Capítulo 8: Tierra del Crepúsculo Parte I
"El grupo de Lana salió de su portal, y al aterrizar del otro lado, se encontraron con una visión realmente perturbadora. A donde quiera que mirasen, el reino de Hyrule parecía estar siendo consumido por las sombras. Aunque Lana ya había escuchado y leído acerca del Reino Crepuscular, nunca se imaginó que podría verlo con sus propios ojos.
Pasando los días, el grupo de Lana tuvo que pasar de aldea en aldea para abastecerse y buscar información, pero los lugareños tampoco tenían mucha idea de qué era lo que estaba sucediendo. Aunque muchos de ellos recordaban incidentes similares varios años atrás, nadie conocía la verdadera razón detrás de ellos, por lo que no podían ayudar mucho.
La hechicería de Lana no podría haber revelado qué o quién era el causante de que el Reino Crepuscular estuviese consumiendo a Hyrule, pero la hechicera tenía la sospecha de que estos incidentes y su propia misión estaban relacionados entre sí. Su búsqueda del Portal de las Almas para sellarlo tendría que esperar..."
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Reino de Hyrule, en el año 20XX, según el calendario tradicional...
En una época donde el reino de Hyrule estuvo a punto de ser consumido por las sombras, un descendiente del antiguo Héroe del Tiempo surgió para hacerle frente a las criaturas de la oscuridad, dejando salir a su bestia interior para poder derrotarlos. Aliado junto con la legítima heredera del trono del Reino Crepuscular, los dos consiguieron derrocar al usurpador, y con la ayuda de la princesa de Hyrule, vencieron a la encarnación del mal que lo motivó a arrebatarle la corona y sucumbir a sus ansias de poder. Con ello, la Princesa del Crepúsculo pudo asumir su debido derecho, y destruyó el único enlace entre los mundos de la luz y las sombras para que jamás volvieran a verse amenazados. O eso fue lo que creyó...
Aquel día, en el Palacio del Crepúsculo reinaba la tranquilidad. En sus aposentos se encontraba la soberana de la raza Twili, la Reina del Crepúsculo, Midna, observando al horizonte desde su balcón. Los Twilis eran humanoides que residían en las sombras, y esto se reflejaba en sus apariencias físicas: pese a que su constitución era muy similar a las de los humanos, sus cuerpos y extremidades eran mucho más largos, lo que los hacía ver mucho más altos que los humanos promedio, y su piel alternaba en tonos oscuros y blancos-azulados en diferentes partes del cuerpo al azar, con unas líneas verdes brillantes muy delgadas recorriéndolos en complicados diseños en sus extremidades, lo que le daba un aspecto como de runas, presente no solo en los habitantes, sino en la arquitectura del reino crepuscular en general. Midna, en particular, podría ser considerada atractiva hasta para estándares humanos, pues era alta, esbelta y con rasgos faciales finos, aparte de una cabellera rojiza que contrastaba muy bien con su piel azulada. Sus ojos eran quizás su rasgo más llamativo, al ser amarillos con pupilas rojas, y tenía sus labios pintados de púrpura. Las ropas negras que usaba le daban un aire de elegancia, complementadas con la corona de oro que usaba en la frente. Sin embargo, a pesar de su posición, y de que por fuera podría mostrar un semblante algo altivo y presuntuoso, en el fondo era una mujer responsable y compasiva, que se preocupaba mucho por su gente, aunque esto fuera en parte debido las experiencias que vivió junto con el ahora llamado Héroe del Crepúsculo le ayudaron a ver las cosas de una manera diferente, y a ser más amable con los demás. En otro tiempo, eso le hubiera parecido absurdo.
Ocasionalmente, se preguntaba cómo estarían sus amigos. A pesar de que al principio solamente los veía como medios para lograr su objetivo, llegó realmente a apreciar de corazón todo lo que el héroe y la princesa de Hyrule hicieron por ella. ¿Cuánto tiempo hacía que no los veía? ¿Dos, tres años tal vez? Le dolió un poco tener que despedirse de ellos, pero era lo mejor para que sus mundos no fueran a verse en peligro de nuevo. Además, ella estaba segura de que, teniéndose el uno al otro, se cuidarían perfectamente entre ellos. No, mejor dicho, lo sabía.
Sin embargo, sus pensamientos se vieron inesperadamente interrumpidos. Una presencia de pronto invadió sus aposentos. Una que le resultaba extrañamente familiar, pero a la vez diferente. La Reina del Crepúsculo se alarmó, nadie podía entrar en su palacio (y menos en sus aposentos) sin invitación y sin ser detectado. Al mirar al interior de su habitación, vio materializarse una especie de bruma de color púrpura, y de ella, emergió una extraña mujer. Era una humana, o al menos tenía el aspecto de serlo, y usaba ropas reveladoras y ajustadas, cubriendo su rostro con una máscara en forma de pájaro de pico encorvado. El aura de esta mujer era tenebrosamente similar a lo que percibió aquel fatídico día, cuando ella, el héroe y la princesa de Hyrule encararon al verdadero hombre detrás de toda la tragedia que asedió a su pueblo. Pero eso no podía ser... ¿o sí?
- La legendaria Princesa del Crepúsculo. ¿O debo llamarte "Reina" ahora? - dijo la recién llegada, acercándosele. Midna se puso sobre aviso.
- ¿Quién eres? ¿Cómo entraste aquí? - preguntó Midna, manteniendo una distancia prudente, pero estando lista para atacar a la intrusa en cualquier momento si era necesario.
- Mi nombre es Cya. - respondió la mujer, mirando a su alrededor. - Tienes un lugar bastante... acogedor, si me permites decirlo.
- Un lugar donde no nos gustan los visitantes indeseados. - dijo Midna. - Respóndeme, ¿cómo entraste aquí? Una humana ordinaria jamás podría haber entrado en este lugar, y menos después de...
- Oh, "Majestad", le ruego que me disculpe, pero sucede que estoy muy, muy lejos de ser una humana ordinaria. - dijo Cya. - Sucede que soy una hechicera, y poseo un gran poder. El suficiente... para encontrar y reunir los fragmentos del único vínculo entre este mundo, y el de la luz.
- El Espejo Crepuscular... no es posible, ¿cómo...?
- Eso no tiene importancia en este momento. - respondió Cya, cambiando su tono bruscamente, y apuntándole con su báculo de manera amenazante. - Lo que importa aquí eres tú. Estoy al tanto de la cercanía que tú y el Héroe del Crepúsculo tuvieron cuando se enfrentaron a la encarnación del mal en esta época. Me temo que no puedo permitir que andes por allí, y potencialmente arruines mis planes.
Y sin decir más, la hechicera disparó una esfera de energía púrpura, que Midna inmediatamente contrarrestó levantando una barrera de sombras solidificadas iluminadas por las runas. La explosión resultante obligó a Midna a saltar por el balcón, afortunadamente, ella poseía la habilidad de levitar, lo que le permitió aminorar su caída y aterrizar a salvo en el jardín. Los guardias que custodiaban el lugar inmediatamente se alarmaron.
- ¡Su Majestad! - le gritaron, aproximándose.
- ¡Estoy bien! - les dijo, quitándose su capucha para que no le estorbase para moverse. - ¡Una intrusa ha invadido nuestro palacio!
Señaló en la dirección del balcón, desde el cual, su agresora también saltó tras ella, aminorando su caída de la misma forma, con levitación. Inmediatamente, los soldados Twilis rodearon a la invasora y le apuntaron con sus armas, preparados para defender a su monarca.
- ¡Aléjense de ella! - les advirtió Midna. - ¡Es peligrosa, yo me haré cargo!
- ¡Pero Majestad!
- Sería muy prudente que obedecieran a su señora. - dijo Cya, alzando su báculo y preparando otro ataque. - Esto es entre ella y yo, así que... ¡ALÉJENSE AHORA!
Dicho esto, ejecutó un movimiento de tajo horizontal, enviando una onda de energía en forma de arco expansivo, que derribó al instante a todos los que logró alcanzar. Midna, afortunadamente, puedo evitarla saltando, y sin querer tomar riesgos con esta invasora, usó sus poderes para invocar tres bestias crepusculares con forma de lobos, lo suficientemente grandes como para que Midna pudiese montar uno de ellos con facilidad.
- ¡ATAQUEN! - les ordenó, apuntando hacia Cya.
Los feroces cánidos gruñeron con furia y se lanzaron a toda prisa hacia su enemiga, listos para morderla, pero mientras ellos la atacaban, Midna no se quedó tranquila, y se dispuso a preparar su propio ataque. Sus poderes le otorgaban la habilidad de generar y manipular las sombras a su antojo para convertirlas en objetos (o bestias) sólidas y utilizarlas como armas. Concentrando su energía, generó en el suelo un enorme cañón, y lo apuntó hacia Cya, que intentaba repeler a los lobos que la atacaban sin cesar. Cya consiguió darle un golpe fatal a uno de ellos, haciendo que explotara y se disolviera en el aire, pero los otros dos seguían allí, y le dieron tiempo a Midna para apuntarle con el cañón. Comenzó a cargar energía, y disparó una especie de rayo láser. Los dos lobos restantes tomaron esto como su señal para apartarse, mientras Cya tuvo que erigir una barrera de energía maligna solo para poder evitar que ese ataque la incinerara por completo. Al quitarse del medio cuando vio que su protección estaba a punto de caer, los dos lobos se lanzaron para atacarla de nuevo, pero esta vez su ama iba directamente en su ayuda, creando en el aire un par de manos gigantescas flotantes con el mismo diseño que el cañón, que dirigía haciendo que siguieran los movimientos de sus propias manos. Su primera intención fue intentar atraparla, y luego que escapó del primer manotón, cerró la otra mano para hacerla caer como un gigantesco puño para aplastarla.
Los ataques de las manos flotantes forzaron a Cya a ponerse a la defensiva, ciertamente Midna conocía su propia magia y como usarla de una manera realmente versátil y creativa. En un duelo justo una a una, con el poder de cada una, las dos podrían estar muy equilibradas, e incluso tal vez Midna llevaría la ventaja, pero la Twili no tenía idea del as bajo la manga de Cya, y cómo podría poner la batalla a su favor con facilidad. Era hora de ponerlo en uso. Sin embargo, solo para restregárselo en la cara después, quiso darle un instante de alivio a su enemiga, y permitió que siguiera con su ataque, hasta que finalmente, se dejó encerrar en una jaula de sombras sólidas que Midna creó a su alrededor. Fingiendo estar muy sorprendida, vio como Midna se le acercaba para hablarle cara a cara.
- Confiesa, invasora. ¿Quién eres realmente, y por qué estás aquí? - le preguntó con voz autoritaria. - ¿Acaso tienes algo en mi contra?
- A decir verdad... sí, lo tengo. - dijo la hechicera. No importaba mucho si ella supiera de sus motivos o no. - Aparte de esa maldita princesa, no pude evitar notar lo cercanos que fueron tú y el Héroe del Crepúsculo.
