Capitulo 22
THIAGO
Necesitaba alejarme de cualquier pensamiento, entretenerme con otra cosa. Alejar, tan lejos como pudiera, a Mel de mi mente. Lo que en su momento comenzó como una curiosidad, empezaba a coger otra forma. No poder sacarla de mi cabeza me estaba agobiando. Desde que la besé esta mañana, nada ha ido por el camino correcto. El maldito y único camino correcto. Su olor, sus suaves labios, su piel fina... No era incapaz de sacar de mi mente ni el más mínimo detalle.
Los brazos de Analie me rodean por el cuello. Lamo su cuello y mordisqueo su mandíbula esperando a que su piel pueda borrar mis pensamientos y que sus caricias logren dejar mi mente en blanco durante unos simples instantes. Pero no, no parece funcionar. Mis manos viajan hasta sus nalgas y las aprieto para presionarlas contra mi pene medio erecto. He de anotar que su empalagoso olor, a coco y canela, no está favoreciendo.
-¿Cuánto hacía que no nos veíamos? – interrumpe la intensidad para preguntar tremenda chorrada. Ni que eso importara.
-Y ¿qué importa eso ahora? – formulo algo molesto para que se deje de chorradas. LA beso de nuevo esperando que no vuelva a interrumpir. Pero el rostro de Mel aparece contantemente como la luz de un relámpago. Analie se inclina hacia mi y busca mi boca con urgencia, algo que me pone en alerta e inclino mi cabeza hacia atrás. – Besos no. – Niego con la cabeza lentamente mientras la miro con cautela. Son normas que sabe de sobras. Gimotea frustrada y claudica lamiendo mi barbilla. Una ventaja que le he regalado a Mel muy a mi pesar. Su mano se posa sobre el bulto, un tanto flácido, de mi entre pierna. No magrea de manera sensual y comienzo a notar como la sangre baja hasta la zona. Cierro los ojos para concentrarme mejor.
-¡Thiago! – una voz muy sensual, la cual conozco muy bien, suena a mis espaldas. ¡Mierda!- mascullo. Al abrir los ojos veo a Amelie dirigiendo su mirada por encima de mi hombro.
- ¿A caso no ves que estamos ocupados? – Analie le recrimina.
Muy lentamente giro mi cuello y he de anotar que con un punto de pavor.
Bajo la luz de la luna, veo una pequeña figura. Pese a la lobreguez, juraría que puedo ver sus ojos brillantes, muy posiblemente repletos de cólera. Trago saliva mientras voy soltando a Analie. Se abre camino en la oscuridad, con pasos largos y al llegar a mi, levanta su mano para abofetearme. Agarro su muñeca cuando apenas le queda unos centímetros para alcanzarla.
-¿Qué coño haces?- digo tan enfurecido que noto como las aletas de mi nariz se abren.
-¿Pero quién crees que eres para interrumpirnos así? – Analie se entromete haciendo que mi enfado suba otro escaño.
-Lárgate, Analie – declaro tajante. Noto como su mirada se clava en mi rostro unos instantes, pero finalmente claudica.
Aguardamos el silencio mientras escuchamos como los pasos de Analie se alejan hasta convertirse inaudibles.
Sólo cuando existen únicamente el ruido de nuestras respiraciones, decido romper el silencio que se intensificado en nuestro cruce de miradas tensas.
-¿Qué cojones te pasa? – sigo haciendo fuerza sobre su muñeca ya que ella no claudica. Continúa queriéndome abofetear. Su labio tiembla en una fina línea. Su piel blanca, bajo la luz de la luna, se aprecia todavía más pálida. Sus bonitos ojos quedan apagados, pero aun así no dejan de brillar de manera intensa.
-¿Qué me pasa?- pregunta incrédula moviendo su mano con brusquedad para que la libere. Pese que no las tengo todas conmigo y sigo creyendo que su mano se alzará de nuevo, le doy el voto de la duda y la libero. – ¡Me pasa que eres un jodido cínico de mierda! – lo ultimo lo ha dicho de manera tan rápida y agrupada que ha parecido una sola palabra. Demasiadas palabrotas juntas. Es algo que no soporto: la mala educación.
-Mide tu vocabulario – le recrimino. Finalmente meto mis manos dentro de los bolsillos delanteros de mi pantalón porque extrañamente estoy sintiendo el deseo de besarla inexplicablemente. Trago saliva y alzo mi barbilla.
- ¿Qué mida mi vocabulario? – Supongamos que Mel, cuando se enfada solo sabe contraatacar con preguntas sobre preguntas. -¡Mide tú tus erecciones y deseos sexuales!
