Capítulo 18: Eclipse de la luna Parte II
"A pesar de comenzar con una gran ventaja el asalto al Templo de las Almas, las fuerzas aliadas se encontraron con que la última resistencia de Cya sería más difícil de derribar de lo que esperaban inicialmente. Aunque la batalla progresa a su favor, los guardianes que protegen la barrera tras la cual Cya se está escudando resultaron ser enemigos mucho más formidables de lo que esperaban. Al parecer, la hechicera oscura no piensa caer antes de arrastrar al menos a unos cuantos de sus enemigos con ella.
Determinados a impedir que las abominaciones cobren más vidas, los aliados de Link luchan contra los monstruosos guardianes. Dos de los tres generadores de la barrera ya han caído, pero su misión no estará completada hasta que los centinelas que los custodian hayan sido derrotados totalmente. Y entretanto, Link y Lana deben enfrentarse a los últimos vestigios del error que el héroe legendario cometió en su arrogancia, e hizo pagar el precio a su amada.
Pero las fuerzas aliadas no son las únicas que están experimentando dificultades. El enfoque y la concentración de Cya cada vez se acercan más y más al punto de quiebre. Su atención está dividida entre fortalecer a sus tropas, y la distracción que le provocaba el poder de su enemiga cada vez que golpeaba la barrera que la aprisionada. El que Zelda no se resignara a la desesperación, sino que siguiera luchando, no hacía más que enfurecerla más con cada segundo, pues ya en este momento era imposible seguir negando lo inevitable..."
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Valle de los Videntes...
El enfrentamiento entre las fuerzas aliadas y las legiones oscuras de Cya seguía en curso. La superioridad numérica y táctica de los aliados humanos, Gorons y Zoras se hizo patente, pero el incremento de poder que la hechicera oscura daba a los suyos para compensar su desventaja cobró un notorio número de víctimas en las filas del bando de los héroes. Lejos de dejarse llevar por la desesperación, los sobrevivientes solo usaron el sacrificio de sus compañeros como un impulso para darse fuerzas y continuar luchando, pues querían asegurarse de que no murieron en vano.
A las puertas del Templo de las Almas, Lana pudo sentir que en dos ocasiones la barrera que rodeaba al templo sufría una fluctuación de poder mágico y este disminuía considerablemente, lo que quería decir que sus compañeros habían logrado destruir dos de los generadores. Pero incluso antes de que lograran eliminar el tercero, todavía tenían otro gran problema con el cuál ella y Link tenían lidiar.
El Link sombrío gigante resultó ser un adversario mucho más difícil de lo que Link se esperaba. Para empezar, a pesar de su enorme tamaño, peso a peso podía moverse a la misma velocidad que Link, y eso incluía además poder ejecutar sus mismos movimientos. La única ventaja que Link tenía era que ser de ese tamaño lo convertía relativamente en un blanco fácil, y contando además con Lana, podía mantener su atención dividida entre los dos para crear aberturas.
Mientras Link lo mantenía ocupado, Lana conjuró una tormenta eléctrica encima él, concentrando toda la electricidad en su cabeza para golpearlo con un solo rayo masivo. El esfuerzo la dejó exhausta, pero logró paralizarlo y le dio a Link la oportunidad de elevarse con las botas para eludir su escudo y espada, mientras concentraba algo de energía de su fragmento para dirigirle una estocada hacia el pecho.
- ¡TOMA ESTO! - exclamó Link, clavando la hoja en todo el centro del pecho del gigante, y deslizándose con la gravedad para hacer un corte hasta tocar otra vez el suelo.
El joven héroe tomó su distancia para evaluar qué tanto daño logró hacer con ese ataque, pero al ver que el corte volvía a cerrarse como si nada hubiese pasado, tomó eso como una mala señal y decidió no presionar con el ataque
- ¡Lana! ¿No puedes atacarlo de nuevo? - preguntó Link.
- ¡Me tomará tiempo conjurar otra tormenta de rayos como esa! - replicó la hechicera. - ¡No puedo gastar más energía de la necesaria!
Era cierto. No podían desperdiciar energía peleando con esta cosa, tenían que guardar suficiente reserva para poder enfrentarse a Cya. En cuanto el gigante de sombras se regeneró de nuevo, inmediatamente reanudó su ataque dándoles un par de tajos horizontales que tuvieron que esquivar saltando. Link otra vez tomó su distancia mientras sacaba el boomerang y lo lanzaba tratando de abarcar un área amplia para crear un gran tornado. Sin embargo, aunque el remolino pudo atraparlo brevemente, este solo tuvo que hacer un pequeño esfuerzo para disiparlo, y de inmediato volvió a alzar su espada mientras corría hacia ellos, o específicamente hacia Lana, que todavía no se reponía del todo de haber conjurado aquella tormenta de rayos, y parecía ser la más vulnerable de los dos en ese momento. Al ver esto, Link se lanzó para darle un tajo en la pierna, pero por reacción, este agitó la espada y lo golpeó con el plano, mandándolo a volar varios metros.
- ¡LINK!
Lana estuvo a punto de correr en su ayuda, pero el gigante sombrío de nuevo centró su atención en ella. Al fijar sus ojos rojos en la hechicera, levantó la espada y trató de volver a cortarla. Por instinto, la hechicera tomó la Vara Deku y canalizó su poder a través de ella, haciéndola brillar en energía verde para protegerse. La espada oscura se partió al impactar contra la vara. El trozo desprendido cayó al suelo y se disolvió en humo negro. Mirándola por un momento, apretó el agarre en ella, como si se concentrara, y entonces la hoja volvió a regenerarse. Pero fue entonces que tanto Link como Lana se percataron de algo que no habían notado hasta ese momento. El Link sombrío regeneró su espada, pero al parecer, lo hizo con su propia masa, al precio de disminuir su estatura. Dicho de otro modo, los ataques que habían conectado hasta entonces no habían sido un desperdicio. Cada vez que lo golpeaban se encogía un poco, entre más aumentaran el daño, más pequeño se haría.
- Lana, ¿es idea mía, o de pronto esa cosa se ve más pequeña que cuando empezó a pelear? - preguntó Link.
- No, no te equivocas. - dijo Lana. - Tiene sentido, si está compuesto de todos esos Links oscuros, cada vez que lo golpeamos es como eliminar a uno de ellos. Para regenerar el daño, tiene que sacrificar algo de la masa de algunos de ellos.
- ¿Entonces qué? ¿Seguimos golpeándolo hasta que termine de disolverse por completo? - A Link no le agradaba esa idea. Incluso si le ganaban de ese modo, entre más se tardaran, estarían en peor condición para pelear contra Cya después.
- Tal vez no sea necesario. - respondió Lana. - Incluso aunque esté compuesto de muchos de ellos, uno en particular tiene que estar actuando como el núcleo central.
- ¿Núcleo central?
- En términos coloquiales, sería como su corazón, su cerebro, o ambas cosas simultáneamente. - explicó la hechicera. - Si le dieras un golpe directo, eso sería suficiente para derrotarlo de una sola vez.
- Eso suena bien, ¿pero cómo lo haremos? - volvió a preguntar Link, esperanzado de que hubiese una forma de vencerlo más rápida y eficaz que simplemente tratar de agotarlo con cortes pequeños.
Antes que Lana pudiese darle su respuesta, el Link sombrío volvió a la carga, esta vez atacando con más furia. Por fortuna, sus movimientos no eran más rápidos que antes y pudieron evitar los tajos sin mucho problema. Lana disparó unas esferas eléctricas para hacerlo retroceder momentáneamente y Link corrió pasando por debajo de sus piernas para ejecutar un ataque giratorio supercargado, esperando que de algo sirviera al menos para seguir disminuyendo la masa de su doble gigante. Hecho esto, corrió en la otra dirección para evitar que le cayera encima. Para concentrar más poder en un área más pequeña, Lana inmovilizó una de las piernas del enemigo dentro de una de sus barreras de energía, dándole tiempo de correr hasta donde estaba Link. Mientras el gigante de sombras forcejeaba por liberarse, la hechicera finalmente tuvo su oportunidad de explicarle su plan a Link.
- La energía oscura está demasiado dispersa para saber con exactitud dónde está concentrado el núcleo. - dijo Lana. - Tendré que encontrarlo a la antigua, lanzando ataques que puedan penetrarlo y rezar por que alguno de ellos lo exponga.
- Si no hay otra alternativa. - dijo Link. - De acuerdo, dime qué debo hacer.
- Mantenlo ocupado como hasta ahora. - dijo Lana. - Necesito tiempo para concentrar suficiente energía antes de lanzar los ataques. Una vez que sepa dónde está el núcleo, crearé una abertura para ti y tendrás que darle un golpe directo.
Parecía un plan simple en teoría, pero ambos sabían que sería mucho más complicado que eso, y en el momento en que logró liberar la pierna de la barrera y fijó su atención en ellos para reanudar su ataque, tuvieron que volver a separarse. Lana tenía que mantener su distancia, en tanto que Link tendría que mantenerse dentro de su rango de golpe para tener a su doble oscuro ocupado en él mientras la hechicera hacía lo suyo. Lo mejor que se le ocurría por el momento era permanecer en un lugar, y esperar hasta el último momento para esquivar los golpes.
- Vamos, mala imitación, ven por mí. - susurró.
El doble oscuro caminó hacia Link, e intentó dejar caer su enorme espada sobre él. Link se impulsó hacia atrás con sus botas dando una voltereta y pateando para estabilizarse de nuevo, antes de volver a arrojar el boomerang antes de tocar el suelo para darle un golpe de aire en todo el rostro para desorientarlo. Entretanto, Lana extendió la mano hacia el frente mientras concentraba una esfera eléctrica, haciendo que esta fuese reuniendo energía a su alrededor en espiral. La esfera se fue agrandando a medida que Lana acumulaba más poder, y luego la redujo de tamaño, al compactar la energía. Esto era para incrementar la fuerza del impacto. Ya que no tenía manera de saber en dónde podría estar el núcleo central, la opción más obvia parecía ser disparar hacia el mayor centro de masa. Si estaba allí, qué suerte, si no, al menos podían descartar una mayor área con el primer ataque.
- ¡Ahí va! - gritó Lana.
La esfera salió disparada dejando una estela espiral detrás de ella, logrando dar en toda la espalda del Link sombrío y abriendo un enorme hueco en él. El efecto fue notorio, pues le tomó mucho más esfuerzo cerrar esa herida. Pero había fallado, Lana no pudo ver la concentración de energía del núcleo, así que no debía estar por allí. El gigante volvió a darse la vuelta para dirigirse hacia ella, pero Link volvió a provocarlo para que fuera tras él, clavándole la Espada Maestra en una de las rodillas.
De nuevo con el doble de sombras ocupado, Lana volvió a enfocar su atención en preparar otro ataque. Esta vez, decidió apuntar más arriba. Si el núcleo no estaba en la parte superior del torso, la cabeza parecía ser el siguiente lugar lógico. Casi pierde la concentración cuando Link se tropezó huyendo de su doble gigante, pero afortunadamente pudo escabullírsele rodando hacia un lado antes de que la hoja de su enemigo se le viniera encima. Lana disparó el ataque de nuevo. La explosión literalmente hizo volar la cabeza del Link sombrío, pero este siguió moviéndose sin ella, aunque como no podía ver hacia donde iba, o dónde estaban sus enemigos, tuvo que volver a tomarse el tiempo para regenerarla de nuevo. Para estas alturas, con el daño infligido entre Link y Lana tenía que haber perdido unos dos metros y medio o hasta tres de la estatura que tenía originalmente, pero seguía siendo un oponente enorme. Más todavía, parecía ponerse más furioso entre más se encogía, por lo visto, los ataques de Lana y Link solo lo hacían enfadar y volverse más agresivo.
- ¡Lana, date prisa! - exclamó Link.
- ¡Lo hago tan rápido como puedo! - protestó la hechicera, aunque en el fondo no lo culpaba por apresurarse. Después de todo, Zelda estaba adentro, esperándolo a él, y ella se había comprometido ayudarlo a llegar hasta ella.
Rezando porque la tercera fuese la vencida, esta vez Lana decidió apuntar más abajo. No lo encontró en la cabeza, ni tampoco en el torso superior. La sección media del cuerpo parecía ser por eliminación el siguiente lugar a atacar para encontrar el núcleo. En un golpe de suerte, Link esquivó un tajo horizontal y se elevó con las botas aterrizando en el brazo extendido, en concreto en la zona del codo, con una estocada cargada de energía de la Trifuerza, y dando un violento corte, consiguió cercenarle el brazo que sostenía la espada, que igual que el resto al caer se disolvió en una enorme explosión de humo negro. Con semejante daño, la recuperación tardaría mucho más y eso le dio a Link oportunidad de encajarle unos cuantos golpes más. Y mientras peleaban, como si necesitaran más motivación por su progreso, en ese instante volvió a ocurrir otra fluctuación de energía mágica, y la barrera que protegía el Templo de las Almas se vino abajo en lo que pareció ser una lluvia de estrellas tras un estallido luminoso que los dejó ciegos momentáneamente.
- Lo hicieron... ¡La barrera se ha ido, Lana, lo lograron! - exclamó Link.
- ¡Sí, pero no hemos terminado! - le recordó ella. - ¡Tenemos que acabar con él!
Era cierto, no podían dejarlo así. Tenían que derrotarlo para impedir que pudiese ir al campo de batalla a cobrar más víctimas. Tomando ventaja de que todavía estaba ocupado tratando de regenerar el brazo que había perdido, Lana tuvo más tiempo para preparar su ataque y enfocar mejor el objetivo. Esta vez, apuntó hacia la parte inferior del torso. Concretamente hacia el estómago, y una vez que cargó suficiente energía, la dejó volar, dando en el blanco. Y entonces, fue que lo vio.
- Ahí está...
En medio de las sombras, Lana alcanzó a ver, aunque fue solo por unos segundos, una concentración de energía púrpura y roja, que sin duda tenía que tratarse del núcleo. Ahora ya que sabían cuál era el punto débil de su adversario, lo único que tenían que hacer era golpearlo directamente en ese lugar.
- ¡Link, escucha! - gritó la hechicera. - ¡Voy a lanzar un ataque para exponer su punto débil! ¡El núcleo está en el estómago, pero solo podré darte unos segundos para que lo ataques! ¡Tendrás que darle un golpe directo!
- ¡Entendido! - dijo Link.
Se concentró de nuevo para volver a utilizar el poder de su fragmento, canalizando el poder hacia la Espada Maestra. Ahora solo tenía que esperar el momento. Lana de nuevo preparó su ataque, pero esta vez tardaría un poco más, pues tenía que reunir suficiente poder para poder exponer el núcleo durante el tiempo suficiente y que Link pudiese conectar el golpe. Entretanto, el héroe tuvo que evadir los espadazos de su doble oscuro, conteniéndose de atacar para no desperdiciar su propio poder, sino hasta el momento indicado. El resplandor de la Espada Maestra aumentaba a cada segundo.
- ¡Link, ponte cerca de mí, estoy lista! - exclamó Lana.
- ¡De acuerdo!
Link rodeó de nuevo al enemigo, colocándose junto con Lana enfrente de él. El Link sombrío se les venía encima dispuesto a terminar con la pelea, pero tenían que quedarse donde estaban. Este iba a ser un ataque de muerte o gloria, solo tendría una oportunidad. Los dos se miraron de lado, y Lana asintió con la cabeza en señal de aprobación.
- ¡AHORA! - gritó dejando volar la esfera.
Impacto directo, y Link pudo ver con claridad el resplandor rojo y púrpura a través de la herida que le hizo en el estómago. Sí, ese tenía que ser el poder de Cya. Sin perder un instante, echó a correr mientras todavía seguía aturdido antes que tuviera la oportunidad de regenerarse de nuevo. Se impulsó con las botas para elevarse lo suficiente, y mientras estaba en el aire, pateó hacia atrás para salir disparado hacia el frente, extendiendo la hoja sagrada hacia adelante. La herida del doble oscuro se empezaba a cerrar de nuevo, pero no lo haría lo suficientemente rápido.
- ¡EAAAAAAAAARRRGHHHH!
La Espada Maestra cargada con la energía de la Trifuerza del Valor se hundió totalmente en el núcleo del Link sombrío. El joven héroe no se esperaba que la espada cortara a través de esa energía como si fuese algo sólido, pero así fue, y a partir del lugar donde la atravesó, empezaron a formarse grietas luminosas. Estas se extendieron además por todo el cuerpo, y al cabo de varios segundos, el doble oscuro se desintegró en una explosión de luz. La fuerza de esta hizo volar por los aires a Link, aturdiéndolo, por fortuna, Lana reaccionó rápido, y lo atrapó en una de sus burbujas de energía antes de que tocara el suelo. El muchacho rápidamente volvió en sí, y Lana lo colocó de vuelta en el suelo a salvo.
- Gracias. - le dijo.
- No hay nada que agradecer. - aseguró la hechicera, desviando la mirada hacia el templo. - El camino está despejado. Es hora.
- Claro. - dijo Link. - Es hora de que Cya pague por todo lo que ha hecho.
Con el Link sombrío fuera del camino, y la barrera protectora del templo destruida, el héroe y la hechicera ingresaron sin tardanza a la estructura, listos para el enfrentamiento final. La bruja oscura los esperaba en el interior, al igual que la princesa cautiva. La hora del destino había llegado, y ya nada ni nadie los detendría.
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En otra parte del valle, momentos antes...
