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Capítulo 11: Tierra en el cielo Parte II

"A su llegada a Altárea, Link y sus compañeros creyeron que tendrían el camino despejado para encontrar y sellar el Portal de las Almas, pero no podían estar más equivocados. Para empezar, no tenían un medio para viajar entre las islas que flotaban en el cielo. A pesar de que un amigable pelícaro rojo apareció frente a ellos, aparentemente con la intención de ayudarles, el momento se vio interrumpido por un repentino ataque.

Volga, el caballero dragón, había comenzado a causar estragos en el poblado cercano, clamando a gritos por que apareciera el héroe, forzando a Link y sus compañeros a ir a enfrentarlo. Pero cuando estuvieron a punto de derrotarlo, apareció otro enemigo. Se hacía llamar Grahim, señor de los demonios, y al parecer tenía sus propios motivos para ir tras Link y asesinarlo. Grahim probó ser un oponente formidable, y podría haber matado a Link y a sus amigos, de no ser por la sorprendente intervención de Volga, pese a que era su enemigo.

Al no poder enfrentar a dos adversarios simultáneamente, Link y su grupo tomaron ventaja del enfrentamiento entre ambos, por tener sus metas en conflicto una con la otra. Estando a salvo por el momento, decidieron quedarse a ayudar a los lugareños mientras decidían qué hacer a continuación. Link fue guiado por una misteriosa voz hacia la efigie en el centro de la isla. Allí se encontró con Fay, una sirviente de la Diosa Hylia, quien parecía saber más sobre Grahim que ellos. Con ella en sus filas, el grupo continuaría su viaje, pero sin que se dieran cuenta, Grahim les seguía el rastro muy de cerca, y tenía toda la intención de sembrar la discordia entre ellos..."

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Islas de Altárea...

Volar los tres juntos a lomos del pelícaro no resultó tan emocionante como pensaron inicialmente. El pájaro apenas si tenía espacio para que los tres lo montaran, pero afortunadamente tenía suficiente fuerza en las alas y en el cuerpo para soportar el peso de los tres. Y era una suerte que su nueva amiga, Fay, pudiese volar por sus propios medios, pues ya estaban todos demasiado apretujados para evitar caerse como para tener que cargar con alguien más.

Proxi parecía un poco incómoda con la reciente adición al grupo. Toda la información que traía consigo parecía hacerla mucho más útil, y la pequeña hada comenzaba a sentirse algo desplazada a raíz de eso. A pesar de lo que Link le decía, de que estaba seguro de que tarde o temprano encontraría su manera de contribuir de alguna forma, eso no servía de mucho, especialmente dado que Fay sabía mucho más de los alrededores que ninguno de ellos y resultó ser el tipo de guía que necesitaban para poder orientarse mientras viajaban.

Del enfrentamiento que tuvieron con Volga y Grahim ya había transcurrido una semana, por lo que habían pasado de la marca del punto medio del tiempo límite que tenían para encontrar y sellar el Portal de las Almas. Volga seguramente se estaba ocultando para lamerse las heridas que le infligieron durante la pelea, pero en cuanto a Grahim, ninguno de ellos tenía idea de dónde podría estar. Fay les explicó que eso se debía a que el autoproclamado señor de los demonios era un maestro en el sigilo y el ocultamiento, lo cual le dificultaba incluso a ella detectar su presencia a menos que este decidiera revelarse (y por lo general sólo lo hacía cuando tenía que pelear). Afortunadamente, Fay les dijo que no les faltaba mucho para llegar a su destino. El nombre exacto del lugar, dado por los lugareños era "la Tierra del Presidio", donde fue encerrado el Heraldo del Mal en tiempos antiguos, e irónicamente, donde sufrió su primera gran derrota a manos del héroe legendario. Según sus cálculos (que parecían siempre ser correctos), llegarían a las cercanías al día siguiente si iban a buen paso. Los tres caballeros se detuvieron a acampar por esa noche, pero manteniéndose en alerta en caso de que alguno de sus enemigos les estuviera siguiendo el paso. A pesar de todo lo que sucedía, todavía mantenían sus horarios de entrenamiento y no interrumpían las sesiones. Link y Alexandre se encontraban a mitad de su usual combate de práctica, y el lancero iba mejorando. En esta ocasión, en contraste con las anteriores, fue capaz de forzar un empate, al patearle la espada de las manos a Link justo después de que este consiguió privarlo de su lanza. Siguiendo el consejo de tratar de evitar lo predecible, Link estaba dispuesto a contárselo como una victoria, pues no se lo esperaba de parte suya.

- Eso estuvo bien, Alexandre. - le dijo con toda sinceridad.

- No es suficiente. - dijo el lancero. - Todavía no entiendo, sigo quedándome atrás. ¿Cómo es que lo haces?

- ¿Cómo hago qué? - preguntó Link, sin entender.

- Tenemos un régimen de entrenamiento idéntico, pero tú siempre estás por delante de mí. - dijo Alexandre. - ¿Es porque eres el héroe legendario? ¿O será por el fragmento de la Trifuerza?

- Qué mal perdedor eres. - protestó Proxi. - ¿Se te olvida que Link perdió su fragmento cuando peleó contra Cya? Cualquier derrota que te haya infligido desde entonces la hizo con su propia fuerza.

- ¿Y qué tal antes? - preguntó Alexandre. - ¿Qué tal durante los meses de entrenamiento? Lo tenías todo este tiempo y no lo sabías, ¿no es cierto?

- Los fragmentos de la Trifuerza pueden potenciar las capacidades naturales de sus portadores. - intervino Fay. - Pero no hacen efecto mientras permanezcan dormidos, tienen que ser despertados antes.

- Traducción: Link no necesita su fragmento de la Trifuerza para patearte el trasero. - se mofó Proxi.

- ¿Quién pidió tu opinión? - replicó Alexandre, molesto. Si se suponía que eso lo hiciera sentir mejor, falló miserablemente.

La brecha entre los dos parecía ir aumentando a medida que pasaba el tiempo, a pesar de que Link a la simple vista de alguien que no lo conociera no se vería muy diferente de Alexandre. El haber logrado empatar con él en este último encuentro era un logro enorme, pero desde luego, ninguno de los dos estaba luchando con seriedad, como si sus vidas dependieran de ello. En un combate real, donde usara su verdadera fuerza, a muerte... las cosas serían muy diferentes. Todavía tenía esa espina: Link era mejor que él. Lo había sido desde el principio, y lo seguía siendo ahora, cada vez más. Link pareció darse cuenta de lo que estaba pasando por la mente de su compañero, así que decidió preguntárselo directamente. En la situación en la que estaban no podían permitirse que hubiese discordias en el grupo, así que era mejor dejar salir todo de una vez.

- Alexandre, lo que sea que quieras decirme, dilo ahora. - dijo Link con seriedad.

- *Suspiro*, está bien, lo diré. Estoy frustrado, ¿de acuerdo? Por más que me esfuerzo en todo lo que hago, tú siempre pareces estar por delante de mí. - dijo el lancero, sin ocultar su irritación. - ¿Recuerdas aquella vez, cuando les conté a ti y a los otros que quiero salir de las sombras de mi familia?

- Garrett fue el que inició eso. - recordó Link, tratando de mantener la calma. Pero sí lo recordaba, incluyendo lo que mencionó sobre que uno de los abuelos de Alexandre tenía

- De acuerdo, pensé que si podía llegar a ser el primero entre la generación de nuevos reclutas, finalmente podría conseguir algo de reconocimiento por mí mismo. - dijo Alexandre. - No lo negaré, tal vez estoy algo resentido de que seas mejor que yo, pero... seré directo, por una vez, me gustaría ganarte en algo, lo que fuera. Eres mejor combatiente, mejor líder,... diablos, si hasta tienes más éxito con las chicas que yo. - Link arqueó la ceja ligeramente, como si no le creyera, pero Alexandre continuó. - Sólo mírate. Te hiciste amigo de la Princesa Zelda desde que me venciste aquel día. Pensé que si podía impresionarla podría cobrarme esa derrota, pero nunca pude hacerlo. ¿Nunca supiste que entre las chicas reclutas de nuestra generación constantemente hablaban sobre ti? Y eso desde ANTES de que todos supieran que eras el héroe legendario.

- Ay vamos, ¿en serio esperas que crea eso? - dijo Link. Miró a Garrett como esperando a que él dijera algo, pero este sólo asintió con la cabeza, apoyando las palabras de su amigo.

- No te miento, colega. - aseguró Alexandre. - Y luego, ocurre lo de Cya, y esa chica a la que rescatamos del incendio.

- Te agradeceré que no vuelvas a mencionar eso. - dijo Link, ahora siendo él quien se molestó porque lo mencionara. Prefería pasar página de eso lo más pronto posible. Esa chica poco agraciada llamada Panalí, que claramente se enamoró del héroe de esta época, y lo confundió con él... definitivamente no era su tipo.

- De acuerdo, ese fue un golpe bajo. - admitió Alexandre. - El punto es, colega, que incluso lo malo que te ha sucedido tiene un lado positivo, ¿o acaso lo niegas? No puedes culparme por querer algo de eso para mí, ¿o sí?

Link quiso refutarle, pero la última parte, por increíble que pareciera, tenía su lógica detrás de todo el resentimiento. Link no era de los que disfrutaban de la popularidad, prefiriendo mantener un bajo perfil, y Alexandre estaba del otro extremo, sintiéndose poco apreciado y queriendo algo del reconocimiento que Link ganaba aún sin esforzarse. Quizás en este momento se hacía valer ese dicho de "todos envidiamos lo que tienen los demás".

- No dejo de esforzarme en lo que hago, y a pesar de todo, no puedo evitar preguntarme... ¿alguna chica se fijaría en un segundón como yo, y más cuando te tengo al lado a ti? ¿El prodigio, el mejor de los reclutas, el héroe legendario? - concluyó finalmente.

Garrett se sintió tentado a decir que ya había una que lo había hecho (Malon), pero no le parecía que Alexandre en ese momento se sintiera de humor para bromas. Link por su parte, prefirió no replicarle nada por otros motivos. Si había algo que apreciaba en Alexandre, era el hecho de que, entre todos, él era el más honesto (aunque fuese brutalmente directo a veces) y el que menos ocultaba sus sentimientos. De cierta manera eso era algo positivo, pues era mejor decir a viva voz su resentimiento en lugar de embotellarlo y dejarlo acumular, para que explotase en el peor momento. Por duro que pudiese ser, eso demostraba que al menos intentaba ser sincero y no ocultarse nada con ellos. Eso era ser un verdadero amigo.

- Uff, ya está, ya dije lo que quería decir. - dijo Alexandre, todavía sin recuperar del todo su semblante usual. Acto seguido se puso de pie y les dio la espalda. - Daré una vuelta por los alrededores. Pueden irse a dormir, yo haré la guardia esta noche.

- ¿Estás seguro? - preguntó Link.

- Tranquilo, no es que vaya a intentar matarte mientras duermes, o algo así, ¿verdad? - le respondió. Link ya estaba demasiado acostumbrado a esos comentarios de parte suya, pero esta vez en particular no podía estar del todo seguro si era broma o no. - Y gracias... por escucharme.

Mientras el lancero se iba por su lado, los otros dos sacaron sus bolsas de dormir. Proxi se metió en el bolsillo de Link como de costumbre. Cuando los jóvenes le preguntaron a Fay varias noches atrás si ella necesitaba dormir, les respondió que "necesitaba entrar en un estado de letargo para reponer sus energías, muy similar al de los humanos en el sueño". Eso fue el "sí" más detallado que ninguno de ellos escuchó en toda su vida, pero ya empezaban a acostumbrarse. Las respuestas de Fay solían ser, o demasiado detalladas para preguntas muy simples, o sólo la suficiente información para dejarlos satisfechos. Así, aunque la viesen flotando en el aire, estando inmóvil, y aunque sus ojos no tuvieran párpados, pupilas ni nada visible que les hiciera saber si estaban "abiertos" o "cerrados", ya sabían que estaría dormida.

Entretanto, el grupo era observado desde las sombras por una silueta siniestra. Tenía que permanecer a distancia segura para evitar ser detectado por su archienemiga, pero a pesar de todo, sus esfuerzos habían valido la pena. Mientras ese molesto caballero dragón no interfiriera, tendría carta blanca para seguirles los pasos al héroe y a sus estúpidos amigos. Había estado escuchando la conversación todo ese tiempo, y lo que oyó le pareció realmente interesante. ¿Así que había un miembro en el grupo que consideraba al héroe como su rival? ¿Y que tenía cierto resentimiento? Eso era algo que él podía usar a su favor.

- Divide y conquistarás...

Y parecía muy conveniente que de pronto decidiera hacer la guardia esa noche, y se fuera por su lado en ese momento. Tal vez, era la oportunidad que estaba esperando. Tal vez, podría convencerlo de ponerlo de su lado. Los humanos eran débiles, volubles, fácilmente se les podía convencer de traicionar a sus amigos y familiares con las promesas de cumplir sus deseos. Y los de ese muchachito tonto no iban tan diferentes de sus objetivos. Sería sólo cuestión de... persuadirlo.

- ¿Quieres derrotar al héroe en algo? El señor de los demonios puede ayudarte con eso, jejejeje....

Aquella noche no habría luna, sería el momento perfecto para abordarlo. Convencerlo sería muy sencillo. Al punto exacto de la medianoche, Grahim haría su movimiento.

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Varias horas después...

Haber tomado una siesta durante el día mientras volaban en el pelícaro le sirvió a Alexandre para compensar el quedarse despierto esa noche. El lancero creyó que nadie le podría ganar en ronquidos a Garrett, pero se retractó de esa opinión cuando pasó la primera noche desde que comenzaron a volar en el pájaro. Este roncaba tan fuerte o más fuerte que Garrett, pero a Link no pareció importarle. De hecho, parecía ser una almohada bastante cómoda, pues Link se había quedado dormido recostado junto a él. Alexandre intentó lo mismo un par de noches atrás, y al despertarse el pájaro le chilló al oído y le dio un aletazo por invadir su espacio. Al parecer, sólo a Link se lo permitía. Después de eso, no iba a arriesgarse de nuevo. Ya era mucho que el ave los dejara a él y a Garrett montarlos cuando tenían que volar, pero eso era sólo porque Link se lo ordenaba.

Con todo, y a pesar de que Link no dejaba de recordarle constantemente que "en serio no querría estar en su lugar", el lancero hacía ver que tenía sus dudas. Por supuesto, él no había podido enfrentar cara a cara a Cya para emitir su juicio, pero la descripción que Link hacía de ella dejaba entrever que sí era atractiva, y una parte de él quería conocerla. No era que se le hubiese olvidado que era su enemiga y necesitaban detenerla, pero no habría ningún daño en admirar un poco, ¿verdad? Incluso con cosas tan simples, como el hecho de que el pelícaro sólo lo obedecía a él, o que de pronto una chica desconocida se enamorase de él (aunque fuera por error y no fuese con exactitud una preciosidad). Pateando las piedras en el suelo para descargar su frustración, ya iba de camino de regreso al campamento. Ya todos estarían dormidos a estas alturas, y desde esa distancia, podía ver que la fogata empezaba a perder fuerzas.

- Sí, tenía que ser él. "Link, el héroe legendario, siempre el número uno." Bah, ¿por qué no pude ser yo? - dijo Alexandre. - ¿Estoy condenado a permanecer en las sombras igual que los Sheikahs?

