JungKook despertó de su siesta con una inquietante excitación en su parte baja, creyó que pasaría al tomar la medicación que TaeHyung siempre traía a la misma hora. Pero se llevó con la sorpresa de que su hermano mayor no había llegado aún, molesto empezó a resolverse entre las sábanas, buscando placer bajo estas y con una mano dentro de su ropa interior. Sin embargo, tras unos cuantos minutos, la incomodidad no se iba, algo dentro suyo seguía suplicando por una mujer, específicamente, ella. Intento esperar al rubio, pasada la media hora, su enojo creció. 

Se levantó de la cama, sin camisa y con solo unos bóxer blancos a nada de ser rojos por su miembro palpitando. Pegó su oreja a la puerta, queriendo oír lo que pasaba del otro lado, '¡Eres un…!' los gritos de Aeri eran como oír a una leona furiosa por meterse en su territorio. JungKook sonrió, deleitado con el ruido de su voz, era hermosa incluso sin verla. Dudó en extender su mano hacía el picaporte, sería romper su propio juramento, no debía decepcionar a su Hyung. 

Lo intentó, realmente intentó ser un buen chico. Pero estando ya en el comedor, y con su respiración agitada y abrumada de tenerla en cada espacio de su alrededor, ya era imposible retractarse, tenía que hacerla suya. Los gritos volvieron a ser oídos en la cocina, pudo escuchar claramente: '¡Estás enamorada de él y quieres aparearte toda la noche hasta tener cachorros!', en el segundo que menos esperó, vio a su dueña querer golpear a TaeHyung, fue rápido al detenerla, sujetando su mano. 

Oh, no debió tocarla.

Ahora, ya no iba a soltarla. La espátula cayó al suelo por la sorpresa, y Aeri levantó la vista al menor, estaba allí, viéndola como si fuera un pedazo de carne, o de lechuga, en su caso. Sonrío forzadamente mientras viajaba los ojos al rubio igual de anonadado. ¿Por qué salió de la habitación? Prometió quedarse dentro, JungKook jamás rompía una promesa. 

—Kook —balbuceo al llamarlo el mayor—. ¿Qué haces aquí? Yo… debía darte la medicación, es peligroso… 

—Noona —el brazo de la femenina es esturado en su dirección hasta obligarla a chocar con el fornido pecho del conejito, tan alto como el leopardo, por ende, le pasaba unas tres cabezas, sin exagerar. Jadeo cuando su espalda empezaba a ser aprisionada contra la isla de la cocina, y frente la mirada de TaeHyung, JungKook estaba proclamando como suya, lamiendo su expuesto cuello sin pudor—, eres mía. 

Entonces, le había confiado la tarea a TaeHyung de darle su medicación cada seis horas al pequeño conejito –por supuesto, nada pequeño–, y él simplemente olvidó dársela, lo cual ahora implica una gran carga de responsabilidad, puesto que detener al salvaje Jeon sería una tarea de lo más complicada. Con su escasa fuerza toca quiere apartarlo, esta muy MUY pegado a ella, tanto que su… eso, empieza a hacerse notar. El castaño baja una de sus manos a la pierna izquierda de la chica, y la suave a su cadera, quedando la mejor parte rozando su intimidad. 

Suspira, cerrando los ojos. El nombre de su dueña es en lo único que piensa. 

—J-JungKook, suéltame. —pide— No estás respetando mi espacio. 

—A noona le gusta esto, lo puedo sentir.

¡Joder! El hecho de que sea tan lindo, y que tenga un cuerpo de infarto definitivamente no es de ayuda. La reacción de su cuerpo es natural, ¿No? Sólo siente lo que cualquier otra mujer sentiría al ser aprisionada por un adonis, sacando el hecho de que él no se encuentra en sus cinco sentidos. 

—TaeHyung, haz algo. —le pide, cada vez más ida. Entre el roce del miembro del híbrido menor, y sus besos, no puede durar mucho tiempo negándose a la muestra de cariño, es una mujer después de todo, y no ha estado con un hombre en un largo tiempo. ¡Su tía estaría decepcionada! 

—¡Hey, mocoso! Suéltalo ya mismo, te va a contagiar los piojos. 

Con su fuerza digna de un carnívoro, jala al hervidero hacia el otro lado de la cocina, haciéndolo caer a una gran distancia. Se posiciona frente a la humana, ahora si está molesto.