Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 21: Decisión inquebrantable


"Ganondorf y sus hordas tomaron el control del Valle de los Videntes, en busca de la Trifuerza del Poder, todavía en posesión de Lana. Recuperar este fragmento le daría la fuerza para eventualmente recuperar las otras dos piezas faltantes. Sabiendo que no podría ganar contra él en un enfrentamiento directo, Lana intentó escapar del valle. Pero Ganondorf y sus lacayos le cortaron la retirada, atacándola ferozmente para recuperar ese fragmento que el rey maligno consideraba que le pertenecía por derecho.

A pesar del esfuerzo de los lacayos, Zant y Grahim juntos demostraron no ser capaces de capturar la joven hechicera, que se aprovechó de su incapacidad de trabajar juntos para aprisionarlos y lograr escaparse de ellos. Lamentablemente, cuando estaba a punto de alcanzar la salida del valle, el antiguo rey de las Gerudos consiguió interceptarla, y tras confrontarla personalmente, logró arrebatarle su fragmento de la Trifuerza de las manos.

Todo parecía indicar que ese sería su fin, pero las tropas encabezadas por Link, la Princesa Zelda y sus otros aliados hicieron acto de presencia en el valle, llegando justo a tiempo para salvarla de una muerte segura. Una vez más, como muchas otras ocasiones desde tiempos antiguos, los portadores de los tres fragmentos de la Trifuerza volvían a estar presentes en el mismo lugar, para el inevitable enfrentamiento que decidiría el destino del reino de Hyrule..."

/----------------------------------------------------------/

Valle de los Videntes...

Las tropas hyruleanas comenzaban a ocupar el terreno para encargarse de las hordas enemigas, mientras sus líderes se ocupaban de los peces gordos. Con Lana recuperada y de vuelta en sus filas, el enfrentamiento estaba por iniciar. El grupo formado por Lana, Ruisu y el subcomandante Azael eligió enfrentarse a Zant, en tanto que Garrett, Alexandre, Zatyr e Impa fueron tras Grahim. Los dos lacayos estaban visiblemente preocupados, pues con todos los problemas que les causó la hechicera peliazul ella sola, no querían imaginarse de lo que era capaz ahora que contaba con apoyo. Y mientras tanto, a lomos de su fiel yegua, Link y la Princesa Zelda perseguían a Ganondorf, que al parecer huía de ellos en su corcel infernal, sin dejar de reírse y retándolos a que trataran de alcanzarlo.

- ¡Vengan por mí, si se atreven, pequeños mocosos! – les gritaba el Gerudo. ¿Cómo podía hacer resonar su voz con tanta fuerza para hacerse oír a esa distancia?

- Maldito cobarde. – masculló Link entre dientes, mientras se abría paso a espadazos. A su vez, Epona le ayudaba usando sus cascos para pisotear a los que se les atravesaran.

- ¡Link, Princesa, a su derecha! – los alertó Proxi, unos Bokoblins armados con arcos se aproximaban por el flanco derecho.

- ¡Ya los tengo! – dijo Zelda, empuñando su arco sagrado, y con una sola flecha disparada a todo el centro, una explosión de energía sagrada los consumió, eliminando la amenaza.

La pequeña hada tal vez no podía ayudarles peleando, pero era útil tenerla como un par de ojos adicionales para que les alertara del peligro, y con eso eran un equipo todavía más efectivo. Ellos dos, Epona, y Proxi, de esa manera no tenían ningún punto ciego expuesto. Poco después esta última volvió a gritar alertándoles del que venía por detrás, un enorme Moblin con un gran garrote levantado, solo para encontrarse con los cascos traseros de Epona, dejándole las dos marcas en forma de U en el estómago. Zelda terminó el trabajo disparándole una flecha justo en medio de los ojos. Link urgió a su yegua a correr más rápido, tratando de no perder de vista a su adversario.

- ¡Parece que se detuvo! ¡Es nuestra oportunidad, vamos, Epona! – exclamó.

La yegua obedeció a su amo y aceleró el paso, incluso saltando una pequeña meseta para cortar algo de camino, pero pronto se hizo evidente que la única razón por la cual Ganondorf se había detenido era porque desde donde estaba podía atacarlos. Al alzar su tridente, invocó con él unas oscuras nubes de tormenta, y a los pocos segundos comenzaron a caer relámpagos púrpuras cerca de donde ellos estaban. Link tuvo que maniobrar con precisión milimétrica a Epona para evitar que le cayeran, a la vez que trataba de mantenerla calmada. Zelda se vio forzada a utilizar la batuta para enviar cargas opuestas y protegerse de las que venían directo hacia ellos, al tiempo que Link se encargaba con la Espada Maestra de cualquier estorbo viviente que quisiera entorpecerles el avance. Harta de este asalto eléctrico, Zelda decidió devolverle el favor, y una vez que se acercaron lo suficiente, empezó a invocar su propia tormenta y comenzó a hacer caer relámpagos sagrados tratando de golpear a Ganondorf. Hacerle algún daño, paralizarlo, o lo que fuera, para que dejara de estar escapándoseles.

Ganondorf, por supuesto, no estaba huyendo de ninguna manera. Tanto él como sus secuaces simplemente estaban usando la táctica de "dividir y conquistar", forzando a sus adversarios a dividir sus fuerzas para enfrentarse a ellos. Incluso si los soldados hyruleanos eran capaces de lidiar con sus tropas regulares, la verdadera amenaza, además de Link y Zelda, eran los que tenían esas armas especiales, que le recordaban a las utilizadas por los héroes del pasado que el rey Gerudo recordaba de sus enfrentamientos pasados (hasta podría jurar que los guantes que usaba Garrett eran los mismos que le vio usar al Héroe del Crepúsculo). Enfrentar solo al héroe y la princesa ya de por sí representaba un reto. Pelear contra todos ellos a la vez... eso ya se convertía en un problema.

Para dividirse la tarea, los héroes se habían agrupado de manera similar, contra los oponentes con los que ya estaban mejor familiarizados. Dicho de otra manera, Alexandre y Garrett eligieron enfrentarse a Grahim (queriendo saldar la cuenta pendiente de lo que ocurrió en la Era del Cielo) con ayuda de Azael, mientras que Lana, Ruisu y Zatyr fueron contra Zant, esta vez acompañados por Impa.

- ¿Todavía osan enfrentarse contra mí, tontos mortales? – dijo Grahim. – ¡El gran señor de los demonios no tiene tiempo para sufrir sus estupideces!

- ¡Cierra la boca y pelea, maldito afeminado! – gritó Alexandre. – ¡Esta vez sí te patearé el trasero como lo mereces!

Alexandre fue el primero en lanzarse contra él, a todo galope de Shadow y con su lanza en llamas. Grahim repelió los ataques, pero no pudo evitar notar que los golpes de Alexandre eran mucho más poderosos y rápidos que la última vez que se enfrentaron, y el hecho de que su corcel le apoyaba dando patadas complicaba aún más las cosas. De nuevo, en aquel momento él utilizó una "retirada estratégica" y dejó a su querida mascota para que lidiara con ellos (para lo que le sirvió si todavía estaban aquí), así que no pudo ver el alcance total de sus habilidades. Pero de lo que sí se dio cuenta, fue que la lanza que ahora estaba utilizando le era muy familiar. ¿No era la misma que utilizaba aquel caballero dragón al que intentó manipular para que le ayudase a vencerlos?

La interrogante tuvo que ser dejada de lado, ya que en ese momento también se sumó al enfrentamiento Azael, con la alabarda cargada de rayos. Grahim tuvo que teletransportarse para esquivar el ataque, e hizo aparecer uno de sus cuchillos para arrojárselos. Azael saltó hacia atrás y en respuesta lo interceptó con uno de sus kunais. Grahim no pudo evitar sonreír de lado, este oponente también tenía habilidad con armas arrojadizas. Las dos rebotaron con fuerza y fueron atrapadas en el aire por sus respectivos dueños.

- Qué tenemos aquí, ¿alguien con más experiencia? – dijo Grahim. – ¿Podrás entretenerme más que este pequeño mocoso?

- No permitiré que te refieras a uno de mis antiguos discípulos de manera tan despectiva. – replicó Azael.

Alexandre miró por un segundo a su subcomandante, especialmente el énfasis que hizo en "antiguos discípulos". Era una forma sutil de reconocer que, aunque había sido su discípulo durante el entrenamiento, ya no lo consideraba como tal. Los dos comenzaron atacarlo juntos, la combinación de rayos y fuego pronto pareció ser mucho para él. Azael y Alexandre se apartaron al ver que se aproximaba la bola de picos de Garrett, y el propio Grahim apenas alcanzó a ver su sombra en el suelo al ver que estaba a punto de caerle encima. El demonio inmediatamente replicó arrojándole sus cuchillos, que fueron repelidos por los puños enguantados del joven, que luego golpearon en el suelo con fuerza, creando un terremoto bajo los pies de Grahim, y haciéndolo perder el equilibrio. Cuando Alexandre y Azael estaban por reanudar su ataque otra vez, Grahim nuevamente intentó enfrentarlos de la mejor manera que conocía: traer de nuevo a su querida mascota. Desapareciendo para escapar de un triple ataque, y reapareciendo a unos veinte metros de ellos, invocó nuevamente a su criatura, la réplica del Durmiente, que de nuevo empezó a aspirar y a exhalar con su aliento maligno.

- Ah, ¿es en serio? ¿Esa cosa otra vez? – dijo Alexandre. – ¿Cuántos más de esos tienes?

- ¡Acaba con ellos! – le ordenó mientras volvía a montarse encima de él.

A este punto parecía más un intento de permanecer fuera del alcance de sus adversarios que otra cosa, pero el caso era que funcionaba. Encima porque a partir de ese momento, empezó a combinar su poder con el de su mascota. Comenzó a disparar rayos oscuros con su espada, complementando el aliento corrosivo del Durmiente. Alexandre contrarrestó esto lanzando una explosión de fuego con forma de dragón, logrando sacarlos de balance por un momento pero no derribarlos. Azael inmediatamente le arrojó un kunai que atrapó entre sus dedos sonriendo con arrogancia, solo para darse cuenta un segundo tarde que tenía atado un sello explosivo, sin darle tiempo de arrojarlo. Furioso de la mancha que le dejó en su "perfecto rostro", decidió pagarle con la misma moneda, cargando uno de sus propios cuchillos con energía explosiva, pero no de efecto retardado, sino para explotar al impacto. Azael logró esquivar de un salto el cuchillo explosivo, y Alexandre se coló entre el humo con Shadow levantando un muro de fuego para proteger a su subcomandante cuando el Durmiente fijó su atención en él para atacarlo con su aliento.

Desde atrás, Garrett tomó la bola de picos de su mangual y trató de lanzársela para tirarlo de su montura. Grahim saltó y la esquivó, haciendo que esta pasara de largo, e hizo que entonces centrara su atención en él. Comenzó a alternar lanzándole rayos y cuchillos explosivos, que el grandullón repelió protegiéndose con sus guantes (una gran ventaja tener manos enormes en ese instante). Al tener un breve respiro, Garrett agarró una roca enorme y se la arrojó, pero el Durmiente abrió sus quijadas y la despedazó de un solo mordisco, escupiendo los pedazos que le quedaron adentro de la boca, antes de empezar a aspirar para lanzar una esfera explosiva de su aliento oscuro. Garrett trató de escapar, pero no lograría esquivar a tiempo. Por fortuna, la esfera fue interceptada por un dragón de fuego que la consumió, aunque todavía la onda de la explosión resultante lo aturdió y lo lanzó lejos.

- Qué entrometidos. – dijo Grahim, lanzando rayos con su espada, que Azael interceptó con el hacha de su alabarda.

A su vez, cuando el Durmiente empezó a atacar de nuevo con su aliento oscuro, Alexandre lo combatía con su propio fuego de dragón. Por algún motivo, ocasionalmente Grahim parecía ver el espíritu de Volga en él cuando combatía, lo que reforzaba en sobremanera las sospechas que tenía de que el muchacho llevaba la misma lanza que ese sujeto. De hecho, casi se le hacía palpable la furia, como si estuviese tratando de dirigirla hacia él. ¿Qué había pasado con Volga? ¿Le habría otorgado a este muchachito su poder de alguna manera? Parecía la única explicación lógica detrás de verlo empuñando su misma arma.

