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Capítulo 2: El joven de la tribu Sheikah



"Tras una ardua batalla, los soldados de Hyrule lograron repeler a los invasores, y defender con éxito el castillo, pero pronto se dieron cuenta que el ataque no fue más que una advertencia, un aviso de lo que estaba por venir. Para empeorar las cosas, después que se disipara el polvo tras la batalla, la Princesa Zelda había desaparecido sin dejar rastro. Impa y sus tropas la buscaron por todas partes, sin éxito.

A pesar de todo, la comandante del ejército confirmó sus sospechas, e hizo saber al joven caballero, Link, de su importancia en la guerra que se aproximaba. Impa le otorgó unos ropajes verdes, como una prueba de que él era el héroe legendario. Aunque Link no se consideraba digno de tal honor, aceptó ayudar a Impa en su primer objetivo: encontrar a la Princesa Zelda.

Transcurrieron semanas, y a excepción de algunas pequeñas escaramuzas, el ejército de Hyrule no había tenido mayores dificultades contra el ejército de monstruos. La red de informantes trajo ante la comandante un mensaje importante. Aparentemente, una joven mujer dirigía un movimiento de resistencia contra los monstruos en los Bosques de Farone. Albergando la esperanza de que esta mujer fuese Zelda, Impa determinó dirigirse hacia ese lugar.

Antes de eso, sin embargo, Impa decidió que, dado que sus enemigos no eran ordinarios, necesitarían algo más para hacerles frente, y nivelar el terreno de juego..."

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Castillo de Hyrule...

Tres semanas habían transcurrido desde el ataque al castillo, y el ambiente en el lugar no podía ser más sombrío. Los soldados que vivieron para contar lo sucedido en esa batalla sabían perfectamente que esa no había sido una victoria en absoluto. El enemigo podría haberlos aplastado si hubiera querido, la única razón de que sobrevivieran fue porque repentinamente decidieron retirarse, y no exactamente porque estuvieran perdiendo.

Había alguien en particular a quien todo lo sucedido seguía dándole vueltas en la cabeza. Link ahora se paseaba por los corredores del castillo vestido con lo que podría llamarse "su nuevo uniforme", la túnica verde con el gorro a juego que le otorgó Impa. Debajo de esta llevaba todavía su cota de malla, y alrededor de su cuello la bufanda azul. Se sentía muy extraño cuando los demás soldados lo veían al pasar, y sus miradas eran una mezcla de respeto, envidia y recelo. Aún recordaba perfectamente como se hizo un revuelo enorme cuando Impa anunció abiertamente que Link era la actual encarnación del héroe legendario que aparecía cada vez que Hyrule se encontraba en peligro. Cuando algunos de los soldados comenzaron a reírse, la Sheikah mostró a todos la mano del muchacho, y el resplandor de la Trifuerza acalló por completo las burlas. Hecho esto, la comandante declaró que le otorgaba una distinción especial, dándole mando sobre todas las tropas, únicamente por debajo de ella y de Sir Azael. Cuando algunos comenzaron a protestar, Impa les dijo que estaba cumpliendo las órdenes de la Princesa Zelda, pues ella había decretado que así se hiciera.

En cuanto a los amigos de Link, cada uno de ellos tuvo la reacción esperada ante este acontecimiento.

- Mira eso, apenas un año de recibir el título y de pronto recibes una promoción mayor. - dijo Ruisu. - ¿Cómo debo llamarte ahora? ¿General Link? ¿Tercer Comandante?

- ¡Esto es injusto! - exclamó Alexandre. - ¡Primero entrena con la princesa, y ahora resulta que es un héroe de las leyendas! ¡Y no solo eso, de pronto asciende de rango por encima de todos los demás! ¡Por las Diosas, qué suerte tienen algunos!

- No estoy segura de la parte de ser el héroe legendario, pero el verde definitivamente es tu color, Link. - dijo Zatyr. - Tu nuevo uniforme definitivamente te sienta muy bien.

- ¿Soy el único que piensa que aquí hay algo extraño? - volvió a protestar Alexandre. - Piénsenlo, de entre todos los soldados en el ejército, ¿cuáles eran las probabilidades de que Link fuese elegido precisamente? Garrett, apóyame aquí, ¿quieres?

- Lloriquear no hará que las cambien, Alexandre. - dijo Garrett. En el transcurso de ese año, el gigantón había desarrollado un pequeño sentido de humor seco para aplacar a su amigo cuando este se iba de mano.

Para estas alturas, ya se habían hecho a la idea de todo lo que eso implicaba. A Link le alegró que por lo menos sus compañeros tuviesen suficiente sentido de la camaradería para quedarse junto a él pese a todo lo ocurrido, en lugar de despreciarlo por envidia o algo similar. Que lo siguieran tratando de la misma manera que en sus días como reclutas era algo que definitivamente no querría cambiar por nada del mundo.

Aquella mañana, Impa lo había convocado para algo importante. La Legión de Link había sido llamada personalmente durante la reunión matutina donde se estaba decidiendo qué hacer respecto a los dos objetivos primordiales: encontrar el paradero de la Princesa Zelda y descubrir quién estaba detrás del ataque. La red de espías informó que había rumores de una joven mujer que estaba dirigiendo una resistencia contra los monstruos en los Bosques de Farone. Impa determinó que iría con un pequeño grupo a través de las Cuevas de Eldin para llegar más rápido a ese lugar, y delegó en Link la decisión de quienes formarían dicho grupo. Para sorpresa de nadie, el muchacho eligió a sus antiguos compañeros de entrenamiento para esta tarea, pues ya trabajaba bien con ellos y conocía las capacidades de cada uno mejor que nadie más. Considerando lo bien que lo habían hecho al enfrentarse al Rey Dodongo durante el ataque al castillo, nadie se atrevió a cuestionarlo. Al término de la reunión, Impa llamó aparte a Link, y le dijo que deseaba verlo en la sala del trono en un par de horas, tiempo suficiente para que él y sus compañeros se preparasen para la travesía. El muchacho tenía mucha curiosidad de saber para qué lo quería la comandante, y pronto estaría por averiguarlo.

- Por fin llegas. - dijo la Sheikah al ver al joven cruzar las puertas.

La única otra vez que Link recordaba haber estado en esa sala fue durante la interrumpida ceremonia de coronación. El lugar se veía mucho más grande y solitario al estar completamente vacío, excepto por el trono al fondo, y la comandante que lo esperaba.

- Lamento el retraso, Comandante. - dijo Link acercándose a ella.

- No te preocupes por eso. - dijo Impa. - Imagino que te preguntarás por qué te hice llamar aquí.

- En efecto. - dijo Link.

- Después del ataque al castillo, me he dado cuenta de que las predicciones de la princesa están empezando a cumplirse. - dijo la Sheikah. - Tiempos oscuros para Hyrule están comenzando. Pero siempre, cuando la oscuridad amenaza a nuestro reino, el héroe aparecerá para salvarlo.

- Sigo sin creer que ese héroe pueda ser yo. - comentó Link, incómodo.

- En vista de las circunstancias... he decidido que tenemos que hacerles frente con algo que esté a la altura. - prosiguió Impa, sin hacer caso a la acotación de Link. - Y para eso necesito que me ayudes.

- ¿Cómo puedo hacerlo?

- Imagino que recordarás el santuario secreto al cual la princesa te llevó el día que tú y tus amigos fueron promovidos, ¿no es así? - dijo Impa. Al ver que Link tragaba en seco al oír estas palabras, relajó su expresión. - Tranquilízate, no estoy reprochándoles nada. Conozco a Zelda desde que era tan solo una niña, y sabía que era solo cuestión de tiempo antes de que decidiera llevarte a ese lugar. Lo que importa es, que en ese santuario hemos guardado muchas de las armas y objetos sagrados usados por los héroes en épocas pasadas. Como nuestros enemigos no son ordinarios, necesitaremos usar estos objetos para tener una oportunidad contra ellos.

Link pareció entender esa parte, pues sí recordaba los objetos que la princesa le había mostrado. ¿Pero qué tenía que ver él en ello? Como si le leyera el pensamiento, Impa prosiguió:

- El santuario está protegido por un poderoso sello mágico, que no puede ser abierto de ninguna manera, salvo una. Fue creado hace varias generaciones por una de las antepasadas de la Princesa Zelda, con el fin de proteger y resguardar todos esos recuerdos y tesoros que representaban para ella dichos objetos. El sello permanece cerrado a todos, excepto para quienes poseen un fragmento de la Trifuerza. La princesa es la portadora del fragmento de la Sabiduría, pues este ha sido resguardado por la familia real y es su derecho de nacimiento. Normalmente, ella sería la única capaz de abrirlo, pero ahora que el fragmento del Valor que reside en ti ha despertado, y con la princesa desaparecida...

Link observó el dorso de su mano izquierda. Igual que en aquel instante, cuando luchó contra el caballero dragón, Volga, el fragmento brilló a través de su guante como si respondiera a su pensamiento. Aún seguía cuestionándose de si ese poder realmente había residido dentro de él toda su vida y él no se había dado cuenta. De ser ese el caso, ¿por qué nunca antes había aparecido? ¿Por qué lo hizo precisamente ahora, cuando al parecer era que más lo necesitaba? Estas y muchas otras interrogantes continuaban dando vueltas en la cabeza del muchacho, pero tenía el presentimiento de que la única manera de obtener respuestas era embarcarse y afrontar el destino que se presentaba frente a él.

- ¿Qué debo hacer? - preguntó finalmente.

- La entrada del pasaje se encuentra debajo del trono del castillo. - dijo Impa. - Todo lo que debes hacer es pararte frente a él, y concentrarte en tu fragmento. El sello responderá ante él y se abrirá para ti cuando lo desees.

- ¿Eso es todo? Suena sencillo.

El muchacho tomó un profundo respiro antes de pararse frente al trono. Por fin sabía a dónde lo había llevado la princesa aquel día que le había resultado tan especial. En otras circunstancias podría haber sentido una enorme alegría por esto, pero dada la situación actual, esos pensamientos no cabían en su mente. Tal como le dijo Impa, cerró los ojos mientras se concentraba en su fragmento, diciéndose mentalmente "Por favor, ábrete para mí".