- ¿Y qué con eso? - dijo Midna. - Llegamos a hacer buenos amigos, aunque... no puedo negar que tal vez, por un tiempo llegué a sentir algo más.
- Sí, y eso... es lo que me pone furiosa. - dijo Cya. - Nadie... nadie, excepto yo, tiene derecho a estar con él.
- ¿De qué estás hablando? - Midna no entendía. ¿Acaso esta bruja estaba enamorada de Link?
Sin responderle, Cya levantó su mano derecha, que estaba cerrada en puño, y la fue abriendo lentamente, para revelar un resplandor dorado. Los ojos de Midna se ensancharon, pues ella conocía ese resplandor perfectamente. Era aquel que emitían los fragmentos de la Trifuerza. Pero eso no fue nada cuando se percató de que la bruja tenía en su mano, no un fragmento, ni dos, sino los TRES juntos. Tenía el poder de las Diosas en su mano. No podía creer lo que estaba viendo. Midna sabía que un solo fragmento en sí mismo poseía un gran poder, pero los tres juntos...
- No... ¿cómo es posible que...?
- ¿Sorprendida? - dijo Cya. - Veo que sabes lo que significa. Y siendo tú una criatura de las sombras, vamos a ver si puedes soportar... ¡LA LUZ!
Una intensa explosión de luz se dispersó por todo el lugar, disolviendo la jaula de energía donde Midna la tenía encerrada. La energía hizo volar a la Reina del Crepúsculo varios metros hacia atrás, haciéndola caer de espaldas. Su experiencia en el mundo de la luz, sumado al período en que su alma y la de la princesa de Hyrule estuvieron fusionadas le había otorgado resistencia al punto de que ya no era fatal, pero ser expuesta a un resplandor tan intenso aún podía afectarla en cierto grado. Y esta mujer claramente lo sabía y supo cómo tomar ventaja de ello.
Al tenerla a su merced, Cya caminó hacia Midna, que aún estaba aturdida por ese repentino ataque de energía luminosa, algo que jamás podría haber anticipado. Se sentía bien de verla a sus pies, especialmente porque su elevada estatura sin duda le daba un aire de superioridad que no se merecía. Y era tiempo de corregir eso.
- No tomes esto como algo personal. Solo quiero asegurarme... de eliminar a cualquier competencia.
Y sin decir más, apuntó con su báculo y lanzó unos relámpagos oscuros. Midna comenzó a gritar y a retorcerse de dolor, por dentro sintiéndose furiosa e inútil al no poder hacer nada para defenderse. Y por dentro, aún la carcomía la interrogante, ¿quién era esta mujer, y qué era lo que quería? ¿Por qué la atacaba, y cuál era su conexión con Link? Finalmente, el dolor de la tortura cesó, y antes de perder la conciencia, lo último la que escuchó decir fue:
- Ahora... es tiempo de ir a saludar, a un viejo amigo tuyo...
Incapaz de hacer un movimiento, los párpados de Midna comenzaron a sentirse más y más pesados, hasta que finalmente, no pudo evitar que cayeran.
Casi de inmediato, o eso fue lo que le pareció, cuando recuperó el conocimiento, Cya ya no estaba. En su lugar, se encontró con las miradas atónitas de sus sirvientes del palacio (los que sobrevivieron al ataque inicial, al menos), que la observaban de manera muy extraña. Y por alguna razón, se veían más... ¿grandes?
- M-Majestad. - dijo uno, con dificultades para articular la palabra.
- ¿Qué sucedió? ¿Dónde está esa maldita bruja? - gritó con voz autoritaria.
- Se... se escapó. - dijo otro. A Midna no se le escapó que parecían tratar de evitar mirarla directamente.
- ¡¿Pues qué están esperando?! ¡Vayan tras ella! - les gritó de nuevo. - ¡¿Y quieren decirme de una vez por qué me están mirando así?!
Todos se miraron entre ellos, como si estuvieran tratando de decidir quién le daría las malas noticias, y tuvieran miedo de una retribución si lo hacían. Pero finalmente, uno de ellos se armó de valor, y conjuró un espejo ovalado en el aire, para que Midna pudiera verse a sí misma.
La visión de su reflejo hizo que se le fuera totalmente el aliento. Se quedó horrorizada al verse, pues reconoció esa forma que le devolvió la mirada de espanto. Su cuerpo, de alto y esbelto, había sido reducido en tamaño drásticamente, y su cabeza era casi el doble de ancha en proporción, con largas y puntiagudas orejas. Se miró sus manos, que se habían vuelto extremadamente pequeñas, y sus brazos muy cortos y delgados, y sus pies se veían de igual manera.
- No... no, esto no me puede estar pasando... no otra vez.
Midna comenzó a respirar a grandes bocanadas. Eso no podía estar sucediendo. Había sido como una horrible pesadilla. Cuando ese desgraciado traidor, Zant, cegado por la ambición y las ansias de poder, no contento con quitarle el trono que era suyo por derecho, le echó una maldición que no solo limitaba enormemente sus poderes, sino que además le daba una apariencia por demás repugnante. Luchando por no gritar de ira y desesperación de ver que esa pesadilla se estaba repitiendo de nuevo, se dirigió a sus tropas y levitando hasta colocarse por encima de sus cabezas (única manera de poder ponerse sobre ellos para inspirar autoridad) pronunció las palabras en cuanto pudo organizarlas dentro de su mente.
- Quiero que todos se muevan, encuentren a esa bruja y hagan lo que sea para capturarla. - les ordenó. - Corran la voz a todos, quiero todas las manos disponibles. ¡De inmediato!
- ¡SÍ, MAJESTAD!
Sin perder tiempo, los sirvientes se dispersaron para cumplir las órdenes de su monarca, que a pesar de su apariencia todavía seguía siendo capaz de inspirarles respeto cuando era necesario. Por supuesto, ella no planeaba quedarse sentada en su trono a esperar a que ellos resolvieran el problema. También tenía que tomar cartas en el asunto. Si lo que Cya había dicho era cierto, y realmente había podido restaurar el Espejo Crepuscular (considerando que tenía la Trifuerza completa en su mano, de pronto parecía tener sentido), entonces la brecha entre los dos mundos se había abierto nuevamente, y tenía que volver a cerrarla. Pero eso vendría después de darle su merecido, por haberla regresado a esa abominable forma, que todavía recordaba en sus pesadillas ocasionalmente.
- Maldita bruja... quienquiera que seas... lo pagarás.
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Llanuras de Hyrule, cerca de Kakariko...
El grupo formado por Lana, Ruisu y Zatyr había llegado a esta era hacía casi una semana, sin embargo, no habían podido buscar el Portal de las Almas tranquilamente. A dondequiera que fuesen, se encontraban con las legiones de Cya que siempre surgían de la nada cuando menos lo necesitaban para interponerse en su camino, aunque para bien o para mal, también a su alrededor surgían de los portales los seres de las sombras, a los cuales Lana reconoció como la raza Twili, aunque estos no los atacaban, pues solo centraban su atención en las legiones de monstruos. A raíz de esto, se habían visto obligados a permanecer en movimiento tratando de permanecer al margen de ese conflicto, deteniéndose solo por la noche para dormir. Habían llegado a las afueras de la aldea Kakariko de esa época, pero el camino estaba demasiado escabroso para poder continuar, y ya el día estaba cayendo, de modo que se detuvieron a acampar al pie de la colina junto al río que llevaba hasta la aldea. Pensaron en hacer allí una parada para conseguir provisiones al día siguiente.
Al despuntar del día, antes de la cena, Ruisu se encontraba en medio de una sesión de entrenamiento con Lana, mientras Zatyr los observaba. En el transcurso de esos días, el joven espadachín había descubierto una extraña pero útil propiedad que tenía su espada: una especie de "efecto pararrayos" que atraía los ataques de dicho elemento hacia ella. Intentando sacar ventaja de esta habilidad, Ruisu había estado intentado encontrar la manera de canalizar la energía lanzada en su contra para mandar un contraataque redirigiendo el rayo y agregando un poco del poder de la espada a la mezcla. Sin embargo, hasta ahora solo había podido hacerlo con ataques de bajo poder, y en estos momentos estaba tratando de subir el nivel.
- ¡Vamos, Lana, una vez más! - le dijo a la hechicera.
La hechicera pareció dudar, pero usando su libro de hechizos le lanzó un ataque eléctrico de intensidad mediana. Ruisu colocó su espada al frente para recibirlo, pero no pudo controlar bien la energía y se vio forzado a lanzar el rayo hacia el cielo, perdiendo el equilibrio y casi cayéndose hacia atrás.
- De acuerdo, eso casi funcionó. - dijo el pelinegro. - De nuevo, Lana, y con un poco más de potencia esta vez.
- En serio, Ruisu, no creo que esa sea una buena idea. - respondió la hechicera.
- Ya casi lo tengo. Esta vez lo conseguiré. - insistió el pelinegro.
La arquera, que estaba mirando todo el entrenamiento, rodó los ojos y exhaló un suspiro. Tenía que admirar la determinación de Ruisu por querer perfeccionar esa técnica (que admitiéndolo, podría serle realmente útil en un aprieto), pero el progreso que estaba haciendo era lento, y a veces él quería forzarlo un poco. Vio como Lana volvía a invocar otra tormenta de rayos, haciendo que estos se concentraran en uno solo más grande, que Ruisu intentó absorber con la espada. Por un momento pareció que lo lograría, pero igual que antes (o quizás peor), la energía se le hizo demasiada para poder contenerla, al punto que de hecho comenzó a soltar chispas hacia los lados, y antes de poder redirigirla bien, el relámpago literalmente le explotó en la cara.
- ¡AAAARRGH!
- ¡Ruisu! - gritó Lana, corriendo preocupada hacia él. Zatyr hizo lo mismo.
- Ugh... eso no salió bien. - dijo el espadachín estando en el suelo. Al abrir los ojos, se encontró con la mirada de alivio de Lana, y Zatyr tapándose la boca como si tratara de contenerse la risa. - ¿Qué pasa?
- Mírate. - dijo Zatyr, sacando un pequeño espejo.
Ruisu se puso de pie y agarró el espejo para verse, y no tardó mucho en darse cuenta del por qué su compañera se reía. Todo su cabello había quedado parado, VERTICALMENTE, a raíz de esa explosión de relámpago, de hecho, aún quedaba algo de electricidad estática en él, sacando chispas por momentos. No pudo más que suspirar en resignación y reírse un poco de sí mismo (si Alexandre estuviera allí, seguro aprovecharía la oportunidad para burlarse sin piedad de él).
- Ruisu, creo que ya es suficiente por hoy. - dijo Lana, tratando ella misma de no reírse del aspecto de su compañero. - Estamos progresando, pero claramente aún no estás listo para intentar esto.
- Traducción: ya quedaste demasiado en ridículo por un día. - dijo Zatyr en tono de broma. Luego prosiguió con un poco más de seriedad. - Además, si sigues con esto podrías terminar lastimándote seriamente.
- Todavía tengo para un poco más. - dijo Ruisu. - Aparte, si algo me pasa, Lana puede curarme, ¿no es cierto?
