O27
Aeri creció siendo hija de una adolescente enamorada, y un hombre adulto consiente de sus propias acciones. No conoció mucho a su padre, pues él muy ocasionalmente la visitaba, y él se iba a las mínima oportunidad. Puede que no haya conocido nunca demasiado bien a su familia, pues ellos no eran realmente un buen ejemplo a seguir. La única persona en su vida que en verdad se preocupó por ella había sido SeulMi, aunque su madre odiara admitirlo, ella era la única capaz de cuidar a la niña.
Sin embargo, la custodia de Aeri quedó en manos de su madre hasta el día de su muerte, y fue en el mismo que ella supo el porqué de tanta rivalidad entre ambas hermanas. Su padre era un bastardo, no le quedó dudas sobre ello, y su madre, e incluso tía, eran víctimas de sus engaños, de un amorío, una traicion a plena luz del día.
De cualquier forma, a lo largo de su vida la joven muchacha aprendió a no depender de nadie, ni confiar en las personas. Se fue de casa de su tía con algunos billetes y una cuenta de ahorro medio llena, en lo único que tenía fe era en su cerebro. La ciudad era enorme, y las cuentas abominables para una chica con miedo al fracaso, no supo como fue, o como se desarrollaron las cosas, pero pudo salir adelante con un empleo en una editorial como pasante mientras terminaba la Universidad, especializándose en Literatura y letras.
Aeri quería una familia, la que nunca pudo tener por los engaños de su padre, el romance de él con su tía, y la decadencia de su madre. Añoraba felicidad. Sin saberlo, está se estaba transformarte lentamente, y las cosas comenzaban a tomar sentido.
Reía en la mesa, divertida con las palabras que JiMin decía, mientras que TaeHyung discutía.
—¡Yah! Tu roncas más que yo. —ladró— Eres un mentiroso, sólo quieres hacerme quedar mal frente a Aeri.
—Imposible, creo que te delatas por ti mismo con tu actitud maliciosa. —objeto el Park, sonriendo con arrogancia ante el salvajismo del Leopardo.
—¡Gato de mier...
—Shh. —la mujer lo cayó, estando frente a él en la mesa lo fulmina con la mirada antes que siga maldiciendo— TaeHyung, no es bueno que insultes en una casa que no es tuya, SeokJin-nim fue amable al alojarlos estos días, muestrale respeto.
—Hablas como una anciana, ¿Acaso tu estadía con esos otros híbridos te volvió más tonta? Ah, acaban de estropear tu cerebro con sus cursilerias y pulgas.
Aeri mordió su lengua antes de decir miles de palabrotas. Ese chico tiene la capacidad de hacerla enojar con tanta...
—Me alegra saber que ustedes se llevan bien. —dice SeokJin, limpiando sus comisuras con una servilleta de tela— Los chicos confian en tí como en nadie más, cuando llegaron apenas podían hablarnos, pero con el transcurso de las horas, y tras una charla, se arriesgaron a conocer a JiMin y JiHo, lo cual me sirvió para conocer más de sus conductas. Estoy seguro que tu tía también hubiera disfrutado de éstos avances.
SeulMi no hablo mucho de ellos estando viva, en realidad, Aeri apenas sabía de sus procedencias, lo único que quedaba de ellos eran los papeles de adopción y la vida documentada en el criadero de donde fueron sacados. Las personas que conoció al principio no eran las mismas que su tía ayudó, y de eso está más que segura.
Lo dicho por el mayor le hizo pensar un poco sobre cómo apenas intento pasar tiempo con ellos, tal como le recomendó NaYeon, debía ser más unida a ambos.
Vio a JungKook, él reia por lo bajo, inmerso en una conversación con JiHu. Luego, vio a TaeHyung, él peleaba con JiMin por un pedazo de carne en la mesa, sus colas se agitaban furiosas.
«Debo leer sus expedientes.»
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