Capítulo 10: Tierra en el cielo Parte I
"Link y sus compañeros salieron de su portal, para encontrarse con una tierra cuyas vistas eran fantásticas. Aunque habían escuchado relatos de la tierra que existía sobre las nubes, el ver a Altárea con sus propios ojos no podía comparársele de ninguna manera. Después de todo, los registros históricos relataban que los fundadores del reino de Hyrule literalmente descendieron desde el cielo para comenzar a poblar la superficie.
Sin embargo, sin que ninguno de ellos lo supiera, no eran los únicos que habían llegado a esta tierra. Intentando conseguir al héroe de cualquier manera, Cya había enviado a su sirviente con el cerebro lavado, Volga, a encontrarlo y capturarlo vivo e ileso a toda costa, y con explícitas instrucciones de remover del camino a quien fuera o lo que fuera que se interpusiera en su camino.
Mientras Link y sus aliados recorrían la tierra en el cielo en busca del Portal de las Almas para sellarlo, pronto se encontrarían de frente con su perseguidor, y con otra entidad maligna que, sin que la hechicera oscura lo supiera, había liberado de su encierro junto con el fragmento del espíritu de Ganondorf. El héroe legendario y sus compañeros tendrían que hacerles frente para protegerse a sí mismos y a Altárea del desastre..."
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Sobre el cielo del reino de Hyrule, año 00XX según el calendario tradicional...
Desde tiempos inmemoriales, los humanos han transmitido a todas sus generaciones esta legendaria historia, que relata el origen de todo lo conocido... la batalla más cruenta y despiadada que se haya vivido jamás.
De los entresijos de la tierra se originó la esencia de la pura maldad. Desde que colocó sus sucias manos en aquel mundo, sometió a todo ser viviente a las pesadillas más desgarradoras y barbáricas, arrasando con sueños y vidas de todo aquel que tenía en su interior un ápice de esperanza, de lucha y fortaleza.
Sus discípulos, empujados por sus sádicos impulsos, destruyeron todo paisaje que significara la presencia de vida, disfrutando los gritos de dolor y angustia que salían de las bocas de sus víctimas, quienes rogaban una piedad que simplemente era un espejismo. Todos aquellos actos estaban siendo motivados por un solo propósito, el cual la esencia del mal deseaba obtener al precio que sea, sin importar a quién tuviera que aplastar. Anhelaba con desquicio extremo el poder omnímodo que cierta deidad protegía. Hylia, preciosa y divina dama que fue bautizada como la "Diosa Blanca", y quien resguardaba desde hace varios siglos, y con profundo recelo, el majestuoso tesoro que las divas del reino sagrado le habían encomendado, el cual no era otro que la legendaria Trifuerza, sagrada reliquia capaz de conceder cualquier deseo sin discriminar el corazón del ser que la poseyera, sin diferenciar entre el bien y el mal.
Sabiendo que el mal no cedería ante sus bajezas, la Diosa Blanca se dedicó a la incansable búsqueda del hombre capaz de derrotar a aquel macabro ser, valeroso joven que había sido marcado por la injusticia y la deshonra, pero que debido a la pureza de su alma, fue digno de portar la sagrada arma creada por ella, y luchar junto con la sagrada ave que por siglos lo había anhelado.
Fue la batalla más sangrienta a la que la tierra había sido sometida, en la que el mal pudo ser vencido gracias al esfuerzo de la Diosa Hylia y su héroe elegido. Sin embargo, el sacrificio de este último fue necesario para consumar la victoria.
Devastada por la pérdida del campeón, Hylia tomó la radical decisión de encerrar al mal por siglos en el centro de la tierra, y elevar un fragmento de la misma a la inmensidad de los cielos para salvar las pocas vidas que quedaban, escondiendo en ese nuevo sitio el tesoro que se le había encomendado. Fue así, que juró que el destino volvería a juntarla con su elegido, motivo por el cual renunció a su completa esencia.
Miles de años después, los deseos de la que se hizo llamar Diosa Hylia pudieron ser cumplidos, reuniéndose así con el bravo héroe con el que tuvo que repetir su destino, y siendo ella una simple muchacha a la que bautizaron con el nombre de Zelda, quien junto al joven llevó una vida tranquila en una de las islas más grandes que decoraban el inmenso firmamento. Una vez que el motivo de su renacimiento se había consumado, aquella joven se dedicó a guiar a su compañero en cada doloroso y espinoso sendero, hasta que finalmente derrotaron al oscuro villano que había roto su eterno sello, y recuperaron la tierra que les había pertenecido por derecho desde el inicio de los tiempos.
Fue aquella era, que el destino de los elegidos por las Diosas inició un camino sin retorno. Siempre juntos, luchando mano a mano, y corazón a corazón...
En una de las islas que flotaban en el cielo, en ese lugar cuyos habitantes conocían como Altárea, un portal extraño se abrió. Link y sus dos compañeros, Alexandre y Garrett, salieron a través de él, pero su llegada no fue exactamente "triunfal", pues el portal se abrió a no menos de dos metros del suelo y la gravedad hizo su efecto de manera instantánea.
- ¡AAAAAHHHH!
Link fue el primero en tocar el suelo, cayendo sobre su estómago, y sus dos compañeros pronto lo siguieron, aterrizando justo encima de él de sentón. Pero la que lo tuvo peor fue obviamente Proxi, que seguía metida en el bolsillo de la túnica de Link, y le tocó todo el peso combinado de los tres. La pequeña hada forcejeó para salir antes de terminar sofocándose bajo el peso de los tres humanos.
- Ay, eso dolió. - dijo con su vocecita. - ¿Están todos bien?
- ¿Te parece que estamos bien? - dijo Alexandre.
- Chicos, no es que quiera molestarlos. - dijo Link, con la voz algo ahogada. - Pero, ¿si fueran tan amables de quitárseme de encima?
Inmediatamente se levantaron para que Link pudiese moverse de nuevo. Los tres se sacudieron las ropas, y comprobaron que no se hubiesen roto nada con la caída. Afortunadamente ese no parecía ser el caso. Miraron a su alrededor para evaluar el terreno. Lo único que se extendía a su alrededor eran una amplia pradera verde y cielo y nubes en cualquier dirección que mirasen. Podían ver además algunas arboledas pequeñas, pero no mucha señal de asentamientos o lugares donde hubiese gente.
- De acuerdo, gran líder, ¿cuál es el plan? - preguntó Alexandre, hablándole a Link.
En respuesta, el susodicho líder desenvainó su espada. El encantamiento que Lana le había puesto para sellar el Portal de las Almas tenía además una función secundaria: mientras estuviese activo antes del sellado, actuaría como una especie de brújula, proyectando un delgado rayo de luz en la dirección por donde rastreara la ubicación del portal. Lo malo era que a larga distancia solo señalaba la dirección general, más no la ubicación exacta. Tendrían que acercarse mucho para saber con exactitud en dónde se encontraba.
- Todo parece indicar que tenemos que ir en esa dirección. - dijo Link. - Y según parece, será una travesía muy larga.
- Grandioso. - dijo Alexandre. - ¿Lana no pudo habernos hecho aparecer más cerca? Así podríamos sellarlo y salir de esto pronto.
- ¿Y luego qué haremos hasta que el portal se vuelva a abrir? - puntualizó Link. - Además, Lana dijo que no podría determinar con exactitud dónde apareceríamos, agradece que aparecimos a solo un par de metros de tierra firme.
- Sí, imagina que no tuviéramos donde aterrizar. - agregó Garrett.
Alexandre tragó en seco ante ese pensamiento. Ya de por sí el hecho de que aparecieron en pleno cielo era algo inquietante por sí mismo, pero si no hubiese una isla en la cual pudieran aterrizar a pocos metros... se hubieran precipitado irremediablemente hacia la superficie, convirtiéndose en algo menos que unas manchas al estrellarse contra el suelo. A pesar de su actitud, Alexandre tenía el suficiente sentido común para entender las implicaciones de una muerte como esa, y decidió no volver a quejarse por dónde apareció.
- Si nadie tiene objeciones, yo diría que nos pongamos en marcha de una vez. Síganme, compañeros. - dijo Link.
Alexandre rodó ligeramente los ojos ante el pequeño aire de autoridad que se estaba dando Link, pero al mismo tiempo, no podía evitar pensar en los días en los cuales él los dirigía durante el entrenamiento. Era nostálgico de cierta manera, y le fue imposible sonreír un poco al recordar eso. Garrett caminó a su lado, mientras Proxi revoloteaba alrededor de Link.
A pesar de la calma que mostraba por fuera, algo dentro de Link le decía que las cosas no serían tan fáciles como se estaban viendo en este momento, y solo mostraba ese semblante relajado y despreocupado como una manera de motivar a sus compañeros. No iba a descartar la posibilidad de encontrarse con oposición de Cya o alguno de sus secuaces por el camino. Sin embargo, no todo estaría en su contra, pues su Diosa guardiana había enviado a su mensajero para ayudarle en su camino, una gran y majestuosa ave que sobrevolaba los cielos y al reconocer al que fue y seguía siendo su amo, descendió en su dirección, guiado únicamente por sus instintos y sentimientos, los cuales le decían que su viejo compañero había regresado, y que necesitaría de su apoyo.
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Al mismo tiempo, en otra parte...