- ¡Alexandre, ataque combinado! – exclamó Azael, cargando de relámpagos su alabarda.

- ¡Aquí voy, Subcomandante! – replicó Alexandre, empezando a invocar otra vez sus llamas y dirigiendo a Shadow cerca de su antiguo mentor.

Al generar suficiente fuego para crear otro dragón ardiente, Azael hizo lo propio cargando su alabarda de suficientes rayos para hacer una pequeña tormenta, pero la concentró en el hacha y la conectó con la punta de la lanza de Alexandre, imbuyendo las llamas con la energía eléctrica. Con un fuerte grito, el mentor y su antiguo discípulo apuntaron sus armas juntas hacia el frente, disparando un dragón de fuego y rayos. Cuando el aliento del Durmiente no fue suficiente para detenerlo, Grahim levantó una barrera de diamantes. Logró resistir, pero apenas, aunque de ningún modo dejaría que sus adversarios lo intimidaran.

- Pobres ilusos, ¿creen que pueden derrotarme con esos ataques tan insignificantes? ¡ARGH!

Su orgullo por detener ese poderoso ataque se vio truncado cuando sintió algo enorme y punzante clavarse en su espalda. Eso bastó para que se rompiera la concentración que mantenía la barrera. Alexandre y Azael dispararon un segundo ataque, no tan fuerte como el anterior, pero sí lo suficiente para derribar al Durmiente y hacerlo caer hacia atrás. Grahim cayó de rostro y tras sacarse el objeto de su espalda vio al responsable: Garrett le había lanzado un hacha arrojadiza. Decidió devolverle el favor y lanzársela de vuelta. El grandullón la atrapó entre sus palmas enguantadas sin inmutarse, antes de empezar a correr hacia él para empezar a pelear a corta distancia, mientras su compañero y su antiguo instructor se ocupaban de la bestia caída. El Durmiente apenas pudo reincorporarse antes de recibir un tajo en una de las patas para que cayera de lado. Cuando abrió la boca para aspirar exhalar su aliento, Alexandre llegó galopando con la lanza al rojo vivo, insertándole la explosión de fuego hasta el fondo de la garganta.

- ¡TRÁGATE ESTO! – gritó.

La explosión de fuego consumió a la bestia de adentro hacia afuera, mientras su amo apenas volteó por un momento al percatarse de que lo habían destruido. Aunque pudiese reemplazarlo, odiaba que los destruyeran, pues les tenía un cierto aprecio, sin mencionar el poder que requería para poder invocar a otro como él. Mientras chocaba su espada contra el hacha de Garrett, trató de darle un corte al hombro, que el muchacho detuvo atrapando la hoja con su pequeña arma. Cerró el otro puño y lo golpeó en el estómago, una, dos, y a la tercera vez lo sacó volando. Al levantarse de nuevo, Azael y Alexandre ya venían de nuevo por él.

- ¿Cómo pueden unos simples mortales tener tanto poder? – exclamó.

Embarazoso tener que admitirlo, pero no podía pelear con ellos, no contra todos a la vez. Incluso uno solo podría ser un problema, a pesar de su aumento de poder. Lo achacaba al hecho de que había desperdiciado mucha energía peleando contra Lana mientras escapaba (y después tratando de liberarse cuando lo encerró en esa trampa). Ganondorf le restauró sus fuerzas, pero aun así todavía sentía la fatiga producto de aquel enfrentamiento con la hechicera.

- "Nos retiramos por ahora..." – escuchó la voz de Ganondorf dentro de su cabeza.

- "¿Mi señor?"

- "Crea una distracción, yo me encargaré del resto..." – insistió.

Grahim no tuvo tiempo de cuestionar lo que pasaba, así que obedeció. Creó una barrera no solo para protegerse de los ataques, sino para ocultarse detrás de un espejismo. Los tres caballeros hyruleanos comenzaron a atacarla ferozmente tratando de derribarla. Les tomó algo de tiempo, pero cuando al fin lo consiguieron y lo acorralaron, Azael fue el primero en lanzarse con el hacha de la alabarda para partirlo en dos. Grahim ni siquiera se movió ni trató de defenderse. Solo se quedó allí esperando...

- ¿Qué demonios...? – preguntó Azael.

El Grahim al que Azael partió en dos claramente no era el verdadero. Este se disolvió en un polvo negro como si fuese un simple muñeco. A su vez, notaron algo más: las tropas que estaban peleando a su alrededor también comenzaron a desaparecer. No parecía que fuese porque fueran vencidas, sino más bien...

- ¿Qué está sucediendo? – preguntó Alexandre.

- Se están teletransportando. – dijo Azael. – ¿Pero por qué?

Era muy extraño. En teoría, sí, estaban perdiendo, pero no parecía haber motivo para esta repentina retirada, si es que lo era. Algo mucho más siniestro tenía que estar pasando.

- ¿Vamos a ver si Link o la Princesa necesitan ayuda? – sugirió Alexandre. Sin más enemigos en ese lugar tampoco tenían nada que hacer. Azael y Garrett asintieron estando de acuerdo, se pusieron en marcha, en la dirección donde vieron dirigirse a Link y Zelda cuando se fueron tras Ganondorf a caballo.

¿Qué estaba sucediendo, por qué desapareció Grahim tan de repente?

/--------------------------------------------------------/

En otra parte del valle...

Al tiempo que el grupo anterior peleaba contra Grahim, dirigidos por Lana los héroes restantes se estaban midiendo contra Zant. El usurpador del reino del crepúsculo no se mostró nada feliz de ver a tres de las caras familiares que lo habían derrotado cuando apenas acababa de resucitar, cientos de años atrás. Por supuesto, ellos tampoco estarían contentos de verlo, a pesar de que con su viaje para ellos solo fueron unas pocas semanas en vez de estar atrapado en ese limbo de muertos durante siglos, hasta que su dios lo volvió a rescatar. En aquel momento estaba en una pelea de espaldas, chocando sus cimitarras contra la hoja relampagueante de Ruisu.

- ¡Mil años, maldito mocoso! ¡Qué lástima que esta vez Midna no esté aquí para salvarte a ti, y a tus amigos! – exclamó, atacando mientras Ruisu trataba de defenderse.

- ¡Je, deberías agradecer que no está aquí, estarías temblando si la vieras ahora! – replicó el pelinegro.

- ¡Ruisu!

Impa en ese instante llegó al paso, para apoyarlo con su gran espada, y mantener la segunda cimitarra de Zant ocupada. Siendo el Twili más grande que un humano ordinario y con sus dos armas, Ruisu a pesar de su habilidad no podía luchar contra él solo (lo había podido comprobar en su enfrentamiento anterior). Entre los dos eran capaces de mantenerse, e incluso superarlo, forzándolo a alejarse, y empezar a usar su habilidad de levitación para empezar a lanzarles ataques a distancia. Ruisu trató de responderle con los suyos, pero los de su espada estaban muy limitados en rango, si trataba de hacerlos más poderosos. Tratar de dispararle los dardos, que eran los de mayor alcance pero extremadamente débiles (más con el refuerzo mágico que tenía Zant) serían poco menos que una picadura de mosquito. En contraste, el usurpador los podía atacar con total libertad, y sin miedo a represalias.

- ¡No seas cobarde, ven acá y enfréntanos! – gritó Ruisu.

La única que en teoría podía atacarlo a la misma distancia era Zatyr, gracias a su arco, pero la muchacha pronto desperdició más de la mitad de las flechas explosivas que traía. No quería ponerse dentro del rango de los ataques de energía que lanzaba Zant, menos al comprobar que al explotar dejaban enormes boquetes en el suelo. Estaban en una de las colinas elevadas del valle, lo que quería decir que no podían tratar de atacar desde una posición más alta. Incluso Lana, tratando de acertarle con sus hechizos tenía dificultad para enfocarlo pues no se quedaba quieto en un solo lugar, excepto cuando los iba a atacar. Claro, para escapar y evadir, sí que era rápido, y tomaba ventaja del hecho de que ahora no lo estaban enfrentando en un duelo cercano.

- Maldición, si al menos pudiéramos atacarlo desde arriba. – dijo Zatyr. – Volando de ese modo puede ver dónde estamos y anticiparse a nuestros ataques.

- Atacarlo desde arriba... tal vez podamos. – dijo Lana.

- ¿Cómo? Ninguno de nosotros puede volar, ¿o sí? – señaló la arquera.

- No, pero yo puedo crear plataformas sólidas que flotan en el aire. – explicó la peliazul. – Y tú podrías pararte en ellas.

- ¿Cómo dices? – preguntó Zatyr, aunque empezaba a tener una idea de lo que Lana estaba sugiriendo.

- ¡Ruisu, Comandante Impa, manténganlo ocupado! – exclamó Lana.

- ¡ENTENDIDO! – gritaron los aludidos al unísono.

Con Impa y Ruisu tratando de atraer hacia ellos los ataques de Zant, Lana y Zatyr se dispusieron a rodearlo para hacer su parte. El plan era sencillo pero peligroso de ejecutar. Lana haría aparecer plataformas y Zatyr tendría que saltar entre ellas para ir ascendiendo. Sin embargo, para no gastar demasiada energía, Lana tenía que hacer desaparecer las que Zatyr dejase atrás. La arquera tenía que subir como si fuese una escalera sin detenerse, y una vez que alcanzara una posición lo bastante elevada, Lana haría aparecer una plataforma más grande de lo normal que sería su señal para dispararle.

Con todo claro, comenzaron. Lana hizo aparecer los escalones mientras Zatyr avanzaba por ellos tan rápido como podía. Entretanto, Zant disparaba sus ataques contra Ruisu e Impa, que intentaban esquivarlos o repelerlos de vuelta, al ver que no se ponía en rango para poder golpearlo con los suyos. Pero con su atención centrada en ellos, no podía ver que Zatyr se estaba poniendo en posición para un tiro certero. Al aparecer la plataforma grande, cogió una de las flechas sagradas que todavía tenía. Solo le quedaban cuatro más, y prefería reservarlas para Ganondorf, en caso de que fuese necesario.

- Esta vez... te voy a tirar directo a los sesos, desgraciado. – dijo mientras tensaba el arco.

A esa distancia no necesitaba usar la máscara para enfocarlo. Solo tenía que esperar que estuviera totalmente de espaldas. Una vez que lo hizo, dejó volar la flecha, resistiéndose el impulso de gritar para evitar alertarlo. Casi tuvo éxito, pero lamentablemente, Zant alcanzó a girarse y ver por la esquina del ojo cuando esta se le venía acercando, y apenas con una milésima de segundo de anticipación pudo mover la cimitarra para desviar el proyectil.

- Ay no. – dijo Zatyr mientras lo veía cruzar las espadas para lanzarse como un proyectil hacia ella. No había tiempo de preparar otra flecha, así que simplemente saltó fuera de la plataforma.

Lana tuvo que crear una burbuja para atrapar a Zatyr antes que se estampara con el suelo, mientras Zant solo alcanzaba a golpear con sus cimitarras la plataforma y esta se fragmentaba en pedazos. Para lo que le serviría eso, de todas maneras. Sin embargo, inmediatamente centró su atención en las dos muchachas, y lanzó unas cuchillas de energía hacia ellas, forzando a Lana a protegerlas con una barrera. Ruisu e Impa inmediatamente acudieron en su ayuda, ahora que Zant estaba a su alcance. Ruisu venía cargando una gran cantidad de poder eléctrico en su espada, y en cuanto se puso a rango dio un tajo para disparar la cuchilla. Zant cruzó sus dos espadas para bloquear el ataque, aunque el impacto eléctrico lo hizo retroceder, e Impa inmediatamente lo siguió con un ataque propio de su gran espada imbuida en agua cortante, trabándose los dos en un duelo cercano. Zant trató de darle un doble tajo por el lado izquierdo simultáneamente hacia la cabeza y el cuerpo, pero Impa colocó su gran espada en posición vertical, quitándose las cuchillas de Zant de encima y mandando una estocada hacia uno de sus costados. Zant apenas pudo moverse para esquivar lo fatal del ataque, pero la hoja alcanzó a herirlo, y Ruisu inmediatamente le saltó encima. Pero esta vez no venía con la Espada Relámpago, sino con otra hoja de color azul que Zant no pudo reconocer, y sintió un dolor punzante en el hombro, seguido de una corriente de aire frío.

