me gusta jugar contigo; siempre terminas humillándome —lanzo al fin el balón, y este cae dentro de la canasta.

—Ya veo —va por el balón, acercándose otra vez a donde estoy mientras lo bota—. ¿Qué tal si intentas quitármelo?

—Ni que estuviera loco —me cruzo de brazos.

—Pensé que habías dicho que eras bueno en todo.

—Pero en basquetbol, y contra ti, no tanto.

Intercambiamos un par de miradas retadoras, hasta que decido acercarme a él y tratar de quitarle el balón, sin tener éxito alguno. Él es muy bueno en el basquetbol, pues desde pequeño lo practica, así que yo sabía que era casi imposible que un principiante como yo le ganara a un experto como él.

Entonces, trato de quitarle el balón de una manera que no es muy válida en el juego, y en lugar de hacer eso, hago que ambos nos tropezamos por culpa de nuestros propios pies y caigamos al suelo; yo debajo de él, por lo que el aire se sale de forma dolorosa por el impacto de mi espalda contra el suelo, haciendo que mis ojos se cierren fuertemente para tratar de olvidarme del dolor.

—¿Estás bien? —Pregunta, al escuchar mi quejido.

—Eso creo —murmuro, mostrándome dolido por el golpe.

—No puedo creer que seas así de torpe.

Abro mis ojos y me encuentro con los contrarios, mirándome preocupados, evitando que yo le reclamara por decirme que soy torpe —pues esta vez me encuentro demasiado molesto por su comportamiento distante conmigo en toda la mañana—. Sus manos están a los lados de mi cabeza, seguramente para evitar aplastarme del todo.

Mi rostro vuelve a su normalidad, sin detonar signos de dolor, sino más bien de apreciación. Nuevamente lo tengo demasiado cerca; es como si el destino quisiera que estuviéramos así de una u otra manera.

De repente, el recuerdo de mí "practicando" estúpidamente el besar con una manzana llega a mi mente. Fue por algo que vi en internet, y como soy demasiado iluso, intenté hacerlo. Estoy muy seguro que lucía como todo un estúpido con retraso haciéndolo, pero —por alguna razón que no conozco— quiero saber si aquella práctica realmente rindió frutos en mis vírgenes labios.

Y, justamente, quiero comprobarlo con Yoon Gi.

«Bésame, hyung» pienso, y casi que ruego; pues no me atrevo a decirlo en voz alta, me moriría de la vergüenza.

Noto como sus ojos bajan rápidamente hasta encontrarse con mis labios, para luego volver de nueva cuenta a mis fanales. Ahí, me doy cuenta de que quizá —sólo quizá— él igual quiere que nuestros labios corten la muy mínima distancia que nos queda.

Sólo para tratar de complacernos, doblo mis brazos sobre mi pacho, con mis manos tomo su rostro, y el siguiente paso que hago es acercarlo más al mío, hasta que nuestros labios hacen el primer contacto.

Tal como ayer, comienza siendo un tonto beso en el cual solo nuestros labios están juntos. Pero, esta vez, yo no quiero eso; así que muevo mis labios; inseguro por mi nula experiencia en besos; suave y tranquilo.

Estaba a nada de detenerme, pues Yoon Gi en ningún momento dio indicios de querer continuar con el beso; pero cuando siento su mano tomar mi muslo derecho, alzándolo, como invitándome a poner mis piernas alrededor de su cintura, y sus labios comienzan a moverse a mi ritmo, continúo junto a él. Acepto la invitación que me dio de forma subliminal de envolver su cintura con mis piernas, haciendo que se acerque otro poco más a mí cuerpo. Su mano ahora se encuentras en mi cintura, tocando la piel por debajo de mi camisa, acariciándola, mandando ligeros escalofríos a todo mi cuerpo. Jadeo un poco por todo aquello, mientras que esta vez paso mis brazos alrededor de su cuello; él aprovecha el instante de cuando mi boca se abre ligeramente para meter su lengua en mi cavidad bucal, buscando la mía. A pesar de sentirme raro ante esta nueva sensación, le concedo el que nuestras lenguas comiencen a danzar juntas. Puedo, incluso, escuchar el beso por lo húmedo que es.

No me importa que él sea el que lleve el control ahora, ni que parezca haberse apoderado por completo de mi boca. Simplemente dejo que haga de las suyas; su lengua pasa por mi labio inferior, delineándolo, para después chuparlo y morderlo, sin ningún tipo de brusquedad, por lo que en ningún momento me lastima o me hace sentir incómodo; sólo me da una sensación que nunca antes había experimentado.

Las únicas sensaciones que antes ya habían estado presentes en mí y que justo ahora están abordándome, son el hormigueo en el estómago y el bombeo desesperado de mi pobre corazón que sólo se está haciendo ilusiones con todo esto.

¿Quizá —sólo quizá— Yoon Gi igual sienta algo por mí?

Pero cuando yo estaba dispuesto a ir por más, hyung se detiene, y lo único que escucho en ese momento es el sonido de nuestros labios separarse de aquel húmedo beso. Abro los ojos lentamente, viendo como solo un pequeño hilo de saliva nos une todavía. Miro los bellos fanales de Yoon Gi, notando un brillo que nunca antes había visto en ellos; un brillo bastante especial.

Antes de que pudiera levantar la cabeza para volver a probar sus dulces labios, Yoon Gi habla:

—Besa a Ji Eun así, y te aseguro que será toda tuya —susurra, para después quitar mis piernas de su cintura y levantarse, dejándome en el suelo con un mar de dudas en la cabeza; aún más al notar ese tono tan cortante, molesto y decepcionado, parecido al de ayer.

Me siento en el suelo, y veo como Yoon Gi casi que corre hasta la salida del lugar, ya con sus cosas en mano.

—¡Hyung! —Le grito, pero es tarde, ya ha cruzado la puerta.

Quiero llorar; no sé porque, pero quiero hacerlo.

Aquel beso fue especial; no fue solo un simple beso y ya. Hubo una especie de chispa entre nosotros, una que yo antes había experimentado con él justo ayer. Mi corazón duele al ver su claro rechazo hacía mí; lo cual, me confundía demasiado, ya que no sé a qué se debe ese dolor. Mi pobre cerebro no puede procesar todo este huracán de dudas y sentimientos que cada vez se hacen más grandes y poderosos.

Lo único que puedo deducir bien es que puede que no vea a Yoon Gi como un simple amigo, sino como algo más que nunca podrá suceder. Eso era lo que más terror me daba, pues si sentía algo más que simple amistad hacia él, lo más seguro y probable es que salga lastimado y lo pierda para siempre por ello.

¿Y él qué es lo que hace? Confundirme en demasía; y no sólo eso, sino que también huyó como alma que lleva el diablo... una vez más.

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