- No tiene por qué ser así. - sonó de pronto una voz ominosa, respondiendo a su pregunta.

Alexandre se puso en alerta, instintivamente agarró el Cetro de Fuego de su cinturón y lo desplegó. Miró hacia todos lados, pues reconoció la voz de inmediato. Y con toda certeza, a los pocos segundos, en medio de la oscuridad de esa noche sin luna, la figura del señor de los demonios se materializó frente a él, haciendo un ademán de inclinarse respetuosamente, y sin hacer ningún ruido.

- ¡TÚ! - gritó Alexandre, apuntándole de inmediato con el cetro, listo para incinerarlo en cuanto hiciera un movimiento en falso.

- Descuida, joven caballero, no tengo malas intenciones contigo. - dijo Grahim, sin moverse un ápice.

- ¿Qué haces aquí? ¿Nos has estado siguiendo? - dijo Alexandre, apretando su arma con más fuerza.

- Oh, así que no eres tan tonto como pareces. - replicó el demonio. El muchacho obviamente no tomó eso como un halago. - Espero que me disculpes, no pude evitar escuchar la... conversación que tuviste con tus amigos hace unas horas.

- ¿No tienes sentido alguno de la privacidad? - fue la respuesta. - Dame una sola razón por la cual no debería convertirte en cenizas aquí y ahora.

- De acuerdo, ya que insistes. - dijo Grahim, sin inmutarse por la amenaza. - Vengo para proponerte un trato que no podrás rechazar.

- ¿Y qué clase de trato podría querer contigo?

- Estás harto de vivir a la sombra del héroe, ¿no es así? - dijo Grahim. - Estás furioso de que te supere en todo lo que haces. Eso te frustra, no puedes ocultarlo.

Alexandre no dijo nada, sólo se mantuvo sosteniendo su arma firmemente, listo para disparar en cuanto tuviese una oportunidad. Pero sabía, por su último encuentro, que lo mejor era alertar a sus amigos, pues no podía pelear contra él solo. Sin embargo, Grahim hábilmente se teletransportó al otro lado, interponiéndose entre él y el camino que iba hacia el campamento, como si le leyera la mente.

- Ahora piénsalo. ¿Qué tal si no tuvieras que ser su segundón? ¿Qué tal si tú pudieras estar a cargo? - prosiguió Grahim. - ¿No dijiste que querías derrotarlo en algo? ¿Lo que fuera?

- Sí... eso dije. - admitió Alexandre.

- Yo puedo darte el poder que necesitas para derrotarlo. Las Diosas eligieron a ese muchachito, ellas fueron las que le dieron su poder. Eso es injusto para ti, y para cualquier otro mortal. Lo sabes, ¿verdad? Si él no estuviera... tú tendrías la oportunidad de brillar.

Alexandre se mordió ligeramente el labio al escuchar la propuesta. ¿Por qué de pronto estaba escuchando lo que este demonio le decía? Y más todavía... ¿por qué por dentro le parecía que una parte de él estaba de acuerdo con sus palabras? Empezó a aflojar el agarre en el cetro. Parecía decidido a terminar de oír lo que Grahim tenía que decirle.

- ¿No es eso lo que quieres? Si lo vences, podrás hacerte de un puesto en las leyendas. Podrías incluso... hasta tomar el lugar de ese héroe, iniciar un nuevo legado. Si me ayudas... los dos conseguiremos lo que deseamos.

Alexandre pareció considerarlo. Lentamente, bajó su arma, y relajó su postura. Grahim sonrió con satisfacción. Estaba funcionando. No se equivocaba, los humanos eran tan volubles, tan fáciles de manipular con promesas como esas.

- Tienes envidia, celos, ira, un deseo de superación. - dijo Grahim. - Y eso puede ser tu fuerza. Eso te impulsará en el camino hacia la grandeza. Quieres derrotarlo, y harías lo que fuera por conseguirlo. Quieres tener un lugar en la historia, que tu nombre sea recordado. Todo eso puede ser tuyo, el poder, el respeto, el reconocimiento que mereces.

- Es cierto. Estoy harto de vivir en las sombras. - admitió Alexandre. - Y estoy harto de ser el segundo mejor, quedarme siempre por debajo de Link en todo lo que hago.

- Así es. - dijo Grahim. Sólo quedaba dar el golpe final. - ¿Qué me dices, muchacho?

Extendió la mano, para hacer de esa manera oficial el trato, sellarlo. Alexandre miró receloso, primero a la mano, y después a los ojos de Grahim. Era un demonio, ¿acaso tenía alguna razón para confiar en él? Pero la oportunidad de dejar de ser una sombra, de poder demostrar que era mejor que Link... ¿estaba dispuesto a dejarla pasar?

- Yo digo... ¡DESPIÉRTENSE TODOS! ¡TENEMOS COMPAÑÍA INDESEADA!

No bien había terminado de gritar, cuando aprovechó que Grahim estaba descuidado con la mano estirada para disparar con el cetro un estallido de fuego hacia la fogata en el campamento. La explosión y la luz de la llamarada despertó inmediatamente a sus compañeros (y aparentemente, también a Fay), que se levantaron sobresaltados.

- ¿Pero qué es lo que...? ¡ALEXANDRE! - gritó Garrett.

- ¡Está con Grahim, deprisa! - exclamó Link. Inmediatamente echaron a correr, con Fay flotando detrás de ellos.

- ¡Idiota! ¡¿Tienes idea de lo que acabas de hacer?! - exclamó Grahim, indignado.

- ¿Por quién me tomas, payaso afeminado? - respondió Alexandre, apuntándole ahora a él con el cetro y disparándole. - ¡Puede que no sea el más inteligente de los caballeros de Hyrule, pero no soy tan tonto como para hacer tratos con demonios!

- ¿Cómo puedes desperdiciar la oportunidad que te estoy ofreciendo? - vociferó el demonio, teletransportándose para evadir las llamaradas que le lanzaba Alexandre.

- Es verdad que quiero vencer a Link en algo. - respondió el lancero, disparando de nuevo. - Pero lo haré en mis propios términos.

Los demás rápidamente llegaron con Alexandre, poniéndose a su alrededor para apoyarlo. Con el enemigo frente a ellos, Link y Garrett sujetaron sus armas, listos para atacar en cualquier segundo. El lancero se sintió más seguro al tener a sus compañeros cerca de él. No se le había hecho nada fácil mantener la calma al tener a Grahim en proximidad, y menos cuando al mismo tiempo trataba de distraerlo haciéndole creer que se estaba dejando persuadir por sus "ofrecimientos".

- ¿Nos perdimos de algo? - preguntó Link.

- Nada importante. - aseguró Alexandre. - Sólo que este bufón creyó que podría ponerme contra ti.

- Repite eso, muchachito. - dijo Grahim.

- Oh, disculpa. Eso es un insulto para los bufones del mundo. - replicó el lancero.

- Joven Alexandre, permítame decirle que no es muy recomendable hacer enfadar a Grahim. - dijo Fay.

- Vaya, es la primera vez que te oigo decir algo con sentido, Fay. - dijo Grahim. - ¿De nuevo viniendo a servir a tu amo? Tu lealtad es casi tan admirable como la mía. Pero basta de hablar. ¡Es tiempo de que conozcan su destino!

Grahim alzó su espada y se lanzó hacia ellos para atacar. Los tres jóvenes se prepararon para defenderse, pero para su sorpresa, alguien más se les adelantó a recibir el ataque inicial del demonio: fue Fay. Se interpuso entre ellos y la espada de Grahim, creando una especie de campo de fuerza transparente que detuvo en seco el arma. Pero Fay no se detuvo allí: al disipar el escudo para repeler a Grahim, comenzó a moverse desplegando sus alas para comenzar a asaltar a Grahim con unas cuchillas que volaban desde sus bordes a corta distancia. Link y los otros observaron sorprendidos como se movía, era una extraña mezcla de ballet y patinaje artístico, pues además, también atacaba usando sus piernas. Grahim, entre haber sido sorprendido y el hecho de que una parte de él estaba disfrutando de esa "danza", permitió que Fay prosiguiera su asalto por un momento, hasta que finalmente decidió que era suficiente y se apartó de su alcance. Entre los cuatro, lo rodearon simultáneamente, preparados para unirse a la refriega en cuanto viesen su oportunidad.

- Oye, no nos dijiste que podías hacer eso. - dijo Alexandre. - ¿Dónde lo aprendiste?

- Al ser el espíritu que reside en la Espada Divina, la Diosa Hylia me otorgó conocimientos de combate manual, aunque mucho de esto en particular lo aprendí con mi antiguo amo. - replicó Fay. - Sólo adapté su estilo a mi propia forma física y habilidades.

Garrett fue el siguiente en lanzarse a la carga, sujetando su pesada arma enfrente para bloquear los cuchillos que hizo aparecer Grahim para arrojárselos a la cara. El gigantón alzó el hacha sobre su cabeza al acercarse lo suficiente para cortar en dos al demonio, pero este, muy cobardemente se teletransportó en el último segundo y reapareció detrás de él, con la intención de clavarle la espada en la nuca. Pero en cuanto se dispuso a hacer el movimiento, el gancho de la zarpa de Alexandre detuvo su intento, sacándosela de la mano.

- ¿Perdiste algo? - se mofó el lancero, arrojando el arma del demonio lo más lejos de su alcance que pudo.

De inmediato, Link y Fay se lanzaron a atacarlo simultáneamente, mientras Alexandre los apoyaba disparando con el Cetro de Fuego. El demonio se defendió levantando un escudo de diamantes para repeler los ataques, al tiempo que con la otra chasqueaba los dedos para hacer levitar su espada y atraerla de regreso. Fue interceptada por el pie de Fay, que lo elevó de una manera casi inhumana deteniéndola con su "tacón", para luego darle una patada con el otro directo a la cara.

- ¡ARGH! ¡CÓMO TE ATREVES A DAÑAR MI HERMOSO ROSTRO! - gritó Grahim, volviendo a atacar.

A pesar de sus esfuerzos pronto se hizo más que evidente que Fay era la que dominaba la pelea. Grahim empezaba a perder la paciencia, pues sin importar lo que intentara, las alas y piernas de Fay lograban repeler todos sus ataques y siempre lograban conectar alguno entre cada intervalo. Le dio otra patada en la cara, esta vez cargada con magia para incrementar la fuerza del impacto, haciéndolo volar lejos, y mientras estaba aturdido, Link vio que adoptaba una pose que se le hacía extremadamente familiar. Se inclinó sobre su pierna derecha al tiempo que extendía sus alas al máximo y las cargaba de energía en los extremos. Cuando Grahim se puso de pie de nuevo, Fay comenzó a girar sobre sí misma, creando un remolino cortante a su alrededor mientras se movía, aunque su forma de girar, Link pudo ver, fue más parecida a una pirueta de ballet, la similitud con la técnica secreta de su familia no le pasó desapercibida. ¿Estaba viendo acaso el origen de ese movimiento en persona?

- Urgh... - gruñó el demonio. Ese último ataque sí que le había dolido. - Creo que es tiempo... de cambiar mi estrategia.

Ya después de unos minutos y tras ese ataque en particular, se dio cuenta de que, aunque pudiese pelear contra el héroe y sus dos amigos al mismo tiempo, si Fay estaba con ellos la balanza se inclinaba a su favor, y ya que su plan de dividir y conquistar no tuvo éxito, lo mejor que podía hacer era retirarse por el momento. Saltó hacia atrás y activó un sello mágico de invocación en el suelo. Link y los demás no necesitaron aviso, con sólo verlo sabían que sería malas noticias.

- ¡APÁRTENSE! - gritó Link.

Así lo hicieron, justo a tiempo, pues el sello se activó instantáneamente. De la tierra, en el centro del círculo comenzó a emerger algo. Algo como... Link y los otros no tenían manera concreta de describirlo o compararlo con otra cosa. Una criatura, por usar un término genérico, aproximadamente del mismo tamaño que el Rey Dodongo al que se enfrentaron en el asedio al castillo, aunque más alto que largo, en contraste con el lagarto. Su... "cuerpo", no tenían otra manera de llamarlo, pues no se podía ver donde terminaba el cuerpo y empezaba la cabeza, si es que tenía una, estaba totalmente cubierto de escamas oscuras y afiladas. Sus patas, que eran las únicas extremidades reconocibles, eran muy cortas en proporción con el resto de él, terminando en tres dedos con puntas blancas. El único rasgo facial que tenía era una enorme boca, tan ancha como él, llena de largos y filosos dientes como cuchillas. Y en la parte superior, podía verse lo que parecía un fuego negro. Link y los otros se echaron para atrás, cuando la recién aparecida abominación abrió su boca para dejar salir un espantoso y estremecedor rugido.

- Por mucho que me encantaría quedarme a jugar con ustedes, tengo muchas cosas qué hacer, especialmente ahora que sé hacia dónde se dirigen. - dijo Grahim. - Ahora, mi querida mascota, dales su merecido por mí, si eres tan amable.

Dicho esto, el demonio chasqueó los dedos y desapareció en una lluvia de diamantes, dejando a su "mascota" con el aterrado trío, que no pudo impedir que se les escapara. Justo en ese instante fue que Proxi, que seguía dormida dentro de la túnica de Link, se despertó y decidió salir a ver cuál era el jaleo.

- Oigan, ¿qué sucede, por qué tanto...? ¡AAAAAAAAAAYYY! ¡¿QUÉ ES ESA COSA?!

- Estábamos a punto de hacer la misma pregunta. ¿Fay? - preguntó Link. Ella era la única que no se veía intranquila. Lo cual no quería decir que no lo estuviera, pero eso ellos no tenían manera de saberlo.

- Esta criatura es una réplica del adversario al que se enfrentó mi antiguo amo. - replicó Fay. - Grahim debió utilizar su magia para crearlo a la imagen de su señor, Demise, también conocido como el Heraldo de la Muerte. Pero esta es sólo su forma básica, el Durmiente, y es mucho más pequeño.

- ¿El Durmiente? Pues no lo veo muy dormido que digamos. - dijo Alexandre. - Y lo superable ahora es, ¿cómo lo derrotaremos?

Antes de que Fay pudiese responder, el Durmiente, como lo llamó, dio dos pisotones con sus pesadas patas que sacudieron el suelo debajo de nuestros héroes, haciéndoles perder el equilibrio, alzó la boca para inhalar y luego, dejó salir lo que parecía ser un chorro de energía oscura, rugiendo igual que antes.

- ¡A UN LADO! - exclamó Alexandre.

Ninguno de ellos quiso comprobar el efecto del aliento de esa cosa, simplemente se alejaron antes de que los fuese a alcanzar.

- El aliento del Durmiente genera nubes de energía oscura que tienen propiedades corrosivas. Manténganse fuera de su alcance. - dijo Fay.

- ¡¿Link, por qué no llamas a tu amigo para que nos larguemos de aquí?! - gritó Alexandre, esquivando otro chorro.

- ¡Todavía está dormido! - exclamó el rubio.

Alexandre echó una mirada rápida hacia donde estaba el campamento, y en efecto, el pelícaro seguía encogido sobre sus patas y con la cabeza acurrucada en el cuerpo, sin dar señales de despertarse. No se había fijado hasta ese momento, la llamarada que lanzó para despertar a sus compañeros ni siquiera lo inmutó. Incluso Garrett, que era quien tenía el sueño más pesado entre ellos sí se despertó.