Todavía peleando con el enjambre de polillas asesinas, Fay y Midna eliminaban a todas las que se les acercaban, tratando de despejar su camino hacia el generador. El espíritu de la Espada Divina danzaba para darles aletazos y patadas, en tanto que Midna dirigía a sus cachorros de lobo crepuscular para que estos literalmente las usaran como juguetes para morder. Maripola, entretanto, dirigía a su mariposa dorada en el combate uno a uno contra la polilla asesina.
- ¡Vamos, señora mariposa, acaba con ella! - gritaba la niña.
La mariposa obedeció, lanzándose a embestir a su contrincante. Al ser empujado hacia atrás, la polilla respondió con un ataque que no había utilizado hasta ese momento. Encorvó su cuerpo y empezó a formar una bola de fuego púrpura. En cuanto la disparó, la mariposa logró esquivarla, pero esta siguió de largo y ahora iba directo hacia donde estaba Maripola. La niña entró en pánico, y apenas alcanzó a tirarse al suelo para evitarla, hasta que alcanzó el límite de su alcance y se disolvió. La mariposa empezó a aletear para crear ráfagas de viento tratando de desestabilizar a su contrincante, pero aunque tuvo éxito por un momento, la polilla contrarrestó con los suyos propios. Tomando distancia de nuevo, cargó otra bola de fuego, más grande que la anterior, y apuntó hacia Maripola. La mariposa se interpuso, y con un violento aleteo, dio un golpe de aire para contrarrestarlo, provocando una explosión. Entretanto, con las larvas todavía molestando a Midna y Fay, custodiando las cercanías del generador, la Twili finalmente se hartó y decidió ayudar a sus cachorros de lobo personalmente.
- Ya me tienen harta, malditos bichos. ¡Ahora los aplasto! - exclamó.
Su mano de cabello se tornó en una forma amplia y plana, y chasqueando los dedos para dispersar a sus cachorros crepusculares, comenzó a azotar a las mini-polillas una tras otras, dejándolas planas como tortillas en el suelo. Al parecer, estaba disfrutando mucho de matar a esas plagas, y quién podía culparla, si después de lo que le hicieron estaba bastante deseosa de darles su merecido.
- ¡Oye, Fay, si tienes el camino libre, ve si puedes hacer algo con el generador! - le gritó.
La sirviente de la Diosa Hylia no respondió verbalmente, pero en cuanto se deshizo de las larvas que la tenían ocupada, se transformó a su forma de Espada Divina, saliendo disparada como una flecha hacia el ahora desprotegido generador y comenzando a golpearlo. Sin embargo, la resistencia del artefacto seguía en pie, ni siquiera con toda su fuerza conseguía dañarlo. Midna volvió a invocar al lobo crepuscular grande para ayudarle, pero ni eso era suficiente. Más allá de una ligera intermitencia en el pilar de luz que este emitía, no lograban causar ningún efecto. Y entonces, la polilla asesina se percató de lo que hacían, y decidió ignorar a la mariposa para ir a proteger el generador de nuevo, preparando otra bola de fuego y disparándola para alejarlos con la explosión. Maripola de inmediato le ordenó a su mariposa atacar de nuevo, embistiéndolo con fuerza y siguiéndolo con unas ráfagas de viento para apartarlo lo más que podía.
- ¡Destrúyanlo, lo mantendremos ocupado! - exclamó Maripola.
Sin más opciones, Midna y Fay reanudaron el ataque sobre el generador, pero todavía seguían incapaces de hacer ningún daño por sí solas. La polilla asesina se dio cuenta de esto y trató de volver a alejarlos, pero la mariposa no le dejó, y las dos empezaron a golpearse una a la otra violentamente, la polilla para llegar hasta el generador, y la mariposa por evitarlo a toda costa, con Maripola animando a la suya a no darse por vencida. Al no poder pasarla, la polilla se alejó para sacar otra oleada de sus larvas para que le ayudaran, y estas no perdieron el tiempo en dispersarse de nuevo por todo el lugar. En respuesta, Midna volvió a invocar a su lobo crepuscular y a dividirlo en los cachorritos para que se hicieran cargo de los bichos, mientras ella y Fay seguían tratando de golpear el generador. Pero al encontrar una abertura, la polilla madre les lanzó una bola de fuego gigantesca para obligarlas a alejarse de nuevo, antes de volver a trabarse en combate a bocajarro con la mariposa dorada.
- Entre que ese generador se rehúsa a caer, y con ese maldito insecto molestándonos, no vamos a terminar aquí. - dijo Midna, claramente molesta.
- El curso de acción más sensato parece ser un ataque con nuestros poderes combinados. - sugirió Fay.
- ¿Un ataque combinado? - dijo Midna. - ¿Estás sugiriendo lo que creo?
- Afirmativo, Lady Midna. - dijo Fay. - Si me transformo a mi forma de Espada Divina, usted podrá sujetarme y canalizar su poder a través de mí.
- Oye, no es por ofenderte, pero... ¿te das cuenta de lo que acabas de decir? - Midna parecía un poco adversa a la idea de sujetar a Fay así como así, quizás era por la forma tan inexpresiva en como propuso la idea, como si fuese lo más normal.
- No tenemos otra alternativa. - insistió Fay. - Mi energía sagrada y su energía de sombras combinadas deberían ser suficientes para dar un golpe devastador al generador.
- De acuerdo, si no tenemos otra alternativa. - dijo Midna resignada. - De acuerdo, haz lo tuyo, yo haré lo mío.
Fay se transformó en su forma de espada flotando en posición vertical, y Midna extendió su mano de cabello para agarrarla, y transferirle un poco de su propio poder. A su vez, un pilar de luz descendía desde el cielo hacia Fay, cargándola de energía y haciendo que su hoja resplandeciera. Midna no estaba acostumbrada a pelear usando espadas, pero si era por cumplir con su misión, con gusto lo probaría. Además, ya había visto a Link empuñándola antes, ¿qué tan difícil podía ser?
- ¡Aquí vamos! - exclamó Midna, volando a toda prisa con la Espada Divina en mano para golpear el generador.
Sin embargo, volteando su único ojo, la polilla asesina vio lo que las dos se proponían, y por mucho que quisiera castigar a su oponente por todas las tribulaciones que le estaba causando, sabía que su prioridad era mantener ese generador a salvo.
- ¡Espera! ¡No huyas, cobarde! - gritó Maripola. - ¡Señora mariposa, que no escape!
Parecía una especie de carrera por quién llegaría primero: Midna sujetando la Espada Divina en alto para dar un golpe, la polilla volando a toda prisa para interponerse en su camino, y la mariposa persiguiéndolo para que no pudiera interferir. La polilla iba un poco más rápida y alcanzó a llegar al generador primero, colocándose entre él y Midna, pero esta no se amilanó en lo más mínimo.
- ¡QUÍTATE, MALDITO INSECTO! - gritó Midna, alzando la Espada Divina.
¡SLASH! El tajo que dio Midna iba dirigido hacia el generador, pero si la polilla estaba en su camino, pues mala suerte para ella. Y su intento fue inútil, ni siquiera con el cuerpo detuvo a la hoja divina de hacerle un corte limpio y seguir hacia el generador e impactar con toda su fuerza. Hubo una enorme explosión de energía, y tras un cegador destello seguido de una onda de choque que sacó volando a la Twili, pudieron ver el resultado.
El generador había sido partido a la mitad verticalmente, con ambos pedazos ahora tendidos en el suelo. Pero no eran lo único que habían partido en dos: las dos mitades de la polilla, casi perfectamente simétricas, también yacían tendidas en el suelo, todavía convulsionándose ligeramente, pero no por mucho, en cuestión de segundos dejaron de moverse. Y con su muerte, todo el resto de sus crías que todavía seguían alrededor pronto le siguieron. Fay recuperó su forma normal, mientras Midna sonreía con satisfacción.
- Bueno, ese no era mi plan al principio, pero si resultó mejor de lo esperado, mejor todavía. - dijo la Twili. - A eso se le llama matar dos bichos de un solo golpe.
- Entonces, ¿ya lo logramos? - preguntó Maripola, acercándose con su mariposa. En aquel preciso instante, el efecto del encantamiento se terminó, y la mariposa gigante volvió a su tamaño normal. Esta se posó en la mano de Maripola que volvió a meterla en su frasco.
- Sí, y parece que justo a tiempo. - dijo Midna. Por no llevar la cuenta del tiempo, unos segundos antes eso podría haberles causado serios problemas.
- Puedo confirmar que los otros dos generadores ya fueron destruidos. - dijo Fay. - La barrera que rodea al templo debería estar cayendo en cualquier momento. El amo Link tendrá el camino libre para entrar.
- Vaya, qué conveniente, nuestros amigos son eficientes. - dijo Midna. - ¿Qué opinan si vamos a darle una mano? Todavía tengo una cuenta por saldar con esa bruja.
- ¿Pero y nuestros amigos? - preguntó Maripola. Ella quería quedarse y seguir ayudando al resto que seguían peleando contra las tropas enemigas.
- En este momento, nuestra prioridad debería ser intentar contener las hordas. - dijo Fay. - Todavía quedan en el área muchos enemigos potencialmente peligrosos, y si no los eliminamos podrían causarles más problemas a los nuestros.
- Es cierto, tenemos que ayudar aquí. - corroboró Maripola. Midna rodó los ojos en resignación.
- *Suspiro*, de acuerdo, me ganaron dos a una. - les dijo. - Acabemos rápido con ellos para poder darle su merecido a esa maldita bruja.
Con su tarea cumplida, el inverosímil trío abandonó los límites del santuario, dejando atrás los restos de las polillas asesinas y el generador destruido. Con su contribución, la amenaza quedó reducida, y el camino para Link quedaba abierto. Ahora, solo les quedaba hacer lo que pudieran para ayudar al resto y esperar que Link y Lana pudiesen derrotar a Cya por su cuenta, o al menos aguantar (que en el fondo era lo que Midna esperaba).
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Al otro extremo del valle, poco después...
El golem de piedra seguía luchando contra los cuatro miembros de la legión de Link. Perseguía a dos de ellos en el suelo, mientras que los otros dos todavía intentaban treparse a sus hombros y ver si desde allí podían encontrar un punto débil o algo que pudiesen explotar para derrotarlo. Zatyr actuaba como señuelo tratando de mantener el ojo del golem en ella, mientras Garrett le arrojaba trozos del suelo para desorientarlo. Alexandre y Ruisu finalmente lograron terminar esa problemática escalada y pararse en los hombros del gigante de piedra. El primer pensamiento fue tratar de ver si le encajaban sus armas en el ojo, pero la distancia resultó ser mucho mayor y desde los hombros no podían alcanzarlo. Con esto, trataron de ver si encontraban algún otro punto débil que pudiesen atacar.
- ¡Maldita sea, ya estamos aquí, ¿pero cómo se supone que derribemos a este sujeto?! - exclamó Alexandre.
- El rayo no sirvió. - dijo Ruisu, volviendo a meter a su funda la Espada Relámpago y sacando el Sable Zora. - ¡A ver qué te parece esto!
El espadachín trató de encajar la hoja congelada en la dura piel del Golem, pero tampoco hizo mucho efecto. A su vez, el lancero probaba hacerlo con su propia arma incrementando el calor, con similares efectos. Desesperado, Ruisu decidió meter su espada en una abertura que se formaba entre el torso y el brazo del monstruo, justo en dónde estaba la articulación que conectaba el miembro, y de pronto se sintió como si se clavara en carne. El golem se quedó rígido por un segundo, y luego empezó a sacudirse violentamente, tomándolos por sorpresa y causando que los dos cayeran.
- ¡Ruisu, Alexandre! - gritó Zatyr.
- ¿Están bien? - preguntó Garrett, preocupado por ellos.
- Creo que no me rompí nada. - dijo Alexandre. - ¿Qué fue lo que pasó, por qué hizo eso de pronto?
- Lo siento, eso fue culpa mía. - se disculpó Ruisu, señalando al hombro donde había estado parado. La empuñadura del Sable Zora seguía allí, junto con algunas estacas de hielo que se formaron tras haberlo clavado en ese lugar.
Sin embargo, cuando el golem empezó a moverse de nuevo, la legión se percató de algo más. El hombro donde Ruisu le clavó la espada, había dejado de moverlo. Por alguna razón, no había podido levantar el brazo para atacar, y ahora solo intentaba golpearlos con el otro o dispararles con el láser de su ojo. Tras esquivar una ronda de disparos intermitentes, y las explosiones que le siguieron, la arquera se paró a preguntarle al espadachín pelinegro:
- ¿Exactamente qué fue lo que le hiciste?
- Le clavé la espada en una abertura, en el lugar donde se conectaban el cuerpo y el brazo. - dijo Ruisu. - Creo que con esto podemos estar seguros de que lo sintió.
- ¡Sí, eso podemos verlo! - dijo Alexandre, esquivando unos manotones, y a falta de mejor idea, cuando el golem se puso a tiro, le arrojó la lanza como una jabalina, aunque como todavía no se acostumbraba del todo al peso, arrojarla con una sola mano no alcanzó una gran distancia.
- Sí, pero si sintió ese ataque, quiere decir que bajo la coraza de piedra es vulnerable. - dijo Zatyr. - Ruisu, si lo atacaste por allí, quiere decir que hay algunos resquicios en las articulaciones.
- Grandioso, si no me hubiera caído... - dijo Alexandre, recogiendo de vuelta su lanza.
No le agradaba la idea de volver a treparse en la espalda del gigante de piedra después de todos los problemas que pasó para hacerlo la primera vez solo para terminar cayéndose antes de poder hacer nada. Pero si hacía lo que hizo Ruisu, metía su arma por un resquicio podría lastimarle seriamente y con suerte hasta desprenderle el miembro completo si hacía un ataque explosivo, y eso les haría ganar una gran ventaja.
- Zatyr, si esos resquicios están en todos los lugares donde tiene articulaciones, podemos intentar atacarlo por allí. - dijo Ruisu. - ¿Puedes usar tu máscara para comprobarlo?
La arquera hizo caso y se colocó la máscara, aumentando la visión para enfocarse en las áreas de las articulaciones, codos, rodillas, hombros y caderas. En efecto, tal como Ruisu había dicho, en los lugares donde se formaban las uniones estaban esos espacios, extremadamente estrechos, pero ya habían comprobado que podían atacar al golem por allí, si no para destruirlo, al menos para incapacitarlo y que no causara más problemas.
- De acuerdo, este es el plan. - dijo Alexandre. - Ruisu y Garrett, distráiganlo como puedan. Zatyr, mantén tu distancia e intenta acertarle flechas en los resquicios. Yo intentaré treparme a su espalda de nuevo para clavarle la lanza.
Dicho esto, todos tomaron sus posiciones. Zatyr se alejó, aún con la máscara puesta, y preparando una flecha de hielo para dispararle en cuanto tuviese un disparo claro, aunque incluso con su puntería, acertarle a un blanco tan pequeño sería todo un reto. Garrett y Ruisu atrajeron la atención del gigante de piedra, específicamente de los manotones y rayos láser, para que este no se diera cuenta de que Alexandre lo rodeaba y se le ponía por detrás.
- Vamos, Alexandre, pudiste treparte una vez, podrás volver a hacerlo. - dijo echando mano de la zarpa para volver a apuntar.
Esta vez, para reducirse la escalada se puso a menor distancia y decidió apuntar directamente hacia la nuca y con eso llegar más cerca del hombro. Ruisu tomó la Espada Relámpago y empezó a cargar un ataque. Para mantener ocupado, decidió dispararle directo al ojo mientras este estaba ocupado disparándole los rayos láser a Garrett, que se escudaba lanzándole rocas para que los rayos las impactaran en lugar de a él. Alexandre consiguió colgarse de la nuca del golem, luchando por ponerse de nuevo en el hombro para hacer lo suyo. Zatyr finalmente consiguió un disparo claro y apuntando hacia la rodilla disparó la flecha, pero falló por un par de centímetros y esta no logró penetrar a través del resquicio.
- ¡A ver si te gusta esto! - exclamó Ruisu, dando un tajo para dispararle la cuchilla eléctrica.
El ataque no tenía la intención de causar algún daño realmente, el motivo de dispararlo hacia el ojo era más para deslumbrárselo y desorientarlo. Si no los podía ver, le sería mucho más difícil perseguirlos y atacarlos. La legión pudo ver que la pupila se le contrajo enormemente tras ese ataque, y mientras estuvo así, no podía disparar su rayo láser. Garrett comenzó a arrojarle las rocas corriendo y cambiando de posición para que no pudiese rastrearlo, y Zatyr se puso por detrás, por si encontraba un mejor ángulo de tiro por la parte trasera de la rodilla. Entretanto, el lancero pudo montarse de nuevo en el hombro y se puso a buscar el resquicio donde tenía que atacar.
- Volga... si estás allí, necesito que me prestes tu poder. - susurró Alexandre, empezando a cargar su poder.
