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Capítulo 2.- El plan

La biblioteca estaba en relativo silencio, todo susurros bajos, el sonido de las hojas al ser pasadas y de los lápices al escribir sobre ellas. En una de las mesas del centro, ocultos por varios libros alzados, tres estudiantes de último semestre alimentaban aquellos susurros con los propios.

—Allí está, es él, —decía Wonsik en ese momento.

Los tres pares de ojos se centraron en el chico que, sin saber nada de ellos, leía un enorme ejemplar y, cada cierto tiempo, tomaba notas en su libreta.

Era el mismo chico que antes había atraído la atención de Wonsik, y de hecho estaba sentado en la misma mesa junto a la ventana, aunque en esa ocasión llevaba el cabello negro amarrado en coleta baja tras su nuca.

—No lo sé, parece demasiado creepy para mi gusto. Me gustan los niños bonitos, no los darks —alegó Jaehwan, uno de sus amigos.

—No se ve mal, aunque tampoco es del todo mi estilo puedo aceptar que es guapo, —agregó Hongbin.

—Pues que malos gustos tienen —les molestó Wonsik—, a mi me gusta, ya les dije que fue el que me ayudó con la tarea del sr. Kim.

—Sí, ya nos lo dijiste varias veces, y ya nos presumiste la excelente calificación que te sacaste gracias a eso.

—Gracias a él... aunque no lo conozco aún.

—¿Por qué no vas simplemente a hablarle y preguntarle su nombre?

—Ah, no lo sé, lo había pensado y una vez estuve a punto de ir, pero... —Wonsik se detuvo, mirando aún hacia el otro chico.

—¿Qué? ¿El valiente y rebelde Wonsik está asustado? —se burló Hongbin.

Wonsik le dio un golpecito en el brazo.

—No, no es eso, pero no quiero que él simplemente me ignore y se vaya, quiero estar seguro de poder hablar con él. No quiero arruinar nuestro primer encuentro.

—Ja, eres un cursi de primera, Wonsik —río Jaehwan—, quizá, podrías ofrecerle una ofrenda de paz.

—¿Una qué?

—Una ofrenda de paz, algo con lo que se entretenga mientras tú hablas con él, algo así como un dulce o una bebida.

—Suena bien, —por algunos momentos Wonsik se emocionó, pero luego volvió su expresión taciturna— pero, si no sé ni su nombre, menos sé qué le gusta

Antes de que pudieran decir nada más, el chico de cabello largo cerró los libros y comenzó a guardar las cosas, los tres bajaron las cabezas para esconderlas tras sus libros levantados y así ocultarse de él. Era algo bobo, pero funcionó pues el chico pasó junto a ellos sin siquiera mirarlos.

—Bueno, que comience el espionaje entonces, —susurró Hongbin con una sonrisa traviesa.

Antes de que pudieran preguntarle a qué se refería, él se apresuró a levantarse y salir por la misma puerta que había ocupado el interés de su amigo, los otros dos no tardaron en seguirlo.

Los tres amigos iban caminando "casualmente" varios metros por detrás del otro chico.

—Esto es una locura, deberíamos irnos, si él voltea y me ve pensará que soy un acosador pervertido o algo así —se lamentó Wonsik.

—Solo actúa con normalidad —insistió Hongbin sin desistir de su meta, que era más bien un juego para él.

La buena fortuna sonrió al grupo de amigos, porque el chico a quien perseguían no se giró en ningún momento. Wonsik pudo apreciarlo bien, a pesar de sus quejas iniciales y de su miedo a ser descubierto: el chico era alto y delgado, sus movimientos tenían un cierto toque elegante, como si de un enorme felino se tratara.

Parecía bastante seguro, sus pasos no dudaron ni un momento mientras avanzaba, a gran velocidad gracias a lo largo de sus zancadas, hasta llegar a una de las cafeterías cercanas a la biblioteca. Pero Wonsik sabía la verdad, podría parecer muy seguro y altivo, pero él había visto la manera en que se había sonrojado cuando se vieron aquella vez.

Entraron a la cafetería detrás de él, dada la hora el lugar no estaba tan lleno así que pudieron tomar una mesa cerca del lugar donde se hacían las entregas, esa la eligió Hongbin especialmente.

—Esta es la oportunidad perfecta Wonsik, al parecer el destino quiere que lo conozcas —exclamó Hongbin con suficiencia.

—No entiendo a qué te refieres frijol, solo es una cafetería y no estamos ni cerca para escuchar lo que pide.

—Tú sólo confía en mí y espera.

Una de las trabajadoras se acercó para dejarles tres menús, les dijo su nombre y agregó que "la llamaran por cualquier cosa que necesitaran", Wonsik estaba demasiado embebido viendo a su chico de cabello largo pidiendo su orden en la caja, tanto que ni siquiera se percató de las insinuaciones "sutiles" de la mesera. Aunque claro que sus amigos sí que se dieron cuenta, ya se burlarían de él más adelante.

—No es justo, ¿por qué es siempre él quien atrae toda la atención de las chicas? —se quejaba Ken en ese momento.

—Es claro, mira nada más la pinta que tiene, el típico chico malo que llega al grado incluso de teñirse el cabello de blanco, con tatuajes y pendientes es la viva imagen del "badboy" que sale en las novelas que las chicas suelen leer.

>Tú, por el contrario, eres más bien como un "niño bueno", todo tierno, bonito y con esa gran nariz, por eso lo ven más a él que a ti.

Por algunos momentos Ken hizo un mohín molesto con los labios abultados.

—¿A sí? ¿Y por qué lo ven más a él que a ti?

—Sencillo, aunque yo tengo mi arma secreta —sonrió a Ken, mostrando los hoyuelos en sus mejillas—, rara vez lo ocupo, soy un geek que prefiere quedarse en casa jugando a andar buscando citas, por eso.

—Aish —Ken se cruzó de brazos aun con su puchero en la cara.

—Sh, sh, ahí viene —les dijo de pronto Wonsik, tomando uno de los menús para taparse la cara.

—¡Café latte para Jung Taekwoon! —gritó el chico del mostrador

Wonsik se asomó por encima de su escondite para ver a su musa avanzar y tomar el café que acababan de anunciar. Al darse la vuelta sus ojos volvieron a cruzarse por un segundo, esa vez él no se inhibió, pero desvió la mirada como si no tuviera el menor interés y siguió su camino hasta salir de la cafetería.

En lugar de desmotivarlo, aquello hizo todo lo contrario, despertando el interés y la intriga de Wonsik, ¿por qué se comportaba de manera tan distinta en esa ocasión?

—Ahí tienes, —interrumpió Hongbin sus pensamientos—, se llama Taekwoon y le gusta el café latte. De nada.

Ken aplaudió un poco, emocionado por la "aventura detectivesca" que habían hecho. En efecto podía comportarse como un "niño bonito" a veces, tal cual había dicho Hongbin antes.

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