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Capítulo 28

No sabia que, para asistir a un festival de rock, había que ir disfrazada. Mi atuendo oscuro: camiseta con calavera y pantalones estrechos con roturas en las rodillas. Teresa me había dejado lo más cool que existía en su armario. Sin olvidar un collar de cuero que creo que acabará estrangulándome a lo largo de la noche. Ey, yo no entiendo nada de rock, pero mis vestimentas son más de metal. Pero ¿quién se ve con la fuerza para llevarle la contraria a mi querida y adorable amiga?

Bajo las escaleras del apartamento con Teresa tirando de mi. Cree que llegamos tarde a un concierto cuando todavía queda hora y media para su inicio.

No solo me ha convencido para que le acompañe a un festival, sino que también ha conseguido que acepte la compañía de Tom. El cual nos pasa a recoger en su coche destartalado.

Me subo al coche sentándome en la parte trasera e intento ensartar la hebilla de mi cinturón de seguridad. Claudico cuando me doy cuenta de que no funciona. Mi mirada se cruza con la de Tom a través del retrovisor y me aseguro de que mis ojos le muestren todo mi cariño que es 0, 0 patatero. Lo más parecido a un sentimiento hacia él, sería el deseo de patearle el culo hasta dejárselo morado. Me ausento mirando por la ventanilla, rezando para que el resto del camino continúe en este divino silencio.

El festival se celebra en un lugar al aire libre, concretamente en la playa. Una chica choca con mi hombro y su cerveza acaba derramándose por mi pecho.

-¡Mierda! – grito separando la tela de la piel e inclinando mi cuerpo hacia delante.

-Perdón – se disculpa con cara de horror, sin saber que hacer para ayudarme.

-No, tranquila, no pasa nada. – Pero antes de terminar la frase ya se ha ido dando botes sobre la arena.

-Voy a buscar algo para beber – me informa Teresa. - ¿Qué te apetece? – me pregunta alzando la voz para resaltar sobre el sonido de las guitarras eléctricas.

-Una coca cola –. Porque recordemos que queda prohibida la mezcla de alcohol y medicamentos.

-Ok – seguido le manda una mirada a Tom diciéndole algo telepáticamente y este resopla con amargura.

La pequeña figura de mi amiga se pierde entre la multitud.

Perfecto, estoy en el lugar que menos me apetece acompañada de un gilipollas y tengo que aguantar todo esto del tirón. Fijo mi mirada sobre el escenario, haciendo ver que me interesa muchísimo el grupo que ahora está dando tumbos en la plataforma de un lado hacia otro. ¿Os he dicho ya que yo soy más de Alejandro Sanz y de Carlos rivera? Llamadme moñas, lo hacen muy a menudo.

-Oye, Mel... - La voz de Tom me recuerda porque no me siento a gusto en el lugar: porque me estorba su presencia.

-Oye, Tom – le corto. – No te esfuerces. Me importa una mierda todo lo que me tengas que decir.

¿Para qué alargar cosas innecesarias?

-Eres la amiga de mi novia, solo trato de intentar llevarme bien contigo.

-Pues no te esfuerces. Ser el novio de mi amiga no te hace mi amigo. No hay necesidad. Sobre todo, porque estoy convencida de que Teresa te dará una patada en los huevos nada más sea consciente del idiota que tiene a su lado.

¿Para qué tragarme las palabras, pudiendo una quedarse así de a gusto después de soltarlas? Tomen nota.

Me alegro infinitamente cuando visualizo a Teresa de vuelta haciendo malabares con las bebidas en las manos. Esta me entrega mi coca cola, pero al ver mi rostro que, imagino es el vivo reflejo del alma, está le dedica una mirada asesina a Tom. Tom encoje sus hombros, como si no entendiera misa la mitad.

Hay un dicho que dice: cuando todo está mal, piensa que todo podría estar peor, (si no es así, es parecido). Y si, me doy cuenta de que el dicho es cierto cuando, una melena rubia, ojos azules, labios carnosos, camina sonriente hacia nosotros. Sus ojos me alcanzan como flechas, su sonrisa torcida y su piercing en el labio inferior me recuerdan por qué me costó tanto apartarlo de mi mente. La sensación de hormigueo en el pecho se manifiesta casi al instante. Automáticamente mis músculos se contraen, dejándome completamente tensa. Rompo mi contacto visual para lanzar una mirada de terror a Teresa. Teresa me la devuelve con el rostro descompuesto. Tom sonríe, como si acabara de ver a un dios bajar del cielo. También es cierto el dicho que dice: Dios los cría y ellos se juntan.