- Ah, grandioso, justo cuando nos podría ser de utilidad para escapar. - se quejó el lancero, cuando la bestia se le fue encima abriendo las mandíbulas para dejársele caer encima y morderlo.

- ¿Escapar? ¡No podemos dejar a esta cosa suelta por allí! - dijo Garrett, intentando colársele por un lado para darle un hachazo en una de las patas, pero la cosa se volteó en su dirección y lo golpeó con fuerza, frustrando su intento.

El Durmiente pisoteó hacia donde estaba Garrett, que a pesar de su fuerza, por el peso de su armadura le costaba un poco más levantarse cuando lo derribaban (por fortuna los guantes le ayudaban en eso). La bestia de nuevo abrió las fauces para disparar su aliento oscuro, pero Fay se interpuso, creando una barrera para protegerlo y darle tiempo para alejarse del radio del ataque. Entretanto, Alexandre lo flanqueó y disparó un torrente de llamas con el Cetro, que hasta ese momento pareció ser el único ataque que causó algún efecto.

- ¡Link! ¡Tu boomerang! - llamó Alexandre.

- ¡Entendido! - Link de inmediato sacó la susodicha arma.

El héroe tomó posición para arrojarle el Boomerang Tornado al ente maligno, midiendo bien la distancia y sincronizándose con su compañero para hacer el ataque combinado. El tornado llameante atrapó a la criatura, y por un momento pareció que estaba funcionando, hasta que se irguió y abrió la boca, empezando a aspirar con fuerza, y succionando las llamas. Al terminar, dio un pequeño eructo, como si acabara de tragarse un bocadillo. Link y Alexandre tragaron en seco, justo después de que el monstruo volviera a atacarlos con su aliento, primero a Alexandre. El lancero, en un arranque de desesperación no trató de esquivar inicialmente, sino que apuntó con su cetro para tratar de frenar el aliento oscuro lanzando un chorro de fuego. Pudo hacerlo, pero sólo por unos pocos segundos, y comenzó a dominarlo cada vez más, hasta que lo forzó a quitarse del camino. Aun así, la resistencia que opuso el lancero le sirvió para que dejara de soplar y decidiera atacarlo de otra manera. Pisoteó un par de veces para hacer retumbar de nuevo el suelo (sorprendentemente, esto tampoco despertó al pelícaro), y el terremoto de nuevo dejó inmovilizados al trío. Fay, al no verse afectada por su habilidad de levitar, se lanzó a tratar de atacarlo, pero este se anticipó y con un sacudón la quitó del camino, y volteó su atención de regreso a Alexandre, que era el más cercano.

- Ah, grandioso, creo que se encariñó conmigo. - dijo el lancero cuando el monstruo ya se le venía encima.

Al no tener tiempo de escapar cuando las mandíbulas del Durmiente estaban sobre él a punto de clavarle los dientes, el lancero hizo lo único que se le ocurrió: agarró su lanza por el extremo sin punta, y con todas sus fuerzas se la clavó en el paladar en cuanto abrió la boca para morderlo, lo que le permitió escaparse de su alcance. La bestia chilló de dolor, al parecer no era tan fuerte por dentro como por fuera, pero al terminar de gritar, cerró las mandíbulas con fuerza, partiendo en dos la lanza como si fuera un mondadientes, y tragándose el extremo con la punta de plata.

- Y ahí van las 2500 rupias que le pagué al herrero. Muchas gracias. - murmuró Alexandre.

- No podemos seguir así. - dijo Link. - Fay, si sabes cómo podemos derrotar a esta cosa, ahora es un buen momento para decirlo.

- El Durmiente será mucho más vulnerable si eliminan su movimiento. Los dedos de sus pies tienen una gran cantidad de energía, si los inutilizan podrán inmovilizarlo.

- De acuerdo, eso es un inicio. - dijo Link. - ¡Ya escucharon, apunten a los dedos!

Ayudaba mucho que los dedos en las patas de la criatura destacaban mucho, así que no era difícil poner la vista en ellos en primer lugar. La clave sería tratar de acercarse lo suficiente para poder golpearlos, a riesgo de recibir un pisotón o un terremoto. Alexandre intentó lanzar una bola de fuego comprimida hacia una de las patas, pero no tuvo mucho efecto, ya que los dedos eran un blanco demasiado pequeño y le bastaba con atravesar el resto de su cuerpo o alzar la pata para evitar el impacto directo. A pesar de su aspecto, el Durmiente no era una bestia sin cerebro, parecía estar muy atento a sus alrededores. En especial por el hecho de que no tenía ojos por ninguna parte, así que no podía saber dónde estaban por la vista, pero siempre parecía saber exactamente dónde estaban y lo que estaban a punto de hacer. Lo que fuera que usara esa cosa para percibir su entorno, era muy efectivo.

Garrett, agotándosele las ideas y en un arranque de desesperación, decidió arrojarle con todas sus fuerzas su hacha, usando el aumento que le daban los Guantes de Poder en el proceso sin contenerse. No alcanzó a darle a los dedos, pero al menos tuvo la fuerza para penetrar sus escamas y quedarse clavada allí, dificultándole un poco el movimiento por el dolor y el peso. Al no tener brazos y no poder alcanzarse con la boca, no podía quitársela. Empezó a pisotear para tratar de quitársela, pero sin éxito, pues se había clavado muy profundamente, y al estar tan enfocado en eso, Link decidió tomar la oportunidad.

- ¡Aquí voy! ¡EAAAAAAARRRGHH!

Avanzando prácticamente a saltos agigantados para evitar que los temblores de sus pisotones lo detuvieran, Link sujetó con fuerza su espada y la dirigió hacia la otra pata del monstruo, que estaba demasiado concentrado en quitarse el hacha para prestarle atención, hasta que fue muy tarde. El golpe del muchacho fue certero, logrando cercenarle dos de ellos, y empalar el tercero casi de inmediato. Pero fue entonces al acercarse más que se dio cuenta, había un cuarto en la parte trasera de la pata, y no le dio tiempo de atacar ese también pues el monstruo estuvo a punto de irse y tratar de engullirlo en sus enormes fauces, y tuvo que saltar fuera de su alcance. Mientras estaba en eso, Garrett pudo recuperar su arma y atacó el dedo de la parte trasera aplastándolo con su puño enguantado mientras retiraba el hacha de la otra, antes de que pudiese voltearse.

- ¡Está funcionando! - gritó Link.

El Durmiente comenzó a cojear, pues ahora le tocaba apoyarse en su pata intacta. Al no poder caminar bien para perseguir a sus adversarios, decidió recurrir a usar su aliento oscuro para atacarlos a distancia. Todos retrocedieron de inmediato, aunque el haber inutilizado la pata de la criatura les permitió medir el alcance total de su ataque, y saber la distancia mínima a la cual estarían a salvo. Pero sabían que no podían dormirse en los laureles. Si tenían una oportunidad de acabarlo ahora, no podían permitir que fuera a recuperarse.

- Esto no va a ninguna parte. - dijo Alexandre.

- Es cierto, tenemos que hacer algo para ponerlo fuera de una vez. - dijo Link.

- Si pueden inutilizar su otra extremidad, podré utilizar mi poder para sellarlo, pero necesitaré algo de tiempo para reunir suficiente energía. - dijo Fay.

- De acuerdo, te daremos tiempo. ¿Amigos? - dijo Link.

- Estamos contigo. - agregó Alexandre, apuntando con el Cetro de Fuego. Garrett asintió, preparando también su hacha.

Link decidió acercarse más para actuar como señuelo mientras Alexandre y Garrett se ponían por detrás y por un lado respectivamente para hacer su movimiento en cuanto recibieran su señal. Fay mantuvo su distancia mientras comenzaba a reunir energía. Ninguno de los tres jóvenes tenía idea de lo que planeaba, pero no tenían más opción que confiar en ella y seguir con su parte. Inutilizar la otra pata del Durmiente sonaría fácil en teoría, pero el aliento oscuro de la bestia no parecía agotarse. El grandullón arrojó de nuevo su pesada hacha, clavándosela por detrás. El monstruo se volteó hacia él para atacarlo con su aliento, hasta que sintió que Alexandre le lanzaba una llamarada en la otra dirección. Y en cuanto abrió la boca, antes de darle oportunidad de inhalar para usar su aliento oscuro, el lancero apuntó y comenzó a dispararle un chorro de fuego de manera ininterrumpida, directo hacia la boca abierta.

- ¡¿Te gusta caliente, eh?! - exclamó Alexandre.

Igual que antes, comenzó a tragarse el fuego, como lo hizo cuando intentaron atacarlo con el torbellino de llamas para quemarlo. El ataque en sí mismo no parecía hacerle ningún daño, pero la intención de Alexandre no era dañarlo, sino mantenerlo inmovilizado. A pesar del esfuerzo que le requería mantenerse disparando con el cetro ese fuego, siguió haciéndolo, pues mientras el Durmiente lo succionaba, no podía moverse ni atacar a ninguno de los otros, por estar ocupado tragándose las llamas. Dándole así a Link amplia oportunidad de lanzarse hacia los desprotegidos dedos de su otra pata.

- ¡Aquí tienes, dientón! - exclamó, clavándole su espada en cada uno.

El monstruo volvió a chillar de dolor cuando el filo de Link le privó de los dedos que tenía en su pata restante, y ahora sin ellos, no podía mantener de pie toda la mole que era su cuerpo (o cabeza). Alexandre cesó de arrojar fuego cuando ya no pudo más por el agotamiento, pero ya había hecho su parte. El Durmiente se desplomó pesadamente en el suelo, y cuando quiso hacer un gesto de querer intentar arrastrarse hacia ellos para seguir luchando, Fay decidió intervenir.

- Ahora es mi turno.

Se elevó colocándose justo encima de él, comenzó a resplandecer con todo su cuerpo, y a los pocos segundo cambió de forma, convirtiéndose en una espada larga y delgada, cuya empuñadura era azul claro, adornada con una joya como la su pecho. La hoja de la espada emitió un resplandor, mientras se colocaba con la punta hacia abajo, y moviéndose por sí sola, se dejaba caer para clavarse con fuerza en el cuerpo del adversario. Empalado con extremo prejuicio, el Durmiente exhaló un último rugido, pero la hoja de la espada siguió emitiendo pura energía sagrada, creando un pilar de luz azul-blanca que iluminó con tal intensidad el área cercana que por un momento los tres jóvenes casi se olvidaron que era de noche y sin luna, llegado incluso a un punto que tuvieron que cubrirse los ojos. Cuando el resplandor finalmente bajó lo suficiente, el cuerpo de la bestia yacía inerte, sin moverse, y comenzando a disolverse entre fragmentos oscuros rodeados por la energía sagrada. Finalmente, terminó de desaparecer, sin dejar mayor rastro que un gran boquete donde se había desplomado. Hecho esto, Fay, aún en su forma de espada, flotó hacia el aire, se colocó en posición vertical y volvió a asumir su forma original.

- No sabíamos que podías hacer eso. - comentó Alexandre, sorprendido por lo que acababa de ver.

- También tengo el poder de asumir la forma de la Espada Divina cuando es requerido. - dijo Fay.

- Fue realmente útil. Muchas gracias. - dijo Link. - Entonces... ¿acabamos ya con él?

- Puedo asegurarlo al 100%. - respondió el espíritu. - Aun así, Grahim ya no está en el área cercana.

- Eso es otra cosa que quiero preguntarte. - dijo Alexandre. - A juzgar por lo que dijo ese payaso, seguro llevaba algún tiempo siguiéndonos los pasos. ¿No pudiste detectarlo?

- Grahim debe haber utilizado una habilidad de ocultamiento. Es probable que enmascarase su presencia con el entorno para evitar que pudiese detectarlo. Ofrezco mis disculpas.

- No te preocupes por eso. - aseguró Link. - No creo que hubiésemos salido vivos de esto sin ti, Fay, tienes toda mi gratitud. Lo importante ahora es que Grahim al parecer ya sabe a dónde nos dirigimos, y seguro quiere ganarnos de mano, o tal vez ya lo hizo.

- ¿Significa eso que no podremos dormir nada esta noche? - preguntó Proxi.

- No, Proxi, lo siento mucho. Pero no tenemos muchas alternativas. - dijo Link. - Por cierto, Alexandre, respecto a lo que dijo antes ese sujeto...

- Ah, eso. - dijo Alexandre, rascándose detrás de la cabeza. - Sí, creo que les contaré por el camino. Vamos, en marcha.

Link tuvo la impresión de que su compañero quería evadirse el relato mientras pudiese, pero ya que tenían que moverse, habría mucho tiempo para contar los detalles después. Con el enemigo fuera del juego por ahora, no podían perder el tiempo. Tenían que darse prisa si querían llegar al Portal de las Almas antes que Grahim, y si eso implicaba sacrificar unas cuantas horas de sueño, que así fuera. Ya que el pelícaro no parecía tener intenciones de moverse de su sitio de descanso, Link le pidió a Garrett que si era necesario, lo empujara o lo arrastrara con ellos para poder moverlo. Harían otro tramo del resto del camino hacia la Tierra del Presidio ahora mismo, sin perder un instante. De preferencia, antes de que su otro adversario pudiese volver a la contienda y complicarles más todavía su misión.

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Al amanecer...

Volga no recordaba haber sido antes tan derrotado y humillado. El tener que escapar y esconderse para curarse las heridas fue un golpe bajo para su orgullo de guerrero, y si no fuese por la intervención de ese demonio, Grahim, tal vez ya hubiese completado la misión que su señora le había encomendado. Se había ocultado en una de las islas desiertas, para permanecer fuera de la vista de los humanos, y ya pronto estaría recuperado nuevamente para salir a buscar a su objetivo.

Sin embargo, ocasionalmente surgían en su mente las preguntas cuya respuesta deseaba saber. La primera, ¿cómo se suponía que capturase al héroe vivo e ileso para llevarlo con su señora, si este no tenía intención de entregarse sin oponer resistencia? La segunda, y quizás la más importante... ¿por qué se estaba esforzando tanto en cumplir esas órdenes? ¿Por qué era tan importante hacer lo que ella le dijo?

- Urgh... mi cabeza...

El caballero dragón había intentado evadirse las respuestas diciéndose a sí mismo que no podía cuestionarse ahora. Ya tendría tiempo de hacer preguntas cuando le llevara al héroe a Cya. Después de todo, eso era lo que ella deseaba

- No importa cómo... vas a venir conmigo, y tus amigos morirán. - se dijo con firmeza.

El "cómo" era irrelevante. Lo que importaba era cumplir con las órdenes que le encomendaron. Matar a los amigos del héroe, y a cualquier otro que se interpusiera en su camino, y llevárselo a él ante Cya. Estaba seguro que ella lo perdonaría si sólo lo lastimaba un poco para dejarlo fuera de combate, y no le causaba ningún daño permanente. Cuando lo tuviera en sus manos, convertiría a sus otros amigos en cenizas. Se estaba acercando al borde de la isla, antes de transformarse a su forma de dragón para despegar, cuando sintió detrás de él una presencia que le resultó familiar.

- ¿Cuánto tiempo planeabas ocultarte? - dijo sin voltearse.

- Me impresionas. - la voz que le respondió era la de Grahim. - Tus sentidos parecen mucho más agudos que los de esos mocosos.

- Es difícil ignorar esa esencia tan pestilente. - replicó el guerrero draconiano. - ¿Vienes por más o qué?