- No podrá curarte si terminas friéndote a ti mismo con la electricidad. - dijo Zatyr sin rodeo alguno. Lana le dirigió una mirada que claramente decía que, aunque no hubiesen sido las palabras que ella elegiría, sí estaba de acuerdo con la idea general.
- Creo que a todos nos vendría bien un descanso. - dijo Lana, mirándolo de una manera casi suplicante.
- *Suspiro*, está bien, tú ganas. - aceptó Ruisu finalmente.
- Mientras ustedes preparan la fogata, yo iré a pescar la cena. - les dijo Zatyr.
Dicho esto, tomó su arco y flechas para luego dirigirse al río. Había buenos peces en ese lugar para comer después de todo, y ya no tenían muchas más provisiones antes de llegar a la aldea. No sería un mal cambio. Entretanto, el espadachín y la hechicera comenzaron a juntar madera para preparar la fogata para cocinar y pasar la noche.
Mientras lo hacían, la mente de Lana viajó a lo que habían sido los últimos eventos. Desde que habían llegado a esta era había transcurrido ya una semana entera, lo que les había consumido ya una tercera parte del tiempo que tenían para lograr su objetivo. Pese a que habían estado en movimiento constante, la hechicera se esforzaba mucho para no perder de vista el punto donde llegaron, pues allí se abriría el portal que los haría regresar al presente una vez que se cumpliera el plazo. Entre tener que estar escapando de las criaturas oscuras que aparecían y buscar sin mucho éxito el Portal de las Almas (Lana sospechaba que se debía a la interferencia de la energía oscura que consumía a Hyrule que le impedía ubicarla con precisión), se habían puesto a entrenar para estar mejor preparados para lo que tuvieran que enfrentar. Lana en particular, se había tomado el tiempo de aprender a manejar la Vara Deku. El espíritu guardián de los bosques no le mintió al decirle que tenía un gran poder. Empezando por el hecho de que, pese a estar hecha de madera, estaba reforzada mágicamente lo suficiente como para resistir armas de metal, lo que la hacía excelente como arma de combate cercano. Pero el control sobre la vida vegetal era sin duda la mejor parte, pues en cualquier lugar donde hubiese árboles o cualquier tipo de planta, Lana podía controlarlas para ayudarse en combate, lo cual le daba un nuevo significado a la frase "tomar ventaja del terreno". Todavía tenía que trabajar en ello, pero estaba segura de que lo lograría, eventualmente.
Aparte de esto, la joven hechicera tenía otras preocupaciones. No tenía manera de saber cómo les estaría yendo a sus otros compañeros, que ahora literalmente se encontraban a varios siglos de distancia. En especial, el que más ocupaba sus pensamientos era el héroe legendario. Link era un guerrero habilidoso, y por lo que había podido ver en el tiempo que luchó junto a él, aprendía con cada encuentro. Sabía cuidarse solo, de eso no había duda, pero aun así no podía evitar sentirse preocupada por él. No estaba del todo segura, aunque una parte le decía que tal vez fuese el mismo tipo de preocupación que el joven había demostrado sentir por la ausencia de la Princesa Zelda, el no poder tener la certeza de que, dondequiera que estuviese se encontrara a salvo. Sin embargo, el pasar de estos días le hizo darse cuenta de algo más. Específicamente, de lo poco que sabía de él en realidad, más allá de ser el héroe legendario. Sin poder evitarlo dirigió una mirada hacia el espadachín pelinegro. Por lo que había podido ver de sus interacciones anteriores, él era sin duda el más cercano a Link dentro de su círculo de amigos. Si quería saber más sobre él, tal vez preguntarle a Ruisu no fuese una mala idea.
- Oye, Ruisu.
- ¿Sí?
- He estado pensando... según recuerdo, tú eres el amigo más cercano de Link, ¿no es así? - preguntó la hechicera, una vez que encontró las palabras "adecuadas" para iniciar la conversación.
- Al menos en nuestro grupo, me agrada pensar que lo soy. - respondió Ruisu. - ¿Por qué lo preguntas?
- Viendo en retrospectiva, con todo lo que ha sucedido... no tuve mucho tiempo de hablar con él... o conocerlo. - dijo la hechicera. - ¿Sabes de dónde viene, o sobre su familia?
- ¿Por qué el repentino interés? - preguntó Ruisu.
- Solo... curiosidad. - respondió Lana.
Ruisu no pareció sentirse muy convencido por esa razón, pero supuso que no haría daño contarle lo que Link les había dicho a él y a los otros sobre su familia. No era que tuviese nada que ocultar, a excepción de aquel pequeño regalo del que prometió no decirle nada al resto.
- Link no nos contó mucho, a decir verdad. - dijo Ruisu. - Él y su familia vienen desde la región de Latoan, específicamente del pueblo de Ordon. Por lo que nos dijo, sus padres murieron cuando él era pequeño, y a él y a su hermana menor los crio su tío.
- Así que... tiene una hermana pequeña. - dijo Lana, algo interesada en esto último. - ¿Y dónde está ella ahora?
- Dijo que fue a vivir con su abuela, después que su tío falleció. - dijo Ruisu. - Parece que están en contacto por carta desde que empezó el entrenamiento.
- ¿Su tío también falleció? - preguntó Lana. - ¿Qué sucedió con él?
- Link nos contó que unos bandidos atacaron su pueblo una vez. - prosiguió Ruisu. - Su tío había sido un caballero al servicio de Hyrule años atrás, pero a pesar de estar retirado, decidió organizar la defensa de su hogar para expulsar a los asaltantes. Aunque tuvo éxito... le dieron con una flecha envenenada y murió poco después. Según nos dijo, Link quiso seguir sus pasos para honrar su memoria, pues lo inspiró desde que era pequeño.
Lana se tomó un momento para asimilar lo que acababa de escuchar. Al parecer, había más en el heroísmo de Link que simplemente el hecho de ser el actual portador del alma del héroe legendario. Más todavía, ella sabía perfectamente que la región de Latoan era quizás la menos acaudalada del reino de Hyrule, al menos en el sentido monetario. No obstante, la gente en esa región tenía la fama de ser extremadamente trabajadores, humildes y desinteresados, siempre dispuestos a compartir lo poco que tenían con los demás. Si el tío de Link fue quien lo crio, era más que probable que le hubiese enseñado todo lo que necesitaba saber para ser un hombre de bien. No pudo evitar preguntarse, ¿habrían sido los anteriores héroes iguales en ese sentido? Vagamente solo conocía los detalles respecto al linaje del héroe en sus encarnaciones anteriores, pues muchas veces se perdía con el tiempo hasta volver a resurgir cuando era necesario.
- ¿Te dijo quiénes eran sus padres? - preguntó Lana.
- Nunca le pregunté sus nombres. - dijo Ruisu, que pareció incomodarse ligeramente. - Parece que se le hace... difícil hablar sobre ellos. Prefiero no molestarlo.
- Oh... lo siento, no tenía idea de que...
- Lana, si quieres saber más sobre Link, ¿no crees que sería mejor preguntarle a él mismo? - le dijo Ruisu, sin poder evitar que se le escapara un deje de irritación en la voz. - Es verdad que somos amigos, pero no creo ser el mejor para hablar de ese tipo de cosas.
Lana no pudo continuar después de eso. ¿Acaso estaba preguntando demasiado? Por supuesto, su interés en conocer más de Link iba mucho, mucho más allá del solo hecho de estar peleando en el mismo bando. Sin embargo, esta conversación pareció iluminarla respecto a muchas cosas. Cosas que nunca se había detenido a pensar. Ruisu era amigo de Link, y al hablar de él, no parecía demasiado impresionado por el hecho de que fuese el héroe legendario. Eso no quería decir que no lo respetara, todo lo contrario, de hecho, Lana ya sabía que anteriormente fueron parte del mismo escuadrón de reclutas cuando iniciaron su entrenamiento, y que Ruisu lo nominó para que fuese su líder. Pero no lo veía como alguien que estuviera... ¿por encima de ellos, tal vez era la expresión? Lo veía como un igual, como un amigo... como humano.
Por su parte, Ruisu se sorprendió ligeramente de las palabras que le dijo a Lana. Y quizás, no tanto por las palabras en sí, sino el tono que se le escapó al decirlas. De pronto, y sin saber del todo por qué, se había sentido incómodo con las preguntas que Lana le estaba haciendo acerca de Link. Una parte de él creyó que tal vez se debió parcialmente a que algunas, como lo que eran los padres de Link, eran cosas demasiado delicadas. Si él no se las había contado era porque simplemente aún no estaba listo y por eso no quería presionarlo, y que si el propio Link no las tocaba, tampoco eran suyas para decirlas. Pero había algo más, algo que no entendió en aquel momento.
- ¡Ya traigo la cena! - llegó Zatyr de pronto.
La arquera traía consigo seis enormes pescados recién sacados del río cercano, cada una de ellos empalados con una flecha. Parecía estar muy satisfecha consigo misma, y viéndolos bien, realmente parecían una buena pesca.
- Espero que les gusten las percas a las brasas. Parece que llegamos a este lugar justo en temporada, ¿qué les parece? - dijo la arquera, entregándoles dos a cada uno.
- Suena genial. - dijo Ruisu, de pronto recuperando su humor ante la idea de la cena.
Los tres tomaron sus pescados usando las flechas como brochetas para ponerlos junto al fuego y cocinarlos. Mientras comían, el pelinegro no pudo evitar mirar de reojo a la joven hechicera, que después de su último comentario, no dijo una sola palabra más. Quizás sonó un poco duro al decirlo, pero era verdad en parte. A Lana tal vez le faltó un poco de tacto al preguntarle esas cosas sobre Link, aunque no fuese su intención, y no podía culparla por sentir curiosidad respecto a él. Más bien... quizás lo que le molestaba tenía menos que ver con la curiosidad en sí misma, y más con la razón detrás de dicha curiosidad. Pero, ¿por qué iba a molestarle eso en primer lugar?
- "¿Por qué de pronto me sentí tan molesto?" - se preguntó por dentro mientras mordía su pescado.
Fue una sensación extraña, y para ser honesto consigo mismo, no estaba seguro de que le agradara del todo. Pero no tenía sentido mortificarse por ello. Otras cosas apremiaban de momento. Ya tendría tiempo de sobra cuando todo hubiese terminado y pudieran estar más tranquilos.
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Al día siguiente, en la Aldea Kakariko...
Con los primeros rayos del sol al amanecer, el trío desmontó su campamento y comenzó a ascender por la colina hacia la aldea. Ruisu y Zatyr comentaron al respecto cuando llegaron que resultaba algo irónico ver esta aldea en esta época en particular, cuando ni siquiera habían puesto un pie en ella en su propio tiempo. Lana, sin embargo, les recordó que no estaban allí para hacer turismo, tomarían solo lo que necesitaran y se irían de inmediato.