El aura del caballero dragón rodeó la lanza y al propio Alexandre, formando la silueta de Volga y moviéndose al unísono con él. Una vez que cargó suficiente poder, el muchacho dejó salir un grito que el resto de la legión podría jurar que estuvo acompañado por un rugido. Cl
¡CRACK! ¡BOOOOOOMMM! Alexandre clavó la lanza con toda su fuerza a través del resquicio, concentrando toda la energía de fuego hacia la punta y hundiéndola sin detenerse hasta que tocó la carne o lo que fuera que sostuviera en su lugar la piel de roca del golem, y fue entonces allí que la liberó toda de un solo golpe. El resultado, tal como lo predijo, no pudo haber sido mejor, la explosión resultante fue tan potente que logró desprenderle todo el brazo, que cayó pesadamente al suelo. En el sitio donde antes estaba unido el miembro se podían ver restos de tejido y algo de líquido oscuro y viscoso (como sangre) lo que les daba una idea de lo que ocultaba el golem detrás de su coraza de piedra. En ese instante, volvió a dilatársele la pupila y empezó a brillar de rojo mientras se ponía a disparar de nuevo los rayos láser. Esta vez comenzó a hacerlo con mayor desesperación, y no era para menos, considerando que parecía ser su única forma efectiva de seguir peleando, pues tenía un brazo inmovilizado, y el otro acababa de perderlo por completo. Para empeorar, en aquel momento Zatyr consiguió un disparo claro a través del resquicio por la parte de atrás de la rodilla, e hizo volar la flecha. Igual que la espada de Ruisu, el efecto congeló la pierna y se la puso rígida. Por supuesto, el monstruo no se dio cuenta de esto sino hasta que trató de caminar de nuevo, y no pudo moverla bien. Y cuando ya se disponía a disparar de nuevo el rayo láser, Ruisu se preparó para dispararle una cuchilla supercargada para dejarlo ciego de nuevo.
- ¡Oye, Garrett, creo que nuestro amigo de piedra necesita que le den una mano! - exclamó Alexandre, decidiendo que ese era el momento de bajarse de allí.
Garrett entendió el mensaje e inmediatamente echó a correr esquivando los lásers del golem. No se le hizo demasiado difícil, pues teniendo su cabeza incapaz de rotar, y sumando después el pivote que se le hizo con su pierna rígida pronto lo perdió de vista. Cuando fue a centrar su atención en Ruisu, este le respondió arrojándole la cuchilla directo al ojo, dejándolo ciego de nuevo, y efectivamente con eso neutralizándole todas las formas que tenía de atacarlos. Entretanto, Garrett recogió el brazo cercenado del golem y lo levantó sobre su cabeza, tomando una pequeña carrera para arrojárselo.
- ¡Abran camino! - les gritó a sus amigos para que se apartaran.
¡CRASH! El brazo de piedra impactó directo en el pecho del cuerpo al que alguna vez perteneció. El golem se tambaleó antes de irse de espaldas con un gran estruendo y sacudiendo toda el área. Intentó levantarse, pero iba a ser muy difícil, si no imposible, mover todo su peso con dos miembros incapacitados y uno perdido. La legión inmediatamente lo rodeó, estaba en el suelo, pero mientras siguiera vivo y moviéndose seguía siendo una potencial amenaza. Ruisu inmediatamente se fue a retirar el Sable Zora del lugar donde se había quedado clavado, mientras que Alexandre se fue hacia su cabeza, específicamente donde estaba su ojo, el cual todavía seguía con la pupila contraída y sin poder disparar el rayo láser.
- Tienes suerte, porque no querrás ver esto. - dijo en tono burlón, prendiendo en llamas la lanza de nuevo.
El resto de la legión desvió la mirada, ninguno se atrevió a observar directamente cuando Alexandre hundió la lanza en el ojo del golem. Solo volvieron a abrirlos de nuevo tras estimar que ya estaba hecho, y no pudieron seguir oyendo los ruidos de la piedra moviéndose. Una enorme mancha de quemadura era todo lo que quedaba de la ahora vacía cuenca del golem, y sus restos de piedra empezaron a fragmentarse. Lo que fuera que estuviese debajo de la piel dura se disolvió en humo negro y desapareció en el aire, mientras los pedazos de roca se reducían primero a grava, y después a polvo que el viento se llevaría. Mirando los restos que quedaron, Alexandre sonrió con satisfacción.
- Esto le da un nuevo significado a "descansa en pedazos", ¿no lo creen? - dijo el lancero.
- Tú lo has dicho. - asintió Ruisu estando de acuerdo. - Creo que nuestro trabajo aquí ya terminó.
- Sí, vamos a ver si podemos ir a ayudar al resto. - concluyó Zatyr. - Ya no hay más nada que quede por hacer en este lugar.
Con su tarea ahora sí cumplida, la legión abandonó el santuario. Ahora se dirigirían hacia el Templo de las Almas, pero no sin antes echar una mano a los suyos y ayudarles a despedazar algunos cuantos miembros de las fuerzas de Cya, en venganza por los compañeros que se sacrificaron para ayudarlos a llegar hasta allí.
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Mientras tanto...
Al tiempo que sus otros aliados derrotaban a sus propios guardianes, el cuarteto formado por los comandantes Sheikahs, el jefe Goron y la princesa Zora continuaba su enfrentamiento contra el dragón bicéfalo de fuego y hielo. Ahora con cuatro de ellos podían mantener ocupadas a las dos cabezas.
El siguiente plan que tenían, era tratar de eliminarle sus dos cabezas al mismo tiempo para que no las pudiese regenerar, esperando que eso bastara para derrotarlo. También, durante la pelea, pudieron percatarse de que cada una de las cabezas parecía verse afectada por su elemento opuesto: la de hielo no soportaba el calor, y la de fuego se debilitaba con el frío. Con esto en mente, los Sheikahs actuaban como señuelo para atraer sus ataques, mientras Ruto y Darunia proveerían del poder elemental adicional que necesitaban para derrotarlas. Sin embargo, la altura desde la cual podía atacarlos por su tamaño y lo largo de sus cuellos todavía le daba al dragón una clara ventaja.
La cabeza de hielo lanzó una ráfaga de aire frío concentrado hacia los dos Sheikahs, que la esquivaron saltando en direcciones opuestas. A su vez, la de fuego trató de atacar a Ruto lanzando una enorme bola explosiva. La princesa Zora saltó dando una pirueta hacia atrás, sin dejar de sujetar su Cetro de Hielo antes de lanzarle una lluvia de estacas de hielo en venganza. La cabeza de fuego lanzó algunos chillidos, pero no dio señal alguna de haber recibido un daño significativo.
- Este monstruo es muy persistente, le concedo eso. - dijo Ruto.
- Si pudiéramos atacarlo desde arriba tal vez podríamos ganar alguna ventaja. - comentó Impa.
Lo ideal sería poder atacar desde una posición elevada, pero eso sería muy complicado, si no es que imposible de hacer, pues todo el terreno cercano a su alrededor era plano sin ninguna elevación desde la cual pudieran colocarse, y ninguno de ellos poseía la habilidad de levitar o volar. Los Sheikahs podían ser buenos para saltar, pero no fuera de los límites humanos normales. Sin embargo, Ruto empezó a pensar y de pronto se percató de que tal vez sí había una forma de atacarlo desde arriba.
- Darunia, necesito que me lances al aire. - le dijo.
- ¿Lanzarte al aire? ¿Qué piensas hacer? - El jefe Goron se confundió ante esta extraña petición.
- Solo hazlo, y déjame lo demás a mí.
Darunia no entendió, pero ante la insistencia de Ruto, y el hecho de que la princesa Zora podía ser bastante ingeniosa en diseñar tácticas para derrotar a sus enemigos. Mientras ella cargaba de poder su cetro, Darunia puso las manos juntas para que pudiera apoyarse. Ruto corrió hacia él y el Goron la impulsó hacia arriba. Al alcanzar el punto máximo del salto, liberó la mitad de la energía en un ataque hacia la cabeza de fuego, encasillándola en un grueso bloque de hielo del cual sin duda le costaría un gran esfuerzo liberarse. La otra mitad, mientras iba descendiendo, la utilizó para generar una especie de rampa de hielo justo debajo de sus pies, con la cual pudo deslizarse hasta tocar de nuevo el suelo, sana y salva sin lastimarse. Los otros, al ver esta maniobra, no pudieron evitar maravillarse un poco. La princesa Zora era bastante ingeniosa en el uso de su arma personal.
Con una de las dos cabezas neutralizada, la otra intentó tomar represalia con su aliento helado, que se encontró de frente con el martillo en llamas del jefe Goron cuando intentó atacar a Azael. Al terminar de soplar, Darunia lo alzó sobre su cabeza y se lo arrojó con fuerza, golpeándolo directo en la frente, resonando con la fuerza de una campana gigante al aturdirlo, mientras la cabeza roja intentaba todavía salirse del bloque de hielo en el cual la encerró Ruto, golpeándose contra el suelo ya que el hielo era tan grueso que le cerró las mandíbulas y no podía exhalar su aliento para derretirlo.
- ¡Es nuestra oportunidad, hay que cortarlas ahora! - exclamó Azael.
Inmediatamente, los dos Sheikahs levantaron sus armas aprovechando que las dos cabezas ahora estaban dentro de su radio de ataque y vulnerables, una aturdida y la otra congelada. Impa cortó la cabeza de fuego con su gran espada cargada con energía de agua, y Azael hizo lo propio con la de fuego, imbuyendo de rayos el hacha de su alabarda. Las dos cabezas cercenadas cayeron al suelo dejando salir la sangre, naranja brillante con la de fuego, y púrpura la de la azul. Los cuellos a los que antes estaban conectadas se quedaron flácidos, al tiempo que el cuerpo dejaba de moverse. Los cuatro combatientes se pusieron alrededor de él, todavía cautelosos.
- ¿Lo logramos? - preguntó Impa.
No se estaba moviendo. Se había dejado caer sin más en cuanto le cortaron las dos cabezas, pero algo dentro de ellos les daba el presentimiento de que no habían terminado. Se debatían entre acercarse para comprobar que estaba muerto y mejor irse, pero en el caso de que no fuera así, no querían arriesgarse a dejarlo solo y que saliera de allí a causar estragos entre sus tropas.
- ¡Atentos! - gritó Darunia, cuando miró más allá y notó que la cola del dragón todavía se estaba moviendo. Eso era prueba de que todavía no estaba muerto.
Y con toda certeza al cabo de unos segundos, el presentimiento fue confirmado. Los cuellos decapitados volvieron a erguirse tomando vida, y a formar de nuevo en sus extremos ese asqueroso tejido, para volver a regenerar las cabezas perdidas. Esta vez tardó un poco más que antes, pero volvió a restaurarlas exactamente como estaban, o tal vez, un poco más furiosas.
- ¡No sirvió de nada! - exclamó Azael.
De nuevo, los cuatro guerreros tuvieron que dispersarse cuando las dos cabezas del dragón reanudaron su ataque, esta vez más violentas y frenéticas que antes, manteniéndose fuera de su alcance. Al elegir un objetivo, decidió perseguir a Azael, resonando sus pisadas con fuerza y sorprendentemente yendo mucho más rápido que antes.
- Cortarle las dos cabezas al mismo tiempo tampoco sirvió de nada. - dijo Ruto. - Eso quiere decir que ese no era su punto débil.
- Su verdadero punto débil tiene que estar en el cuerpo. - dijo Impa. - Pero con esa coraza, será imposible atacarlo.
Darunia, que no estaba tan dispuesto a darse por vencido, puso a trabajar su cabeza. Él no era solo el más fuerte de los Gorons, sino que además también podía ser uno de los más inteligentes en las ocasiones que se lo proponía. Si la coraza de este enemigo era dura como la roca, la única manera de romperla era con algo tan duro o más duro que fuera capaz de penetrarla. Tal vez...
- Hermana Ruto, tengo una idea. - le dijo. - ¿Puedes hacer otra rampa de hielo como la que hiciste antes?
- ¿Qué si puedo? Por supuesto que puedo, ¿pero qué piensas hacer? - preguntó la Zora.
- Solo hazlo. Necesito que la hagas inclinada hacia arriba. - dijo Darunia. - Si mi idea funciona, esa coraza está a punto de dejar de ser un problema.
- De acuerdo. - dijo Ruto. - ¡Lady Impa, Sir Azael, manténganlo ocupado, Darunia intentará algo!
- ¡Contamos con ustedes! - dijo Impa.
Mientras Impa y Azael atraían la atención del dragón bicéfalo, tratando de que enfocase sus ataques en ellos, Ruto y Darunia se alejaron para hacer lo suyo. La princesa Zora creó la rampa de hielo inclinada hacia arriba tal como lo pidió el jefe Goron, que se alejó todavía más esperando a que Ruto terminase de construir la estructura. Hecho esto, Darunia le pidió que se apartara. Tomando un profundo respiro, se enrolló en bola y comenzó a rodar hacia la rampa. Ruto entonces entendió lo que Darunia pretendía, y apretó fuertemente su cetro mientras veía a su colega de los Sabios elevarse rápidamente por la rampa y saliendo hacia el aire, específicamente a colocarse por encima del monstruo bicéfalo.
Estando en el aire, Darunia dejó de girar para poder ver hacia dónde iba y al darse cuenta que estaba ya encima de él, volvió a enrollarse y a girar en la dirección opuesta mientras la gravedad hacía su trabajo, cayendo hacia el lomo del monstruo cada vez más rápido. Este estaba tan ocupado tratando de atacar a los Sheikahs que ninguna de sus dos cabezas lo notó sino hasta que fue demasiado tarde.
¡CRAAASHH! ¡CRAAAAAAAACKKK! Aterrizando directo en el lomo del dragón, este al parecer no sintió dolor alguno, pero la coraza se fragmentó a partir del sitio donde cayó el jefe Goron, que quedó algo aturdido después de la caída, pero no tardó en reponerse y se alejó para ver el fruto de su esfuerzo. La coraza de piedra que protegía el cuerpo del dragón se resquebrajó y cayó fuera de él, exponiendo lo que se ocultaba debajo de ella. De hecho, vieron algo que estaban seguros era lo que estaban buscando. Debajo de la piel del dragón, podían ver dos enormes bultos que palpitaban, uno rojo y uno azul. Cortarle al dragón las cabezas no servía porque había algo más que las regeneraba. Y ese algo, sin duda alguna, eran sus dos corazones.
Sin que nadie dijera nada, inmediatamente se dividieron la tarea para atacar entre dos a cada uno. Impa se fue con Ruto y Azael con Darunia, mientras cada una de las cabezas seguía disparando sus ataques en un desesperado intento por mantenerlos a raya, tal vez ahora dándose cuenta de que su punto vulnerable había quedado expuesto. Decapitarlo, de una o de las dos cabezas, no había dado resultado. Parecía que la única forma de matarlo era provocarle el peor de los ataques cardíacos.
Para dejarlo vulnerable, Ruto comenzó congelando el suelo alrededor de una de sus patas para hacerlo resbalar, mientras que Darunia hacía lo mismo usando su martillo para crear una fisura y provocando que enterrara otra. Su enorme peso hacía que se le dificultara mucho más sacarla de allí, así no podría escaparse. Azael cargó de electricidad su alabarda, tomó impulso y se la arrojó como jabalina hacia el bulto azul que palpitaba en el lado del torso. Sin la coraza que lo protegiera, toda la electricidad se le descargó, paralizándolo, y dejándolo indefenso ante un inminente golpe final. Darunia alzó su martillo en llamas, y echó a correr para golpearlo en el corazón de hielo, mientras Ruto creaba con su cetro una gigantesca y afilada estaca que disparó contra el de fuego. El martillazo llameante y la estaca de hielo tuvieron el efecto letal esperado, dañando irremediablemente los dos corazones de la bestia, que no pudo más que emitir con sus dos cabezas un fuerte chillido cuando sus dos corazones dejaron de funcionar, cortándose en seco cuando su fuerza vital lo abandonó. Ambas cabezas se desplomaron pesadamente en el suelo, y esta vez no vieron ningún movimiento en su cola que indicara que pudiera seguir con vida. Azael fue y retiró tranquilamente su arma, pero Impa, todavía queriendo un poco de venganza personal, sacó su gran espada y apuñaló un poco a las dos cabezas, aunque ya estuviesen muertas. Era su manera de desahogarse por la muerte de sus subordinados.
- ¿Ya te sientes mejor? - preguntó Ruto.
- No realmente, pero lo estaré. - dijo la Sheikah. - Por lo menos, pudimos vengar a nuestros hombres.
- A los que mató esta abominación, al menos. - dijo Azael. - Pero esto aún no termina. Todavía tenemos que hacernos cargo de la que inició todo esto.
- Esa malvada hechicera... es tiempo de que pague por lo que su espectro me hizo hacer. - dijo Darunia, echándose al hombro su martillo.
- Zelda... resiste un poco más. - dijo Impa. - Pronto te rescataremos.
Con el dragón bicéfalo eliminado, los Sheikahs, el jefe Goron y la princesa Zora finalmente pudieron dejar atrás ese lugar, con sentimientos encontrados, satisfechos de haber exterminado a esa abominación, y con pesar por haber perdido a varios de los suyos luchando contra él, sin mencionar todos los que en ese momento estarían arriesgando o perdiendo sus vidas para lograr esa victoria. Pero ya habría tiempo para llorarlos y homenajearlos apropiadamente después. Ahora, lo que importaba era derrotar a la hechicera oscura, rescatar a Zelda, y devolver al reino de Hyrule la paz que le correspondía.
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Interior del Templo de las Almas...
No podía estar sucediendo. Simplemente no podía estar sucediendo. A través de su bola de cristal, la hechicera oscura seguía viendo como sus legiones, pese a que continuaban cobrando víctimas entre las fuerzas aliadas, eran incapaces de contener su avance. Los sobrevivientes se levantaban con el doble de fuerza para seguir combatiendo, y la peor parte, pudo ver como los tan llamados "amigos del héroe" derrotaban a los guardianes que custodiaban los generadores de la barrera protectora. Por si fuera poco, también sintió algo dentro de ella, esa presencia que tanto despreciaba, ese recordatorio de su lado débil, y al ver a través de la bola de cristal pudo confirmarlo. Era Lana. Lana venía con el héroe legendario, y los dos luchaban por abrirse paso en la poca resistencia que quedaba en el interior del templo. Aunque decir "luchar" era estirarse demasiado, pues cualquier criatura de la oscuridad que fuese lo bastante tonta para cruzarse en su camino se encontraba con la hoja de la Espada Maestra, o era pulverizada por la magia de Lana.