Aún con los párpados cerrados, Link pudo percibir el intenso resplandor emitido por su fragmento, e incluso podía sentir la energía emanando de él en ese momento. Fue como aquella vez cuando Zelda lo llevó a ese lugar. Lleno de curiosidad, abrió los ojos y vio como el trono se desplazaba varios metros hacia atrás, y las baldosas en el piso frente a él comenzaban a retraerse. Había más de ellas debajo, y continuaron de la misma manera hasta que formaron una gran escalera que descendía hacia lo que parecía ser un largo y oscuro túnel.

- Dio resultado. - dijo Impa con satisfacción. - Sígueme, por favor.

Impa descendió por las escaleras, seguida de cerca por Link. El joven no quiso mirar atrás para evitar la tentación de darse la vuelta y volver por donde entró, y mantuvo la mirada fija en su comandante. A medida que avanzaba, se daba cuenta que el corredor por donde caminaban estaba escasamente iluminado, y se hacía más oscuro entre más se adentraban, hasta llegar a un punto en que prácticamente no podía ver más allá de su nariz. Sin embargo, pasado de este punto, la luz comenzó a regresar poco a poco. Después de varios minutos, llegaron a su destino.

Lo primero con lo que se encontraron fue con la urna que contenía los instrumentos musicales, la lira y la ocarina. En particular con esta última, Link no pudo evitar acercarse a contemplarla por un instante, sintiendo que aquel instrumento se le hacía sumamente familiar por motivos desconocidos, cosa que aún no lograba entender.

Segundos después, Impa se disponía a acercarse a la urna, sin embargo, abruptamente se detuvo, mirando con atención la lira que alguna vez perteneció a la sagrada deidad que fundó el reino, notando algo extraño, como si hubiese algo diferente en ella. Esto la alarmó en sobremanera, pero se esforzó para mantener la calma.

- Permíteme, por favor. - dijo Impa, haciéndole a Link un gesto para que se apartase.

Sin perder ni un solo minuto, la Sheikah levantó el cristal y para su desgracia sus temores se confirmaron. Lo único que se encontraba junto a la ocarina no era más que una imagen ilusoria de la lira de la Diosa, lo que le demostró que alguien más había adentrado el sagrado lugar secreto, y eso podría significar graves noticias para ellos.

- No puede ser... - dijo en voz baja, pero hasta Link pudo percibir que esta horrorizada con este descubrimiento, confirmado por el grito que siguió a continuación. - ¡Alguien se ha llevado la lira!

- Cálmese, por favor. - dijo Link, aunque también se notaba preocupado. - Tal vez la princesa la tomó antes de su desaparición. Usted me dijo que ella también podía abrir el sello, ¿no es así?

- Si ese fuera el caso, la hubiera visto en su habitación, además es absurdo que ella haya creado una imagen solo para cubrir apariencias. A menos que...

En ese momento, la expresión de Impa se tensó mucho más, pues una terrible idea empezó a cruzar por su mente. Solo los portadores de los fragmentos de la Trifuerza podía adentrase al santuario de las armas, pero la princesa estaba desaparecida, y Link recién había descubierto la ubicación del mismo. Lo que dejaba a...

- No... eso no es posible, es absurdo...

Había un último fragmento de la Trifuerza que, en teoría, podría haber abierto el sello. Pero su portador, sabiendo Impa de quién se trataba, no podría haber hecho eso. Hacía años que su presencia había dejado de perturbar el mundo, pues en el último enfrentamiento su espíritu fue dividido en varios fragmentos que a su vez fueron esparcidos a través del tiempo y el espacio y aprisionados por un poderoso sello, para mantener su esencia a raya permanentemente.

- Lady Impa. - llamó Link, tratando de sacarla del trance.

A pesar que por fuera se mostraba estoica, por dentro sentía unas inmensas ganas de llorar, pues la desaparición de la lira se tal vez tendría que ver a con la de su protegida, a quien no solo prodigaba por el deber que le correspondía desde sus antepasados, sino por el cariño y el aprecio que le tenía, por aquel juramento que le hizo a los reyes en vida de proteger a su hija por siempre, y que hasta ahora había cumplido sin cometer errores... hasta hacía unas semanas.

- No tenemos tiempo para esto. Mientras más rápido empecemos la búsqueda de la princesa, mejor. - dijo Impa, dejando de lado sus preocupaciones, enfocándose en su verdadero objetivo. - Link, toma la ocarina, por favor.

- ¿La ocarina? - preguntó sorprendido.

- Sí, estoy segura que nos será de utilidad más adelante. Y algo en mí me dice... que tal vez la princesa querría que tú la tuvieras.

Link quiso hacer preguntas respecto a esto último, pero el tiempo apremiaba y no podían perder un instante. El joven tomó el instrumento, y en el momento en que sus dedos lo tocaron, sintió una vez más aquella familiar corazonada sobre el mismo, e incluso enormes deseos de entonarlo, a pesar que nunca lo había hecho en su vida. Recordando que tenía que centrarse en su objetivo, dejó de lado aquel sentir y prosiguió su camino con Impa.

El santuario seguía exactamente igual a como Link lo recordaba hacía un año, cuando lo visitó junto con la princesa. En otras circunstancias se sentiría muy feliz de poder estar allí nuevamente, especialmente considerando todas las cosas que deseaba preguntarle a Zelda, pero eso no sería posible. El joven rápidamente se sacó esos pensamientos de la cabeza al recordar por qué se encontraba allí.

- La Princesa había dicho que muchos de estos objetos han perdido sus poderes con el tiempo. - dijo Link al recordar esas palabras.

- Eso es cierto, solo en parte. Sus poderes se pierden con el tiempo, pero se debe a que permanecen dormidos hasta que sean necesarios de nuevo. - dijo Impa. - De cualquier manera, no podemos llevarlos todos, así que hay que elegirlos con cuidado.

- ¿Y cómo haremos eso? - preguntó Link. Inconscientemente se acercó al vitral que contenía lo que parecía ser un bastón largo, que tenía una brillante gema roja en su extremo. No pudo evitar contemplarlo con interés.

- El Cetro de Fuego. - dijo Impa al notar que lo veía. - Es un arma de gran poder y alcance, capaz de lanzar una ardiente llama sagrada que ninguna criatura de la oscuridad sería capaz de soportar.

- Eso suena a algo que nos podría ser muy útil. - dijo Link.

Se sentía tentado a sacarlo de su lugar de descanso, pero no estaba del todo seguro, así que esperó un momento a que Impa le dijera algo. Sin embargo, la Sheikah no dijo nada, y cuando Link volteó a verla, se dio cuenta que lo miraba de manera muy inusual. De cierta manera, como si esperase que él eligiera las armas que quería llevar.

- Si crees que puede ser de utilidad, confío en tu criterio. - dijo Impa rompiendo el incómodo silencio.

- ¿Así nada más? - dijo Link.

- Estas armas han sido utilizadas por muchos héroes antes que tú. - dijo Impa. - Puede que te parezca increíble, pero muchas veces suelen retener una porción del espíritu de sus portadores, para guiar a sus sucesores cuando las vuelvan a necesitar.

Link volvió a mirar el cetro. De cierta manera, algo en su interior lo había atraído hacia él, como si una voz lo estuviera guiando. ¿Tendría algo que ver con lo que dijo Impa, o era solo su propia intuición? De cualquier manera, no podía negar que un arma como esta sin duda sería de gran ayuda para luchar contra esas criaturas. Contando con la aprobación de su superiora, el joven héroe abrió el vitral para extraer su contenido y tomar el cetro entre sus manos. Al hacerlo, la gema roja se iluminó con una pequeña llama, y Link sintió que lo recorría una energía que ardía intensamente por una fracción de segundo.

- Ayudaría que fuese un poco más pequeño, ocupa mucho espacio. - dijo Link.

Como respondiendo a su pensamiento, el cetro se retrajo, encogiéndose hasta convertirse en una pequeña vara que fácilmente podía colgar de su cinturón. Impa ni siquiera se inmutó al verlo, era como si lo esperase. Link prosiguió su recorrido, con Impa siguiendo sus pasos. Se detuvo en otro vitral, que contenía lo que parecía ser un boomerang. El diseño de este era muy peculiar, pues en uno de los extremos tenía lo que parecía ser un adorno en forma de ala. Él antes había utilizado muchos de ellos para jugar cuando era niño, pero este era mucho más grande.

- Este es el Boomerang Tornado. - dijo Impa. - Al arrojarlo es capaz de generar potentes ráfagas de viento y, por supuesto, pequeños tornados.

La descripción del boomerang lo hizo aún más llamativo para Link. Él era un combatiente a corta distancia, pero un arma como esa sería muy útil contra múltiples adversarios al mismo tiempo, para dispersarlos y mantenerlos a raya. No le vendría mal tenerla como precaución. Igual que con el cetro, abrió el vitral y lo extrajo. Por fortuna, este era lo bastante pequeño como para meterlo dentro de su alforja sin problemas.

Posteriormente, Link se detuvo frente a un vitral que contenía dos esferas brillantes, una roja y una azul. Para estas no necesitaba la descripción de Impa, pues la Princesa ya le había dicho qué era lo que hacían en su anterior visita. Según ella, se utilizaban para crear flechas de fuego y de hielo. Él no utilizaba el arco, pero tenía a alguien en su equipo que sí lo hacía.

- ¿Está bien si llevo algunas de estas para mis amigos? - le preguntó a Impa.

- No veo inconveniente en hacerlo. - dijo la Sheikah. - Pero debo advertirte, el poder de estas armas no es algo para tomar a la ligera. Solo puede ser utilizado por aquellos que sean dignos.

Link volvió a mirar las esferas, tomándose su tiempo para considerar si sería una buena idea llevarlas consigo. Incluso si dentro de su equipo Zatyr no era capaz de utilizarlas, tal vez ya encontrarían a alguien que pudiera hacerlo, eventualmente.

Después de tomar las esferas, el siguiente vitral contenía un par de guantes. Estos eran de cuero, pero recubiertos con una gruesa capa de metal, lo que les daba la apariencia de un par de manos gigantescas.

- Guantes de Poder. - dijo Impa. - Incrementan la fuerza de quien los utilice cien veces más. -

La fuerza de cien hombres era una habilidad nada desdeñable, dadas sus aplicaciones más obvias. Por ejemplo, golpear con un impacto demoledor a los enemigos o levantar objetos pesados e inamovibles de otra manera. Como él los veía no parecían de su talla, pero tal vez eran algo que a Garrett le gustaría utilizar. Sin duda tenía que llevarlos consigo.