- ¡Argh! ¿Qué está sucediendo? – exclamó agarrándose el hombro donde lo hirió. – ¡Ya me tienen harto, todos ustedes! ¡SOY EL REY DEL CREPÚSCULO, NO DEJARÉ QUE SE BURLEN DE MÍ!

- Esa tonada ya es vieja, Zant. – dijo Ruisu. – Mejor ríndete, y será menos doloroso para ti.

En respuesta, Zant comenzó a girar como trompo con sus cimitarras extendidas. No podía ver hacia donde iba, así que se guiaba por sus presencias y el ruido, pero ya al conocer este truco, sabían cómo evitarlo, incluso aunque esta vez parecía ir un poco más rápido, era igual de predecible que la última vez. Pero empezó a utilizar un nuevo truco que lo volvía más peligroso: la energía crepuscular en ellas empezó a lanzar cuchillas afiladas por todo el lugar, obligándolos a agacharse o protegerse detrás de sus armas (o magia, en el caso de Lana). Zatyr trató de dispararle otra flecha sagrada, pero los giros más la energía oscura de las cimitarras desviaron el proyectil partiéndolo en pedazos al llegar hasta él.

- ¡Apártense! – gritó Impa.

No podían hacer otra cosa excepto huir y mantenerse fuera de su alcance, podía ser un idiota ambicioso y egocéntrico, pero no dejaba de ser peligroso. En cierto momento, cuando se alejó lo suficiente, Lana comenzó a crear una barrera, no para protegerse a sí misma ni al resto, sino para tratar de encerrar a Zant, pero este giró tan rápido que consiguió derribarla. De todos modos, no podía permanecer a sí para siempre, y terminó por acabársele el impulso para seguir dando vueltas. Hecho esto, comenzaron a atacarlo otra vez y para entonces, ya comenzaba a sentir la fatiga.

- "Zant... tenemos que retirarnos por ahora..."

- "¿Es usted, mi dios?" – preguntó al oír la voz de su señor dentro de su cabeza.

- "Será solo temporal. Necesitaremos un respiro. Crea una distracción, yo me encargo del resto."

Zant estuvo más que feliz de obedecer, pues en aquel momento todos ellos estaban a punto de descargarle sus ataques. Especialmente, un enorme círculo mágico que empezaba a formarse encima de él, empezando a echar chispas. Tal vez no necesitaba crear una distracción después de todo.

¡CRACKA-THOOOMMM! El poderoso rayo descendió sobre él, explotando con fuerza. Se quedaron esperando con cautela por un momento antes de actuar, por si se le ocurría hacerles algún ataque sorpresa a traición. No queriendo esperar a que el humo se disipara, Impa hizo un corte de viento para dispersar la nube y revelar lo que se ocultaba. Se llevaron una gran sorpresa de ver que sí quedó algo. La capa y el casco de Zant, yacían medio destrozados en un mini-cráter humeante, chamuscados por la caída del rayo que le lanzó Lana. Pero de él... no había ningún otro rastro. Ruisu tanteó el casco con la espada, mientras Impa le ayudaba con la capa, agachándose para examinar. Unos segundos después casi se tensaron como esperando que los atacara por la espalda.

- ¿A dónde se fue? – preguntó Ruisu, no creyendo que hubiese sido así de fácil derrotarlo.

- Ya no siento su presencia en las cercanías. – dijo Impa.

- Tampoco yo. – dijo Lana.

- ¡Oigan, miren eso! – exclamó Zatyr, señalando a su alrededor.

Igual que como ocurría con el grupo de Grahim en aquel momento, todos ellos vieron que las hordas con las que peleaban sus tropas empezaban a desaparecer. De manera diferente a como era cuando las veían morir. Se estaban teletransportando.

- ¿Qué pasa, están huyendo? – preguntó la arquera.

- No lo creo. – replicó Lana. – Pero entonces...

- ¿Qué ocurre, Lana? – preguntó Impa.

- Quizás deberíamos ir a ver si Link y la Princesa Zelda nos necesitan. Es solo un presentimiento que tengo, pero...

Los demás se vieron entre ellos. En otras circunstancias, no parecería muy sensato fiarse de un "presentimiento", pero en ese momento todos lo compartían, así que nadie puso objeciones. Tal vez la respuesta a su confusión estuviera en ese lugar. Tal vez con el propio Ganondorf.

Algo raro estaba pasando, y tenían que esclarecerlo.

/---------------------------------------------------/

Un poco antes, en otra área...

La persecución ecuestre continuaba. Incluso sin que Link se lo ordenara, Epona parecía entender el sentimiento de urgencia que tenían tanto su amo como la princesa por alcanzar a su adversario, que parecía demasiado cobarde para querer pelear contra ellos. El patrón se seguía repitiendo una y otra vez: solo se detenía para burlarse de ellos o lanzarles un ataque desde el cielo, los cuales afortunadamente Epona era lo suficientemente rápida para esquivar, y Zelda intentaba responder con uno propio. Cuando la princesa juntaba suficiente poder para lanzarle una flecha de luz, lo hacía, pero el malvado Gerudo, tan acostumbrado a ser atacado con ellas, parecía haber desarrollado por fin una defensa, y cada vez que veía el resplandor sagrado en la distancia, usaba sus espadas para interceptar el proyectil antes que pudiera alcanzarlo.

- Ya me tiene harto de esto. – dijo Link.

- Sabe que no las puede esquivar, pero sí como interceptarlas. – admitió Zelda. – Odio admitirlo, pero es realmente formidable, aunque sea un creído. Como quisiera que pudiéramos derribarlo de ese caballo para que se le bajen los humos.

Derribarlo del caballo... o derribar al caballo. A veces derribar al jinete no era la respuesta. El caballo podía ser un escudo natural si el enemigo le disparaba a él en lugar de a ti (aunque Link valoraba demasiado a Epona para hacer algo así), pero estaba el riesgo inherente de que al perder tu montura, escapar a pie sería mucho más difícil. Desde luego, Ganondorf no tendría intenciones de escapar si ellos hacían eso.

- Tal vez, lo mejor no sea dispararle a él. – dijo Link. – Zelda, trataré de acercarme lo más que pueda, apúntale a su montura y derríbala. Será un blanco más sencillo, y le será más difícil protegerlo.

- Entendido. – respondió Zelda. Tenía sentido, podía desviar las flechas dirigidas hacia él, por ser el objetivo más "obvio", pero si le apuntaban a su caballo, podrían tomarlo desprevenido.

La princesa empuñó nuevamente su arco sagrado, y preparó una flecha de luz, mientras su amado dirigía a Epona entre los obstáculos para conseguir un disparo claro. Otra vez tuvieron que esperar a que Ganondorf se detuviera para lanzar otro ataque, y sería entonces que tendría su oportunidad. Cuando se paró para volver a alzar sus espadas hacia el cielo, Link hizo que Epona corriera por encima de una meseta más o menos elevada, desde la cual tendrían una excelente posición para disparar si saltaban, pero sería solo por una fracción de segundo.

- ¡AHORA! – gritó el muchacho, cuando Epona estaba llegando al borde para dar el salto.

- ¡AHÍ VA! – exclamó Zelda, dejando ir la flecha.

Aunque algunas de las criaturas cercanas parecieron percatarse de lo que estaban haciendo, y trataron de lanzarse para detener la flecha, su esfuerzo fue en vano, ya fuera porque no llegaron, o si lo hicieron, la flecha los atravesó fatalmente. El disparo fue certero, clavándose en la parte posterior del caballo de Ganondorf, que era una de las pocas zonas que no estaba bien protegida por la armadura, y el equino lanzó un relincho de dolor al tiempo que se alzaba sobre sus patas delanteras violentamente, casi lanzando fuera de su espalda a su jinete. Pero incluso así, la energía sagrada que le inyectó la flecha hizo su efecto, comenzando a resquebrajarse hasta que finalmente explotó, haciendo volar al rey maligno por los aires.

- ¡Vamos por él, Epona! ¡YA! – dijo Link espoleando a su yegua para aproximarse a él. Era hora de pelear cara a cara contra el verdadero origen de todas esas desgracias que los habían azotado de una vez por todas.

La explosión de su caballo oscuro lo tomó con la guardia baja. Hizo algo más que aturdirlo: la sintió, hasta admitiéndolo le dolió. Mientras se ponía de pie de nuevo, la irritación que le produjo ese ataque sorpresivo se entremezcló con la sensación de que esos dos mocosos podrían ser adversarios más formidables de lo que inicialmente pensó, y con lo mucho que le encantaba medirse contra oponentes poderosos, eso haría que su conquista y su triunfo fuesen todavía más dulces cuando finalmente los derrotara. Así, en cuanto los vio desmontarse y empuñar sus espadas, él tomó las suyas.

- Muy bien, mocosos. Espero que puedan proveerme de algo más que un buen entretenimiento. – les dijo, alzando sus dos espadas.

Link y Zelda no dijeron nada, simplemente intercambiaron miradas y asintiendo, se lanzaron a la carga flanqueando a Ganondorf cada uno desde un lado. El rey maligno bloqueó las espadas con las suyas, y ese choque inicial fue suficiente para comprobar que el verdadero era mucho más fuerte que el fantasma contra el que pelearon en la Fortaleza Gerudo, pues pudo empujarlos a los dos con fuerza suficiente para que tuvieran que dar una voltereta atrás para aterrizar de nuevo de pie. Zelda lo rodeó para intentar atacarlo por detrás, mientras Link iba a confrontarlo de frente con la Espada Maestra. Esquivó el tajo inferior de una de sus espadas de un salto, y bloqueó la segunda con el Escudo Hylian. Presionándolo contra el suelo con esta, intentó utilizar la segunda espada para darle un golpe a sus zonas desprotegidas, pero respondió interceptando su golpe con una estocada hacia la base de la hoja, con el efecto de que le aturdió la mano, aunque no lo suficiente para que soltara la espada. Inmediatamente, Zelda saltó detrás de él y lo atacó con una serie de estocadas relámpago por toda la espalda. A pesar de traer su armadura, el dolor punzante que le provocó le dio a Link la abertura para empezar a atacarlo, y este tardó en recuperar su guardia ante los tajos que le daba Link. Sin embargo, por alguna extraña razón tenía la sensación de que el muchacho no se estaba arriesgando tratando de conectar golpes fatales.

La princesa rápidamente se le unió para mantener ocupada la segunda espada de Ganondorf. Su florete no era apto para dar cortes como la Espada Maestra y podía parecer poco más que un alfiler ante las hojas gigantes de Ganondorf, pero las estocadas que daba con ella eran rápidas y precisas, y su armadura era lo único que parecía salvarlo de lo que para cualquier otro adversario habría sido fatal, pero por debajo todavía podía sentir las punzadas. Furioso, clavó las dos espadas en el suelo provocando una doble erupción de fuego oscuro, obligándolos a saltar fuera del camino. Esta vez, decidió atacar primero a Zelda, que esquivó sus ataques saltando con gracia y elegancia. Zelda saltó para darle una estocada en la cara, pero Ganondorf la golpeó con el antebrazo envuelto en fuego oscuro, transfigurándolo a lo que parecía la extremidad de una bestia y la hizo salir volando por los aires.

- ¡ZELDA! – gritó Link.