- ¡NO! ¡NO! ¡NO! ¡Esto no puede estar sucediendo! - exclamó Cya. Y en un arranque de furia, canalizó un estallido brusco de su poder a través de la bola de cristal, haciéndola explotar en pedazos.
No era suficiente con tener que soportar el hecho de que Zelda no se daba por vencida y trataba de escapar, sino que además tenía que ver a su odiada contraparte luchando codo a codo con el héroe legendario. Qué no daría ella por un privilegio como ese. Pero ya no podía más. Apenas había podido reservar una cantidad decente del poder que le quedaba después de haber utilizado todo lo demás intentando fortalecer a sus tropas (para lo que le sirvió, de todos modos).
- No tengo más alternativa. - dijo Cya. - Si voy a caer aquí y ahora... al menos me aseguraré de llevármelos conmigo. ¡TODOS CAERÁN CONMIGO!
La hechicera materializó su báculo, y se preparó para salir a la batalla. Ya no tenía sentido ocultarse más. El encuentro no podía posponerse más. Esta era la última oportunidad. Si Link no se sometía ahora, si no aceptaba su afecto, lamentándolo mucho tendría que terminar con él. Dejó sus aposentos para verse cara a cara con su amado, en lo que muy probablemente sería su último encuentro.
En última instancia, sin embargo, Cya no pudo resistirse a pasar por última vez por el lugar donde tenía prisionera a su gran rival. Para estas alturas, Zelda había logrado hacer grietas bastante grandes en la pared exterior de la prisión, más de lo que esta se podía regenerar, a pesar de que se veía extremadamente debilitada. Cya realmente tenía una tentación enorme de liquidarla allí mismo, pero no podía. Perdería el fragmento de la Trifuerza que tenía consigo y eso no le convenía. No le quedaba más excepto tal vez atormentarla un poco. Se le acercó de nuevo.
- Estarás muy satisfecha contigo misma, ¿verdad? - le dijo. Igual que antes, Zelda simplemente la ignoró. - Felicidades, tu querido héroe ha venido por ti, ya está dentro del templo.
Esto sí pareció tener una reacción en ella, pues la distrajo por un momento, interrumpiendo su concentración. Pero la princesa no iba a expresar su alegría abiertamente. Tenía que mantener su enfoque en la tarea a la mano, y de inmediato prosiguió con lo que estaba. Volvió a atacar de nuevo la pared, aumentando el tamaño de las grietas más rápido de lo que la pared podía regenerarse.
- Pero es una lástima, porque ya no lo volverás a ver. - aseguró la hechicera. - Si no es que colapsas aquí primero, me tendré que ver en la penosa necesidad de ponerle fin con mis propias manos. Con suerte, tal vez acepte mi afecto. Si no es así... tal vez en su próxima encarnación sea más sensato. Y en cuanto a Lana, ya es momento de que elimine de una vez por todas a ese molesto recordatorio de mi lado débil. Así que disfruta tus últimos momentos. Yo, por mi parte, voy a darle a mi querido héroe un cálido recibimiento.
Y dicho esto, la hechicera se alejó de su prisionera, saliendo para encontrarse con el hombre objeto de sus deseos, por mucho que detestara el pensamiento de que Link estuviese al lado de su contraparte. Zelda, por su parte, no dijo nada para evitar volver a incurrir en la ira de Cya. Las fuerzas la estaban abandonando, pero ya estaba muy cerca. Y si Link estaba dentro del templo, si realmente había venido por ella... tal vez ella pudiese llegar hasta él de algún modo, para ayudarlo a llegar hasta ella.
Entretanto, mientras recorrían los rincones del templo, Link y Lana seguían combatiendo contra los pocos guardias que encontraron rápidamente cayeron ante la magia de la hechicera y el filo de la Espada Maestra. A lo largo del camino, el joven héroe parecía mayormente perturbado por la infinidad de efigies de sí mismo que llenaban todo el lugar. La bruja no se conformaba con estatuas o retratos, prácticamente había recurrido a cualquier medio para crear representaciones de él, y llenar su guarida con ellas. Y yendo aún más lejos, algunas de ellas no eran en solitario. Una de las más escalofriantes era una estatua a tamaño familiar que lo representaba a él abrazando a Cya apasionadamente, y debajo los pies de ella, yacía desparramada una figura femenina que claramente representaba a Zelda. Incapaz de soportar dicha imagen, cerró con fuerza los ojos mientras continuaba por el corredor, tratando de convencerse a sí mismo que ella aún se encontraba con vida, y que estaba esperándolo.
- Nos estamos acercando. - dijo Lana, tratando de romper un poco la tensión y al notar su preocupación. - La conexión entre las dos es más fuerte entre más nos acercamos.
- ¿Qué hay de Zelda? - preguntó Link. Aunque la prioridad general para el ejército era derrotar a Cya, para él era más importante llegar con Zelda.
Lana cerró los ojos y se concentró, tratando de percibir la presencia de la Princesa. Podía sentirla. No estaba muy lejos, iban por buen camino. Pero se desvanecía por momentos, parecía estar debilitándose con cada segundo que pasaba. El tiempo estaba en su contra.
- Aún está con vida. - dijo Lana. - Pero está muy débil, y se debilita cada vez más. Link, tenemos que darnos prisa.
- ¿Por dónde? - quiso saber Link.
- No estamos lejos. Si seguimos adentrándonos, la encontraremos. Podría estar cerca de los aposentos de Cya.
Link no necesitó que le dijeran más. Si Zelda seguía con vida significaba que aún no estaba todo perdido. Tenían que encontrar a Cya y derrotarla de una vez por todas. Con su objetivo en mente claro, el héroe y la hechicera echaron nuevamente a correr para adentrarse más en el templo. Era una suerte que la estructura interna, a pesar del aspecto, no había cambiado mucho, por lo que Lana pudo fácilmente recordar el camino y guiarlo a través de los pasillos.
Finalmente, los dos llegaron hasta una enorme sala central, con pasillos que iban hacia todas partes. Cuando Link le preguntó hacia donde, Lana le dijo que solo tenían que seguir el corredor que tenían enfrente para poder continuar y llegarían hasta ella. Pero por supuesto, alguien tenía que aparecer en ese momento. Una bruma púrpura se interpuso en su camino, y de ella, caminando con su particular estilo, emergió nada más y nada menos que la causante de todo.
- Por fin nos encontramos de nuevo, amor mío. - dijo la hechicera oscura, en su usual tono seductor. Pero ahora, este se entremezclaba con algo diferente, como si estuviese... dispersa, tal vez era la palabra. Había algo más que ocupaba su mente. - Me deleita que hayas venido a visitarme, incluso con la... presente compañía.
La segunda parte la dijo, obviamente, mirando a Lana. Esta no expresó otra cosa que una ligera molestia por el comentario, aunque realmente fuese hiriente lo que acababa de decir.
- Ahórrate las lindezas, Cya. - dijo Link. - Si me dices dónde está Zelda, y te apartas de nuestro camino, esto no tendrá que ser desagradable.
- ¿Por qué molestarse? - dijo Cya burlonamente. - Es igual, ya llegaste demasiado tarde. No durará mucho al paso que va. Incluso aunque pudieras pasar por encima de mí y llegar hasta ella.
Claramente la hechicera intentaba quebrarles el espíritu haciéndoles creer que habían llegado demasiado tarde. Link le dirigió una mirada silenciosa a Lana, como para preguntarle algo. Lana entendió el mensaje, y con un movimiento de la cabeza le hizo entender que Zelda todavía estaba con vida, así que tenían esperanza. Pero el único camino era a través de Cya, así que tendrían que derrotarla para poder continuar.
- ¿Entonces todo se reduce a eso? ¿Tengo que derrotarte para poder llegar hasta Zelda? - replicó el héroe.
- Yo diría que es un trato justo. - dijo Cya. - Aunque, considerando nuestro último encuentro, me sorprende que quieras volver a pelear conmigo.
- La última vez cometí un error. - dijo Link con firmeza. - Fui un estúpido, y creí que podía derrotarte yo solo. Si no hubiese sido un arrogante, si hubiese confiado más en mis amigos, Zelda no hubiese tenido que pagar las consecuencias.
- ¿Y dónde están ahora tus queridos amigos ahora, querido? - dijo Cya, sin considerar la presencia de Lana como un factor.
- Lana está aquí conmigo. - puntualizó Link. - Y los demás, aunque se quedaron luchando afuera, solo fue gracias al esfuerzo de ellos que pude llegar hasta aquí. Ellos me abrieron el camino, y aunque no estén físicamente, siempre han estado y estarán conmigo, en espíritu.
Cya soltó una pequeña risa. ¿Cómo podía darle importancia a esos insignificantes? Ninguno de ellos era, ni jamás podría ser como él.
- Que así sea. Y Lana, tal como lo dijiste, este será nuestro último encuentro. Ya no hay lugar para nosotras dos en este mundo.
- Una de las dos deberá morir para que la otra viva. - corroboró la peliazul. - Ya no hay vuelta atrás.
- Así mismo. - dijo Cya. - Pero antes de eso, Link... ¿hay algo más que tengas que decirme? Lo que quieras, puedo concederte unos minutos más antes de que... nos pongamos a jugar.
- A decir verdad... sí, lo hay. - dijo Link, sorprendiéndola. - Hay algunas cosas que quisiera dejar en claro, especialmente contigo.
- ¿Es en serio? De acuerdo, deléitame con lo que tengas que decir. - exigió la bruja.
- Cya... quiero darte las gracias.
Las dos hechiceras se quedaron pasmadas ante estas palabras. ¿Link, dándole las gracias a Cya? Por supuesto, era por razones diferentes para cada una. Pero sin prestar atención, el joven héroe prosiguió. Ninguna de las dos podría haberse anticipado a lo que saldría de los labios del muchacho.
- Antes de conocerte, antes de que todo esto sucediera... no tenía idea de lo importante que era Zelda para mí. No, aún más que eso, no sabía siquiera que tenía esos sentimientos hacia ella. No fue sino hasta ese momento, que quisiste arrebatármelos, que supe que estaban allí. Siempre lo habían estado, aunque yo no me diera cuenta. Y quizás, tenía que pasar todo eso para entenderlo.
Cya no daba crédito a lo que estaba oyendo. Sus acciones, al querer separar al héroe de la princesa, paradójicamente solo los acercaron aún más. ¿Era eso posible? ¿Su interferencia solo aceleró lo inevitable? No, eso no podía ser... pero saliendo esas palabras directamente de la boca de Link, era imposible que no las creyera.
- Así que es por eso que te doy las gracias. Si algo bueno salió de todo esto, es que fue por ti que me di cuenta de cuanto la amo realmente. De no ser por ti, por todo lo que hiciste, creo que jamás hubiese tenido el valor de afrontar mis sentimientos, y de aceptarlos.
- Cállate... ¡Cállate! ¡CÁLLATEEEEEE!
La bruja, enfurecida, agitó su báculo para un ataque devastador. Esas palabras habían acabado con la última pizca de raciocinio que quedara en ella. No podía, no quería creerlo. Sus planes, sus sacrificios, todo lo que hizo, ¿todo eso fue por nada? No, peor que eso. Lo que intentó con todas sus fuerzas impedir, ¿fue ella quien terminó haciendo que sucediera?
- ¡Los mataré! ¡Los mataré! ¡LOS MATARÉ A TODOS! - gritó con fuerza, mientras comenzaba a invocar tormentas de rayos por todo el lugar.
Lana inmediatamente levantó una barrera protectora para protegerse a sí misma y a Link. Usando la misma maniobra que utilizó con los Links sombríos afuera, dispersó la energía de la barrera para enviar la onda de choque, tomando a Cya desprevenida y a la vez cesando su asalto lo suficiente para poder separarse y prepararse para atacarla por ángulos distintos y ganar una ventaja inicial. La bruja decidió centrar su atención primero en Link, y cambió su báculo a su forma de látigo para tratar de mantenerlo a distancia, pero Link se protegió con el Escudo Hylian y la embistió con él. A su vez, Lana echó mano de su Vara Deku y se lanzó también a combatir a corta distancia. Las dos hechiceras comenzaron a chocar sus armas, soltando chispas de energía verde brillante y púrpura oscuro. Cuando las dos trabaron sus armas y Cya empezó a dominarla, sonrió malignamente.
- ¡VAS A DESAPARECER! ¡NO TENDRÉ QUE VER TU MALDITA CARA NUNCA MÁS! - exclamó.
- ¡Es tu propia cara la que estás viendo! - puntualizó Lana.
- ¡CÁLLATE! - gritó la bruja. - ¡NO TE NECESITO, NUNCA LO HICE-AAAARRGH!
Cya cesó sus gritos cuando sintió un corte en su espalda, y Lana la golpeó en la cara con la vara y la pateó en el estómago. Link le había dado un tajo por detrás mientras estaba enfocada en Lana, dejándole un enorme corte que quedaba en evidencia al tener su traje con la espalda al aire. Usó su magia para curarse esa herida, aunque no pudo evitar que le quedase una cicatriz por hacerlo demasiado rápido. O tal vez, tuviese algo que ver con el poder sagrado de la Espada Maestra, y ella, al estar tan contaminada de oscuridad, era mucho más susceptible ser dañada por ella.
Enfurecida, la bruja oscura concentró una enorme esfera de energía siniestra y la disparó contra sus adversarios. Lana contraatacó disparando una esfera de relámpagos de igual intensidad, provocando una gran explosión que levantó un gran humo. Al disiparse, Cya había desaparecido.
- ¿A dónde se fue? - exclamó Link.
- ¡Todavía está aquí, puedo sentirla! - aseguró Lana, mirando a todas partes tratando de ubicarla. Con toda certeza, Cya apareció justo a espaldas de su contraparte, alzando el báculo cargado de energía para golpearla.
- ¡Lana, detrás de ti! - gritó Link.
Aunque no lo hubiese hecho, Lana alcanzó a percibir la intención asesina de su contraparte, a pesar de que esta intentó ocultar su presencia hasta el último momento y consiguió saltar, alejándose de ella. Inmediatamente, Link tomó el relevo para atacarla, mandándole un tajo horizontal directo a la cabeza. Cya hizo un bloqueo vertical para pararlo, y giró el arma para apartarla. Link dio un enorme salto con las botas voladoras y se disponía a caerle desde el aire. Cya le respondió disparándole una esfera de energía oscura. Link alcanzó a protegerse con el escudo, aunque la explosión lo hizo volar hacia atrás y tuvo que patear el aire para estabilizarse y aterrizar a salvo. A su vez, Lana aprovechó de atacar a Cya disparándole una esfera de rayos concentrada. El ataque, además de hacer daño, la paralizó momentáneamente, y sin perder un instante, salieron corriendo hacia ella para atacarla al unísono.
Fue una verdadera hazaña que Cya pudiese mantenerse simultáneamente contra Link y a Lana en combate a corta distancia, pero pronto se hizo evidente que entre los dos le llevaban una amplia ventaja cuando Lana lanzó un golpe bajo hacia sus piernas para hacerla tropezar y caer. Link estuvo a punto de clavarle la espada directamente en la cara, pero la bruja se apartó rodando hacia un lado y contraatacó con una onda de choque oscura que Link detuvo con su escudo, antes de volver a trabarse en combate cercano con ella. Lana comenzó a invocar su tormenta de rayos encima de Cya, cruzando los dedos para que no se diera cuenta, pero cuando Link involuntariamente miró hacia arriba para estar seguro de en qué momento tenía que apartarse, Cya también previó la intención de su contraparte, y antes de que los rayos le cayeran encima, se volvió a teletransportar en la bruma púrpura.
- ¡Volvió a desaparecer! - exclamó Link.
Aunque Lana podía sentir la presencia de su contraparte, no podía anticiparse a saber dónde volvería a reaparecer, y Cya tomaba ventaja de esto para atacar por sorpresa. Esta vez en vez de atacarla directamente, cambió el báculo a su forma de látigo y apuntó hacia la Vara Deku, atrapándola y arrancándosela de las manos de un tirón y arrojándola fuera de su alcance. De inmediato lo transfiguró de vuelta a su forma normal y preparó otro ataque. Lana levantó su barrera protectora para protegerse, pero el ataque de Cya no fue una esfera explosiva, sino un rayo de energía concentrada que disparaba de manera constante. La barrera apenas aguantó por unos pocos segundos, hasta que la energía del rayo finalmente la penetró.
- ¡Ah! - El rayo quebró la barrera y se llevó a Lana varios metros hacia atrás. Cya usó su levitación para desplazarse rápidamente hacia ella para rematarla, pero Link la detuvo con la Espada Maestra.
- No me obligues a que te mate a ti también. - siseó furiosa.
- No vas a ponerle un dedo encima. - replicó Link.
- ¡Tiene que morir! ¡Ella, y todos los demás! - exclamó la hechicera, esta vez siendo ella la que inició el asalto, forzando a Link a protegerse tras su escudo.
- No vas a matarla. - dijo Link. - De hecho, no vas a matar a nadie nunca más.
