Capitulo 2
La faena va cumulándose, como todo ser humano únicamente tengo dos manos. Aunque mi jefe crea que soy una heroína con fuerza titánica y que poseo poderes, como por ejemplo: mover cosas con la mirada.
Sería la hostia, pero no.
Si a esto le sumas las llamadas que me van entrando a cada rato, un compañero que no se entera de nada y una mujer mayor que pareciera que no tuviera vida, el resultado da: estoy hasta el farolillo (y aún creo que la expresión me ha quedado muy fina ya que lo reemplazaría por un 'coño' muy grande).
-Niña, verá, mi amiga Carmen, de Móstoles, me ha enviado un paquete...
-Señora, ya he mirado en todo el almacén y no hay ningún paquete a su nombre. Debería preguntarle a Carmen si, por lo que sea, se ha equivocado a la hora de hacer el envío.
Si no lo he repetido ciento un mil veces debo estar rozando esa cifra.
Ella sigue meneando su cabeza de pelo canoso y me pone enferma.
Respiro hondo, cierro los ojos, cuento hasta tres. En cualquier momento entro en cólera y acabo hablando latín.
- Es un paquete muy importante.
Sus ojos brillan apenados y me ablanda, suspiro y apoyo mis codos sobre el mostrador relajándome un tanto.
- No puedo hacer nada -. A lo mejor cree, como mi jefe, que hago magia.-Pase mañana y lo revisamos de nuevo-. Casi suena a suplica.
La mujer, por fin, se da por vencida, aunque sé que mañana a primera hora estará de nuevo aquí, pidiéndome que mire cada rincón del almacén.
Cuando la puerta se cierra y escucho el delicioso silencio acariciar mis oídos, apoyo mi frente sobre la fría madera de la mesa.
Tengo ganas de llorar, mandar mi trabajo a la mierda, pegarle una patada en el culo al idiota de mi jefe, prender fuego al recinto, pero no puedo porque soy pobre como una rata, tengo un alquiler que pagar y un perro salchicha llamado 'frankfurt' al cual amo con todas mis fuerzas pero come como un cerdo vietnamita.
Son más de las doce de la mañana y todavía no le he dado ni un bocado a mi donut.
Alguien carraspea, me pongo rígida en medio segundo. Cuando alzo la mirada, noto como mi aliento se
entrecorta, una vibración extraña hormiguea mi estomago y sube hacia el pecho haciendo que mi pulso acelere.
¿En serio?
Una sonrisa me deslumbra, unos dientes blancos y perfectos se esconden detrás de esos labios carnosos bien perfilados. Sus ojos color miel me observan con un brillo tan intenso que casi puedo verme reflejada en ellos. Su cabello
corto, ligeramente despeinado, no hace otra cosa que favorecer su enigmático rostro. Y yo sudorosa, despeinada y con cara de amargada. Debo de ser la viva imagen de la Reina Grimhilde.
Pero... ¿en serio? Que me cruce con
él en el Gim tiene su lógica, que me cruce con él en la cafetería del mismo barrio de Gim tiene su lógica, pero
cómo cojones puede ser que me cruce con él en mi trabajo, cuando este está en la otra punta de la ciudad.
Miro hacia el techo y mentalmente le pregunto a Dios el por qué de esta situación y qué diantres quiere de mi vida.
Sonrío falsamente mientras mi corazón canturrea con perfectos latidos: ¿Quién es ese hombre que me mira y me desnuda?
Si si, yo también vi Pasión de Gavilanes, ¿quién no?
-Vengo a buscar un paquete- dice viendo que yo no digo nada, pero, como podéis apreciar, mi silencio interno es una locura.
Raro sería que en una empresa de mensajería pidiera un gintonic.
- Si, claro.- me muevo como la pólvora y me andentro en el almacén, es en la oscuridad del almacén cuando me percato de un pequeño detalle, pero no insignificante: ¿Qué coño estoy haciendo?