Cuando parecía que Ganondorf iba a ir tras ella, Link inmediatamente corrió hacia él para atacarlo por la espalda. El joven héroe intentó darle un tajo con salto usando sus botas voladoras para impulsarse, pero Ganondorf se anticipó a él y puso una de sus espadas para bloquearlo. Inmediatamente los dos volvieron a trabarse en un duelo cercano. Mientras las hojas de ambos chocaban y resonaban, Zelda pudo ponerse de pie de nuevo. Vio que Link lo estaba haciendo bien, considerando quién era su oponente, pero ella tenía que ayudarlo. La ventaja de estar ahora peleando en un espacio abierto era que ahora podía utilizar mejor sus hechizos para pelear sin miedo a causar daños al entorno, cosa que no podía hacer mientras estaban peleando contra el fantasma en la Fortaleza Gerudo. Tomando la batuta, empezó a recitar un encantamiento para invocar una tormenta de rayos encima de Ganondorf y Link, la clave sería invocarla en cuanto Link estuviese a distancia segura. Dicha oportunidad vino cuando el muchacho le dio una patada doble en el pecho a su adversario, empujándolo con el aire comprimido de las botas y aterrizando a suficiente distancia. Con esto, Zelda alzó la batuta y la bajó violentamente.

¡BOOOOOMM! Un poderoso relámpago cayó violentamente causando una gran explosión y levantando una gran cantidad de humo. Ninguno de los dos se atrevió a acercarse, prefirieron mantener distancia segura hasta que el humo se disipara por completo para ver su estado. Y en efecto, el humo sí se disipó, pero fue cuando desde dentro de él resonó un potente grito de furia. Tanto el héroe como la princesa vieron a su adversario de pie en medio de un cráter, sus dos espadas todavía en mano, y a su alrededor un aura oscura, como la de una bestia gigantesca. El maligno rey alzó la mano derecha, aun sosteniendo su espada, y empezó a emitir el resplandor del fragmento de la Trifuerza que se hallaba allí. Al hacerlo, los de Link y Zelda también resonaron y comenzaron a brillar. Los dos supieron exactamente lo que estaba intentando.

- No... no lo harás. – dijo Zelda, concentrándose profundamente. Link, aunque no le dijeran nada, también supo exactamente lo que tenía que hacer.

- ¡VENGAN A MÍ, FRAGMENTOS DE LA TRIFUERZA! ¡VUELVAN A SER UNO SOLO Y ENTRÉGUENME EL PODER QUE ME PERTENECE POR DERECHO! – gritó Ganondorf alzando su puño en el aire.

El resplandor del fragmento del Poder se intensificó, al igual que los otros dos, pero esta vez, estando preparados, Link y Zelda pudieron evitar que estos les fueran arrebatados por la fuerza. Cya tuvo éxito cuando lo hizo en aquella ocasión por haberlos tomado por sorpresa. Lo único que tenían que hacer era desear con todas sus fuerzas que el fragmento permaneciera con ellos, y de manera consciente. Sería una batalla de voluntades: aquel que tuviese la mayor fuerza de espíritu sería el vencedor. Por un momento, pareció que Ganondorf sería el vencedor, pero eventualmente, las voluntades combinadas de Link y Zelda prevalecieron. El antiguo rey Gerudo finalmente desistió.

- Impresionante. – les dijo bajando su puño y relajándose. – No creí que pudiesen resistir de esa manera.

- Cya ya utilizó el mismo truco con nosotros una vez. – dijo Link. – ¿Creíste que no estaríamos preparados para él?

- Y esa vez, fue solo porque nos tomó desprevenidos. – Zelda lo apuntó con su florete. – Nuestra voluntad es más fuerte que la tuya, siempre ha sido así.

- Tal vez, pero no podrán ganar esta batalla solo con voluntad. – respondió Ganondorf.

De nuevo, pareció decidir por un momento a quién de los dos quería atacar primero. Finalmente eligió a Zelda y comenzó a correr hacia ella, pero Link saltó impulsándose con las botas y lo embistió con el escudo para sacarlo de curso y alejarlo de ella. Los dos volvieron a trabarse en un duelo cercano, pero esta vez siendo Link el que iba mayormente a la ofensiva. Zelda no tardó en unírsele, esta vez con la hoja del florete comenzando a resplandecer en dorado, al igual que la de la Espada Maestra. Fue entonces que Ganondorf se percató de lo que hacían: los mocosos estaban canalizando el poder de sus fragmentos de la Trifuerza a través de sus armas para aumentar el poder de sus ataques. Tras un doble tajo que usaron para desviar las dos hojas masivas de su adversario, la pareja dio una doble estocada hacia el pecho de Ganondorf, causando una explosión de energía sagrada en cuanto sus armas hicieron contacto con la armadura de su enemigo. El impacto lo hizo salir despedido, pero aterrizó a salvo, usando las armas como freno clavándolas en el suelo. Zelda y Link corrieron para seguir presionando sus ataques antes que tuviera la oportunidad de sacarlas, y en efecto, los dos comenzaron a atacarlo con tajos y estocadas a una velocidad tal que para protegerse tuvo que utilizar las guardias de sus guanteletes. Los movimientos de sus adversarios de pronto eran mucho más fuertes y veloces, y si se descuidaba podrían conectar golpes críticos.

- ¡RAAAAAAAAAAAARRRGHHH! – exclamó furioso mientras daba unas fuertes palmadas hacia el frente.

Aunque las manos de Ganondorf no hicieron contacto directo con sus adversarios, las ondas de energía oscura resultantes enviaron al héroe y a la princesa a volar por los aires dando vueltas a una distancia y altura más que considerable. Zelda tuvo que usar la batuta para generar un tornado que aminorara su caída, mientras que Link comenzó a patear el aire para estabilizarse y aterrizar a salvo. Con sus enemigos a distancia, Ganondorf usó sus poderes telekinéticos para volver a recuperar sus espadas. Muy bien, si ellos querían subir el nivel de juego, lo justo era que él respondiera de igual forma. Concentrándose, invocó el poder de su fragmento para empezar a canalizar su energía hacia sus dos espadas. A diferencia de las armas de Link y Zelda, que brillaban con una luz sagrada de color dorado, las hojas de Ganondorf adquirieron un resplandor rojo y púrpura entremezclado con llamas negras, una total manifestación de su pura maldad.

En respuesta, Zelda utilizó la batuta para invocar de nuevo la tormenta de rayos encima de él, esta vez con mayor potencia de impacto. Ganondorf no se movió de donde estaba, pero Link permaneció en alerta por si intentaba algo mientras Zelda recitaba el conjuro. Pero cuando la princesa completó el ataque y lo hizo caer, se hizo patente la razón: Ganondorf no tuvo que esquivarlo. Colocando sus dos espadas cruzadas sobre su cabeza, estas absorbieron todo el impacto del rayo.

- ¿Ya terminaron? Muy bien... ahora, es mi turno.

Dicho esto, cruzó sus dos hojas enviando una cuchilla púrpura con forma de X, muy parecida a la que utilizó para atacar a Lana, pero más grande y más potente, que dejó surcos en el suelo a su paso, forzando a los elegidos a saltar en direcciones opuestas para salvarse del daño, y posteriormente de la explosión resultante cuando esta chocó contra una meseta, haciendo que volaran fragmentos de roca por todos lados. Esto los perturbó momentáneamente, pero no podían dejarse intimidar. Mantenerse firmes en sus voluntades era clave para poder derrotarlo.

Una vez más, la pareja tomó la iniciativa y comenzaron a atacar. La defensa de Ganondorf parecía haberse vuelto más férrea después de ese ataque, pues ahora parecía bloquear mejor los tajos y estocadas que le lanzaban los dos. No obstante, sus movimientos, pese a que no pudiesen catalogarse como "lentos" o "torpes" (especialmente para un hombre de su tamaño y masa muscular), tampoco parecían hacerse más rápidos. En tal caso, la ventaja que aún podían aprovechar era hacer ataques más veloces y precisos, intentando golpear en puntos ciegos o desprotegidos.

Ahora que Ganondorf estaba utilizando el poder de su fragmento, pelear contra él incluso entre los dos era demasiado arriesgado, pues no podrían superarlo en fuerza bruta. En este punto, vinieron a la mente del muchacho varias de las lecciones clave que le enseñó su tío cuando lo entrenó en el arte de la espada. Muchas de ellas centradas en como derrotar a un oponente que lo superaba no solo en fuerza, sino en cualquier otro aspecto. En tal caso, Ganondorf también le aventajaba en tamaño, experiencia, y poderes especiales, aparte de contar con un par de armas físicamente superiores y más imponentes.

- "Descifra sus patrones de ataque, si sabes de lo que es capaz, tendrás la mitad de la batalla ganada."

- "Encuentra la forma de utilizar sus habilidades en su contra."

- "Si no puedes vencer a tu oponente directamente, destruye su arma."

- "Destruye su arma..." – Link murmuró para sí mismo, mientras él y Zelda esquivaban un combo de tajos horizontales.

Las espadas gigantes que Ganondorf utilizaba contra ellos eran armas muy poderosas en sus manos, pero Link sabía perfectamente que toda arma tenía un punto débil. Más todavía, incluso las mejores tenían un límite de durabilidad y de cuánto daño eran capaces de soportar antes de romperse. El proceso podía acelerarse si se concentraba el daño en un punto específico. En un combate real, esto era poco práctico dado que no había manera de saber qué tanto de usada tenía un arma, pero él y Zelda podían tomar ventaja de su poder. Incluso usando el poder del fragmento, Ganondorf ocasionalmente necesitaba tomarse un respiro antes de seguir atacando, especialmente cuando imbuía sus pesadas hojas con fuego y relámpagos oscuros para atacarlos a distancia. En uno de estos, mientras Zelda usaba su magia potenciada con su fragmento para reponer sus propias energías (y las de Link), el muchacho aprovechó de decirle su idea.

- Zelda... concentra tus ataques en las espadas de Ganondorf. – le murmuró. – Específicamente en la base de la hoja. No importa cómo, pero dale todos los golpes potenciados que puedas en ese lugar.

- ¿Qué tienes planeado? – preguntó Zelda.

- ¿Confías en mí? – le replicó él, esbozando una media sonrisa. Ella se la devolvió de igual manera, y combinada con una mirada como si se sintiera ligeramente ofendida de que se atreviera a preguntarlo.

Mientras Ganondorf estaba tomando su respiro, ellos a una distancia segura decidieron hacer su propia preparación antes de reanudar el feroz duelo. Momentáneamente, Link se colocó el escudo a su espalda para tener la mano derecha libre, y sujetar con ella la Espada Maestra. Con eso, tenía su mano izquierda libre para entrelazarla con la de la joven princesa. Los fragmentos de la Trifuerza al estar en proximidad uno con el otro destilaban mucha energía y poder, y en ocasiones más de lo normal. Los dos suyos en particular eran muy propensos a esto, y decidieron que aprovecharían uno de estos estallidos de poder en cuanto sucediera. O más bien, querían PROVOCAR que sucediera de manera intencional. El resplandor de sus manos se manifestó en las hojas de sus espadas, más fuerte y brillante que antes, y justo en el instante en que Ganondorf se alistaba para volver a atacar.

- ¡TERMINEMOS CON ESTE JUEGO! – exclamó el malvado rey Gerudo alzando sus dos hojas nuevamente.

En respuesta, la pareja corrió a su encuentro, con sus armas listas. A partir de ahora, los dos tomaron un enfoque diferente en su forma de enfrentarlo. El poder de Zelda de tener premoniciones también podía ser utilizado en capacidad menor de manera consciente, para predecir lo que sucedería con unos segundos antes. Esto en batalla era útil como una forma de anticiparse al movimiento del contrario, pero solo tenía unos segundos para analizar y preparar un contraataque. Entretanto, Link decidió utilizar aquella capacidad que aprendió durante su duelo con el guardián que custodiaba la Espada Maestra. En este punto, ya había visto casi todos los movimientos como espadachín de Ganondorf, y si podía anticiparse a ellos, igual que Zelda, podría encontrar la forma de contrarrestarlos.

