Todos los días consistían en lo mismo, a excepción de los lunes y viernes, pues aquellos días trabajaba en una pequeña cafetería cerca al parque.

Hoy, jueves, no era especial: el día estaba nublado, las personas se arremolinaban en los pasillos para inventar alguna historia lo suficientemente buena para humillar a alguien, y las clases parecían más largas de lo usual.

Estábamos a punto de terminar la última clase del día, hasta que entro el director y pidió unos minutos de nuestra atención. Hice caso omiso de su petición, y me puse los audífonos dispuesto a escuchar a la mejor banda de todos los tiempos: Coldplay. Mi atención estaba en la canción que estaba escuchando, hasta que volteé para entender porqué todos de repente comenzaron a murmurar, y la vi.

No fueron sino sus enormes ojos verdes los que encendieron algo en mí, algo hasta ahora desconocido, y aquellas nubes en el cielo desaparecieron, dejando al sol brillar con una intensidad increíble. Sí, muy probablemente esté exagerando, pero al menos, eso era lo que sentía.

Su nombre era Jocelyn Torres, y su sonrisa había convertido mi gélida mañana en un cálido mediodía.