- A decir verdad... vine porque necesito que hagas algo para mí. - respondió Grahim, ignorando los comentarios. - Como yo lo veo, nuestras metas no son muy diferentes. Así que vine a proponerte un trato.

Volga exhaló un gruñido como respuesta. Escuchar lo que tenía que decir no haría ningún daño, pero una vez que lo hiciera, lo consumiría con su aliento de fuego para que dejase de molestar. Por supuesto, él no tenía manera de saber que Grahim ya presentía que no aceptaría su propuesta de buena gana, y ya se estaba preparando para ello.

- ¿Por qué no intentamos eliminar juntos a los amigos del héroe legendario? Como yo lo veo, ellos son enemigos en común. Una vez que ellos estén fuera... podemos decidir qué haremos con el héroe.

- ¿Crees que me vas a engañar? Sólo quieres utilizarme para eliminar tus obstáculos. - dijo Volga.

- ¿Asumo entonces que es una negativa? - dijo

- Grábate mis palabras: Vete. Al. Infierno.

- Desafortunado, aunque predecible. - dijo el demonio, chasqueando sus dedos, y haciendo aparecer entre ellos una especie de cristal con forma de diamante tridimensional, que giraba sobre sí mismo mientras flotaba. - Igual no esperaba que una bestia tan barbárica como tú aceptara mi proposición tan fácilmente, aunque hubiese sido lo mejor.

- ¿Por qué lo dices?

- Porque entonces... no me vería forzado a hacer esto. - dijo Grahim.

Y con otro chasquido, arrojó el diamante como un dardo, directo hacia la cara de Volga. En menos de un parpadeo, el objeto se incrustó justo en medio de donde deberían estar los ojos del caballero dragón antes que este pudiera hacer ningún movimiento para esquivarlo o bloquearlo, dándose cuenta de lo que pasó cuando este ya se le había enterrado. Y mientras rugía de dolor, Grahim observaba con satisfacción como la pequeña joya hacía su efecto. Estaba imbuida con un hechizo de control mental, que le borraría la memoria y suprimiría su voluntad para convertirlo en un lacayo obediente, y que haría lo que le dijeran sin cuestionar.

- Esto te convertirá en mi fiel vasallo. Deberías sentirte honrado de poder servir al señor de los demonios, no le doy a cualquiera ese gran honor. - se jactó Grahim.

Desafortunadamente, Grahim no tenía idea de que ya en ese momento Volga se encontraba bajo los efectos de otro hechizo que le había lavado el cerebro, y este estaba predeterminado a actuar en defensa de cualquier intento, ya fuese interno o externo, de romper el control que Cya le había colocado. La hechicera había colocado tanto poder en este que se necesitaría uno tan fuerte o más fuerte para poder anularlo. El de Grahim lo era, pero hacerlo por la fuerza tendría un efecto totalmente indeseado: los dos hechizos colisionaron uno con el otro literalmente en el centro de la mente del caballero dragón, y le hicieron perder toda capacidad de raciocinio al mezclarse uno con el otro, por estar totalmente en conflicto.

- ¡RAAAWRRR! ¡RAAAAAAAAAAAAAARRRRRRGGHHHHH!

- ¿Qué está sucediendo? - exclamó Grahim, retrocediendo ligeramente al ver a Volga rugir y convulsionarse violentamente. Eso no debería suceder.

En respuesta, Volga de pronto fijó la mirada en él, y comenzó a inhalar para usar su aliento de fuego. Grahim supo que tenía que apartarse del camino, pero lo que le sorprendió fue que de pronto comenzó a lanzar fuego sin control al azar por todo el lugar, y sin razón aparente, se transformó a su forma de dragón y abriendo las alas se echó a volar, con rumbo desconocido.

- Eso fue... un giro inesperado de los acontecimientos. - expresó, todavía sorprendido.

No le parecía del todo prudente dejarlo volar suelto sin supervisión en ese estado. Si podía matar a los amigos del héroe, grandioso, pero no podía permitir que fuese a hacer lo mismo con él. Sería mejor seguirlo de cerca, porque nada ni nadie le iba a quitar el placer de erradicar al mocoso él mismo. Por otro lado, sería divertido verlo provocar el caos, y eso siempre sería una ventaja para él. Pero algo más requería su atención en este momento. Si sus suposiciones eran correctas, lo que el mocoso y sus amigos buscaban, estaba en las tierras inferiores. Irónicamente, el lugar donde su señor fue vencido antes. Un escenario apropiado para llevar a cabo su venganza.

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Más tarde, en otra parte...

Por mucho que quisieran continuar con su avance, el haber sacrificado sus horas de sueño tuvo su precio. El grupo de Link todavía estaba, según decía Fay, a por lo menos otras seis horas de llegar volando al lugar desde donde, según Fay, podrían llegar a la Tierra del Presidio, y en sus condiciones actuales no estarían para pelear en caso de ser atacados por el enemigo, así que sin más opciones, decidieron hacer una parada para reponer sus fuerzas. Sólo planeaban descansar una o dos horas para comerse algo, y descansar un poco antes de proseguir el camino. Llegaron a un pequeño islote que se encontraba frente a una isla con una casa en forma de calabaza, la cual parecía ser una especie de hostal. De no haber sido por la urgencia del asunto, les hubiera gustado hacer una parada por el sitio, pero lamentablemente aquello no se podía.

Pero el destino les tenía preparada otra desviación, pues cuando terminaron de comer y estaban a punto de volver a montar al pelícaro para proseguir el camino, comenzaron a oír explosiones y a ver estallidos de fuego en la distancia. Temiendo lo peor, prosiguieron el vuelo, y con toda certeza, pronto se encontraron con otro poblado siendo atacado. Se detuvieron a distancia segura cuando comenzaron a ver a los pueblerinos escapando, y la figura que surcaba amenazadora en los cielos, a la cual reconocieron inmediatamente.

- Volga regresó. - dijo Link.

- Grandioso, justo cuando más lo necesitábamos. - dijo Alexandre. - Y parece que está enfadado, si se puso a causar estragos en su forma de dragón. Eso nos complicará las cosas.

Link se disponía a hacer descender al pelícaro, cuando observó como de la isla con forma de fruta gigante salían un hombre y una joven arrastrando una calabaza con suma dificultad. Ambos parecían padre e hija. Link tuvo una corazonada referente a ellos, así que sin dudarlo le ordenó a su emplumado amigo que se dirigieran hacia allá.

- ¡Hey! ¡No es momento de socializar! - protestó Alexandre. - El dragón está atacan...

Pero las palabras del lancero fueron ignoradas, pues Link ya había llegado a donde estaba el par. Al ver que no les prestaba atención, Garrett y Alexandre no tuvieron más opción que seguirlo.

- ¿Están bien? ¿Necesitan ayuda? - preguntó, preocupado.

- ¿Ah? ¿Link?

- No... no soy quien piensan. Es una larga historia. - dijo Link, cansado de que se lo confunda con el joven de la época actual. - Pero no hay tiempo para explicar eso, tengo que ir con mis compañeros a detener a ese dragón.

- ¿Así que es un dragón? - preguntó el hombre. - ¿Si ves como no me equivoqué, Calabelle? Por eso siempre es buena idea tener para una emergencia una ración de nuestra sopa especial para Levias; es el único que nos puede ayudar ahora. Pero el problema es que ya no tenemos quien pueda transportar...

- ¿A qué se refieren? - preguntó Link.

Como respuesta, fue en ese momento que del restaurante con forma de calabaza salió una especie de criatura metálica con una hélice rota encima de su cabeza, y puesto a que ese parecía su único medio de movilización, se arrastraba por el suelo. Aquel robot se llamaba Serbot, y de pronto fijó su atención en Link y se dirigió a él como si lo conociera.

- Vaya, así que el Amo Verdoso se ha dignado a venir a visitarnos. - dijo, en tono burlón.

- ¿"Amo Verdoso"? - Link arqueó la ceja al oír este apelativo, que no le pareció gracioso. Alexandre dejó salir un resoplido al no contener la risa, y hasta Garrett se volteó para que no notaran que se reía por lo bajo.

- ¡Ay sí, no te hagas que así te llamas! - exclamó Serbot, con sarcasmo. - Ya era hora, porque son años que no...

La inmaterial voz del robot se paralizó, a medida que su cuerpo empezó a producir humo en grandes cantidades, al darse cuenta quien se encontraba frente a él. Su gran amor, a quien había extrañado desde hace varios años, y que ahora de manera inesperada se encontraba de nuevo frente a él. Simplemente no podía creerlo.

- ¡Señorita Fay!

Sin perder ni un sólo minuto, Serbot se abrazó a las estilizadas piernas de Fay con sus diminutos brazos, causando que todos los presentes se quedaran enmudecidos ante el "conmovedor reencuentro". El espíritu de la Espada Divina ni se inmutaba ante los tratos de la metálica criatura, ni tampoco hizo algo para retirarlo de su espacio, simplemente hizo como que no existía.

- Ahora sí que lo ve visto todo. - dijo Alexandre. - Un robot "enamorado", y con malos modales de paso.

- Por fin juntos, mi amor. - expresó Serbot. - Nadie, sobre todo el Amo Verdoso, volverá a separarnos.

- ¿Quieres dejar de decirme "Amo Verdoso"? - pidió Link, harto de toda la situación. - No es momento de perder el tiempo. Volga está enloquecido y nosotros aún no hemos pensado en cómo podemos detenerlo.

- Iba a llevarle la sopa, pero por la prisa no me di cuenta y mi hélice se golpeó contra uno de los islotes de roca. Por suerte si pude llegar hasta aquí con una de ellas. - explicó Serbot. - ¡Te he fallado, señorita Fay!

- ¡Hey, Link! - gritó Proxi. - Ya que el robot no puede volar, debemos buscar a la Gran Hada. Percibo la energía de una fuente, no está muy lejos de aquí. ¡Vamos rápido!

- Ya escuchaste al hada. Tú ve a buscar la fuente mientras Garrett y yo intentamos mantener a Volga ocupado. ¿Comprendido, Amo Verdoso? - dijo Alexandre, sin dejar de tomar ventaja del ridículo epíteto.

- ¡Oye...!

- Culpa de eso a tu vestimenta. - expresó Garrett.

- ¡Garrett, no empieces tú también! - expresó Link, incrédulo que incluso el más serio de sus compañeros todavía se tomara el tiempo de hacer bromas en esa situación.

- ¡Ya no discutan! - exigió el hada. - ¡Vamos, Link!

Sin decir ni una palabra más, Link, con Proxy y Fay, se dirigió junto con el pelícaro para hallar la Fuente de las Hadas y poder conseguir ayuda para llevarle la sopa a Levias. Su determinación a cumplir con su misión era tal, que no escuchó que desde la distancia una voz reclamaba por lo suyo.

- ¡NOOOOO! ¡NO TE VAYAS, SEÑORITA FAY! ¡NO ME DEJEEEEEEEES! - El robot intentó seguir a su amada, pero algo o alguien lo detuvo de un tirón, cuando intentó, pese a su actual estado, irse tras Fay.

- ¿A dónde crees que vas y sin permiso? - dijo Alexandre, que había el responsable. Lo tenía sujeto con el gancho de su zarpa. - Si sabes lo que es bueno para ti, quédate donde estás.

- ¡Pero yo...!

- Todavía hay un dragón allá afuera, y a menos que quieras terminar rostizado o algo peor, déjanos esto a los profesionales. - insistió Alexandre. - Y en cuanto a ustedes, mejor busquen un lugar seguro, ya hemos peleado contra él anteriormente, no se preocupen.

Mientras Link y Fay volaban para poder ir hacia la fuente, Volga los vio por la esquina del ojo y trató de perseguirlos. Garrett inmediatamente le arrojó una roca enorme para distraerlo, pero falló a la distancia que estaba. Aun así, fue suficiente para atraer su atención y que dejara que Link y Fay pudieran escapar. Alexandre trató de dispararle con el cetro en cuanto se puso dentro de su alcance, pero esta vez no le dio tiempo de cargar un ataque muy potente, y Volga estuvo a punto de lanzarse tras él hasta que otra roca lanzada por Garrett volvió a llamar la atención del dragón al estrellársele en la cara.

- ¡Link, nosotros nos encargaremos de todo aquí! - gritó. - ¡No te detengas ahora!

- ¡De acuerdo, lo dejo en sus manos! - exclamó Link. - ¡Cuento con ustedes!

Alexandre le respondió con un pulgar arriba, mientras Link hacía volar al pájaro hacia la fuente de la Gran Hada ahora sin detenerse por nada ni por nadie. Alexandre volvió con Garrett para encarar de nuevo a Volga.

- Igual que aquella vez. - dijo Alexandre, al ponerse al lado de su amigo.

- Sí, más o menos. - dijo Garrett, dándose cuenta que se refería a aquel encuentro con Volga que tuvieron semanas antes en el Valle de los Videntes. Que estuvieron a punto de ganar, de no ser porque les ordenaron retirarse.

Mientras Alexandre y Garrett trataban de mantener a Volga ocupado, Link, a lomos del pelícaro, y Fay prosiguieron el camino hacia la fuente de las hadas, siguiendo el rastro de Proxi al sentir la energía, pues ella reconocía con facilidad el poder de sus semejantes. Al desmontarse, pudo ver que la entrada, que al igual que las que había visto anteriormente tenía el mismo círculo mágico, se veía en lo que parecían ser unas ruinas hundidas en el suelo, y tal como en otras ocasiones, estaba sellada y era imposible pasar por medios convencionales.

- Ahora es mi turno. - dijo Proxi.

La pequeña hada se dispuso a usar su poder para abrir la entrada, aunque esta le requirió un mayor esfuerzo que las anteriores. Al abrirse, reveló una escalera que se curvaba hacia el lado derecho. Link tomó un profundo respiro antes de empezar a bajar por ella, seguido por Fay y Proxi. Por alguna razón se le hizo bastante larga, y dio varias vueltas hasta que finalmente llegó a un pequeño corredor que los condujo hacia la sala.

La arquitectura interna de la fuente era igual a las dos que había visitado antes, sólo que esta vez, las residentes no se mostraron exactamente muy complacidas de verlos. Al parecer habían entrado en un santuario privado sin ser invitados, pues algunas empezaron a gritar "¡¿Qué hacen aquí?!", "¡Intrusos!" o cosas como esa, sin darle a Link o Fay la oportunidad de explicarse.

- ¡Alto, por favor! - fue Proxi la que intervino. A Link le sorprendió ver lo mucho que podía alzar la voz la pequeña hadita para hacerse escuchar. - Escúchenme todas. Sé que no soy una de ustedes, y que entramos aquí sin ser invitados. Pero necesitamos de su ayuda. Por favor, permítannos hablar con la Gran Hada que reside en este lugar.

- ¿Por qué lo haríamos? - preguntó una de las hadas.

- Allá afuera hay un enorme dragón lanzafuego que está causando estragos. - dijo Proxi. - Nuestros amigos intentan detenerlos, pero si no los ayudamos pronto, ellos y todos los demás junto con su hogar serán reducidos a cenizas y humo en poco tiempo.

- Por favor, necesitamos de su ayuda. - dijo Link. Las pequeñas hadas comenzaron a revolotear, murmurando mientras deliberaban al respecto. Finalmente la que habló antes decidió responderle, poniéndose cara a cara con él.

- Dejaremos que la Gran Hada lo decida. Escuchemos lo que tienes que decir.

