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-DOS-

Y ahí estaba yo, sofocándome entre tanta gente, sujetando las toallas y la bolsa que Shion había llevado con los bañadores y la ropa de recambio. Yo ya me había cambiado y, tras una larga pelea con Shion, me había puesto el bañador.Por otro lado él hablaba animadamente con sus amigos, y se había instalado en el pequeño círculo de toallas que habían creado. Yo simplemente estaba de pié, un poco apartado sobre la hierba húmeda y con los pies descalzos.

A mí izquierda se extendía una piscina olímpica, en la cual se divisaban desde; niños con flotadores de colores que jugaban a salpicarse unos a otros, pasando por adolescentes que hablaban animadamente pegados al borde de la piscina, y por último, los adultos, que hacían largos de forma repetida, esquivando de vez en cuando a algún niño que se metía en medio de su recorrido.

Detrás de esa piscina había otra más pequeña, donde niños bastante pequeños (algunos prácticamente bebés) jugaban felizmente con juguetes o con sus padres. También habían algunos adolescentes, que de nuevo, se dedicaban a hablar. Algunos de ellos jugaban, pero asustaban a los niños en el acto.

El resto del recinto era cubierto por una larga extensión de césped, donde descansaban casi todos los padres y entre los jóvenes se podían diferenciar perfectamente los distintos grupos de amigos, cada uno creando su propio círculo de toallas (tal y como el de mi hermano) . Las risas y el sonido del agua en movimiento resonaba por todo el recinto, que era cortado por una alta valla cubierta de arbustos.

Volví a mirar a Shion, esta vez me di cuenta de que él me estaba mirando, por lo que me sobresalte momentáneamente. Ya que no solo el me miraba, sino que todos sus amigos habían posado sus ojos sobre mí. Yo devolví la mirada nerviosamente a Shion en busca de respuestas, pero él se limitó a soltar una pequeña risa y dejó en la toalla las cartas que anteriormente había sostenido con su mano derecha.

Dió un par de toques a su izquierda, dándome a entender que me sentara allí donde me indicaba. Debido a la presión del momento le obedecí sin rechistar y dejé a mis espaldas todo lo que sostenía.

Ahora me encontraba dentro del círculo al que anteriormente había observado apartado, así que les podía observar a todos a la perfección, y exceptuando a uno, el resto eran en efecto, mayores que yo.

A mi izquierda me observaba con diversión el único amigo de Shion el cual conocía, Dohko. Su bañador aún estaba empapado, pero su camisa, una camisa verde jade con un estampado de dragones bordados en dorado, se mantenía completamente seca,lo que me hacía pensar que anteriormente había estado nadando. Él me miraba fijamente,y gracias a su rostro expresivo, pude ver perfectamente la diversión que le causaba esa escena. De vez en cuando, alguna gotita caía de su cabello granate, justo cuando soltaba alguna risilla, las cuales era pésimo ocultando.

El resto de personas eran desconocidas para mí, bueno, alguna vez les había visto de paso por mi casa, cuando recogían a mi hermano, pero jamás me paré a analizarlos. La verdad es que era un grupo bastante variopinto, y a pesar de que todos expresaban cierta diversión, algunos la ocultaban mejor que otros: unos mantenían expresiones serenas, mientras que otros directamente se reían a carcajada limpia.

Yo, sin embargo, no tenía ni la más remota idea de lo que se reían, por lo que permanecí petrificado, expectante, manteniendo una expresión neutra. Pero a la vez estaba realmente nervioso, ya que si lo analizaba, lo más probable es que se rieran de mí.

En ese momento de desconcierto me percaté de que, a los pies de un chico castaño claro, en apariencia más joven que él resto (parte de los que se reían sin siquiera intentar contenerse) había un pequeño altavoz bluetooth, por él cual sonaba, a un volumen no muy alto, la canción de los Beatles Twist and Shout. Parecía que Los Beatles me andaban persiguiendo ese dia.

Ya más relajado, cambié mi expresión neutra por una que mostraba la gran confusión que realmente sentía. Y como por arte de magia mi hermano se dignó a hablar.

-Bien, Mu, estábamos hablando de que mis amigos tienen hermanos de tu misma edad- antes de poder reprocharle nada continuó- por lo tanto, dado que ellos tienen un grupo de amigos también, alomejor deberías darles una oportunidad- no sé si se daba cuenta de que estaba repitiendo lo que me dijo anteriormente - Y si bien, ya se que te lo había comentado antes- anda mira - También sé que si no te lo llego a repetir te ibas a escaquear- ahí le dio, a veces tenía miedo de lo bien que me conocía.