Finalmente, y para no perder más tiempo, la última parada fue en un vitral que contenía un par de zarpas. Estos eran unos guanteletes especiales que contenían una larga y resistente cadena retráctil con una garra de tres puntas en el extremo. No eran armas con poderes especiales a diferencia de las otras, pero podrían ser de gran utilidad como objetos de apoyo, especialmente considerando el lugar por donde iban a transitar. Tanto Link como Impa decidieron que con eso sería suficiente por ahora, y decidieron ir a reunirse con el resto de la legión. Ya estaban listos para partir.

Antes de salir del santuario, Link no pudo evitar echar una mirada al retrato que la princesa le había enseñado en su anterior visita, el que mostraba a su antepasada acompañada de su caballero. Excepto por el cabello castaño, su parecido con Zelda era sorprendente, especialmente en sus ojos. Estos reflejaban esa misma mirada llena de compasión... y amor. La princesa además le había dicho que él se parecía mucho al joven del retrato. Él no lo creía en ese momento, pero ahora... tuvo que admitir que sí podía ver algo de sí mismo en él. ¿O tal vez era que quería ver algo de sí mismo en él? Zelda le había dicho que los dos se amaron mucho, y que a pesar de las diferencias sociales entre ambos fue un amor real. ¿Por qué de pronto se encontraba trazando paralelos entre la pareja del retrato y ellos dos? Su corazón se sobrecogió ante esos pensamientos. Era decir mucho que la princesa lo considerase su amigo, a alguien como él, no podía permitirse esa clase de deseos.

- Link, date prisa, tenemos que irnos. - dijo Impa, haciendo que aterrizara de nuevo.

- Lo sé, disculpe, Comandante. - respondió él, dejando finalmente de mirar el retrato y siguiéndola de vuelta a la entrada del santuario. Tenía que concentrarse en su misión.

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Una hora después...

Completadas las preparaciones, Impa y Link se dirigieron a buscar al resto del grupo. La legión de Link se había quedado esperando en la entrada de la ciudadela, ya todos llevaban encima sus alforjas de viaje, listos para partir cuando fuese necesario. Garrett se encontraba apoyado en la pared de la entrada con los brazos cruzados, mientras Ruisu y Alexandre conversaban, y Zatyr parecía estar jugando con Proxi en su mano. En cuanto lo divisó, la pequeña hada voló hacia donde estaba Link.

- ¡Link, Link! ¿Por qué te tardaste tanto? ¿Y por qué no me dejaste ir contigo? - habló con su característica vocecita.

- Proxi, la Comandante dijo explícitamente que solo fuera yo. - dijo Link.

Antes de ir al santuario, cuando Impa solicitó que Link la acompañase, dijo explícitamente que fuese solo él. La escurridiza hadita trató de colarse dentro de la túnica del muchacho, pero Impa se dio cuenta de su intento y la forzó a salir. Pese a sus protestas, Link la convenció de quedarse esperándolo con el resto de sus amigos, pues no podían perder tiempo. Proxi aceptó a regañadientes, aunque claramente había encontrado la manera de pasar el tiempo mientras Link regresaba.

- Tu nueva amiguita es muy simpática. - dijo Zatyr. - Y conversadora, además.

- De eso no hay duda. - dijo Link. - En fin, ¿ya están listos?

- Hace horas que estamos listos. - dijo Alexandre. - ¿Qué tanto estaban haciendo, de cualquier manera?

- Para enfrentarnos a las legiones de monstruos que están plagando nuestra tierra, necesitaremos algo más que armas ordinarias. - intervino Impa. - No niego que ustedes cinco hicieron méritos al enfrentarse a ese Dodongo con los recursos que tenían a mano en el momento, pero no creo que sea suficiente para lo que nos espera. Trajimos algunos que tal vez ustedes puedan utilizar. Link, si eres tan amable.

El rubio le entregó su alforja a la comandante, quien procedió a extraer sus contenidos. Lo primero que sacó, fueron las dos esferas roja y azul. Impa las tomó y se acercó a Zatyr.

- Estas esferas tienen el poder de imbuir las flechas con energía de fuego y hielo. - le explicó mientras las mostraba.

- Eso suena genial. - dijo Zatyr, sin poder evitar que le brillaran los ojos al verlas. La arquera estuvo a punto de tomarlas, aunque de inmediato se le bajó el entusiasmo. - Espere... ¿cómo se supone que las utilice?

- Permíteme tu arco y una de tus flechas. - dijo Impa.

La arquera se los entregó sin protestar. Impa tomó la esfera azul y la colocó cerca del lugar donde se sujetaba, o más específicamente, donde quedaba la flecha al tensarlo. Impa se concentró, y la esfera literalmente se fundió con el arco. Para hacerle una demostración, Impa preparó la flecha. Zatyr observó como la esfera emitía una energía brillante y la punta de la flecha se tornaba en un azul intenso. Impa disparó la flecha a poca distancia, y al impactar en el suelo, esta creó una explosión de humo azul que al disiparse había creado un bloque de hielo en el lugar de impacto. Inmediatamente Impa retiró la esfera del arco

- Wow, sorprendente. - dijo Zatyr al ver el resultado.

- Si eres digna de utilizarla, la esfera responderá a tus pensamientos. Todo lo que debes hacer es concentrarte para colocarla en tu arco, y enfocar su energía para imbuir tus flechas con ella. - explicó Impa.

- Suena sencillo, ¿puedo intentarlo? - preguntó la arquera.

- Por supuesto. - respondió Impa, devolviéndole el arco. - Pero hazlo con las de hielo, no quisiéramos provocar un incendio en los alrededores.

La arquera obedeció, y tomó nuevamente la esfera de hielo. Tal como le dijo Impa, esta respondió a su pensamiento y se fundió con el arco en el mismo lugar. Igual que siempre lo hacía, tensó la cuerda para dispararla y se concentró. Sintió un pequeño frío en el lugar mientras la flecha se imbuía con la energía de la esfera. Finalmente la soltó, y el resultado fue el mismo que antes.

- Harás lo mismo con las de fuego. - dijo Impa. - Pero solo contra nuestros enemigos, ¿comprendes?

- Sí, por supuesto.

La arquera quitó la esfera de hielo de su arco, y junto con la de fuego, las guardó dentro de su alforja, feliz de tener algo más de variedad para sus proyectiles en combate. Acto seguido, Impa extrajo de la alforja de Link los Guantes de Poder, y se puso frente a Garrett.

- Joven Garrett, considerando que tu mayor fortaleza es tu fuerza física, esto te dará un impulso adicional en ella. - dijo Impa. - Estos son los Guantes de Poder, al ponértelos, incrementarán tu fuerza cien veces más de lo normal.

- Vaya, eso suena como algo a tu medida, amigo. - dijo Alexandre.

- Se ven algo grandes para mí. - observó Garrett.

- No te preocupes por eso. - aseguró Impa. - Solo póntelos y lo verás.

El gigantón obedeció y se colocó los guantes. Pese al metal con el que estaban recubiertos y lo grandes y pesados que parecían a primera vista, en realidad no lo eran tanto. Y sorprendentemente, al colocárselos, estos se encogieron hasta ajustarse perfectamente a las manos de Garrett, como si hubiesen sido hechos a su medida en primer lugar. Comenzó a mover un poco los dedos para probarlos, y aunque no dijo una palabra, su expresión de deleite daba a entender que empezaba a sentir el poder recorriéndolo.

- Los guantes están encantados para ajustarse a su portador cuando sea necesario. - dijo Impa. - Adelante, haz la prueba.

Mirando a su alrededor, fue hacia una de las rocas que estaba en la pradera cerca del castillo. Tomó un profundo respiro, cerró su puño y se preparó para darle un golpe con todas sus fuerzas.

¡CRACKATHOOOOOMM! Para sorpresa de la legión de Link, especialmente del propio Garrett, la roca literalmente estalló en cientos de pequeños guijarros. El gigantón del grupo se quedó con el puño estirado por unos segundos antes de relajarse de nuevo y mirarse la mano, aunque superado el shock inicial, no pudo evitar sonreír antes de darse la vuelta para ver de nuevo a sus compañeros, cuyas expresiones delataban que estaban MUY agradecidos de que no hubiese decidido probar sus nuevos juguetes con ellos y de que estuviese de su lado. Hecho esto, Impa extrajo de la alforja el par de zarpas y se acercó a los dos miembros restantes.

- Ahora, Ruisu y Alexandre, estas son para ustedes. - dijo, entregándole una a cada uno. - Estas zarpas contienen una cadena retráctil, más larga y resistente que ninguna que hayan visto, y pueden engancharse a casi cualquier cosa al dispararlas. Son muy útiles para transportarse a lugares inalcanzables de otra manera, aunque también pueden ser útiles en combate como armas de apoyo, si saben utilizarlas.

- Eso no suena del todo mal. - dijo Alexandre, colocándose la suya en la mano derecha.

El lancero apuntó su nuevo accesorio hacia un árbol y presionó el gatillo para dispararlo. La zarpa se abrió, clavándose en una rama árbol. Alexandre retrajo la cadena y la fuerza del tirón bastó para arrancar la rama, pese a que esta era bastante gruesa, y al venir de vuelta accidentalmente se golpeó en la cara con ella, mientras la zarpa volvía a su lugar.

- ¡Auch! - exclamó al golpearse. Los demás no pudieron evitar reírse un poco de esto.

- Hay que... practicar un poco para dominarlo. - dijo Impa. - Ya lo lograrás.

Ruisu no quiso tentar a su suerte y prefirió guardar la suya por el momento. Ya tendría ocasión de utilizarla cuando fuese necesario. A pesar del golpe, Alexandre no se desanimó y también guardó la suya, decidido a aprender a manejarla. A simple vista se podía ver que era bastante útil como arma de apoyo para combatientes como ellos, especializados en combate a corta distancia.

- Ya estamos listos. - dijo Impa. - Es tiempo de partir.

- Un momento, no nos dejen en suspenso. - dijo Alexandre. - ¿Qué hay para Link, qué le dieron a él?

- ¿A mí? Nada especial, solo... un boomerang que genera tornados y un cetro que lanza fuego. - dijo Link como si no fuese la gran cosa.

- ¿Nada especial? Oye, amigo, yo diría que te quedaste con la mejor parte para ti, ¿no? - insistió el lancero, sin poder ocultar un poco el tono de celos.