Ganondorf los atacó con un doble tajo horizontal, que los dos esquivaron saltando sobre él para ponerse en su espalda, y atacarlo con una doble estocada. El Gerudo previó sus intenciones y sin darse la vuelta colocó sus espadas para bloquear sus ataques con ellas. Lo que él no tenía idea, por supuesto, fue que los dos intencionalmente golpearon exactamente en la base de las hojas con toda su fuerza. Solo estaban haciéndole creer que sus ataques iban dirigidos hacia él, pero no perderían la oportunidad de hacer entrar alguno si encontraban la abertura. Girándose para dar un amplio tajo, disparó una onda expansiva eléctrica que tuvieron que saltar para esquivarla, seguida de un golpe doble cruzado lanzando la cuchilla en X. De manera instintiva, los dos esperaron hasta último momento, canalizando su energía sagrada hacia sus armas, y juntos ejecutaron su propio doble cruzado en el momento en que estuvo a punto de llegarles el ataque, logrando devolvérselo con un gran esfuerzo. Este repentino regreso tomó momentáneamente por sorpresa a Ganondorf, que tuvo que protegerse cruzando sus espadas, y aunque evitó sufrir daños significativos el retroceso de la explosión de su propio ataque fue notable. Pero Link y Zelda no iban a detenerse allí: inmediatamente se lanzaron para presionar el asalto. Estando a poca distancia uno del otro, decidió intentar terminarlos a los dos con un solo ataque, clavando una de sus espadas en el suelo para hacer una fisura, mientras mantenía la otra en guardia en caso de que lograran esquivarlo.

Y así fue: agarrando de la mano a Zelda, Link usó las botas para impulsarse en el aire y esquivar la erupción que venía debajo de ellos. Con un grito de batalla, los dos descendieron con sus armas y forzaron a Ganondorf a protegerse con su segunda espada, mientras las puntas del florete de Zelda y la Espada Maestra golpeaban la base de la gran hoja de Ganondorf. Por un breve instante, tanto Link como Zelda pudieron ver que la energía sagrada que destilaron sus armas al impactar iluminaron las grietas que estaban provocando. El plan de Link estaba funcionando. Solo tenían que seguir presionando en ese lugar, y las espadas de su adversario serían historia.

Ignorante de esto, Ganondorf, todavía teniendo su otra espada clavada en el suelo, transfiguró su brazo libre hacia su forma de bestia para darles un zarpazo. Esta vez, estando preparados, los dos se agacharon para esquivarlo, y sin perder tiempo iniciaron su contraataque, esta vez poniéndose a corta distancia para forzarlo a ponerse a la defensiva. Empezaron a enviar estocadas hacia la cara de su adversario, sabiendo que instintivamente este se protegería allí primero, y todo el tiempo atacando hacia la misma zona, y ocasionalmente dándole aberturas para que atacara, solo para interceptarlos golpeando en la base de las hojas. En cierto momento, Link consiguió desviarle un tajo vertical, y Zelda atacó con sus estocadas relámpago en el peto de su armadura y estuvo a punto de clavarle la última en todo el medio de la cara. Apenas alcanzó a colocar su otra espada para protegerse detrás de ella, pero la estocada lo hizo retroceder de nuevo. Link tomó el relevo y siguió atacando, forzándolo atrás todavía más. Ya con esto el juego dejaba de ser divertido, y en un arranque de furia desesperada, lanzó ese fuerte rugido más propio de una bestia y alzó sus dos espadas para ejecutar el doble tajo horizontal, enviando una onda expansiva de gran potencia y radio, tomando a la pareja por sorpresa.

- ¡YAAAAAAAAAAHHH! – Link y Zelda volaron por los aires, y esta vez no pudieron enderezarse para aterrizar bien. Link cayó de espaldas y Zelda de rostro, pero no parecieron haber sufrido heridas graves.

- Auch, eso hasta a mí me dolió. – dijo Proxi. – ¿Están bien?

- Seguimos aquí, eso es algo. – dijo Link.

- ¡Aquí viene! – gritó Zelda.

Ganondorf esta vez se lanzó hecho un bersérker en toda su furia, y comenzó a atacarlos con mayor ferocidad que antes. Sus cortes se volvieron mucho más violentos y amplios, pero eso también los volvía más predecibles, permitiéndoles a la pareja contraatacar con relativa facilidad. Tomando ventaja de que, por mucho que lo deseara, no podía centrar su atención en los dos, comenzaron a flanquearlo de nuevo para atacarlo por ángulos opuestos y dificultarle todavía más colocar de manera efectiva su defensa contra ellos. Hasta ahora, había podido bloquearles todos sus golpes, pero seguía sin percatarse de cuáles eran sus verdaderas intenciones.

Con cada tajo y estocada, Link y Zelda se acercaban más y más a su objetivo. Los dos mantenían los ojos fijos en los puntos de las hojas de Ganondorf que estaban atacando, tomando cada oportunidad para incrementar el daño, sin que él se percatara de que las grietas ya empezaban a hacerse visibles. En cierto momento, Ganondorf trató de hacer lo que parecía su propia versión del ataque giratorio de Link, que resultó todavía de más amplio radio y más devastador que el que hizo el guardián de la Espada Maestra. Para ese caso, sin duda que dos espadas eran mejor que una sola. Pero si no se daba cuenta de que sus armas estaban llegando al límite, ahora era el momento de actuar. Link y Zelda continuaron golpeando, bloqueando sus ataques con estocadas rápidas y precisas, y esquivando los golpes más letales para tomar impulso y contraatacar. Y la oportunidad hacer su movimiento de gracia les vino cuando empezó a preparar otro ataque de relámpagos oscuros. Cuando lo terminara de ejecutar estaría vulnerable, y por forzar esa defensa, tendrían su oportunidad de romperlas.

Ganondorf alzó sus dos enormes y siniestras hojas, imbuyéndolas de relámpagos y fuego oscuro para ejecutar su devastador ataque. Muy poderoso, sin duda, pero ya lo habían visto las veces suficientes para saber la forma correcta de esquivarlo e iniciar el contraataque. Con un fuerte grito, ejecutó el tajo doble cruzado, enviando la onda expansiva de rayos oscuros hacia ellos.

- ¡AHORA! – gritó Link.

Link y la Princesa se impulsaron en el aire, con sus armas listas para dar esas estocadas decisivas. Ganondorf se anticipó y logró poner sus dos espadas en posición defensiva para protegerse. Que era exactamente lo que Link y Zelda esperaban que hiciera, pues los dos tenían sus blancos fijados: Zelda enfocó su mirada en la base de la hoja izquierda, y Link hizo lo propio con la derecha. El florete y la Espada Maestra resplandecieron con fuerza, y al hacer contacto en los puntos de impacto, sucedió.

¡CRACK! Tal como lo esperaban, las hojas de Ganondorf finalmente llegaron a su límite de resistencia. Las grietas, invisibles hasta ese momento, fueron iluminadas por la energía sagrada que destilaban las espadas de Link y Zelda, se hicieron prominentes, y el maligno se quedó con solo un par de empuñaduras en mano, mientras los filos salían volando por los aires a clavarse lejos. Por supuesto, al romperse las espadas, no había nada que detuviera a las armas de Link y Zelda de alcanzarlo a él, y estos ataques consiguieron penetrar su armadura y lograr causarle sus primeras heridas de esa batalla. La marca estaba allí, pero no lo suficiente para matarlo, no mientras tuviese la Trifuerza del Poder. Necesitarían mucho más que eso para derrotarlo.

Claro que ellos lo sabían, e inmediatamente comenzaron a atacarlo sin piedad, esta vez teniendo que utilizar las guardias de sus guanteletes para escudarse, luego de arrojar las empuñaduras (ahora inservibles para él), mientras los mocosos empezaban a acelerar el ritmo de sus ataques y lo forzaban a retroceder cada vez más. Le parecería increíble, pero de nuevo, sus encarnaciones anteriores habían sido capaces de ofrecerle batallas igual de formidables incluso a edades similares. Para ahuyentarlos, transfiguró su brazo a modo de bestia, y golpeó el suelo con la otra mano, levantando un enorme pilar de llamas púrpuras y negras, forzándolos a cesar su ataque y alejarse. La columna llameante se mantuvo por varios segundos, hasta que de pronto se fue dispersando, y concentrándose en una forma alrededor de la mano del Gerudo. Esta se fue acumulando hasta formar una estructura alargada y delgada, como una lanza. O más bien, como una especie de tridente, pues tenía tres puntas en el extremo.

Al disiparse el fuego, la pareja pudo apreciar la nueva arma de su adversario. Las puntas de esta de cierto modo evocaban a las espadas que utilizaba antes, eran negras y dentadas, como las mandíbulas de una bestia, y era incluso más largo que la lanza de Volga (apropiado, pues Ganondorf era más grande en tamaño que él en su forma humanoide).

- Grandioso, es decir que tenía un arma de reserva. – dijo Link. ¿Por qué no estaba totalmente sorprendido?

- Le tenía un gran aprecio a esas espadas. – dijo Ganondorf. – Es una lástima, me sirvieron muy bien, creo que lo apropiado es que los castigue por haberlas destruido.

- Solo inténtalo. – dijo Zelda.

Arma nueva o no, todavía tenían que derrotarlo. Su primer movimiento, sorprendentemente, fue lanzarlo como una jabalina, directo hacia Zelda. La princesa no tuvo tiempo de reaccionar, pero afortunadamente Link sí, y saltó frente a ella para protegerla con el escudo. Evitó sufrir daños, pero el retroceso por el impacto lo hizo caer encima de Zelda, y envió el tridente dando vueltas por los aires, regresando de vuelta a la mano que lo lanzó.

- Auch... Zelda, lo siento, no fue mi intención...

- No te preocupes. – dijo Zelda, poniéndose de pie. – Pudimos romperle sus armas antes, podemos volver a hacerlo.

En teoría sonaba sencillo, pero como era de esperarse sería mucho más complicado. Ahora al estar usando otra arma, su patrón de ataques cambió totalmente. El tridente, al ser un arma de una sola mano extendía enormemente su alcance, y las puntas separadas eran útiles para atrapar las armas del enemigo entre ellas para desviar los ataques. El florete de Zelda ya no era un arma apta para pelear a corta distancia contra él, así que tanto ella como Link también cambiaron su estrategia. Link siguió peleando con él frente a frente, evadiendo sus ataques, mientras Zelda tomaba su distancia y preparaba su arco para apoyarlo desde lejos.

- "No, muchachita, no creas que te lo permitiré." – dijo mirando por la esquina del ojo.

Consiguió atrapar la Espada Maestra entre dos puntas y al desviarla de lado, alejó a Link con un puñetazo cargado de energía oscura. Link apenas pudo poner el escudo para protegerse, pero igual que antes no era inmune al retroceso que le provocaba. Tuvo que patear el aire para aterrizar bien, pero lo alejó lo suficiente para poder ir por Zelda. La princesa en aquel momento alcanzó a cargar una Flecha de Luz en el arco y la disparó apuntándole a la cara. Ganondorf puso el tridente justo a tiempo para interceptar el proyectil, pero la explosión de energía sagrada fue más potente de lo que esperaba y lo hizo retroceder. Sin tardanza, la joven volvió a preparar otra, mientras su adversario se reponía y volvía a la carga. La disparó de nuevo, y esta vez no se limitó a bloquearla: la desvió con un movimiento lateral bien calculado, haciendo que explotara a un lado de él sin que pudiese detenerlo. Esta vez no pudo cargar otra, ya se le venía encima...

- ¡NOOOOO!

¡SLASH! Un tajo con salto de Link en su espalda lo detuvo en seco, y el muchacho inmediatamente estuvo a punto de seguirlo con una estocada hacia su cabeza. El malvado alcanzó a girarse y bloquear ese ataque, tratando de soportar ese dolor tan familiar, ¿cuántas veces no había sido herido por esa misma espada? Ya no podía recordarlo, pero ese dolor tan agonizante siempre estaba allí. Un portador diferente, pero con el mismo espíritu, y la misma arma, era responsable de su derrota una y otra vez.

- No vas a ponerle un dedo encima, maldito...

La mirada de Link estaba roja de pura furia, el muchacho apretaba los dientes. El solo hecho de ver a su amada amenazada centuplicaba sus fuerzas. Zelda pudo alejarse y le disparó otra flecha, esta vez sin que pudiera protegerse.