Era una suerte para ellos que en más de tres milenios desde la fundación del reino de Hyrule, la moneda no hubiese cambiado. De hecho, haciendo los cálculos necesarios, con la cantidad de rupias que llevaban consigo (por mucho, su valor adquisitivo en esa época era mucho más alto que en la suya) podían comprar todo lo que necesitaban y muchísimo más, así que no escatimaron en conseguir algunas "reservas" en caso de necesitarlas por el camino.
El grupo se había detenido en un pequeño mercado, atendido, sorprendentemente, por un par de niños, y el que parecía el menor de los dos era el que parecía estar a cargo. Ruisu se detuvo momentáneamente en el estante donde había algunos escudos de segunda mano (recordando que había perdido el suyo en el asedio al castillo), pero finalmente, decidió que se había acostumbrado a no tenerlo a estas alturas. Aparte de un mapa de la zona y algunas provisiones que necesitaban (en el caso de Zatyr, estas incluían un paquete de flechas adicionales, pues nunca tenía demasiadas de ellas y por lo general no las podía recuperar después de lanzarlas), el lugar además estaba lleno de objetos extraños y curiosos, y mientras Lana y Ruisu los verificaban, Zatyr se acercó a una repisa que estaba mayormente vacía, excepto por una extraña máscara que descansaba en ella. Como si se sintiera atraída, la arquera caminó hacia ella y la observó fijamente.
Era una máscara de color gris con detalles en dorado, para la parte superior de la cara, y el diseño evocaba el rostro de un ave de rapiña, como un águila o un halcón, en especial por la forma encorvada y puntiaguda del pico y los ojos. Esa mirada penetrante podría resultar intimidatoria para algunos, pero a Zatyr de cierta manera le gustaba. Después de todo, uno de los requisitos para ser un excelente arquero era "tener vista de águila".
- ¿Te parece interesante? - le habló una voz a su espalda. Al voltearse vio que se trataba de uno de los niños que atendían el lugar, el menor de ellos, cuyo nombre era Lalo.
- Tal vez un poco. - dijo Zatyr. - Es una máscara muy extraña, nunca vi una como esta.
- Y no verás otra en ninguna parte. - dijo el pequeño. - Se llama la Máscara Ojo de Águila, y es única en su tipo.
- Muy apropiado el nombre. - dijo Zatyr.
- Si estás pensando que se llama así solo por su apariencia, déjame decirte que te equivocas. - dijo el pequeño Lalo. - Esta máscara tiene la habilidad de extender el radio de visión del que la lleva muchísimas veces más de lo normal.
- ¿Lo dices en serio?
- Si no me crees, pruébatela. - dijo el niño, con mucha determinación. - No te cobraré por eso.
Zatyr hizo una mueca que claramente decía "sí, cómo no", pero decidió hacerlo, aunque fuese solo por complacer al pequeño. Giró la cabeza un par de veces viendo a su alrededor, pero no pareció sorprendida.
- Nada, ¿seguro que no me estás tomando el pelo?
- Mira por la ventana hacia la montaña, y concéntrate. - insistió Lalo.
Aún sin estar muy convencida, Zatyr se dirigió a la ventana, y enfocó la visión en la montaña de afuera. Para su sorpresa, realmente funcionó: de pronto, su visión se magnificó, como si estuviese viendo a través de un telescopio. Era increíble, podía ver la montaña con lujo de detalles, y solo tenía que reducir el enfoque para ajustar la distancia a lo que necesitaba. Por supuesto, pronto se dio cuenta de que tenía un límite, pero aun así, para alguien como ella, esta máscara podría ser de gran utilidad. Habiendo terminado de probarla, se la quitó y volteó a ver al pequeño.
- ¿Cuánto quieres por ella? -le preguntó.
- ¿Cuánto estarías dispuesta a pagar? - replicó Lalo.
- ¿Una rupia plateada? - dijo Zatyr. El niño se agarró el mentón como si lo considerara. - ¿Qué, no es suficiente? ¿Dos rupias plateadas?
- No lo sé... su valor monetario no se puede comparar con su valor simbólico e histórico...
- Te daré cinco. Tómalo o déjalo. - dijo Zatyr finalmente. No podía dejar pasar un objeto como este. Lalo se tomó otro instante para pensarlo... hasta que finalmente sonrió de lado y soltó una risita.
- Solo era broma. - le dijo. - A decir verdad, su valor monetario es de 100 rupias. Y unos meses después, el chico al que se la vendí me la devolvió sin costo alguno. Dijo que ya no la necesitaría más.
- ¿Hablas en serio? - dijo Zatyr, sin poder entender cómo podía alguien desprenderse tan fácilmente de algo tan útil. Al menos, para ella lo sería.
- Si crees que te será útil, te la puedes llevar. Algo en mí me dice que les podría ser de gran ayuda, en lo que sea que estén haciendo.
Zatyr no se sentía del todo segura. En su familia a veces le decían "cuídate de los tratos demasiado buenos", pero de todas maneras, ¿qué razón podría tener el niño para mentirle? Además, ya había podido comprobar que realmente funcionaba. De todos modos, Zatyr se sacó de su bolsa una rupia plateada y se la colocó en la palma de la mano. Era el doble del valor monetario de la máscara.
- Quédate con el cambio. - le dijo. Lalo se quedó viendo la gema, pero finalmente la aceptó.
Entretanto, Ruisu y Lana se encontraban pagando lo suyo con el otro muchacho, cuyo nombre era Talo. Se le notaba el parecido con el pequeño, excepto por ser algo más alto, delgado y por la banda roja que llevaba en la cabeza. Con una mirada bastaría para darse cuenta que él y Lalo eran hermanos.
- Eso es todo. Serán 800 rupias en total. - les dijo. Ruisu le pasó cuatro rupias plateadas - Disculpen que les pregunte, pero, ustedes no son de por aquí, ¿verdad?
- No, venimos de... de muy lejos. - dijo Lana. - Solo estamos de paso, vinimos en busca de... algo importante. Luego nos iremos.
- Bueno, sea lo que sea, espero que tengan éxito. - dijo Talo. - No nos ha ido muy bien en el negocio desde que empezaron a aparecer esos monstruos. Quisiera que Link y la Princesa estuvieran aquí.
- ¿Link? - preguntó Ruisu, sorprendiéndose de oír el nombre de su amigo. Lana tampoco pudo evitar reaccionar ligeramente.
- Link y la Princesa se fueron en un viaje de... "entrenamiento", es lo que dicen. - dijo Talo. - Hace unos dos meses que se marcharon. Ah, y yo que quería que me entrenara más con la espada. Además, si él estuviera aquí, seguro que se encargaría de darles su merecido a esos monstruos.
- La princesa tuvo la amabilidad de poner protecciones mágicas en las aldeas cercanas. - intervino Lalo. - Eso quiere decir que no pueden entrar, pero quién sabe cuánto más durarán mientras ella no esté aquí.
Lana y Ruisu en ese instante intercambiaron miradas, y Zatyr no tardó en unírseles. ¿Sería posible que estuvieran hablando de las encarnaciones de Link y Zelda de esa era? A estas alturas, ya no era un secreto que Link y la Princesa Zelda habían renacido una y otra vez a través de las eras para enfrentarse a la encarnación del mal, y que ahora estaban en una de esas épocas. Pero en aquel momento, sus encarnaciones no se encontraban allí para ayudar.
Una vez que salieron del mercado con lo que necesitaban, el trío vio que en ese momento estaban entrando en tropel carretas repletas de gente, guiadas por soldados del ejército de Hyrule de esa época. Los soldados ayudaron a los civiles a bajarse, guiándolos hacia los edificios alrededor de la aldea. Curiosa, Lana decidió acercarse a uno de los soldados que estaba ayudando, para averiguar qué sucedía.
- Disculpe... ¿qué es lo que ocurre? - le preguntó.
- Los vigías del castillo dicen que vieron hordas de monstruos aproximándose. - dijo el soldado. - Ordenaron la evacuación de los civiles.
- ¿Monstruos? - Lana se estremeció ligeramente. - Al parecer la batalla pronto llegaría hasta el castillo, y se estaban preparando para defenderse.
- ¿Cree que podamos ayudarles en algo? - intervino Ruisu. Lana se volteó ligeramente a verlo, pero no se molestó, después de todo, ella misma habría ofrecido su asistencia si él no lo hubiera hecho primero.
El soldado se quedó mirándolos, como si los evaluara. El chico cargaba una espada, y la otra chica un arco, pero se veían algo jóvenes para ser soldados pese a llevar protecciones para combate. Sin mencionar que el atuendo de Lana no se veía precisamente como de alguien que pudiera pelear ni mucho menos.
- Podemos manejarnos bien, en serio. - dijo Lana. - Soy una hechicera, mi magia puede resultarles de utilidad.
- La hemos visto en acción, no lo decepcionará. - dijo Zatyr.
- De acuerdo, en este momento necesitamos toda la ayuda posible. - aceptó el soldado. - Vayan a ver a mi capitán en la entrada, hablen con él al respecto.
Y dicho esto, el soldado volvió a dirigir a los civiles hacia los refugios. Lana y su grupo se fueron a la entrada de la aldea para localizar al capitán de las tropas. No se les hizo muy difícil reconocerlo, pues el diseño del uniforme de este sobresalía mucho respecto a los demás. Una vez que le hicieron saber sus intenciones, este aceptó, a condición de que no les estorbaran al resto de las tropas. Aceptando el acuerdo, comenzaron a descender por el sendero. Tenían la misión de encontrar el Portal de las Almas para sellarlo, pero la hechicera sentía que no podían quedarse tranquilos si había gente que necesitaba su ayuda.
- Oye Lana. - dijo Ruisu. - Disculpa por ofrecernos así sin más, yo solo...
- No te preocupes. - dijo Lana. - A decir verdad... yo ya estaba por preguntar lo mismo.
- Demasiado pedir para mantener un bajo perfil, ¿no creen? - dijo Ruisu.
- Creo que lo de interferir en el pasado ya no tiene mucha importancia. - dijo Zatyr. - Cya ya nos ganó de mano, evidentemente, y tenemos que hacer algo al respecto.
- Aún tenemos algo de tiempo para buscar el portal. - dijo Lana. - Y tengo el presentimiento de que si no nos deshacemos de estos monstruos, eso interferirá con nuestro objetivo. Mejor quitarlos de raíz ahora mismo. Y además...
- ¿Además? - dijeron Ruisu y Zatyr simultáneamente.
- Conociendo a Cya, probablemente el lugar más obvio para atacar podría ser la ciudadela del Castillo de Hyrule. - dijo la hechicera. - Piénsenlo, si la princesa y el héroe de esta época no se encuentran allí para hacerles frente, tal vez estará vulnerable. Si tenemos suerte... podría hasta venir en persona.
- Y podríamos tener una oportunidad para capturarla. - agregó Zatyr.
- Sí, suena bien y todo, excepto cuando agregamos el factor de que tiene la Trifuerza completa en sus manos. - la detuvo Ruisu antes que se emocionara de más.
- Es cierto, pero aún tenemos una oportunidad. - dijo Lana. - Puede ser que ya la tenga, pero aún no tiene idea de cómo usarla bien. Mientras no lo haga... hay esperanza.