En la superficie, en el área que anteriormente los habitantes de Altárea denominaban "las tierras inferiores", comenzaba a hacerse notar el avance de aquellos que habían decidido establecerse allí para convertirla en su nuevo hogar. Después de que la pareja de jóvenes que portaban los espíritus de la Diosa Hylia y su héroe elegido inspiraron a otros a seguirlos, muchos de los residentes comenzaron a migrar. En menos de unos años, el pequeño poblado comenzó a crecer, y muchos lo comenzaban a ver como la fundación de lo que prometía ser un reino que prosperaría por muchas generaciones venideras.
No obstante, en las profundidades de este reino que estaba naciendo, también se ocultaban presencias mucho más siniestras. Los demoníacos sirvientes de la encarnación del mal, que sufrió su primera gran derrota en esta época apenas unos años antes, a pesar de haber sido vencidos junto con él, no todos fueron erradicados completamente. Algunos de ellos no desaparecieron, sino que solo permanecían aletargados, en un sueño profundo del que, a menos que su amo y señor regresara de la muerte, era poco probable, por no decir imposible, del que despertaran.
Cuando milenios más adelante, el héroe legendario dividió el espíritu de su adversario, y envió cada fragmento a perderse en el tiempo y el espacio para ser sellado, uno de ellos fue a parar en esta era, de manera muy irónica, muy cerca del lugar de descanso del que quizás había sido su más leal lacayo. Siendo inmortal, no podía ser destruido completamente, pero el ser sellado dentro de la inerte forma de la espada de su amo era sin duda un castigo peor que la muerte. Todo parecía indicar que se quedaría atrapado allí, por el resto de la eternidad...
Pero la interferencia de la hechicera oscura Cya en el pasado hizo mucho más que liberar el fragmento del espíritu de Ganondorf que estaba aprisionado en esa época. Romper ese sello tuvo un efecto colateral inesperado, pues el poder que utilizó para lograrlo afectó algo más. La cercanía a la prisión causó que el efecto residual también reuniera las piezas perdidas del arma, haciendo que volvieran a unirse nuevamente, y en el proceso, despertara al espíritu durmiente.
La siniestra espada, que había permanecido enterrada hasta ese momento, se movió de su lugar como si fuese arrancada por una mano invisible, y giró en el aire hasta ponerse con la punta hacia arriba. Comenzó a resplandecer intensamente, y se convirtió en energía pura, que se fue expandiendo hasta adoptar un tamaño y formas de un humanoide. Alto y delgado, usaba una especie de traje enterizo blanco ajustado al cuerpo, lleno de aberturas con forma de diamante a lo largo de las piernas, unos guantes con un diseño similar hasta el codo, su cinturón seguía el mismo patrón al tener una joya roja con la misma forma, y llevaba encima una especie de capa roja que en el lado interno tenía el diseño con formas de diamantes alargados, igual que el resto de su atuendo. Su rostro, a pesar de tener facciones finas y delicadas como las de una mujer (acentuado aún más por el pendiente en su oreja, el pintalabios plateado y la sombra de ojos púrpura) no lo hacía ver menos peligroso, sino todo lo contrario, pues sumado a su cabello plateado y piel grisácea solo resaltaba quizás su característica más notoria: su extrema vanidad. El nombre de este individuo era Grahim, pero prefería referirse a sí mismo como "Señor de los Demonios", énfasis en "Señor".
Al inicio le había costado asimilar que había renacido de nuevo, pero sobre todo, conocer el motivo de lo mismo. ¿Cómo algo como aquello había sucedido? Su amo estaba muerto, eso era un hecho, y todo por culpa del ser al que más había odiado en su vida. Lo recordaba mejor que nadie, a alguien como él era imposible de olvidar.
- Maldito engendro...
Las memorias de esa humillante derrota infligida por ese maldito mocoso aún seguían frescas en su mente. Su grave error fue haber subestimado la fuerza de ese muchachito entrometido, pero a pesar de todo, pudo lograr su cometido. No obstante, ver a su alrededor en este momento le hizo darse cuenta de que todo lo que hizo al parecer fue por nada. La resurrección del Heraldo del Mal debió haber traído el caos, la muerte y la destrucción a la tierra, pero a su alrededor no había más que paz y armonía. Lo cual, por mucho que le asqueara admitirlo, quería significar que la Diosa Blanca y su héroe triunfaron sobre su adversario. Sin embargo...
- Has vuelto... - susurró, en efímera calma.
Mirando hacia el cielo, pudo percibir, de manera muy tenue, pero inconfundible, la presencia de ese odioso héroe. No obstante, en esta ocasión, había algo ligeramente diferente respecto a la última vez que se enfrentaron. Pero eso no importaba. Y tampoco importaba cómo ni quién lo había despertado de su letargo. Tendría la oportunidad de vengarse, y con suerte, tal vez hasta traer a su antiguo señor de regreso. Teniendo su objetivo claro, emprendió su viaje hacia los cielos.
- ¡Has regresado, maldito mocoso! - gritó, saliendo despavorido en dirección a su enemigo. - Puedo olerte, deleitarme con el aroma de tu putrefacta sangre en la palma de mis manos. Esta vez no escaparás... ¡EN MIS MANOS MORIRÁS!
El héroe legendario caería por su mano, y ese sería un placer que nada ni nadie podría arrebatarle.
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Tres días después...
Al caer de la noche, los tres jóvenes llegaron literalmente al borde de la isla. No podían continuar en esa dirección, a menos que encontrasen una manera de viajar por los aires, y a excepción de Proxi, ninguno de ellos contaba con esa habilidad. Sin más qué hacer, decidieron detenerse por ese día y levantar el campamento, y tal vez buscar ayuda en el poblado más cercano al día siguiente.
Como todavía ninguno de ellos tenía sueño, decidieron ponerse a entrenar un poco para terminar de matar el tiempo y usar las energías que todavía les quedaban en algo productivo. Alexandre y Link decidieron tener un combate de práctica, aunque el lancero decidió utilizar su arma ordinaria en lugar de emplear el cetro de Fuego "para no tener ventaja injusta". A su vez, Link no estaba utilizando su escudo, y en lugar de eso empleaba su espada a dos manos, pese a que era lo bastante fuerte como para usarla con una sola y blandirla de esa manera reducía notablemente el alcance de sus ataques, aunque a cambio, ganaba un poco más de fuerza en ellos por usar las dos manos. Alexandre tenía un poco más de ventaja en ese aspecto, pues su lanza le permitía atacar desde más distancia. El lancero atacó con una serie de estocadas rápidas que Link pudo bloquear sin problemas usando el plano de su espada. A Alexandre le sorprendía ver que Link era eficiente en más estilos de combate de lo que él creía, ya fuese a espada y escudo, espada a una sola mano o a dos manos. Y con esa sorpresa, él tampoco podía evitar sentir algo de envidia, pues por más que se esforzaba por progresar, Link siempre parecía estar un paso o tal vez dos o tres por delante de él.
El encuentro se decidió cuando Alexandre lanzó una estocada hacia el hombro izquierdo de Link, que por un momento pareció que conectaría, pero la punta de la lanza de nuevo se encontró con la hoja de la espada, y con un movimiento giratorio, Link la apartó, colocándola de pronto en el cuello de Alexandre, sin tocarlo con el filo. De nuevo le había ganado.
- Perdí... otra vez. - dijo el lancero de mala gana, dejando caer la lanza en señal de rendición. Link retiró la espada y la envainó detrás de su espalda nuevamente.
- Estás mejorando, Alexandre, pero sigues cometiendo los mismos errores. - dijo Link. - Tus ataques tienen fuerza y precisión, pero haces demasiados movimientos innecesarios y esos te vuelven algo predecible. Tienes que trabajar en eso.
Alexandre suspiró resignado, pero asintió al comprender el mensaje. No era la primera vez que Link le decía eso, pero aceptaba que él tenía razón. Una parte suya todavía estaba acostumbrada a "verse genial" mientras combatía, incluso en ocasiones donde eso sería poco práctico y hasta contraproducente. Especialmente, ahora que no había nadie que pudiese "admirar" su gran destreza. Habiendo terminado, se unieron a Garrett en la fogata, todo ese entrenamiento les estaba dando hambre.
Al cabo de unos minutos, el silencio empezó a volverse incómodo, y al mirar a su alrededor, Alexandre no pudo evitar pensar en aquellas noches que fueron a acampar en el bosque todos juntos por primera vez. Por supuesto, no era un viaje de placer, sino un ejercicio de supervivencia, y aunque faltaban Ruisu y Zatyr en ese momento, algo dentro de él le hizo querer volver a pasar el tiempo intercambiando relatos. De cualquier cosa, así fuera solo para matar el aburrimiento.
- Oye, Link. ¿Quieres decirme de nuevo qué es lo que estamos buscando?
El lancero tenía mucha razón en preguntar, después de todo, cuando intentaron su primer ataque al Templo de las Almas, Link fue uno de los pocos que pudo ver el susodicho Portal de las Almas, cuando Cya se lo llevó para tener su "encuentro privado".
- El portal tiene aspecto oval, negro con una luz púrpura oscuro, y está lleno de runas luminosas que giran constantemente en su interior. - explicó Link. - No te será difícil reconocerlo cuando lo encontremos.
- Si tú lo dices. - dijo Alexandre.
