Prólogo IV: Ejercicio de supervivencia
Castillo de Hyrule...
A cuatro meses de haber comenzado el entrenamiento, la Legión de Link avanzaba a pasos agigantados. Ciertamente sus resultados dejaban claro que eran el grupo más prometedor entre los novatos. El hecho de que al evaluarlos en su primer ejercicio de entrenamiento, Sir Azael, que era muy célebre por el hecho de que la mano no le pesaba al momento de calificar el desempeño de los reclutas, les hubiese marcado como "excepcional" decía mucho.
Las habilidades individuales de los miembros del grupo tampoco eran nada desdeñables. Cada uno destacaba a su propia manera. Garrett, con su enorme tamaño y fuerza que le permitía dar golpes devastadores con el hacha. Alexandre, con su agilidad y estocadas rápidas con la lanza, mostraba un gran dominio del combate a mediano alcance. Zatyr, con su infalible puntería siempre acertaba en el blanco, nunca desperdiciaba una flecha. Ruisu, con su estilo poco ortodoxo de combate al sostener la espada con agarre invertido, que lo hacía más impredecible. Link, por su parte, parecía estar en un punto medio, competente en todo y sin ninguna debilidad notable, y ese parecía ser su fuerte. Además de eso, se adaptó con relativa rapidez a su puesto como líder de escuadrón. Sus compañeros confiaban en él, y él de la misma manera confiaba en ellos. Esto no quería decir que no tuvieran sus desacuerdos de vez en cuando, especialmente con Alexandre, que había empezado regularmente a retar a Link de nuevo por la posición de líder, pero afortunadamente, estaba Ruisu para apaciguarlos.
Aparte de sus responsabilidades como líder del onceavo escuadrón, Link continuaba cumpliendo su compromiso de ayudar a la Princesa Zelda con su entrenamiento. Habían empezado a entrenar en el siguiente nivel. Ahora la joven princesa había comenzado a utilizar su poder mágico para mejorar sus movimientos y potenciar sus ataques con magia de luz. Esto la hacía una oponente aún más formidable, pues aumentaba su alcance y agregaba efectos adicionales a sus ataques. A Link esto le servía para entrenar mejor sus reflejos, tiempo de reacción y adaptabilidad contra un oponente más impredecible. Pero las mejores horas eran las que seguían al terminar el entrenamiento, el tiempo de descanso.
Durante una de ellas, después de haber terminado el entrenamiento, la princesa compartió con él unos pastelillos que según dijo, Impa los consiguió para ella después de "persuadir" a los ayudantes de cocina, y mientras los comían, se había puesto a contarle algunas de las leyendas que habían pasado de generación en generación en la familia real.
- ... y según la leyenda, si la persona que toque la Trifuerza no tiene su corazón en un balance perfecto, solo obtendrá uno de los fragmentos. Aquel que posea la fuerza en la que más cree. – decía Zelda.
- ¿Y qué ocurre con los otros? – preguntó Link.
- Irán a las manos de aquellos que sean más dignos de poseerlos. – dijo Zelda. – En casi todas las leyendas, es el fragmento del Poder el único que la encarnación del mal logra obtener, pues eso es lo único que desea, poder. El fragmento de la Sabiduría es enviado a la reencarnación de la Diosa Hylia, quien renunció a su inmortalidad para poder luchar lado a lado junto a su héroe elegido, quien suele ser el portador del fragmento del Valor.
- Sorprendente. – dijo Link.
- Princesa. – llegó Impa de pronto. – Ya es muy tarde, tanto usted como Link necesitan descansar.
- Vaya, el tiempo vuela cuando te diviertes. – dijo Link. – Entonces, ¿me seguirá contando esta historia en la próxima sesión?
- Desde luego que sí, Link. – dijo Zelda. – Que descanses.
- Gracias, también usted. – dijo Link. – Con su permiso, Lady Impa.
La Sheikah respondió con un simple asentimiento de cabeza. Cuando el muchacho salió camino hacia sus cuarteles, se acercó a su protegida para hablarle.
- Zelda... ¿te parece prudente contarle sobre esas leyendas? – le preguntó.
- ¿Por qué te preocupas? – dijo Zelda. – Link es un buen muchacho, y sabe guardar secretos.
- No lo dudo, pero... últimamente, tengo la impresión de que estás... bueno, siendo tal vez un poco demasiado amigable con él. – dijo la Sheikah tratando de no sonar con reproche.
- ¿Y eso qué tiene de malo? – preguntó Zelda. – El que yo sea la princesa no me hace más que él.
- No me refiero a eso. – aclaró Impa. – Lo que quiero decir es que es la primera vez que te veo abrirte con alguien de esa manera, aparte de mí. Entiendo que no tienes muchos amigos de tu edad, así que... me alegra que hayas encontrado alguien con quien tengas ese tipo de afinidad.