Veo como patalea arrastrada por la furia. Lo hace muy a menudo. Sonrío porque algo en ella me fascina, cautiva y me divierte a partes iguales. Frunzo el ceño al caer en la cuenta de que es la primera vez que me sucede algo así en la vida. Precisamente, lo que menos soporto de una relación, es, justamente esto, un ataque de celos.
-¿Cuál es el problema? – comienzo a caminar rodeándola, paso por su lado y la brisa me trae ese olor a fresco que tanto la define. Ese olor que no empalaga y que necesitas cerrar los ojos para apreciarlo mejor. No es tan recta como da a entender sus acciones. Justo ahora, sé que le gano ventaja. Le miro el perfil, pero Mel no gira su cuello porque sabe, que si lo hace, la arrollaré con sus mierdas de ideas ideales, la cuales creo que son las que han causado este momento tan tenso. - ¿Me puedes contestar?- formulo de nuevo al ver que ella no responde. Quizá sea porque contestar, en parte sería, contradecirse. Doy otro paso más mi me posiciono justo detrás de ella. Tan próximo a su cuerpo que nuestras telas se rozan. Puedo escuchar su corazón y apreciarlo bombardear con fuerza en la vena del cuello, justo detrás de su oreja. Humedezco mis labios antes de empezar con la oración: - ¿A caso te duele no ser la única que me entregue sus encantos? – Puedo averiguar que estoy en lo cierto cuando todo su cuerpo acaba tenso y sus hombros completamente cuadrados.
- Eres un mezquino. – sigue apretando demasiado la mandíbula, puedo notarlo en sus palabras. Su cabello cosquillea mi nariz.
-Soy un mezquino. – confirmo sin remordimientos. – Pero ¿qué eres tú, Melanie?
-Yo no... yo no... - acaba trabándose continuamente porque sabe que, dependiendo lo que diga, la juzgaré de la misma manera que ella ha hecho conmigo.
Pude ver la pantalla de su teléfono, lo suficiente para leer 'Miguel'. ¿Qué relación mantenía ella con Miguel? Creí que formaba parte de su pasado, pero, obviamente la idea quebró cuando entendí que aún existía en su presente. ¿O acaso los 'ex' llaman porque sí? No, claro que no. Espero su respuesta, pero demora demasiado y no tengo tanta paciencia.
-Yo no beso a un chico y seguido me restriego con otro. – Suena tan firme en sus palabras que por un momento me silencia. No mucho tiempo.
- Bueno, puedo pensar lo mismo de ti... Te llamo Miguel y te faltaron segundos para descolgar.
Maldita sea, eso había hecho que me distanciara de ella. No puedo decir a ciencia cierta cuantas cosas pasaron por mi interior, lo único que sabía era que había conseguido enfurecerme.
No soy un experto en estas cosas, no puedo decir siquiera lo que realmente siento. Pero me siento jodidamente extraño. Tan extraño que deseo alejarla y la misma vez besarla. Tan extraño y contradictorio que me abruma. La abrazo y mi mano se adentra por le filo de su camiseta, tocando su sedosa piel del abdomen. Inspiro para que ese aroma fresco me embriague. ¿Qué cojones estás haciendo conmigo, Mel?
-No puedes ir besando y refregándote con toda mujer que se interponga en tu camino - su voz apenas es un susurro. Débil. Muy débil.
- Con lo fácil que es decir: Thiago, no quiero que beses y toques a otras mujeres.
Mi mano sobre su abdomen me corrobora que he acertado cuando este sube y baja acelerado.
-Pues eso.
Chasque la lengua y niego lentamente con la cabeza.
-¿Por qué?
-¡Porque no me gusta! – expresa enfurecida de nuevo. Sonrió de manera malévola escondiendo mi boca sobre su cabello. Saco mi mano de su vientre y la paseo por sus caderas, hasta llegar a sus muslos desnudos, trepo por ellos hasta encontrar la tela de encaje de su tanga y lo deslizo por sus piernas hasta sus rodillas.
-¿O porque te gusto? – su silencio hace eco en el ambiente. Si sigue comportándose de esta manera acabaremos follando salvajemente.
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Rebuenas! Espero que el capitulo os haya gustado, este viene caliente caliente! El en el próximo seguiremos el hilo en la mente de Mel. Creo que de esta manera podemos conocer a los dos personajes y no solo ver la perspectiva de ella. Todos sabemos que Mel es mucho más entretenida, pero indagar en el interior de Thiago ni tal mal!
Por cierto, he comenzado la historia de Carl. Si queréis echarle un vistazo, la encontrareis en mi perfil.
Besotes regordos!
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