Final 2.- Neo y RaKen
Había pasado alrededor de 6 meses encerrado entre aquellas frías paredes de la prisión, ni siquiera las tardes en las que podía salir al patio para tomar el sol parecían calentarlo, por lo que ya ni siquiera lo intentaba. Taekwoon simplemente permitía que el tiempo transcurriera sin reparar demasiado en ello so riesgo de terminar aún más desesperado.
Ya era suficiente lo que la culpa hacía para lograrlo como para, además añadir la desesperación por el tiempo.
Además, Taekwoon era muy consciente de dos cosas, la primera era que nada le esperaba allí afuera, así que no había necesidad de preocuparse por eso. La segunda era que se había convertido en una especie de juguete que no podría escapar de aquella prisión, al menos no con vida.
Y justamente aquella tarde su nuevo "amo" se asomó a su celda abierta, en la cual Taek simplemente se pasaba leyendo.
—Buenas tardes, mi pequeño cachorro de león, ¿cómo te encuentras hoy?
Taek ni siquiera despegó los ojos del libro.
—¿No es un poco temprano para que vengas, N? —preguntó el pelinegro.
—Ah, lo es, pero te aseguro que volveré por la noche como las otras veces. No, en este momento vengo para entregarte un recado.
Por fin Taek marcó la página y cerró el libro, levantó la vista para mirar al otro preso.
—¿Un recado? ¿De qué se trata?
—Bueno, los guardias me han pedido que te diga que tienes una visita, así que es necesario que te presentes a la sala de espera.
—¿Una visita? ¿A mí? ¿De quién diablos podría tratarse? —preguntó confundido, nadie había ido a verlo y esperaba que así siguiera hasta el final.
—¿Cómo quieres que yo lo sepa? —Taekwoon iba a levantarse cuando N se sentó a horcajadas sobre él, lo tomó con fuerza por el cuello de su playera—. Aunque me han informado que se trata de un guapo joven castaño. Dime Taekwoon, ¿tienes a alguien más del que no me hayas hablado?
—No N, ni siquiera sé quién ha venido. Además, soy solo tuyo —dijo las palabras que aplicarían al mayor.
—Bien, y más te vale no olvidarlo, —sentenció Hakyeon antes de inclinarse y tomar posesión de sus labios con un gesto violento.
Taekwoon simplemente se dejó hacer, como siempre hacía, hasta que el moreno estuvo satisfecho y por fin se levantó.
—Anda, apresúrate.
Por fin, el pelinegro pudo ponerse de pie y siguió al otro preso, avanzaron por entre los pasillos y pasaron por varias rejas hasta llegar a una pequeña puerta metálica.
—Adelante leoncito, te veré más tarde.
Taekwoon entró a la primera sala donde ya lo esperaba un guardia, este revisó a consciencia su ropa para verificar que no tuviera armas ni nada peligroso; luego de eso puso las esposas en sus muñecas y tobillos. Una vez listo, el mismo guardia revisó la pequeña tablilla con información.
—Jung Taekwoon, mesa 35 —informó abriendo la puerta contraria a la que había entrado.
Allí había un gran cuarto con pequeñas mesas cuadradas colocadas a buena distancia, de manera que aunque podía escucharse no podían entenderse entre sí. Algo indeciso Taekwoon avanzó por entre las mesas, algunos rostros se giraron para mirarlo pero los ignoró por completo hasta acercarse a la mesa que le habían indicado.
En efecto había allí un joven castaño esperándolo, su sorpresa fue mayor cuando éste levantó la cabeza para mirarlo también.
—¿Jaehwan?
—¡Taekwoon! Hola, ¿cómo has estado? ... no, no, que tonta pregunta, lo siento.
A cada momento que pasaba el visitante se ponía más rojo, bajó la vista de nuevo hasta la mesa metálica mientras Taekwoon tomaba asiento frente a él.
—Jaehwan, ¿por qué has venido? —preguntó serio el pelinegro.
—Puedes decirme Ken, igual que el resto. —intentó sonreír aunque no pudo hacerlo bien del todo—. Yo, quería hablar contigo, aunque fuera solo una vez, quería disculparme...
La voz de Jaehwan fue bajando hasta desaparecer, por lo que Taekwoon no estaba muy seguro de haberlo entendido bien.
—¿Disculparte? ¿Conmigo?
—Sí yo, ese día, de verdad pensé que era lo mejor, yo le dije a Wonsik que se fuera, pensé que si se alejaba... no creí que las cosas terminarían así.
—Jaehwan, ¿de qué estás hablando?
—Yo fui el que le dijo a Wonsik que se alejara, pensé que si lo hacía, ustedes, —su voz seguía quebrándose y parecía a punto de llorar.
—Hey, basta, Jaehwan tú no tuviste la culpa de lo que ocurrió, —sí, para ese momento y después de las sesiones de terapia que era obligado a tomar ahí en la cárcel, podía decir eso.
—Yo no quería que nada de esto pasara.
—Ninguno queríamos, pero así ocurrió. Como sea, no es conmigo con quien deberías disculparte.
Una parte de la tristeza de Jaehwan pareció desaparecer de su rostro.