Tengo que salir de aquí ya. No puedo estar aquí. Miro a mi alrededor como si no supiera por donde echar a correr. Rompo a caminar hacia mi derecha, adentrándome en la multitud en busca de una salida. Puede que este yendo en mala dirección, pero soy de ese tipo de personas que no saben reaccionar bajo tensión. Una mano abraza mi cintura para frenar mi huida y una corriente eléctrica recorre por mi piel hasta llegar a la altura del hombro. Solo rezo para que ese contacto provenga de Teresa. Pero no, no es así.

-Pequeña, frena – su voz entrando por mis oídos, abrasando mis tímpanos. Ese 'pequeña' que tantas veces había logrado echar a volar todas las mariposas del estómago, ahora, adormiladas, estaban perdidas. Cierro los ojos con fuerza cuando mis pies se clavan en el suelo. – Date la vuelta – me exige enmascarando su voz dominante con un tono dulce. Con lágrimas amenazantes, me doy la vuelta lentamente. Trago saliva cuando mis ojos acaban posados sobre los suyo. Sonríe satisfecho cuando ve que todavía acato órdenes. – Me alegra verte de nuevo – sonríe inclinando su cabeza hacia un lado.

Yo sigo atrapada en mi silencio, sin saber qué decir y qué hacer. Sin saber reaccionar. Su dedo acaricia mi mejilla y como un acto reflejo retrocedo. Miguel frunce el ceño y niega con la cabeza lentamente. Es su forma de decirme que no le ha gustado mi actitud y que volverá hacerlo de nuevo para darme una segunda oportunidad. Mis ojos se nublan opacos, cuando su dedo vuelve acariciar la piel de mi mejilla. Esta vez poso mis ojos sobre mis pies.

-No has cambiado tanto – me repasa con la mirada. – Apenas parece que hayan pasado cuatro años desde la ultima vez que nos vimos.

Cuatro años. Cuatros años intentado aprender de mi error, quererme y valorarme. Amarme y respetarme. Cuatro años para que hoy, todo, se esfume de un solo soplo. Como si mi base, no tuviera cimientos. Como si no me hubiera esforzado en trabajar para colocar pilares y muros solidos y consistentes. Pareciera que todo se hizo a base de paja y cartón.

Debo ser el ser más débil de la tierra. La persona más tonta del mundo. Debo ser imperdonable. Con un nudo en la garganta, como si en sus paredes arañara cada uno de mis pensamientos, cada remordimiento, cojo aire para refrescarla porque el ardor duele profundamente. Tanto como el echo de haberme fallado a mi misma.

-Mírame – me exige cuando mis ojos vuelven a bajar hacia mis pies, casi hundidos en la arena. Parpadeo. Cierro los ojos y alzo la cabeza. Abro los ojos y sus ojos azules, lejos de acapararme, me recuerdan por qué ya no los quiero sobre mí. Porque duelen, porque humillan, porque son crueles.

-Aléjate de mi – una frase muy valiente si no llega a ser porque mi voz es débil como el fino cristal. Miguel frunce el ceño como si no entendiera mi idioma.

- Perdona, ¿Qué dices, pequeña?

-Qué te alejes de mi.

Sonríe chasqueando la lengua.

-Ten cuidado con tus palabras.

De repente algo coge un tamaño considerado en mi interior que va creciendo a medida que sus ultimas palabras resuenan en mi cabeza. Le empujo con la palma de mi mano, conteniendo un grito que acaba escapándose de mis labios. Es un grito lleno de furia, rabia y dolor. Mucho dolor. Mucha rabia. Mucha furia.

-¡No vuelvas a llamarme pequeña! – le empujo de nuevo, aun sabiendo que no logro moverlo ni un solo milímetro, pero, sin duda alguna, acabo de mover montañas en su interior. - ¡No quiero verte nunca más! – y me doy la vuelta para dejarlo atrás.

-¡No me gustan estas tonterías, Melanie! – le escucho gritar en la lejanía. 

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Aquí que vengo!

A veces tenemos que ser fuerte, por uno mismo y para su propio bien. El amor no equivale a todo lo demás. De garras grandes, heridas profundas.

Un capitulo de pocas risas acostumbrados a huyendo del amor...

dejen sus comentarios con sus opiniones, al fin y al cavo vuestras palabras son el aliento para abrir el paraguas de la imaginación.

Besos regordos y ¡¡que paséis una excelente entrada al fin de semana!!! 

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