- Suficiente. - interrumpió Impa. - El tiempo apremia, ya tendrán ocasión de verlas en acción cuando sea necesario usarlas. Nuestro destino son los Bosques de Farone. Síganme.

Nadie se atrevió a refutar la orden de la Comandante. La Legión de Link comenzó a caminar detrás de Impa, en dirección Noreste desde el castillo. La razón por la que Impa determinó irse con un grupo pequeño fue para evitar llamar demasiado la atención, y al mismo tiempo dejó a Sir Azael y a la fuerza principal para proteger el castillo en su ausencia.

Link, que se había quedado atrás de la formación para vigilar la retaguardia, echó una última mirada al castillo, y se puso en marcha detrás de sus compañeros antes que lo llamaran de nuevo.

- ¿Estás preocupado? - le preguntó Proxi mientras andaba.

- ¿Huh?

- Estás preocupado por la Princesa Zelda, ¿verdad? - insistió el hada, reformulando la pregunta.

- Tengo que estarlo. - dijo Link. - Fui el último que la vio antes que desapareciera.

- Oye, no te eches la culpa por eso. - dijo Proxi. - Además, los vi pelear a los dos. Seguro que ella se encuentra bien, dondequiera que esté. La encontraremos.

Link quería creer en las palabras de su pequeña amiga, pero aun así no podía evitar esa chispa de preocupación que lo invadía cada vez que pensaba en el paradero de Zelda. Pero no podía perder la esperanza. Encontrarla a ella era el primer objetivo de esta expedición, y no lo cumpliría si no estaba enfocado en ello.

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Cuevas de Eldin, horas después...

Para llegar a los Bosques de Farone, la comandante conocía un atajo a través de las Cuevas de Eldin. El viaje a pie tardaría aproximadamente tres días por el camino normal debido a los obstáculos que tenían que atravesar y rodear, pero las cuevas formaban una red de pasadizos que les permitiría ahorrarse casi un día completo, y llegar a la entrada de los bosques de Farone antes del atardecer. El problema de esto, era que las cuevas se encontraban literalmente dentro de un volcán dormido, lleno de pozos de lava ardiente, si bien no había peligro inminente de una erupción. El más afectado por tener que atravesar este sitio era Alexandre, que tuvo que dejar a su montura en el castillo debido a que las cuevas tenían zonas que eran intransitables o demasiado peligrosas para un caballo. Una de ellas era un "puente" tan delgado que tenían que pasar casi en perfecto equilibrio, con la lava a diestra y siniestra, un paso en falso significaría una caída fatal. Estaba también el calor del lugar en sí mismo

- Uff, eso estuvo cerca. - dijo Alexandre, al ser el último en cruzar. - Diosas, como hace calor en este lugar, me estoy cocinando.

- Oye, no eres el único. - dijo Zatyr. - Comandante Impa, ¿cree que tal vez podría usar unas cuantas flechas de hielo para enfriarnos un poco?

- No te recomiendo gastar tu munición, Zatyr. - replicó la Sheikah, que parecía ser la única en no verse afectada por el calor. - Además, utilizar las flechas de fuego y hielo requiere de una gran cantidad de energía. No podemos desperdiciarlas.

- Suena a que estuviese esperando que nos ataquen. - replicó la arquera.

- A pesar de que estos pasadizos son mayormente secretos... es mejor estar prevenidos. - aseveró Impa. - No sabemos lo que podríamos encontrar en este lugar, pues nadie ha transitado por estas cuevas desde hace años.

- Me pregunto por qué. - dijo Alexandre.

- ¡Comandante, tenemos un problema adelante! - llamó la voz de Ruisu, que estaba montado en una roca mirando el camino al frente, mientras observaba el mapa de las cuevas que le había dado Impa.

- ¿Qué ocurre? - preguntó la Sheikah.

- Según el mapa, ese pasaje que tenemos al frente sigue derecho, pero parece que se derrumbó, y el camino está bloqueado. - dijo el pelinegro mientras señalaba un enorme muro de rocas.

- No hay problema, solo hay que volarlas y quitarlas de en medio, asunto resuelto. - dijo Alexandre.

- Aguarda. - dijo Impa. - Me opongo a lo de volarlas, podríamos ocasionar más derrumbes, y eso sería contraproducente. Pero... podemos intentar moverlas. ¿Garrett?

El gigantón asintió y se dirigió hacia la pared de rocas. El aumento de fuerza que le daban los guantes resultó ser muy útil después de todo, pues pudo levantar las pesadas rocas que bloqueaban el paso como si fueran plumas, y arrojarlas a los pozos de lava sin problemas para que no estorbaran. Con mucho cuidado para evitar derrumbes, tal como Impa le había advertido, pero en menos de cinco minutos, la entrada del pasaje estaba despejada. Este llevaba hacia un camino que descendía, y sin perder tiempo prosiguieron su avance.

Sin embargo, a medida que continuaban por el estrecho camino, el semblante de Impa empezaba a ponerse más y más intranquilo. Esto no se le escapó a Link, que iba junto a ella mientras atravesaban el pasaje.

- ¿Le pasa algo, Comandante? - le preguntó cuándo finalmente no pudo resistir más las ganas.

- ¿Por qué lo preguntas? - dijo Impa.

- La veo un poco tensa. - dijo Link. - Ha estado así desde hace un momento, como si estuviese esperando algo malo.

- Eres perceptivo. - dijo Impa. - Estaba tratando de no mostrarlo.

- Entonces, ¿es eso?

- No es por alardear, pero los Sheikah tenemos sentidos más agudos que la mayoría de los humanos. - dijo Impa. - A veces, podemos sentir cuando algo maligno o peligroso se está acercando.

A la Legión de Link no le gustó como sonaba eso. ¿Quería decir que algo, o alguien los estaba esperando en ese lugar, tal vez tendiéndoles una emboscada? Como si les leyera el pensamiento, Impa siguió hablando.

- Como les dije antes, no hay forma de saber lo que podríamos encontrar en estas cuevas. Permanezcan alertas y no bajen la guardia ni un segundo.

La legión no necesitaba que les dijeran eso. Se alegraban mucho de contar unos con los otros para cuidarse las espaldas, en caso de que algo surgiera.

Al final del pasaje encontraron un callejón sin salida, excepto por la parte superior, tendrían que ascender para poder continuar. Link estuvo a punto de empezar a escalar hacia la salida, pero Impa lo detuvo.

- Espera, Link. - le dijo. - En mi experiencia, una zona como esta es perfecta para una emboscada. Esperan a que salgamos y nos atacan por sorpresa.

- Pero no hay otra salida, Comandante. - dijo Link.

- Yo puedo verificar si es seguro. - dijo la vocecita de Proxi.

- ¿Segura?

- No tardaré mucho, solo daré un vistazo rápido. - dijo la pequeña hada. - Y si pasa algo malo, simplemente me voy volando de regreso.

Sin decir más, Proxi voló hasta salir del pasaje, evaluando el terreno arriba de ellos. La hadita azul buscaba cualquier oportunidad para ser útil, pese a ser tan diminuta. Aunque Link a veces deseaba que se quedase callada cuando se ponía muy conversadora, tuvo que admitir que apreciaba su esfuerzo. Cerca de un minuto después, Proxi volvió a bajar para reportar lo que vio.

- Tenemos un problema. - les dijo al volver. - Desde donde estaba pude ver a un ejército de monstruos.

- ¿Cómo el que atacó el castillo? - preguntó Link, recordando su encuentro con el caballero dragón, Volga. Si él se encontraba en ese lugar, la tendrían difícil para completar su travesía.

- Parece estar mayormente compuesto de esqueletos y fantasmas. - dijo Proxi.

- ¿Está despejada el área para salir? - preguntó Impa. - ¿Hay riesgo de que nos vean?

- Están a buena distancia, no hay peligro. Pueden salir. - aseguró el hadita.

Por si las dudas, Proxi volvió a salir para vigilar el área. Alexandre y Ruisu usaron sus zarpas para ascender más rápido y salir del pasaje, y ya una vez que estuvieron afuera, les echaron al resto unas cuerdas para ayudarlos a subir. Se encontraron encima de una especie de meseta, y a su alrededor pudieron ver que habían llegado a lo que parecía ser el centro mismo del volcán. Cataratas de lava ardiente caían desde todas las direcciones, desembocando en un enorme lago al rojo vivo en el medio de todo. Según el mapa, una vez que llegaran al otro lado estarían a menos de una hora de salir de las cuevas. Sin embargo, aunque había suficiente tierra firme para atravesar el lugar relativamente a salvo, tal como les había dicho Proxi, un sinfín de monstruos estaba pululando por todo el lugar. Mayormente eran esqueletos, Stalfos y Stalchildren, y los fantasmas los reconocieron como Poes, espíritus errantes que siempre llevaban consigo una lámpara encendida. Estos eran particularmente molestos, por su habilidad de volverse intangibles e inmunes a los ataques físicos, aunque eran vulnerables a la magia y tenían que hacerse sólidos para poder atacar al enemigo, lo que los dejaba expuestos.

- Demasiado pedir que tuviéramos el camino despejado. - dijo Alexandre.

- Esperaba que al ir con un grupo pequeño pudiéramos pasar desapercibidos. - dijo Impa. - Aún con las armas que tenemos, no podemos hacer mucho contra semejantes números.

- ¿Qué hacemos entonces? - preguntó Zatyr.

- No tiene caso que intentemos pelear contra todos ellos, nos superan demasiado en cantidad. - dijo Ruisu. - Lo mejor que podemos hacer es llegar al otro lado y bloquear el pasaje para evitar que nos sigan.

- Y lo superable es, ¿cómo se supone que vamos a llegar hasta allí, genio? - dijo Alexandre.

- Estoy en ello, trato de ver cuál sería la ruta menos problemática. - respondió Ruisu, tratando de analizar el terreno.

- Si podemos abrirnos paso, lo demás no importaría. - dijo Link. - Necesitaremos una distracción, algo que llame su atención por un momento.

- Tengo una idea. - dijo Impa.

Inmediatamente, la Sheikah comenzó a registrar su alforja, en busca de algo. La suya era la que estaba más llena, pues llevaba consigo provisiones y armas para estar preparada para lo que fuera. La comandante extrajo un explosivo, pero no cualquier explosivo. Estas eran unas bombas especiales fabricadas por los Gorons, que tenían la peculiar forma de roedores.

- ¿Bombchus? - dijo Link al reconocer lo que era. - ¿Qué vamos a hacer con ellos?