- ¡AAAAAAAAARRRRGHH! – gritó al sentir como el proyectil sagrado se incrustaba en su espalda. El primer golpe certero que la princesa lograba acertarle.

- ¡Link, es tu oportunidad, atácalo ahora! – exclamó Zelda.

Link no esperó a que Zelda terminara de decirlo, ya estaba atacándolo sin piedad. Ganondorf apenas pudo proteger su cabeza con dificultad, esa energía sagrada lo dejó con sus sentidos entumidos y sus extremidades se sentían pesadas, pero el muchacho sin amilanarse golpeó los puntos de su armadura que pudo alcanzar, tratando de rompérsela. Si no podía atacarle la cabeza, iría por el corazón, o al menos, por el lugar donde se suponía que lo tendría. Zelda se acercó más mientras preparaba otra flecha, y le gritó a Link para que se alejara cuando la disparase. Tenía toda la intención de hacer este un golpe fatal. No podía fallarlo...

- "Mi poder... todavía no es suficiente. ¿Por qué mi fragmento se resiste tanto?" – pensó Ganondorf. – "No tengo alternativa... tendré que hacerlo por el momento."

No había mejor momento. En el momento en que ella disparase su flecha sagrada, él solo tenía que enviar una carga opuesta de energía maligna. Eso era todo lo que necesitaba. Zelda dejó ir la flecha, apuntando al medio de los ojos de su adversario, y este replicó canalizando su poder maligno hacia la punta central de su tridente, para que se encontrara de frente con la de la flecha sagrada. El resultado fue obvio: la colisión de las dos energías provocó una enorme explosión, que incluyó además un cegador destello y una onda expansiva que incluso se sintió en las cercanías y sacudió la tierra. Link y Zelda incluso con su distancia todavía fueron lanzados hacia atrás varios metros a resultas de esto, y de hecho quedaron aturdidos por un par de minutos.

- Auch... qué aterrizaje. – dijo Link.

- ¿Estás bien, Link? – dijo Proxi. – ¿Dónde está Ganondorf? ¿Lograron matarlo con ese ataque?

- Mínimo tiene que haberlo dejado herido de gravedad. – dijo Link, poniéndose de pie. Zelda también estaba recuperando el conocimiento, y fue la primera en acercarse.

Al acercarse y disiparse el humo, lo único que alcanzaron a ver fue un cráter humeante. Pero estaba totalmente vacío. No había cadáver, no había restos, ni siquiera algún indicio de que hubiera estado allí. Eso no era buena señal, y Zelda lo sabía por experiencia propia. Si no quedaba algo, era que no estaba muerto. Pero no podía sentir bien su presencia para estar segura, la explosión provocó además una distorsión en la fuente mágica que le impedía usar bien sus capacidades sensoriales para examinar el área.

- Impresionante... - sonó la grave voz del antiguo rey Gerudo. Con toda certeza, en ese instante reapareció frente a ellos, tridente en mano, y en apariencia otra vez ileso, como si no hubiese sufrido ningún daño.

- Tiene que ser una broma. – dijo Link. – ¿Después de todo ese castigo y como si nada?

- No hay alternativa. – dijo Zelda. – ¡Link, no podemos darnos por vencidos!

- ¡Claro que no, Zelda! – agregó el joven héroe.

- ¡Vengan por mí, si es que se atreven, mocosos! – dijo Ganondorf, alzando su tridente.

La pareja nuevamente volvió a lanzarse a la carga. El Gerudo arrojó su arma, que voló girando como si fuese un boomerang. La pareja saltó para evadir y siguieron adelante, pero en el momento en que llegaron hasta él. Ganondorf desapareció en una bruma negra y púrpura antes de que lo pudieran atacar. Reapareció de nuevo detrás de ellos para atrapar su tridente, y empezó a concentrar en él una enorme esfera de energía oscura, que empujó hacia adelante con una estocada.

- ¡Link, a un lado! – exclamó Zelda.

Los dos saltaron en direcciones opuestas, logrando evitar el impacto directo, pero la explosión resultante tuvo una gran fuerza, creando una enorme erupción que los habría incinerado de no haberse retirado a tiempo. Ganondorf volvió a alzar su tridente, esta vez para hacer una invocación, dándole forma a su siniestra energía como un gran murciélago infernal (literalmente, estaba hecho de puro fuego). Con un movimiento hacia el frente del tridente, lo dirigió hacia sus enemigos. Link no esperó para reaccionar y se lanzó a darle un tajo con salto, cortándolo a la mitad, pero esto no lo eliminó, lo atravesó por ser etéreo, y separando cada una de las dos mitades se regeneró en otro más pequeño, pero más rápido, y ahora había uno para atacar a cada uno de ellos. Los dos siguieron atacando, pero cada vez que golpeaban a uno, dos más lo reemplazaban. Si seguían de ese modo, terminarían por convertirse en un enjambre de mosquitos envueltos en llamas, imposibles de detener.

- ¡Link, afiánzate al suelo! – gritó Zelda.

El muchacho obedeció clavando la espada y agarrándose con fuerza, tratando de usar su escudo para protegerse. Zelda utilizó la batuta para invocar un tornado, y lo dirigió con fuerza y precisión para atraer a todos los mini-murciélagos y enviarlos lejos. Con suerte, el tornado los dejaría fuera de vista o hasta los disolvería. Eso resolvía un problema, pero el mayor seguía allí. Ganondorf levantó el tridente y lo clavó en el suelo, creando un terremoto al tiempo que lanzaba ondas de energía oscura a ras de la tierra y la sacudía.

- ¡LINK, PRINCESA, CUIDADO! – exclamó Proxi, tratando de alertarlos.

La advertencia de la pequeña hada llegó apenas un segundo a tiempo: los dos lograron saltar fuera del camino, pero entonces Ganondorf se lanzó como propulsándose con sus llamas oscuras para dar un golpe con el tridente, directo hacia Link. El joven héroe apenas pudo cubrirse con el escudo, pero el peso y la fuerza de su oponente lo hizo volar unos veinte metros, haciendo que cayera de sentón en el suelo.

- ¿Link, estás bien, no te lastimaste? – preguntó Proxi.

- Auch, creo que las sentaderas me van a doler todo un mes. – replicó el muchacho, volviendo a incorporarse, a tiempo para ver a su adversario yendo directo hacia su amada. – ¡Zelda!

El Gerudo atacaba ferozmente a la princesa, con su enorme tridente dejando un rastro de fuego púrpura tras de sí con cada movimiento. Zelda se veía forzada a esquivar no solo los golpes sino el rastro que estos dejaban, pues este permanecía por varios segundos antes de disolverse. Pudo comprobarlo cuando un poco de este le hizo mella en sus protectores, dejándole marca en el metal apenas con el roce, no quería ni pensar lo que le haría si llegaba a tocarle la piel. Zelda saltaba y giraba hacia atrás para evadir los golpes, mientras Link corría en su dirección para auxiliarla, lanzándose con un tajo con salto. Ganondorf paró su ataque con un bloqueo horizontal, que Link respondió con un tajo de revés. A su vez Zelda aprovechó de lanzarse con sus estocadas relámpago mientras este estaba ocupado con Link. La última y más fuerte de todas, consiguió atravesarlo, pero este no reaccionó como debería, no gritó de dolor (lo de caerse muerto por ser herido en su corazón era debatible gracias a la Trifuerza del Poder), pero sí lo inmovilizó aparentemente, dándole a Link la abertura para dar un tajo hacia arriba con el que le voló de las manos el tridente y concentrando tanto poder de su fragmento como le fue posible, le asestó uno desde el hombro, atravesándole la armadura con un corte diagonal por todo el torso.

- ¡Pero qué...! – Al dar el corte, Link pudo ver por la abertura algo que se le hizo extremadamente familiar. Un rastro muy parecido al del falso Ganondorf que vencieron antes, solo que con marcas de color rojo en lugar de azul. Pero por lo demás eran idénticas.

- Jejejejeje, Jajajajaja, ¡JAJAJAJAJAJAJAJA!

- No... ¿es otro espectro? – exclamó Zelda.

Igual que en la Fortaleza Gerudo, el disfraz del espectro se resquebrajó mientras reía. Pero esta vez, Zelda percibió algo más: una acumulación de energía maligna. Los ojos de la princesa se ensancharon cuando la realización la golpeó como un rayo.

- ¡VA A EXPLOTAR! – exclamó.

Los dos comenzaron a correr desesperadamente, pero no había garantía de que pudieran escapar, estaban demasiado cerca. Finalmente el espectro lanzó un último grito y explotó, disipando un enorme domo de energía oscura, que ya se notaba que los alcanzaría irremediablemente, no podrían salir del radio a tiempo.

- "Maldición..." – pensó Link, cerrando los ojos y apretando los dientes mientras corría. No lo lograrían...

Y de repente, todavía con los ojos cerrados, sintió que era levantado del suelo, sus pies dejaron de hacer contacto. No había terminado de abrir los ojos de nuevo cuando sintió la energía de la explosión aproximarse, no habían podido salir del radio. Alcanzó a vislumbrar la cabellera azul de Lana, justo antes de ser alcanzado por la ola de energía oscura. Pero esta pasó a su alrededor sin hacerle daño, aunque eso no le quitó el escalofrío que sintió por lo cerca que pasó de ellos. Cuando finalmente pasó, fue que pudo analizar lo que había sucedido. Lana llegó justo a tiempo para colocarlos alrededor de unos campos de energía, tanto a él como a Zelda. Cuando la hechicera los retiró, volviendo a ponerlos a ambos en el suelo al mirar atrás, el resultado que quedó fue espeluznante: en todo el centro donde antes había estado el espectro, ahora lo que quedaba era un enorme cráter, que se extendía incluso por debajo de los pies de ellos. La energía había arrasado con todo lo que pudo alcanzar, nada se salvó. Nada excepto ellos. Además de Lana, el resto de sus amigos también habían venido, junto con un gran número de soldados.

- ¡Link, Princesa! – Lana fue la primera en acercárseles. – ¿Se encuentran bien?

- Ahora lo estamos. – dijo Link. – Gracias, nos salvaste.

Los dos se tomaron su tiempo para salir de ese cráter, y observar con sus propios ojos la destrucción que provocó la explosión de ese maldito espectro. Pero eso no era la peor parte obviamente. Se habían salvado por los pelos, pero de nuevo Ganondorf les había tendido una trampa con un señuelo. Y esta vez no era para distraerlos, ese iba con toda la intención de matarlos, y por poco lo consigue.

- Nos engañó otra vez. – dijo Zelda. – Un astuto y cobarde, por seguir usando esos espectros.

- ¿Quieres decir que otra vez estuvimos peleando con uno falso? – preguntó Link. – ¿Todo el tiempo?

- No, no todo el tiempo. – respondió la princesa. – Nuestros fragmentos de la Trifuerza resonaron cuando intentó quitárnoslos. Un espectro no podría haber hecho eso. Al menos en ese momento, ese tenía que haber sido el verdadero Ganondorf.

- ¿Pero entonces en qué momento dejó al falso? – preguntó Link

Zelda se puso la mano en el mentón, haciendo memoria de la batalla. El único momento en que podría haber hecho el cambio, sin que ellos se dieran cuenta, tuvo que ser uno en el cual ninguno de los dos pudiese verlo, y que las capacidades sensoriales de Zelda no pudiesen detectarlo. Y solamente hubo una instancia de esa situación.

- Tuvo que ser, cuando disparé esa flecha y la interceptó con su tridente. – dijo la princesa. – La colisión de las energías distorsionó la fuente mágica, y por eso no pude sentir lo que pasó. Debió ser muy rápido para haberlo hecho en tan corto tiempo, pero no creo que fuera imposible.

- Eso también explicaría por qué cuando nos enfrentábamos a Zant, de repente desapareció dejando atrás su capa y casco. – dijo Ruisu. Todos se voltearon a ver al pelinegro. – Zatyr, Lana, ustedes lo recuerdan, ¿verdad? Cuando peleamos con Zant en el pasado, apenas pudimos ganarle gracias al esfuerzo de todos y con ayuda de Maripola y Midna.

