OO1
—Chicos, ella es Shin Aeri. Supongo que SeulMi les hablo de ella, ¿No? —con una sonrisa en sus labios observaba a ambos humanos mitad animal.
Estaban a el despacho de él, tratando de conocerse antes de la mudanza definitiva. Ambos muchachos se mostraban en silencio, con la vista baja, sus manos estaban unidas firmemente como si no quisieran ser obligados a separarse en cualquier momento, eran una pequeña manada, se necesitaban el uno al otro. Ver a la mujer que los crío... morir frente a sus ojos los había dejado traumados, el terror de que algo así volviera a suceder los hizo estar pegados desde hace dos días. El mayor, TaeHyung, subió la vista a la chica de pie frente a ellos.
Su madre habló de ella, les mostró fotos alegando que era la jovencita más hermosa de toda la ciudad. Tenía razón, era hermosa. Pese a eso, le tenía un enorme rencor, pudo oler tristeza en SeulMi cada vez que hablaba de ella, se notaba cuanto quería verla, pero su sobrina nunca iba a visitarla. Estaría sola si no fuera por ellos.
—Sí. —se limitó a responder. Una corriente pasó por el cuerpo de la femenina, esos ojos dorados la estaban matando, la analizaba sin pudor queriendo saber hasta lo más íntimo de ella. Tragó saliva, nerviosa. ¿De qué forma convivirán? Sería muy difícil.
—Ella está muy feliz de vivir con ustedes, ¿Por qué no se presentan bien?
'Feliz.' No era exactamente la palabra adecuada, más bien, obligada por su moral a no abandonarlos a su suerte en algún centro de adopción donde serian dejados para siempre, o al menos hasta que alguien interesado los recojan a cada uno por separado. Y quien sabe para que practicas, no todos llevan con buenas intenciones a Hibridos mayores, a veces mueren sacrificados por no ser estéticos para los humanos.
Si bien la sociedad los ama, por detrás siempre hay algo.
—Empezaré yo. —habló por primera vez, con ambas manos tras su espalda— Me llamo Shin Aeri, tengo veintitres años y trabajo en una editorial. —sonrió forzada, sus pómulos tiemblan al igual que sus manos.
El menor de ellos, JungKook, subió la vista. La observó, tenía una mirada encantadora, con unos ojos grandes y brillosos, y unos labios rosados que se aprietan tímidos.
—Mamá dijo que eras muy buena. —separó su mano de TaeHyung, y se levantó del sofá. Dio un paso a la joven, esta quiso retroceder, pero la mirada del abogado le advirio que no lo hiciera, dañaría la confianza que él le estaba dando— Eso significa que nos vas a querer y cuidar, ¿Cierto? ¿A los dos? ¿Cómo una familia?
—Yo... —lo miró, parecía ilusionado—. Sí, por supuesto. Nosotros somos familia a partir de hoy. —subió su mano para tomarlo por la mejilla, por primera vez en el día le sonrió con sinceridad— Voy a cuidarte, a ti y a TaeHyung. —no fueron ni siquiera segundos en los que tardó en abrazarla.
Su cuerpo delgado la tomó por los costados con sus brazos y la pegó a él mientras olfateaba su olor a humano, estaba a gusto con ella. Era tal cual su madre la describió, al separarse con una diminutas lágrimas en los bordes, giró a su Hyung.
—Él es TaeTae. —lo señaló— Es un poco gruñón al principio, pero prometo que no te causará problemas.
—Hola, Tae. —agitó su mano— Me da mucho gusto conocerte, tus orejas y cola son muy lindas.—el chico desvió su vista con cierto rubor.
—¡Oh, a mi también! ¡¿Mis orejas te gustan?! —la sujetó por la mano, pidiéndole atención. Aeri rió, asintiendo.
—Son hermosas, JungKook.—acaricio estas, provocando que él golpeara el suelo con su pie enérgico.
—Bueno, ahora que se han conocido. Creo que es hora que partan a su nuevo hogar, espero que su convivencia sea agradable. Ante el más mínimo percance me pueden llamar, estaré allí para ustedes.
—Muchas gracias, abogado Kim.
—Puedes llamarme solo NamJoon.—sus manos fueron estrechadas con alegría.
Posteriormente, los tres partieron en el auto de Aeri, con sus maletas hacia su apartamento.
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