- Lanzando unos cuantos de estos, podemos crear una distracción a buena distancia mientras escapamos. - dijo Impa. - No tiene caso que nos ocultemos, así que tendrá que ser rápido.

- Esperen un poco. - dijo Ruisu de repente, al darse cuenta de algo. - Hay algo raro con ese fantasma de allí.

- ¿A cuál te refieres? - preguntó Link, pero al seguir la mirada de Ruisu pudo darse cuenta de cuál era.

La legión de Link conocía bien a los Poes, y todo el lugar estaba repleto de ellos, pero ese... "ente" en particular destacaba muy por encima del resto. Para empezar, era más grande en tamaño, y en lugar de estar recubierto por una "sábana vieja" como los Poes ordinarios, llevaba más bien lo que parecía ser un abrigo con capucha puntiaguda, de color púrpura, ornamentada con adornos de oro, lo que le daba más un aspecto de hechicero o brujo que de fantasma. No obstante, se podía ver a leguas que no era humano. De las mangas de su capucha sobresalían dos brazos largos y delgados como ramas de un árbol seco, al igual que sus manos, y el único rasgo facial que tenía era un enorme y brillante ojo rojo que resplandecía bajo las sombras de su capucha.

- Sí, se ve diferente, ¿pero qué hay con él? - dijo Alexandre.

- Míralo bien. - insistió Ruisu. - Esas criaturas siempre se mueven de manera errática sin hacer nada en concreto. Pero a su alrededor, parecen estar más coordinados.

- Significa que es su líder, el que los controla. - agregó Link.

- Grandioso, entonces solo hay que encargarnos de él y todos los demás caerán en desorden. - dijo Alexandre. - Perfecto, bajemos para darles una...

- Frena tu caballo, amigo. - dijo Link. - Aún no sabemos de lo que es capaz esa cosa. Deberíamos...

Lo que fuera que Link iba a decir se vio interrumpido por unas risas detrás de ellos. Al darse la vuelta, un grupo de Poes, con sus lámparas en mano se aproximaban flotando hacia ellos, sin dejar de reír. Instintivamente, todos tomaron sus armas para hacerles frente, pero antes de que hicieran ningún movimiento, una mancha de energía oscura se formó en el suelo detrás de los fantasmas, y esta se formó en una esfera flotante para luego disiparse y revelar al aparente líder al que estaban viendo hacía unos segundos.

- ¡Gyajajajajajaja! ¿Qué tenemos aquí? ¡Nuestros invitados de honor por fin han llegado! - les dijo al verlos. En contraste con la voz de Volga, que era profunda e imponente, la voz de este era mucho más propia de un demente degenerado. Su risa tampoco ayudaba mucho.

- ¿Ya nos estaban esperando? - dijo Impa, sujetando su gran espada con mano firme, lista para desenvainar en un parpadeo. - ¿Quién o qué se supone que eres tú?

- Puedes llamarme Wizzro. - le respondió. - Aunque eso no importa mucho, pues no saldrán de estas cuevas con vida. ¡Ataquen, mis pequeños!

Apenas dio la orden, los Poes flotaron rápidamente contra los seis guerreros listos para atacar. Zatyr se quedó atrás mientras preparaba sus flechas, en tanto que Link, Impa y los otros se dispersaban para tratar de mantenerlos a raya y eliminar a los que pudieran. En cuanto Link vio una oportunidad, se lanzó contra el líder, el que se hacía llamar Wizzro, pero este desapareció de la misma manera en que se presentó ante ellos, convirtiéndose en una mancha en el suelo para luego transportarse como una sombra y reaparecer en otro lugar.

- Oh, no, no, antes de poder jugar conmigo tendrán que encargarse de ellos. - les dijo negando con el dedo. Fue entonces que vio que en él llevaba una especie de anillo. - ¡Buena suerte, gyajajajajaja!

- ¡Cobarde! - gritó Link, pero no pudo hacer más nada porque Wizzro volvió a desaparecer y se fue lejos de ellos, y uno de los Poes estaba a punto de llegarle por detrás, pero se dio la vuelta a tiempo para eliminarlo de un tajo.

Al principio no fue tan difícil eliminar a los fantasmas, pero estos empezaron a darse cuenta de que su táctica no era efectiva, y comenzaron a evadir los ataques físicos haciéndose intangibles. Esto tenía una desventaja, que al hacerlo tampoco podían atacar, pero sí escurrirse por los lados o por detrás para sorprenderlos. Cansado de golpear el aire con su espada, Link la envainó y decidió probar con algo más.

- Tiempo para una prueba de fuego. ¡Apártense todos! - dijo el rubio mientras tomaba la vara que colgaba de su cinturón.

Dejando su espada y escudo a su espalda para sujetar su nueva arma, la vara se extendió a su tamaño completo para revelarse de nuevo como el Cetro de Fuego. Tomándola firmemente con ambas manos, Link se concentró, y en la esfera roja del extremo comenzó a brillar una energía roja, acumulándose.

- ¡A ver qué les parece esto! - exclamó, liberando el ataque.

¡FOOOOOOSHHH! ¡BOOOOMM! Del extremo del cetro salió una enorme bola de fuego que al explotar comenzó a incinerar a los fantasmas. Su intangibilidad los hacía inmunes a los ataques físicos, pero al parecer un ataque elemental todavía podía herirlos incluso en ese estado.

- Wow, eso sí fue entrar en calor... pese a que estamos dentro un volcán. - dijo Alexandre, sorprendido con lo que Link acababa de hacer.

- No podemos pelear con ellos aquí. Hay que bajar a terreno abierto. - dijo Link, tomando ventaja de ese pequeño respiro que les dio con el ataque del Cetro.

- Pero no podemos saltar desde aquí, está demasiado alto. - dijo Alexandre.

- Tal vez haya otro modo. - dijo Ruisu. - ¡Comandante, muchachos! ¡Vamos hacia ese borde!

- ¿Qué estás planeando? - preguntó Zatyr.

- Solo háganme caso. - insistió el pelinegro. - Garrett, necesito que hagas algo por nosotros, es tiempo de poner a prueba esos guantes tuyos.

Impa y la legión de Link hicieron caso, colocándose en el borde que les dijo Ruisu. Entretanto, el anterior líder de la legión usaba el Cetro de Fuego para mantener a raya a los Poes y despejarles el camino a sus compañeros. Después de alejarlos lo suficiente, fue a reunirse con ellos.

- Garrett, golpea con todas tus fuerzas en esta grieta. - dijo Ruisu, señalando una enorme grieta cerca del borde. - Todos sujétense, será un paseo agitado.

- Oye, ¿no estarás pensando en...? - Alexandre pareció asustarse con el pensamiento.

- Sí, exactamente. - dijo Ruisu, confirmando sus sospechas.

- ¡Comandante, en serio no lo dejará hacer algo tan loco como eso! - protestó el lancero.

- Dadas las circunstancias, tenemos pocas opciones en este momento. - dijo Impa, y con una sola palabra más lo selló. - Adelante.

Con el permiso de su comandante, el grandullón no esperó más. Juntó sus dos manos y las levantó sobre su cabeza, antes que los Poes que esquivaron la llamarada lograran alcanzarlos, para dar un golpe de martillo al suelo con todas sus fuerzas en la susodicha grieta.

¡POW! ¡CRAAAAAAAAAAAAASHHH! El efecto fue inmediato. La fuerza de Garrett, aumentada por los Guantes de Poder, bastó para que con ese golpe el borde se rompiera por completo y comenzara a deslizarse hacia abajo como un trineo, mientras sus seis ocupantes se sujetaban como podían durante el descenso. Aterrizaron con un golpe seco, pero a pesar de quedar algo adoloridos por la parada tan brusca, estaban ilesos, y lograron su objetivo de llegar al terreno abierto. Ahora estaban rodeados por los Stalfos y Stalchildren, pero siendo que estos eran sólidos, podían al menos enfrentarlos de manera normal para abrirse paso hacia la salida.

Ruisu y Alexandre decidieron tomar ventaja de sus zarpas, utilizándolas de manera poco convencional para deshacerse de los esqueletos que los rodeaban. Lo que hacían era apuntarles directamente para engancharlos. Si les agarraban la cabeza o el cuerpo, solo bastaba retraer la cadena para arrancarles esas partes y hacer que se despedazaran. Sin embargo, los Stalfos no eran tan fáciles como sus "primos menores", pues eran más resistentes y además llevaban algunas protecciones. Un Stalfos particularmente grande se les vino encima, pero afortunadamente Garrett le lanzó su hacha directo al cráneo para derribarlo, partiéndolo literalmente a la mitad. Los Guantes también incrementaban su fuerza de lanzamiento, al punto que pudo arrojarle su hacha grande usando una sola mano y con la misma facilidad que las mini-hachas que solía utilizar con ese propósito. Al mismo tiempo, Zatyr decidió utilizar las flechas de hielo para congelarles los pies a los caminantes e inmovilizarlos. Por supuesto, estando dentro de un volcán el hielo no tardaba en derretirse, pero era suficiente para facilitar la tarea de los demás.

Impa y Link iban al frente, abriéndose paso entre los esqueletos y fantasmas, tratando de ubicar a Wizzro para acabar con él, pero cada vez que creían acorralarlo, este se transportaba a otro lugar. El punto era que, si concentraban su ataque en él y lo incapacitaban, todas sus tropas caerían en el desorden y tendrían más posibilidad de llegar a la salida.

- ¡Estate quieto! - gritó Link disparándole una bola de fuego con el Cetro, solo para que el muy escurridizo fantasma lo esquivara desapareciendo.

- ¡Muy lento! - se burló de ellos al reaparecer detrás.

- ¡Fantasma cobarde, deja de huir y enfréntanos! - exclamó Impa.

- Está bien, ya que insisten.

Al decir estar palabras, alzó las manos y comenzó a concentrar en ellas una energía oscura, formando una esfera en cada una de ellas. Arrojó una contra Link y la otra contra Impa, que saltaron en direcciones opuestas para evadirlas. Al impactar en el suelo las esferas detonaron con fuerza dejando un rastro de llamas oscuras que aún seguían en movimiento, aunque algo más lento. Zatyr al verlas las neutralizó con una flecha de hielo para despejarles el camino.

- ¡Olvídense del resto, hay que centrar nuestro ataque en Wizzro! - ordenó Impa.