Zelda bajó la cabeza ligeramente al oír eso, tratando de ocultar el rubor de sus mejillas. Ni ella misma sabía con certeza del por qué sentía esa afinidad hacia Link, por qué se le había acercado tan repentinamente. Pero eso en realidad no le importaba, pues lo único que sabía era que compartir momentos con él le eran muy agradables, situación que no quería que cambiara en lo absoluto.
- Solo te pido que tengas cuidado. – dijo Impa poniéndole las manos en los hombros. – En privado está bien, pero esas leyendas guardan muchos secretos que es mejor que no se sepan, ya lo sabes, ¿verdad?
Zelda asintió con la cabeza. Hecho esto se retiró a sus aposentos por ese día. Igual que Link, ella también necesitaba un largo descanso después de su entrenamiento.
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Un poco después...
Al llegar a sus cuarteles, Link se quitó los guantes, las botas y la cota de malla de su uniforme. Entre los ejercicios con su escuadrón y el entrenamiento con la Princesa estaba exhausto. A esa hora el resto de sus amigos ya estaban tendidos en sus literas. Link se dejó caer en la suya, dispuesto a dormir a pierna suelta esa noche.
- ¿Y bien? ¿Qué historias te contó la Princesa hoy? – habló la voz de Alexandre desde la litera de arriba.
- ¿Sigues despierto? – dijo Link, sin sorpresa alguna en su voz.
- No me gusta ser el primero en dormirse. – replicó Alexandre.
- Tampoco el último. – agregó la voz de Ruisu, desde una al otro lado.
- Eso no importa. – dijo Alexandre. – Vamos, cuéntanos, ¿de qué hablas con la Princesa?
- Eso no es de tu incumbencia, sabes que no puedo decírtelo. – contestó Link. – Lo que hablamos allá, se queda allá, es una promesa entre ella y yo.
- Aguafiestas. – dijo Alexandre. – Ah, ¿por qué no pude ser yo...?
- Oye, ¿de qué te quejas? – preguntó Ruisu. – Bastante tenemos con tener que soportar a Sir Azael todo el día. Imagina tener que entrenar con él y con Lady Impa después.
- Ja, yo podría manejarlo. – dijo Alexandre.
- No creo que pudieras. – dijo Link. – La princesa está mejorando mucho, y más ahora que subimos al siguiente nivel del entrenamiento.
- ¿Ya quieren guardar silencio? Estoy tratando de dormir. – dijo Zatyr.
- Perdón. – dijeron los tres a la vez.
Para ese momento Garrett era el único que ya roncaba, por eso no intervino en la conversación. Los otros le habían cedido una almohada extra para que amilanara un poco el ruido de sus ronquidos y lo dejaron en la cama más lejana de la habitación. Con eso los demás tampoco tenían su sueño perturbado en absoluto. Sin embargo, todas las noches antes de dormir era lo mismo. Alexandre lo bombardeaba de preguntas sobre qué hablaba con la Princesa Zelda, solo para recibir siempre la misma respuesta: "Es un secreto". Eso acrecentaba aún más su deseo de querer recuperar el puesto de líder de escuadrón.
En cuanto a Link, alguien le había dicho una vez que guardar secretos no era sencillo, menos cuando había gente presionándote a que los dijeras. Pero él, extrañamente, no tenía esa sensación. ¿Sería porque era la Princesa la que se los confiaba? Quizás hasta cierto punto, pero una parte de él pensaba diferente. Convertirse en una especie de confidente para la Princesa se sentía bien, le agradaba serlo, y quería seguir siéndolo, por ese motivo, de ninguna manera iba a convertirse en esclavo de sus palabras, mucho más si estas venían de ella, la joven a quien entrenaban, y por la que, extrañamente, le costaba conciliar el sueño en las noches.
- Diosas, ¿en qué estoy pensando? – dijo mientras se daba la vuelta sobre su litera y tomaba la manta para cubrirse. Ya era hora de dormir, y al día siguiente le tocaba pararse más temprano que el resto. Había algo importante que tenía que hacer, mejor descansar bien esa noche.
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Al día siguiente...
Link se despertó muy temprano en la mañana, antes que el resto de sus compañeros. Esto fue porque el día anterior al terminar el entrenamiento, Sir Azael había convocado a unos cuantos líderes de escuadrón para una reunión importante. Como el único tiempo libre era antes del desayuno, salió de manera muy sigilosa para no despertar a los otros. Si ellos querían un par de horas de sueño adicionales, él pensaba que se las merecían después de su duro entrenamiento.
Al llegar al punto de reunión, Sir Azael estaba frente al resto de los reclutas. Otro soldado detrás de él sujetaba una especie de caja. Link pudo ver a algunos de los otros que habían convocado cuchicheando un poco entre ellos, quizás preguntándose lo mismo que él. Algunos se notaban todavía algo somnolientos, quizás por haberse parado tan temprano. Ya con todos presentes, el sub-comandante de la guardia hizo su anuncio.
- De acuerdo, ya están todos. – dijo. – Seguro se estarán preguntando, y con razón, el motivo de hacerlos venir a todos tan temprano.
El silencio, acompañado de las muecas que hicieron algunos de los reclutas, fue toda la respuesta que necesitaba.