Ruisu quiso protestar algo más, sin embargo, considerando la situación actual, parecía ser la mejor alternativa que tenían en esas circunstancias. No le agradaba mucho la idea de enfrentarse a una hechicera psicótica que tenía en sus manos la Trifuerza completa, pero más le desagradaría la idea de quedarse sin al menos intentar hacer algo. A él no se le daba bien dirigir a un grupo, así que confiaría en el criterio de quien estuviera a cargo. Ya fuese Link durante sus días de entrenamiento, o ahora en este caso, Lana. Tomada la decisión, los tres emprendieron el camino hacia la muralla exterior del castillo.
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Afueras de la ciudadela del castillo...
En la ausencia de su futura monarca, las fuerzas del ejército de Hyrule se alistaron para la defensa ante el inminente ataque de la horda de monstruos que se les acercaba. El capitán a cargo permitió que Lana, Ruisu y Zatyr se incorporaran para ayudarles, pues según ellos, tenían razones personales para estar allí en primer lugar. El espadachín y la hechicera se quedaron entre las tropas a pie en las líneas frontales para enfrentarse a los enemigos cara a cara, mientras que la arquera tomó una posición en la muralla exterior para tener mejor radio de visión. Y además de eso, podría poner a excelente uso su nueva adquisición. Y de hecho, en ese preciso momento ya lo estaba haciendo. Se había colocado la máscara para observar a mayor distancia, y dar el aviso en cuanto estuvieran dentro de su radio de visión.
Entretanto, Ruisu y Lana se habían colocado frente a la entrada a la ciudadela, con el puente levadizo ya cerrado. El pelinegro ya tenía la mano en la empuñadura de su espada, listo para desenfundar en cuanto viera en la distancia a cualquier criatura monstruosa. Algunos de los soldados se extrañaron e incluso se rieron al ver que Lana llevaba en sus manos lo que a primera vista podría parecer un simple palo de madera. Ruisu se limitó a hacer una mueca que claramente decía "ya lo verán", pues había estado entrenando con la hechicera los últimos días y sabía perfectamente lo que podía hacer ese "simple palo de madera". No pudo evitar reírse ligeramente ante ese pensamiento, se le haría muy divertido ver que se tragaran sus palabras después, seguro que sus caras no tendrían precio.
- ¿Por qué te ríes? - le preguntó Lana, al darse cuenta.
- Por nada en especial. - respondió él. - Solo trato de imaginarme las caras de los soldados cuando vean lo que eres capaz de hacer con la Vara Deku.
- Pareces estar muy tranquilo. - dijo Lana.
- No lo creas. Una parte de mí espera que no encontremos a Cya. - dijo Ruisu. - No quiero sonar como un cobarde, pero... en serio me aterra la idea de enfrentarme a ella. Al menos por el momento.
- ¿Lo dices en serio? - preguntó Lana, algo sorprendida de lo directo que fue con su respuesta.
- No la he visto en persona, pero, entre lo que nos contaste de ella, y lo que Link nos dijo de su encuentro en el valle... - Ruisu en ese momento no pudo evitar que un escalofrío le bajara rápidamente por toda la espina. - En serio, no creo que sea alguien a quien me atrevería a mirar de frente.
La mirada de Lana pareció entristecerse ligeramente ante esas palabras. Ruisu lo notó, pero lo atribuyó quizás al hecho de que Lana todavía se sentía realmente afectada por todo lo que sucedía, y que era su deber detenerla a toda costa. Y él, por su parte, haría todo lo que estuviese en su mano para poder ayudarla.
En lo alto de la muralla del castillo, Zatyr enfocó la visión telescópica que le otorgaba la máscara pudo divisar que ya las fuerzas enemigas se venían aproximando, y se los hizo saber al resto de sus colegas cercanos.
- Ya vienen. - les dijo. - Y parecen venir extremadamente amontonados.
En efecto, aunque los otros no podían ver de igual manera que ella, más que la enorme mancha oscura del ejército enemigo marchando, se podía ver que estaban apiñándose tanto como podían, quizás con la intención de ocultar sus números.
- ¿Puedes ver cuántos son?
- No estoy segura, pero... quizás nos superen en cantidad al menos al doble. - dijo la chica. - Enfrentar esos números de frente nos dejará en desventaja.
- ¿Tienes alguna sugerencia?
- Uno solo de ellos no es tanto problema, la mayoría son muy fuertes, pero también torpes y lentos, así que un soldado con experiencia podría ser capaz de manejarlos peleando uno a uno. - dijo Zatyr.
- ¿Y cómo propones que hagamos eso? - preguntó un soldado escéptico.
- Sucede que tengo un método. - dijo la arquera con mucha confianza.
Aún tenía en su carcaj algunas flechas explosivas. Si los monstruos decidían venir a ellos en una sola masa, una explosión serviría para desordenarlos, y con suerte, mataría o lastimaría de gravedad a unos cuantos de ellos en el proceso. Verificó el viento, la velocidad y la dirección estaban a su favor aquel día, podría aprovecharlos para extender su alcance todavía más. Tomó su arco y una de sus flechas explosivas, preparándose para lanzarla en cuanto entraran a su rango.
Pasaron unos minutos, ya cuando comenzaban a verse con mayor claridad, tal como lo esperaban iban en un gran montón para esconder su verdadero número. Zatyr tuvo que retractarse de haber dicho "al doble", pues por lo que pudo ver una vez que se acercaron lo suficiente se dio cuenta que al menos los superarían de tres a uno. Aun así, el plan permanecía: si podían dispersarlos lo suficiente, tendrían una oportunidad de luchar contra pocos a la vez, y minimizar las bajas si se aseguraban de que cada golpe fuera certero. Una vez que midió la distancia de las legiones enemigas lo suficiente, soltó la primera flecha. En lugar de apuntar directamente hacia ellos, lo que hizo fue elevar un poco el ángulo antes de disparar, y el viento se encargó de impulsarla un poco más lejos al viajar describiendo un arco. La explosión hizo su efecto de inmediato: hasta ese momento iban relativamente ordenados, pero en cuanto la flecha estalló se armó el caos en ese lugar, haciendo que comenzaran a empujarse unos a otros.
- ¡ATAQUEN! - gritó el capitán de la guardia.
- Esa es nuestra señal. - dijo Ruisu.
De inmediato, desenvainó su espada, que comenzó a emitir electricidad. Lana a su vez, alzó en alto su Vara Deku, que comenzó a resplandecer con un aura verde brillante. Los dos se dirigieron juntos hacia el encuentro con las legiones de monstruos en el acto. Al mismo tiempo, Zatyr usaba sus flechas explosivas para hacer que se desordenaran con las explosiones, disparándolas a intervalos para cubrir tanta área como fuera posible y retrasar su avance, pues con esos números no podrían detenerlo del todo, así que tenía que ganar tiempo para sus compañeros en todo lo que pudiera.
Las fuerzas enemigas estaban mayormente conformadas por ogros con garrotes, que aunque se veían algo más grandes y fuertes que los que habían enfrentado anteriormente, seguían siendo presa fácil para quienes sabían cómo derrotarlos. Lana se colocó en medio de un gran grupo, y enterró con fuerza la punta de su vara en el suelo. Una serie de círculos mágicos de color verde esmeralda apareció bajo los pies de los ogros, y a los pocos segundos emergieron unas enormes y poderosas raíces con espinas, atrapándolos en el acto. Ruisu inmediatamente se aprovechó para liquidarlos a cada uno con una estocada certera cargada de electricidad. Si la herida no los mataba, el choque de energía lo terminaría de hacer con facilidad al provocarles un ataque cardíaco. Los primeros no fueron tan difíciles, pero mientras intentaban ocuparse de los más grandes, los menores se les escapaban y se acercaban más y más al castillo.
- ¡Ruisu, quédate cerca de mí! - le gritó de pronto Lana.
- ¿Tienes planeado algo? - preguntó el espadachín.
- Solo hazlo, confía en mí.
Ruisu pensaba que ella en realidad no necesitaba decirle eso, pero de cualquier manera la obedeció sin cuestionar. La razón de mantenerlo cerca era para que estuviese dentro de la "zona segura" del ataque que invocó en ese instante. Como la Vara Deku le daba control total sobre la vida vegetal, la hierba no era la excepción. La energía hizo que todos los brotes de hierba en el área cercana comenzaran a erguirse y se pusieran duros y rígidos, alzados en punta. El resultado fue que los monstruos comenzaron a saltar y a gritar de dolor, pues era como si les clavaran centenares de agujas delgadas y afiladas en los pies. La utilizó en un área cercana para no incomodar a nadie, pues no tenía manera de saber si las botas de los soldados podrían proteger los pies de estos. Sin embargo, mientras estos saltaban a raíz de la agonía en las plantas de sus pies, fueron presa fácil para quedar ensartados por las armas de los soldados hyruleanos.
Entretanto, a Zatyr se le terminaron sus flechas explosivas, así que no podía seguir dispersando a las tropas enemigas mucho más. Sin embargo, todavía podía entorpecer un poco a las que se acercaran, y ayudar a sus compañeros a que no desperdiciaran las suyas. Tomando una pausa, cogió la esfera de fuego, y la colocó en su arco, ya cuando algunos de los ogros que habían logrado pasar a través de la línea defensiva se acercaban a las murallas exteriores. Tres de ellos en específico, que medirían por lo menos unos cuatro metros de alto. Estando ya a corta distancia la máscara era un poco menos útil, así que se la levantó y decidió utilizar su propia visión para enfocarlos. La clave para hacer un disparo más letal era apuntar hacia una zona que estuviese menos protegida, ya fuese por armadura exterior o por un hueso. Aunque en este caso, como estos llevaban ropa encima, una flecha de fuego le serviría mucho más, así que le apuntó directo a la panza. A pesar de que la flecha en sí misma podría no penetrar demasiado por la grasa ni mucho menos provocaría una herida fatal, lo que hizo fue prender en llamas la ropa que llevaba encima el gigante, y este, al entrar en pánico por estar quemándose se fue hacia sus congéneres rápidamente, haciendo que estos sufrieran lo mismo. Mientras estaban en ello, los guardias en las murallas comenzaron a lanzarles pesadas rocas. A uno de ellos le cayó una particularmente grande, casi tanto como su cabeza, y se pudo escuchar cómo se le trituraba el cráneo. Continuaron lanzándolas hasta hacer caer a los otros dos de la misma manera.