Link invirtió el agarre de su espada momentáneamente para golpear a Cya en el estómago con la empuñadura, y después en la quijada, haciéndola caer hacia atrás. Eso le dio tiempo a Lana de recuperarse y ponerse a distancia de nuevo para atacar. Mientras Cya se ponía de pie y volvía a pelear contra Link, Lana cargó dos esferas de electricidad, una en cada mano, y se las arrojó, impactándole de lleno en la espalda. La bruja oscura desvió su atención hacia su contraparte, bufando de pura rabia. Con un grito de furia, se lanzó hacia ella, tirándolas a ambas hacia el suelo, y poniéndole el báculo en la garganta para tratar de asfixiarla. Lana de algún modo se las arregló para patearla y quitársela de encima, y al ponerse de pie tuvo que tomar unos segundos para recuperar el aliento. Link acudió en su defensa, volviendo a atacar a Cya hasta que Lana pudiera reponerse.
- ¡¿POR QUÉ LA PROTEGES?!
- ¡Por la misma razón que intento proteger a todos mis amigos! - replicó Link. - ¡Cueste lo que me cueste, los protegeré de ti, y de cualquier otro que quiera hacerles daño!
- ¡ELLOS NO VALEN NADA! ¡ELLA NO VALE NADA! - Cya gritó la última parte con tal furia que Link no estuvo seguro de si se refería a Lana o a Zelda. Tal vez a las dos, en realidad, pero en este punto, claramente su cordura la había abandonado y no había distinción real.
- ¿Y tú sí? - replicó Link.
En respuesta, Cya golpeó a Link en el estómago con la punta de su báculo volándolo hacia atrás varios metros. Luego desvió su atención a Lana, que apenas ahora había vuelto a recuperar el aire. Cómo la detestaba. Era hora de eliminarla, ya no había espacio para las dos en ese reino, en ese mundo. La hechicera comenzó a concentrar una gran cantidad de energía oscura, esta comenzó a orbitar a su alrededor formando una especie de vórtice, que además generaba destellos eléctricos de color púrpura. Lana supo lo que Cya estaba planeando, pero la puso en una situación imposible. A esa distancia no había suficiente tiempo para llegar hasta Link y ponerlo dentro del alcance de su barrera protectora. La única opción que tenía era generarla desde afuera para poder protegerlo. A costa de su propia seguridad, Lana extendió las manos y creó un domo protector alrededor de Link, en el preciso instante que Cya liberó todo su poder.
- ¡MUEREEEEEEEEEEEEEE! - gritó Cya.
La hechicera oscura descargó una tormenta de rayos centrada en ella, abarcando toda la habitación. El único sitio al cual no pudo llegar fue el interior del domo protector bajo el cual Lana puso a Link, salvándolo, pero lamentablemente al hacer eso se dejó a sí misma totalmente desprotegida, y una gran cantidad de los rayos oscuros que Cya lanzó por todo el lugar cayeron en ella. La hechicera blanca gritó de dolor, pero a pesar de eso luchó por mantener la barrera hasta que Link recuperó el conocimiento, apenas a tiempo para ver como la electricidad maligna caía en su aliada.
- ¡Lana! - gritó, tratando de correr hacia ella, pero la barrera no lo dejó salir.
De algún modo, Lana logró resistir hasta que Cya cesó su ataque, pero el esfuerzo por mantener la barrera protegiendo a Link combinado con el daño del devastador ataque eléctrico la hizo colapsar y desplomarse en el suelo. Cya vio con rabia que seguía respirando, pero al menos, la había dejado fuera del juego al menos por el momento. Ahora, podía estar a solas con su amado. Se volteó y sonrió malignamente.
- Ahora... cariño... creo que es tiempo de que arreglemos nuestros asuntitos. - le dijo. Link apretó los dientes, retrocediendo ligeramente y tragando en seco. - ¿Qué te pasa? ¿Es que te asusta quedarte a solas conmigo?
- A decir verdad sí. - dijo Link. - Pero eso ya lo sabes, bruja. Cualquiera, no solo yo, estaría petrificado de estar a solas contigo.
- Link, querido, las cosas no tienen que ser así. - insistió Cya, pero no sonaba seductora, más bien desesperada. - Podemos estar juntos, podemos ser felices. Si tan solo me aceptaras, podrías tener todo lo que quisieras.
- ¿Y si te dijera que ya lo tengo? He tenido una buena vida, he conocido buenos amigos, y lo más importante, pude enamorarme de una mujer maravillosa. - dijo Link. - ¿Qué más podría desear?
Era inconcebible. ¿Por qué incluso ahora? Cya sabía perfectamente que esa "mujer maravillosa" de la que Link hablaba no era otra que Zelda. Incluso ahora, seguía queriendo salvarla, protegerla y amarla. A Zelda, en vez de a ella. No era justo. Pues bien, si ya no tenía caso, que así fuera.
- Ya estoy harta. Si tu amor no puede ser para mí... ¡NO LO TENDRÁ NADIE MÁS! ¡NI LANA, NI MUCHOS MENOS ZELDA!
Cya salió disparada hacia él como una flecha viviente, tomándolo con la guardia baja y apenas logrando saltar con las botas voladoras para que ella lo pasara de largo. Parecía que se estrellaría contra la pared, pero desapareció en la bruma púrpura antes de chocar, y antes que Link pudiera preguntarse por donde reaparecería, lo hizo exactamente en el extremo opuesto de la habitación, pero a la misma velocidad, y esta vez no pudo esquivarla. Los dos cayeron al suelo, y Cya tomó ventaja de esto para sujetarlo de las manos, dándole una descarga ligera solo para entumecerle sus miembros temporalmente, mientras se le acercaba de manera amenazante. Link no tuvo que esperar a que dijera sus siguientes palabras:
- Aunque sea por un instante... por un momento fugaz... ¡VAS A SER MÍO!
- ¡Jamás! - gritaba Link, apartando la cara como podía cuando la bruja trató de besarlo a la fuerza, de manera mucho más violenta y agresiva que la última vez.
Sin más opciones, de alguna manera Link alcanzó a utilizar el poder de su fragmento de la Trifuerza para liberarse de la parálisis. Sintió una especie de hormigueo por todo el cuerpo, quizás como resultado de expulsar esa energía eléctrica con la que Cya lo inmovilizó. En cuando sintió que pudo mover las manos de nuevo, las llevó hacia la cara de la hechicera y bruscamente la apartó. Quitándosela de encima, recogió la Espada Maestra nuevamente.
- Link, eres un mal muchacho... ¿nunca te enseñaron a respetar a una dama? - dijo la hechicera.
- Tú no respetas mi espacio personal, yo diría que estamos a mano. - replicó Link.
Para estas alturas, Link ya empezaba a sentir cansancio, pero Cya también tenía que llegar a su límite. Las peleas de afuera, especialmente contra el Link oscuro gigante, lo habían dejado bastante exhausto. Todavía no era capaz de utilizar bien el poder de su fragmento, solo una pequeña fracción. Poderes como ese le serían muy útiles ahora si tan solo supiera como utilizarlos a todo su potencial. Si tan solo hubiese podido entrenar más con Zelda para que ella pudiese enseñarle más. Ya no le quedaba más, excepto aferrarse a las enseñanzas de su tío y esperar que las habilidades que aprendió de él fueran suficientes. Zelda, y todos los demás, contaban con él.
Con el tiempo encima, Link decidió iniciar de nuevo su ofensiva, tratar de mantenerse peleando contra Cya a corta distancia, pues ella tenía mayor ventaja a rango mediano y largo gracias a su látigo. Aparte, ahora no contaba con Lana para que le cuidase las espaldas, eso le quitaba su mayor ventaja, la cual esperaba aprovechar. Contra una oponente normal hubiera sido más sencillo, pero el problema era que Cya gustaba de utilizar su levitación y teletransportarse cada vez que él lograba acorralarla.
- Vamos a aumentar un poco más la diversión. - dijo, chasqueando sus dedos.
La sombra de Cya en el suelo empezó a extenderse en tres direcciones, y de cada una de las líneas empezó a emerger una silueta idéntica a ella. Estas se materializaron cada una en un clon de ella, exactamente igual a la original, excepto que el tinte rojo de sus ojos era menos intenso. Link frunció la boca, una sola Cya ya era una pesadilla, pero ¿cuatro de ellas?
- ¿Qué ocurre, querido? - dijeron las tres copias al unísono. Hasta podían hablar igual que la original. - ¿No puedes decidirte quién de nosotras es la más hermosa? No hay problema, con gusto podemos compartirte.
- No, muchas gracias. - dijo Link.
La Cya original se rio, y le ordenó a sus tres copias comenzar a atacarlo y someterlo. Para su desgracia, estas tres copias no eran como los Links sombríos contra los que había tenido que pelear antes, si bien no eran tan fuertes como la original (relativamente) sí eran igual de inteligentes y capaces de actuar de manera independiente entre ellas o coordinarse. Y cada vez que intentaba atacar a una de ellas, las otras dos se colaban por detrás para emboscarlo. La original entretanto, simplemente disfrutaba del espectáculo, viendo como Link se agotaba tratando de pelear con las tres al mismo tiempo, pero admirando el que su amado fuese capaz de pelear contra todas al mismo tiempo y mantenerse tan bien como lo hacía. Cuando una de ellas lo enfrentaba a combate cercano, las otras dos lo atacaban lanzándole esferas de energía oscura o rayos por detrás. Las botas voladoras afortunadamente le daban cierta capacidad para evadir, pero cuando se cansó de estar jugando con ellas, decidió ignorarlas y salir corriendo a atacar a la original. Con esto en mente golpeó a la que tenía enfrente en la nariz
- ¡Auch, ¿por qué hiciste eso?! - exclamó la que fue golpeada, más Link no le puso atención. Siguió corriendo en dirección hacia la original, pero algo lo agarró de las piernas y lo hizo caer de narices al suelo.
- No debiste hacer eso. - Las otras dos le habían sujetado las piernas con sus látigos y ahora lo estaban arrastrando hacia ellas. - El juego todavía no termina, y es tiempo de que pagues una pequeña penitencia.
Las dos retrajeron sus látigos volviéndolos a su forma normal. Acto seguido, las tres juntas alzaron sus báculos enviando cada una de ellas una línea de energía púrpura, intersectándolas todas para formar una especie de pirámide encima de Link. Pero no para encerrarlo, esa energía tenía otro propósito: caerle encima y hacerle sentir un dolor como jamás hubiera experimentado. Rayos de electricidad oscura comenzaron a caer encima del joven héroe, haciéndole gritar de dolor, y obligándolo a encogerse en sí mismo. Sin embargo, sacando fuerzas desde lo más profundo, y pidiendo a su fragmento de la Trifuerza que le prestara algo más de ayuda, el joven héroe de algún modo soportó el daño, y sujetando con mano firme su espada, empezó a canalizar poder hacia la hoja de la Espada Maestra. Entreabriendo su ojo para mirar a su alrededor, pudo ver que las tres copias de Cya estaban a distancia razonable mientras lo torturaban. Tanto mejor, así podría deshacerse de ellas. Apretando los dientes, se fue incorporando, lento pero seguro, hasta estar de pie de nuevo.
- Increíble. - susurró la verdadera Cya.
Link siguió soportando el dolor, apretó con más fuerza la Espada Maestra y mirando con rabia a sus agresoras, se encogió para tomar su posición. Estaban cerca, lo mejor que podía hacer, era eliminarlas a las tres de un solo golpe.
- ¡EEEEAAAAAAAAAARRRRGHHH!
El ataque giratorio hizo su trabajo. Las tres copias de Cya estaban tan ocupadas torturándolo que no se esperaron que realmente las fuese a atacar, y menos todavía con semejante fuerza. Potenciado por el fragmento de la Trifuerza, el radio del ataque giratorio y el poder cortante se incrementaban exponencialmente. El trío de Cyas falsas gritaron de dolor al ser cortadas por las cuchillas que generó el tornado cortante, antes de desaparecer cada una en un estallido de fuego y fragmentos rojos, púrpuras y negros. Pero hacer eso tuvo un precio. Ya estaba tocando a su límite, y sentía que los brazos le pesaban un poco hasta para sostener las armas.
- No... ahora no... aquí no... - murmuró, implorando a sus fuerzas que no lo abandonaran, no cuando estaba tan cerca.
Después de ese último ataque, Cya no podía creer que Link todavía siguiera en pie. Tenía una resistencia legendaria, eso quedaba a la vista. Era el héroe legendario, no podía haber esperado menos. Sin embargo, seguía siendo humano después de todo, y hasta él tenía sus límites. Al cabo de unos segundos, intentó dar unos pasos hacia ella, pero se detuvo y tuvo que apoyarse con su espada en el suelo para evitar caerse, y respiraba a grandes bocanadas. Claramente estaba a punto de llegar al punto de quiebre, ya no podría soportar mucho más. Y por más que ella estuviese disfrutando de ese pequeño "juego", hasta lo bueno tenía que terminar.
- Ha sido divertido, Link, y créeme que lamento mucho que las cosas que tengan que ser así. - dijo Cya, alzando su cetro y empezando a generar una gran esfera de energía oscura. - Espero que en otra vida podamos vernos de nuevo, en otras circunstancias.
Link ya no tenía fuerzas para defenderse o esquivar ese ataque. ¿Ese sería su fin? ¿Hasta aquí podía haber llegado? Nunca le había tenido miedo a la muerte, porque había tenido una buena vida. Pero sí lamentaba haberle fallado de esa manera al reino, a sus amigos... y especialmente, a Zelda.
- "Así que esto es todo... qué ironía. Vaya héroe que resulté ser." - se dijo a sí mismo para sus adentros. No podía permitir que Cya lo oyera. - "Todos depositaron sus esperanzas en mí... y les fallé miserablemente."
Inmediatamente vino a su mente la imagen de sus compañeros, que aún seguían afuera luchando contra las tropas de Cya. Ellos siempre habían confiado en él como su líder. Luego pensó en Sir Azael e Impa. Sus superiores habían visto su potencial y le dieron una gran oportunidad. Pensó en Lana, que aún seguía inconsciente en ese lugar, pero hizo todo lo que pudo para ayudarlo, determinada a terminar con todo el mal que su contraparte había causado, y aún a pesar de sentir afecto por él, lo animó a actuar con sus sentimientos por Zelda. Zelda, esa hermosa joven, una mujer como ninguna, que le hizo sentir nuevas y maravillosas emociones. Aún con todo lo que había sucedido, no se arrepentía de nada, por el solo hecho de haberla conocido, y experimentado con ella el gozo del amor.
- "Perdónenme, amigos... les he fallado. Y perdóname tú especialmente, Zelda..." - En la última parte no pudo retener más las lágrimas de ira e impotencia que sentía. - "Si volvemos a nacer... espero que podamos volver a vernos algún día..."
- Lágrimas... - dijo Cya al notar, aún a esa distancia, que los ojos de Link estaban derramando lágrimas. Sintió una enorme furia, e intensificó aún más la energía de su ataque, sin poder evitar soltar ella misma las suyas, pues sabía perfectamente por quién eran las lágrimas del héroe. - ¡¿Por qué?! ¡¿POR QUÉ TIENE QUE SER ELLA?! ¡¿POR QUÉ NO PUEDO SER YO?!
Sabiendo que su fin era inminente, Link no pudo más que cerrar los ojos. Lo único que le quedaba era afrontar su muerte con toda la dignidad posible...
- "Link... Link..."
De pronto, una extraña y a la vez familiar calidez lo invadió. Esa voz... esa voz que resonó dentro de su cabeza, era inconfundible. Solo podía ser de ella. Y al abrir los ojos, se llevó una enorme sorpresa. Ya no estaba en el templo de Cya. Estaba... ¿flotando? en el cielo, pues todo lo que veía a su alrededor era el firmamento azul y nubes blancas. Y la bruja oscura había desaparecido, en su lugar, se encontraba frente a él la persona a la que más deseaba ver en ese momento. La Princesa Zelda estaba frente a él, sonriendo con algo de tristeza.
- ¿Zelda? - dijo al verla, e inmediatamente intentó acercarse, pero se detuvo al percatarse de que ya no traía sus armas consigo. De hecho, tampoco tenía ninguna de las heridas que había sufrido recientemente. - ¿Qué está sucediendo? ¿Acaso estamos...?
- No, no estamos muertos. - dijo Zelda anticipando lo que iba a decirle. - No tengo mucho tiempo, Link. Apenas logré reunir la suficiente fuerza para hacer este contacto telepático contigo.
- ¿Telepático? ¿Quieres decir que... esto está ocurriendo dentro de mi cabeza?
- Así es. - dijo Zelda. - Link, aún desde la prisión de cristal donde Cya me encerró, pude sentir lo que estaba sucediendo. Pude sentir como estabas sufriendo, y que estabas empezando a perder la fe en ti mismo.
- ¡Les fallé! - exclamó Link. - ¡Les fallé a todos, al ejército, a mis amigos, al reino! ¡Y lo peor de todo, te fallé a ti! Qué gran héroe resulté ser, ni siquiera pude salvar a la mujer que amo.
- No todo está perdido. Aún estamos vivos, y mientras haya vida, hay esperanza. - dijo Zelda. - Si logras derrotar a Cya, podrás salvarme, y a mi reino.
- ¿Cómo puedo hacer eso? Es demasiado poderosa para mí. Ni siquiera con la Espada Maestra pude...
- La Espada Maestra es un arma de poderes legendarios. Pero su verdadera fuerza no está en ella. Link, tienes el poder dentro de ti. Siempre ha sido así.
- Eso no es verdad. En cuanto la tomé en mis manos, se me subió a la cabeza, y entonces empecé a creer que por fin podría ser digno de ti. No sé cómo me permitió sacarla del pedestal en primer lugar.
- Link, nunca has tenido que probar nada. Menos ante mí. - dijo Zelda con firmeza. - Me enfurecí por ver que te estabas arriesgando de esa manera tan imprudente. Temía que fueras herido de gravedad o algo peor. Y yo no quería eso.