- En los últimos cuatro meses hemos estado evaluando el desempeño de los nuevos reclutas, tanto individualmente como por equipos en cada escuadrón. – prosiguió. – Muchos han desertado, por no ser capaces de seguir el paso de este duro entrenamiento. Otros, sin embargo, no han cejado en su empeño y continúan a pesar de todo. Entre ellos, ustedes son los que más han destacado.
Los reclutas intercambiaron miradas entre ellos al oír estas palabras. Empezaba a sonar muy interesante.
- A la luz de eso, en reconocimiento por su notable desempeño, les tengo una propuesta. Un ejercicio de entrenamiento, el cual, si superan con éxito, serán considerados para una promoción temprana.
Los gritos de triunfo y celebración no se hicieron esperar. Todos los reclutas comenzaron a saltar y a aplaudir de alegría, como si ya los hubieran promovido a caballeros o algo por el estilo. Todos a excepción de Link, quien fue el único en quedarse tranquilo, pues Sir Azael no había terminado de hablar.
- ¡Orden, orden, silencio todo mundo! – gritó Sir Azael golpeando el suelo con el extremo de su alabarda. – No celebren todavía, aún no les he explicado de qué se trata. Para llegar a ser caballeros de Hyrule, necesitarán mucho más que habilidades de combate. Tienen que saber cómo adaptarse a su entorno, como sobrevivir en el exterior. La prueba consistirá en que cada escuadrón será enviado a una zona apartada, alejada de poblaciones, y tendrá que sobrevivir en ese lugar durante diez días, con solo el equipamiento básico necesario que pueda cargar cada uno de sus miembros.
La alegría inicial se apaciguó un poco después de que Sir Azael reveló de qué se trataba. Un ejercicio de supervivencia. Tenía sentido, pues muchas veces en la guerra, los soldados tenían que valerse con los recursos que tenían a mano, lejos de la civilización (especialmente estando en territorio enemigo) y muchas veces sobrevivir con lo que la naturaleza tenía para ofrecerles. Bien, para Link eso no sería un problema. Su tío muchas veces lo llevaba a hacer "noches de supervivencia" para hacerlo más fuerte. Ya tenía su experiencia.
- Quienes decidan aceptarlo, tomarán un sobre al azar de esta caja. Esto determinará a donde serán enviados. Tendrán que consultarlo con sus compañeros, la decisión debe ser unánime para todo el escuadrón. – declaró Sir Azael. – Algo más, el sobre no lo abrirán hasta que decidan con su escuadrón si lo harán o no. Esta tarde nos darán la respuesta. Eso es todo.
Algunos de los reclutas decidieron retirarse, sintiendo que no estaban listos. Otros, envalentonados ante la propuesta de recibir una promoción temprana, sin dudarlo se formaron en la fila. Link no hizo ningún comentario. A él no le desagradaba la idea, pero tenía que ver si el resto de sus compañeros estaba de acuerdo. Aún no sabía si ellos tenían algo de experiencia en eso igual que él. Bueno, tendría tiempo de preguntarles después.
Al llegar su turno, el rubio tomó un profundo respiro y metió la mano en la caja para sacar el sobre. Tal como le indicaron, se abstuvo de abrirlo. Una vez que el último recluta tomó su sobre, les dieron permiso de volver a sus cuarteles si querían seguir descansando. Bien, ya no le quedaba más por hacer, excepto esperar a que el resto de sus compañeros despertaran.
- Esto será interesante. – se dijo a sí mismo.
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Tres horas después...
Cuando por fin el resto del escuadrón se levantó después de dormir a pierna suelta, Link decidió aprovechar durante el desayuno de relatarles lo que Sir Azael le había dicho. Estando todos juntos sentados a la mesa se ahorraría el tener que decírselos por separado. Tenía suerte de que habían tomado por costumbre comer todos juntos a la misma hora.
- Y bien, ¿qué opinan? – les preguntó al terminar.
- ¡Pues es obvio! – dijo Alexandre con entusiasmo. – ¡No podemos dejar pasar esta oportunidad!
- Alexandre, cálmate un poco, no hay que tomar esto tan a la ligera. – dijo Ruisu. – De cualquier manera, una promoción temprana, eso suena muy tentador.
- Yo no sé si estemos listos aun. – dijo Zatyr. – Suena bien y todo, pero... -
- ¿Qué? ¿Te da miedo alejarte de la civilización? – preguntó Alexandre. Zatyr se irritó con este comentario.
- Ya quisieras. Para tu información, he usado el arco para ir de cacería desde que tenía trece años. – lo desafió Zatyr. – A veces durante días para atrapar a mi presa, dormir al aire libre no es nada nuevo para mí.
- ¿Sí? Garrett y yo también hemos tenidos nuestras noches bajo las estrellas. – contraatacó Alexandre. – Y hemos cazado presas el doble de grandes que él, puedes imaginártelo.
- Seguirá siendo un buen entrenamiento. – dijo Ruisu. – Si es por mí, con gusto que lo hagamos.