Asomo la cabeza por la puerta, solo para que él pueda ver un trocito de mi cabeza y le pregunto lo que debí preguntar en un principio:
-¿Nombre?
- Thiago Deustsch.
Automáticamente me doy cuenta que deberé coger nota. Salgo de mi escondite y agarro un bolígrafo. Me
tiembla el pulso mientras en mi cabeza se repite su nombre una y otra vez.
Sus largos y finos dedos agarran
el bolígrafo y me lo arrebata suavemente y acto seguido escribe su nombre con una bonita letra alargada e inclinada hacia la derecha. Sin mirarle, agarro el papel y me adentro en el almacén, no tardo en encontrar el paquete que tiene un tamaño considerable y bastante pesado. Lo llevo al mostrador y le entrego la tableta para que firme conforme lo ha recibido correctamente. Firma en silencio con el bolígrafo digital.
Hoy va vestido de manera muy formal con una camisa blanca y un pantalón oscuro. Puedo ver un trozo de su
pecho ya que lleva los primeros botones desabrochados. Para mi gusto le sobra la camisa ya que llevarla
desabrochada de esa manera hace que cualquiera quiera arrancársela con los dientes, besar y mordisquear todo el pecho y... joder esto se me va de las manos.
Thiago, un chico con apellido difícil de pronunciar, sonrisa macarra y una mirada que destila un brillo rudo. Casi diría que la definición esta completa sobre el hombre que tengo ante mi, pero no seria justo no mencionar que huele de maravilla. Destila un olor capaz de hacer arder la ropa interior en cuestión de segundos.
Tengo una sensación de peso sobre el pecho, eso hace que tire del cuello de mi camiseta para que entre algo de aire por debajo de la tela.
¿Thiago? Es la primera vez que escucho ese nombre, pero no podía llamarse de otra manera, pega con
su percha y su esencia.
Por fin firma sobre la tableta y he de decir que tiene un garabato muy elegante, tanto como su caligrafía.
Sus ojos me acechan de nuevo y un sudor frío estremece mi piel dejando mi vello de punta.
¿Qué reacción tendría mi cuerpo si me acariciara con las puntas de sus dedos? ¿Acabaría ardiendo si sus labios decidieran jugar sobre mi piel?
No debe tener mas de treinta ni menos de veinticinco años, de ser así o se mantiene muy bien o está muy estropeado. Por obligación, ya que tengo la sensación de que sus ojos me demandan, alzo mi mirada para anclarlos en los suyos, los cuales se muestran seguros y vivaces, todo lo contrario a mi.
-Trabajar aquí, ¿no te crea curiosidad por saber qué hay dentro de los paquetes?
Buena, pregunta.
-No - niego con énfasis meneando mi cabeza.
Pasa el pulgar sobre la tira adhesiva y mira con concentración la caja.
-¿Qué cree que hay aquí dentro?- pregunta con un tono extraño que no logro comprender, pero que consigue crear un escalofrío recorrer mi espalda.
¿Esto es un juego?
- ¿Una pista?- pregunto cayendo en su trampa.
- Mm... - hinca un codo sobre la caja y alza una ceja. Medita. - Hay quién lo ama y otros que odian- me dice en modo de pista.
Su legua se pasea por su labio inferior, algo me dice que se divierte con este extraño e incoherente momento.
Me cuesta pensar, actuar y ser yo misma mientras sus ojos me acorralan.
- ¿Carrne de Caimán?
Vaya mierda, no sé qué estoy diciendo.
Sus ojos se cierran un tanto cuando sonríe. Le ha hecho gracia mi respuesta.
- ¿Carne de Caimán? - pregunta sorprendido. Encojo los hombros y noto como mi rostro arde al rojo vivo.
-¿No?- pregunto tartamudeando aun sabiendo la respuesta.
Niega con la cabeza y vuelve a hincar el codo sobre la caja, apoya su barbilla sobre la palma de su mano y me mira con los ojos entrenados.