No iba a quejarme siquiera, ya que no tenía sentido, pues me iban a obligar de todas maneras. Pero eso no quita que me sintiera nervioso e incómodo por tener que conocer a gente nueva. Y ya sé que tenía un enchufe, dado que eran hermanos de los amigos de Shion. Pero eso no compensaba el hecho de que ni siquiera les conocía bien. Por no decir que mis habilidades sociales no eran lo que se conocía como "altas".

Opte por quedarme en silencio, esperando que se les pasase y que volvieran a sus cosas, pero en seguida noté que se iban a quedar mirándome hasta que diera una respuesta. Por lo que atajé por la vía rápida y decidí tomar la palabra.

-Bueno, intentaré quedar con ellos algún día, supongo...- Obviamente sabía que ese día jamás iba a llegar, pero al menos se lo creerían momentáneamente, al menos hasta que se olvidasen. Aún así ellos no apartaron sus ojos de mi, y, tenía que admitirlo, todas sus miradas concentradas sobre mí, ciertamente intimidaban. Pero también pude notar que sus muecas ya no eran de diversión, sino de duda.

Y gracias a la mirada de Shion, entendí que lo de hacer amigos no era una opción, era una orden. Genial. Pero justo entonces pasó algo que no esperaba. Uno de los chicos que se encontraba justo enfrente estalló en carcajadas. Su pelo era de un morado apagado, además de que daba la sensación de que su forma de peinarse era bailar heavy metal. Él era uno de los que no se habían bañado, puesto que, al contrario que Dohko, él estaba completamente seco. Supuse era porque se había quedado jugando a las cartas, ya que bajo su pierna derecha reposaba, un tanto desordenada, una baraja española. Todo esto sumado a que tenía pinta de ser del tipo de personas que jugando a las cartas, te pueden ganar hasta la vida.

Abrió los ojos y su risa cesó en un instante; y me incomodé (o más bien asusté) un poco. El resto del grupo habían soltado un pequeño suspiro, pero tampoco mostraron ningún indicio de que fueran a hacer algo. Por lo que fruncí el ceño, esperando lo peor.

-Vamos chico, no te hagas de rogar, simplemente conócelos y ya, no es tan difícil- y antes de que me diera cuenta, ya me tenía agarrado por la muñeca y me llevaba a rastras por él césped.

En ese momento tenía dos opciones: primera, quejarme y hacer una pataleta, aunque su fuerza fuera claramente mayor a la mía; segundo, simplemente dejarme arrastrar y ahorrarme el esfuerzo. Evidentemente elegí la segunda, andaba demasiado cansado después del viaje en coche y la pelea con Shion como para pelear. Pero en cuanto la tierra empezó a ser sustituida por barro a medida que nos acercábamos a la piscina, lo vi bien claro y me levanté. No cabe decir que, por supuesto, no me soltó la muñeca en ningún momento, quiero decir, ya sé que no era la persona más confiable, pero él ni me conocía, podría darme una oportunidad para demostrar él que no me voy a escapar. Lo único que se me ocurre para que el llegara a esa conclusión es que mi hermano les hubiera contado historias sobre mí. Oh por dios, no.

Por poco no pregunté sobre eso, de no ser porque él chico que me estaba "guiando" me tiró de golpe al suelo delante de un grupo de chicos de mi edad. Recibiendo así una mirada confundida hacia él por parte de todos los chicos y yo incluido. Él simplemente se rió y se marchó dejándome allí, tirado, sólo. Delante de gente que si bien sabía (o suponía) que eran los hermanos de los amigos de Shion, ellos no me conocían a mi ni yo a ellos. Para colmo, ni nos habían presentado.

-¡Hey, Manigoldo! ¿Que haces? ¿Quien es este?- Un chico prácticamente igual en apariencia al que me había traído ahí (cartas incluidas y todo), gritaba a pleno pulmón, haciendo gestos exagerados con sus manos. Rápidamente comprendí que él era el hermano del chico de antes, que se debería llamar Manigoldo.

Y puesto que él tal Manigoldo no respondía, se creó un denso silencio incomodo entre todos los allí presentes. A lo que yo solo atiné a sonreír levemente, esperando no parecer demasiado idiota.

En efecto, un espléndido comienzo.

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