- Tiene que ser unánime, eso fue lo que dijo Sir Azael. – dijo Link. – Se supone que hay que darle la respuesta esta misma tarde después de los entrenamientos. ¿Decidimos por votación? ¿Quiénes están a favor?
Los cuatro reclutas alzaron la mano en señal afirmativa. Link alzó también la suya para confirmar que era unánime. Estaba dicho entonces.
El resto del día transcurrió de manera tranquila (hablando relativamente), con ejercicios rutinarios y toda la cosa. Como siempre, la Legión de Link destacaba entre los novatos. Al llegar la tarde, Sir Azael ordenó que los grupos que habían aceptado la propuesta de la reunión de la mañana se quedaran. Más de dos tercios de los que habían sido convocados se habían quedado. El sub-comandante los miró con satisfacción.
- Me alegro de ver que tantos de ustedes hayan aceptado. – les dijo. – Muy bien, llegados a este punto, ya tienen mi permiso para abrir los sobres que les he entregado. Dentro de cada uno se encuentra un mapa que indicará a donde serán enviados, y otro que delimitará el área donde deberán permanecer durante los diez días que durará el ejercicio.
Dicho esto, Link rompió el sello del sobre y extrajo su contenido. El resto de sus compañeros se acercaron a mirar. Un mapa general de la región, con la Ciudadela del Castillo en el centro, marcaba en rojo una pequeña área en los Bosques de Hyrule. Otro, más detallado, mostraba el perímetro donde estarían confinados. Este además indicaba que por el sendero había un par de aldeas, pero el área donde estarían obviamente no les permitiría ir a ellas hasta que terminaran.
- A los bosques, ¿eh? – dijo Ruisu. – Bueno, eso no será tan malo.
- Sí, sentiría pena por quién le tocara el desierto o las montañas heladas. – se rio Alexandre por lo bajo.
- Muy bien, si ya todos saben a dónde irán, tendrán esta noche para prepararse. – dijo Sir Azael. – Les recomiendo que viajen ligeros y lleven solo lo que sea absolutamente necesario. Serán llevados en una carreta a su destino, y podrán utilizarla para regresar. Tendremos una importante reunión de llegada una vez que el ejercicio concluya, así que espero puntualidad de parte de todos ustedes, ¿les quedó claro?
- ¡SÍ SEÑOR! – respondió todo mundo de manera enérgica.
- Muy bien. Es todo, pueden marcharse.
Sir Azael se retiró, y todos los reclutas volvieron a sus dormitorios para preparar su equipaje. El sub-comandante no se andaba con rodeos. Link por su parte les dijo a sus amigos que se adelantaran. Él tenía algo más que hacer primero.
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Bosques de Hyrule, cinco días después...
Tal como se había dicho, los reclutas fueron acompañados por una escolta de soldados hasta los lugares donde tendrían que pasar los siguientes diez días. La carreta los llevó hasta un claro, y a partir de allí tendrían que continuar por su cuenta. Por la naturaleza del ejercicio las únicas provisiones que había en la carreta eran unas pacas de heno para el caballo, al cual tendrían también que cuidar y alimentar durante ese tiempo, pues era su transporte para volver a casa. Durante ese tiempo, el caballo se puso particularmente afectuoso con Alexandre, por alguna razón, solo dejaba que él lo alimentara. Si no fuera porque provenía de los establos reales, se sentía muy tentado a quedarse con él: era un semental grande y fuerte, de color negro como la noche. Por una placa que colgaba de su cuello, supieron que su nombre era "Shadow". Bastante apropiado en realidad.
El ejercicio de supervivencia resultó mucho menos difícil de lo que el grupo se esperaba. Como viajaban ligeros, dentro de sus mochilas solamente llevaron algunas raciones de comida y agua para los primeros dos días, utensilios para comer, algo de cuerda, un cuchillo para utilizar como herramienta multiusos, y unas mantas para abrigarse durante la noche, dado que ya todos tenían algo de experiencia en ello, conseguir alimento no les resultaba difícil. Había muchos animales para cazar, árboles llenos de fruta, y de hecho habían acampado cerca de un río, lo que también les otorgaba pescado si querían variar un poco el menú. El único que ocasionalmente se quejaba era Alexandre por tener que cuidar él solo a Shadow, lo que resultaba inevitable, pues este no dejaba que nadie más se le acercara para darle de comer.
En este momento Alexandre estaba en medio de una sesión de sparring con Link, mientras Ruisu afilaba un poco su propia espada, observándolos.
- Refrésquenme la memoria: ¿por qué aceptamos hacer esto en primer lugar? – decía Alexandre, cuyo tono de voz claramente denotaba fastidio.
- Si pasamos esto, lograremos que nos consideren para ser promovidos a caballeros de manera temprana. – dijo Link, mientras bloqueaba una estocada de Alexandre con su escudo, y lo empujaba para hacerlo retroceder.
- Valdrá la pena cuando lo logremos, ¿no les parece? – dijo Ruisu. Mientras tanto, Alexandre pareció tomar ventaja al poner a Link contra las cuerdas, poniéndole el bastón de su lanza contra el cuello.
