—Por el momento tengo solo una habitación, ustedes pueden dormir en mi cuarto. Yo estaré en el sofá cama. —había dicho al llegar, dejando las maletas en su habitación, no muy grande, pero tampoco tan pequeña. 

Su apartamento estaba hecho para una persona, no para tres. Y eso los híbridos lo notaron, llegando a la conclusión de que la chica no tenía a otra persona con ella, ningún hombre. El lugar olía a ella, una mezcla de libros viejos y café. Las paredes eran blancas sin ningún cuadro o decoración, incluso los muebles de un color oscuro de la madera no tenían más que lo necesario. Habían un total de cuatro cuartos, el baño siendo pequeño, una habitación, la cocina y una especie de sala comedor. Oh, y un balcón que mostraba el exterior desde un perfecto ángulo. 

JungKook sonrió— Me gusta tu hogar, se ve acogedor. 

—Yo diría que mediocre. —TaeHyung se sentó en el sofá de brazos cruzados— ¿Pretendes que estemos aquí? Es muy pequeño, no habrá espacio para nuestras pesas, tenemos muchas cosas. 

«Malcriado.» En serio, su tía les dio muchos lujos a esos híbridos, tenían cosas que ella tuvo que dejar en un depósito por su tamaño, era imposible que entraran allí. Suspiró, birando los ojos. Ella de niña jamás tuvo algo tan fácil, su madre siempre dijo que debía luchar por lo que quería, en su caso, trabajar duro hasta obtener dinero. A los trece años fue ayudante de su vecina, limpio sus cosas diariamente hasta obtener un buen pago, con eso compro ropa. Quería verse tan linda como sus amigas, incluso cuando no tenía tantas posibilidades, luchó para ser normal. 

Claro, es difícil no tener dos padres. Solo una madre con un trabajo inestable casi ausente, una niña criada de esa forma se formó con un carácter más duro que las demás. Teniendo esto en su memoria, observaba a los jóvenes de su edad con una mentalidad precaria olfatear el ambiente, analizando sus cosas. 

—Es temporal. —ató su cabello en una coleta, tomó una escoba y se la arrojó, el Kim parpadeo, tomándola antes que lastime su rostro— Puedes empezar limpiando un poco, me daré un baño.—caminó al pequeño pasillo, en busca de relajarse. 

—¡Y-Yo no soy tu sirviente! ¡Humana ignorante! 

—Debemos repartirnos las tareas del hogar. —cerró la puerta detrás de ella, dejando a ambos chicos helados. 

JungKook analizó el palo llamado 'escoba', era eso con lo que su madre limpiaba junto a una tal 'aspiradora', barría el suelo cuando quedaban migajas de sus galletas. Se levantó, tomando el aparato rustico para él. 

—Hyung, si limpiamos bien tal vez Aeri esté muy contenta. 

—Tch. No me interesa lo que ella quiera.—desvió su mirada rehusado y de brazos cruzados. 

—A mamá le hubiera gustado que te lleves bien con su sobrina. 

—¡No me manipules! —se levantó, y le quitó de las manos la escoba— Hay que pensar bien, JungKook. No podemos vivir en un lugar tan pequeño, si nos mostramos odiosos a estar aquí conseguiremos una casa grande. 

—Hyung, creo que Aeri es pobre. —susurró— No puede pagar eso. 

—¿Entonces qué haremos? Nuestro equipo de entrenamiento no entra aquí. Hay que hacerla conseguir un trabajo estable para que nos mantenga. La carne no se paga sola, y tus verduras tampoco. 

—Tienes razón. —asintió convencido— ¿Cómo haremos eso? 

—Hmmh —pensó—. Quejarnos hasta que actúe por su cuenta. 

Realmente, había implementado esta técnica antes. Con su madre adoptiva, por su puesto, solía quejarse de algo hasta que ella cumplía sus caprichos, pues lo amaba tanto que se le hacía imposible no darle lo que quería. Gastaba miles en ellos, tenían cada cosa que pedían, en eso un equipo de entrenamiento completo y juegos interminables. 

Pensaban que tal vez Aeri les daría el mismo estilo de vida, pero estaban equivocados.