JungKook había terminado rápido de guardar su ropa en el armario, como siempre, iba a la cama de su noona en busca de marcale su propio aroma, no es que fuera celoso con TaeHyung, pero el olor de él era obviamente más fuerte por ser un depredador, y la joven mayormente terminaba oliendo igual. Eso le molestaba, no porque fuera el menor significa que deba acceder a todo, ¿A caso no puede ser el líder al menos una vez? ¡Incluso su habitación terminó oliendo al Kim! Ah, le molesta tanto lo territorial que es.

En la cama ajena, se revuelca con una sonrisa en sus labios.

—Aeri noona es tan dulce...—exhala, abrazando una almohada de allí.

—¡Oye! Te dije que ya no revolcaras entre sus cosas. —un gruñón leopardo ingresa con su cola moviéndose de un lado a otro, da los primeros pasos para acercarse a pelear, pero en eso, el ruido de la puerta siendo abierta y algo pesado cayendo al suelo en un sonido seco los alarma— Es Aeri. —susurra— Shh, quiero oír que dice. —con sus orejas en un instinto natural comienza a oír las palabras de la contraria— Ouh, mierda.

—Hyung... —se levanta de la cama— ¿Oíste lo mismo que yo? —tembloroso aferra sus manos a la camisa de él— Estamos en problemas, ¿Q-Qué haremos? Aeri nos odiará.

—No lo hará, ella tiene que agradecernos, nuestras mentiras le ayudaron a quitarle de encima ese humano idiota. Piensa, sin nosotros estaría perdida.

Muy dentro suyo sabe que es mentira, ¿JungKook también lo siente? Ser inútil ante el resto, no ser de ayuda, sólo un simple ser vacío que los demás deben cuidar, pues no es capaz de hacerlo por sí mismo. Quedan en silencio, escuchando sus sollozos, ¿Por qué llora? TaeHyung no entiende, ¿Ella no los ama? Se supone que les debe perdonar, ya lo ha hecho antes. Ni siquiera fue tan grave, fueron algunas mentiras leves, ¿No?

Sus pasos acercándose hacen eco en su cabeza, ve hacía JungKook, y éste niega.

Cuando Aeri entra al cuarto, los ve sin ninguna emoción en su rostro.

—¿Qué sucede? —fingió no saber— Lamentamos dejarte sola abajo, era una broma.

—Llamó Hoseok —su expresión dolida lo hizo retener la respiración, a su lado, JungKook quiere llorar de los nervios, nunca ha aguantado que los demás sufran—, me dijo la verdad.

—N-Noona, nosotros no...

—¿Por qué lo hicieron? ¿Cuál es el propósito de alejarnos? Éramos muy buenos amigos, él fue la primera persona en la ciudad en hacerme sentir... fue el único en hacerme ver que valía la pena vivir. ¿Entienden? —solloza— He estado haciendo todo lo posible por seguir adelante, con ustedes, formar una familia así como Tía SeulMi hubiera querido. Ustedes son como mi familia, son lo único que queda.

—Él miente. —arraiga TaeHyung, con una voz firme.

—¿Ni siquiera eres capaz de admitirlo? ¡Dolería menos de esa forma!

La decepción en ella hace adoblegar a ambos, no son capaces de ver la verdad en sus acciones, el porqué haber marcado territorio frente a otro humano la hizo enfadar tanto. Las palabras dichas, para Hoseok, fueron mentiras piadosas, lo suficientemente creíbles como para que él se alejara y ya no la buscara. Funcionó, hasta que ahora el imbecil la vuelve a buscar. ¿Piensa apartarla de sus lados? Aeri no puede hacerlo, si ella se va, entonces, no quedaría nada.

La necesitan.

Ella toma otro abrigo del armario y les da la espalda, caminando por el pasillo hacía la sala.

—Noona, ¿Dónde iras? Quédate, hablemos. —pide en un hilo de voz, se quiebra, la quiere retener más tiempo.

—¡Irás con él! —ladra el leopardo— ¡Tú...!

Aeri se detiene a media sala y gira.

—¡No soy de tu propiedad! ¡Ustedes no pueden simplemente tomarse la libertad de decidir quién forma parte de mi vida y quién no como si yo fuera una...!

—¿Una qué? ¿Una híbrida? ¿Un animal sin derechos como nosotros?

Aeri jadea.

—TaeHyung, sabes que yo jamás te trate de tal forma, hice lo que pude. ¿Qué más quieres de mi? Soy sólo una chica, tengo veintitrés años, doy mi mayor esfuerzo por ustedes.

TaeHyung muerde su lengua, dudando de sí expresar lo que siente.

—Tenía miedo de que él te alejara de nosotros, —admitió— de mi...