- Te tengo. – le dijo.
- No te creas. – replicó Link, apartándolo de una patada directo al estómago.
Sin perder tiempo se puso de pie de un salto y reanudó su ataque antes que su compañero recobrara el aliento. Alexandre se defendió como pudo, pero finalmente Link lo acorraló y le dio un toque con el plano de la espada en la nuca.
- Perdiste. – dijo Link. Alexandre exhaló un suspiro, pero aceptó la derrota.
- Que mal pinta tu récord, Alexandre. – comentó Ruisu. – Eso ya te da un total de diez derrotas y dos victorias contra Link.
- ¿Seguro que llevas bien la cuenta? – replicó Alexandre frunciendo el ceño.
El hecho era que, para alguien que supuestamente tenía un récord invicto en combates en su pueblo, Alexandre muy rara vez conseguía alguna victoria contra el líder. Regularmente el joven lancero había decidido desafiar a Link de vuelta por el puesto de liderazgo en el escuadrón, cuando supo que este estaba entrenando dos o tres veces por semana junto con la Princesa Zelda, bajo la tutela de la Comandante Impa. Eso le hizo sentirse peor por haber perdido en público aquel día, y comenzó a buscarle revancha en un intento por "restaurar su honor", y si era posible, tal vez ocupar ese puesto de entrenamiento junto con la princesa. Por supuesto, sus esfuerzos no habían sido muy exitosos.
Y hablando del entrenamiento con la princesa...
Flashback: Unos días antes...
El día que Sir Azael había designado a donde irían los escuadrones que aceptaron hacer el ejercicio de supervivencia, antes de comenzar a empacar Link se dirigió al sitio de entrenamiento al que normalmente iba para entrenar con Impa y la Princesa Zelda. Pese a que ese día no tenían programada una sesión de entrenamiento, sintió que sería mejor decirle que se ausentaría de las siguientes.
- Entiendo. – dijo la princesa cuando Link terminó de explicarle la situación. – Está bien, no debes preocuparte. Esto es importante para ti y tus amigos, ¿verdad? –
- Así es. Es una gran oportunidad, y no quiero negárselas. – dijo Link. - ¿Seguro que estará bien entrenando sin mí?
- Estoy segura de que Impa pensará en algo para compensar tu ausencia en el entrenamiento. – aseguró Zelda. – A decir verdad... lo que me preocupa un poco es que tú... que ustedes se vayan por allí, y estén a la intemperie.
- Ah, no será la primera vez, al menos no para mí. – dijo Link sin darle importancia.
- Si tú lo dices. – dijo Zelda, no muy convencida. – De cualquier manera, no está mal que diga esto, tengan mucho cuidado allá afuera, ¿está bien?
- Así será. Y cuando vuelva, me seguirá contando esa historia donde nos quedamos la última vez, ¿verdad?
- Por supuesto, será un placer para mí. – concluyó la princesa con una sonrisa.
Fin del flashback.
Solo por aquel motivo, tantos días de ausencia tenían a Link afectado, a pesar de no entender por qué. El recuerdo de esa cálida sonrisa le hacía desear que el tiempo pasara más rápido. Llevaban ya cinco días en el bosque, así que tenían que pasar otros cinco más antes de regresar a la civilización, más todavía, estaba ansioso por retomar el relato que la princesa había compartido con él. Por supuesto, sus amigos no tenían ni idea. Siendo el líder, tenía que dar el ejemplo.
- ¡Disculpen el retraso! – oyeron la voz de Zatyr. – Ya traemos la cena de hoy. –
La joven arquera había ido junto con Garrett de cacería en busca de alguna buena presa para la cena. El gigantón del grupo traía sobre su hombro lo que parecía ser un enorme jabalí salvaje, sin tambalearse por el peso.
- Wow, eso se ve muy bien. – dijo Ruisu admirando la presa. – Esta noche tendremos tocino.
- ¿Cómo hicieron para atrapar uno tan grande? – preguntó Alexandre.
- No fue tan difícil. – dijo Zatyr. – Entre la trampa que preparó Garrett y mi puntería, el pobre cerdito no tuvo oportunidad.
- Pues qué bueno, porque ya me estaba empezando a dar hambre. – dijo Link.
Dicho esto, los reclutas comenzaron a hacer su parte para preparar la cena. Link y Alexandre se ocuparon juntos de despellejar al jabalí con sus cuchillos. Ruisu echó más leña en el fuego y colocó un soporte para empezar a asarlo. Garrett y Zatyr tomaron asiento frente a la fogata, pues decidieron que se merecían un descanso por haber conseguido la presa del día.
Este "viaje de supervivencia", una forma amable de decir que tendrían que transitar por los bosques durante varios días y arreglárselas como pudieran con apenas el equipamiento mínimo necesario, estaba resultando ser un menor desafío de lo que ellos esperaban. El ejercicio tenía además un segundo propósito: que al estar los miembros del escuadrón a solas en medio de la nada, tuvieran la oportunidad de conocerse unos a otros mejor y formar con ello lazos de confianza. Y hablando de eso...