- Ahora que lo dices, es cierto. – corroboró Alexandre. – Para los problemas que Link y Fay dijeron que les dio, ese Grahim no pareció ser la gran cosa mientras estábamos peleando con él. Seguro escapó porque se dio cuenta que estuvimos a punto de ganarle entre todos.

Todos estuvieron de acuerdo. Si no lo supieran mejor, casi parecía que se habían dejado ganar antes de salir huyendo. Eso no era normal. No les habían ganado, todo parecía estar planeado. ¿Pero qué era lo que planeaban?

- Podría ser... que caímos dos veces en la misma trampa. – sugirió Impa. – ¿Qué tal si esta batalla, igual que lo que pasó en el Desierto Gerudo es solo una distracción?

Todos miraron a la comandante Sheikah con expresiones interrogantes. Pero el cómo y el por qué lo había hecho no eran relevantes. Lo que realmente importaba era dónde estaba ahora, y que tenían que detenerlo. Si se les había escapado, ¿a dónde iría?

- El castillo. – dijo Impa, respondiendo a la pregunta no formulada. – Si no pudo derrotarlos aquí y ahora, ¿qué tal si decidió escapar y atacar el castillo mientras no estamos?

- ¿Pero cómo iba a hacerlo? – preguntó Azael.

- No me extrañaría viniendo de él. – dijo Lana. – Perdónenme, no se los dije, pero en toda la zona del valle, una de las protecciones que coloqué fue un encantamiento anti-teletransportación. No sé cómo, pero él y sus secuaces lograron aparecerse aquí incluso aunque sigue activo. Si pudieron hacer eso, es posible que puedan teletransportarse hacia allá, tal vez justo ahora.

- Nuestros otros amigos están allá, pero... no creo que puedan pelear contra ellos. – dijo Ruisu. – ¡Diablos, no podremos llegar a tiempo!

- No necesariamente. – dijo Lana. – Tal vez tenga una forma de seguirlos.

Todos se quedaron viendo a la hechicera peliazul con expresión interrogante. Ella solo les dijo que la siguieran fuera de los límites del Valle de los Videntes a toda prisa. Como el tiempo apremiaba, nadie hizo preguntas. La razón de salirse de los límites del valle era específicamente para poder seguir a Ganondorf y a sus secuaces de la misma forma que ellos se habían escapado. Pero incluso así, tenía una complicación.

- No podré llevarme a todas las tropas a la vez. – les dijo. – Es una distancia demasiado larga, solo puedo teletransportarme yo misma con unos pocos de ustedes.

- No se diga más. – dijo Zelda. – ¿Qué debemos hacer?

- Colóquense todos alrededor de mí. – dijo Lana. – Usaré el hechizo para transportarnos a todos. De preferencia, creo que el punto más seguro será en las planicies fuera del castillo. Desde allí tendremos una buena vista de lo que sucede, y podremos interceptarlos. Además... creo que es lo más lejos que puedo llegar.

El grupo compuesto por Link, Zelda, la Legión y los dos comandantes Sheikahs se reunió en círculo alrededor de la hechicera, mientras esta comenzaba. Cada ser vivo que decidiera transportar con ese hechizo le iba a exigir un esfuerzo a Lana. En total con los mencionados, y ella misma (Proxi, al ser más pequeña, no representaba una carga mayor), serían un total de nueve, que era su límite para ejecutar la teletransportación a esa distancia con éxito. Tanto Link como Alexandre a regañadientes tuvieron que aceptar dejar atrás a sus monturas, cuando los soldados les prometieron que cuidarían de ellos, y se asegurarían de devolvérselos cuando pudiesen volver al castillo. El héroe y el lancero se despidieron de sus compañeros equinos, que claramente no querían abandonarlos, pero les prometieron que se volverían a ver muy pronto.

- ¿Están todos listos? – dijo Lana. Todo mundo respondió con un asentimiento de cabeza. – Muy bien, comenzaré.

- Nosotros los seguiremos por el camino largo. – dijo uno de los soldados.

- Denles su merecido a esas abominaciones. – agregó otro.

- Sentimos mucho no poder ayudarles. – concluyó un tercero.

- No se lamenten por eso. – dijo Zelda. – Ya ustedes cumplieron con su deber. Nosotros todavía tenemos que cumplir con el nuestro.

- Prepárense. – dijo Lana, empezando a recitar el cántico.

Debajo de ellos apareció un gran círculo mágico, y a su alrededor se formó un gigantesco domo de energía sagrada. Este era idéntico al que la hechicera utilizó para transportarlos fuera del alcance de Cya cuando provocó la distorsión del tiempo y el espacio que afectó a su tierra, pero era más grande para abarcarlos a todos y mucho más resplandeciente. La hechicera alzó su Tomo de los Espíritus e invocó todo su poder, y en un instante, el domo explotó en una luz brillante, y se contrajo, desapareciendo todos ellos, frente a los soldados hyruleanos.

Aquellos que se quedaron atrás no pudieron pronunciar palabra alguna. Se sentían impotentes de no poder acompañar a su legítima soberana y a sus comandantes al campo de batalla nuevamente. Lo que darían para poder estar allí para pelear a su lado, protegerlos, con sus vidas si era necesario, con tal de ayudarlos a lograr su destino, y de devolver la paz que les fue arrebatada. No quedaba más opción que viajar por su cuenta y, como lo dijeron, tomar el camino largo, y eventualmente reunirse con ellos, cuando lograsen su victoria. Porque sabían que saldrían victoriosos, pasara lo que pasara. Perder esa batalla no era una opción.

/--------------------------------------------------------/

Momentos antes, justo tras la desaparición de Ganondorf y sus secuaces...

A una distancia relativamente corta de las planicies que rodeaban el castillo de Hyrule, comenzaron a aparecer las hordas malignas. Su líder los había teletransportado a todos en un arranque desesperado.

- Mi señor Ganondorf... – dijo Grahim.

- Gran dios, ¿se encuentra...?

- Estoy perfectamente. – dijo Ganondorf. – Fue solo una retirada estratégica. Subestimé a esos mocosos. Estaban mejor preparados de lo que pensé.

Zant y Grahim parecieron aceptar esta explicación. Aunque técnicamente no era del todo falso, había una razón de mucho mayor peso para haber ejecutado ese desesperado (y en opinión de Ganondorf, deshonroso) movimiento de retirada. Y dicha razón, residía en el dorso de su mano.

¿Por qué su fragmento de la Trifuerza parecía resistirse a él? ¿Por qué se rehusaba a darle el poder que le pertenecía? Quizás el no poder arrebatarles a Link y Zelda los suyos tenía sentido, si estos habían aprendido a retenerlos con su propia fuerza de voluntad, ¿pero por qué el suyo estaba tan reticente a servirle cómo debía? ¿Tendría que ver con todo el tiempo que permaneció separado de él? ¿Podría haberle hecho algo Lana, o incluso Cya, durante el corto tiempo que lo tuvieron en su posesión? No, eso no podía ser. Ese fragmento era suyo, existía solo para darle su poder a él, lo había elegido. Y pronto los otros dos serían suyos también, como debió ser desde el principio.

- Necesitaré... un respiro para recuperar mis fuerzas. – les dijo. – En cuanto lo haya conseguido, atacaremos y destrozaremos ese castillo al que llaman su hogar. Y en cuanto a ustedes dos...

Al dirigirse a Zant y Grahim, estos se tensaron un poco. Casi se esperaban que su señor estaba a punto de castigarlos por no poder derrotar a sus adversarios. Si estuviese ganando, tal vez lo haría. Pero no, en este momento, era mejor hacerlos útiles. El incremento de poder que les dio antes claramente no fue suficiente. Necesitaban uno mayor.

- Les daré a los dos un poco más de mi poder. – dijo mientras alzaba su puño. – Ambos, entréguenme sus armas.

Hecho esto, Grahim entregó su espada demoníaca, y Zant sus cimitarras. Sujetándolas entre sus manos, Ganondorf se concentró, aspiró profundamente, y comenzó a rugir como bestia mientras imbuía las susodichas hojas con su propia energía púrpura y negra, con el fragmento del Poder en su mano resplandeciendo intensamente, aunque parecía forzado. Finalmente, tras lo que les pareció una eternidad a Grahim y Zant, les devolvió sus armas. Y los dos de repente dieron un sobresalto, ensanchando los ojos y quedándose tiesos por un momento, mientras sentían en su interior un subidón de energía como nunca. Como si dentro de ellos de pronto hubiese despertado un impulso irrefrenable, como de una bestia que luchaba por liberarse y lo lograba por fin después de lo que parecían siglos, sedienta de venganza y sangre, que sería imparable.

- Esto es...

- ¿Cómo se sienten? He imbuido las armas de los dos con una porción de mi propio espíritu. A partir de ahora, podrán sobrepasar sus límites. En otras palabras, les he dado una muestra de mi propio poder. Siéntanse honrados, son los primeros a quienes les otorgo este gran honor.

- Mi señor, le prometo que no desperdiciaré este gran don que me otorga. – dijo Grahim.

- Humildemente ofrezco mi gratitud, y renuevo mis servicios ante usted, mi dios. – agregó Zant.

- Ahórrenselo por ahora. Si desean agradecérmelo, utilicen ese poder para aplastar a mis enemigos. Esta vez no toleraré ningún fallo de su parte. – les advirtió.

- ¡Sí señor, gran Ganondorf! – replicaron al unísono.

Otro sacrificio que detestó haber hecho, pero era necesario para lograr sus fines. Desde luego, este poder no era más que un préstamo, y tenía toda la intención de reclamar el pago una vez que todo estuviese dicho y hecho. Unas cuantas horas, tal vez menos, eso era todo lo que necesitaba. Después de todo, no estaba demasiado lejos del castillo, y ese lugar no iría a ninguna parte, y con todas esas tropas habiéndose ido al Valle de los Videntes, seguramente la resistencia en la ciudadela sería prácticamente nula. Qué satisfactorio sería cuando regresaran, ver sus caras cuando vieran su querido hogar hecho pedazos y consumido por las llamas. SUS llamas infernales. Eso lo disfrutaría enormemente.

Y en cuanto a su fragmento de la Trifuerza, si este se rehusaba a cooperar, entonces lo obligaría a hacerlo por la fuerza. El poder de las Diosas le pertenecía por derecho, empezando por el que tenía en su mano, no existía con otro propósito que para servirle a él. Al igual que todos los mortales, solo existirían para postrarse a sus pies y servirle como a un dios, el amo y señor de Hyrule, y eventualmente del mundo.

Ya nada, ni nadie, podría detenerlos.

/-----------------------------------------------------------/

Praderas fuera del Castillo de Hyrule, un poco después...

En aquel momento, Maripola y Fay recorrían las murallas exteriores de la ciudadela, ayudando con las labores de vigilancia. Habían transcurrido varios días desde que Link, Zelda y los demás habían partido hacia el Desierto Gerudo, y todavía no tenían noticias de ellos. La princesa de los insectos se notaba bastante preocupada por su ausencia, y la razón por la cual se ofreció para este deber era para permanecer en movimiento y calmarse (sin mucho éxito) los nervios que sentía. Temía que les hubiese pasado algo malo.

- Oye, señorita Fay... ¿crees que la Princesa Zelda y los demás estén bien? – le preguntó cuándo se cruzaron.

- Imposible de determinar. – replicó el espíritu con voz monocorde. – Si lo que dijo la emisaria de las Gerudos era cierto, el desenlace de un conflicto como ese es incierto.

Abajo en la entrada de la ciudadela se encontraban el Jefe Goron y la Princesa de los Zoras, ambos con expresiones muy similares de preocupación y expectativa. Ambos habían querido acompañarlos, pero accedieron a permanecer en el castillo para defenderlo, en el caso hipotético de que fuese todo solo una distracción e intentaran atacarlo durante su ausencia. En ese preciso instante, vieron como Midna, montada en su lobo crepuscular gigante, venía corriendo a toda prisa. Preocupados, Darunia y Ruto se miraron entre ellos, y cuando finalmente llegó y se desmontó de su mascota, se notaba bastante agitada. Fay descendió desde la muralla levitando, y Maripola hizo lo mismo usando su sombrilla como paracaídas. Reunidos todos, la reina de los Twili comenzó a hablar.