Dando las gracias, Link se acercó hacia donde se habían encontrado las otras hadas. No había un tapiz en el suelo, en lugar de eso, el símbolo que Link reconoció como el (eventualmente) emblema de la familia real de Hyrule estaba grabado directamente en el suelo de piedra. Tomando un profundo respiro, Link comenzó a formular su petición, tal como lo hizo en los Bosques de Farone.

- Gran Hada que resguardas Altárea. Mi nombre es Link, un caballero proveniente de una época a miles de años en el futuro, y humildemente solicito tu ayuda para hacerle frente al enemigo que nos siguió hasta aquí. Por favor, préstanos tu poder.

La risa de la Gran Hada tardó un poco más en resonar que la última vez, haciendo que Link por un momento pensara que tal vez no quería escucharlo. Estaba a punto de pedir la ayuda de nuevo (de rodillas si era necesario), hasta que por fin apareció. Idéntica a las anteriores a las cuales había visto antes, excepto que su cabellera era azul celeste, el único rasgo que parecía ser único en cada una de ellas.

- Valiente joven, puedo percibir que dentro de ti reside la esencia digna de un héroe. Tus palabras son ciertas. - dijo la Gran Hada. - Lo que sea que necesites de nosotras, sólo tienes que pedirlo.

- Un dragón de fuego llamado Volga está asolando la tierra sobre nosotros. - dijo Link. - Escuché que la deidad guardiana de este lugar puede ayudarnos, a cambio de una ofrenda de sopa de calabaza. Pero ninguno de ellos tiene manera de llevarla. Mis amigos están tratando de mantenerlo ocupado ahora.

- De acuerdo. Ya escucharon, mis pequeñas, diríjanse hacia ese lugar y lleven la sopa a Levias. - ordenó la Gran Hada.

Las haditas dejaron de protestar y comenzaron a volar para cumplir con la misión encomendada. Como un enorme enjambre, se movilizaron a toda velocidad hacia donde los habitantes tenían la calabaza llena de sopa, y comenzaron a sujetar entre todas las cuerdas para llamar a la deidad guardiana de los cielos, mientras Alexandre y Garrett mantenían ocupada su atención.

- Tus amigos estarán en buenas manos, valeroso joven. Tienes otra misión que cumplir, ¿no es verdad?

- Sí, tenemos que llegar a esa Tierra del Presidio. - dijo Link. - El Portal de las Almas que vinimos a sellar está en ese lugar. Gran Hada, gracias por la ayuda. Fay, Proxi, vámonos.

- Afirmativo, amo. - dijo Fay.

- ¡En marcha! - agregó Proxi.

Seguido de sus dos compañeras, el héroe hizo el camino de vuelta por el corredor hasta la escalera en espiral, hasta salir de nuevo al exterior. Aún podía ver en el cielo a Volga lanzando fuego y esquivando enormes rocas (arrojadas sin duda por Garrett) pero a mayor distancia pudo ver que las pequeñas hadas habían podido escapar de su alcance y llevaban a salvo la enorme calabaza con la sopa para la ofrenda. Podía dejar el resto en sus manos, él se encargaría de la misión primordial. Tomó su espada y de nuevo utilizó el hechizo para orientarse. Esta vez podía ver, aunque todavía muy lejano, un pequeño pilar en dónde apuntaba la línea de luz que salía de la espada. Al menos ya sabía dónde era la locación exacta. O por lo menos, desde donde tendría que descender hacia la superficie para poder llegar.

- Aquí vamos. - dijo, volviendo a montarse en el pelícaro. - De acuerdo, compañero, llévame hasta allá, a toda marcha.

El ave graznó con entusiasmo e inmediatamente volvió a alzar el vuelo. Link no podía más que confiar en que todo saldría bien. Ellos harían su parte y él la suya.

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Mientras tanto, con los otros...

Hasta ahora, el plan de Alexandre y Garrett de mantener ocupado a Volga, había funcionado, y al hacer que concentrara su atención en ellos, habían podido mantenerlo lejos del resto de la gente. Pudieron ver como las hadas se llevaban la gran calabaza con la sopa y se perdían entre las nubes, lo que les dio indicación de que Link había tenido éxito al convencerlas de que los ayudaran. Entretanto, lo más que podían seguir haciendo ellos era tratar de mantener al dragón de fuego lo más lejos posible de las zonas pobladas. Link tenía un largo camino por recorrer y al no poder hacerlo por aire, tenían que darle todo el tiempo que pudieran. Hasta que Link volviera, o que esa deidad guardiana, Levias, o como se llamara, llegara a ese lugar para darles una mano, tenían que resistir.

- De acuerdo, Alexandre, ya tenemos su atención. ¿Ahora qué sigue?

- Esa es la parte que aún no se me ocurre. Por ahora, confórmate con intentar sobrevivir. - dijo Alexandre, y Garrett rodó los ojos en respuesta. - Oye, no suelo ser yo el que piensa los planes, ¿no? Pero confía en mí, ya se nos ocurrirá algo.

- Por nuestro bien, y el resto de todos, espero que así sea. - replicó Garrett.

Garrett no bromeaba. Alexandre era un excelente combatiente siempre y cuando tuviese claro lo que tenía que hacer, pero en situaciones donde tenía que tomar el control de la situación... bien, no se podía decir que tuviese mucha experiencia. Tal vez, si sus otros amigos estuvieran podrían pensar en algo.

Aun así, el haber resistido hasta ese punto era decir mucho, especialmente porque en su último encuentro habían peleado contra Volga en su forma de humanoide los dos juntos y casi lo derrotaron, pero su forma de dragón era otra historia. Más grande, más fuerte, en teoría capaz de comérselos de un sólo bocado, si es que no los rostizaba primero con su aliento de fuego. Su única ventaja era que al ser blancos tan pequeños le costaba mucho más ubicarlos en el suelo para intentar atacarlos, así que se mantenían separados para dificultarle todavía más el trabajo.

Mientras tanto, las pequeñas hadas llevaban su preciada ofrenda al guardián de los cielos, y comenzaron a gritar a viva voz (todas juntas para poder ser escuchadas). Y el llamado fue escuchado, pronto, una enorme sombra comenzó a acercarse por debajo de las nubes, como si de agua se tratara, y de ella salió, de un salto, abriendo su enorme boca para engullir la calabaza. Hecho esto, las hadas le informaron de la situación, y comprendiendo, el masivo guardián se dirigió hacia el borde de las islas flotantes. Y fue entonces que Alexandre y Garrett pudieron verlo con claridad.

- INVASOR... NO ERES GRATO EN ESTAS TIERRAS SAGRADAS... - resonó la voz de la deidad guardiana al estar frente a frente con Volga.

- ¡WHOAH! ¡Mira el tamaño de esa cosa, Garrett! - exclamó Alexandre al verlo.

El ser que estaba frente a ellos tenía el aspecto de una enorme ballena de color gris oscuro, mandíbula blanca, con ojos rojos y un par de "bigotes" largos y delgados del mismo color de la mandíbula, y lo que parecía ser una carcasa dura en la parte superior de la cabeza. Era tan gigantesco que desde donde se veía, fácilmente podría haberse tragado a Volga en su forma de dragón de un sólo bocado. Alexandre y Garrett inmediatamente se quedaron tranquilos, no queriendo darle razones para enojarse, pero Volga, sin tener capacidad de raciocinio alguno, simplemente volteó su atención hacia él, sin importar que era mucho más grande que él, y su primera acción fue (estúpidamente) lanzarle un chorro de fuego. Este no hizo más que dejar una pequeña mancha en la mandíbula de Levias, que inmediatamente se dispuso a responderle.

- POR AGREDIRME... PAGARÁS EL PRECIO.

Dichas estas palabras, una esfera de energía eléctrica comenzó a formarse en la cabeza de Levias, haciéndose cada vez más y más grande, hasta hacerse poco más de la mitad del tamaño de la ballena.

- ¡CÚBRETE! - le gritó Alexandre a Garrett, cuando se dispuso a lanzar su ataque.

Por instinto, los dos cerraron los ojos, y no pudieron ver el momento exacto en que el rayo masivo de electricidad concentrada salió disparado hacia Volga, literalmente arrastrándolo, y haciéndolo volar lejos, muy lejos de ese lugar. Los dos jóvenes abrieron los ojos sólo a tiempo para ver como el dragón de fuego se perdía en la distancia, y luego empezaba a descender como un meteoro, haciendo un fuerte estallido al estrellarse, que incluso ellos pudieron oírlo. Esperaron un poco, como si estuviesen preparados para que volviera a levantarse de nuevo, pero no sucedió. Levias se dirigió entonces a los dos muchachos, aún algo sorprendidos de lo que acababa de suceder, y de lo fácil que cayó Volga.

- ¿ES SUFICIENTE AYUDA? - dijo Levias, con su voz atronadora aun resonando con fuerza. - ESPERO QUE ASÍ SEA. AHORA, VOLVERÉ A DORMIRME. BUENA SUERTE.

Con su tarea cumplida, Levias dio la vuelta y se zambulló de vuelta en las nubes, desapareciendo tan rápido como apareció. Alexandre y Garrett se quedaron mirando el lugar donde Levias desapareció, luego se vieron uno al otro, y finalmente en la dirección en la que Volga salió volando. Tomándose un tiempo para procesar lo que acababa de suceder, finalmente aclararon la mente y pudieron ordenar sus prioridades.

- ¿Crees que eso haya acabado con él? - preguntó Garrett.

- Es lo más probable, pero... por si las dudas, vayamos a ver. - dijo Alexandre. - Si no está muerto, lo rematamos, y si lo está... nos aseguramos que se quede así.

Garrett asintió, y los dos de inmediato pusieron marcha hacia el sitio donde Volga se estrelló. Ya no podían hacer más nada, a Link le quedaba la misión de ir por el Portal de las Almas. Se reunirían con él después de asegurarse que el dragón ya no les causaría problemas, ni a ellos, ni a los habitantes de Altárea nunca más.

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En la Tierra del Presidio, al mismo tiempo...

Las antiguas ruinas donde el Heraldo de la Muerte fue aprisionado milenios atrás pronto serían el escenario de otra gran batalla. El Portal de las Almas se había abierto en ese lugar, pero no permanecería así por mucho tiempo.

El viaje desde el cielo hacia la superficie era sencillo, pero muy peligroso. Mientras descendían, Fay le indicó que volara hacia lo que parecía ser una abertura entre las nubes, como si estas fuesen atravesadas por el pilar de luz verde que rodeaba el agujero que se formaba.

- Amo, descienda hacia esa abertura. El pilar de luz le mostrará el camino hacia la superficie. - dijo Fay.

- De acuerdo. Ya escuchaste, amigo, llévame hacia allá. - pidió Link, y el emplumado obedeció de inmediato.

El pelícaro se dejó caer en picada guiándose por el pilar, y al cabo de varios minutos de un descenso casi vertical, Link finalmente pudo volver a abrir los ojos, y ver la tierra inferior. Como si el pilar de luz verde no fuese suficiente indicio, frente a él se extendía una gran zona boscosa, que le recordó mucho a los bosques de Farone de su tiempo. En el lugar exacto donde descendió había un enorme hundimiento con un camino que iba en espiral, el cual no parecía una formación natural. Pero por mucho que le hubiese gustado admirar el paisaje, el héroe legendario tenía presente que su prioridad era encontrar el Portal de las Almas. De nuevo, desenvainó su espada para orientarse. El resplandor de la espada era mucho más intenso, ahora que ya estaba en mayor proximidad con el Portal, lo que le indicaba que se estaba acercando cada vez más.

Después de un largo trecho de vuelo, finalmente llegó a su destino. Aterrizó y se desmontó del pájaro. Ante él se alzaba una enorme estructura, que Link podía estimar era mucho más grande que el Castillo de Hyrule de su tiempo, a pesar de no poderla ver en su totalidad. El muchacho pensó que el tiempo había hecho lo suyo en ese lugar, aunque en otro tiempo tal vez podría haber sido un edificio realmente hermoso.

- Amo, la distorsión espacio temporal se encuentra en lo profundo de las ruinas. - dijo Fay. - Pero tenemos que ir con cuidado. En esa misma dirección puedo percibir que se encuentra Grahim.

- Seguramente estará custodiando el portal. - asumió Link. - En tal caso, creo que será mejor que nos deshagamos de él aquí y ahora.

- No perdamos más el tiempo. - dijo Proxi.

Todavía usando su espada para orientarse, Link comenzó a adentrarse en las ruinas. El lugar era un verdadero laberinto, y por ese mismo motivo, se aseguraba de dejar marcas en las paredes o en el suelo para recordar después el camino de vuelta hasta la salida y evitar perderse. En varias ocasiones, por estar corriendo casi se estrella con los muros al toparse con callejones sin salida, y se veía forzado a volver sobre sus pasos e intentar de nuevo. En cierto punto, mencionó no haber traído explosivos para derrumbar las paredes y poder continuar en línea recta hacia donde le apuntaba el hechizo localizador, pero Fay le dijo que eso no era buena idea. Las ruinas estaban muy deterioradas en varias secciones, y una explosión muy fuerte podría provocar un derrumbe masivo, y eso no le convenía. Al llegar a una sala amplia, mientras intentaba decidir el camino, aparecieron en el suelo varios mini-círculos mágicos, y de estos comenzaron a emerger réplicas más pequeñas, pero fuera de eso idénticas al Durmiente contra el que pelearon en el cielo.

- Y yo ya decía que esto parecía demasiado fácil. - dijo Link. - Muchas gracias, Grahim.

Los pequeños dientones que estaban más cerca se lanzaron abriendo sus quijadas para morderlo, y Link reaccionó dándoles un sólo espadazo en cuanto se pusieron en su alcance. Para su sorpresa (y agrado) estas mini-copias desaparecieron en un estallido de humo negro al recibir un sólo espadazo. A su vez, los que estaban más cerca de Fay e intentaron atacarla de la misma manera, el espíritu de la Espada Divina simplemente hacia un sólo movimiento con sus alas, deshaciéndolos de un tajo, y dejando solo ese pequeño rastro de humo al eliminarlos. Sabiendo que no podían perder el tiempo, simplemente se deshicieron de los que se les cruzaban por delante y seguían avanzando, ignorando a los demás. Cuando salían, Fay sellaba las entradas con su magia para que los restantes no pudieran seguirlos.

Después de estar corriendo cerca de media hora y de toparse con pasillos cerrados, y de que en cada sala los Mini-Durmientes aparecieran para causarle molestias, empezó a sentirse realmente frustrado. Le preocupaban sus amigos peleando allá afuera con Volga, pues no tenía manera de saber si ya habían podido llamar a la deidad guardiana de los cielos, Levias, para que los ayudara a encargarse de él. Si bien el objetivo primordial era sellar el portal, para Link a nivel personal lo era más asegurarse de que sus compañeros estuvieran a salvo.

Al llegar a un corredor que se dividía, y después de quitar del medio al pequeño grupo de Mini-Durmientes, Link se disponía a orientarse de nuevo, pero Fay lo detuvo.

- Amo, por favor espere. Antes de continuar, en estas ruinas hay una reliquia de la Diosa Hylia que puede serle de utilidad. - le dijo.

- ¿Una reliquia?

- Oye, no tenemos tiempo de irnos a buscar tesoros. - protestó Proxi.

- Grahim es un enemigo muy poderoso. En su estado actual, y aún con mi ayuda, sus posibilidades de victoria son a lo mucho de un 30%, tal vez menos. - dijo Fay directamente. A Link no le gustó como sonaron esos números, pero ella sabía lo que decía, y claramente trataba de mantenerlo a salvo. - Sugiero ir por esa reliquia primero, para mejorarlas.