- Oigan chicos. – dijo Link de pronto. – Ya que estamos todos alrededor de la fogata, ¿por qué no aprovechamos este tiempo para relajarnos y conocernos un poco mejor?
- ¿Conocernos mejor? – preguntó Zatyr.
- Ya llevamos casi cuatro meses de estar entrenando juntos, y a decir verdad casi no sé nada sobre ustedes, ni ustedes de mí tampoco. – dijo Link.
- ¿Saben qué? Link tiene razón. – corroboró Ruisu. – Todos aquí tendremos muchas historias y anécdotas que contar, ¿me equivoco?
- No suena mal del todo. – dijo Alexandre. – Y será bueno para pasar el tiempo. ¿Quién quiere empezar?
- Que lo haga Link. Es el líder, y tuvo la idea en primer lugar. – dijo Zatyr. Los otros tres asintieron secundando la moción de la chica.
- Bueno, ya que insisten. – dijo Link, tomando un profundo respiro. – Para empezar, ya les dije antes que vengo desde el pueblo de Ordon, en la región de Latoan. Mis padres murieron en un accidente cuando yo era muy pequeño. Mi hermana menor y yo fuimos criados por mi tío, un caballero del ejército de Hyrule ya retirado. Él fue además quien me enseñó cómo manejar la espada.
- Vaya, tendré que pedirle que me de algunas lecciones. – comentó Alexandre, por lo visto su reciente derrota con Link aún seguía en su mente. La expresión de Link se ensombreció ante sus palabras.
- Temo que eso no será posible. – dijo Link. – Él... murió unos meses antes de que yo viniera a la ciudadela para iniciar el entrenamiento.
- Oh. – Alexandre tragó en seco. Había dicho algo que debió darle en un nervio muy sensible. – Lo siento, yo no... -
- Está bien, no tenías idea. – dijo Link, aceptando sus disculpas.
- ¿Qué le sucedió? – preguntó Zatyr.
- Unos bandidos estaban atacando nuestro pueblo. – relató Link. – Mi tío organizó una defensa con los que estaban disponibles para expulsarlos, incluyéndome. Pero mientras estaba peleando, fue alcanzado por una flecha envenenada y por estar tan ocupado tratando de proteger a las personas del pueblo no le prestó atención hasta que fue demasiado tarde. Si al menos hubiera podido llegar a tiempo para ayudarlo, o si hubiera interceptado esa flecha...
Pronto al resto del grupo le quedó claro que al joven le pesaba mucho la muerte de su tío. Probablemente debió tener con él una relación muy cercana, especialmente al mencionar que sus padres habían muerto. Los otros miembros también sintieron pesar por su líder. Ninguno se atrevió a romper el silencio, hasta que Link decidió seguir hablando.
- Mi tío siempre fue un hombre que estaba dispuesto a sacrificar todo por defender a los necesitados. Así que, para honrar su memoria, decidí que yo también seguiría sus pasos, y me convertiría en un gran caballero, como él.
- Eso es muy admirable, Link. – dijo Zatyr. – Es una lástima que no hayamos podido conocerlo.
- Sí, por como hablas de él, debió ser un gran sujeto. – agregó Alexandre. – Tal vez podría haber aprendido una o dos cosas para poder derrotarte.
- Sí, como no. – dijo Ruisu, y luego decidió cambiar el tema. – Dijiste que tenías una hermana menor. ¿Qué hay de ella?
- Ella está bien. – aseguró Link, recobrando un poco su humor. – Está viviendo en casa de mi abuela. Aún mantenemos contacto por carta, y me aseguran que todo está bien. Mi abuela dijo que tiene suficientes amigos de su edad con quienes jugar, así que nunca se aburre. Aquí tengo una foto de ella, miren. – Se sacó de debajo de la túnica un medallón, pasándoselo primero a Zatyr, quien lo abrió. Dentro estaba la foto de una niña que parecía versión en miniatura de Link, aunque tenía los ojos un poco más grandes, y su cabello estaba amarrado en dos coletas bajas.
- Es realmente adorable. ¿Cómo se llama? – preguntó, pasándoselo al resto.
- Aryll. Cumplirá diez años el próximo mes. – dijo Link. – Espero que no se entristezca mucho porque no creo poder estar allí este año. En fin, ya basta de mí, ¿quién quiere continuar?
- Yo. – dijo Ruisu, alzando la mano para comenzar su relato. – Bueno, a decir verdad yo no es que tenga nada de especial en mi vida. Mi madre es maestra en la escuela local de nuestra aldea, y mi padre forma parte de un grupo de guardabosques que patrulla los alrededores para ayudar a escoltar a los viajeros y protegerlos de posibles ataques de bandidos.
- Eso no suena nada mal. – dijo Zatyr.
