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Capítulo 31

Miro a mi alrededor admirada por la gran sala. Sus ventanas panorámicas dejan entrar el sol en cada rincón. Sus paredes blancas hacen que la luz se esparza con más fuerza.

Con los brazos en jarra, paseo la mirada por el salón, fijándome en el más mínimo detalle. El sofá majestuoso de piel marrón, la mesa de centro con detalles dorados, el bonito mosaico que forma el gres del suelo, blanco y negro. Sin contar que estamos en una octava planta y te deja ante unas vistas impresionantes.

Obviamente no me imaginaba a Thiago en un piso compartido con olor a pies y calzoncillos tirados en el suelo por doquier, pero ni de coña creía que vivía en un lugar tan... ¿elegante? Si, lo dejaremos en elegante. Todo está ordenado e impoluto, excepto la mesa grande. Sobre ella hay dosieres, archivadores y papeles esparcidos por toda la superficie.

-¿Eres de los que se llevan la faena a casa? – pregunto para nada sorprendida, esto si que me lo esperaba de él. Le miro por el rabillo del ojo y veo como arrasca su nuca.

-Bueno. Dijéramos... que no me queda de otra.

- Es raro. Creía que llevábamos la faena al día – pregunto confusa.

-Si y es así. Pero tengo otra empresa en Múnich y allí no gozo de tanta ayuda como aquí.

-Oh, vaya... - no me lo esperaba. Asiento algo incomoda. Quizá piense que soy una chismosa. Claro que lo soy, pero prefiero disimular.

Sigo caminando por la sala y me entretengo mirando por el ventanal. No tiene balcón. Noto un pequeño mareo al mirar hacia abajo.

-Sorprendente, ¿verdad?

Asiento sin desviar la mirada. ¿Os he dicho alguna vez que sufro de vértigo? No sé si podría vivir en un lugar como este. Doy un paso atrás.

-No está mal – explico disimulando mi terror a las alturas. – Aunque no hay nada mejor que un bajo. Él encoje sus hombros dando a entender que le da igual.

Sigo caminando por el salón hasta acabar enfrente de una estantería repleta de libros. Entre ellos leo La guerra del fin del mundo y Los pilares de la tierra.

-En serio ¿lees esto? – señalo los títulos que han llamado mi atención.

Le escucho soltar aire por la nariz.

-Y ¿Por qué no? – contrataca pasando su mano por ellos para asegurarse que están haciendo tope contra la pared. ¿Meticuloso?

-No tengo nada que objetar. Es solo que... - encojo mis hombros y me giro para mirarle a los ojos. – Me sorprende.

En sus labios se dibuja una sonrisa, como si le agradara sorprenderme.

-¿Qué lees tú? – posa de nuevo su mirada en la estantería.

Buena pregunta. Bueno, no. No es buena pregunta contando que solo leo alguna que otra revista de cotilleo. Si, lo sé, un punto negativo para Mel.

-No tengo tiempo para leer – miento paseando mi mirada por el salón. Espero que no se note mucho que estoy intentando alargar esto.

-¿Quieres una copa? – me pregunta alejándose de mi. Automáticamente se escapa un suspiro de mis labios.

-Si – alzo un poco la voz, que esta vuelve a sonar ridícula. ¿Por qué cuando me pongo nerviosa mi voz queda tan rara? Debo ser un bicho raro o algo así. De hecho, mi madre se pasado toda la vida diciéndome esto último.

Thiago abre el minibar y saca una botella y dos copas. Vierte contenido sobre ellas y me entrega una copa.

-¿Qué sucede, Mel? – pregunta metiendo una mano en su bolsillo delantero del pantalón oscuro. Veo que alza una ceja, suele hacerlo cuando espera una chorrada por mi parte.

- Nada – niego con la cabeza.

Si, si que pasa. Pasa que no puede explotar mi mente con su declaración y esperar que actúe con normalidad. Pasa que me ha traído aquí para acostarnos y no sé por qué me siento insegura. Sucede que, aunque ya me lo haya dicho, necesito volverlo a escuchar. Eso pasa.

-No te creo – entrecierra sus ojos mientras da un trago a su copa. Consigue ponerme muy nerviosa. Es algo que hace muy a menudo, pero hoy supera cualquier otro día. - ¿Por qué no me lo explicas?

Resoplo retorciendo los ojos, dando a entender que está exagerando. Le doy un trago a mi copa, es entonces cuando me doy cuenta de que no me gusta lo que sea que me haya puesto en la copa. Consigue arrancarme dos repeluses y algún que otro espasmo.

-Porque no me sucede nada – intento sonar convincente.

Thiago expulsa el aire de sus pulmones y se lleva el vaso a su boca dándole un trago largo. Cuando lo deja en la mesa, me mira y expone:

-Te reto a jugar a un juego idiota de adolescentes.