Los otros tres chicos se libraron con los enemigos a los que estaban enfrentando en ese momento arrojándolos a los pozos de lava, y sin perder tiempo siguieron a su comandante. Mientras Impa tomaba su distancia para rodear a Wizzro y atacarlo por un punto ciego, Link trataba de distraer su atención disparándole con el cetro. El resto de la Legión de Link rápidamente se reagrupó, yendo al encuentro del espectro para atacarlo todos a la vez, pero como siempre, cuando lograban acorralarlo se teletransportaba a otro lugar, preferiblemente bien lejos de ellos y/o detrás de sus tropas para que pudieran protegerlo. No obstante, en las pocas ocasiones en que se tomaba el tiempo para atacarlos, demostraba que era capaz de utilizar una magia oscura muy poderosa. La energía que les lanzaba explotaba con fuerza dejando un rastro de fuego maligno, que incluso las flechas de hielo tenían problemas para extinguir, seguramente por su naturaleza mágica.

En una maniobra desesperada, tratando de anticiparse por donde iba a salir de nuevo, decidieron esperar a que de nuevo se animase a atacarlos. Pese a su gran poder, sus ataques eran algo lentos para prepararse, lo cual sin duda era la razón por la cual huía para tomar su distancia. Wizzro parecía centrar su atención mayormente en Link e Impa, considerándolos a ellos como los "principales" del grupo, y mientras se aprovechaban de eso para que se enfocase en ellos, los otros empezaron a rodearlo. Específicamente, Ruisu y Alexandre se colocaron a ambos lados de él, al parecer fuera del alcance de su único ojo, y cuando estaba preparando su ataque, alistaron las zarpas, mientras Link preparaba un ataque con el Cetro de Fuego. Wizzro lanzó la esfera de energía oscura que colisionó en el medio con la bola de fuego que le disparó Link, haciendo que las dos se cancelaran una a la otra en el aire, por fortuna todos estaban a buena distancia de la explosión.

- ¡Alexandre, Ruisu, ahora! - gritó Link.

¡KLANK! ¡KLANK!

- ¿Pero qué...? ¡Suéltenme! ¡Suéltenme enseguida!

El ataque frontal solo fue una distracción, pues el verdadero objetivo era que Ruisu y Alexandre usaran las zarpas simultáneamente, y funcionó, pues cada uno de ellos consiguió engancharlo por un brazo. Ambos tensaron las cadenas pero sin retraerlas por completo. Wizzro trató de forcejear para soltarse, pero claramente pese a manejar magia muy poderosa, su fuerza física era la que se podría esperar de un espectro, en otras palabras, casi inexistente, pues no pudo ni mover a sus captores. Tampoco podía intentar teletransportarse por el suelo con ellos sujetándolo, porque al arrastrarlos ponía en riesgo su propia integridad, y para empeorar, perdió su enfoque y con él el control sobre sus tropas, que empezaron a actuar de manera errática y desordenada, y a atacarse entre ellos.

- ¿Quién se ríe ahora, fantasmita? - dijo Alexandre.

- ¡Link, es tu oportunidad, acábalo! - agregó Ruisu.

- ¡Será un placer! - dijo el rubio mientras preparaba otro ataque con el cetro, más fuerte que el anterior.

Pese a que Wizzro no tenía ningún rasgo facial aparte de su ojo, la forma en que se ensanchó les hizo creer que seguramente estaba entrando en pánico, sabiendo lo que le venía. El espectro siguió forcejeando tratando de liberarse, y cuando Link estaba a punto de soltar la bola de fuego, decidió utilizar otra táctica.

- ¡Espera! ¡Si me matas ahora te arrepentirás! - les gritó como un cobarde suplicando piedad.

- ¡Nada de lo que digas te salvará ahora! - aseguró Link.

- ¿Ni siquiera información sobre su querida princesa?

La sola mención de la princesa bastó para que Link y el resto perdieran la concentración por un instante, pero eso fue todo lo que Wizzro necesitó. Sin que nadie se lo esperase, su capucha se abrió por el medio y de ella hizo salir una tercera mano, enorme y hecha de pura energía oscura, pero muy similar a las suyas. Dio un manotón por toda el área, dispersando a Link, Impa y al resto, y liberándose de Alexandre y Ruisu en el proceso. Para empeorar las cosas, su sorpresivo ataque le dio a Link primero, volándole el cetro de las manos y haciendo que este cayera fuera de su alcance y peligrosamente cerca del borde del pozo de lava del centro. Wizzro tomó ventaja de esto para alejarse mientras se volvían a levantar.

- Debí imaginarlo. - dijo, recobrando su tono de psicópata arrogante. - Están preocupados por ella, ¿verdad?

- ¿Qué sabes sobre la princesa? - preguntó Impa, apuntándole con su enorme espada. - ¡Habla ahora mismo o te juro que...!

- Despacio, vamos por partes. - dijo Wizzro levantando las manos en un gesto para que se detuvieran. - Salieron para buscarla, ¿no es así? Les haré un favor ahorrándoles el viaje.

- ¿A qué te refieres? - preguntó Impa. No le gustó como sonó eso último.

- Puedo asegurarles que no la encontrarán, no importa donde vayan. - dijo Wizzro. - Ustedes no me vieron durante el ataque al castillo, ¿no es así?

Nadie dijo nada, pero las expresiones de cada uno fueron toda la respuesta que el malvado espectro necesitó. Si nadie lo había visto durante el ataque al castillo, no tenían manera de saber lo que había hecho en ese tiempo.

- Me oculté por un tiempo, pero los estuve vigilando. - prosiguió, mirando fijamente a Link. - Los vi pelear contra nuestras tropas, en verdad me sorprendió que solo dos de ustedes fueran capaces de enfrentarse a tantos, así que me mantuve al margen, sería demasiado arriesgado pelear contra los dos a la vez. Esperé un poco, hasta que finalmente, ella se quedó sola.

En ese instante Link volvió a sentir la punzada de la culpa en su pecho por haber dejado a la princesa por su cuenta, pero esta vez mezclada con rabia. Si este espectro le había hecho algo... si él no se hubiese ido tal vez podría haber hecho algo para protegerla.

- Maldito... ¿qué fue lo que le hiciste? - preguntó Link, desenvainando su espada, listo para cortar en pedazos a Wizzro en cualquier momento.

- Solo obedecía las órdenes de mi señora. - replicó Wizzro con un tono despreocupado, como si eso fuese una excusa de lo más normal.

- De nuevo la mencionan. - dijo Impa. - ¿Quién es tu señora y por qué está haciendo todo esto?

- Cómo les gustaría saberlo, ¿verdad? - dijo Wizzro manteniendo el mismo tono. - ¿Bastaría con decirles que simplemente me dijo que la princesa debía morir, así que me libré de ella rápida y limpiamente?

- ¡Estás mintiendo! - exclamó Impa. - Conozco a la princesa mejor que nadie, ella jamás perdería ante alguien como tú.

- Pueden creer lo que quieran, les estoy diciendo la verdad. - dijo Wizzro. - Pero ya que la extrañan tanto, les ayudaré a reunirse con ella... ¡en la otra vida!

De nuevo, volvió a sacar la enorme mano de energía oscura, pero esta vez al estar prevenidos, lograron apartarse para evitarla. Wizzro recuperó su enfoque lo suficiente para retomar el control de algunas de sus legiones, las que estaban más cerca. En cuanto vio el cetro caído al borde, y que Link trataba de recuperarlo, dirigió a unos cuantos Poes y Stalfos para frenar su avance, y mandó a otros directo hacia la susodicha arma, que sin duda era lo que más problemas podía causarles.

- ¡Empujen ese cetro a la lava! - les ordenó.

- ¡Alguien vaya por el cetro! - gritó Link, forcejeando con un Stalfos y protegiéndose con su escudo de su feroz asalto.

- ¡Lo tengo! - exclamó Alexandre.

El lancero echó a correr al ver que uno de los Poes se acercaba peligrosamente hacia el cetro, así que para detenerlo hizo lo único que se le pudo ocurrir: sujetó su lanza por encima del hombro y la arrojó como una jabalina. Fuera por suerte o por habilidad, esta dio en el blanco y lo detuvo en seco, atravesándolo por completo. Pero había muchos más de ellos, y él no podría llegar a tiempo, pues los Poes al ir flotando se movían más rápido de lo que él podría correr. Sin más opciones, el lancero echó mano de su zarpa y apuntó directo hacia el cetro, rezando porque las garras lo sujetaran y lo trajeran directo a él a salvo. Enganchado y asegurado, retrajo la cadena rápidamente, y esta vez estando preparado pudo atraparlo con la otra mano. Sin embargo, su lanza había caído demasiado lejos para ir por ella, y lo único que tenía en las manos para defenderse eran la zarpa y el cetro, mientras los fantasmas, que ahora lo veían a él, comenzaban a acercársele.

- De acuerdo, ahora, ¿cómo se usa esta cosa? - se preguntó, mirando el susodicho cetro. Si Link lo había hecho, ¿por qué no podría hacerlo él?

Pero sin tiempo para pensar y con los fantasmas yéndosele encima, en lugar de utilizar el cetro como lo hizo Link, disparando bolas de fuego a larga distancia, decidió blandirlo como hacía con su lanza. Al fin y al cabo era un bastón largo, ¿qué tan diferente podía ser? Y con toda certeza, cuando golpeó a uno de ellos con la gema roja de la punta, este estalló súbitamente en llamas. Animado por esto, procedió a repetirlo con los otros, repartiendo golpes a diestra y siniestra y haciendo que los fantasmas desaparecieran en las llamas. Impa en particular parecía sorprendida por esto, el Cetro de Fuego no estaba pensado como un arma de combate cercano, y ciertamente eliminarlos uno a uno no parecía tan efectivo como usar un solo ataque devastador para incinerarlos a todos a la vez, pero si se ajustaba a su estilo y los estaba ayudando, no iba a protestar.

Mientras tanto, Wizzro había desaparecido (de nuevo) en la conmoción, pero el desorden que se formó cuando lo habían atrapado actuó a su favor y les dio un área relativamente despejada para poder avanzar. Impa les ordenó aprovechar para seguir adelante, y así lo hicieron (después que Alexandre recuperase su lanza), hasta que fueron detenidos por un repentino brote de lava en una pared.

- ¡Whoah! - exclamaron todos a la vez, evitando por los pelos el salpicón de la roca ardiente. Si eso no fuera suficiente, esto formó un pequeño río que era demasiado ancho para saltarlo.