- Así es, la verdad es que llevamos una buena vida, no es que seamos ricos, pero tenemos todo lo necesario para vivir bien. – prosiguió Ruisu. – Aun así, desde hace tiempo sentía que quería salir de esa aldea y ver más del reino. Después de pensarlo mucho, decidí que mi mejor oportunidad de hacerlo es convirtiéndome en caballero al servicio de la familia real. Si tengo éxito, al ascender de rango podría incluso viajar y conocer otras naciones.
- ¿Y después de eso qué? Me imagino que no querrás pasártela viajando toda tu vida. – comentó Alexandre.
- Claro que no. – dijo Ruisu. – Con el tiempo me gustaría establecerme, casarme y tener familia. Pero para eso hay tiempo de sobra. Ahora mismo creo que no estoy de humor para perseguir una relación.
- Oh, ¿y eso a qué se debe? – preguntó Alexandre muy interesado en eso último.
- No me siento con ganas de decirlo ahora. – dijo Ruisu. – Solo digamos que me enamoré de la persona equivocada y sufrí una gran decepción por ello. Pero esa es una historia para otro día.
Alexandre arqueó una ceja. Eso sonaba a que era muy interesante, pero prefirió no insistir más. Ya desde los entrenamientos había podido ver que Ruisu, pese a su semblante tranquilo, podía irritarse con facilidad si alguien lo molestaba o se sentía presionado. Por tentador que pareciera, prefirió no jugar de más con su suerte.
- ¿Quién sigue ahora? ¿Tal vez tú, Garrett? – dijo Ruisu, volteando a ver al grandullón. – Digo, como no hablas mucho, sería una buena forma de abrirte a nosotros, ¿no crees? –
- Em... - Garrett desvió la mirada ligeramente. Mirando abajo se podía notar que jugaba un poco con sus pulgares. – No... se me da muy bien relatar historias. No para hacerlas interesantes.
- En ese caso, yo hablaré por los dos. – dijo Alexandre. – Al fin y al cabo, ambos crecimos juntos. No tienes problema con eso, ¿verdad?
Como simple respuesta, Garrett se encogió de hombros, mientras Alexandre tomaba la palabra.
- Bien, tanto mi familia como la de Garrett han servido por varias generaciones como caballeros de la realeza, así que siendo nosotros los últimos descendientes varones de nuestra línea, era bastante obvio que viniéramos. Nuestros padres nos prepararon durante años para estar aquí. No es que tengamos ninguna objeción, al final de cuentas, estamos muy orgullosos de nuestro linaje.
- Hablando de linaje, hay algo que siempre he querido preguntarte. – dijo Link. – Tus ojos son de color carmesí, Alexandre. Un color bastante inusual, si me lo preguntas. De hecho, únicamente lo he visto en ti, y en la Comandante Impa y Sir Azael. –
- Eh,... bueno, respecto a eso... - Alexandre empezó a titubear un poco.
- Parentesco lejano. – intervino Garrett de pronto, sin que nadie lo esperara.
- ¿Qué dices? – preguntó Ruisu.
- Uno de los abuelos de Alexandre fue un antiguo miembro de los Sheikah. – respondió Garrett.
- ¿De los Sheikah? ¿No es la tribu a la que pertenecen la Comandante Impa y Sir Azael? – dijo Link.
- Garrett, ¿era necesario que dijeras eso? – Alexandre parecía algo molesto con esta revelación.
- Ahora que lo pienso, los ojos color carmesí eran un rasgo bastante común en la tribu Sheikah. – dijo Zatyr. – Hoy día están casi extintos, pero son inconfundibles.
- *Suspiro*, está bien, de acuerdo. – admitió resignado. – Sí, lo que él dice es verdad, uno de mis abuelos era un Sheikah. Pero entiendan algo, los Sheikah, al menos en el pasado, siempre se caracterizaron por servir a la familia real desde las sombras, aunque siempre fueron respetados y admirados. Pero a mí no me agrada la idea de permanecer bajo esa sombra. No me malentiendan, estoy orgulloso de mi linaje, no lo niego, pero quiero hacerme de un nombre por mí mismo.
Los demás se quedaron callados ante las palabras de Alexandre. Después de escucharlas, eso explicaba un poco su actitud que de primera instancia podía parecer algo arrogante. Era más un deseo de probarse a sí mismo como persona, en vez de como parte de un linaje. Eso podían entenderlo, de algún modo, era su propio sentido de la individualidad.
- Bueno, ya que Garrett reveló algo sobre mí, me parece justo que yo también revele algo sobre él. – prosiguió Alexandre, recuperando de pronto su humor habitual. – Como la vez que derribó al abusón de nuestra academia de un empujón.
- No fue mi intención. – dijo Garrett, sonrojándose ligeramente. Por lo visto era un episodio que no quería recordar. – Me estaba molestando y solo quería alejarlo, no tirarlo al suelo.
- En aquel entonces no conocía su propia fuerza. – siguió Alexandre, sin darle importancia. – Ese tonto no tenía idea de con quién se estaba metiendo.
- ¿Y por qué se metió contigo? – preguntó Link. Garrett, como de costumbre, no quiso hablar, así que Alexandre respondió por él.
