Hoy es viernes, por lo que tendría que ir a la cafetería en la tarde. No era un lugar especialmente grande, pero si bastante acogedor. Mientras atendía a los clientes, mi mente se encontraba en otro lugar, recolectando recuerdos y pensamientos sin sentido. Lo único que podía escuchar era el molesto ruido del reloj con su constante tic tac.

— ¿Puedo molestarte con un batido de fresa?

Jocelyn se encontraba frente a mi, con su cabello recogido en una trenza, haciendo que resaltara más su rostro, y con ello, sus ojos esmeralda. Quedé paralizado durante unos segundos, pero tras una sonrisa por parte de ambos, me dispuse a preparar su pedido, e inmediatamente mi mente se despejó.

— ¿Tienes algo que hacer después del trabajo?— preguntó, una vez le entregué su bebida.

— Podría hacerme el interesante y decir que revisaré mi agenda, pero en realidad me gustaría pasar tiempo contigo— respondí mientras revolvía con suavidad su castaña cabellera.

— Asombroso, porque hay mil cosas que me encantaría que vieras. Nos vemos en el campo del golf del parque.

Y lo único que podía pensar en ese momento fue cuánto tiempo restaba para que mi turno terminara.