- ¡Den la vuelta, hay que regresar! - dijo Impa.

- ¡No podemos! - exclamó Ruisu. - ¡Vienen detrás de nosotros!

- ¡Entonces hay que seguir adelante! - dijo Zatyr empuñando su arco.

Concentró toda la energía que pudo antes de lanzar la flecha de hielo, apuntando directamente a la salida de la lava, para bloquear su flujo aunque fuese por un instante, el tiempo suficiente para que pudieran atravesar sin peligro. Acto seguido lanzó otra hacia la que había quedado estancada para enfriarla y tener un punto de apoyo. Link tomó un profundo respiro y fue el primero en cruzar, aterrizando primero en el punto seco que Zatyr creó y llegando al otro lado a salvo. Uno a uno sus compañeros lo siguieron, hasta que solo quedó Impa. Antes de irse, la comandante tomó uno de los Bombchus que había planeado utilizar antes como una distracción, pero ahora les había encontrado otro uso. Encendió la mecha y lo puso a andar por la pared y de inmediato siguió a sus subordinados.

Los Bombchus tenían la particular capacidad de deslizarse a gran velocidad por el suelo y las paredes, lo que acentuaba aún más su similitud con los roedores (aunado al ruido que hacían al moverse). Impa no se volteó a mirar, pues sabía exactamente lo que haría.

¡BOOOOOOOOOMMM! En cuanto el roedor explosivo hizo su tarea, la salida de lava, temporalmente obstruida por la flecha de hielo volvió a abrirse, pero esta vez mucho más grande producto de la detonación. El brote de lava se convirtió en un torrente que irremediablemente arrastró a los desafortunados monstruos que habían seguido a los héroes, y bloqueó el camino para cualquier otro que viniera en la misma dirección.

- Eso los retrasará un poco. - dijo la Sheikah al oír la detonación y el sonido de la lava fluyendo con más fuerza.

Los seis soldados continuaron su avance, y ya se veían muy cerca de alcanzar el pasaje de salida de las cuevas, pero fueron detenidos súbitamente cuando una serie de círculos oscuros comenzaron a aparecer frente a ellos, y de manera muy similar a como se transportaba Wizzro, más esqueletos y fantasmas empezaron a surgir frente a ellos directamente del suelo. Y cuando intentaron dar la vuelta, se dieron cuenta que por detrás también los había, cortándoles la retirada. Y no solo al frente y detrás, sino también a su izquierda y derecha siguieron surgiendo. Antes de darse cuenta, ya los tenían rodeados, y para mayor insulto, cuando ya los habían reducido a un pequeño círculo, fue que finalmente Wizzro decidió aparecer frente a ellos.

- No importa a cuantos derroten, tenemos reservas de sobra, y puedo llamarlos cuando quiera. - dijo con arrogancia. - Los felicito por llegar hasta aquí, pero es tiempo de despedirnos. Saluden a la princesa cuando la vean en el otro mundo.

Todos se pusieron sobre aviso, preparados para recibir el ataque de Wizzro y enfrentarse a sus aparentemente infinitas legiones hasta las últimas consecuencias. El espectro se reía y su ojo resplandecía de triunfo... hasta que se vio interrumpido por el más improbable de los sonidos.

- Oigan, ¿oyen eso? - dijo Link.

- ¿Oír qué? - dijo Alexandre. - Esperen, eso es... ¿música?

Al aguzar el oído, pudieron darse cuenta que sonaba como una melodía entonada por las cuerdas de una lira. Un momento, ¿una lira? Esta se fue haciendo más fuerte, hasta que Impa identificó las notas. Esa era una canción que ella conocía muy bien.

- Esa melodía es...

¡ZAP! ¡ZAP! ¡ZAP! ¡BROOM! ¡BROOM! ¡BROOM! Antes que Impa dijera nada, una lluvia de rayos cayó sobre los monstruos que los rodeaban, incluyendo al propio Wizzro, que exhaló un chillido de dolor cuando sintió el choque de la electricidad, pero fue el único lo bastante afortunado para no terminar chamuscado o hecho pedazos, pero claramente afectado, y con él incapacitado temporalmente, de nuevo se hizo un desorden entre sus tropas sin nadie que las controlase. Link, Impa y los demás, tan sorprendidos como sus adversarios por el ataque imprevisto, no corrieron hacia la salida, mirando a todas partes para descubrir la fuente.

- ¡Allí! - dijo Zatyr señalando hacia una saliente elevada.

Siguiendo el sonido de la música, pudieron ver a una persona parada tocando una lira. Desde esa distancia no se podía ver con claridad, hasta que, una vez que se percató de que habían notado su presencia, saltó desde allí, para luego incorporarse y caminar con calma hacia ellos.

El recién llegado tenía una apariencia bastante andrógina, por su aparente constitución y la ropa que usaba, podría tratarse o de un hombre muy delgado, o una mujer más corpulenta de lo normal. La mayor parte de su rostro estaba oculto por lo que parecían ser vendajes, pero dejaba ver unos mechones de cabello rubio que caían sobre sus ojos carmesí, y por detrás atado en una trenza hasta la mitad de la espalda. También llevaba vendajes en los muslos y antebrazos. Usaba un uniforme azul oscuro enterizo, con algunos detalles más claros, y en su pecho sobre un fondo blanco el símbolo del ojo derramando la lágrima, característico de la tribu Sheikah, y al igual que Impa, traía varios kunais colgando de sus piernas. Pero lo más sorprendente, como notó Impa, fue el instrumento que llevaba consigo, una lira que se veía alarmantemente similar a la lira de la Diosa Hylia.

- Ese espectro está mintiendo. - habló finalmente. Igual que su apariencia, la voz daba pocas pistas de si era un hombre o una mujer. - La princesa aún sigue con vida. Podrán reunirse con ella eventualmente, pero aún no.

- ¿Cómo puedes saber eso? - preguntó Impa, mirando con sospecha a esta misteriosa persona, que de pronto aparecía cuando más necesitaban ayuda. - ¿Y quién eres tú?

- Pueden llamarme... Sheik.

- ¿Sheik? - repitió Link, también mirando fijamente, pero más con curiosidad y con la extraña sensación de que había algo familiar tanto en el nombre como en la persona a quien pertenecía.

- Es un nombre que ha pasado por varias generaciones de la tribu Sheikah. - explicó Sheik. - Los sirvientes de la familia real de Hyrule.

- ¿La tribu Sheikah? - dijo Impa. - Pero eso es imposible.

La comandante del ejército sabía que quedaban pocos sobrevivientes de los Sheikah, incluyéndola a ella y a Sir Azael. Estaba segura de conocerlos a todos, y jamás en su vida había visto a este tal Sheik. Y más todavía, ¿por qué tenía en sus manos esa lira que se parecía tanto a la que ella conocía, y había sido robada de su sagrado lugar de descanso? Tenía muchas preguntas, y definitivamente le tendría que sacar algunas respuestas.

- Auch, eso dolió... - oyeron quejarse a Wizzro, que finalmente había salido del aturdimiento en que lo dejó el relámpago que le cayó. - ¿Qué demonios sucede aquí?

- Sé que tendrán preguntas, pero ahora no es el momento. - dijo Sheik, como si leyera el pensamiento de Impa. - Diríjanse hacia la salida, yo cubriré su escape.

Impa quiso protestar, pero dadas las circunstancias, no tuvo más remedio que hacer caso. Encarando a Wizzro, que apenas recuperaba el control de sus legiones, Sheik tomó de nuevo la lira, y rasgueando las cuerdas, disparó unos torrentes de energía multicolor que parecían tener notas musicales, pero golpearon a los fantasmas y a los esqueletos como si fuesen objetos sólidos duros, derribándolos al instante en un área muy amplia. Únicamente Wizzro pudo aguantar el embate al protegerse con una barrera mágica de manera preventiva.

- No importa cuántos de ustedes haya, ¡los acabaré a todos! - dijo mientras sacaba su tercera mano.

Wizzro trató de agarrar con su enorme mano a Sheik, quien simplemente saltó hacia atrás para esquivar dando una pirueta, y mientras estaba en el aire le arrojó uno de sus kunais. El espectro se burló al atraparlo, preguntando por qué lo atacaba con algo tan insignificante... hasta que se percató algo tarde de que el kunai tenía atado un sello explosivo que estaba a punto de detonar, y este literalmente le explotó en la cara con suficiente fuerza para hacerlo retroceder. Pero Sheik no se detuvo allí: arrojó unos tres o cuatro más de ellos hacia el suelo a su alrededor para alejarlo aún más (y llevarse algunos secuaces en el proceso). Para el toque final, al tenerlos a buena distancia, entonó la misma melodía que Link y sus compañeros oyeron cuando cayeron los rayos que los salvaron la primera vez, e igual que antes, estos comenzaron a llover sobre Wizzro y sus legiones. Únicamente el espectro podía protegerse de ellos con su barrera mágica, pero eso era a costa de no poder moverse hacia sus enemigos ni atacarlos. Lo que fuera que estuviese haciendo Sheik, tenía que darle crédito por usar una magia que estaba a su nivel.

Mientras los demás continuaban corriendo hacia el pasaje de salida, Link decidió quedarse atrás para darle una mano a Sheik, solo para darse cuenta que en realidad no lo necesitaba en absoluto. No tenía idea de quién fuese o por qué los estaba ayudando, pero no se quejaba.

- Te dije que cubriría su escape. - dijo Sheik, aparentemente al sentir la presencia de Link acercándosele.

- ¿Y piensas quedarte aquí hasta que nos vayamos? - dijo Link. - Ni hablar, no pienso dejar a nadie atrás. Vamos a sellar el pasaje para que no nos sigan.

Sheik observó a Link, se veía muy firme en lo que decía. Entretanto, Impa y los demás se encontraban preparándose para sellar el pasaje de salida de las cuevas.

- ¡Dense prisa, tenemos que irnos ya! - gritó la comandante, preparándose para encender un par de Bombchus.