- Ahora que lo pienso, no nos has hablado mucho de lo que pasó ese día. - intervino Garrett. Se estaba refiriendo, por supuesto, a su fallido ataque en el Valle de los Videntes, y más específicamente al encuentro con Cya.
- Y es mejor que no lo haga. - dijo Proxi. - Los que estuvimos allí preferiríamos no recordarla.
- ¿Tan malo fue? - dijo Alexandre. - Oye, Link, es extraño saber el nombre del enemigo, y aquí entre nosotros, tú eres el único que le ha visto la cara.
- Bueno, técnicamente no es así. - dijo Link. - Cuando la vimos... traía puesta una máscara.
- Aun así, ¿qué aspecto tenía? ¿Era atractiva? - preguntó Alexandre con mucho interés. Sin avisar, la segunda pregunta le ganó un manotazo de parte de Garrett (quien por fortuna no traía sus Guantes de Poder puestos) por detrás de la cabeza. - ¡Auch! ¿Eso por qué fue?
- Y todavía preguntas. - dijo Proxi. - No es momento para esa clase de juegos.
- Es una pregunta justa. - dijo Alexandre. - Lana nos dijo que venían del mismo clan, ¿verdad? Solo creí que hasta podrían tener algún parecido, tal vez hasta sean familia.
Link soltó una pequeña risa ante ese comentario. Admitiéndolo, visto por ese lado no parecía una pregunta tan descabellada, hasta para alguien como Alexandre, que había pasado la mayor parte de los últimos dos años compitiendo con él por cualquier motivo. Pero pensando en cómo darle la respuesta más satisfactoria, Link hizo memoria de su encuentro con Cya. Respecto a la pregunta de si la consideraría "atractiva" tuvo que admitir que su figura alta, esbelta y voluptuosa, resaltada por sus ropas ajustadas y reveladoras sin duda hacía sobresalir el atractivo sexual de la hechicera, y el tono moreno de su piel la haría aún más exótica, pero el hecho de que quedaba a la vista que era completamente deliberado de su parte, y la actitud obsesiva que mostró con él opacaron cualquier rasgo que podría haberle resultado atrayente. Y si Lana y Cya eran, o por lo menos habían sido del mismo clan alguna vez, tal vez hasta parientes cercanas como dijo Alexandre, Link en realidad pensaba que Cya no podía ser más opuesta de Lana, y las diferencias no se limitaban a la apariencia física.
- Si hablamos solo del físico, tal vez podría considerar a Cya una mujer muy hermosa, pero créeme, no es del tipo que quieras tener cerca. - replicó Link, yendo directo al punto. - Y puedo asegurarte, no podría ser más diferente de alguien como Lana, Cya me inspira miedo con solo pensar en ella.
- Lo que digas, amigo. - dijo Alexandre, sin sonar del todo convencido. - Aun así... no puedo evitarlo, me das algo de envidia.
- ¿Envidia? ¿Por qué ibas a tener envidia de mí? - dijo Link. Ciertamente no le desearía su situación actual a nadie, y estaba seguro que Alexandre no se sentiría nada cómodo de cambiar de lugares.
- Oye, no es por nada, pero tienes que admitir que es difícil ignorar que una mujer, si es tan atractiva como dices de pronto se fije en ti. - dijo el lancero. - Por supuesto, tú ya tienes a la princesa.
- Alexandre, esto no es un juego. - dijo Link en tono serio, aunque Alexandre pudo ver un ligero tono rojizo en su rostro a raíz de su último comentario. Eso había sido intencional. - ¿Y se puede saber qué quieres decir con eso de que "tengo a la princesa"?
- Nada, nada, solo estaba bromeando. - aseguró Alexandre. - Pero en serio, no me molestaría tener a alguien para mí, eso te lo puedo asegurar.
- Cuida que Malon no se entere que dijiste eso. - dijo Garrett mirando hacia otro lado. La razón de esto era para evitar reírse con la cara que inevitablemente pondría Alexandre con solo mencionar a la muchacha pelirroja.
- Eso es diferente. - dijo Alexandre. - Vamos, Malon es una buena amiga y todo, pero...
- La princesa y yo también somos buenos amigos. - interrumpió Link, viendo una abertura para replicarle el comentario que hizo antes. - Como yo lo veo, no somos muy diferentes de ustedes dos.
- ¿Cómo puedes decir eso? Ustedes dos se llevan de maravilla, y Malon no hace otra cosa que sermonearme cada vez que nos encontramos. - dijo Alexandre.
Garrett casi sintió ganas de darle otro manotón a Alexandre por no darse cuenta. Y si bien lo que decía era cierto, los "sermones" de Malon usualmente estaban más que bien justificados, ya tuvieran que ver con los cuidados respecto a su montura, o con el hecho de que el lancero fuese tan despistado para entender las señales que la chica del rancho le enviaba constantemente.
- De todos modos, Link, ¿qué vamos a hacer en la mañana? - dijo Alexandre, por cambiar el tema.
Ese era el otro asunto que tenían que discutir. La búsqueda del Portal de las Almas les había resultado algo tediosa. Habían estado recorriendo esa isla en el cielo ya durante tres días, tratando de no llamar mucho la atención, pero cuando el hechizo para orientarse empezó a señalarles hacia el vacío en el cielo, atravesando las nubes sin un destino aparente... llegaron a la conclusión de que muy probablemente tendrían que buscar ayuda con los lugareños.
- Tendremos que ir al poblado más cercano. - dijo Link. - Habrá que encontrar algún medio de transporte, si no, nos quedaremos estancados aquí.
El hechizo de Lana abriría la ruta para regresar en veinte días después de que aparecieran en esa era, así que tenían que asegurarse de volver a esa ubicación antes de ese momento. A pesar de que los tres estaban de acuerdo en que era un lugar realmente precioso a la vista, ninguno de ellos se sentía cómodo con la idea de quedarse atrapados a miles de años de su época. Tenían el tiempo encima, y si tenían que revisar todas y cada una de las islas que flotaban en ese cielo... mejor empezar pronto.
- Si no hay más remedio. - dijo Alexandre. - Garrett, ¿quieres tener una sesión conmigo? Sin tus guantes, por supuesto.
- Sabes que trato de no depender de ellos. - aseguró el gigantón, tomando su hacha. Toda la tarde había dejado sus guantes de lado, y estos habían vuelto a su masivo tamaño natural como siempre que se los quitaba.
- Demuéstralo. - dijo Alexandre, muy seguro de sí mismo, pues también hacía un esfuerzo por no confiarse totalmente en el poder de su Cetro de Fuego.
Mientras los dos se iban al claro para empezar con su combate, Link se quedó junto al fuego con Proxi, que fue a posarse en su dedo para conversar con él cara a cara.
- ¿Es verdad lo que dijiste? - le preguntó la hadita. - ¿Cya te da miedo con solo pensar en ella?
- Decir miedo es quedarme corto. - dijo Link. - Esa mujer... en serio, hay ocasiones en que todavía sueño con ese momento. No estoy seguro de querer volver a verla, pero...
- ¿Es por eso que te aferras a esa batuta durante las noches?
Link instintivamente se llevó la mano al bolsillo donde guardaba el susodicho objeto. Afortunadamente, la vocecita de Proxi era demasiado bajita para que Alexandre y Garrett pudieran escuchar, menos con el ruido de sus armas chocando una con la otra. Si Alexandre se enteraba de eso, se burlaría de él sin piedad.
- Sé que es estúpido, pero... creo que hay algo en ella que aleja esas pesadillas. - dijo Link. - No sé, es como... como si mi madre aún estuviera protegiéndome.
- Tal vez así es. - dijo Proxi. - No tienes por qué avergonzarte, Link.
- Sé que no, pero... si soy el líder de este grupo, tengo que dar el ejemplo, ¿no? No puedo darme el lujo de mostrar dudas o miedo.
Link observó a sus dos compañeros, mientras Garrett se protegía con su hacha de las estocadas de la lanza de Alexandre. Los dos se veían bastante entusiasmados mientras hacían su ejercicio, y Link realmente les había tomado aprecio, no solo a ellos, sino también al resto de su grupo. Igual que en el entrenamiento, él fue quien quedó a cargo, y era su responsabilidad asegurarse de que tuvieran éxito en su misión y salieran vivos e ilesos en el proceso. Y el primer paso para lograrlo, sería encontrar un medio de transporte a la mañana siguiente, para poder seguir su camino.
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A la mañana siguiente...
Link abrió los ojos lentamente. El muchacho tenía lo que sus compañeros llamaban "un reloj interno" y nunca necesitaba que nadie lo despertara, y aquel día no fue la excepción. Sin embargo, cuando abrió los ojos, se percató de algo muy extraño. Alguien, o algo, le estaba bloqueando la luz del sol, lo cual se hizo evidente al ver la sombra proyectada sobre él en el suelo. Se dio la vuelta con cuidado, mientras salía de su saco de dormir. Vio a poca distancia de donde estaba un par de patas largas y delgadas que terminaban en garras, más arriba un espeso plumaje blanco y carmesí, y más arriba todavía un largo y encorvado pico amarillo.
- Hmm... qué... - Link se restregó los ojos, para asegurarse que no lo engañaban.