Una hora después de iniciada la batalla, las tropas hyruleanas tenían asegurado casi todo el perímetro cercano, y habían podido mantener a raya a los enemigos sin sufrir bajas significativas, pero apenas habían podido derrotar a la primera ola de adversarios. La superioridad numérica todavía podría resultar un problema, así que no podían dormirse en los laureles tan fácilmente. Había muchos de ellos demasiado grandes para que los subestimaran. Con esto en mente, Ruisu y Lana se dirigieron hacia donde estaban concentrados los de mayor tamaño, tratando de centrarse en eliminarlos a ellos primero por ser los más peligrosos potencialmente. A pesar de estar acostumbrada a mantener su distancia, la hechicera demostró no estar indefensa en el combate cercano, pues cuando uno de los ogros trató de aplastarla con su garrote, ella lo esquivó con gracia, saltando sobre él para propinarle un fuerte golpe detrás de la nuca que lo dejó noqueado. El refuerzo mágico no solo hacía el arma más resistente, también incrementaba por mucho la fuerza de impacto. Para asegurarse que no volviera a levantarse, Lana invocó unas raíces para que se enrollaran alrededor de sus brazos y piernas, dejándolo inmovilizado contra el suelo. Entretanto, Ruisu en un descuido fue derribado por otro de ellos, pero cuando este trató de pisotearlo, su pie se encontró con la punta cargada de electricidad de la Espada Relámpago. Después de gritar de dolor, y convulsionarse por la descarga, Ruisu se lo quitó de encima e inmediatamente hundió la hoja electrificada en el corazón de la bestia. Mirando a su alrededor pudo darse cuenta que era ya el último de los más grandes. Encargarse del resto no sería gran cosa, pero sí tomaría mucho tiempo. No les quedaría más que ayudar a los soldados a terminar de hacer el barrido de enemigos, lo malo era que estando ellos dos solos no podrían estar en muchos sitios a la vez.
- ¡Ayúdenme, estoy en problemas! - escucharon de pronto una voz como de niñita gritando.
- ¿De dónde vino eso? - preguntó Lana. - ¿No se supone que ya evacuaron a los civiles?
Ruisu se encogió de hombros, pero igualmente empezó a mirar a su alrededor, y cuando gritó de nuevo, alcanzó a ver quién era la propietaria de la voz, e inmediatamente señaló en esa dirección. Lana lo siguió con la mirada y pudo ver que se trataba, a juzgar por la baja estatura y el vestido que traía, o una niña o una adolescente de muy baja estatura.
- Creo que alguien no captó el mensaje. Quizás necesite algo de ayuda. - sugirió Ruisu.
Lana quiso omitir el "quizás", pero igualmente ya conocía a Ruisu lo suficiente como para entender que cualquier palabra agregada usualmente solo era una manera de aliviar la tensión del ambiente. Inmediatamente los dos corrieron en esa dirección para auxiliar a la chica. Seguramente, solo estaba en el lugar y momento equivocados y quedó atrapada en la refriega antes de poder escapar. Sin embargo, un muro de los ogros les obstruyó el paso y no pudieron seguir adelante.
- Yo me haré cargo de ellos, tú ve por ella. - dijo el muchacho, cargando la espada para un ataque masivo. - A la cuenta de tres... uno... dos... ¡TRES!
¡SLASH! Hecho esto, ejecutó un tajo vertical soltando una enorme cuchilla para abrir una brecha entre las criaturas, que Lana aprovechó para escaparse de frente, mientras él se encargaba de los demás antes que pudieran perseguirla. Uno solo de los dos debería ser suficiente para ayudar a la chica, así que se concentró en mantener a los ogros lejos de ella.
Lana no tuvo problemas en alcanzar a la chica, y justo a tiempo, pues ya la tenían acorralada contra una colina de rocas. La hechicera pudo verla con más claridad, era de estatura baja, tenía el pelo amarrado en dos coletas a los lados, y su vestido estaba adornado hasta el tope con mariposas, incluso tenía unas alas en la espalda. Bajo el brazo izquierdo llevaba una canasta repleta de frascos, y por alguna razón parecía estar tratando de protegerla.
- ¡N-no me aplasten, por favor! - lloriqueó.
Como respondiendo a su plegaria, unas raíces emergieron de la tierra y atraparon a los ogros antes que lograran alcanzar a la chica. Estos comenzaron a forcejear tratando de soltarse, pero una lluvia de esferas eléctricas les cayó desde arriba y los dejó fritos. Las raíces se retrajeron abriendo paso a la que había sido su salvadora. Lana llevaba la Vara Deku en una mano y su libro de hechizos en la otra, pues al ver el peligro en que estaba la niña no lo pensó dos veces para hacer un ataque combinado con ambos.
- ¿Te encuentras bien? - le preguntó al verla de frente.
- S-sí... ahora lo estoy. - dijo la chica, de pronto su expresión de miedo se tornó inusualmente alegre.
- Este es un lugar peligroso. - dijo Lana. - ¿Quién eres y qué estás haciendo aquí?
- Mi nombre es Maripola, la Princesa de los Insectos. - respondió la chica. - Solo salí a dar un paseo. ¿Por qué hay tantos monstruos?
- Es... complicado de explicar. - dijo Lana. - Mira, lo mejor que puedes hacer ahora es ir a un lugar seguro. Tienes que irte.
- ¡Espera! Quiero agradecerte por salvarme. - dijo Maripola. - Déjame ayudarte de alguna manera.
- ¡Lana! - gritó de pronto Ruisu, que ya había terminado con los suyos y ahora venía corriendo. - ¿Está todo bien?
- Sí, justo ahora estaba tratando de convencer a nuestra amiguita de que vaya a un lugar seguro.
- ¡Pero puedo ayudarles! ¡En serio! - insistió Maripola.
Ruisu miró a la chica. Por donde quiera que la mirara, no tenía aspecto de guerrera, mucho menos de saber remotamente como manejar algún arma. Él con su experiencia ya sabía que en un equipo cada miembro tenía que llevar su peso y aportar algo para ayudar, y si ella no podía hacerlo, ¿cómo hacérselo entender sin lastimar sus sentimientos?
- Escucha, aunque apreciamos la intención, no hay mucho que puedas hacer a menos que supieras en dónde está el Portal de las Almas que estamos buscando. - dijo Ruisu, yendo directo al punto.
- ¿Portal de las Almas? - Maripola los miró extrañada, claramente no tenía idea de qué era eso.
- Un portal que conecta este tiempo con otros tiempos, y que si permanece abierto, podría tener graves consecuencias. - dijo Lana, tratando de sonar lo más clara posible. - Maripola, apreciamos la ayuda, pero es mejor que te vayas a un lugar seguro.
- Nunca antes escuché de un Portal de las Almas. - dijo la niña, claramente ignorando lo que Lana acababa de decirle. - Pero miren esto.
Dicho esto, tomó uno de los frascos que tenía en su canasta y lo abrió. Dentro de él había una mariposa muy peculiar. Empezando por el hecho de que era mucho más grande de lo normal, y que con su aleteo soltaba un rastro que solo podría ser descrito como un polen resplandeciente de color azul, era como si tuviese algo mágico.
- Es una mariposa guía. - dijo Maripola. - Si se lo piden amablemente, puede llevarlos a dónde quieran ir.
- ¿Es broma? - dijo Ruisu. - Oye, ahora no tenemos tiempo para...
- Espera. Creo que dice la verdad. - Lana alargó la mano, para que la mariposa se posara en ella, y la acercó con cuidado para hablarle. - Mariposa, ¿serías tan amable de llevarme a dónde se encuentra el Portal de las Almas que estoy buscando?
Como contestándole, la mariposa empezó a aletear y a revolotear felizmente, para luego echarse a volar. Maripola a su vez, como si se hubiera olvidado de lo que acababa de suceder apenas un minuto antes, también se emocionó.
- ¡Vamos, hay que seguirla! - gritó, echando a correr detrás de la mariposa. Lana estuvo a punto de ir, pero Ruisu la detuvo agarrándola de la muñeca.
- Lana, no me vas a decir que realmente le crees, ¿o sí?
- ¿Nunca has escuchado de las mariposas guías? - le preguntó la hechicera.
- A decir verdad, no. ¿En serio me vas a decir que una mariposa te puede llevar a dónde quieres ir con solo pedírselo?
- De hecho sí. - dijo Lana. - En nuestro tiempo están casi extintas, porque muchos intentan abusar de esa habilidad que tienen para su propio provecho. Eso las obligó a ocultarse, y por eso muchos las han olvidado.
- ¡Dense prisa, los va a dejar atrás! - gritó Maripola, ya a buena distancia.
- ¿Qué hacemos con Zatyr? - preguntó Ruisu.
- Las cosas están bajo control. - dijo Lana. - No creo que le moleste que nos vayamos por un rato, además, creo que alguien tiene que asegurarse que Maripola no vaya a meterse en algo peligroso.
La última parte Ruisu no pudo refutársela. Como caballero, no podía permitir que una civil anduviera por allí en un sitio potencialmente peligroso, y si de todos modos no tenían ningún rastro de dónde buscar el Portal de las Almas, no tenía nada que perder. Por extraño que sonara, perseguir el rastro de un insecto sonaba mejor que quedarse sin ir a ninguna parte.
- De acuerdo. Voy detrás de ti. - dijo resignado.
Hecho esto, los dos se fueron tras la niña y su mariposa, dejando atrás ese campo de batalla. Ya habían podido infligir suficientes bajas en las fuerzas enemigas para que el ejército hyruleano se pudiera ocupar del resto sin demasiados problemas, además, Zatyr también estaría allí. Irían solo a echar un vistazo y después volverían, en caso de que los necesitaran.
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No muy lejos de allí...
Las fuerzas de los Twilis que formaban la guardia personal de Midna se habían establecido en un viejo fuerte abandonado, en las cercanías del Puente de Eldin. Brechas entre el reino crepuscular y Hyrule se habían abierto por todas partes. Con el tiempo encima, los soldados se colocaron armaduras y capas para protegerse de la exposición al mundo de la luz y sobrevivir en él, mientras buscaban sin cesar a la agresora que maldijo a su soberana. En contraste, la Reina del Crepúsculo no llevaba encima ninguna protección visible, excepto la que fue su arma durante el conflicto anterior, un trozo de la Sombra Fundida que guardó consigo como un recuerdo de esa memorable aventura, y por si alguna vez llegaba a volver a necesitarlo. Se lo colocó en la cabeza como si fuese un extraño casco con cuernos, dejando una abertura por detrás para su cabello y solo uno de sus ojos visible.
La enfurecida reina Twili había decidido finalmente tomarse un descanso de estar buscando a esa malvada hechicera. Pero no veía la hora para volver a salir, pues quería hacerle pagar por su atrevimiento, y saber qué era lo que estaba tramando. Aunque viéndolo en retrospectiva, cuando la atacó, lo poco que le dijo, más su actitud en general le reveló suficientes cosas. Su actitud era claramente la de una mujer que se enamoró de un hombre que ya estaba "apartado" pero no iba a impedir que eso la detuviera. Si estaba planeando hacerles algo a Link y Zelda... eso ella no podía permitirlo. Después de todo lo que hicieron por ella, y por su pueblo, se los debía.
A pesar de lo breve de su encuentro con la tal Cya, fue tiempo suficiente como para reconocer su aura. Y cómo no, con lo maligna que era, sería muy difícil confundirla. De hecho, la única que podría igualarla o superarla, tendría que haber sido la del propio Ganondorf, eso era lo que ella pensaba. Sin embargo, se sorprendió cuando de pronto comenzó a percibir que se acercaba hacia ella un aura que, a pesar de no cargar una gota de maldad, tenía una escalofriante similitud con la de Cya. ¿Sería ella? Tenía que averiguarlo inmediatamente.