- Amigos, tenemos serios problemas, con mayúscula. – les dijo.

- ¿Qué sucede? – preguntó Ruto.

- Estuve haciendo mi ronda por las praderas, y no van a creer lo que vi. – respondió Midna con seriedad. – O mejor dicho, a quién.

- No nos dejes en suspenso, hermana Midna. – insistió Darunia. – Dinos de una vez.

- Se ve algo diferente, su armadura es distinta y tiene pelo largo, pero estoy segura de que es él. Ganondorf – dijo Midna. Aunque Darunia y Ruto ya se esperaban dicho nombre, eso no evitó que sintieran el respingo, de imaginar que tendrían que enfrentarse a él. Pero Midna no había terminado. – Pero no viene solo. Entre sus filas, también alcancé a distinguir... a ese maldito traidor de Zant.

- ¿Pero no lo habíamos matado? – preguntó Maripola.

- Quizás no lo matamos bien. – dijo Midna. – Viendo el lado positivo, tengo otra oportunidad de vengarme de él. Y aparte de eso, vi a otro sujeto extraño, como albino y con unas ropas blancas ajustadas y ridículas, con aspecto algo afeminado.

- Grahim. – intervino Fay. – Es mi contraparte, un demonio al servicio de Demise, el Heraldo de la Muerte.

- Heraldo de la Muerte... ¿no hablan algo de eso las leyendas de la familia real hyruleana? – preguntó Ruto. Eso le sonaba vagamente familiar.

- Demise, también conocido como el Heraldo de la Muerte, es como se le conoció a la encarnación maligna a la cual se enfrentaron la Diosa Hylia en tiempos antiguos. – dijo Fay. – Eventualmente reencarnó en el individuo que ustedes conocen como Ganondorf.

- Grandioso, es decir que trajo a un lacayo de otra época. – dijo Midna. – No fue suficiente solo con Zant, por lo que parece.

- Esperen un momento. – dijo Maripola. – Pero si están aquí ahora, ¿eso no quiere decir que Link y la Princesa ahora están...?

Todos se quedaron mirando a la niña rubia, y un aura de desasosiego se apoderó de todos. Maripola tenía razón. Si Ganondorf se venía acercando ahora, ¿quería decir eso que los había derrotado? ¿Ahora vendría para tomar el bastión como un símbolo de su victoria y humillarlos más?

En aquel instante, como si las cosas no pudieran empeorar, cerca de donde estaban, en el centro de la pradera apareció un círculo mágico bastante amplio. Todos se pusieron en alerta al ver que empezaba a surgir una especie de domo luminoso, hasta que este se disolvió lentamente, revelando a varias figuras conocidas. Sus miedos de antes se vieron aplacados rápidamente de ver que se trataba de Link, Zelda, los Sheikahs, la legión de Link... y Lana, que estaba en el centro de todos ellos, y parecía algo agotada por un esfuerzo. El espadachín pelinegro fue para ayudarla a levantarse.

- ¿Estás bien? – le preguntó.

- Sí... lo siento, es que nunca había teletransportado a tantas personas en una distancia tan larga. – respondió Lana. Fue entonces que se volteó para ver que sus otros amigos estaban allí. – Lo importante es que llegamos, por lo que puedo ver.

- Muy bien, eso nos quita de encima un miedo. – dijo Midna. – La pregunta es, ¿qué está sucediendo aquí?

- Resumiendo, Lana nos teletransportó desde el Valle de los Videntes. – dijo Zelda. – Esperábamos poder llegar aquí antes que Ganondorf.

- Pues lo lograron, con pocos minutos de ventaja. – dijo Ruto. – Midna nos dijo que él y los suyos llegarán en breve. ¿Pero qué sucedió?

- Nos tendió una trampa. – dijo Link. – El ataque al Valle Gerudo fue solo un engaño para desviar nuestra atención, y se dirigió al Valle de los Videntes para conseguir la Trifuerza del Poder que estaba en manos de Lana.

- Lo siento. – se disculpó la hechicera. – Si hubiese sido más fuerte...

- No tiene caso lamentarse, hiciste todo lo que pudiste. – dijo Link. – El punto es que nos descuidamos, y se nos escapó, incluso durante la pelea. Lana solo pudo teletransportarnos a nosotros para llegar aquí, el resto de nuestras tropas se quedaron en el valle. Si Ganondorf y sus secuaces ya están aquí, significa que no podremos contar con ellos para que nos ayuden.

- Entonces nosotros tendremos que bastar. – dijo Ruto, sujetando su Cetro de Hielo. – Tenemos que detenerlos aquí y ahora.

Todos se quedaron viéndose entre ellos, con expresiones interrogantes. De un modo u otro, ya todo se reducía a eso. La batalla final de esta guerra estaba frente a ellos, ya no podían escapar. Era hora de afrontarla. La joven regente dio un paso al frente, anunciando su decisión.

- Esto es todo. – dijo Zelda. – Es hora de terminar con esta guerra de una vez por todas. Por favor, necesito que todos me presten su ayuda por esta última vez.

- No tiene que preguntarlo, Princesa. Mi fuerza y mi poder como Sabio del Fuego están a su servicio. – dijo Darunia.

- También el mío, como Sabia del Agua. – dijo Ruto.

- Mi propósito siempre ha sido servir a la Diosa Hylia y al Héroe legendario. – agregó Fay. – Obedeceré lo que me pidan.

- ¿Es una broma? No pienso perderme de toda la diversión. – sentenció Midna.

- Hum... yo no sé si... si debería estar aquí. – dijo Maripola. Midna le dio unos toquecitos en la cabeza.

- Ah, tú tranquila, pequeña. Solo quédate detrás de mí, y estaremos bien.

- Muy bien. – dijo Zelda. – Si ese es el caso, creo que es tiempo de que vayamos a detenerlos antes de que puedan llegar al castillo. Los enfrentaremos aquí mismo, en la pradera.

Todos estuvieron de acuerdo. Zelda y Link se pusieron al frente de todos, mientras que Midna invocó a su lobo crepuscular gigante y se montó en él junto con Maripola. Esa era la manera de "mantenerla cerca" para cuidarla. El resto decidió seguirlos a pie, dirigiéndose hacia la colina del sur, donde ocurriría el inevitable encuentro entre ellos, y las hordas oscuras de Ganondorf.

Con toda certeza, a los pocos minutos se hallaron los dos bandos frente a frente. El rey maligno parecía estar muy sorprendido de verlos allí, cuando había logrado burlarlos antes. Y más todavía de ver que habían traído a unos cuantos amigos más, algunos que reconoció de sus antiguos enfrentamientos con las encarnaciones pasadas del héroe legendario, que le ayudaron en sus travesías.

- Vaya, vaya, este es un encuentro inesperado. – dijo, haciendo un gesto a sus tropas para que se detuvieran. Aunque no lo aparentara por fuera, por dentro quería explotar de furia, de ver que sus adversarios habían podido ganarle de mano. – ¿Les gustó el regalo que les dejé? Veo que lograron salir bien librados de él.

- ¿Piensas volver a escapar? – dijo Link. – A estas alturas ya no me sorprendería. No eres sino un maldito cobarde que se oculta tras sus señuelos y sus lacayos.

- Más respeto al hablarle de frente al gran Ganondorf, mocoso. – dijo Grahim.

- Sí, más te vale dirigirte a él como es debido, o sufrirás mucho más. – dijo Zant.

- Cálmense, ustedes dos. – dijo Ganondorf. – No, niño. Ya esta vez no pienso escapar. Antes de derrotarlos a todos, quería destruir su hogar para hacerlos sufrir, pero ya que tienen tantos deseos de morir, se los concederé.

- No planeamos morir este día. – declaró Zelda. – Todos tenemos un futuro por delante, y si tenemos que derrotarte para poder alcanzarlo, así será.

- ¿Y qué les hace pensar que pueden derrotarme? – dijo, levantando su mano para mostrar su fragmento de la Trifuerza. – Tengo todo lo que necesito aquí en mi mano, y pronto, sus fragmentos también me pertenecerán. Apenas pudieron vencer a mi fantasma, y a duras penas pudieron mantenerse conmigo cuando trataron de atacarme en el valle.

- Creo que estás omitiendo un importante detalle. – dijo Zelda. – Puede que en algo tengas razón. Link y yo tal vez no tengamos la fuerza, o la experiencia de nuestros antecesores. Pero hay algo que tenemos que ellos no tuvieron cuando te enfrentaron.

Link y Zelda miraron de lado a lado, a todos sus aliados que los flanqueaban. Él y Zelda no elaboraron en mayor detalle, pero los dos sabían exactamente a lo que se refería la princesa. Sus encarnaciones pasadas habían tenido que pelear contra él en solitario, y tal vez a veces con alguien más ayudándoles un poco. Pero esta vez, esta vez era diferente. Ellos no estaban solos. Tenían a sus amigos, sus aliados, tanto del presente como del pasado con ellos. Ese era un poder con el cual sus antecesores no contaron antes. Quizás no supieran del todo como fue que sus antecesores lograron derrotar al enemigo en su momento. Pero sí sabían cómo lo derrotarían ahora. Sería con la fuerza de todos.

- No me importa qué tan poderoso seas. – dijo Link. – Veamos si puedes pelear contra todos nosotros al mismo tiempo.

- Ah, ¿crees que no puedo? – dijo Ganondorf. – Esto... esto será interesante.

Y dicho esto, el malvado rey Gerudo alzó su tridente, envolviéndolo de energía oscura, y formando con él su estandarte de batalla. En respuesta, cada uno de los defensores de Hyrule alistó su propia arma para el combate. Cada uno de ellos sintió que era momento de decir unas palabras, pues estaban a punto de enfrentarse con sus destinos.

- La batalla más difícil de toda mi vida. No creí que la enfrentaría tan pronto. – dijo Ruisu, empuñando la Espada Relámpago.

- Volga, si estás allí, hoy necesito que me prestes tu fuerza más que nunca. – agregó Alexandre, apretando con fuerza la Lanza del Dragón.

- Diosas... por favor guíen mis flechas. – Zatyr se puso la mano en el pecho, antes de empuñar nuevamente su arco.

- Hasta aquí llegamos. Triunfaremos juntos... o caeremos juntos. – Garrett se golpeó sus puños enguantados, resonando con fuerza.

- Quédense detrás de mí, hermanos. – dijo Darunia, alzando su martillo. – Me encargaré de protegerlos a todos.

- Déjanos algo a los demás, Darunia. – agregó Ruto, haciendo lo propio con su Cetro de Hielo. – Te recuerdo que los dos somos Sabios, y también es mi deber.

- Por fin podré vengarme de Zant con mis propias manos. – dijo Midna, acariciando a su lobo crepuscular gigante. Maripola detrás de ella, lucía con aspecto de preguntarse si debería estar allí en primer lugar.

- Mi deber desde el principio de los tiempos siempre fue servir y proteger al amo Link, y pienso cumplirlo hasta el final. – dijo Fay.

- Esto es todo. – dijo Azael. – Toda mi vida soñé con ser el mentor de un verdadero héroe, y si tuve éxito o no, hoy es el día que eso se decidirá.

- Puedes sentirte orgulloso. – dijo Impa. – No solo fuiste su mentor, podrás luchar lado a lado con él, en una batalla que decidirá el destino del mundo.

- No se trata solo de luchar esta batalla. – dijo Lana. – Tenemos que ganarla.

- Y eso haremos. – dijo Link, alzando en alto la Espada Maestra. – ¿Están todos listos?

- ¡SÍIIIIIIIII!

- ¡ADELANTE, AHORA!

Y con ese grito, los guerreros defensores de Hyrule, o mejor dicho, los héroes (pues eso eran, verdaderos héroes) corrieron hacia el campo de batalla, para iniciar el choque final contra las fuerzas del mal. Ganondorf hizo lo propio dándoles la señal a sus lacayos para que hicieran lo mismo.

El enfrentamiento que decidiría el destino del mundo estaba a punto de estallar...

Esta historia continuará...

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro