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O19

En la Universidad, Aeri aparentaba ser una chica normal sin la más mínima preocupación en su vida, y pese a ser tímida con el resto, gracias a su simple manera de ser se ganó algunos amigos con los que hablar de vez en cuando. Una de ellas era NaYeon, con quien comparte clases de filosofía clásica a media hora, la joven es alguien siempre sonriente y con un aura encantador, muy diferente a Aeri, aun así, es amable, su amistad se refuerza con el tiempo. Ese mismo día ambas se encontraban en el campus, abajo de la sombra del enorme árbol verde del exterior, con un almuerzo improvisado y algunos libros a su alrededor.

Como era habitual, NaYeon reía a carcajadas hasta de la más mínima cosa. Hasta que noto como su amiga no reía con la misma intensidad, y se preocupó. 

—¿Está todo bien? Apenas has comido tú muffin de chocolate. 

—No tengo hambre —sus ojos divagan, indecisa de si contarle su problema, o quedar callada.

—Hey, sabes que puedes hablar conmigo por lo que sea. —insistió. 

Y, honestamente, Aeri necesitaba contarle a alguien de todo lo ocurrido, quería liberarse de sus preocupaciones, ser un poco más libre. Vivió toda una vida llena de ansiedad y estrés, rodeada de adultos incapaces de solucionar sus problemas del pasado, y arrastrándola al interminable deseo de acabar con su… en palabras directas, su vida. Suicidarse a los diecisiete años era su único plan, dejar todo en manos de los demás sonaba más fácil que seguir adelante, encargándose de su propia vida sin nadie quien la ayudase. Pero no, no lo hizo, y allí estaba. 

Recuerda uno de los días antes de irse a la ciudad, el momento en que SeulMi la observó sin su característico tono dulce y bromista, con una seriedad no propia de ella dijo: 'Los siguientes momentos de tu vida podrían ser los más felices, o lo más tristes. Queda en ti decidir hacia donde irán.' Al mudarse, ya era una adulta, nadie la protegería.

Aunque, nunca nadie lo hizo realmente. 

Se pregunta si NaYeon podría entenderla.

—Yo… —parpadea, girando la cabeza a un costado para verla—, tengo dos híbridos machos en mi casa, ambos son del tipo exótico, y uno es carnívoro. Y si soy sincera, no sé cómo manejarlos, mi tía los dejó a mi cuidado después de su muerte, ¿No es mucha responsabilidad? Ellos ya son adultos, pero la ley no les permite estar sueltos, son peligrosos a diferencia de los domésticos. ¿Cómo sé si no estoy siendo una mala dueña? Jamás he cuidado de alguien más, ellos son caprichosos y testarudos, y yo no entiendo sus necesidades, sólo quiero estar sola en mi habitación, llorando hasta… hasta no sentir nada más durante un gran tiempo. 

Cada palabra es soltada de una manera acelerada, con el aire escapando de sus pulmones y unas cuantas lágrimas deslizándose de sus sonrojadas mejillas. Solloza en el momento que su amiga la tomó entre sus brazos, angustiada por la situación que ella debe pasar, y que sin saberlo, no la pudo ayudar o darle algún tipo de soporte. 

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