O34
«... el conejo se encuentra en un estado de pánico constante luego de haber pasado por su primer celo, durante los doce meses de estancia no ha dado más que tres palabras, se cree que sufre de algún trastorno post traumatico...» Aeri pasó al siguiente papel, donde el nombre de TaeHyung se encuentra escrito «El leopardo es quien más frutos ha dado en las circunstancias actuales, se encuentra fuertemente vinculado a su pareja sexual, se estima que durante los próximos meses nacerá una camada...» No dura mucho leyendo, pues bota las hojas a la mesa del centro con disgusto.
Pensar en lo difícil que ha sido la vida de ellos dos le hace ver lo bondados que fue su tía, en vida, le dio oportunidades a seres vivos que la raza humana ve como unos animales sucios. Fue una heroina para esas miles de vidas que pasaron, que nacieron injustamente.
En un suspiro lleno de cansancio, se hizo hacia atrás en el sofá recargando su cabeza en el soporte de brazos, fueron unos tres minutos más tarde que escuchó el grito de Hoseok llamándola a comer. Devolvió las fichas de vida al portafolio y se levantó, caminando a la mesa del centro, ubicada detrás del sofá, los hombres iban colocando los platillos hechos con concentración, sin quejas. Sorprendida por su buena disposición, Aeri ve a Hoseok llegar, y le sonríe.
—Huele bien.
—TaeHyung hizo el kimbap. —comentó, señalado el plato con el rollo cortado en círculos, algo desprolijo, pero lo que contaba era la intención— Y JungKook hizo el kimchi y los fideos.
—Woah. —les aplaudió— Es increíble, chicos.
—Mamá solía hacer kimbap para mí. —el castaño balbucea al decir, con los palillos en su mano toma uno— Era delicioso.
—Hmh, me imagino. —asintió— Me preparaba pasteles todo el tiempo que podía, y yo lo disfrutaba mucho. —ve al rubio darle un fuerte mordisco a su enorme carne, realmente costosa en esos días— ¿Saben? Estaba pensando en ir a dar una vuelta... no lo sé, salir un poco.
Los ojos de ambos híbridos van a parar en Hoseok.
—Ah, seguro tengo trabajo en la oficina... —rió, incomodo— ustedes pueden salir tranquilos.
—Aeri, estas muy delgada, come un poco más. —una cuchara con arroz es puesta de llena en su boca por el leopardo, quien la calla con comida— Por cierto, date un baño.
—¡Yah! Dijiste que ibas a tratarla bien, Hyung. ¡¿Por qué la envías a que se bañe, eh?!
—¡Huele mal! —gritó en la cara de su hermano menor— ¡Y tú también, pareces un pulgoso!
—¡Aeri noona podrá tener un nauseabundo olor a éste humano, pero sigue siendo perfecta! —un avergonzado Hoseok levanta su brazo y se huele en busca de algo desagradable, no encuentra más que su colonia puesta en la mañana antes de salir— Discúlpate.
—Me parece que olvidas quien es el mayor y el líder aquí, mocoso. —gruñe, su cola se mueve de un lado a otro— Y lávate los dientes después de comer, apestas a alcohol.
—¡Shh! —lo manda a callar, pensando en que ellos aún no sabían de sus travesuras hechas cuando la casa estaba a su merced.
Aeri suspira, golpeando su frente.
—Ya sabía que bebieron, JungKook. —no fueron nada discretos dejando las latas por doquier.
—¡Lo siento, noona! Es que... nunca antes había bebido tanto, no pensé que provocaría ese efecto como con Hyung.
—No pasa nada, no es como si hubieras roto algo o... —las miradas incriminatorias fueron suficiente, entrecerro sus ojos y preguntó lo siguiente— ¿Qué rompieron?
—Pues... digamos que tu computadora... digamos que ya no es muy probable que funcione... digamos que la rompimos con... líquidos... y... explotó. Hizo: ¡PUM! La tiramos...
—¡Ustedes malditos pedazos de...!
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