Cuando por fin se sintió lo bastante despierto, se echó para atrás ligeramente sobresaltado, conteniéndose de gritar ante la idea de tener a una criatura tan enorme tan cerca de él de esa manera mientras dormía. Su primera reacción hubiese sido sacar su espada para defenderse, pero al mirar a los ojos del animal, tuvo la extraña sensación de que este no tenía malas intenciones. De hecho, si hubiera querido comérselos o atacarlos, ¿por qué no hacerlo mientras todos estaban dormidos? El pájaro de pronto empezó a graznar y a aletear de alegría, corriendo hacia él como si quisiera abrazarlo, como una mascota que acaba de reunirse con su dueño.
- ¡Whoah, calma, tranquilízate! - gritó Link cuando el pájaro de repente se le fue encima, envolviéndolo con sus enormes alas por completo.
- ¡¿Hey, qué pasa?! - exclamó Proxi, que fue despertada por los aleteos y el graznido del pájaro.
- Oigan, ¿qué es lo que...? ¡Por las Diosas, ¿de dónde...?! - gritó Alexandre a su vez al ver al enorme pájaro, abrazando a su amigo. - ¡Descuida, Link, yo te salvo!
- ¡Alto! - gritó Garrett, justo cuando el lancero se disponía a atacarlo con el Cetro de Fuego para rescatar a su líder, el grandullón lo sujetó antes de que lo utilizara, sin necesidad de sus Guantes de Poder.
- ¡Garrett, suelta eso! ¡¿No ves que Link está...?!
- Mira bien. - dijo Garrett, con la voz calmada, haciéndole un gesto para que mirase de nuevo.
Alexandre volteó la mirada de vuelta a donde estaba Link, y al escuchar con atención, se dio cuenta que además, se estaba... ¿riendo? Tardó un poco en percatarse de que el pájaro, a pesar de su enorme y amenazador tamaño, no le estaba haciendo daño a Link, solo estaba jugando, y Link claramente lo estaba disfrutando.
- Jejeje, ya basta, amigo, creo que ya te divertiste. - le dijo Link. - Ya en serio, ¿de dónde saliste? Y más aún, ¿qué clase de pájaro se supone que eres?
- Es un pelícaro. - respondió Proxi.
- ¿Pelícaro? - preguntó Link. Por alguna razón, el nombre le sonaba familiar, pese a que nunca en su vida había oído hablar de ellos.
- Es un pájaro ya extinto en nuestro tiempo. - prosiguió el hada. - En esta época eran muy comunes, y la gente los usaba para transportarse entre islas.
- ¿Y qué está haciendo aquí? - preguntó Alexandre.
- No tengo idea, pero me estaba mirando cuando desperté. Era como si... como si viniera a buscarme a mí o algo. - dijo Link. Como contestándole, el pájaro graznó dos veces y movió la cabeza de arriba abajo. - Espera, ¿puedes entender lo que digo?
- ¿El pájaro te entiende? ¿Es eso posible? - preguntó Alexandre. - Aunque visto por otra parte... creo que ya tenemos nuestro pasaje para ir a la siguiente isla.
El lancero se le fue a acercar al ave, que a pesar de su tamaño se le alejó, como queriendo ocultarse detrás de Link. Se puso a graznar, dando la impresión de que no quería que Alexandre se le acercara.
- ¿Qué le pasa? - dijo Alexandre, confundido.
- Los pelícaros son aves muy inteligentes, pero no permiten que cualquiera se les acerque, mucho menos montarlos. - dijo Proxi.
- Déjame intentar. - dijo Link.
Guiado por su intuición, el joven héroe se acercó al pájaro, extendiéndole la mano en señal amistosa. El pájaro agachó la cabeza para que lo acariciara un poco, claramente le gustaba el toque del muchacho. Hecho esto, se puso de un lado para tratar de montarlo. A pesar de todo, y sin estar del todo seguro del por qué, el emplumado permitió que se subiera a su espalda sin quejarse. Eso era una buena señal. Empezando por buscar una posición más o menos cómoda, Link además notó que el pájaro traía en la espalda lo que se podría llamar una especie de silla de montar, más no traía cuerdas para sujetarse de alguna manera, y la idea de caer desde esa altura hasta la superficie le daba escalofríos. Pero si este pájaro era su único medio de transporte, tendría que enfrentarse a ese miedo.
- De acuerdo, ¿dejarás que nosotros te montemos también? - preguntó Alexandre, aproximándose. El pájaro graznó en un tono que el lancero interpretó como que esa idea le desagradaba, y casi le da un aletazo cuando se le acercó. - Oye, ¿qué te pasa?
- No abuses, Alexandre. - dijo Link. - Míralo, apenas si es lo suficientemente grande para que uno de nosotros se monte en su espalda.
- ¿Y qué piensas hacer? - insistió Alexandre, irritado ligeramente del hecho de que el pájaro mostraba un claro favoritismo hacia Link.
- Mira, voy a llevarlo a dar una vuelta por las cercanías, solo como un vuelo de prueba. - dijo Link. - Después, ya pensaré en algo para llevarlos a ustedes, ¿de acuerdo?
Alexandre se enfurruñó ante esa idea, pero no se veía que el pelícaro fuese a permitir que se le montara encima, y tenía razón. Resignado, tuvo que quedarse junto a Garrett en tierra mientras Link llevaba, como dijo Link, al pájaro para dar una vuelta de prueba.
- Muy bien, amigo, ¡a volar! - exclamó Link.
El pájaro dio una pequeña carrera hacia el borde de la isla, extendiendo las alas y preparándose para despegar. Pegó un salto apenas llegó al límite y se lanzó al vacío. Instintivamente, Alexandre y Garrett corrieron hacia el borde casi esperando una caída mortal, y Link a su vez cerró los ojos justo antes que el pelícaro se lanzara al vacío, pero este, a pesar del peso, tardó poco en ponerle fuerza a sus aleteos y comenzar a elevarse de nuevo. Cuando Link finalmente abrió los ojos para ver que empezaba a remontarse sobre las nubes, el miedo hizo paso a la emoción. Surcar los cielos de esa manera, sentir el viento mientras volaban... era una sensación indescriptible. Y solo podía aumentar mientras observaba la isla flotante debajo de ellos.
- Wow, esto se siente grandioso. - dijo Link.
Se le hacía tan fácil, era maravilloso. Era como si el pájaro respondiera a sus pensamientos, iba exactamente hacia donde él quería. Cuantos humanos morirían por tener una experiencia como esta, se sentía realmente afortunado mientras volaba.
Desde abajo, Alexandre y Garrett miraban como su amigo claramente se estaba divirtiendo de lo lindo al volar encima de ellos. El lancero dejó salir un suspiro de resignación, lamentando no poder estar en su lugar y al mismo tiempo deseando poder tener la oportunidad. Mientras el pájaro volaba en círculos para no alejarse del área, Link sacó de nuevo la espada para usar el encantamiento localizador para que le indicara el camino. Estuvo a punto de pedirle al pelícaro que se fuera en esa dirección, cuando notó algo que no había visto desde donde estaban antes. Sobre una de las mesetas que los rodeaban, en lo que parecía una zona habitada... no había duda, parecía haber fuego y humo en esa dirección. Alexandre y Garrett se dieron cuenta de que pasaba algo cuando Link dejó de gritar de emoción.
- ¡¿Qué ocurre?! - le gritó Alexandre.
- ¡Hay un incendio! - dijo Link, aún en el aire. - ¡En un poblado encima de esa meseta!
- ¡¿Un incendio?!
- ¡Parece serio, me acercaré más para ver! ¡Ustedes síganme por tierra! - exclamó el espadachín. - ¡Vamos, vuela hacia allá!
A pesar de los gritos de Alexandre de que esperara, Link no se detuvo, y echó a volar en la dirección donde vio el aparente incendio tan rápido como pudiese. Los otros dos no tuvieron más remedio que seguirlo a pie corriendo, tomando solo lo necesario en caso de que se tratase de una emergencia. Por fortuna, el poblado que Link señaló no estaba demasiado lejos, más que una pequeña escalada por el sendero para llegar a la cima de la meseta, así que no tardarían más de unos diez o quince minutos en reunirse con él.
Y en efecto, cuando pudo acercarse más, se dio cuenta que era un pequeño asentamiento de la civilización que habitaba los cielos en esa época. Los habitantes corrían gritando por ayuda presas del pánico, mientras explosiones de fuego aparecían a diestra y siniestra destruyendo cualquier cosa que lograran alcanzar. Y no tardó mucho en dar con el responsable. Esa silueta roja de la cual salían las llamaradas era inconfundible.
- Volga... - murmuró al reconocerlo.
- ¿Qué está haciendo aquí? - preguntó Proxi.
- No lo sé, pero eso no importa. Está causando problemas y pienso hacer algo al respecto. - replicó Link.
A medida que se acercaba, Link podía escuchar que Volga parecía estar gritando algo, cada vez que se tomaba una pausa entre lanzar sus llamaradas para gritar. Cuando estuvo a suficiente distancia pudo oír con claridad:
- ¡¿EL HÉROE?! ¡¿DÓNDE ESTÁ EL HÉROE?!
La gente obviamente no se detenía para responderle, estaban demasiado ocupados huyendo para salvar sus vidas. Link no pudo seguir soportándolo más. Sin esperar a que el pelícaro aterrizara del todo, se desmontó y se dejó caer detrás del caballero dragón, que seguía gritando para que él apareciera.
