Capítulo 7.- Llamada de auxilio
Habían pasado casi dos semanas así y la época de exámenes y entregas finales estaba demasiado cerca.
Ambos solían verse al terminar las clases, ya fuera en la biblioteca o en el jardín, para poder estudiar y prepararse. Su concentración les impedía hablar mucho, a pesar de lo cual disfrutaban de su mutua compañía en silencio.
Unas cuantas veces Hongbin y Jaehwan se les habían unido, Wonsik los presentó y aunque el ambiente fue algo tenso debido a la timidez de Taekwoon, tampoco fue grosero con ellos.
—No sé cómo puede gustarte tanto, es demasiado serio y frío, demasiado diferente a ti, —se había quejado Jaehwan alguna vez.
—Dicen que los polos opuestos se atraen ¿no? Además, él no es frío, solo es tímido, una vez que tenga más confianza con ustedes lo verán.
Por primera vez, Hongbin se quedó callado aunque se notaba algo serio, había algo en ese nuevo interés amoroso de su amigo que le daba mala espina, pero no podía identificar a ciencia cierta de qué se trataba y no quería pelear con Wonsik por eso, así que lo mejor que podía hacer era esperar y observar.
Por su parte, Wonsik tenía una idea que no dejaba de dar vueltas en su mente,a pesar de las presiones del final de ciclo, y es que tanto él como Taekwoon estaban ya en el último grado de la universidad, ¿y si después de salir no volvían a verse?
A fin de cuentas era el pretexto de la escuela lo que los había unido, necesitaba una nueva razón para seguir en contacto, y aunque ya se le había ocurrido una buena idea necesitaba juntar el valor para plantearla.
Justo estaba pensando en eso, a pesar de estar a la mitad de la clase de composición, cuando su celular rompió el silencio que imperaba en la clase. Era una canción que había apartado específicamente para poder diferenciar ese número.
Se apresuró a contestar la llamada, aunque sólo contestó un "espera" susurrado, se levantó para disculparse con el resto de su clase y luego salir de forma intempestiva del salón.
—Bueno, Taek-shi... —contestó, pero no había sido lo suficientemente rápido y la llamada se había cortado.
Estaba a punto de marcarle cuando le llegaron dos mensajes de el mismo número, el primero era una ubicación no muy lejos de la universidad, el segundo una serie de números que no pudo descifrar: 306C - 901110
Aun cuando volvió a intentar llamar el número sonaba apagado después de eso.
Wonsik tomó solo un par de segundos para mandar un mensaje a Hongbin y pedirle que cuidara sus cosas antes de lanzarse a correr hacia la dirección que le había mandado Taekwoon.
No estaba demasiado lejos y la condición física de Wonsik era buena, así que sólo le tomó alrededor de cinco minutos el llegar ahí, se trataba de un conglomerado de departamentos para estudiantes
Por algunos momentos se sintió perdido, antes de ver que cada uno de los edificios tenían una gran letra marcada, lo cual le dio el significado del primer grupo de número que había mandado en el segunda mensaje de Taekwoon.
Siendo así, volvió a correr hasta el edificio marcado con la letra C, por fortuna la puerta estaba abierta, no tuvo problema en entrar y casi volar en las escaleras hasta llegar al tercer piso, para cuando llegó al sexto departamento de ese piso ya estaba casi sin aire y con el corazón desbocado, aunque eso último era más por el miedo.
Tocó varias veces la puerta pero no recibió respuesta, estaba a punto de darse por vencido cuando recordó el mensaje.
—Bueno, no pierdo nada con intentarlo, —se dijo a sí mismo, sacando su celular para no equivocarse.
Se inclinó sobre el pequeño teclado de seguridad y oprimió los seis dígitos que seguían al número de departamento, le pareció que pasan horas antes de que los tres soniditos anunciaron que era la combinación correcta y la puerta se abriera.
—¿Taekwoon, estás aquí? Soy Wonsik —preguntó mientras entraba al departamento y cerraba la puerta tras de sí.
Todo el departamento estaba muy oscuro, Wonsik se quitó los zapatos y los dejó en el lugar indicado mientras sus ojos se iban acostumbrando a la oscuridad, de pronto se quedó inmóvil, pues al levantar la mirada ya ajustada se topó con el desastre que era el departamento.
Había muchas cosas de vidrio rotas por el suelo y algunas manchas de sangre, podía distinguir los restos de tazas y platos que terminaron hechos añicos. También había restos de papeles y aún de ropa
Y un poco más allá de todo ello, hecho bolita contra una pared, Taekwoon lloraba quedamente, tapándose los oídos con ambas manos.
De inmediato Wonsik corrió a su lado, sin percatarse siquiera de los cortes que las piezas rotas habían hecho en sus pies desnudos.
