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Capítulo 33

MEL

Todo está tan tranquilo con los ojos cerrados y escuchando mi corazón retumbar en mi caja torácica. El cosquilleo en mi cuero cabelludo mientras sus dedos acarician mi cabello. Es todo tan perfecto que temo abrir los ojos y que toda esta armonía se esfume en un pestañeo. Mejor hacerme la dormida y que siga mostrando lo que intuyo que no haría si supiera que estoy despierta. Su olor a colonia me viene como ráfagas de aire. Su respiración pausada y algún que otro suspiro se convierte melodía para mis oídos.

No sabría decir en qué momento caí presa, pero sin duda puedo afirmar que sucedió, aun sin darme cuenta y apenas sin enterarme, fui enredándome lentamente en las raíces de un sentimiento que creí haber arrancado de cuajo. Increíble, ¿verdad?

Cuando abro los ojos lo primero que veo es el pecho fibroso de Thiago. Sus dedos siguen jugando con mi cabello, enrollando un mechón. Los cierro de nuevo.

-Sé que estás despierta.

En mi boca se manifiesta una sonrisa que intento reprimir.

-Te equivocas, estoy dormida.

Sin verle sé que ahora es él quien sonríe. Para mi tristeza, sus dedos dejan de acariciarme.

- Llevas ya unos minutos despierta.

-¿Cómo estás tan seguro? ¿Ronco? - Busco su mirada alzando una ceja. No sé si ronco, no me escucho cuando duermo, así que cabe la posibilidad.

Sonríe negando con la cabeza. Me quedo hipnotizada viendo su rostro. El pelo despeinado le queda fenomenal. Yo de él, lo dejaría cada día libre de gomina.

Me mira, frunce el ceño y continua:

- Hasta cuando duermes te caracterizan tus extrañas manías.

No sé de que me habla. ¿Roncar es una manía?

- No suelo tener manías...

-Bueno, - besa mi frente para sacar el brazo que rodeaba mi nuca. – Te gusta los números pares, intentas pisar el centro las baldosas, sueles rascar la cabeza cuando piensas, chasqueas la lengua frecuentemente... - dice mientras se levanta de la cama dejándome unas vistas extraordinarias de un culo bien hecho y perfecto.

-Yo no hago eso... - en realidad si, pero era por decir algo.

-¿Pasarías por debajo de unas escaleras? – Gira su cuello de manera inesperada, por lo tanto me pilla mirándole el culo.

-Mmm... No- contesto mientras lio la sabana en mi cuerpo.

- ¿Seguirías conduciendo si te cruzas con un gato negro? – sonríe colocándose unos calzoncillos.

- Ni loca- contesto estirando de la sabana para lograr liberarla del colchón.

Thiago cruza los brazos mientras me observa caminar enrollada en la sabana como un kebab.

¿Qué hacemos hablando de estas gilipolleces? Me imagino que lo ha hecho a propósito para romper la magia que existía entre nosotros. Camino por la habitación recogiendo mi ropa. Pero todo es incomodo si Thiago me enfila con sus ojos. Ya con toda mi ropa en una mano, paso por el lado de Thiago en dirección al lavabo, pero me impide el paso poniendo un pie sobre el colchón y creando una barrera con su pierna. Coge mi ropa en un puñado y la tira hacia el otro extremo de la habitación. Mis ojos siguen el recorrido, viendo mi ropa volar.

-Ni de coña – niega con la cabeza. Y acto seguido tira de mi sabana, hasta hacerla caer en mis pies. Parpadeo confusa. De un pequeño empujón caigo de nuevo sobre el colchón mientras Thiago trepa por él, se acomoda entre mis piernas. Inevitable que una sonrisa algo histérica se manifieste en mi boca.

- ¿Tienes prisa? – su nariz choca con la mía.

- Pensaba que la tenías tú.

- ¿Yo? – pregunta mientras baja sus calzoncillos hasta liberar toda su hermosura.

Nerviosa al notar su miembro rozar mi hendidura, espeto:

-No sé como funcionan estar relaciones de un polvo.

Como si mis palabras le hubieran abofeteado en las mejillas inclina su cabeza hacia atrás.

-Esto no es un polvo – y acto seguido se adentra en mi cuerpo. Mi cuerpo vibra incontrolable y mis piernas se enrollan en su cintura. Lame mi boca y vuelve a embestirme. Gimo apretando mis labios, quizá con la intención de retener lo que ahora mismo quiero decirle. Sus penetraciones acabando e dar caza a mi cuerpo y no valgo para otra cosa que no sea sentir. Sentir. Sentir que puedo explotar en cualquier momento. Veo como una gota de sudor recorre el perfil de su nariz, sus mejillas sonrojadas y su aliento entre cortado... Todo se vuelve explosivo. Mi respiración trabajosa y mi mano temblorosa recorriendo su torso. Tan cerca del colapso... Cierro los ojos, sin saber por qué, pero su voz ronca me exige que, por favor, los abra. Clavo mis pupilas en las suyas mientras me agarro a su ancha espalda.

-¡Dios, Thiago! – grito a punto de sucumbir.

-¡Diosa, Mel! – me sorprende que ante tanto placer aún le quede tiempo para bromear con una sonrisa en sus gruesos labios.

Sus embestidas son desenfrenadas y mi cuerpo débil, a punto de claudicar y dejarse llevar.

-Bésame – me exige.

Y lo hago. Le beso al mismo tiempo que me dejo llevar por la corriente, por el placer y por las emociones. Sus labios presionando los míos para intentar callar su quejido.

Y ahogados, de nuevo, intentando recuperar el aliento.

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Locura extrema, necesito 34h por día. No me da la vida para nada u.u 

 Estoy intentando preparar algo para Halloween, un relato corto. Ojalá pueda acabarlo y tenerlo listo la próxima semana....

Que el tiempo se apiade de nosotr@s! :D

Os deseo un buen inicio de la semana! 

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