- ¡AQUÍ ESTOY! - exclamó Link al aterrizar, inmediatamente echando mano de su espada y escudo.
- El héroe... Cya ordenó que te llevara vivo. - dijo Volga. - ¡Vendrás conmigo!
- ¿Oh, es en serio? ¡Oblígame! - lo desafió Link.
Link se puso en guardia, esperando el ataque de Volga. Ya de sus enfrentamientos anteriores, tanto él como sus amigos sabían que tenían que tener cuidado. Pero extrañamente, Volga no hizo nada. Había algo extraño en él, era como... como si no fuese el mismo al que se enfrentaron antes.
- Proxi, esto es extraño, ¿por qué no ataca? - le preguntó al hada en voz baja.
- No estoy segura, pero... hay algo raro en él. - dijo Proxi. - No se está comportando como la última vez.
De sus encuentros anteriores, Link sabía que Volga era un peleador agresivo y con la resistencia para soportar prácticamente todo lo que le viniera encima, así que no debería tener miedo de irse de frente contra un oponente en solitario que era más pequeño que él. Pero no hizo ningún movimiento, no lo atacó con su lanza ni tampoco trató de usar su aliento de fuego. Eso, desde luego, no le daba a Link ningún sentido de tranquilidad, más bien le daba miedo, como si estuviese tramando algo. De todas maneras, en esa pausa que estaban haciendo, si Volga tenía su atención en él, los pueblerinos tendrían la oportunidad de escaparse, y eso era algo que Link no iba a desperdiciar.
- ¿Qué estás esperando? - exclamó Link.
Volga no le respondió. Cada vez se ponía más extraño. ¿Tenía algo que ver con lo que dijo, Cya le ordenó llevárselo vivo? Podía usar eso a su favor, si no tenía intenciones de lastimarlo, pero Link aún no estaba seguro de si sería prudente arriesgarse. Finalmente, después de mucho pensarlo y sin esperar a que sus amigos llegaran, decidió hacer el primer movimiento, lanzándose a atacar a Volga con su espada. El caballero dragón se defendió con la lanza, resistiendo todos sus golpes, pero sin contraatacar. Continuó presionando su asalto, aumentando la fuerza y la velocidad de sus cortes y estocadas, mientras Volga se limitaba a bloquearlos y aguantarlos, haciendo uso de su férrea resistencia natural.
Mientras lo asaltaba sin piedad espadazo tras espadazo, Link se dio cuenta de que Proxi tenía razón, este no parecía el mismo Volga de antes, el que lo hubiese matado al tener oportunidad, y ahora mismo no podía ser mejor ocasión para lograrlo. El joven tenía conciencia de que no era rival para Volga en un combate uno a uno, y su idea era resistir hasta que sus compañeros llegaran para enfrentarlo juntos. Pero esto no era un combate, era él atacando a un oponente que no parecía tener intenciones de hacerle nada. ¿Por qué?
- ¿Qué diablos te pasa? - exclamó Link, después de darle un golpe particularmente fuerte que lo desorientó, y tomando su distancia. - ¿Por qué no peleas?
- Cya... te quiere vivo. - respondió Volga con voz monocorde.
Sin que Link tuviera alguna idea, dentro de la cabeza de Volga seguían haciendo eco las últimas órdenes que le dio Cya. Hiciera lo que hiciera, no podía lastimar al héroe legendario, tenía que traérselo vivo e ileso. Por otro lado, cualquier otra persona, criatura o lo que fuera que se interpusiera en su camino, era un obstáculo para ser eliminado y podía hacer lo que quisiera. Las palabras de la hechicera seguían resonando, y tenía que obedecerlas. Nada más importaba. Así, continuó limitándose a bloquear los espadazos de Link sin responderle, ya que no podía lastimarlo, si cometía ese error su señora jamás se lo perdonaría, y el castigo sería inimaginable. Pero por estar con esa idea fija, no se percató de la enorme hacha que venía volando en dirección a su espalda, hasta que fue demasiado tarde.
- ¡AAAARRGHH!
No queriendo esperar a que Volga se percatara de su presencia, Garrett le arrojó su hacha hacia a la espalda, con una precisión impecable. Pese a que su armadura absorbió la mayor parte del impacto, todavía le dejó una grieta y claramente pudo sentir el impacto de la gigantesca arma. Mientras Volga se arrancaba el arma y volteaba para ver quién lo había atacado por la espalda, Alexandre venía flanqueándolo, con la lanza en una mano, y el Cetro de Fuego en la otra. El lancero tomó ventaja de esto para dispararle una bola de fuego con el cetro. Sin que lo supieran, la visión de estos dos alteró la percepción y la actitud de Volga, y la orden secundaria que le dio Cya se activó en ese preciso instante.
- "Deshazte de sus estúpidos amigos por cualquier medio..."
Eso fue lo que dijo. Al héroe no podía lastimarlo, pero a sus amigos... ellos eran juego limpio para hacer lo que quisiera. Inmediatamente, pasó de pasivo-defensivo a agresión total, lanzándose primero hacia Alexandre que parecía ser el más vulnerable en ese momento. El caballero dragón alzó su lanza y se dispuso a bajarla sobre el joven lancero, que detuvo el ataque cruzando la suya propia y el Cetro de fuego sobre su cabeza para bloquear el ataque. Pero con su mano libre, Volga le dio un puñetazo en el estómago, volándolo lejos y sacándole el aire. Alexandre cayó sobre su espalda, y Volga se dispuso a rematarlo mientras seguía en el suelo, pero afortunadamente, la espada de Link y el hacha de Garrett se interpusieron en el camino de su lanza. Volga dudó al fijar la mirada en Link, tiempo suficiente para que Garrett pudiese conectarle un golpe en la cara, en venganza por el que le dio a su compañero. Mientras Alexandre se ponía de pie de nuevo, Link y Garrett se lanzaron contra Volga juntos, hasta que el lancero pudo unirse a ellos en su asalto.
Igual que antes, Garrett usaba su fuerza para retener a Volga de cerca, mientras Link y Alexandre lo flanqueaban. Aunque esto pudiera significar de primera instancia que tendrían ventaja (en el último enfrentamiento, Alexandre y Garrett habían podido pelear en iguales condiciones ellos dos juntos contra él), no necesariamente ese era el caso. Los ataques de Volga ahora eran mucho más erráticos, agresivos y violentos que la última vez, lo que lo hacía más impredecible y por ende más peligroso. Por fortuna, para equilibrar eso estaba también el hecho de que cada vez que Link se le interponía cesaba el asalto y concentraba sus ataques exclusivamente en los otros dos, y no pasó mucho antes de que se dieran cuenta de esto. Garrett alcanzó a darle un golpe con el plano del hacha con toda su fuerza, logrando volarlo a varios metros para tomar un respiro.
- Está más agresivo que antes, creo que algo debió hacerlo enojar. - dijo Alexandre, hablándole a Link. - Pero lo que me extraña es, ¿por qué no te ataca a ti?
- Lo único que sé es que Cya al parecer le dijo que me quiere vivo. - respondió Link.
- ¿Lo dices en serio? Si ese es el caso, ¿qué tal si simplemente te usamos como escudo? - sugirió el lancero.
Link no pudo evitar entrecerrar los ojos de manera fulminante ante la sugerencia de Alexandre, aunque una parte de él no estaba del todo en desacuerdo. Si Volga estaba reacio a atacarlo a él, podría usarlo en su beneficio para proteger a sus dos compañeros, especialmente por lo desenfrenados que estaban sus ataques ahora. Sin embargo, rápidamente descartó la idea cuando comenzó a atacar de manera cada vez más violenta y furiosa, por el hecho de que las órdenes que le dieron se contradecían una a la otra: matar a los amigos del héroe y llevárselo vivo e ileso era muy difícil cuando estos se mantenían juntos para cuidarse entre todos. Al parecer, su señora no fue específica del todo respecto al "cómo" tenía que llevárselo ante ella, pues al parecer no se le ocurrió decirle qué se suponía que hiciera si este decidía oponer resistencia. Desde luego, la orden de no lastimarlo era lo que tenía precedencia por encima de todo lo demás, y claramente empezaron a explotarlo.
Tratando de nuevo la táctica de "combatir fuego contra fuego", Garrett retuvo a Volga a corta distancia mientras Alexandre cargaba energía con el Cetro de Fuego, y Link sacaba su Boomerang Tornado. Garrett golpeó a su adversario en la cabeza para aturdirlo, y de inmediato se alejó para darle a sus compañeros una amplia abertura. Alexandre disparó un torrente de llamas concentrado a la vez que Link arrojó el boomerang, y el tornado de este hizo que las llamas se intensificaran aún más, logrando atrapar a Volga en un remolino ardiente. La resistencia del caballero dragón a su propio elemento no iba a durar mucho tiempo, y Link sabía que si tenían una oportunidad de quitarse de encima a uno de sus mayores azotes, era ahora. Empuñó su espada con mano firme y se dirigió a darle el golpe de gracia a Volga mientras estaba de rodillas, sofocado por el intenso fuego sagrado, pero lo distrajo de pronto el pelícaro rojo, que sobrevolando sobre él empezó a graznar agitadamente, como si intentara decirle algo.
- ¿Qué pasa? - exclamó Link.