- ¿Entonces qué debo hacer? ¿Cómo puedo vencer a Cya? ¿Cómo puedo salvarte?
- El verdadero poder de la Espada Maestra surge cuando su portador entiende y acepta los lazos de amistad y amor. Link, yo creo en ti, siempre lo he hecho. La pregunta es... ¿tienes el valor para creer en ti mismo como yo lo hago?
El joven no supo que responder. ¿En serio era digno de portar la Trifuerza del Valor, y de blandir esa legendaria espada? Pero visto de otra manera, él los había metido en esa situación. Lo justo era que él lo remediara. En ese momento, Zelda comenzó a flotar hacia atrás, alejándose de él.
- ¡Zelda! ¡Zelda, espera! - la llamó, tratando inútilmente de ir tras ella, pero algo lo retenía, como una fuerza invisible.
- Link, sin importar lo que pase conmigo, debes derrotar a Cya. - La voz de la princesa sonaba cada vez más distante. - Demuéstrame que eres el héroe... que siempre he creído que eres... -
- ¡ZELDA! ¡ZELDAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA! -
Link no pudo más que alargar la mano mientras veía a su amada desaparecer en la distancia, y pronto todo se tornó en oscuridad y sintió que caía hacia un vacío que parecía ser infinito...
Y de pronto, aterrizó de regreso en el mundo real. De nuevo estaba en el templo de Cya, y la hechicera oscura continuaba preparando su ataque final. Su espada y escudo de vuelta en sus manos, y el dolor de las heridas había vuelto, aunque extrañamente ya no se sentía tan intenso como antes. Cya no dio señal alguna de haber notado su "breve ausencia". Una especie de descarga lo recorrió al haber fijado de nuevo la mirada en la hechicera. Sintió que lo invadía un gran odio e ira, como nunca había sentido antes. Esa hechicera había causado tantas muertes, tanta destrucción, tanto sufrimiento, y lo peor de todo, había estado a punto de matar a la mujer que él amaba, todo en nombre de querer tenerlo a él solo para ella. No podía permitirlo. Ya no más.
- ¡ADIÓS, MI AMADO HÉROE! - gritó Cya haciendo un movimiento con su báculo para disparar la esfera de energía oscura. Lamentaba mucho tener que hacer eso, pero él no le dejó otra opción.
- ¡AAAAAAAAAARRRGHH!
Y entonces ocurrió lo impensable. En lo que escuchó ese grito, la esfera oscura salió desviada, estrellándose contra uno de los muros superiores y destruyendo una sección completa, creando una enorme ventana hacia el exterior. Cya no salía aún de su estupor cuando volvió a dirigir la mirada a Link. El muchacho estaba de vuelta sobre sus pies, pero ya no apoyándose sobre la espada. De hecho, su brazo izquierdo estaba totalmente extendido en la dirección en la que su ataque había sido desviado, prueba de que él acababa de repeler su último ataque como si no fuese nada. Tenía la mirada baja, así que no podía ver sus ojos, hasta que la volvió a levantar... y por primera vez, al verlo, sintió algo que no se había imaginado antes al ver al héroe... terror.
Los ojos de Link habían cambiado completamente. Esa mirada amable y compasiva que la había cautivado cuando lo vio por primera vez se había borrado por completo, siendo remplazada por una llena de odio y furia, totalmente dirigida hacia ella. La hechicera no pudo evitar dar un par de pasos atrás antes de lanzar otro ataque similar al que acababa de hacer, pero el resultado fue igual. Con un solo movimiento de la Espada Maestra lo desvió, esta vez explotando cerca de él y abriendo un boquete en el suelo, pero Link ni se inmutaba.
- Cya... es hora de que pagues... ¡por todo lo que me has hecho a mí, y a mis amigos!
Link alzó la Espada Maestra en alto, y su hoja comenzó a resplandecer con una luz dorada, con más fuerza de la que lo había hecho las otras veces. Fue entonces que lo comprendió: Link estaba canalizando la energía de su fragmento a través de la espada para fortalecerla, y esta vez no era solo una simple porción, era el verdadero poder del fragmento en su totalidad. Pero antes de tener tiempo de asimilarlo, el joven corrió hacia ella gritando furioso y comenzó a atacarla sin piedad. Tomada por sorpresa por este repentino arrebato, Cya se vio obligada a retroceder y bloquear como podía sus ataques. No que ella fuese inexperta en el combate cercano, pero definitivamente no era su fuerte, y ante algo como eso no podía concentrarse para usar sus hechizos, pues tenía toda su atención en defenderse del furioso asalto del muchacho. Y de pronto, ocurrió algo que de ninguna manera se hubiese anticipado: la rodilla de Link le dio con fuerza directo al estómago, sacándole el aire (y algo más), y no bien había salido del shock de esto cuando lo siguió dándole un golpe seco en la cara con el escudo, agregando además que este era mucho más duro y reforzado que cualquier otro.
Cya rodó en el suelo por la fuerza del golpe, y al darse la vuelta se frotó el estómago y se limpió el hilo de sangre que le salía de la boca. Cuando miró a Link, se dio cuenta que aún mantenía esa mirada de puro odio hacia ella. Tratando de recobrar su sangre fría y actuar como siempre para ganar algo de tiempo.
- Wow, no sabía que tuvieras esa clase de mañas, Link. - le dijo. Pero esta vez no le salió utilizar ese tono seductor que la caracterizaba. El miedo que sentía se lo impidió.
- Te dije que no me conocías tan bien como creías. - habló Link con voz monocorde, pero cada sílaba iba cargada de una ira controlada y aterradoramente tranquila.
- Nunca creí que fueras capaz. Siempre pensé que eras alguien amable y apacible.
- Me enseñaron a controlar mi ira desde que era niño. - prosiguió Link en el mismo tono. - Pero después de todo lo que me has hecho... no veo razón para seguir conteniéndome.
- ¡Todo lo que he hecho ha sido por nosotros! - exclamó Cya, ya desesperada. - ¡POR TI!
- ¡¿Por mí?! ¡¿POR MÍ?! - exclamó Link, volviendo a tomar ese semblante agresivo y empezando a atacar furiosamente a Cya de nuevo. - ¡¿TE HAS PUESTO A PENSAR EN EL DOLOR QUE ME HAS CAUSADO CON TODO LO QUE HAS HECHO?!
- ¡Intentaba librarte de ese destino al que estás atado por culpa de ella! - gritó Cya cuando se trabaron sus armas una con la otra, mientras se miraban a los ojos. - ¡Quería darte la gloria que te mereces, la gloria que merece un héroe! ¡Conmigo, podrías tener todo lo que desees!
- ¡¿Qué sabrás tú de lo que yo deseo?! ¡No soy más que un trofeo para ti! - respondió Link, empujándola de nuevo. Decidido a hacerla pagar por todo el mal que le había hecho, procedió a puntualizar cada oración con un golpe. - ¡HAS MATADO A CIENTOS DE PERSONAS INOCENTES! ¡TRAJISTE UNA GUERRA QUE CAUSÓ UNA GRAN DEVASTACIÓN! ¡Y LO PEOR DE TODO, HAS PUESTO EN PELIGRO A LA MUJER QUE AMO!
- ¡Estás atado a un destino terrible! ¡Un héroe como tú merece algo mejor, yo podía dártelo!
- Cya... Cya... aún no lo entiendes, ¿verdad? - dijo Link, calmando por un momento su feroz asalto para tomar un respiro. - Yo no sé si creer en el destino, y para ser honesto, no me considero digno de ser llamado un héroe. Todo lo que sé, es que siempre he peleado para proteger a las personas que me importan, y que tú no has hecho más que cometer actos terribles contra ellos en mi nombre. Y eso jamás, óyeme bien, jamás, te lo voy a perdonar.
En ese instante Lana estaba recobrando la conciencia. Lo primero que vio cuando abrió los ojos fue a Link luchando contra Cya. Bueno, decir "luchando" era estirarse demasiado, pues claramente se veía que Cya apenas alcanzaba a defenderse de los feroces ataques de Link. La hechicera también notó el intenso brillo dorado en la hoja de la Espada Maestra, y que el joven estaba peleando de una manera mucho más agresiva de lo que ella jamás lo había visto, se veía que estaba furioso. Por la conexión emocional entre ambas, pudo sentir que Cya tenía miedo, y ella misma también sintió un escalofrío bajarle por la espina al ver a Link de esa manera.
En un arranque de desesperación, Cya saltó hacia atrás para alejarse de su atacante. Concentró toda la energía que le quedaba en su cetro para un último ataque. Disparó un rayo de energía oscura directo hacia Link, que se protegió de él con su escudo. Claramente ya no tenía la intención de derrotarlo, solo quería mantenerlo lo más lejos posible, usando toda la fuerza que le quedaba para mantenerlo a raya. Lana vio que Link intensificaba más la energía de la Espada Maestra.
- ¡YA... ME TIENES HARTOOOOOOOOOOO!
El resplandor de la espada se extendió rodeando por completo a Link, mientras este se lanzaba apuntando con ella hacia el frente, literalmente CORTANDO su camino a través del rayo de energía oscura y disipándolo a su paso. El último esfuerzo de Cya por detenerlo fue inútil: antes de darse cuenta, él había eliminado la distancia que los separaba. Con un furioso grito, le voló su báculo de un golpe, y con el siguiente movimiento hundió la Espada Maestra en su estómago. Cya tosió sangre, y al verla de cerca, sus ojos perdieron por un instante el tinte rojo que los diferenciaba de los de Lana. Link retiró su espada, la energía sagrada impidió que se llenara de sangre, y el resplandor finalmente se apagó, volviendo a su estado normal.
- ¿Por... qué...? - fue todo lo que Cya pudo decir, antes de caer de rodillas, y desplomarse en el suelo.
Link se quedó mirándola por unos segundos. A pesar de todo lo que había hecho esa hechicera, verla allí, yaciendo en el suelo derrotada y mortalmente herida hacía difícil no sentir algo de lástima por ella. Hasta él mismo se sorprendía de lo que acababa de hacer. Pero inmediatamente desplazó ese pensamiento. Hizo lo que tenía que hacer, tenía que detenerla a toda costa. Más importante, había alguien más que requería su atención en ese momento.
- ¡Zelda! - Sin más, corrió hacia el interior, en busca de la prisión de cristal donde estaba Zelda. Tenía que sacarla de allí, pronto.
- ¿Qué pasa? ¿Ya puedo salir? - preguntó la vocecita de Proxi desde el bolsillo de la túnica. Cuando salió de nuevo, vio a Cya en el suelo, sangrando, y a Lana yendo hacia ella. Supuso que eso era buena señal. Y entonces al mirar al otro lado, vio que Link la estaba dejando atrás. - ¡Oye, Link, espérame!
Por fortuna, no tuvo que ir demasiado lejos. Por la descripción que le dio Lana, lo único que tenía que buscar era una estructura que pareciera estar hecha de cristal puro, y no tardó mucho en reconocerla apenas puso el ojo en ella. Convenientemente, no estaba muy lejos de donde había peleado contra Cya. De inmediato se dispuso a correr hacia ella, pero se detuvo en seco al ver una explosión de energía desde adentro, que incrementó las grietas que ya de por sí estaban en la prisión. Y a los pocos segundos, hubo otra aún más fuerte, que hizo volar trozos de la pared exterior. Link tuvo que ponerse a cubierto con su escudo con unos trozos que casi le caen encima, y cuando pudo ver lo que había sucedido... allí estaba ella.
Zelda estaba de pie, recién salida de la pared que acababa de volar. Se veía extremadamente pálida, y tenía en la mano la batuta que él le había regalado, respirando con dificultad. Sin embargo, de algún modo, se las arregló para levantar la mirada hacia la dirección de Link.
- Zelda...
- Link... - A pesar de su estado, la princesa sonrió. No podía sentirse más feliz por el solo hecho de ver a su amado. - Sabía... sabía que vendrías...
Y con la fuerza que le quedaba, después de haber gastado lo último de su energía en ese último golpe que logró destruir la prisión donde Cya la encerró, intentó caminar hacia él, pero apenas dando unos pocos pasos hacia adelante, se tambaleó, y perdiendo la visión comenzó a caer. Link inmediatamente corrió para atraparla antes de que se golpeara contra el suelo, y ella se desplomó en sus brazos. Estaba exhausta, quién podría decirle que no había estado usando su poder para tratar de escapar de esa prisión desde mucho antes.
- ¡Princesa! - exclamó Proxi. - Por las Diosas, se ve terrible. No me imagino cuánto habrá sufrido en ese lugar.
- Zelda. - dijo, abrazándola gentilmente, y sintiendo de nuevo. - Perdóname... es mi culpa que te haya pasado esto.
Link y Proxi podía imaginarse todo lo que ella tuvo que sufrir por culpa de la arrogancia de él. Notó además que el brillo del fragmento de la Trifuerza en la mano de ella de pronto comenzaba a debilitarse. Eso no parecía una buena señal. Con mucho cuidado, la levantó en sus brazos y se dispuso a salir de allí y volver con Lana, con Proxi flotando cerca.
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Momentos después...
Mientras yacía en el suelo mortalmente herida, Cya dirigió su mirada a la persona que la sostenía. De entre todas las personas, ¿por qué el rostro que tenía que ver en sus últimos momentos era ese que se veía tan idéntico y a la vez tan diferente al suyo? Había sacrificado todo, hasta una parte de sí misma, por obtener lo que tanto deseaba, planeando cuidadosamente cada uno de sus movimientos y manteniéndose un paso por delante de sus enemigos... solo para fallar miserablemente al final. Estando ahora a las puertas de la muerte, era un golpe aún más duro a su orgullo ver la mirada de Lana, llena de lástima y compasión. Rasgos que ella había querido dejar atrás, por considerarlos un signo de debilidad y un obstáculo para obtener lo que deseaba.
- Qué ironía... lo último que necesito... es que tú, de todas las personas... me estés viendo con lástima ahora...
- Cya... - La hechicera blanca luchaba por retener sus lágrimas. Sabía que tenía que detener a su contraparte, pero una parte de ella deseaba en el fondo no tener que llegar a esto.
- Lo que no entiendo es... ¿por qué? - prosiguió Cya, haciendo un esfuerzo por seguir hablando. - Ambas lo hemos visto... una y otra vez... ¿Por qué los ayudaste, a sabiendas de que él no te elegiría?
- Cya, no siempre puedes obtener lo que deseas, o a la persona que deseas. - dijo Lana, con la voz algo quebrada, pero con convicción. - Y yo puedo vivir con eso. Además... ¿cómo podrías amar sinceramente a alguien a quien no conoces de verdad?
- ¿Todavía... insistes con eso?
- Cuando tú y yo veíamos a Link... todo lo que veíamos en él era al héroe legendario. - prosiguió Lana. - Nada más. Pasar este tiempo con él, luchar a su lado, me hizo darme cuenta de muchas cosas. De que había en él mucho más que solo un héroe, cosas que ni tú ni yo jamás pudimos ver.
En ese instante, hicieron eco dentro de la cabeza de Cya aquellas palabras que Zelda le había dicho mientras la tenía encerrada: "¿Estás enamorada de Link por ser el héroe, o por la persona que es realmente?" Palabras que no quiso afrontar, en lugar de eso, eligió ignorarlas y seguir adelante.
- Cuando los vi, a Link y a la Princesa juntos, me di cuenta que ella pudo ver más allá del héroe, de la idea que tú y yo teníamos de él. - prosiguió Lana, percibiendo, aunque débilmente, el pensamiento de su contraparte. - Ella vio a Link como persona, mucho antes de saber que era el héroe legendario, y sus acciones demostraron que sus sentimientos no cambiarían aunque él no lo fuese. Ella sí es capaz de amarlo como él se merece, de una manera que ni tú, ni yo podríamos.
Y entonces por fin Cya lo entendió. Todo ese "amor" que sentía por Link, había nacido simplemente de su admiración por el héroe legendario, y trastornado en una obsesión por el simple deseo que tenía de escapar de la soledad. Lana tenía razón. No podría amarlo de verdad, como él se merecía, si no sabía nada de él, de la persona real detrás del héroe, del verdadero Link. Lana observó como el destello rojo de los ojos de Cya desaparecía por completo, haciendo que se vieran como los de Lana, como los tuvo alguna vez, antes de permitir que la oscuridad la invadiera. Oyó unos pasos acercándose, y al voltear con dificultad, vio como Link venía acercándose con una inconsciente princesa Zelda en sus brazos, y la pequeña hada flotando encima de él. Toda la furia, el odio y el deseo de acabar con ella que le vio apenas unos minutos antes se habían desvanecido por completo. Todo lo que hacía era mirar a su amada descansando en sus brazos con compasión. Luego se volteó a ver en la dirección de ella. El ceño del joven héroe se frunció ligeramente. Así supo que Link de ningún modo la iba a perdonar por lo que le hizo. No se iría perdiendo el amor del héroe. Nunca lo tuvo en primer lugar, por eso quiso arrebatárselo a alguien más.
Haciendo un esfuerzo, Cya tomó la mano de su contraparte, y la miró fijamente a los ojos, tan similares a los suyos propios.
- Lana... siempre fuiste... mi mejor mitad...