—¿Taekwoon? ¡Hey, Taekwoon! ¿Qué ocurre? ¿Estás bien? —soltó sin detenerse a esperar una respuesta.
Se arrodilló al lado del pelinegro, pero este no pareció notarlo, se arrullaba adelante y atrás mientras se tapaba los oídos con fuerza.
—No, no, cállense, cállense, no es cierto, —alcanzó a entender por entre el murmullo que soltaba.
Algo asustado, Wonsik lo sujetó por las muñecas y lo sacudió levemente, logrando que por fin los ojos agrandados y enrojecidos se fijaran en él.
—¿Wonsik? —preguntó Taekwoon con la voz entrecortada
—Sí, soy yo, ¿qué ocurrió?
Taekwoon no alcanzó a contestar, simplemente se enterró en el pecho del peliblanco, abrazándolo con fuerza excesiva mientras sus sollozos incrementaban.
Algo desconcertado, Wonsik no supo qué más hacer además de responder al abrazo, moviendo la mano contra la espalda contraria en un intento vano por reconfortarlo.
—Ya, ya, tranquilo, estoy aquí, estoy contigo, todo está bien, —repetía sin cesar junto a un montón más de palabras que solían decirse para aliviar a la gente.
Wonsik no podía darse cuenta, pero sus palabras aunque entonadas en voz baja, estaban logrando acallar aquellas otras voces que atronaban en la mente de Taekwoon sin que el peliblanco pudiera oírlas.
Sin soltarlo, el recién llegado aprovechó para poder mirar alrededor e intentar descubrir qué había ocurrido, estaban en lo que parecía ser la sala/comedor del hogar, aunque todo estaba revuelto, las sillas y la mesa estaban volcadas y los cojines del sillón desperdigados aquí y allá. Las pesadas cortinas de color oscuro estaban corridas, por lo que sólo había algunos ases de luz que lograban colarse por ellas.
Parecía que había habido una pelea, aunque no había rastros de ninguna otra persona en el departamento, sólo podía escucharse el llanto de Taekwoon y los susurros de él.
El susto que sentía Wonsik le hizo sentir que pasaron horas antes de que por fin el pelinegro se calmara un poco. Se soltó de Wonsik, pero parecía que no podía dejar de llorar.
—Lo, siento, lo siento —susurró, un poco más fuerte entonces, aunque no levantó la cabeza.
—Está bien, ¿por qué te disculpas? —Wonsik aún acariciaba su cabello con pasadas tranquilizadoras.
—Soy un desastre... —intentó limpiarse las lágrimas que caían incesantes, pero sólo logró que su rostro terminara con una gran mancha de sangre.
—¡Estás herido! —dijo Wonsik asustado, aun entre la penumbra podían notarse los arañazos que cruzaban ambos brazos de su amigo—. Espera, espera aquí un momento, no te muevas.
Se levantó, esta vez caminó con cuidado para no cortarse más y avanzó hasta lograr encender la luz eléctrica. Intentó no mirar tanto alrededor y se concentró sólo en Taekwoon.
—¿Tienes botiquín de primeros auxilios?
—Sí, bañó, —contestó el otro, su voz ronca aún era cortada por algunos sollozos que se habían intensificado una vez que Wonsik se alejó de él.
El peliblanco corrió hacia el cuarto indicado y no tardó mucho en volver a su lado. Aun mientras esperaba las voces seguían insistiendo en la cabeza de Taekwoon, gritándole que sólo era una molestia para su amigo, que seguramente él había usado de pretexto lo del botiquín para alejarse y dejarlo solo, pues no querría estar cerca de alguien tan patético...
—¿Taekwoon? —Wonsik se había vuelto a arrodillar junto a él, con la caja blanca sobre sus piernas.
—No, me dejes, no te vayas, por favor, —rogó Taekwoon, sus ojos se aclararon un poco al verlo allí.
—Tranquilo, no me iré te lo prometo. Pero estás herido, déjame curarte, anda.
Buscó en el botiquín hasta sacar un paquete de algodón y una botella de antiséptico. Desganado, Taekwoon levantó su mano derecha para que Wonsik pudiera tomarla y revisarla.
Tenía en la palma varios cortes, aparentemente por los vidrios rotos del lugar, en los antebrazos no eran tan profundos aunque sí algo gruesos, como si fueran más bien arañazos. También sus nudillos estaban heridos, por las marcas Wonsik supuso que había golpeado la pared, había visto esas mismas marcas en su padre poco antes de que se fuera.
—Esto arderá un poco, pero es para mejor, y pronto el dolor se irá.
Taekwoon soltó una sola carcajada irónica ante esto, el dolor jamás se iría, el problema es que no era el dolor de la mano lo que lo atormentaba. Aquel sonido, tan cínico como cansado, logró oprimir aún más el pecho de Wonsik.
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