Link se mostró algo indeciso, pero tras el encuentro anterior con el señor de los demonios, era mejor minimizar los riesgos. Finalmente asintió y le pidió a Fay que le indicara el camino, a pesar de las quejas de Proxi, no sin antes, por supuesto, dejar la marca en el suelo para saber a dónde tenía que volver después. La pequeña hada siguió protestando todo el camino, insistiendo en que volvieran, a lo que Link amenazó con meterla en una botella si no se callaba. Sorprendentemente, la advertencia dio resultado.

Fay guio a Link por una serie de largos pasillos, explicando que las ruinas tenían muchos pasajes sellados para proteger los tesoros de la Diosa Hylia, incluyendo esa reliquia de la que hablaba, resguardados por una serie de acertijos que no estaban tan a la vista, y sellos mágicos que impedían que las criaturas de la oscuridad pudiesen entrar en ellos. Estos incluían ladrillos sueltos en las paredes, puertas ocultas por sellos mágicos y muchas otras cosas más. Finalmente, llegaron ante lo que parecía ser un callejón sin salida. Fay le indicó que pusiera sus manos en un punto específico y comenzara a empujar. Sorprendentemente, la pared se desplazó, y en el suelo se reveló una pequeña entrada hacia una cámara inferior. Estaba oscuro, y no se veía nada.

- Supongo que esto significa que tengo que saltar allí dentro, ¿verdad? - dijo Link.

- Afirmativo, amo. - respondió Fay

- ¡Estás loco! ¿Cómo puedes...? ¡Espera, no! - gritó Proxi, pero ya era tarde. Link ya se había dejado caer allí dentro. - Por las Diosas.

Sin más que hacer, Fay y Proxi también bajaron por allí. Link aterrizó en el suelo sin problemas, a pesar de tratarse de una caída de por lo menos unos tres metros y medio. Al instante, la estancia se iluminó por completo, a pesar de no haber antorchas. La cámara en la que cayó estaba totalmente vacía, excepto por lo que parecía ser un cofre en todo el centro, un cofre con diseño muy peculiar, de color púrpura y enmarcado con bordes de oro. No parecía haber manera de salir, excepto por arriba, y las paredes eran demasiado lisas para poder escalarlas.

- Fay... no es que quiera abusar de tu ayuda, pero... ¿crees que podrías ayudarme a subir hasta el techo para salir de aquí? - le preguntó, aun presintiendo la respuesta.

- Negativo, amo. - dijo Fay directamente. - Me temo que no poseo la fuerza física necesaria para levitar llevando el peso de una persona. Pero no hay de qué preocuparse. La reliquia de la que hablo le permitirá salir de esta cámara sin dificultades.

Link dio un suspiro de resignación. En este momento le parecía que tal vez la zarpa de Alexandre le podría resultar de utilidad para salir. Fay, sin embargo, flotó hacia el cofre, como si estuviese evaluándolo o algo, y luego volteó hacia Link.

- Este es un cofre de la Diosa Hylia. - dijo Fay. - Muchos de ellos contienen reliquias antiguas de la Diosa, dejadas aquí para que ayudasen al héroe elegido en sus periplos futuros. Normalmente se requiere la activación de un sello especial para poder abrirlos, pero este parece haberse debilitado con el tiempo. Por favor, ábralo.

- ¿Estás segura de lo que dices? - dijo Proxi.

- Proxi, en defensa de Fay, todo lo que nos ha dicho hasta ahora ha sido de gran utilidad, ¿no es así? - dijo Link.

- Sí, pero... *suspiro*, qué remedio, la vas a escuchar a ella más que a mí.

Y así fue. Link se dirigió hacia el cofre para abrirlo. Una vez visto el contenido, Proxi, que se acercó a ver se sintió algo decepcionada, pues todo lo que había era un par de botas, aunque Link las miró con curiosidad, pues se veían muy particulares. Tenían placas protectoras en el frente y hasta la rodilla, suelas de metal y estaban adornadas con unas tobilleras de oro con forma de alas apuntando hacia atrás. Examinándolas por debajo, vio que tenían un orificio en el tacón por alguna razón.

- Estas son las Botas Voladoras, amo. - explicó Fay. - Están encantadas para almacenar partículas de aire en su interior, lo que le permite al saltar, ganar impulso adicional pateando el aire. Pero esta capacidad es algo limitada, y sólo permite un número finito de saltos, y es necesario permanecer en el suelo para poder recargarlas.

- ¿Saltar en el aire? - preguntó Link. - Quieres decir que con estas botas puedo saltar y mientras estoy en el aire impulsarme de nuevo para ganar más altura, ¿es eso?

- ¡Ah, ahora entiendo! ¡Puedes usarlas para salir! - dijo Proxi, emocionada.

- ¿Está bien que me las lleve, Fay? - preguntó Link, algo dudoso.

- La Diosa Hylia las dejó como un regalo para su elegido, amo. Si le son de utilidad, está en todo su derecho de usarlas como crea conveniente. - dijo Fay.

- Bueno, creo que no tenemos nada que perder. - dijo Link.

Se quitó sus botas y plegándolas las introdujo a fuerza en su alforja para colocarse este nuevo par. Al probárselas, no sintió nada extraño. Probó andar con ellas un poco, y se dio cuenta que no se sentían muy diferentes de sus otras botas, parecían hechas perfectamente a su medida.

- Creo que te quedan muy bien. - dijo Proxi. - ¿Por qué no darles una prueba?

- Como si tuviera otra opción. - dijo Link. - A un lado, por favor.

Link les pidió a las dos que le hicieran espacio para probar estas nuevas botas. Se colocó debajo del agujero en el techo, y tomando un profundo respiro, se encogió sobre sus pies y se dispuso a saltar. Para su sorpresa, escuchó un pequeño estallido de aire bajo sus pies, y consiguió saltar por lo menos dos veces su estatura de un sólo impulso, pero no era suficiente para llegar hasta la salida. Al aterrizar de nuevo (por alguna razón, sintió también que caía más despacio de lo normal), volvió a mirarse las botas. ¿Realmente funcionarían?

- Amo, es necesario que patee en el aire para ganar altura. - dijo Fay. - Imagine que está subiendo por una escalera, pero pisoteando con fuerza.

- Bueno, vamos a intentarlo.

Link volvió a saltar, y siguiendo el consejo de Fay, pisoteó con fuerza eh el aire. Sorprendentemente, funcionó, dar el pisotón generó otro estallido de aire que le ayudó a ganar altura, y lo hizo de nuevo después con el otro pie, como si estuviese subiendo por una escalera invisible, y consiguió llegar hasta el borde, para salir de la cámara. De vuelta en el corredor por donde vino, no pudo evitar echar una mirada a las suelas de las botas. De pronto el orificio tenía su significado. Seguramente podría usarlos para sorprender a Grahim cuando le tocara enfrentarlo. No era un mal recuerdo para llevarse de esa época

- Vaya, realmente funcionan. - dijo Proxi. - Fay, me retracto de todo lo que dije antes. No hay resentimientos, ¿verdad?

- Negativo, Proxi.

- Si ya terminaron de arreglar sus diferencias, creo que ya es tiempo de volver a lo que importa. - dijo Link. - Tengo una puerta qué sellar, y un demonio al cuál darle su merecido.

Y sin decir más, hizo todo el camino de vuelta hasta la sala donde Fay le dijo que se desviara del camino. Nuevamente sacó la espada para orientarse

Finalmente llegó hasta una sala central amplia, y en el otro extremo de ella, se encontraba el Portal de las Almas, pero cuando se disponía a correr hacia él para sellarlo, una risa malvada, una explosión de diamantes blancos y negros y la desagradable figura del autoproclamado señor de los demonios detuvieron su avance.

- No puedo permitir que sigas adelante. - dijo con su habitual aire altanero.

- Ya decía yo que esto parecía demasiado fácil. - respondió Link, tomando su espada.

- Así que tú y tus amigos pudieron derrotar a mi querida mascota. - dijo Grahim, fingiendo molestia. - Bueno, supongo que no debería sorprenderme, si tienes a tu querida nueva amiga contigo. ¿No es así, Fay?

- Este juego ya perdió su diversión. - dijo Link. - ¿Por qué no te ahorras la humillación y simplemente te apartas de nuestro camino?

- Qué curioso, yo estaba planeando pedirte lo mismo. - replicó Grahim. - Veamos de qué estás hecho, héroe legendario.

Dijo la última parte volviendo a sacar su lengua como serpiente, de esa manera tan repugnante igual que en su último encuentro. Link hizo una mueca de asco al recordar ese particular instante. Lo único que podría borrar ese recuerdo tan indeseable era acabar con él aquí y ahora. Proxi, por su parte, se escondió en el bolsillo de la túnica, pues no quería ver a ese ser, le daba demasiado miedo.

- Hazlo lo peor que puedas. - dijo Link, retándolo.

Indignado por la actitud desafiante del joven héroe, Grahim hizo el primer movimiento, lanzándose para darle una estocada directo a la cara. Instintivamente, Link colocó el escudo para bloquear el ataque e inmediatamente mandó un contraataque tratando de romper su posición, pero Grahim lo esquivó teletransportándose. No obstante, en esta ocasión, Link no iba a caer en el mismo truco dos veces y se anticipó, antes de que Grahim reapareciera (predeciblemente) detrás de él, saltó hacia el frente y rodó en el suelo para colocarse de nuevo en postura defensiva. El demonio pareció notarse satisfecho de que Link hubiese aprendido algo de su encuentro anterior y no cayera en la misma trampa. Chasqueó los dedos e hizo aparecer unos cuchillos en el aire, haciéndolos volar hacia su oponente. Igual que antes, Link se protegió con el escudo, y esta vez fue Grahim el que se lanzó en un asalto ofensivo. Se disponía a darle un corte vertical cuando lo forzó de rodillas con la fuerza de sus golpes, pero Fay intervino, colocándose entre los dos y usando su poder para repelerlo con un ataque giratorio.

- Siempre tienes que ser una espina en mi costado, ¿verdad, Fay? ¿Por qué no me dejas enfrentar al mocoso de manera justa?

- Es mi misión servir y proteger al héroe legendario. - replicó Fay. Link pudo percibir lo desafiante de sus palabras, a pesar de ese tono inexpresivo.

- Creo que esa parte ya está muy clara. Pero no pudieron contra mí antes, ¿qué les hace pensar que podrán hacerlo ahora?

Link estuvo a punto de decir que la última vez escapó después de dejarles a su mascota (a la cual lograron derrotar), pero no quiso darle sugerencias. En lugar de eso, decidió ayudar a Fay mientras los dos comenzaban a atacarlo juntos. Para compensar, Grahim comenzó utilizar uno de sus cuchillos sin arrojarlo, y pelear usando doble empuñadura en conjunto con su espada. El estilo probó ser efectivo, pues le permitió contrarrestar los ataques simultáneos de Link y Fay. En una ocasión, detuvo simultáneamente una patada de Fay que iba hacia su estómago con la espada, y usó el cuchillo para bloquear un tajo que Link apuntó hacia su cabeza. Teniéndolos en esa posición, los repelió con su magia, y prendió la hoja de su espada en llamas.

- Ahora, ¡sentirán mi poder! - dijo, clavando la hoja llameante, y disparando un torrente de fuego oscuro a ras del suelo directo hacia Link.

El rubio saltó fuera del camino, justo antes que las llamas explotaran debajo de él. Fay voló hacia Grahim como una flecha tratando de embestirlo, pero Grahim la golpeó con tal fuerza que la estampó contra la pared, creando una explosión de fuego con la espada al impactarla. El golpe claramente la aturdió, y cuando Link trató de correr hacia ella para auxiliarla, Grahim se teletransportó.

- Primero tendrás que lidiar conmigo. - dijo Grahim, poniéndole el cuchillo en el cuello.

Link no esperó para darle oportunidad de amenazarlo. En cuanto se dispuso a darle un tajo con la espada, tomó ventaja del impulso de las botas para dar una voltereta por encima de Grahim y ponerse por detrás de él, preparándose para empalarlo por detrás. Grahim no se esperaba esto y apenas pudo reaccionar, arrojándole el cuchillo antes de aproximarse para darle un tajo que iba hacia la sección media del cuerpo. Link lo esquivó saltando, pero Grahim pudo ver que no fue un salto simple, el muchacho pateó el aire, para ganar más impulso, y se dejó caer desde más alto para golpearlo con más fuerza.

- ¡AAARRRGHH! - gritó de dolor el demonio al sentir el filo golpearlo en el hombro.

El corte no fue muy profundo y ciertamente no era letal, pero al parecer Grahim tenía muy poca tolerancia al dolor, pero Link no se amilanó y de inmediato se fue con un segundo ataque, una estocada al estómago. Antes de que se le hundiera, Grahim interceptó la espada por el filo con la mano libre, deteniéndola en seco, sólo para recibir un golpe con el borde del escudo directo en la cara. Grahim se enfureció, el recibir golpes en la cara era lo que más detestaba, y tomando ventaja de que Fay seguía fuera del juego por ahora, comenzó a concentrar sus ataques de tal manera que Link se veía forzado a protegerse con el escudo. El muchacho no se daba cuenta de que el demonio estaba dirigiendo cada golpe específicamente al mismo punto, y que el filo de la espada iba cargado con energía maligna que lo debilitaba gradualmente. Después de unos quince o veinte impactos en el mismo lugar, sucedió lo inevitable.

¡CRACK!

- ¿Pero qué...?

De pronto, Link se encontró con su brazo derecho totalmente desprotegido. Su escudo se partió en pedazos tras recibir varios impactos de la espada de Grahim, y el demonio estuvo a punto de aprovechar el shock de lo que acababa de suceder para conectar un golpe certero, si no fuese porque en ese instante, Fay recobró el sentido y pudo lanzarse a protegerlo, embistiéndolo literalmente de cabeza.

- Amo, sugiero que combinemos nuestros poderes para enfrentar a Grahim. - le dijo.

- ¿No lo estamos haciendo ahora? - preguntó Link, sin entender lo que decía.

- Me transformaré en la Espada Divina. Tiene que blandirme en conjunto con su propia espada. - aclaró Fay. - No tiene que preocuparse, yo le ayudaré a guiar sus movimientos.

Sin muchas más opciones, Link aceptó. Fay se transformó en la misma espada que empaló al Durmiente en el enfrentamiento anterior, y Link la tomó de la empuñadura mientras flotaba en el aire con su mano derecha, que ahora estaba libre por haberse quedado sin escudo. Grahim no pareció sentirse sorprendido ni mucho menos de ver a Link utilizando doble empuñadura o de que una de sus dos espadas fuese Fay, y simplemente se lanzó a atacarlo. Instintivamente, o tal vez por algo más, Link se defendió trabando la espada de Grahim entre las suyas, y lo pateó en el estómago. El estallido de aire sirvió para aumentar la fuerza de la patada, mandándolo a una distancia más que considerable. Y antes de que se pudiera reponer de él, Link de nuevo se impulsó con las botas, dándole un golpe doble cruzado todavía mientras estaba en el aire, y empezando a asaltarlo con un combo alternando entre Fay y su propia espada. De pronto sus movimientos empezaron a cambiar, volviéndose más impredecibles. Grahim, al asociar a este mocoso con el héroe al que se enfrentó antes, de pronto se vio tomado fuera de guardia al verlo pelear con dos espadas a la vez, como si fuese otro adversario totalmente diferente. En un arranque de desesperación, intentó de nuevo la técnica de aparecer y reaparecer en su punto ciego para atacarlo por sorpresa. Pero el primer intento falló cuando al tratar de darle un tajo por la espalda, su espada fue interceptada, sin que el muchacho siquiera se diera la vuelta, sólo puso la hoja de Fay en el camino de la suya. Y un segundo después sí se dio la vuelta para responderle con un corte de la otra. Grahim se alejó para arrojarle sus cuchillos, esta vez imbuidos con su magia oscura, pero estos fueron repelidos por movimientos mínimos de la Espada Divina. Fue entonces que se dio cuenta: era como si la espada (o más bien, Fay) estuviese guiando su brazo. Fay no bromeaba al decir que le ayudaría a guiar sus movimientos.