- Majestad, ¿a dónde se dirige? - preguntó uno de los guardias.
- Fuera de mi camino. - dijo. - Parece que la bruja ha vuelto por más. Muy bien, es hora de darle su merecido.
- ¡Majestad! - gritó el guardia.
Sin escucharlo, Midna salió flotando tan rápido como podía hacia afuera del fuerte, y gritando por el camino que ninguno de ellos la siguiera, pues quería lidiar con esto personalmente. A diferencia de sus tropas, Midna no necesitaba llevar protecciones en el mundo de la luz, pues tenía suficiente tolerancia para estar expuesta sin que eso le causara problemas. A la salida del fuerte se encontraba el Puente de Eldin, y la presencia que se asemejaba tanto a su agresora se hizo más fuerte cuando decidió cruzarlo. Eso significaba que quienquiera que fuese, se estaba acercando desde el otro lado.
Para su sorpresa (y decepción) no vio nada que le pareciera extraño. Los que se acercaban eran un pequeño grupo, conformado por una chica de pelo azul, un chico de pelo negro con una espada que parecía estar emitiendo rayos, y una niña rubia con una canasta en la mano. Sin embargo, cuando se acercaron más, pudo percatarse de que la joven de pelo azul era la que emitía la presencia que era tan similar a Cya. Y esto se hizo más notorio al acortar la distancia, claramente, ella también poseía un gran poder mágico, pero lo que la distinguía era que no tenía una sola gota de maldad en su interior, o al menos, tan cerca como pudiera serlo. Pero no podía ignorar la similitud entre ambas. Si tenía alguna conexión con su agresora... no podía dejarla escapar. Al flotar hacia ellos, notó que los tres estaban persiguiendo a una mariposa, pero que no se veía normal, pues esta brillaba de un color azul sobrenatural dejando un rastro de polvo resplandeciente por donde pasaba, y parecían estar luchando por no perderla de vista.
- Muy bien, creo que ya sé cómo llamar su atención. - se dijo a sí misma, mientras se escondía formando una sombra en el suelo.
Dicho esto se les acercó lo suficiente, pero se enfocó en el insecto. No iba a ser muy difícil capturarlo, pese a lo rápido que parecía moverse. No tenía intenciones de hacer el primer ataque, se conformaría con que le dieran algo de información, y por supuesto, para eso primero necesitaba atraer su atención. Así, cuando la mariposa estuvo dentro de su alcance, emergió de golpe, y la atrapó dentro de una burbuja de energía negra y azul.
Lana y sus compañeros obviamente se pararon en seco al ver emerger a la extraña criatura del suelo, y más cuando todavía fue más lejos al encerrar a la mariposa guía sin razón aparente.
- ¿Oye, qué crees que haces? ¡Esa mariposa es importante, déjala ir! - gritó Lana.
- ¿Para qué, para que esparza su veneno por todo el lugar? Creo que no. - respondió la Twili con tono sarcástico.
- Oye, oye, esa mariposa no es venenosa de ninguna manera. - intervino Maripola. - Es una mariposa guía, si se lo pides amablemente, puede guiarte a donde sea que quieras ir.
- ¿Era necesario que se lo dijeras? - dijo Ruisu. Alguien al parecer no entendía el concepto de "demasiada información."
- ¿A dónde sea? - dijo Midna. - Muy bien, mariposa, llévame a dónde está esa horrible bruja.
Midna liberó a la mariposa, y esta comenzó a volar en otra dirección. Ruisu, que ya de por sí cuestionaba la fiabilidad del insecto (solo la siguió porque Lana lo convenció de hacerlo), no pudo evitar rodar los ojos de ver lo voluble que era con solo que le pidieran hacer algo, sin importar que estuviese en medio de otra cosa. Mientras Midna iba tras ella, Lana y Ruisu no dudaron en perseguirla, mientras que Maripola por un momento se quedó con cara de "¿Qué haré ahora?" antes de irse también tras ellos.
No pasó mucho antes de que Midna se diera cuenta de que la estaban siguiendo, y con toda certeza, no le permitirían ir a buscar a la bruja tranquilamente, así que de nuevo encerró a la mariposa y se detuvo para encararlos de nuevo. El joven espadachín fue el primero en tomar la palabra.
- Escucha, no sé quién, o qué se supone que eres. - le dijo, claramente haciendo ese comentario en relación a su apariencia. - Pero no queremos problemas. No más de los que ya tenemos, de cualquier manera.
- ¿Qué pasa, es que nunca antes habías visto a alguien como yo? Y solo para que lo sepas, mi nombre es Midna.
- Midna... - La mención del nombre puso en marcha la memoria de Lana, y luego, su apariencia se le hizo más obvia. ¿Cómo fue que no se dio cuenta antes? - ¿No es ese el nombre de la Princesa del Crepúsculo, la gobernante de la raza Twili?
- Reina, para ser precisos... Vaya, así que conoces sobre mí. - dijo Midna, como si se sintiera halagada.
- ¿De qué hablas, Lana? ¿Qué, o quién es ella? - dijo Ruisu.
- La raza Twili habita el Reino Crepuscular, una dimensión paralela a nuestro mundo donde los seres estás hechos de sombras. - explicó Lana. - No se sabe mucho de ellos, pero antiguos escritos mencionan el nombre de Midna en uno de los pasajes referentes al héroe legendario.
- ¿Cómo sabes tú eso? - preguntó Midna.
- Antes mencionaste a una bruja, ¿será posible que estés hablando de Cya? - dijo Lana.
- Así dijo que se llamaba. ¿Tienes algo que ver con ella? - preguntó Midna. - Y no te atrevas a mentirme. Tu presencia es muy similar a la suya, aunque me cueste creerlo.
Este último comentario dejó a Lana sin poder contestar. Ruisu notó en los ojos de la hechicera que parecía que esas palabras la hubieran herido en el pecho, pero el muchacho lo atribuyó a que, siendo las dos del mismo clan, obviamente eso le afectaba mucho. Hasta ahora, nunca le había preguntado cuál era su relación exacta, pero suponía que tal vez fueran familiares cercanas, hermanas o algo así.
- ¿Qué pasa? ¿No me vas a decir nada? - dijo Midna. - De acuerdo, creo que tendré que hacerte hablar.
Dicho esto, hizo aparecer un vórtice en el suelo, e hizo aparecer un enorme lobo crepuscular, aunque más cercano a tamaño normal, lo cual tuvo sentido cuando se montó en su espalda, acariciándole la cabeza como si se tratase de su mascota. Si no fuera porque se podía ver que no tenía buenas intenciones, casi podría parecer una imagen adorable.
- ¡Ataca! - gritó la Twili.
El lobo gruñó con furia y se echó a correr abriendo sus fauces para morderlos. Lana saltó por encima de ellos dando una pirueta, mientras Ruisu agarraba a Maripola y la quitaba del camino, usando la otra mano para blandir la espada y disparando un dardo paralizador con ella. Sorprendentemente, el cabello rojizo de Midna se alargó formando una enorme mano que interceptó el ataque.
- ¡Quédate lejos! - le gritó Ruisu a Maripola. - ¡Nos encargaremos de ella!
Y sin detenerse a escuchar las quejas de Maripola, volvió para ayudar a Lana. La hechicera había comenzado a blandir la Vara Deku, tratando de usar las raíces para entorpecer los movimientos de la bestia, pero esta saltaba y se movía con gran velocidad y agilidad logrando evitarlas sin problemas. En cuestión de segundos, Midna logró acortar la distancia entre las dos y estiró su cabello para darle un manotón. Lana alcanzó a protegerse con una barrera de energía, pero esta no fue lo suficientemente fuerte para detener la embestida del lobo crepuscular, que logró atravesarla como si fuera de cristal, y con sus mandíbulas le arrebató a Lana la vara. Al ver que no podía romperla, la escupió hacia un lado y atacó a Lana, que tuvo que dar saltos hacia atrás para esquivar los filosos dientes de la bestia. Ruisu trató de rodear a Midna para atacarla, pero casi parecía que tuviera ojos en la espalda, pues cada vez que intentaba aproximársele, su cabello prensil se convertía en una enorme mano para golpearlo o lanzarlo lejos, impidiéndole acudir en ayuda de su compañera, que no podía más que huir del feroz asalto.
- Ay, ¿qué hago, qué hago? - dijo Maripola, empezando a desesperarse.
A falta de mejores ideas, extrajo de su canasta otro frasco, en el cual había un enorme escarabajo volador dorado, le susurró algo y el bicho abrió las alas y salió volando hacia donde se encontraban peleando. Al ver que Midna no lo dejaba acercarse para ayudar a Lana, Ruisu optó por tratar de agarrar la Vara Deku, mientras la hechicera peliazul usaba su libro de hechizos para convocar una tormenta de rayos y tratar de mantener a su oponente a raya, pero el lobo se movía demasiado rápido y no conseguía acertar. Entretanto, Ruisu no lograba encontrar el momento para devolverle a Lana su vara, así que trató de pensar en algo más. El escarabajo de Maripola llegó hasta donde estaba Midna, que no lo notó a raíz de ser tan pequeño sino hasta que lo escuchó zumbar, y ya era demasiado tarde, pues ya lo tenía literalmente frente a su nariz.
- ¡Huy, bicho estúpido, aléjate de mí!
Midna empezó a manotear tratando de quitárselo de encima, lo cual no era tan sencillo con sus manos y brazos tan pequeños, y su cabello prensil desafortunadamente tenía un "rango mínimo" de efectividad, que lamentablemente no llegaba "frente a su cara". El escarabajo no tenía intención de picarla o algo, solo intentaba distraerla para ganar tiempo. Ruisu aprovechó ese momento para intentar enviarle una señal silenciosa a Lana mientras Midna no estaba mirando. Cuando Lana al fin entendió lo que quería decirle, quiso protestar pero él se le adelantó, insistió con la cabeza diciendo claramente: "¡Solo hazlo!"
- De acuerdo, lo haremos a tu manera. - dijo Lana.
Para cuando Midna finalmente pudo hacer que el escarabajo se fuera, Lana ya estaba preparando un ataque masivo de relámpagos, haciendo aparecer frente a ella un círculo mágico de color azul eléctrico. Recitó el encantamiento y disparó tres de ellos de gran potencia, pero ninguno logró acertar.
- ¡Fallaste! - se mofó Midna.
Pero un segundo después se lo tuvo que tragar. Un choque de electricidad golpeó a Midna en la espalda, y también alcanzó a su montura. Lana no falló, simplemente Midna no era su objetivo en primer lugar. Los relámpagos que lanzó iban dirigidos hacia Ruisu, que los absorbió con el efecto pararrayos de su espada, pero en lugar de tratar agregar su propia energía al contraataque, los redirigió casi de inmediato con un tajo horizontal. Tuvo que ser una precisión milimétrica, pero resultó. El ataque no solo paralizó a Midna, sino que parte de él también afectó a su montura, que estalló en una explosión de humo negro y se desvaneció.