La hechicera oscura sonrió con algo de tristeza, antes de cerrar los ojos por última vez, mientras su mano se deslizó lentamente hasta tocar el suelo, para no moverse más. Lana no pudo más que abrazar el ahora inerte cuerpo de Cya, lamentando que tuviese que llegar a esto. Link también se le acercó, como para comprobar que realmente estaba muerta, mientras Lana sollozaba. Era extraño, cualquier dolor que sintiera en ese momento tendría que ir dirigido hacia Lana, pero... ¿acaso un poco de la lástima también era por Cya? Mientras pensaba en ello, algo flotó fuera de la mano de Cya, el triángulo dorado que representaba la Trifuerza del Poder. Lana inmediatamente lo contuvo atrapándolo en una pequeña burbuja de energía mágica, y que guardó en una dimensión de bolsillo. Seguramente, Cya terminó dejándolo ir, como su último acto, y aceptando su derrota.
- En verdad lo siento. - dijo Link.
- Sé que fue una bruja malvada, pero... no puedo evitar sentir algo de lástima por ella. - comentó Proxi. - En el fondo lo único que quería era un poco de amor.
- Tal vez, pero eso no cambia el hecho de que tomó el camino equivocado para conseguirlo. - agregó Link. - Por mucho que me duela admitirlo, no había otro desenlace para esto.
- Hiciste lo que debías hacer. - aseguró Lana, con la voz quebrada. - Ambas ya lo sabíamos. Era ella o yo. Ya las dos no podíamos coexistir de ninguna manera, una de las dos tenía que marcharse para que la otra pudiese vivir.
Lana levantó en sus brazos al cadáver de Cya. Era extraño, a pesar de tener un cuerpo más desarrollado que el suyo y de ser más alta, se sentía tan ligera. Link y Lana se miraron uno al otro, y con un asentimiento de cabeza, la hechicera le indicó al héroe y a la pequeña hada que era mejor que se fueran de allí. Con su misión cumplida, ya no tenían más nada por qué quedarse en ese lugar.
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Afuera del templo, momentos después...
Con las legiones de Cya derrotadas, las fuerzas aliadas restantes continuaron ocupando los terrenos alrededor del valle, solo para estar seguros que no se volverían a levantar de nuevo. Victoria, por fin lo habían conseguido, pero el precio por ganar esta batalla había sido más solo apenas un poco más bajo las anteriores. Aunque pudieron mantener las bajas en sus filas al mínimo, relativamente hablando, todavía las hubo, y los números no lo hacían menos triste.
Cuando finalmente lograron acabar con los tres centinelas que protegían los generadores, la legión de Link, los Sheikahs y el resto de sus aliados del pasado finalmente decidieron irse a toda prisa hacia el Templo de las Almas, ahora que la barrera había caído. El grupo de Midna, Maripola y Fay se retrasó un poco, pues tuvieron que detenerse por un momento, cuando la reina del Crepúsculo empezó a sentirse extraña, un dolor de pronto la aquejaba.
- Ay... de pronto, no me siento bien. - dijo Midna, deteniéndose de golpe, y de pronto dejando de levitar y arrodillándose en el suelo, haciendo que se le cayera la Sombra Fundida de la cabeza.
- ¿Señorita gatita? - preguntó Maripola. Y se espantó de ver, cuando de la espalda de Midna empezó a salir una energía púrpura oscuro, que inmediatamente se disolvió en el aire. Quiso acercársele para ayudarla, pero Fay la detuvo.
- No se requiere asistencia. - explicó el espíritu de la Espada Divina. - La reina del Crepúsculo simplemente se acaba de liberar de la maldición que la hechicera oscura le lanzó. Los efectos deberían desaparecer en breve.
Y así era. Maripola miró de nuevo a Midna, y vio que su cuerpo comenzaba a cambiar. Empezando por sus manos y pies, que se tornaron más largos y a una medida más humana. En su cabeza se podía ver que la mano de cabello rojo empezaba a adoptar una forma más natural, como una cabellera ordinaria de longitud media. Las partes claras de su piel empezaron a tomar un tono más azulado, aunque las marcas luminosas que adornaban su cuerpo seguían exactamente iguales que antes. La Twili se abrazó a sí misma, mientras se ponía de pie, y Maripola se sorprendió de ver que ahora era mucho más alta, y no solo eso, había adoptado una figura esbelta y voluptuosa. La princesa de los insectos no pudo evitar maravillarse con su belleza, de hecho, el único rastro que quedaba de su forma anterior era el color de sus ojos, pues todo su rostro había adquirido unos rasgos más humanos y delicados.
- ¿Sorprendida? - dijo Midna, sonriendo de lado. Maripola pudo comprobar, su voz había perdido un poco lo chillona, y sonaba más como el de una mujer adulta, cargado además de un aire de autoridad y elegancia. - Esta es mi verdadera forma, niña. Creo que esto quiere decir que ya no tendré oportunidad de darle a esa maldita bruja su merecido. Pero no me quejo. Se siente grandioso volver a mi verdadero y hermoso cuerpo.
- Lady Midna, me permito recordarle que el amo Link y todos los demás seguro nos estarán esperando. - dijo Fay, como si quisiera bajarle un poco la vanidad que claramente tenía Midna con su aspecto.
- Por supuesto, no lo he olvidado. - dijo Midna, un poco molesta, pero aceptando que tenía razón. - No perdamos el tiempo, en marcha.
Maripola estaba tan sorprendida, que Midna tuvo literalmente que agarrarla de la mano y arrastrarla con ella para que siguieran en marcha. Todavía le costaba creer lo que estaba viendo. Todo ese tiempo llamándola "señorita gatita", y ahora al ver su verdadera forma... de pronto entendió por qué se molestaba de que le dijera así.
Para cuando llegaron a la zona cercana la legión de Link, los comandantes Sheikahs, Darunia y Ruto ya estaban allí, revisando el perímetro por si las dudas. Algunos de ellos se sorprendieron de ver a Midna en su verdadera forma, provocando que esta dijera: "¿Es que me veo tan hermosa que se quedaron sin palabras?" a lo que algunos involuntariamente respondieron con un gesto afirmativo. Sin embargo, luego de que les explicó que si la maldición que Cya le echó se había disipado, todos se dieron cuenta que eso significaba que Link y Lana habían tenido éxito en acabar con ella. El que todos los monstruos hubieran caído muertos era una buena señal, y con eso, no encontraron obstáculos en el camino hacia el edificio. Incluso, las ondas de oscuridad que provenían de él habían cesado, y aquellos con capacidades sensoriales dijeron que las presencias malignas finalmente se habían desvanecido por completo.
- ¡Ahí están! - dijo Impa al divisar a Link y Lana caminando sin prisa desde la entrada del templo.
Se sorprendieron un poco de ver que venían con tanta calma, y más todavía de ver que cada uno de los dos cargaba a alguien en los brazos. Midna, que esperaba ver una reacción del héroe a su verdadera forma, igual como sucedió con el cual conoció en su propia época, no tuvo más que una mirada en su dirección, pero este no tardó en reconocerla, y a juzgar por su expresión, lo que pasó allí dentro seguramente había hecho lo suyo en él y no era momento de hacer bromas. Impa y Azael centraron su atención en Link, que llevaba a Zelda. Por un momento temieron lo peor, pero sus miedos pronto se vieron aplacados al ver que la princesa todavía respiraba, y aunque estaba muy pálida, no parecía tener ninguna herida. Se veía como si durmiera plácidamente en los brazos de su amado. Entretanto, la legión de Link y los otros miraron a Lana. Al parecer, incluso con todo lo que Cya había hecho, no se sintió con el valor de dejar su cadáver abandonado allí dentro. Y extrañamente, también parecía tener una expresión de paz en el rostro, lo cual de algún modo mitigaba la enorme herida que sin duda debía haberle sido infligida por la hoja de la Espada Maestra.
Para la comandante Sheikah, sin embargo, en ese momento lo único que importaba era su protegida. La tocó para examinarla, y a pesar de no tener heridas externas o visibles, la palidez de su piel y lo tenue que se volvía el brillo del fragmento de la Trifuerza en su mano le hizo darse cuenta de que tenían que tratarla de inmediato.
- ¿Qué le sucedió? - preguntó Impa.
- Cya la tenía encerrada en una prisión de cristal, tal vez reforzada con magia. - dijo Link. - Llegué justo cuando logró liberarse por sí misma, pero el esfuerzo la dejó agotada.
- Ya veo. - dijo Impa.
- ¿Y la batalla? ¿Por fin terminó todo? - preguntó Link, volviéndose hacia Ruisu.
- Sí. Logramos ganar, pero... tuvimos muchas bajas fatales. - dijo el espadachín pelinegro. - Por mi estimación, por lo menos una cuarta parte de los nuestros cayó durante el combate, y eso sin contar a los heridos.
- Entiendo. - dijo Link, sintiéndose bastante afligido por saber que más de sus hermanos de armas cayeron durante ese terrible combate para lograr la victoria. - Asegúrense de conseguir los nombres de cada uno de ellos. Su sacrificio no puede ser olvidado de ninguna manera. Mientras tanto...
Volvió a mirar a la joven en sus brazos. Ahora que la batalla por fin había terminado, la prioridad era hacer que la princesa recuperase su salud. Había tantas cosas que tenía que decirle, tantas cosas que deseaba poder compartir con ella. En este momento, ella era la única persona que ocupaba sus pensamientos.
- Es mejor que la llevemos al campamento. - dijo Impa, extendiendo los brazos para alivianarle la carga. - Si me permites...
- Está bien. - dijo Link, retrocediendo con sutileza, pero haciéndole ver a Impa que no quería separarse de su amada. - Aun puedo. Y quiero hacerlo. Por favor.
Impa no tuvo el corazón para decirle que no. Con todo y que se viera herido, y cansado, aun así encontraba las fuerzas para cargar a su amada. Quizás, era su manera de compensar porque todavía se sentía responsable de lo que le sucedió, y conociendo tanto los sentimientos de él como los de su antigua protegida, la comandante accedió a dejar que lo hiciera. Todos comenzaron a caminar para retirarse, a excepción de alguien. Proxi fue la primera en darse cuenta
- ¿Lana? - dijo la pequeña hada, haciendo que Link y los otros también se dieran la vuelta y detuvieran su marcha. - Vámonos, ya no queda nada que hacer aquí.
- Adelántense. - dijo la peliazul, mirando el cadáver de su contraparte. - Todavía tengo una última cosa por hacer. Los alcanzaré después.
Los demás se miraron entre ellos, aunque no tardaron en deducir qué era lo que quería hacer. Con todo lo que Cya había hecho, Lana todavía se sentía en el deber de darle un entierro apropiado, así que nadie dijo nada para detenerla. Todos estuvieron a punto de irse, a excepción de Ruisu, que sintió un extraño impulso de ir y acompañarla, pero una mano en su hombro lo detuvo.
- Mejor déjala. - Era Alexandre. - Creo que esto es algo que necesita hacer ella misma.
Ruisu miró en la dirección que Lana se alejaba, pero al considerar las palabras de Alexandre, se dio cuenta que tenía razón. Era mejor dejarla ir por su cuenta. Quizás, al sepultar a Cya, Lana también buscaba sepultar al menos un poco de su propio dolor interior. Resignado, los dos siguieron al resto, ya listos para abandonar el valle.
Lana, entretanto, se llevó a su contraparte hacia uno de los jardines centrales del templo. Era extraño que todavía conservara algo de la belleza que ella recordaba, y se sintió de algún modo en la obligación de restaurarla a como estaba antes. Esto, además, incluía retirar las efigies del héroe legendario que había alrededor, pues solo eran un recordatorio de todo por lo que había ocurrido tanta tragedia. Ya después tendría planeado volver y hacer lo mismo con el resto del templo, pero no podía dejar esperando a todos más de lo necesario.
Podría haber utilizado su magia para hacer un agujero con facilidad y en un instante pero en lugar de eso, decidió simplemente conjurar una pala y empezar a cavar con sus propias manos. A pesar de lo agobiada que estaba, una parte de ella disfrutaba de hacer este trabajo manual, sin usar su magia, porque con cada lágrima, cada gota de sudor que derramaba por el esfuerzo, sentía que el dolor se apaciguaba un poco. Estaba allí, pero lo mantenía alejado. Ahora que Cya se había ido, de cierta manera era ella quien tendría que cargar con el dolor de las dos. El dolor de la soledad, el dolor del amor no correspondido. Pero era suyo, lo controlaba, no dejaba que este se apoderase de ella. Lo comprendía, lo aceptaba. Eso fue lo que Cya no pudo hacer. Cegada por sus deseos de amar y ser amada, y de salir de la soledad, simplemente se dejó llevar trastornando sus deseos en una obsesión enfermiza, que al final la llevó a su propia destrucción. Todo porque no tuvo a nadie que estuviese allí para ella.
Después de estar cavando por al menos una media hora, y cuando ya sintió que el agujero era lo bastante amplio y profundo, Lana volvió a tomar con cuidado el cadáver de su contraparte. Habiendo cavado ella misma el agujero, tal vez tampoco estaría mal darle un lugar donde pudiese descansar más apropiadamente, sin tener que echarle la tierra encima directamente. Dentro del agujero, materializó una urna de cristal lo bastante grande para que Cya cupiera en ella. La colocó dentro de ella, en posición relajada, para que pudiese dormir. Un segundo después, la hechicera blanca miró el cetro que alguna vez perteneciera a su contraparte. No se sentía con ganas de utilizarlo, ni mucho menos llevarlo consigo, así que lo mejor que podía hacer era ponerlo a descansar junto a su dueña. Sin más, colocó entre las manos de Cya y colocó la tapa sobre la urna. Volvió a tomar consigo la pala que conjuró, y la utilizó para volver a colocar la tierra y sellar la tumba. Mientras lo hacía, no pudo evitar sentirse un poco culpable por no haberle limpiado la sangre de la boca, pero ya era algo tarde para eso. Finalmente cuando terminó de cubrirla, usó su magia para transfigurar una de las estatuas que quedaban y convertirla en una lápida. En unas runas escritas en el antiguo dialecto de su clan, rezaba lo siguiente: "Aquí yace la hechicera Cya. Se perdió a sí misma por amor."
- Cya... siento mucho que haya tenido que llegar a esto. - dijo Lana con tristeza.
Para un último detalle, y por colocar un pequeño tributo a su otra mitad, Lana conjuró una pequeña corona de flores, y la colocó sobre la tumba. Ya no podía hacer más, sino dejarla descansar. Los demás la esperarían de regreso en el campamento.
A pesar de todo, por dentro la tristeza que sentía por el resultado de esta batalla, se entremezclaba con una extraña sensación de vacío. ¿Por qué, si finalmente había cumplido con su objetivo, no se sentía mejor consigo misma por eso? Quizás, no solo tenía que ver con el hecho de que le dolía haber tenido que matar con Cya. Más bien, era la pregunta de... ¿qué iba a hacer ahora que ya había cumplido la misión que se había propuesto lograr a toda costa? Viendo en retrospectiva, no se había detenido a pensar en eso. Más allá de haber detenido a Cya, más allá de haberle puesto fin a la guerra y a las tragedias. Tal vez, eso era otra cosa que las dos tenían en común. Las dos estuvieron tan enfocadas en el pasado y el presente, que ninguna se detuvo a pensar en su futuro.
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Campamento del ejército hyruleano, tres días después...
Durante todo ese tiempo, Link se dedicó día y noche al cuidado de su amada, sin separarse de ella en ningún momento.
El transcurso del tiempo se había convertido en un verdadero infierno para él, pues a pesar que la princesa respiraba, no daba signos de querer recobrar el sentido, provocando que el terror de que se quedase en ese estado se hiciera más intenso, a pesar que Impa, en medio de su preocupación, le indicó que aquello no era posible, pues Zelda gozaba de una increíble fortaleza, sobre todo por las personas que amaba. El dolor en los ojos del muchacho no le dio el corazón para impedirle que pasara las noches junto a su pupila, además, sabía que este la iba a respetar y a cuidar como lo había suplicado.
Link no comía ni dormía bien, pues su espíritu solo se alimentaba con la esperanza de que su amada despertara; sus amigos estaban preocupados, pero decidieron respetar su decisión.
Una manera en la que el joven guerrero decidió que podía reconfortar a su princesa, era unir su fragmento con el de ella, otorgándole la luz que al otro le faltaba, de la misma manera que él necesitaba que ella abriera los ojos para que devolverle la vida. Unir sus reliquias se había convertido en el único nexo para sentirse atado a ella, como si la abrazara y besara con el alma.
Sin embargo, lo que el joven desconocía, era que lo que estaba haciendo iba por el camino correcto. Su fragmento le otorgaba al de su amada la energía suficiente para que su cuerpo se recuperara, y fue así, que en transcurso de tres días los ojos de Zelda se abrieron de nuevo.
- Zelda...
- Buenos días, mi amor.
Link no concebía el que su amada hubiera despertado, a pesar que lo deseaba con toda su alma. Sin esperar ni un segundo, la tomó entre sus brazos con fuerza, claro está, cuidando de no lastimarla, pues aún estaba débil. Los ojos del guerrero se humedecieron ligeramente al sentir a su amada entre sus brazos, mientras que Zelda no pudo contener las lágrimas, dichosa de haberse reunido con su compañero, con el hombre que amaba.
- Por fin despertaste, mi amor. - dijo Link, conmovido. - Lo lamento, perdó...
- Shhhh. - silenció ella, deseando no romper el momento. - Ya todo está perdonado, lo único que me importa es que estés vivo, que puedo tenerte conmigo.
- Zelda, no puedo reducir mi culpa. - dijo el guerrero, apenado. - Si no hubiera sido por mi inmadurez, por mi estupidez, no hubieras caído en las garras de Cya.