- Ya entiendo. - murmuró el joven héroe.

Link no estaba acostumbrado a utilizar dos espadas simultáneamente, a pesar de ser capaz de utilizarlas a una sola mano tanto con la derecha como la izquierda, siendo esta última la dominante, así que la asistencia que le daba Fay le resultaba muy útil. Mientras él atacaba con la mano izquierda, Fay predecía los ataques de Grahim y reaccionaba para defenderse de ellos, bloqueando cuando era necesario y creando aberturas para contraataques. El demonio empezaba a enfurecerse de ver que el muchacho había robado su truco, y le estaba dando una paliza con él. Y siempre que intentaba escabullirse con su teletransportación, se encontraba con la hoja de la Espada Divina de frente para bloquearlo, o atacarlo si tenía la oportunidad. Link, por su parte, de pronto tenía una extraña familiaridad, como si también supiera lo que iba a hacer Fay.

Encima de todo, Grahim cometió el error de no haber evaluado en profundidad hasta qué punto habían regresado sus poderes, por haber recién despertado de su letargo, pues estaba tan determinado en consumar su venganza que no le prestó atención. Haber invocado al Durmiente la otra noche, el hechizo de control mental (fallido) que intentó usar con Volga, y ahora la repetida teletransportación estaba pasándole factura, y pronto pagaría el precio. Link ya se estaba dando cuenta de su agotamiento.

- ¿Qué pasa? - le preguntó. - ¿Eso es lo mejor que el Señor de los Demonios puede hacer?

- ¡Mocoso insolente! ¡Te enseñaré a respetar mi título! - exclamó Grahim.

Grahim saltó hacia Link en una arremetida suicida, dejando de lado toda precaución, sólo quería empalarlo en su espada a como diera lugar. Fay reaccionó y lo detuvo poniéndose justo en el punto donde iba a clavarse la hoja del demonio, haciendo que desperdiciara el ataque. Quedando en una posición vulnerable, Link inmediatamente se lanzó con las dos espadas haciendo una ráfaga de ataques en sucesión rápida antes de darle a Grahim tiempo de montar su defensa. La asistencia de Fay le permitía encadenar los golpes mucho más rápido que si lo hiciera por sí sólo, y eso eran malas noticias para el demonio. Finalmente, consiguió volarle de las manos su espada, y al quedarse desarmado, Link comenzó a darle tajos directamente en el cuerpo, haciéndolo retroceder con cada impacto, culminando con un doble cruzado en el pecho con fuerza suficiente para lanzarlo cerca del portal abierto. El factor curativo del demonio parecía estar flaqueando, pues las marcas de los ataques permanecían allí y tardaban mucho más en regenerarse.

- No podrás derrotarme... ¡SOY INMORTAL! ¡AUNQUE ME DESTRUYAS, REGRESARÉ DE UNA U OTRA FORMA! - exclamó. - ¡NO PIENSO PERDER ANTE UN MOCOSO INSIGNIFICANTE!

- "Amo, esta es su oportunidad." - escuchó Link la voz de Fay dentro de su cabeza. - "Arroje a Grahim a través del Portal de las Almas y séllelo inmediatamente. Eso lo atrapará en el limbo del tiempo."

- "Entendido, Fay." - respondió Link mentalmente, luego en voz alta se dirigió a Grahim. - De acuerdo, quizás no pueda matarte, pero sí puedo mandarte a donde no podrás hacer ningún daño.

- ¿Qué quieres decir, maldito mocoso?

Link no respondió verbalmente, simplemente saltó hacia Grahim tan fuerte como pudo, dándole un golpe con la Espada Divina, lanzándolo a través del portal, mientras este lo maldecía diciendo que volvería para vengarse de él. Sin prestarle atención, Link alzó su propia espada, ya listo para activar el hechizo de sellado de una vez y cumplir con su misión. La espada comenzó a resplandecer con una luz dorada, concentrando todo el poder, y Link la bajó con fuerza, disparando una cuchilla de energía sagrada masiva que impactó en el portal, y lo hizo colapsar en sí mismo. Estaba hecho, por fin había podido terminar con él, y con Grahim de un sólo golpe.

- Uff... eso fue suficiente. - dijo Link. A su vez, Proxi salió de su escondite, y Fay retornó a su forma original.

- ¿Eso fue todo? ¿Ya se fue? - preguntó la hadita.

- Sí, ya no nos causará más problemas. - dijo Link. - La misión está cumplida.

- Todavía no, amo. - puntualizó Fay. - Queda una cosa más por hacer.

- Es cierto. Volga. - recordó Link.

Sus amigos todavía estaban lidiando con él allá arriba. Con Grahim fuera del camino y el Portal de las Almas sellado, sólo quedaba una cosa más por hacer. Volver hacia las islas en el cielo con su pelícaro y terminar con el caballero dragón. Entonces, su misión en esta época por fin estaría completada.

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Un poco después...

Alexandre y Garrett tardaron cerca de una hora de camino en llegar a pie hasta el lugar donde Volga se había estrellado. La marca del impacto era tan evidente que aún desde lejos pudieron verla. La tierra alrededor había quedado prácticamente deshecha, afortunadamente no había nadie cerca de ese lugar que estuviese allí en el momento del impacto. Y justo cuando estaban llegando, pudieron ver a Link y Fay aproximándose desde el aire. El muchacho descendió y saltó fuera de su montura para reunirse con sus camaradas.

- Y la caballería llega... aunque algo tarde. - dijo Alexandre.

- *Silbido*, ¿qué pasó aquí? ¿De qué nos perdimos? - preguntó Link.

- No mucho. Sólo vimos como una ballena gigantesca le disparaba un rayo masivo a Volga, y lo hizo terminar aquí. - respondió el lancero.

- ¿Ballena? - Link no entendió a qué se refería, después de todo no estaba allí para ver a Levias.

- La deidad guardiana de estos cielos, Levias, tiene el aspecto de lo que los humanos llamarían un pez gigantesco, o como lo dice el joven Alexandre, una ballena. - explicó Fay.

- Dejando eso de lado... ¿acabaron con él? - preguntó Link.

- Es lo que vinimos a averiguar. - dijo Alexandre. - Y por si hace falta persuadirlo de que es mejor que se quede muerto.

Los cuatro se quedaron mirando el cráter llameante que había frente a ellos, en donde Volga se había estrellado. Se acercaron con mucha cautela, y pudieron ver la figura roja alada yaciendo en el centro del cráter, todavía envuelto en llamas, pero inmóvil. Contrario a lo que esperaban, sin embargo, no estaba muerto, y el ataque que recibió de Levias tuvo un efecto que ninguno de ellos podría haber imaginado. El trauma fue lo suficientemente fuerte para romper el bloqueo mental provocado por los hechizos de control mental de Cya y Grahim, y por fin comenzaba a recuperar la conciencia de sí mismo.

- Puedo percibir que aún permanece con vida. - dijo Fay.

- ¿Tenías que decirlo? - protestó Alexandre.

- Atentos. - dijo Link. - Si sigue con vida, sólo tenemos que rematarlo.

Las llamas comenzaron a apagarse, mientras los tres caballeros tenían sus armas preparadas para cuando inevitablemente volviera a salir su adversario. Volga emergió, pero ya no en su forma de dragón, sino de vuelta en su forma humanoide. Parecía exhausto, y no era para menos después de todo lo que habían hecho para derrotarlo hasta ahora. Estaban listos para atacar, pero lo que hizo a continuación los tomó totalmente por sorpresa: clavó su lanza en el suelo, y se arrodilló sobre su pierna izquierda agachando la cabeza, lo cual era el tradicional signo de rendición. Y si no fuera suficiente, ninguno de ellos podía haber imaginado las palabras que salieron a continuación de su boca:

- Héroe legendario... lograste romper el control que esa maldita bruja tenía sobre mí. Más aún, tú y tus compañeros fueron capaces de vencerme aún en mi verdadera forma mientras estaba fuera de control. Se han ganado todo mi respeto.

Los tres jóvenes se miraron entre ellos, como si buscaran que alguno de los otros les confirmara lo que habían acabado de escuchar. ¿Volga los estaba halagando? Más que eso, ¿se estaba rindiendo? Link decidió ser el que le respondiera, pero manteniendo una distancia prudente en caso de que fuese una trampa. No podían bajar la guardia.

- ¿De qué estás hablando? - le preguntó.

- Nunca fue mi elección participar en esta guerra. - declaró Volga, poniéndose de pie, pero sin tomar de vuelta su arma. - Fue ella quien me obligó. Me lanzó un hechizo de control mental para doblegarme a su voluntad, y convertirme en su lacayo.

- ¿Te refieres a Cya? ¿Quieres decir que ella te ha estado controlando todo este tiempo? - dijo Link.

- Así es. Los caballeros dragón ya estamos casi extintos. Sólo vivimos por y para la batalla, pero eso no sirve de nada si no hay oponentes que valgan la pena. Quería terminar el resto de mis días durmiendo, lejos de las guerras de los humanos. Pero, entonces, ella apareció. Hubiera preferido que me matara por resistirme antes que vivir bajo su control.

El tono con el que Volga hablaba claramente dejaba ver que se sentía herido en su orgullo, por haber caído bajo el control de Cya. Eso ellos podrían comprenderlo, si tenía su propio código de honor como guerrero, era lógico que eso le resultase un destino peor que la muerte. Claro, ninguno de ellos podía olvidar todo lo que les había hecho y los problemas que les había causado, pero extrañamente, algo dentro de ellos les decía que no estaba mintiendo con esto. No obstante, Link quiso estar seguro, y le susurró a Fay que flotaba a su lado:

- Fay, ¿está diciendo la verdad?

- Al 100%, amo. No percibo mentiras ni intenciones maliciosas en él. - replicó Fay.

- De acuerdo, ¿qué piensas hacer ahora que estás fuera de su control? - dijo Link, dirigiéndose a Volga. - Si ya no quieres causarnos problemas, lo mejor que puedes hacer es apartarte de nuestro camino para que podamos derrotar a Cya.

- ¿En serio piensan que podrán contra ella? - preguntó Volga. - ¿Tienen alguna idea del poder que posee? Y no estoy hablando de la Trifuerza. La magia de esa mujer ya era increíblemente poderosa por sí misma, ninguno de nosotros podría imaginar de lo que sería capaz con su preciada reliquia.

- Vaya, gracias por el voto de confianza. - dijo Alexandre.

- Quizás no sepamos de lo que Cya es capaz de hacer, pero si nos rendimos ahora ya habremos perdido con toda seguridad. - dijo Link. - Seguiremos luchando mientras aún exista una oportunidad, por ínfima que sea.

- Tienes una gran determinación, héroe legendario. - dijo Volga. - Me pregunto si fue una de las razones fue lo que hizo que ella se obsesionara contigo.

- Mi nombre es Link. - declaró el muchacho firmemente. - Estoy harto de que la gente se refiera a mí por un título que ni siquiera estoy seguro de merecerme.

- De acuerdo... Link. - respondió Volga. - Te lo preguntaré de nuevo, ¿realmente piensas que puedes derrotar a Cya?

- No se trata de si puedo o no. - respondió Link. - Se trata de que debo hacerlo. Y pienso seguir adelante, hasta las últimas consecuencias.

- Ya veo. En tal caso... quiero hacerte una petición, como guerrero. - dijo esto, volvió a tomar su lanza. - Un duelo, uno a uno, sólo tú y yo.

- Oye, espera, ¿quién te crees para...? - Alexandre quiso protestar, pero Link lo detuvo. Quería escuchar todo lo que Volga tenía que decir.

- ¿Puedo preguntar por qué razón? - dijo Link.

- Hace siglos que no me enfrentado a un digno adversario, y quisiera probarme contra ti. - respondió el caballero dragón. - Pero la segunda es más importante. Velo como una especie de prueba. Si no puedes derrotarme a mí, ten por seguro que no tendrás ninguna oportunidad contra Cya.

Link miró a sus amigos, como si les preguntara qué opinaban al respecto. La expresión de Fay permanecía tan estoica como siempre, las de Alexandre y Garrett, a pesar de no decir ni una palabra, claramente decían que ellos pensaban que era una mala idea, pero si él quería hacerlo no lo iban a detener, y Proxi era la única que constantemente lo gritaba a viva voz: "¡Es una trampa, no lo hagas!". Finalmente, dio unos pasos al frente y desenvainó su espada.

- No tengo mi escudo conmigo. - señaló Link.

- Amo, puedo ofrecerme como arma adicional para compensar. - dijo Fay. Inmediatamente se transformó en su forma de Espada Divina, y Link la sujetó. Luego se dirigió hacia Volga.

- ¿Estás de acuerdo con esto? Usaré dos espadas contra ti. - propuso Link. Volga no tuvo objeciones al parecer.

- Me parece justo. - le respondió, poniéndose en guardia con su lanza, que de inmediato se prendió en llamas. - No te contengas conmigo, porque yo no lo haré.

Los dos se miraron fijamente uno al otro, mientras los otros sólo permanecían como espectadores. Sería un duelo uno a uno, y por mucho que se sintieran tentados, no podían intervenir. Aparte, este duelo no era como ninguno que hubieran tenido. Casi les costaba creer que Volga estuviese parado frente a ellos de esa manera, dispuesto a pelear de manera justa contra Link. Fay era la única que sabía con certeza cuál era el motivo. Volga esperaba de hecho que Link fuese capaz de hacerlo caer. Después de haber quedado bajo el control de Cya todo este tiempo, pelear una última batalla y caer ante un oponente verdaderamente digno sería la manera más honorable de abandonar este mundo. Si esta sería su última batalla, la disfrutaría al máximo. Tomadas las precauciones, todos salieron del cráter, para pelear en un sitio más despejado, mientras los amigos de Link mantenían su distancia, respetando el deseo de los combatientes.

Volga rugió al hacer el primer movimiento, lanzándose para dar una estocada con la lanza en llamas. Link reaccionó inmediatamente y dio un doble salto, apoyándose con las botas para dar una voltereta y colocarse detrás de Volga para un contraataque. Previendo su intención, el caballero dragón se dio la vuelta para dar un tajo de revés, y su lanza fue detenida por la Espada Divina. La fuerza de Volga era claramente superior, y consiguió empujarlo un poco, pero pudo resistir y en cuanto se detuvo, mandó una estocada doble directo a la cara de Volga. El caballero dragón apenas alcanzó a mover la cabeza para evitarla, y Link se alejó de él saltando hacia atrás. Volga inmediatamente ejecutó una serie de tajos rápidos, tomando ventaja de la doble punta de su lanza para tratar de atacar en varios puntos del cuerpo de Link, en particular los que estuvieran desprotegidos, pero el héroe alcanzaba a evadirlos haciendo movimientos mínimos, como si pudiera predecir lo que estaba haciendo. Más todavía, cuanto intentó darle un tajo hacia las piernas para derribarlo, Link saltó y aterrizó directo sobre sus hombros. Aparte de desequilibrarlo, esto lo dejó vulnerable cuando Link se dio la vuelta e hizo descender sus dos espadas con todas sus fuerzas para darle un tajo en la espalda. Los golpes no sólo conectaron: le agrietaron la armadura y le causaron dolor.