Mirando a Impa, y posteriormente a Link, Sheik finalmente cedió y ambos comenzaron a correr hacia la salida. Wizzro les ordenó a sus secuaces perseguirlos, pero no pudieron alcanzarlos. El pasaje de salida hacia los bosques de Farone era un túnel estrecho, apenas con el suficiente espacio para que un humano adulto pudiese atravesarlo sin problemas. Una vez que sellaran esa entrada, no podrían seguirlos más allá, aunque a costa de que el viaje de vuelta cuando regresaran al castillo sería mucho más largo. En cuanto los dos entraron, Impa encendió los explosivos y los puso a correr por ambos lados de la entrada donde habían ingresado. Estos subieron hasta la parte superior, detonando al colisionar uno con el otro. El derrumbe fue masivo, una montaña de rocas se apiló frente a la entrada, cortando por completo todo el acceso.

- Maldición, lograron escapar. - dijo Wizzro.

Su habilidad de teletransportarse por el suelo de poco podría servirle, pues con la entrada sellada de esa manera no había ningún resquicio por el cual pudiese atravesar para seguirlos, y de cualquier manera tomaría demasiado tiempo atravesar con el ejército de monstruos en un pasaje tan estrecho como ese. Y con ese tal Sheik en sus filas ahora... enfrentarse a ellos podría ser un problema. Tenía que planear mejor una estrategia.

- Wizzro... ¿qué se supone que estás haciendo? - resonó una voz en su cabeza.

- ¡Mi-mi señora! - se sobresaltó al oírla. - Cómo me alegra escuchar su voz, ¿en qué puedo...?

- Ahórrate los halagos. - le respondió. - Creo que mis órdenes fueron muy claras.

- Sí, usted dijo que el héroe y sus compañeros tratarían de atravesar por las Cuevas de Eldin, y que yo tenía que detenerlos...

- ¿Olvidas el detalle más importante? Creí haberte dicho que, aunque le podías hacer lo que quisieras a sus amigos, al héroe lo quiero VIVO. Corrígeme si me equivoco, pero casi podría jurar que también intentabas matarlo a él.

- Mi señora, le aseguro que yo no...

- ¿Te olvidas de que puedo verlo todo? No te atrevas a mentirme, porque lo sabré. Y en vista de que fallaste tu misión, es mejor que vuelvas. Tendré otro trabajo para ti más adelante.

- Sí, mi señora.

Dichas estas palabras, Wizzro se tocó el anillo que llevaba en su dedo. Su señora lo había hechizado para que, cuando quisiera regresar, pudiera hacerlo de manera instantánea con solo desearlo, muy práctico para salir de ese "acogedor" lugar en el que se encontraba.

El espectro estaba furioso de que el héroe y sus aliados hubiesen logrado burlarlo, aunque para darse crédito, todo hubiese salido como lo había planeado de no ser por el "factor inesperado" que apareció en medio de la pelea cuando ya los tenía en sus garras. Aprendiendo de su error, planearía mejor para su siguiente encuentro, y con ello, el resultado sería diferente la próxima vez que se encontrasen.

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Fuera de las Cuevas de Eldin, poco después...

A medida que se acercaban a la salida del pasaje, el incandescente calor comenzaba a disiparse. Poco a poco, el oxígeno retornaba a los pulmones de los guerreros, aliviados de haber salido de esas infernales cuevas, y de haber dejado atrás a su agresor. Sin embargo, aquella sensación solo era física, pues sus emociones aún estaban terriblemente alteradas por la batalla a la que habían tenido que enfrentarse, en especial por lo que escucharon sobre la princesa y su supuesta muerte. El solo pensar en ello los atormentaba terriblemente, en especial a Link, quien aún sufría de la opresión en el pecho provocada por la culpa.

Tomándose unos minutos para recuperar el aliento, el grupo permaneció en silencio mientras asimilaban todo lo ocurrido, pero Impa no le quitaba la mirada de encima al recién llegado individuo, quien mantenía ligeramente su distancia del resto, mostrándose tranquilo. Definitivamente no le inspiraba confianza, aunque al mismo tiempo, Sheik tenía algo que se le hacía familiar. No obstante, su parte racional lo podría atribuir a su supuesto origen. Por su esencia, difícilmente (por no decir nunca) alguien podía mentirle, y si este misterioso joven mentía o era un enemigo, ella podría haberlo sentido. De cualquier manera, había un determinado tema con el que no iba a quedarse callada, así que se puso de pie y se dirigió hacia donde se hallaba, dispuesta a conseguir respuestas a todas sus dudas.

- Veo que aun tienes deseos de hacerme preguntas. - dijo Sheik serenamente, poco antes de que Impa se le acercara.

- Y no te equivocas. - indicó Impa, hablando con más firmeza. - En nombre de todos, te agradezco mucho por habernos salvado... pero seré directa, ¿de dónde sacaste la lira?

- ¿Piensas que me la he robado?

- Responde a mi pregunta. - insistió Impa. - ¿De dónde sacaste esa lira? Es la lira de la Diosa Hylia, ¿cierto?

Al oír esto, Link y el resto de su grupo se acercaron hacia donde los dos Sheikahs estaban conversando, o más bien, discutiendo. Se alarmaron por el severo tono de voz con el que Impa le habló a Sheik, y temían que eso desencadenase en otra pelea, y lo menos que necesitaban ahora era discordia entre sus propias filas.

Más que enfurecida, Impa estaba preocupada y consternada, temía que este extraño individuo fuese el que robó la lira, o peor aún, el que se llevó a la princesa. Empezando por el hecho de que era muy sospechoso de que supiera que ella estaba con vida. ¿Qué escondía? ¿Quién era en realidad? Sobre todo porque aseguraba ser un miembro de su clan, que a pesar de que físicamente se veía como uno de ellos, definitivamente no lo era.

- Yo no me he robado nada. Esta lira siempre me ha pertenecido. - dijo Sheik, manteniendo una total calma en su voz. - Y ahora que mencionas a la lira de la Diosa, es mejor que observes bien la mía, pues no son la misma.

Dicho eso, le extendió su instrumento de cuerdas para que Impa pudiese observarlo detenidamente. La comandante pudo notar que, a pesar de ser muy parecido al de la princesa, tenía rasgos diferentes, como un pañuelo azul amarrado en el extremo izquierdo, y coloraciones blancas en los arcos. No obstante, quitándole esas características, casi podría jurar que era la lira de la Diosa Hylia, de modo que no fue suficiente para que la guerrera de las sombras confiara.

- ¿Qué es lo que quieres? ¿Por qué llegaste a salvarnos de la nada? ¿Acaso nos estabas siguiendo? - cuestionó Impa.

- Sinceramente, sí los estaba siguiendo, pues mi búsqueda es la misma que la de ustedes. Por eso, quisiera prestarles mi poder y acompañarlos.

- ¡De ninguna manera! - exclamó Impa, tajante. - Honestamente no me transmites confianza, sobre todo porque aseguras que la princesa está con vida. ¿Cómo lo sabes? ¿Acaso la tienes cautiva?

- Solo confórmate con saber que está viva... eso debería de ser suficiente.

- ¡Cómo te atreves! - espetó la Sheikah, tomando del cuello a Sheik, y alargando la mano lista para darle una buena bofetada.

- ¡Espere, Lady Impa!

Al escuchar el llamado de Link, que afortunadamente reaccionó a tiempo sujetándola de la muñeca, Impa se detuvo en sus acciones. Siempre se caracterizó por contener sus impulsos y emociones, y ahora mismo estuvo a punto de perder la calma. Pero después de todo, aunque no lo demostraba abiertamente, estaba desesperada, pues solo de imaginarse que las palabras del espectro pudieran ser ciertas, la atormentaba en sobremanera. Y luego, un extraño individuo le decía lo contrario, pero al mismo tiempo no le respondía nada. No sabía a quién creerle.

- Lady Impa. - dijo Link, sintiéndose más tranquilo de que el problema no llegase a una confrontación física. - Creo que es mejor que Sheik venga con nosotros.

- ¡¿QUÉEEEEEEE?! - exclamó el resto de la legión de Link, alarmada.

- Sé que no lo conocemos, pero nos salvó a todos y ha demostrado ser muy fuerte. Puede ser muy útil en nuestro viaje.

- Oye, estamos agradecidos por ello y todo, pero no lo tenemos ni idea de quién es, Link. - dijo Alexandre.

- No quiero acusar a nadie, pero Alexandre tiene razón allí. - agregó Ruisu. - Por lo que sabemos, podría ser un espía del enemigo.

- Yo sé que no es así. - aseguró Link. - Lo admito, tengo muchas dudas respecto a él... pero algo en mí me dice que no es nuestro enemigo.

- Link, sabes muy bien que por tu rango no voy a contradecirte... pero al igual que los demás no estoy de acuerdo. - dijo Impa, mirando con desconfianza a Sheik.

- Si lo hubiera querido, en la emboscada podría habernos asesinado a todos. Y si él mismo dijo que desea encontrar la causa de toda esta guerra, entonces que venga con nosotros. Y en el peor de los casos... si resulta ser un enemigo, es mejor tenerlo cerca para vigilarlo. - dijo Link, observando con seriedad a Sheik.

Todos se quedaron en silencio meditando las palabras del héroe elegido, quien se mostraba seguro en las mismas. Sin embargo, aunque no lo demostrara, Link sí tenía sus dudas sobre el joven Sheikah, pero algo dentro de él le indicaba que debía confiar, que por medio de este llegarían a su esperado objetivo, sobre todo si se trataba de la princesa.

- Está bien, creo que ya no hay nada que discutir. - dijo Impa, resignada. - Continuemos.

Sin refutar ni una palabra más, el grupo siguió con su recorrido, siendo Link y Sheik los últimos en seguirlos. No faltaba mucho para llegar al Bosque de Farone, por lo que tenían que apresurarse para descubrir quién era la misteriosa líder que se encontraba ahí. De nuevo, múltiples interrogantes invadieron la cabeza del héroe. ¿Estaría Zelda en ese lugar? ¿Estaría sana o con alguna herida? Pidió a las Diosas que la protegiesen dondequiera que estuviese en ese instante, y se juró a si mismo que si resultaba encontrarla, no volvería dejarla sola, así fuera que ella misma se lo ordenase.

- Gracias...

Al escuchar aquella voz, Link se dio la vuelta para ver que Sheik le había hablado, agradeciéndole por la confianza depositada hace unos momentos, incluyéndolo como uno de los suyos.

- Te aseguro que la princesa está con vida... pronto la verás.

Y diciendo esto, el Sheikah aceleró el paso, lo que causó que Link, una vez más, sintiera que aquel individuo se le hacía conocido, y no solamente por el nombre, sino por algo mucho más familiar.

Esta historia continuará...

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