- Pero eso sirvió para que te hagas más fuerte, para unirnos más. - dijo Zelda. - Link, a pesar que no estaba a tu lado, sentí tu amor fortaleza en la batalla, en cómo te entregabas por salvar a nuestros amigos, a mí, pero sobre todo a ti mismo, aprendiendo que la guerra más valiosa es la que ganamos contra nosotros mismos. Esa era la lección que deseaba que aprendieras.
- Y aunque la manera en la que lo aprendí no fue la mejor, me sirvió. - confesó el joven. - Pero después de esto, te prometo que nunca más volveré a hacer algo que arriesgue tu vida. Te amo y eres lo más valioso que tengo.
- Yo también te amo, y a partir de ahora no volveremos a separarnos.
Los dos estuvieron a punto de darse un apasionado beso, pero en ese preciso instante, sonó un gruñido que arruinó el momento. La joven, extremadamente sonrojada, se llevó la mano al estómago, pues obviamente fue de allí de dónde provino.
- Te mueres de hambre, ¿verdad? - dijo Link. - No me extraña, llevas inconsciente tres días completos.
- Sí, sin mencionar que Cya no se molestó en darme nada para comer mientras me tuvo prisionera. - admitió Zelda.
En ese instante, oportunamente entró Impa a la tienda con una bandeja llena de comida. La Sheikah obviamente venía para entregarle a Link su desayuno, pero en cuanto vio que su pupila ya había despertado, casi la deja caer por la alegría.
- ¡Zelda! ¡Gracias a las Diosas, por fin despertaste! - exclamó corriendo a su lado. - Link, ¿por qué no me lo avisaste?
- Impa, cálmate. - dijo Zelda. - Desperté justo ahora.
- ¿Cómo te sientes? - preguntó la Sheikah, dejando la bandeja a un lado, y tomando con sus manos el rostro de su pupila, que todavía estaba pálido y no era de extrañarse considerando que había dormido por tres días más el tiempo que estuvo cautiva.
- Aparte de que muero de hambre en este momento, te aseguro que me encuentro bien, Impa. - respondió la princesa.
- Entonces es oportuno que la comandante llegara con la comida. - dijo Link, agarrando la bandeja y poniéndosela en el regazo a Zelda.
- Aguarda, esta era para ti, Link. Tú tampoco has estado comiendo bien. - señaló la Sheikah.
- Está bien, Impa, yo no tengo hambre, además... - El estómago de Link inmediatamente contradijo sus palabras. Impa sacudió la cabeza en negación, y Zelda se rio por lo bajo.
- Podemos compartirla, si estás de acuerdo. - sugirió Zelda.
- No se preocupen, haré que les traigan un poco más. - dijo Impa. - Tendrías que haberlo visto. No se ha movido de tu lado estos últimos tres días, y si no se lo recordábamos, se olvidaba por completo de comer.
La Sheikah salió de la tienda, dejando a la joven pareja de nuevo a solas. Antes de probar bocado, sin embargo, Zelda le dirigió a Link una pequeña mirada acusadora. Por mucho que apreciara que él estuviese cuidando de ella, que lo hiciera a costa de su propia salud era inaceptable.
- Link... ¿en serio te estabas olvidando de comer? - le dijo.
- ¿Qué querías que hiciera? - se defendió el muchacho. - Lo único en mi cabeza eras tú, no podía pensar en nada más.
- Eres un tonto. - replicó Zelda. - *Suspiro*, pero no tengo derecho a reprocharte. Si fuera al revés, yo haría lo mismo. Ahora, ¿en qué estábamos? Ah, sí. Estaba a punto de expresarte toda mi gratitud por cuidar de mí.
- Y yo aceptaré tu gratitud con muchísimo gusto.
Ambos sellaron sus palabras con ese apasionado beso, sabiendo que los malos momentos que vivieron solo les sirvieron para unir más sus almas y corazones, para demostrar que juntos podrían derrumbar cualquier obstáculo que se les atravesara, pues siempre estarían para cuidarse el uno al otro.
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A la mañana siguiente...
Con la princesa recuperada, el ejército hyruleano finalmente se preparaba para volver a casa. Había sido un largo camino, pero lo habían logrado. La amenaza de Cya había sido detenida, pero a un alto costo, pues decenas de valerosos soldados perecieron para lograr esa victoria. Los altos mandos del ejército prometieron honrar ese sacrificio, y que cada uno de sus nombres fuese recordado, junto con todos los demás que habían dado sus vidas en las batallas anteriores de este conflicto.
No obstante, antes de marcharse del valle, Lana sorprendió a todos al anunciar que no los acompañaría de vuelta al castillo, al menos no por el momento. Cuando le preguntaron sus motivos, la hechicera argumentó que tenía varias razones para quedarse en el Templo de las Almas. Para empezar, dada que esa había sido su morada hasta aquel fatídico día en que se separó de Cya, y de toda la transfiguración que había sufrido a raíz del descenso en la oscuridad de esta última, sentía que era su deber restaurarlo a su antigua gloria, y eso tomaría tiempo. También, estaba el hecho de que con los Portales de las Almas sellados, enviar de regreso a sus épocas a Darunia, Ruto, Midna, Maripola y Fay le sería un poco más complicado, pero tendría lo necesario para hacerlo en unas cuatro o cinco semanas. Sin embargo, Zelda, Link y muchos otros tenían razones para sospechar que los motivos de Lana incluían otros problemas personales que no quería decir en voz alta.
- ¿Estás segura de esto, Lana? - preguntaba Zelda. - Después de todo lo que nos ayudaste, me siento en la obligación de recompensarte como es debido.
- No tiene por qué preocuparse por mí, Princesa. - dijo Lana. - Y por muy halagada que me sienta por su amable oferta, le recuerdo que no me embarqué en esto en busca de ninguna recompensa. Mi misión está cumplida, es todo lo que necesito.
- Lana... si bien puedo entender que quieras quedarte aquí, lo que no entiendo es, ¿por qué quedarte tú sola? - dijo Link. - Estoy seguro de que a... algunos de nosotros no les molestaría quedarse contigo para darte una mano con lo que sea que necesites.
La mirada de Link se desvió involuntariamente hacia su amigo de pelo negro. Después de que Ruisu le había soltado encima sus sentimientos por Lana, y en parte por querer agradecerle haberlo sacado de aquel estado autodestructor en el que se sumió tras haber cometido ese error, tal vez quería darle una oportunidad de poder actuar en ellos. Ahora que todo había terminado era la ocasión de hacerlo. Lana sin embargo, negó con la cabeza.
- Y lo aprecio, en serio. - dijo Lana. - Pero está bien. Esto es algo que puedo hacer por mí misma, y creo que demás lo necesito. Después de todo lo que ha sucedido, necesito algo de tiempo para mí. Hay... demasiadas cosas que necesito poner en orden.
- Si tú lo dices. - dijo Zelda. - De acuerdo, haz lo que sea que necesites hacer. Solo espero que no se te olvide, si nos necesitas o cualquier cosa...
- Acudiré a ustedes de inmediato. - aseguró Lana. - Tranquilos, no pienso aislarme por completo del mundo. Eso fue lo que hizo caer a Cya en primer lugar. No, no cometeré ese error.
Link y Zelda no pudieron evitar intercambiar miradas ante las palabras de Lana. Quizás el hecho de que las dijera como si fuese lo más simple del mundo, o de que las dijera con una amplia sonrisa en su rostro, pero el caso era que todo lo que había sucedido sin duda tenía que haber dejado una marca en la joven hechicera. Por más que quisiera disimularlo, ese dolor no se iría tan fácilmente, y menos en tan corto tiempo. Pero aunque ellos tuvieran las mejores intenciones de ayudarla, si en este momento necesitaba algo de espacio, no podían negárselo.
- Cuídate entonces. - dijo Zelda. - Es tiempo, tenemos que marcharnos.
- Vamos a extrañarte mucho, Lana. - dijo Proxi.
Todos se voltearon y se dispusieron a irse, pero Ruisu dudó un momento. Esto no pasó desapercibido para el resto de sus amigos, especialmente para Link, que lo detuvo poniéndole la mano en el hombro, y antes de que pudiese hacer preguntas, le hizo un gesto para que fuese a hablar con ella. Que aprovechase el momento de hacerlo a solas.
- Princesa Zelda. - dijo cuando finalmente entendió el mensaje. Cuanto tuvo su atención, respiró profundo y prosiguió. - Los alcanzaré en breve, yo... tengo algunas cosas que decirle a Lana.
- Como quieras, pero no te tardes demasiado. - dijo la princesa. - Será un largo camino de regreso a casa.
Ruisu asintió, asegurando que no tardaría demasiado. Asumiendo, desde luego, que pudiese poner su cabeza en orden, pues aunque tenía una vaga idea de qué decirle a Lana, lo que no estaba era seguro del cómo se suponía que se lo dijera. Y en efecto, cuando estuvo a solas frente a frente con ella, tuvo que forzarse a sí mismo a no quedarse congelado y hablarle coherentemente. Por fortuna, pudo calmarse lo suficiente y abrir la conversación con relativa facilidad.
- *Suspiro*, dije que tenía algunas cosas que decirte, pero... la verdad es que no sé por dónde empezar. - dijo Ruisu. - Me siento algo estúpido.
- No te sientas mal. - dijo Lana. - A decir verdad, yo también tenía algo que decirte. O más bien... algo por lo cual quería darte las gracias.
- ¿Gracias, por qué?
- En aquel momento, cuando les revelé la verdad sobre Cya y yo... ya estaba preparada para las consecuencias, incluso si querían encerrarme o ejecutarme. - dijo Lana. - Lo que no me imaginé, es que alguno de ustedes fuese a aceptarme tan fácilmente. Las cosas que me dijiste antes...
- ¿Ah, eso? No fue la gran cosa, yo sólo...
- Por favor déjame terminar. - pidió Lana. Ruisu se quedó callado, avergonzado de haberla interrumpido. - Todo eso que me dijiste antes, no tienes idea de lo que significó para mí. En verdad, me hizo sentir feliz saber que alguien me viera de esa manera, y que a pesar de todo creyera en mí, sin importar los secretos que oculté o las cosas que debí decirles desde el principio. Así que... muchas gracias, por todo lo que dijiste.
- No tienes nada que agradecerme. - dijo Ruisu. - Además, cuando nos conocimos, tú me curaste la herida que me hizo Wizzro, y restauraste mi espada dejándola mejor que nunca. Lo que haya hecho después no es nada comparado con eso.
- No te atrevas a decirlo. - replicó Lana. - Eres una gran persona. Link es muy afortunado de tenerte a ti, y a los otros como sus amigos. Y si me permites decirlo, todos ustedes tienen el valor y el espíritu digno de unos héroes de leyenda. Pero lo más importante, es que se tienen entre ustedes para apoyarse. Si algo bueno salió de todo esto, fue tener la oportunidad de conocerte a ti, y a todos los demás. Estoy feliz porque así fuera.
Y sin decir más, la hechicera se le acercó para darle un pequeño beso en la mejilla. El chico se sorprendió por este gesto, pero desde luego, no se quejó, y no pudo responderle más que con una sonrisa y un rubor en sus mejillas. Esta parecía una oportunidad perfecta para presionar y decirle sus sentimientos por ella. Pero su conciencia le dijo que no estaría bien tomar ventaja de esta situación en la cual ella estaba tan vulnerable emocionalmente, en especial con todo lo que había ocurrido. Él la consideraba su amiga, y precisamente por ese aprecio que le tenía, no podía hacer eso.
- ¿Nos... volveremos a ver? - preguntó, sin estar seguro del todo de si sería lo más apropiado.
- Lo prometo. - aseguró Lana.
- Entonces... cuídate mucho.
- También tú. Y todos los demás.
Sin tener más que decir, Ruisu se fue por su lado y echó a correr para poder alcanzar a sus amigos. Quizás, en otro tiempo se habría sentido como un idiota por no decirle nada, pero con todo lo que había pasado a lo largo de ese conflicto le hizo aprender muchas cosas, en especial del asunto de "enamorarse de la persona equivocada", y de tomar decisiones equivocadas por amor. En tal caso, lo mejor sería conservar su amistad con la hechicera como estaba, y darle algo de tiempo.
A su vez, mientras se iba por su lado, Lana también se preguntó por qué de pronto sintió ese impulso de darle un beso en la mejilla a Ruisu. Aunque le costara admitirlo un poco, quizás en ese relativamente corto tiempo él fue la persona con quien más se acercó, o por lo menos, con quien más habló durante el transcurso de ese conflicto. Le había tomado un gran aprecio, especialmente por haberle dado apoyo cuando lo necesitaba. Pero eso era normal con cualquiera a quien considerase un amigo, ¿cierto?
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Entretanto, en el Templo de la Espada Sagrada...
Mientras los héroes de Hyrule retornaban a casa para celebrar su victoria, ninguno de ellos imaginaba que con la derrota de Cya, un mal mucho mayor acababa de ser liberado. Con la muerte de la hechicera oscura, el sello que mantenía aprisionado a Ganondorf desapareció con ella. A pesar de que no pudo destruirlo, sin embargo, tuvo el inconveniente efecto de suprimir su cuerpo físico, forzándolo de nuevo a adoptar la forma etérea para poder terminar de escapar. Sin embargo, la hechicera hizo una última cosa bien antes de salirse del juego permanentemente. En su desesperación por hacer un último intento de arrastrar a sus enemigos con ella, obligó a que el héroe legendario retirase de su pedestal la Espada Maestra. La protección alrededor del templo retardó el efecto, pero al no haberla regresado a tiempo, finalmente el último fragmento pudo liberarse de su prisión.
Atraídos entre ellos, los tres fragmentos restantes que había liberado Cya pronto volaron en la dirección del templo, cuando ya, tras la ausencia prolongada de la Espada Maestra, la barrera se había debilitado lo suficiente para que pudieran acercarse y entrar en el terreno sagrado. Reunidos al fin, los cuatro malignos fragmentos se combinaron finalmente en uno, y con ello, la resurrección del malvado al fin era total y completa. El antiguo rey Gerudo se puso de pie, apretando sus nudillos y evaluando su poder. Al fin se sentía completo otra vez, al menos a nivel físico. Porque todavía le faltaba algo. Algo que era suyo por derecho, y que por fin podría reclamar de vuelta.
- Es hora de que recupere lo que me pertenece. - dijo mirando hacia el cielo. - La Trifuerza por fin será mía. Pero antes... será conveniente hacer una visita a mi antiguo hogar.
Antes de planear su siguiente movimiento, parecía tan buen lugar como cualquiera, si deseaba mantener un bajo perfil y tomar a sus enemigos por sorpresa. Así como él había sobrevivido al paso del tiempo, lo habían hecho los linajes del héroe y la princesa, y el inevitable enfrentamiento estaba muy cerca. Pero no podía precipitarse. En vidas anteriores, ese fue su error. No podía hacer movimientos arriesgados antes de tener todas las piezas en su lugar. Y eso incluía además, traer al juego algunos "viejos amigos".
- Levántense de entre los muertos, mis sirvientes. - dijo, alzando las manos, atrayendo hacia ellas una gran cantidad de energía oscura.
Entre tantas artes oscuras que había estudiado a través de los siglos, la necromancia sin duda era una de las más útiles. Siempre ofrecía la posibilidad de traer viejos rostros del pasado para atormentar a sus enemigos en el presente, y reducía la necesidad de tener que buscar nuevos sirvientes. Y por supuesto, estos dos en particular, podría llamarlos los más leales lacayos que jamás hubiera tenido. El rey usurpador del Crepúsculo, Zant, y el señor de los demonios, Grahim. Libres de las garras de la muerte tras siglos de estar confinados en una eterna oscuridad, ambos se arrodillaron respetuosamente ante su amo.
- Mi señor. - dijo Grahim. - No puedo expresar con palabras mi gratitud por liberarme de ese infernal confinamiento.
- Mi dios, sus deseos son mis órdenes. - dijo a su vez Zant. - Su humilde servidor está listo para cumplir sus mandatos.
- Excelente, mis fieles vasallos. - dijo Ganondorf, complacido de ver que su lealtad no había cambiado en nada. - Levántense ahora. El reino frente a nosotros pronto será nuestro para conquistarlo, pero antes de eso, haremos una pequeña visita... a mi antiguo hogar.
Hacía ya siglos que no sabía nada de su antiguo hogar. El Valle Gerudo, en el desierto en los límites del reino de Hyrule. Un lugar donde hacía un calor inclemente durante el día, y un frío mortal durante la noche. Él nació entre la tribu de las Gerudos, mujeres guerreras cuya filosofía era de la supervivencia de los más fuertes, y que los débiles no merecían compasión. Cada cien años, el único hombre nacido entre las Gerudos estaba destinado a ser su líder y ese era él. Pero no era suficiente. Se propuso conquistar el reino de Hyrule para apoderarse de la Trifuerza y extender su dominio más allá de las fronteras del desierto, y eventualmente, más allá de las fronteras del reino mismo de Hyrule.
Y dejando salir una atronadora risa, el maligno rey se teletransportó junto con sus lacayos fuera de esa tierra sagrada, sin poder soportar más ese asqueroso entorno en el aire, dirigiéndose hacia el desierto. Había sido paciente, y había podido manipular a Cya para poner casi todas las piezas en su lugar, pero todo indicaba que tendría que dar los toques finales con sus propias manos. Era tiempo, el reino de Hyrule pronto temblaría ante el sonido de sus pisadas. Pronto sabrían que Ganondorf, el rey maligno, había regresado.
El héroe y la princesa muy pronto sentirían todo el peso de su odio, ira y deseos de venganza, alimentados por siglos de aprisionamiento, y de cada derrota que solo servía para hacerlo más fuerte, y acercarlo más a lograr sus oscuros deseos...
Esta historia continuará...
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