- Era uno de esos tipos que se creían los dueños del lugar, y que no soportaban la idea de que de pronto apareciera alguien más grande y fuerte que ellos. – dijo Alexandre. – Lo triste fue que después de aquel incidente, casi todos le tomaron miedo a Garrett, como si él fuese a hacerles lo mismo. Pobres ignorantes, juzgándolo por una estupidez como esa.
Los otros tres reclutas volvieron a intercambiar miradas. En efecto, la fuerza física de Garrett era de temer, más considerando de que se suponía que él era de una edad cercana a la de ellos, pero en el tiempo en que habían convivido, su impresión de él era la de un joven amable y callado que no buscaba meterse en problemas con nadie, y quería poner esa fuerza al servicio de proteger a otros.
- Alexandre fue el primero que se me acercó sin tenerme miedo. – dijo Garrett. – Fue gracias a eso que nos hicimos amigos.
- Y por aquel entonces, era prácticamente el único. – dijo Alexandre. – Incluso ahora, a Garrett le cuesta hablar con otras personas, aparte de mí.
- Bueno, eso tiene que cambiar. Ahora estamos nosotros, ¿no? – dijo Zatyr. – Intenta abrirte un poco más, si quieres conversar con alguno de nosotros, que no te de pena. Somos compañeros, pero suena mejor si podemos llamarnos amigos, ¿no lo crees?
Los demás estuvieron de acuerdo. Garrett no dijo más nada, pero sonrió con gratitud ante ese gesto de parte de sus compañeros. Tenían razón, era un poco cerrado, y más allá de la lealtad básica dentro del escuadrón, no tenía un sentido como tal de camaradería o amistad con ninguno de ellos, a excepción de Alexandre. Se propuso cambiar eso.
- Bien, creo que ahora es mi turno, ¿no? – dijo Zatyr. Los chicos asintieron. – Está bien, mi familia es originaria de la nación vecina de Termina. Tenemos una tienda de arquería, ha sido el negocio familiar por generaciones.
- Eso explica tu elección de arma. – dijo Link. – Dime, ¿por casualidad lo fabricaste tú misma?
- Sí, de hecho. Pero no solo fabricamos y reparamos arcos, sino que además enseñamos a usarlos. Tenemos una pequeña "academia" de tiro con arco, podríamos llamarla.
- ¿Les va bien con ese negocio? – preguntó Ruisu interesado.
- No nos va mal, lo admito. Ganamos lo necesario, y a veces un poco más para ahorrar algo. – dijo Zatyr. – Pero estando en esa zona tan aislada a veces nos falla un poco la clientela, sobre todo en el invierno, que los caminos se hacen intransitables. Así que vine aquí, por dos razones principalmente. La primera, quiero ganar algo de experiencia real como arquera, de ese modo cuando tenga que hacer de instructora podré enseñarlo como debe ser. Segundo, esperaba también tal vez hacer algo de publicidad para nuestro negocio. No quiero sonar arrogante, pero nuestros arcos y flechas son de la mejor calidad que podrían conseguir en toda la región.
- Pues este de verdad está muy bien construido. – dijo Link, tomando el arco de Zatyr para examinarlo. – Madera de buena calidad, lo suficiente flexiblemente para tensarlo sin romperlo, con buen alcance y poder. –
- Je, y eso que no les he mostrado mi arco de tiro largo. – dijo Zatyr. – En fin, espero que no les moleste si les pido algo de ayuda con eso, ¿lo harán por mí?
- No veo por qué no. – dijo Link. – La habilidad es solo la mitad del desempeño. La otra mitad es tener una buena arma para emplearla. Bien, yo diría que el tocino ya está cocinado a término medio. ¡Buen provecho!
Quitaron al jabalí del soporte antes que se fuera a cocinar de más, y comenzaron a dividirlo en raciones. Cada uno sacó su plato y cubiertos para empezar a comer. Garrett les pasó a cada uno un par de pequeños tarros con sal y pimienta para sazonarlos. En menos de un minuto devoraron su cena. Ciertamente, con solo sal y pimienta su sabor quizás no era tan delicioso a como estaban acostumbrados en otras partes, pero como dice el dicho "cuando se tiene hambre, cualquier comida es buena". Al terminar, Link guardó el resto del jabalí en una bolsa y la colgó con una cuerda a un árbol, a buena distancia de donde estaban. Les dijo a los demás que podían irse a dormir, él se quedaría de guardia un poco más para vigilar el perímetro antes de irse a dormir también.
Había sido una buena noche. Se estaban adaptando bastante bien, y el conversar con ellos alrededor de la fogata le resultó bastante agradable para conocerlos mejor. De esa forma, sentía que podía confiar más en ellos. Cuando finalmente terminó su ronda por los alrededores, antes de echarse a dormir, echó algo más de leña para que el fuego durara hasta el amanecer. Si pasaba cada día restante del ejercicio de esta manera, el tiempo pasaría volando.
Definitivamente seguiría con las historias alrededor de la fogata la noche siguiente.
Esta historia continuará...
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