- ¡Lana, toma esto! - dijo, aprovechando el momento para arrojarle la Vara Deku a su compañera.
Lana la atrapó, e inmediatamente, antes de que Midna pudiera reponerse, enfocó toda su energía en ella, dio un enorme salto y la clavó en el suelo. Inmediatamente, las raíces emergieron debajo de Midna, atrapándola por completo. La Twili, que aún seguía paralizada por el ataque eléctrico, trató de mover su cabello prensil sin mucho éxito, pero cuando las raíces se enredaron alrededor de sus brazos y piernas quedó totalmente inmovilizada. Ruisu y Lana se acercaron con cautela, en caso de que intentara algo, al igual que Maripola. El espadachín quiso retractarse ligeramente de su opinión inicial de la niña, pues al menos allí, no resultó ser una carga después de todo.
- Ugh... ¿cómo es posible... que me hayan vencido...? - se quejó Midna.
- Suficiente. - dijo Lana. - Ni siquiera sé por qué estamos peleando en primer lugar.
- Um... señorita gatita. - dijo Maripola. Al principio Ruisu y Lana la miraron con extrañeza, pero bien visto, Midna sí tenía vagamente el aspecto para ese sobrenombre. - ¿Me podrías devolver a mi amiguita mariposa, por favor?
- ¿Gatita? ¡No soy una gatita, mocosa! - reclamó Midna, molesta por la analogía. - De acuerdo, tómala de vuelta. - Luego volteó a ver a Lana. - Y tú, ¿es que me vas a decir o no si estás o no con esa bruja?
- Oye, ya deja ese genio. - protestó Ruisu. - No sé qué haya sido lo que te hizo Cya, pero nosotros no estamos con ella. Ella también nos ha causado muchísimo daño en nuestro tiempo, y estamos intentando detenerla.
- ¿"Nuestro tiempo"? - dijo Midna, como si no entendiera.
- Es una historia muy larga. - dijo Lana cuando por fin pudo poner en orden sus pensamientos. - Pero lo que dijo Ruisu es verdad. Estamos intentando detener a Cya, y para lograrlo, tenemos que encontrar el Portal de las Almas que está abierto en esta época y sellarlo.
- Muy bien, ¿se puede saber por qué no lo dijiste en primer lugar? Nos habríamos ahorrado todo este... malentendido. - dijo Midna. - Tengo un asunto pendiente con esa bruja. Ah, ¿y si fueras tan amable de quitarme estas raíces de encima?
Lana golpeó ligeramente el suelo con su vara, haciendo aparecer el círculo mágico debajo de Midna. Las raíces se retrajeron y se hundieron de vuelta en la tierra, dejándola libre. La Twili pudo moverse nuevamente, aunque su cuerpo seguía todavía algo entumido por causa del choque eléctrico que recibió minutos antes.
- Muy bien, tenemos mucho de qué hablar, pero no creo que este sea el mejor lugar para hacerlo. - dijo Lana.
- No me importa donde sea. - dijo Midna cruzando los brazos. - Solo quiero que sea pronto, tengo muchas preguntas que hacerte.
- ¿Podemos volver al castillo? - dijo Ruisu. - Tenemos que ver cómo están, y creo que Zatyr tampoco querrá perderse de esto. ¿Maripola?
- ¿Sí, señor espadachín? - dijo la aludida,
- Tú también vienes.
- ¿Eh? ¿Y por qué esa mocosa? - dijo Midna.
- Siendo que nos ayudó, o por lo menos que quiso hacerlo... creo que no está bien que la dejemos abandonada, mucho menos aquí en medio de la nada. ¿Estás de acuerdo?
- ¡Claro, con gusto los acompañaré! Si la gatita no tiene inconveniente...
- ¡Qué no soy una gatita! - insistió Midna. - Lo que sea, solo vámonos ya, entre más pronto me cuenten todo, será mejor.
Dicho esto, Midna empezó a flotar en la dirección del castillo de Hyrule. Ruisu no pudo evitar soltar un resoplido de desaprobación, claramente, la Twili tenía un carácter bastante "especial". Maripola fue tras ella, notándose muy feliz de haber recuperado a su mariposa guía, mientras Ruisu y Lana caminaban detrás de ellas. Al cabo de unos minutos, la hechicera volteó a ver al espadachín para hablarle.
- Lograste redirigir mis relámpagos. - le dijo.
- Tuve suerte. - respondió él con modestia. - Esta vez no agregué mi propia energía al ataque. Fue más fácil así.
- De todos modos fue impresionante. - dijo Lana. - Esos rayos eran de alta intensidad, y aun así pudiste enviarlos con precisión. Bien hecho.
- No es para tanto. - replicó Ruisu, sonrojándose un poco.
¿Por qué de pronto se sentía avergonzado? Quizás, porque era la primera vez que recibía un elogio de parte de Lana. Pero de cualquier manera, no podía negar que le hizo sentirse bien, y la razón de ello, tal vez no importara demasiado en ese momento.
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Un poco después...
Una vez cesado el conflicto, el grupo se reunió para intercambiar sus relatos, y aclarar todos los puntos para evitar futuros malentendidos. Sobra decir que Zatyr se sintió muy sorprendida al ver a las dos nuevas acompañantes que sus dos compañeros encontraron por el camino durante su breve ausencia, en particular, por la Twili. Midna les explicó cómo fue atacada por Cya, y aun insistiendo que a pesar de que su apariencia era claramente muy diferente a la de Lana, extrañamente su energía era muy similar. Ruisu y Zatyr lo atribuyeron al hecho de que, proviniendo ambas del mismo clan de hechiceros, tendría sentido que las dos tuvieran poderes muy similares. La hechicera peliazul le aseguró a la Twili que no le guardaba rencor por la equivocación en lo más mínimo. Más todavía, esta información podía resultar útil, pues por alguna razón, Cya los había seguido hasta esa época, y si apareció en los dominios de Midna, existía una alta probabilidad de que el portal que estaban buscando se encontrara allí o al menos muy cerca.
- Déjenme ver si entendí. Esa bruja, que se hace llamar Cya, está metiéndose con el tiempo y el espacio a su antojo. Y ustedes tres vinieron desde el futuro para intentar detenerla. - decía Midna, mientras flotaba en el aire con las piernas cruzadas. - Casi podría decirles que enloquecieron, si no fuese porque vi la Trifuerza completa en su mano.
- Si es que tenemos suerte, lo más probable es que Cya aún no haya descubierto como usar todo el poder de la Trifuerza. - dijo Lana.
- Pues no podemos esperar a que lo haga. - dijo Ruisu. - Una vez que lo haya hecho no tendremos oportunidad alguna. Tenemos que movernos rápido.
- ¿Qué estamos esperando entonces? - dijo Midna. - ¡Vamos por esa bruja, quiero darle lo que se merece!
- Paciencia, Midna. - dijo Lana. - Si conozco a Cya, es muy probable que su siguiente movimiento sea tratar de ponernos obstáculos para evitar que sellemos el Portal de las Almas. Con suerte, quizás intente detenernos personalmente.
- ¿Y cuál es el plan? - preguntó Zatyr. - ¿Buscar el portal y esperar a que decida aparecerse? Si ya sabe que estamos aquí, sin duda que nos estará esperando.
- Tal vez, pero tenemos una ventaja. - dijo Lana. - Cya me conoce, y tal vez creerá que yo vaya a enfrentarla sola, después de todo, este es un asunto muy personal para nosotras dos.
- ¿Seguridad en números? - dijo Midna, cruzando los brazos. - Bueno, eso suena mejor que ir por ella de manera imprudente uno a uno, ¿verdad? Aun así, tal vez entre nosotros cuatro podamos hacer algo.
- Oye, ¿y qué hay de mí? - intervino Maripola. No se le escapó que Midna contó cuatro, y había cinco de ellos. - Gatita, no me dejes por fuera, yo también puedo ayudar.
- ¿Tú? Tch, por favor, si ni siquiera sabes pelear, eres solo una mocosa obsesionada con los bichos. - replicó la Twili tajante. Maripola se enfurruñó ante el comentario, pero Lana decidió intervenir.
- Eso es verdad, Midna, pero a decir verdad, Maripola puede ayudarnos de otras maneras. - le dijo. - Solo será cuestión de mantenerla a salvo y evitar que se meta en problemas.
- Si no hay otra alternativa. - dijo Midna, resignada. - Que quede claro que no pienso hacerle de niñera, ¿entienden?
- No tendrás que preocuparte por eso. - dijo Lana. - Aun así, ¿crees que podríamos pedirte un favor? Mientras vamos a sellar el Portal de las Almas, no habrá nadie que pueda proteger a las personas. ¿Crees que podrías pedirles a tus tropas que nos ayudaran con eso?
- Lo que sea, siempre y cuando me dejen un pedazo de esa maldita bruja. - aseguró la Twili, apretando su pequeño puño.
El resto del grupo sintió un ligero respingo ante el gesto de la Twili, pero no se atreverían a cuestionarla. Si estaba furiosa, mejor que dirigiera esa furia hacia Cya, y no hacia ellos. Después de haberla visto en combate, claramente les convenía más tenerla de su lado.
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Mientras tanto, en otra parte...
Su plan había salido por completo a la perfección. Ahora que la reina del Crepúsculo y su ejército real estaban buscándola con esmero y enfrentándose a sus hordas, pudo lograr que el palacio se quedase completamente solo, sin nadie quien lo resguardara, en especial la inaccesible y muy protegida sala del trono.
- Estúpida reina. - expresó la hechicera. - Tú misma te encargaste de preparar el terreno para mí. Y con haberte encontrado con la estúpida de Lana y su grupito, cerraste con broche de oro tus ingenuas acciones.
Con su maliciosa mirada siguió explorando la sala, hasta que su mirada se posó de manera intensa en el trono que se encontraba en el fondo del mismo. Le puso verdadera atención a ese objeto, el cual no solo era una simple pieza característica de un monarca, sino que en el pasado se había convertido en el objeto de la discordia de un ambicioso y mal intencionado ser, quien arrasó con todo lo que se encontraba a su paso con tal de lograr sus mal sanos deseos.
- Dicen que cada ser que pierde la vida, deja parte de la misma en cada uno de los objetos que amó y deseó... mucho más si estos trascendieron hasta el camino del desquicio.
Ante estas palabras, la bruja empezó a hacer movimientos circulares con su mano derecha, de la cual empezó a emanar una sobra negruzca con destellos cobrizos. Aquella esencia fue tomando un mayor tamaño a medida que Cya conjuraba su hechizo en un idioma inentendible, hasta que esta fue desplazada con violencia extrema al trono de la sala, rodeándolo por completo.
La actividad duró varios segundos, los cuales para la bruja fueron eternidades, pues el hechizo que estaba impartiendo era uno de los más complicados que había practicado, y el éxito en el mismo no estaba asegurado. Sin embargo, su esfuerzo trajo sus frutos, mostrándose como el símbolo de más grande terror en el reino en el que se encontraba.
- Larga vida al verdadero rey del Crepúsculo...
Esta historia continuará...
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