- ¡Urgh! - gruñó Volga al sentir ese doble golpe directo de Link. - Eres fuerte... para ser humano.

Link se limitó a sonreír de medio lado, como si realmente se sintiera halagado por ese pequeño comentario. Admitiéndolo, Volga era también un digno oponente, y si le estaba dando lo mejor, lo menos que podía hacer era responderle de la misma manera. Dejando de mantenerse a la defensiva, Link empezó a usar sus dos espadas en conjunto para, no sólo bloquear los ataques de Volga, sino interceptarlos en el punto exacto para interrumpirlos y con eso crear aberturas para atacar él. Incluso aunque se tratara de un oponente más grande y fuerte que él, interrumpir un ataque en el momento exacto no sólo lo salvaría de recibir daño, sino que dejaría a su oponente vulnerable por un par de segundos y expuesto a un contraataque. Con esto en mente, cuando Volga trató de irse con una estocada nuevamente, en vez de quedarse quieto a recibirla, usó las botas para impulsarse con las dos espadas apuntando hacia el frente, interceptando la punta de lanza en llamas con ambas simultáneamente, e inmediatamente pateó el aire mientras Volga aún estaba aturdido para ponerse a rango de golpe. Dio dos golpes consecutivos formando una X al pecho del caballero dragón, haciéndolo retroceder, pero no presionó más con el ataque, pues no quería arriesgarse a ponerse demasiado cerca más del tiempo necesario.

A distancia, Garrett y Alexandre no podían evitar admirar como Link peleaba contra Volga él solo y lograba mantenerse bastante bien por sí mismo. Antes, hicieron falta por lo menos dos de ellos para poder superarlo o al menos igualarlo, estaban seguros de que nadie podría enfrentarlo en pelea uno a uno. Por supuesto, Link contaba con el factor de las botas voladoras para una ventaja adicional de acercamiento y evasión, pero incluso durante este duelo no estaba abusando de ellas más de lo necesario, e incluso, aunque ellos no lo sabían, Fay se mantenía en posición pasiva y a diferencia del duelo con Grahim, permitía que fuese él quien tomara el control. Aparte, asumiendo que Volga estuviese agotado por los enfrentamientos que llevaban con él hasta ahora, eso también nivelaba el juego.

La lanza de Volga seguía chocando contra las espadas de Link. El espadachín rubio medía cada movimiento y hacía uso de todo lo que había aprendido de sus anteriores enfrentamientos con el caballero dragón para anticiparse a sus ataques, y reaccionar a ellos en el momento y de la manera adecuada. La lanza en sí misma, tenía sus puntos que quedaban vulnerables en determinado instante, y al atacarlos, Link podía lanzar una contraofensiva brutal. Volga tenía la extraña sensación de que los movimientos del muchacho se volvían más rápidos a cada instante que pasaba. Al ponerse a distancia de ataque, Link ejecutó un combo de dos tajos horizontales seguidos por una estocada hacia la cabeza. Volga alcanzó a bloquear el primero, pero en el segundo de nuevo sufrió ese efecto de aturdimiento al golpear en el punto exacto (le dio en la mano que sostenía la lanza) lo que le impidió bloquear la inminente estocada.

- "No... no podré esquivar a tiempo." - fue lo que pensó al ver la punta de la espada acercándose.

¡KLANK! Uno de los cuernos del casco de Volga voló por los aires. La única reacción que pudo hacer para impedir ese golpe que podría haber sido fatal al enterrársele directamente en medio de los ojos fue bajar la cabeza y esperar que su casco con forma de cráneo lo protegiera. Volga por impulso cerró los ojos y todo lo que supo al sentir el golpe fue que escuchó un ruido metálico. Al abrirlos de nuevo, pudo ver a Link volviendo a ponerse a media distancia para tomar aliento, y mirando por la esquina del ojo pudo ver algo que reconoció como uno de los cuernos de su casco clavado en el suelo. Por instinto se llevó la mano hacia ese lugar sólo para estar seguro, y en efecto, comprobó que el cuerno ya no estaba allí. Tuvo suerte de que la espada de Link golpeó en ese cuerno, pues si hubiese impactado en el centro, había una posibilidad de que le perforara el casco y con él cráneo.

- Tiene habilidad, no lo puedo negar. - admitió en voz baja. - ¿Será posible que pueda derrotarla sólo con eso y con su determinación?

Él quería creer que era así. Habían sido enemigos, pero después de lo que Cya le había hecho... tal vez él no tuviera el poder para enfrentarla y vengarse de ella, pero tenía que estar seguro de que habría alguien que sí podría. Si Link podía superarlo a él en batalla, si tenía la fuerza para vencerlo... tenía que demostrárselo. Ese era el motivo de este duelo uno a uno.

Haciendo acopio de sus últimas fuerzas, Volga volvió a la carga iniciando un feroz asalto, pero Link logró repeler cada uno de ellos sin problemas. Incluso los golpes que no conectaban directamente no eran un desperdicio, pues aunque no lo dañaran, lograban ponerlo en posición vulnerable para después insertar un golpe devastador. Link utilizó las botas para dar un salto acrobático y colocar los dos pies en posición para patearlo en el pecho al tiempo que soltaba las ráfagas de aire comprimido directamente sobre él. Volga salió despedido hacia atrás mientras Link aterrizaba de vuelta en el suelo dando una voltereta sin problemas.

- Ha... ha... ha... eso... fue muy astuto. - dijo Volga. No lo recriminaba por aprovechar sus recursos.

Por haber gastado su energía en su forma draconiana antes, lanzando fuego fuera de control y sin detenerse, Volga se había quedado apenas con suficiente poder para un último ataque. Esto era todo, un ataque a gloria o muerte, ya no tenía para más. Reuniendo todo el poder que le quedaba, comenzó a inhalar, preparándose para lanzar su mejor ataque de fuego con lo que tenía. Link se dio cuenta de lo que planeaba, esto era igual que en su primer encuentro. Lamentablemente, esta vez su fragmento de la Trifuerza no estaba allí para protegerlo, pero él tenía otro as bajo la manga. Sólo tenía que esperar hasta el último instante.

- ¿Qué estás haciendo, Link? - gritó Proxi.

- ¿No ves que está a punto de rostizarte? - exclamó Alexandre. - ¡Aléjate de allí!

Pero Link no se movía. Volga le estaba gritando a los cuatro vientos el ataque que iba a usar, dándole amplia oportunidad de correr y atacarlo mientras lo preparaba. Esto era un duelo de honor, todos lo sabían, pero ¿era necesario ir tan lejos? ¿Dejarle al oponente la oportunidad de usar un ataque que podría convertirlo en cenizas? Poniendo el último aliento que quedaba y con un poderoso rugido, Volga dejó salir el poderoso chorro infernal hacia Link. Ni siquiera en ese instante se movió de su lugar, todo lo que hizo fue asumir la postura, como si tuviese la intención de recibir todo el ataque directamente.

- ¡LINK! - gritaron Alexandre, Garrett y Proxi simultáneamente.

A primera instancia, pareció que el chorro de fuego incineró a Link por completo. Alexandre quería correr a gritarle algunas cosas, aunque eso tendría poco sentido si no quedaba nada de él a lo que le pudiera gritar. Pero al cabo de unos segundos, las llamas alrededor de Link se dispersaron. Proxi, que era la única que había estado la vez anterior, por un momento creyó que había sido de nuevo el fragmento de la Trifuerza hasta que se acordó que ya no lo tenía. La respuesta llegó unos segundos después: Link había ejecutado la técnica secreta de su familia, el ataque giratorio, justo en el último segundo antes de que el fuego lo alcanzara. El giro de tornado actuó como un escudo, desviando las llamas y permitiendo que saliera ileso, aunque algo mareado, de ese último ataque, y la efectividad se duplicó al empuñar dos hojas en lugar de una sola. Sin embargo, no tardó en recuperar el equilibrio, y apenas lo hizo, miró a Volga con determinación.

- Diste un gran combate, Volga... pero es hora de terminar. - declaró, apuntándolo con la Espada Divina.

Volga ya no tenía fuerzas para salir huyendo, pero aun sabiendo que su derrota era inminente, decidió quedarse de pie hasta el final, se defendió como pudo hasta que finalmente Link lo golpeó en la mano que sujetaba su lanza, haciéndolo soltarla. Con su arma cayendo pesadamente a un lado, se resistió de gritar ante cada golpe del acero de Link, sintiendo que las fuerzas lo abandonaban cada vez más, pero no se sentía mal por perder. Todo lo contrario, se sentía bien, por haber peleado este combate con su propia fuerza, y por el honor de ser vencido por un oponente tan formidable. Ni siquiera retrocedió cuando vio que Link echaba su espada hacia atrás para tomar impulso.

- ¡EAAARRGHH! - gritó Link, dando la estocada final.

El golpe fue limpio, la hoja de Link atravesó la armadura y el pecho de Volga en su totalidad hasta la empuñadura, sacando la punta por el otro lado. Volga botó sangre por la boca, mucho más oscura que la de un humano, la misma que ahora llenaba la espada del héroe, que la retiró con cuidado. Link envainó su espada mientras Fay volvía a asumir su forma ordinaria, tomando ambos una distancia prudende por si intentase algún truco de último momento. El caballero dragón cayó de rodillas, mortalmente herido, pero aún con suficiente fuerza para dirigirle a su vencedor unas palabras finales.

- Me has... derrotado... Link... el héroe... legendario...

- Ya te dije que no me llames así. - dijo Link.

- Te has ganado... ese título. Por respeto... te otorgaré... un regalo. - dijo Volga.

- No necesito regalos, menos tuyos. - dijo Link.

- En tal caso... una última... petición... mi arma. - Volga alargó la mano para recoger su lanza. Los otros se pusieron sobre aviso, creyendo que intentaría algún ataque suicida para llevarse a Link con él.

- Su intervención no es requerida. - dijo Fay, interponiéndose en su camino.

Y así fue, Volga no intentó nada al recoger la lanza.

- Imbuiré... mi lanza... con una... porción de... mi espíritu. - dijo Volga, se le hacía más difícil. - Mi poder... es ahora... suyo. Úsenlo... para derrotar... a Cya. ¡RAAAAAAAAAAAAAAAARRRRGHHHH!

Link instintivamente se alejó de Volga cuando comenzó a rugir. Pero no lo atacó. Su cuerpo comenzó a desintegrarse en un rastro de llamas y cenizas rojas y negras, concentrándose en el aire y tomando la forma de una silueta que recordaba enormemente su forma de dragón. Pero esta no los atacó, en lugar de eso, se fue directo hacia la lanza que estaba en el suelo. Después de unos segundos, no quedaba ningún rastro de Volga más que unas cuantas cenizas y una enorme mancha en el suelo. Pasaron unos segundos antes de que nadie dijera o hiciera nada. Los amigos de Link finalmente se aproximaron y se quedaron viendo la lanza. Ninguno de ellos se atrevía a recogerla, como si esperaran que cobrase vida en cualquier momento. Finalmente, fue Link el que recogió la lanza. Sorprendentemente, no se sintió tan pesada como podría parecer a simple vista, como si hubiera alguien que le estuviese ayudando a levantarla.

- Volga dijo... que su poder ahora es nuestro. - dijo Alexandre.

- El espíritu del caballero dragón se ha fusionado con esta lanza. - explicó Fay.

- ¿Es seguro usarla? - preguntó Link.

- Afirmativo, 100% seguro. - respondió Fay. - No percibo intenciones malignas en el arma. El caballero dragón era 100% sincero en sus intenciones.

- Tal vez... sólo quería que alguien lo vengara, por lo que Cya le hizo. - dijo Garrett.

- En ese caso... - dijo Link, aproximándose hacia Alexandre, y extendiéndosela. El lancero se sorprendió.

- ¿Yo? ¿Es broma?

- Sacrificaste tu lanza durante la batalla con el Durmiente. - dijo Link. - Es obvio que necesitas un reemplazo, y no creo que puedas conseguir una mejor.

- ¡¿Estás loco?! ¿Qué tal si el espíritu de Volga se apodera de mí y termino matando a todos? - exclamó el lancero, aterrado ante la idea de blandir un arma posesionada por un espíritu.

- No lo hará. Volga en realidad nunca tuvo nada contra nosotros, él no quiso tomar parte en nada de esto. Y aunque ese fuera el caso, confío en que podrás controlarla. - aseguró Link.

- Pero...

- Alexandre, estoy seguro que te enseñaron, igual que a mí, que las armas, por poderosas que sean, siguen siendo armas. Sólo son objetos, herramientas que no pueden hacer nada sin las manos que las empuñan. - dijo Link. - Te la estoy dando porque confío en ti, porque creo que sabrás usarla para hacer el bien.

Esas palabras dejaron a Alexandre mudo, sin poder dar réplica. ¿Realmente Link tenía tanta confianza en él, para dejarle un arma tan poderosa y potencialmente peligrosa en sus manos? No lo veía como un segundón, sino como su compañero. Ni aunque él fuese el héroe legendario se veía como más que él. Le estaba legando una gran responsabilidad.

- De acuerdo. - dijo, finalmente tomándola con sus manos. - Wow, se siente realmente poderosa. La utilizaré bien. Y mientras tanto... creo que ya no necesitaré esto.

Tomó el Cetro de Fuego, retraído en su forma de vara en su cinturón, entregándoselo a Link. El espadachín se lo colocó de vuelta en el suyo. No le molestó que se lo devolvieran, al fin y al cabo ya lo había utilizado antes, pero estaba seguro de que Alexandre se acomodaría mucho mejor con la lanza de Volga de lo que jamás lo hizo con el Cetro.

- Nuestra tarea está completada. - dijo Fay. - Sugiero una retirada inmediata, que nos mantengamos fuera de la vista.

- ¡Oye, era yo la que iba a decir eso! - dijo Proxi. - Pero tiene razón, Link. Sería bueno que nos vayamos antes de que alguien más aparte de ese demonio afeminado te confunda con el de su época.

En eso todos podían estar de acuerdo. La misión había sido un éxito. Y no sólo eso, en el proceso, ganaron una nueva aliada y un arma muy poderosa. Este último duelo con Volga había resultado algo más de lo que Link hubiera esperado, pero a pesar de todo lo sucedido, el joven héroe se sentía en el deber de honrar la última petición de su adversario. De cierta manera, en este momento casi lamentaba haber tenido que matarlo, pensando que tal vez hubiese podido ser un gran valor agregado a sus filas. Aunque pensándolo de otra manera, quizás no todos estarían de acuerdo en ello, y si Volga quería morir como un verdadero guerrero, era lo mejor que podía hacer.

Podía sentirse muy satisfecho consigo mismo. El Portal de las Almas estaba sellado. Sólo restaba esperar para regresar al presente, y reunirse con el resto de sus amigos. Juntos derrotarían a Cya y le pondrían fin a esta guerra sin sentido.

Esta historia continuará...

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