Capítulo 6.- Dulces de chocomenta
La emoción de Ravi no duró tanto, pues a la tarde siguiente Taekwoon no estaba en el lugar habitual de la biblioteca, Ravi incluso se paseó por la facultad de psicología para ver si podía encontrarlo pero no fue así.
Algo decepcionado, Ravi volvió a su casa, aquella tarde no pudo componer más música así que simplemente se puso a jugar. Hongbin le había recomendado un nuevo juego en línea que podría correr en su computadora, y aunque usualmente esta la utilizaba para sus composiciones esa vez se dedicó a jugar en línea con su amigo.
Al siguiente día no entró a su última clase, aburrido como estaba, así que fue a sentarse a su lugar frente a la ventana de la biblioteca, allí donde lo había visto la primera vez.
Sacó sus auriculares para escuchar sus últimas composiciones, pensando si tenía que hacerles alguna corrección antes de presentarlas. No pasó mucho antes de que la música de nuevo capturara su atención por completo y pronto estaba escribiendo las posibles correcciones en su cuaderno.
No tenía idea de cuánto tiempo pasó, de pronto cayó sobre su cuaderno una bolsita que lo hizo sobresaltarse. Taekwoon estaba arrodillado frente a él y al parecer acababa de dejarla caer.
—¿Taek-shi? —preguntó Ravi algo sorprendido.
Taekwoon se sonrojó y bajó la mirada hacia el pasto en el que estaban sentados.
—Yo, esto es, es una disculpa por no, no venir ayer.
Ravi sonrió mientras tomaba la bolsa, se trataba de pequeños dulces circulares, al leer la etiqueta se dio cuenta que eran bolitas de chocolate envueltas en menta.
—Recordé lo que dijiste en la cafetería y, pensé que podrían gustarte.
La sonrisa del peliblanco se ensanchó, feliz no solo de volver a ver a Taekwoon sino que este hubiera estado pensando en él y recordara lo que habían hablado.
—Gracias, estoy seguro que me gustaran.
Y para probar sus palabras, abrió el empaque y se echó dos de las esferas en la boca, segundos después hizo un sonido de satisfacción, en efecto los dulces estaban deliciosos. Estaba tan ensimismado en el sabor que no se percató de la reacción que aquellos sonidos ocasionaron en el contrario, logrando que se ruborizara y bajara la cabeza.
—Es, que bueno, que te gustaran, —tartamudeó Taekwoon, intentando mantener la compostura—. Yo, lo siento, por no venir ayer.
Ravi asintió, volviendo su atención al contrario le tendió la bolsita para que también tomará algunos dulces.
—¿Por qué no viniste? —preguntó Wonsik con casualidad.
—Bueno, yo, en realidad no vine a la escuela, me quedé en casa, —contestó con la voz bajita.
—Oh, ¿de nuevo el tema de salud que me habías dicho?
Taekwoon asintió una vez con la cabeza, sin levantar la mirada, así que no vio la manera en la que Wonsik infló las mejillas haciendo un puchero.
—Te dije que me avisaras la siguiente vez que necesitaras algo... —de pronto guardó silencio y se dio una palmada en la frente, lo cual logró que Taek levantara la vista—, Disculpa, es cierto, ¿cómo me ibas a pedir ayuda si no tienes mi número? Ya sé, dame tu celular.
Algo confuso Taekwoon buscó en su bolsillo y sacó el aparato, ocupó un momento para desbloquearlo antes de tendérselo, por algunos momentos Wonsik se quedó mirando el fondo de pantalla, siendo esta una foto de Taekwoon acompañado por un enorme gato negro de orejas cortas.
—¡Que bonito! ¿Es tuyo? —preguntó entrando a la aplicación de llamadas.
—Em no, es una cafetería, donde hay muchos gatos que puedes acariciar y alimentar.
—¿En serio? ¡Genial! Algún día debes llevarme ahí ¿sí? Aunque soy más de perros.
Terminó de teclear y giró la pantalla para que Taekwoon pudiera verla:
RAVI 🐶
Ponía en el nombre del contacto, por fin una sonrisa apareció en el rostro del pelinegro mientras intentaba leer los caracteres anglosajones.
—Ra, vi, ¿qué significa ravi?
—Es mi nombre artístico —dijo con un guiño confiado—, guárdalo bien, pues algún día será famoso.
Taekwoon rio más ante aquello mientras Wonsik utilizaba su celular para marcar a su propio número y así también tenerlo registrado.
—Ahora veamos, ¿cómo voy a guardarte? —preguntó pensativo mientras le regresaba el aparato a su dueño.
—¿Cómo? Pues Taekwoon, yo no tengo ningún nombre artístico ni nada por el estilo.
—No, eso sería muy aburrido.
Le enseño la pantalla para que pudiera ver algunos de sus contactos, no había ningún nombre normal ahí, por el contrario todos tenían nombres curiosos como "frijol", "Ken", "panda" y cosas así.
Por algunos momentos escribió "MUSA" en el nombre, Taekwoon se había acercado a ver la pantalla con curiosidad y notó que Wonsik borraba la palabra y que se sonrojaba un poco.
—¿Musa?
—No, lo pensé pero suena femenino.
Taekwoon iba a preguntarle el porqué de ese sobrenombre, sin embargo se quedó callado pues el peliblanco lo miraba atentamente. Mientras Wonsik pensaba en qué nombre ponerle, analizando su apariencia para decidirlo, recordó de pronto la mirada fría que le había dedicado la primera vez que lo vió en la cafetería, era la mirada helada de un felino salvaje.
—¡Ya sé! —exclamó de pronto, escribiendo rápido en su celular antes de mostrárselo a Taekwoon.
LEO 🦁
—¿Leo? ¿Qué significa? —preguntó Taek luego de leerlo.
—Eres elegante y apacible, como un felino, y con esa larga melena que tienes en lo único que puedo pensar es en un León, así que ahora compartes nombre con él —dijo orgulloso.
Taekwoon bajó la cabeza, completamente azorado por las palabras halagantes que le había dedicado el otro, el que Wonsik riera por su reacción solo acrecentó su turbación.
—Está decidido entonces, la próxima vez que estés enfermo o necesites ayuda me llamarás, ¿verdad?
Taekwoon asintió, aceptando aquello, en realidad era linda la idea de tener a quien llamar cuando sus crisis aparecían, pero no era algo que pudiera decir en aquel momento.
—Bueno, ¿quieres ir dentro? —Wonsik señaló la biblioteca—, aún tengo que terminar una tarea para orquestación.
—En realidad, aquí se está bastante a gusto —indicó Taekwoon, sentándose a su lado junto al árbol.
No había más estudiantes, así que estaban solos en medio del oasis de quietud que les daba aquel pequeño jardín.
—Muy bien, voy a ponerme los audífonos porque debo identificar unas notas, pero si quieres decirme algo sólo hazme señas o tócame ¿de acuerdo?
—De acuerdo, —dijo Taek, sacando ya uno de sus libros.
Así ambos se concentraron en sus respectivas actividades académicas, aunque pasado alrededor de una hora Taekwoon comenzó a sentirse adormilado, no se dio cuenta de en qué punto terminó por quedarse dormido con la cabeza recargada en el otro.
Wonsik sintió que su pecho se hinchaba ante el tacto y el calor que Taekwoon le proporcionaba, aunque intentó seguir con su tarea pronto se encontró simplemente disfrutando de aquello.
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