- ¡Link, cuidado atrás! - gritó Proxi, que fue la primera en darse cuenta de qué era lo que el pelícaro intentaba avisarles.
Al darse la vuelta Link apenas tuvo tiempo de poner su escudo para protegerse de una lluvia de cuchillos que iban directo hacia él. El muchacho tuvo que saltar hacia atrás para esquivar una segunda ronda que le vino desde arriba, y al perder su oportunidad, Volga recuperó el aliento y se repuso de su último ataque, robándole la oportunidad de acabar con él. Sin embargo, tanto él como los tres jóvenes hylianos detuvieron el combate al centrar su atención en el recién llegado agresor.
- Vaya, vaya, por fin nos encontramos de nuevo, "héroe legendario". Luces diferente de la última vez que nos vimos. - fue lo primero que les dijo.
- Maldición, ¿tenías que interrumpirnos ahora? - preguntó Link, sujetando sus armas con fuerza, sin saber qué pretendía este sujeto. - ¿Y quién demonios se supone que eres tú?
- ¿Perdón?
Al escuchar la pregunta del inmundo mocoso que tanto odiaba, el Señor de los Demonios se encolerizó intensamente. Un ser como él era completamente inolvidable, único e irrepetible, tanto por su elegante físico, como por su personalidad refinada y poco común, nada comparado como los ordinarios seres inferiores que osaban a cruzarse por su camino.
- ¿Qué has dicho, mocoso? ¿Ya has olvidado nuestro último encuentro? ¡¿Me has olvidado?! ¿Cómo es posible que no me recuerdes, a mí, Grahim, Señor de los Demonios? - replicó, dándose aires mientras movía de manera presuntuosa el mechón de cabello que caía por su rostro. Igual que antes.
- ¿Grahim? ¿Qué clase de nombre ridículo es ese? - se mofó Alexandre. - ¿Y quién es tu sastre? Hay que estar loco para andar en esas fachas.
- ¡Cuida tu lengua, insolente! ¡Cuando se refieran a mí, lo harán como Señor Grahim, nada menos! ¡Ya quisieras tú, tener la mitad de la belleza que yo poseo!
- Lo siento, no somos adoradores de demonios. - respondió Link, desafiante. - Y si ese es tu concepto de belleza...
- No nos interesa qué o quién eres, mejor lárgate o tendremos problemas. - agregó Alexandre, apuntándole con el Cetro.
- ¿Qué van a saber de belleza unos seres tan inferiores? Ustedes dos se quedan fuera de esto, pero no se preocupen. - replicó Grahim. - En cuanto el héroe y yo resolvamos nuestras diferencias, les daré el honor de morir en mis manos también.
Alexandre estuvo a punto de decir que el que iba a morir era otro, pero en cuanto él y Garrett se lanzaron a atacar al tal Grahim, Señor de los Demonios o como quisiera llamarse, chasqueó los dedos con ambas manos, y los dos jóvenes fueron detenidos en seco al estrellarse contra unas barreras que aparecieron de la nada, con forma de diamantes. Hecho esto, mientras Link aún no salía de su estupor ante lo que acababa de pasar, el autoproclamado Señor de los Demonios conjuró una espada larga, delgada y ligeramente curva, y con una velocidad impresionante, literalmente voló hacia él y comenzó a asaltarlo con una lluvia de golpes rápidos. Tomado por sorpresa, Link apenas pudo montar su defensa y protegerse con el escudo, pero un extraño presentimiento le decía que Grahim solo estaba jugando con él. Y lo comprobó cuando, al ver una abertura en su defensa, fue a lanzarle una estocada... y Grahim desapareció en un "puf" de diamantes.
- ¿Pero qué...?
Lo siguiente que supo, fue que la punta de la espada de Grahim le llegó por detrás y le pasó rozando la mejilla peligrosamente. No tenía idea de si fue por el shock o porque Grahim usó algún tipo de magia en él para paralizarlo, pero cuando se dio cuenta, el demonio estaba violando todo sentido del espacio personal, poniéndole la cara demasiado cerca para su gusto.
- ¿Te has oxidado con el tiempo? Es una lástima, esperaba un mayor desafío. - le dijo, sacando además la lengua como una serpiente, un gesto que realmente le dio a Link asco. - Podría haberte cortado la cabeza con ese ataque. Tal vez lo haga con el siguiente, pero antes de eso, quería que supieras que puedo hacerlo.
Dicho esto, chasqueó de nuevo los dedos, creando debajo de los pies de Link una superficie de diamantes que luego explotó, haciéndolo volar por los aires. Hecho esto, alzó su espada en alto haciendo que la hoja se envolviera en llamas, claramente preparado para dar el golpe final.
- Despídete de este mundo.
Pero cuando se disponía a bajar la hoja para rematar a Link mientras seguía aturdido por ese ataque mágico, la hoja llameante fue detenida por otra arma al rojo vivo, en una situación que muchos juzgarían improbable o imposible. ¿Volga acababa de salvarle la vida a Link?
- ¡¿Pero qué crees que haces?! - exclamó Grahim.
En respuesta, Volga transfiguró su otro brazo a su forma de garra y golpeó a Grahim en la cara con él, alejándolo. El narcisista demonio se tocó donde lo golpearon, no tan sorprendido por el hecho de haber sido atacado sino por el hecho de haber SENTIDO las garras y el ardor después de ello.
- ¡Insolente, ¿cómo te atreves?!
- Mi señora quiere al héroe legendario vivo. - replicó Volga. De pronto sonaba más enfocado, como el de antes. - ¡No permitiré que interfieras con mi misión!
- ¡Pagarás por tu descaro!
Las armas de los dos comenzaron a chocar una contra la otra, creando explosiones de fuego con cada impacto. A pesar de su apariencia, Grahim parecía ser casi tan fuerte como Volga, pero era mucho más veloz, y tenía la habilidad de teletransportarse de manera instantánea para esquivar los ataques que parecían inevitables. En compensación, la resistencia de Volga era mucho mayor, pues aguantó los embates de la espada llameante de Grahim sin demasiados problemas, y se las arreglaba para mantenerse en su lugar. Entretanto, los tres jóvenes héroes pudieron volver a reagruparse después de que pasaron las secuelas de los ataques que recibieron, y centraron su atención en la repentina pelea que estalló (y seguía estallando) entre los dos villanos, que al parecer estaban tan inmersos en quitar del medio al otro que se olvidaron de ellos.
- No sé ustedes, pero no creo que podamos pelear contra los dos a la vez. - dijo Link. - Sugiero una retirada estratégica.
- Adelántate, cubriremos tu escape. - dijo Alexandre. - Vete con tu amigo emplumado y diríjanse hacia el poblado.
- Ni lo sueñen, no me voy sin ustedes. - dijo Link. Antes los dejó atrás por la prisa, pero esta vez no lo haría.
- Necesitamos una distracción. - dijo Alexandre. - Garrett, sacúdelos un poco, mientras Link y yo hacemos nuestra parte.
- Estoy en ello. - replicó el grandullón.
Mientras Volga y Grahim seguían enfrascados en su duelo, Garrett levantó los dos puños enguantados dejándolos caer violentamente para provocar un terremoto. Si esto no fuese suficiente, Link lanzó el boomerang para generar un tornado a la vez que Alexandre disparaba con el Cetro de Fuego, para atrapar a los dos en un remolino de fuego, igual que lo hicieron antes con Volga, y el terremoto garantizó que no pudieran escapar el tiempo suficiente hasta que los hubieran encerrado. Apenas el boomerang volvió a la mano de Link, el muchacho les hizo un gesto con la cabeza para que dieran la vuelta y escaparan de allí mientras tenían oportunidad. Tenían que reagruparse para trazar un plan. Los tres conocían a Volga y sabían cómo enfrentarlo, pero el factor de Grahim apareciendo de repente los ponía en desventaja. Como dijo Link, enfrentarlos a los dos simultáneamente solo terminaría con ellos perdiendo.
Mientras se dirigían al poblado, que ya parecía haber sido evacuado por completo, Alexandre tomó el tiempo de quejarse de que el pájaro, más que intentar advertir a Link de la aparición de Grahim, no les ayudó mucho durante la pelea. Proxi intentó explicarle que los pelícaros, pese a su enorme tamaño no eran agresivos por naturaleza, y aunque eran leales a sus amos, por lo general no se ponían a pelear a no ser que se los ordenaran explícitamente. Y viendo que el pelícaro le obedecía a Link, este puso la excusa de que no iba a ponerlo en riesgo de manera innecesaria, menos cuando parecía ser su único medio de transporte disponible para viajar por el cielo.
Unos minutos más tarde, cuando finalmente el remolino que atrapó a Grahim y Volga se disipó, el demonio y el caballero dragón no estaban nada felices de ver que sus otros adversarios habían escapado mientras ellos estaban distraídos. Desde la perspectiva de cada uno, el otro tenía la culpa.
- ¡Maldición! Mira lo que hiciste, si no fuera por tu intromisión, por fin ese mocoso estaría muerto. - protestó Grahim.
- Mi señora quiere vivo a ese mocoso, como tú lo llamas. - replicó Volga.
- ¿Y quién se supone que es "tu señora"? - dijo Grahim. - Ah, eso no importa. Yo solo sirvo a un señor, y pienso traerlo de vuelta en cuanto quite del medio a ese mocoso.