—Cierto, eso me recuerda que, en realidad, vine para darte una buena noticia. Wonsik fue dado de alta la semana pasada, actualmente está con su familia.
Los ojos de Taekwoon brillaron, y fue entonces él quien tuvo que contener las lágrimas.
Aquella fatídica tarde, cuando fue apresado, temió que realmente había matado a su amado por lo que todo lo demás dejó de importarle. Apenas sintió los golpes de los policías mientras lo esposaban y lo llevaban lejos, todo era un recuerdo borroso. No fue hasta que, durante el juicio, escuchó las palabras "intento de homicidio" y no asesinato, que pudo regresar un poco en sí y prestar mayor atención.
Los paramédicos que llegaron habían logrado reanimar a Wonsik, sin embargo luego del tiempo privado de oxígeno no había logrado despertar del todo, y para ese momento estaba en estado de coma.
—Me alegra oírlo, —dijo con sinceridad, sintiendo un pequeño alivio del peso que oprimía su pecho.
—Sí, él, ha estado muy bien cuidado, no me he despegado de su lado para nada, Hongbin y Hyuk también lo visitan seguido así que está bien.
Taekwoon asintió, notando bien las palabras que le había dicho el castaño, comprendía ahora también parte de su culpa.
—Jaehwan, muchas gracias por venir a decírmelo, pero no es necesario que vengas. Anda, merecen ser felices ambos.
Su suposición fue comprobada al ver cómo el menor se ponía sumamente colorado y desviaba la mirada, y aunque algo en su pecho se rompió y dolió, tampoco era que pudiera quejarse y en realidad se alegraba por los otros.
—Taekwoon, yo, bueno tal vez, cuando salgas, —Taek lo cortó con un gesto.
—No necesitan preocuparse por mí, yo pagaré por mis actos aquí y ustedes serán felices fuera, eso es justicia.
—Oh Taek, suena tan triste si lo dices así.
—No es triste, es la realidad, y como te dije es lo justo, así que no hay más.
Taekwoon se puso de pie, aunque luego de pensarlo un poco habló antes de dar media vuelta:
—Escucha Jaehwan, jamás se te ocurre traer a Wonsik aquí, si puedes ni siquiera le digas que has venido. Deja que él me olvide y sea feliz.
—Pero Taek...
—Es lo mejor, adios. —sentenció, yéndose de inmediato de ahí.
Por algunos momentos Jaehwan quiso alegar algo, pero antes de que pudiera pensar en qué decir Taekwoon ya había desaparecido.
No bien el pelinegro volvió a entrar al cuarto junto a la sala de visitas, fue recibido por unas fuertes manos que lo sujetaron del cuello, azotándolo contra la pared. Entre la sorpresa y el impedimento de las esposas, Taek no pudo hacer nada y pronto aquel agarre comenzó a robarse su aire.
—Muy bien, cachorro de león, ahora sí me dirás quién es ese sujeto ¿verdad?
Contrario a su fuerza y su acción, la voz de Hakyeon sonó tranquila, casi como un coqueteo.
—Es, amigo, del que era mi pareja, —dijo de manera entrecortada a causa de la asfixia.
—Ah, tu antigua pareja, ese al que casi mataste ¿verdad?
Taekwoon se encogió ante aquel golpe verbal, aún así solo asintió en respuesta. De pronto el agarre se intensificó hasta arrancarle por completo el aire de los pulmones.
—Sería irónico ¿no lo crees? Que terminaras muerto de la misma manera que él. Además, sabes que podría hacerlo, nadie aquí se atrevería a acusarme ni contradecirme, si digo que esto fue un accidente así será.
Pasaron así algunos instantes hasta que Taekwoon comenzó a ver puntos de colores que nublaban su visión, hasta ese momento Hakyeon lo soltó, dejándolo caer sofocado al suelo.
—Dime entonces, ¿qué pasaría contigo, mi leoncito, si yo decidiera matarte?
—Soy suyo, si tú decidieras matarme, eso estaría bien, mi vida es tuya, —contestó con la voz carrasposa.
Hakyeon se inclinó junto a él y lo tomó de la barbilla, aún tosía un poco.
—Bien dicho cachorro de león, has aprendido bien.
Luego de lo cual salió del cuarto, dejándolo solo. Taekwoon permaneció aún varios minutos en el suelo, tosiendo y recuperándose, luego de lo cual entró el guardia para desatarlo y llevarlo de regreso a su celda.
Taekwoon lo sabía bien, nada más entrar en aquella prisión se había convertido en el capricho del hombre más poderoso no solo del lugar sino de los alrededores, aún las mafias de fuera respondían a N, por no hablar de los altos mandos de la cárcel. Todos sabían que lo que fuera que N quería, él lo conseguía, y Taekwoon se había convertido en aquello que quería. Pero Taek no se engañaba, aquello era lo mismo que el capricho de un niño por un juguete nuevo, y en cuanto el capricho terminara lo haría también su vida. Sin embargo él lo aceptaba, tal como le dijo antes, estaba allí para pagar por sus pecados y si para hacerlo debía morir así, lo haría.
FIN
Julio 2021
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