Consigue hacerme reír. Asiento aventurándome a pensar que puede ser divertido.

-Explícame, por favor – le insto con la sonrisa tonta en la boca.

- Soy un maniático del orden. No soporto las películas basadas en superhéroes, porque considero que jamás debieron salir del comic. Y... - me mira. – No creo en el amor eterno. Te toca – me informa acabándose la bebida.

Vaya.

¿Algún adolescente en la sala que pueda explicarme que juego de mierda es este? Deduzco que no.

-Me gusta hablar conmigo misma cuando me siento frustrada, a veces creo que lo hago en voz alta – Thiago hace una carcajada sonora al escuchar mi confesión. – No soporto que usen mi nombre completo. Y no creo en la vida después de la muerte.

Thiago asiente asombrado con mi ultima confesión.

-Continuo- dice divertido con una sonrisa que deja ver su perfecta dentadura. Tiene dientes de anuncio de pasta de dientes, cuerpo de anuncio de colonia masculina y pelo de anuncio de champú de hombre deportista. Y si, ya termino. Pero, si, creo que podría ser candidato para el próximo anuncio de Giorgio Armani. – Me gusta leer cosas que me hagan pensar y meditar, aunque he de confesar que leí todos los libros de Harry Potter.

Ahora soy yo quien rompo en carcajadas, esto si que no me lo esperaba.

-¿En serio? – pregunto entre risas.

-Si – engurruñe la nariz.

Supongo que es mi turno en este absurdo juego sin sentido.

-Odio las historias sin finales cerrados, pero devoro series donde siempre me dejan un final abierto en el último capítulo de la temporada.

-Eso ya lo sabía – se queja.

-¿Ya te lo conté? – pregunto confusa al no recordar cuando le pude comentar esto.

-No. En realidad lo sé porque sueles poner Netflix nada más salgo por la puerta de la oficina.

Tapo mi boca con la mano. Dios, me ha pillado. Sé que no debería, pero como ya he dicho en muchas ocasiones, deber no es querer y rompo a reír.

Suele entrarme la risa floja cuando me pillan en alguna trastada y juro que nunca pensé que Thiago me pillaría. Es más, solía esperar un rato considerable para asegurarme de que ya se había marchado.

-No te rías – me riñe con una sonrisa en su boca. – Podría haberte despedido.

Intento frenar mis carcajadas. Creo que lo consigo. Carraspeo.

-He de decir que últimamente no lo he puesto mucho rato porque internet no funcionaba muy bien. – Y esto último es verdad. Últimamente cuando ponía alguna serie apenas me daba tiempo de ver la mitad de un capítulo.

-Mel, por dios, que inocente eres... - niega mirando hacia el techo.

-¿Qué? -pregunto ahora sin saber a que se refiere. Me mira a los ojos y los empequeñece de manera cómica.

-Era yo.

Carcajeo de nuevo con lagrimas en los ojos.

-¿Me estás diciendo qué...

-Te estoy diciendo que te interrumpía internet para que te pusieras a trabajar.

Vuelvo a caer presa de las risas. De verdad, sé que está mal, pero ¿cuánto hace que no me reía de esta manera?

Coge un mando sobre la mesa de centro, se pone de pie y enciende la música. Automáticamente suena la canción Crazy de Aerosmith, extiende su mano para que me agarre a ella, lo hago y me levanto. Sensual comienza a mover sus caderas, arrastrándome con su movimiento. Bajo la vista por la vergüenza, pero el me lo impide, alzando mi barbilla con su mano, para no perder el contacto de nuestros ojos.

Comienza a canturrear la canción en mi oído y noto como todo el vello de mi nuca se alzan como alfileres. Escondo mi rostro apoyando mi frente en su pecho mientras seguimos moviéndonos torpemente. Agarra mi mano y me obliga rotar sobre mis pies, girando 360 grados y al volver a tenerlo enfrente de mí, me pilla desprevenida verlo tan... ¿despreocupado? ¿sonriente? ¿divertido?

Mi corazón late tan fuerte que puedo escucharlo sobre la música. Y no sé en que momento ni de qué manera, pero nuestros labios quedan sellados y sus brazos acaban agarrando mi cintura mientras acabamos empotrados en una pared del pasillo. Mi estomago lleno de mariposas abriendo sus alas, mi corazón desbordado y yo... Y yo colgada del idiota que está consiguiendo derribar cada una de mis barreras.

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Hello!! Vuelvo a estar a tope y sin nada de tiempo u.u 

Paso de tener mucho a no tener un respiro. ¿Esto es normal? ¿O solo soy yo?

En fin, lo logré y eso es lo que cuenta :)))))))))

Espero que os guste este capitulo que se ha quedado a medias... pero era demasiado largo para ponerlo todo seguido.    

Rebesotes!

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