- Puedes hacer lo que quieras, en tanto no te metas en mi camino. Me encargaré de ti después.
Diciendo esto, Volga decidió alejarse para curarse las heridas y recuperar sus energías. Asumió de nuevo su forma draconiana y voló en la dirección opuesta. Por mucho que le encantaría seguir causando destrozos para hacer salir al héroe nuevamente, no estaba en condiciones, el enfrentamiento con los héroes y con el señor de los demonios lo dejó exhausto. En cuanto al segundo, no le había perdido el rastro, pero se dio cuenta entonces que este mocoso tenía algo diferente que no recordaba del héroe al que se había enfrentado antes. Más aún el hecho de que actuara como si no lo conociera, por inaudito que pareciera, podría ser explicado fácilmente si no se tratara del mismo individuo contra el que peleó aquella vez. ¿Quién era entonces, y por qué estaba aquí? Más aún, ¿cuál era el interés de este caballero dragón en capturarlo vivo? Quizás, lo mejor sería observar desde las sombras, seguirle los movimientos de cerca, pero sin que lo supiera. Tal vez, esto podría resultarle interesante. No había nada de malo en querer disfrutar un poco de la cacería antes de devorar a la presa, ¿verdad?
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En el poblado cercano, poco después...
En el momento en el que llegaron al pueblo, pudieron ver cómo la gente salía despavorida de sus casas debido al incendio que Volga había provocado. Aquellos que lograron mantener la calma, se esforzaban por apagar los incendios gracias al agua de todas las fuentes de Altárea, la que por suerte era suficiente para lograr ese objetivo, y al mismo tiempo, trataban de auxiliar a sus amigos, vecinos y familiares. El trío se sintió tranquilo de ver que al parecer el pueblo no había sufrido daños permanentes, y parecían tener todo bajo control, relativamente hablando, y estaban tan enfocados en lo suyo que ni siquiera se dieron cuenta que se encontraban volando encima de ellos.
- ¿Creen que debamos echarles una mano? - preguntó Alexandre.
- Yo diría que se las están arreglando bastante bien. - dijo Garrett.
- Sí, considerando lo que ha pasado, no parecen que nos necesiten aquí. - agregó Link. - En ese caso, deberíamos...
- ¡AYÚDENMEEEEE!
Al escuchar aquel llamado, Link no dudó en pedir al pelícaro que redujera la velocidad de vuelo y empezara a descender. La voz de una mujer llamaba con descontrol a alguien que la ayudara, y eso era algo que no podía dejarlo pasar.
- Creo que hablé demasiado pronto. - dijo Link. - ¡Hacia allá, rápido!
Sin perder ni un sólo minuto, Link dirigió al emplumado animal hacia al sitio de donde provenían los desesperados gritos, y los tres se bajaron de un salto. El lugar era una especie de almacén enorme, el cual al parecer ya había sido evacuado, a excepción de quienquiera que fuese la pobre victima que se encontraba dentro de los escombros. Garrett arrancó una de las puertas que no había sido alcanzada por las llamas para que pudiesen entrar. Se separaron para intentar encontrarla, abriéndose paso entre los escombros y las llamas con cuidado, pero sin detenerse.
- ¡AYUDAAAAAAAA! - volvió a gritar la chica.
- ¡HOLA! ¡SIGUE HABLANDO! ¿DÓNDE ESTÁS? - llamó Link.
- ¡POR AQUÍ! - le respondió.
- ¡HACIA ALLÁ, MUCHACHOS! - gritó Link.
Alexandre y Garrett siguieron a su líder en la dirección de la voz. La chica siguió gritando, hasta que finalmente dieron con ella. Varias vigas y trozos del techo le habían caído encima, formando una especie de "refugio" que aunque la estaba protegiendo de cierta manera de los pedazos que seguían cayendo también le impedía escapar. Para evitar asfixiarse, tenía el rostro cubierto por una tela. Garrett retiró los escombros mientras Alexandre y Link la ayudaban a salir, justo a tiempo ya que en ese instante se vino abajo otro trozo que los hubiera aplastado si se quedaban un segundo más.
- ¡Deprisa, salgamos de aquí! - gritó Alexandre.
Se dirigieron a la salida por donde vinieron, pero más vigas prendidas en llamas cayeron frente a ellos, impidiéndoles continuar. Las otras salidas también estaban obstruidas. Al no haber camino, la única opción parecía hacer uno. Garrett corrió hacia una de las paredes y comenzó a golpearla con los guantes, tan fuerte como podía. Al principio Alexandre y Link creyeron que estaba loco, y que terminaría por hacer que el lugar se viniera abajo más rápido, pero pronto se dieron cuenta que era eso, o quedarse en ese lugar a morir quemados o aplastados por los desechos que caían. Cuando al fin hizo volar un hueco lo bastante grande en la pared, inmediatamente salieron al exterior. Justo a tiempo, pues en ese preciso instante el edificio terminó de colapsar detrás de ellos.
- Uff, qué cerca. - dijo Link, con un gran alivio. Hecho esto, volvió su atención a la joven a la que acababan de rescatar. - Oye, ¿te sientes bien? Tranquila, ya estás a salvo, puedes quitarte eso.
Al escuchar que estaba segura, la joven mostró su rostro, el cual se iluminó de sorpresa y encantamiento hacia el joven que la había salvado. Simplemente su alegría no podía ser disimulada. Por su parte, Link y los otros de pronto desearon que no lo hubiese hecho.
- Pero... pero... ¡Link!
- ¿Ah? ¿Me conoces? - preguntó Link.
- ¡Claro! ¿Cómo no voy a conocerte? ¡Tú, mi ex novio!
- ¿Tu... tu qué?
- ¡¿QUÉEEEE?! - fue la reacción de Alexandre.
- ¿No me recuerdas? Es que claro, en estos pocos años me he vuelto más bella que nunca. - dijo la joven. - ¡Soy yo, Panalí!
Link no tuvo la oportunidad de hablar, pues la chica se le abalanzó encima e incluso intentó besarlo, pero el joven reaccionó a tiempo para frenarle sus actos, poniendo sus manos enguantadas entre los dos. De cerca pudo verle mejor el rostro, por lo que el rubio se dio cuenta que la chica no había sido dotada exactamente de una gran belleza, cosa que hacía más desagradable el asunto.
- ¿Quién diría que después de varios años que te fuiste a vivir a las Tierras Inferiores te volvería a ver? ¡Qué emoción!
- Espera, creo que me estás confundiendo...
- ¡Claro que no! - exclamó, emocionada. - Aunque, te noto algo diferente con los años, como si fueras más joven. Planeaba con mi padre irme a vivir con el resto de la gente que se había trasladado a la nueva tierra en unas semanas, pero viendo que tú has vuelto, le pediré que lo reconsideremos.
- En serio, no sé de qué hablas...
- La última vez me rechazaste tan cruelmente porque decías querer a... A ESA. - dijo la chica. - Pero ya te he perdonado, no soy rencorosa.
- Garrett... creo que nosotros dos salimos sobrando aquí. ¿Por qué no vamos a ver si alguien más necesita ayuda por allí? - comentó Alexandre con ligero sarcasmo. Garrett asintió.
- Oigan, ¿a dónde creen que van ustedes dos? - gritó Link. No le apetecía la idea de quedarse solo con esta chica, al menos no sin tener la oportunidad de explicarle que él no era quién ella pensaba.
- Déjalos que se vayan, hay tanto de lo que tenemos que...
- ¡Ya basta, suéltame! - gritó Link finalmente. - Panalí, o como te llames, discúlpame por decirte esto, pero yo no soy quien tú crees. Me alegra que estés a salvo, pero mis amigos y yo tenemos algo importante que hacer. Si me disculpas.
- ¡No te vayas, mi amor! - rogó la muchacha. - ¡Tenemos que recuperar el tiempo perdido!
Pero Link no puso atención al llamado de la desubicada joven. Casi lamentaba haber tenido que ser tan directo y algo brusco para quitársela de encima, y tenía ganas de decirle una o dos cosas a sus compañeros por haberlo dejado solo con ella de esa manera. Entre otras cosas, si esa chica lo confundió con su encarnación, con el héroe de esa época (tenían hasta el mismo nombre, quién lo diría), no quería ni imaginarse en qué cosas se habría metido su antecesor durante su tiempo.
- Creo que fuiste un poco cruel con la chica. - comentó Proxi.
- Lo sé, y lamento que haya sido así. - dijo Link. - Pero esa chica no tiene sentido del espacio personal. Y además...
El muchacho se cortó antes de decir más de lo necesario. Tenía otras cosas en las cuales enfocarse. Daría una vuelta rápida por el poblado en caso de que requirieran algo más de ayuda, y luego le diría a los otros que tenían que seguir el camino hacia el Portal de las Almas. Si se encargaban primero de eso, después podrían centrar su atención en Volga y Grahim.
- "Héroe legendario... elegido de la Diosa Hylia..."
Link se detuvo bruscamente. Proxi hizo lo mismo. De pronto, unas palabras resonaron en la cabeza del joven. Fue como si lo llamaran desde la distancia, y no se trataba de ninguno de sus amigos. Era una voz distinta, casi inmaterial.
- Proxi...
- No me digas... ¿escuchaste otra voz dentro de tu cabeza? - preguntó el hada. Link asintió.