-¿Quieres otra pista?
- Vale - digo por decir porque hace rato que ya soy una vagabunda de mis palabras.
Thiago muerde su labio para esconder una sonrisa. Debe estar disfrutando mucho con la idiota que tiene delante.
- Tu precioso culo respingón lo disfrutaría.
¡¿What?! Pero ¡¡¡¿¿WHAT??!!!
Mira, me sube por el cuerpo un no sé qué, que no se yo, que subo, bajo, vuelvo a subir y bajo de un porrazo. Oh my Good. Si antes he dicho que mi cara ardía, ahora creo que desprende fuego, creo incluso que, si alguien me toca, puedo crearle quemaduras de tercer grado. Creo que tengo hasta el pelo encrespado.
•••
¿Culo respingón?
¿Culo respingón?
¿Culo respingón?
La pregunta no deja de resonar como un eco en mi cabeza desde aquella mañana.
¿Desde cuando lo tengo respingón?
Me pongo de puntillas para poder visualizarlo desde el espejo del baño.
Yo solo veo un culo flácido y blandengue.
Recojo mi pelo castaño en una coleta, cojo mi cepillo de dientes, lo aclaro con agua y pongo un poco de pasta mentolada, lo meto en mi boca y froto con dureza. Sé que no los lavo de forma correcta, pero si lo hago mas suave tengo sensación de suciedad en la boca.
Siempre he dicho: si no me entiendes, quiéreme.
Necesito una depilación de cejas y una limpieza facial y la limpieza facial puede esperar, pero las cejas comienzan a coger un grosor y espesor inhumano.
- ¡Mel!- el grito inesperado de mi amiga me sobresalta-¡MEL!
-¿Qué?- pregunto intentando que la espuma no salga de mi boca y acabe chorreando por mi barbilla.
- ¿Sabes dónde está el sujetador que me compré la semana pasada?- sigue gritando desde la habitación.
- Lo llevo puesto - contesto con el cepillo todavía en la boca.
-¿Qué?
- ¡Que no sé dónde lo he puesto!- miento.
- ¡Maldita sea! ¡ voy tarde a la entrevista!
Escupo y enjuago mi boca.
-Qué más dará, ponte otro...- rezo para que no se de cuenta que lo llevo puesto. Finalmente desiste y acaba
cogiendo otro del cajón.
Uff, menos mal.
Tener mejores amigas es un rollazo. Hoy es mi día libre, podría estar tumbada en el sofá hasta partir mi espalda, dormir hasta asquear, pero en cambio estoy aquí, en el centro de la ciudad pasando calor, esperando en una pequeña sala, a la espera de una entrevista de trabajo para Tesa. Todo muy guay.
-¿Teleoperadora?- pregunto perpleja.
-Ajá.
- Un poco aburrido, ¿no? - la animo.
- Pagan bien y eso es lo que cuenta.- mira su reloj de muñeca.
- ¿Qué empres es?- miro a mi alrededor en busca de un logotipo, pero no hay nada.
- Wion, una empresa telefónica.
- Ah... No me suena.
- Es nueva.
-Ah- cojo una revista de moda y la abro por la mitad.
La ropa es cutre, la moda en si es cutre. Vaya mierda de moda para esta primavera-verano. El color mostaza no me convence, el verde pino tampoco... paso la hoja y casi me hecho a reir al ver a la modelo vestida de campamento de verano. Pero, vamos a ver, ¿quién coño elige la moda de cada temporada? Cierro la revista y la tiro sobre la mesita de cristal.
La sala de espera me recuerda a la de aquel dentista que tanto le temía cuando era pequeña, casi diría que huele igual.
Unos pasos rompen nuestro silencio, ambas miramos hacia la dirección del sonido, pasan unos segundos y... no.
No.
No.
NO.
Matame camión.
¿Está mi vida de broma, verdad?
No os lo vais a creer...
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Dejadme un comentario con vuestras opiniones! Gracias por leer ;)
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