PASADO

SeulMi era una mujer agradable, de buena vida y siempre sonriente, para Aeri su tía era un sol que alumbraba sus días. Desde pequeña la escuchaba canturrear en la cocina, las pocas veces que se encontraba, pues su trabajo como ayudante social a las casas benéficas de híbridos la mantenía usualmente ocupada. Aunque, algo que noto, es como las sonrisas que caracterizaban a su amada tía siempre, sin excepción, desaparecían al ver a SyuJa, su hermana gemela, la madre de Aeri. 

La pequeña niña de siete años, una de las tantas tardes de verano en casa de su tía, podía escuchar desde el interior gritos provenientes de las únicas dos adultas allí. Se levantó del césped donde jugaba con sus muñecas, y caminó al interior de la enorme casa, las paredes naranja con enredaderas hacen que pierda su mirada, ama las plantas, y ama la casa de su tía. 

Entra, y camina. El suave aroma a pie recién horneado produjo un suspiró en ella, seguramente su madre estaba cocinando algo para merendar, solía hacerlo. Contenta dobla en pasillo a la sala, entonces, las ve. Ambas callan cuando sienten su presencia, e incómodas desvían la mirada. 

—¿Ya está el pie de manzana? —sujetando su muñeca favorita de trapo contra su abdomen, traga saliva— Mami… 

—Los niños no deben meterse en tema de adultos. —SyuJa da pasos rápidos hasta ella y la toma en sus brazos— Te daré una porción, e iremos a casa. 

—Deberías dejarla aquí. —por primera vez desde que llegó, su tía habla, en un gélido tono frío sin sentimientos, les da la espalda yendo a la salida del comedor, directo a las escaleras que llevan al segundo piso, donde se hospedan— No es posible que la mantengas. 

—¡Soy completamente capaz de cuidarla! —exclama, apretando en sus brazos a la niña— B-Buscaré otro trabajo…

—Mañana te llegará un cheque, comprale algo. —y se fue.

Su madre temblaba, mientras miraba un punto fijo en la habitación. El humo del postre siendo quemado la hacía toser, más aún, la mayor no se movía. No podía comprender la razón de tanto escándalo, o del porqué entre ambas todo era tan tenso siempre. Puede que, en realidad, la rivalidad u odio tenía un trasfondo más profundo del que la inocente mente de Aeri se atrevía a imaginar. 

ACTUALIDAD 

Aeri entró al apartamento en silencio, y con ambos muchachos detrás de ella, el ambiente del cual no podían escapar los seguía en cada momento mientras cada uno hacía lo suyo en la casa. Continuó con sus responsabilidades, en eso, les cocinó un buen almuerzo y se preparó pan con mermelada para ella. Sería poco decir que la cabeza le estaba por estallar, tenía trabajo atrasado de tres días seguidos y un cheque que cobrar para dentro de una semana. Muy dentro suyo, se preguntaba si haber accedido a cuidar a los híbridos era una responsabilidad demasiado grande para ella, alguien quien no esta acostumbrada a… simplemente convivir. 

Ha estado sola por mucho tiempo, aprendió a crecer por su cuenta, sin nadie más. Tal vez esperaba mucho de ellos dos, se olvidó que no tuvieron la misma vida. 

En el sofá, terminó su quinta taza de café y continuo escribiendo en la notebook, olvidándose que afuera ya estaba por amanecer, no durmió durante dos días seguidos. En medio de su concentración, el ruido de una puerta siendo abierta no la inmutó, no hasta que unos suaves pasos acercándose la hicieron levantar la cabeza de su sitio, y lo vio. JungKook solía abrazar un osito para dormir, nunca le preguntó la razón, era extraño, pero lo dejó pasar. Tenía una mueca en sus labios, y sus cejas fruncidas.

—¿Puedo dormir contigo?