- Pero esta vez no se trata de Cya. Es diferente, es como...
- Lo sé, es una presencia distinta, no es maligna. - dijo Proxi. Ella no podía oír la voz de la misma manera que Link, pero sí podía detectar la energía remanente a raíz del contacto.
Link miró a su alrededor. A un lado, se veían sus amigos, dando la vuelta por el lugar tratando de ayudar a los lugareños como podían. Al otro... parecía ser desde donde venía la voz que oía dentro de su cabeza y lo llamaba. Estaba dividido. El pelícaro rojo aterrizó frente a él, como si estuviese listo para llevárselo a donde quisiera ir. Pero algo en su interior le decía que era mejor irse solo. Echando otra mirada hacia donde estaban sus dos compañeros, decidió pedirle un favor al ave.
- Escucha, tengo que irme por un rato. Quédate con mis amigos y vigila que no vayan a meterse en problemas, ¿lo harás? - preguntó Link. El pájaro graznó en respuesta. - Tomaré eso como un sí. Sé un buen chico hasta que regrese, ¿de acuerdo?
Hecho esto, el muchacho echó a correr en la dirección en que la voz sonaba más fuerte. No parecía estar demasiado lejos. El camino lo llevó hacia lo que parecía ser una plaza enorme en todo el centro de la isla. La construcción que se alzaba en el medio de dicha plaza se podía ver incluso desde lejos, una figura femenina alada, que Link reconoció como una efigie de Hylia, la Diosa Blanca. Link sabía que la mayoría de ellas habían sido destruidas en el transcurso de la guerra, y las que quedaban en su tiempo no eran más que réplicas hechas a menor escala. Se sentía realmente honrado de poder ver una de las originales en su tamaño natural.
La charla con sus amigos podía esperar. Guiado por un instinto, o un presentimiento, Link tenía la extraña sensación de que tenía que ir en esa dirección. Como si estuviese a punto de visitar a un viejo aliado o amigo, al cual no había visto en un largo, largo tiempo.
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Varios minutos después...
Al adentrarse en la efigie de la Diosa Hylia, Link podía escuchar esa voz que lo llamaba con mayor claridad. Quienquiera que fuera, o lo que fuera, se estaba acercando, de eso no había duda. En el centro de la sala, sin embargo, no parecía haber nada fuera de lo común, y no se veía ninguna persona alrededor. Lo único que parecía sobresalir era el pedestal con una gran espada con la empuñadura de color turquesa. ¿Sería que tenía que sacarla de allí? Pero no le parecía correcto, esa espada seguramente sería un tesoro del lugar y Link no creía que apreciaran que él fuese a llevársela de su lugar.
- De acuerdo, aquí estoy. - dijo Link, mirando a todas partes. - La pregunta es, ¿dónde estás tú, quienquiera que seas?
Como contestándole, en ese instante la espada en el pedestal comenzó a resplandecer, y en una pequeña explosión de luz, una extraña figura se presentó frente a Link. Flotando ante el joven, una silueta vagamente femenina. Llevaba una especie de "vestido" azul ajustado con dos líneas doradas bajando hasta el borde, y en el centro del pecho una joya azul enmarcada. Parecía carecer de brazos, pues en lugar de extremidades superiores parecía tener unas "alas" plegadas sobre sus hombros que caían como si fuesen una capa, la mitad izquierda de color azul claro y la derecha azul oscuro. Así mismo, su rostro, o en realidad toda su cabeza era del mismo color que el "ala" derecha, con los rasgos faciales definidos pero vacíos, como si se tratase de una estatua. Sus piernas eran de color negro, enmarcadas con listones verdes a todo lo largo, y sus pies, aunque no tenían dedos visibles, parecían terminar en "tacones altos" de alguna manera.
- He estado esperando por su llegada... amo. - dijo en el tono más monocorde e inexpresivo que Link jamás había oído.
- ¿Esperando mi llegada? ¿Eras tú quien me llamaba todo este tiempo? - preguntó Link. Casi sentía deseos de agregar "¿qué o quién eres?" pero no hizo falta, por su respuesta siguiente.
- Afirmativo. Mi nombre es Fay. Soy un espíritu al servicio de la Diosa Hylia.
- Fay... qué nombre tan peculiar. - dijo Link, acercándosele, al sentirse extrañamente más tranquilo. - De acuerdo, Fay, ¿quieres decirme por qué me llamaste "amo"?
- Estoy consciente de que usted no es el amo al que conozco, pero aun así, me siento en la obligación de llamarle de esa manera. - replicó Fay en el mismo tono inexpresivo. Entre eso, y la falta de expresiones en su rostro, era imposible saber si iba en serio o era algún tipo de broma. - Usted posee el mismo espíritu que el amo al que serví hace años, así que puedo decir con un 100% de certeza que es una encarnación futura.
- Espera, ¿cómo puedes saber eso? - preguntó Link, alarmado de que lo supiera con solo mirarlo.
- La distorsión espacio-temporal que está afectando a esta época también tuvo el efecto colateral de debilitar los sellos que nos mantenían en letargo a mí, y al señor de los demonios, Grahim. - prosiguió Fay. - La Diosa Hylia me encomendó la misión de servirle.
Dicho esto, Fay "saltó" desde donde estaba dando una pirueta con elegancia y se puso cara a cara con Link. El muchacho se percató de que, a pesar de que seguía flotando a unos cuantos centímetros del suelo, fácilmente podía ser más alta que él.
- En su estado actual, sus posibilidades de éxito serán prácticamente nulas. Requerirá de mi asistencia para cumplir con su misión. - le dijo.
A Link no le agradó del todo la forma en que lo dijo, pero no tenía manera de refutarle si lo que decía era cierto. En la situación en la que estaban, cualquier ayuda que pudieran conseguir sería bienvenida.
- De acuerdo, ¿significa eso que vendrás conmigo, Fay? - dijo Link.
- Afirmativo, amo. - respondió Fay. - Si tiene un medio de transporte, puedo ayudarle en combate contra Grahim, y contra el caballero dragón que lo siguió hasta esta era.
Link asintió con la cabeza, y le dijo a Fay que lo siguiera. Ella solamente flotó detrás de él sin decir ni una sola palabra más, mientras el muchacho corría de vuelta al poblado para reunirse con sus compañeros. Todavía tenían suficiente tiempo para encontrar el Portal de las Almas, pero la complicación era que tenían no uno, sino dos enemigos allá afuera, uno que quería capturarlo vivo, y el otro que iba tras su cabeza. En el mejor de los casos lo mejor sería esperar que se mataran uno al otro, pero Link no iba a dormirse en los laureles esperando a que eso ocurriera. Y si su presencia en ese lugar era al menos en parte la razón de que le estuvieran causando problemas a gente inocente, era su deber ponerle fin a esa situación.
- Este viaje al pasado se hace cada vez más extraño. - comentó Link.
Mientras el espadachín y su nueva acompañante se alejaban de la efigie, ninguno de ellos detectó en la proximidad la presencia de alguien más. El señor de los demonios había cumplido su palabra de seguirle de cerca los movimientos al mocoso.
- Así que según parece, no fui el único en despertar de mi letargo.
Grahim no se veía nada complacido de ver a su "rival", y menos del hecho de que al parecer, ella ya estaba al tanto de que él había vuelto a las andadas. Por fortuna, su habilidad de ocultamiento le había permitido espiar la conversación entre los dos, y con ello había podido conseguir algo de información. Le hubiese encantado irrumpir allí para cortarle el cuello al mocoso, pero eso no sería prudente si este no estaba solo. Fay podría haberlo alertado de su presencia y eso arruinaría sus planes. Pero por ahora, estaba conforme con los detalles que había podido juntar al escucharlos.
Por las pistas que pudo juntar, tal como había sospechado, este mocoso no era el mismo contra el cual había peleado antes. Fay dijo algo de que tenía el "mismo espíritu", y la interpretación más lógica de eso sería que se trataba de un descendiente suyo. También mencionó "distorsión espacio-temporal", lo cual, juntando uno y uno, querría decir que este mocoso había venido desde el futuro.
- Qué asqueroso pensar que su sucio linaje haya perdurado por quién sabe cuántos años más. - dijo Grahim. - Pero está bien, tendré la oportunidad de cortarlo para siempre.
La gran pregunta era, ¿cómo hacerlo? Podría haber acabado con él de no ser por la interferencia de ese caballero dragón, que al parecer servía a alguien que lo quería con vida. Había dicho "su señora", ¿quizás alguien que se enamoró del mocoso? Qué horribles gustos tenían algunos. Sin embargo, si podía determinar por qué había venido a esta época en primer lugar (es decir encontrar lo que estaba buscando), podría saber cómo interferir con sus planes.
Y hablando de interferencias, si el molesto caballero dragón estaba tan empeñado en capturarlo vivo, ¿qué podría hacer al respecto? Bien, para empezar, solo quería vivo al héroe, más no a los amigos que lo acompañaban. Le podría ser útil para quitarlos a ellos del medio, o en dado caso de que pudieran derrotarlo, de todos modos se liberaría de un estorbo. Cualquier escenario le resultaba favorable.
- Después de esto, volveré a las tierras inferiores, y me vengaré también de su antepasado. - declaró. - El mal surgirá de nuevo y reinará por siempre. Jajajajajaja, ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJA!
Esta historia continuará...
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