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capitulo 15

THIAGO

El regreso de mi hermano Carl, sabía que acabaría cayendo sobre mis hombros. Para muestra un botón, he tenido que alojarlo en mi apartamento el tiempo que dure su visita a España. Él y yo nunca nos llevaremos bien, somos polos opuestos. Completamente opuestos. Ha sido así desde siempre. Carl se pasea por el salón, observando cada detalle. No puedo evitar fijarme como de sus botas de cuero cae arena en cada paso sobre el mármol blanco del suelo. Paso una mano por mi rostro, odio el desorden y la suciedad. Lo peor es que Carl, es un dejado, no tiene cura de las cosas y va dejando un reguero de mierda allí por donde pasa. Bufo. No se si podré acogerlo durante mucho tiempo.  

-Deja de mirarme como si fuera un chucho pulgoso – me recrimina observando las visitas del ventanal.

-Deja de comportarte como si fueras un chucho pulgoso.

Se gira, coloca sus manos dentro de sus jeans y encoje sus hombros.

-Deja de comportarte como un egocéntrico estirado.

Camina y se tira sobre el sofá de cuero color café, colocando sus sucias botas sobre el posa brazos. Cierro los ojos para intentar tranquilizarme, de lo contrario lo haré rodar por las escaleras.

-Vives bien, eh, hermanito...- Sonríe porque sabe lo mucho que me fastidia todo lo que está haciendo. Le daría un puñetazo, pero imagino que ya somos grandes para pelear como mocosos. Me siento en el sofá de una plaza justo enfrente de el, cruzando una pierna, apoyando el talón sobre mi rodilla.

-¿Te quedarás aquí mucho tiempo?

-Yo también te quiero.- se mofa.

Mete la mano en su bolsillo y saca una pitillera, coge un cigarro lo lleva a su boca y lo enciende. Nada mas encenderlo, huelo a hierba. El olor a Marihuana acapara cada rincón del salón. Vuelvo a cerrar los ojos, cada vez me cuesta más aguantar la compostura y sé que acabaré tirándolo por la ventana sin importarme que viva en una sexta planta.

-¿A qué has venido, Carl?- comienzo a sospechar que solo vino a joderme.

- A cambiar de aires...- dice y seguido hace una 'o' perfecta con el humo saliendo de la boca.

-¿Por qué no te creo?

-Porque nunca quieres creerme.

-¿Te has metido en problemas?- no soy idiota. Sé que algo o alguien ha hecho que vuelva hasta aquí.

Chasquea la lengua rodando los ojos.

-He cambiado, Thiago.

Me rio. 'He cambiado', dice.

-El mes pasado tuve que pagar una fianza para que salieras de la cárcel. – Le recuerdo viendo que lo ha olvidado. - De cincuenta mil dólares.

-Si lo hubieras pasado a Euro, la cifra hubiera bajado. - rie como un imbécil.

Me levanto del asiento, arranco el cigarro de su boca y lo apago en el cenicero que decora la mesita.

-Prohibido fumar. – Le informo mientras de una palmada saco sus pies del sofá.- Y ni un pie sobre el sofá.

-Tranquilo...- alza las manos en son de paz.

-Estoy tranquilo.- miento.

-No lo percibo, hermano.-Dibuja otra vez esa sonrisa de gilipollas en su boca. Y casi me veo a un paso de borrarla de un guantazo.

Me siento de nuevo en el sofá, este idiota acabará desquiciándome en pocas horas.

-Vete buscando algo, solo te dejo quedarte un par de días.

-mm...- mira su reloj y prosigue:- Será suficiente. Supongo que el viernes nos iremos en el mismo avión, ¿no?-¿De que coño me habla?- ah....- asiente con la cabeza.- Don perfecto se olvida de las cosas...

-Deja tu mierda de juego, Carl. ¿De qué hablas?

-¿Cuánto hace que no ves a Lexi?

Mierda. Joder. Dejo silencio.

-Claro, ¿hace tanto que ni lo recuerdas?

-He estado muy ocupado.- Le contesto serio dirigiendo mi mirada en una esquina del salón.

Lexi es mi hermana pequeña, a la cual no veo desde hace ya unos años. La relación con mi madre es nula y eso ha hecho que la relación con mi hermana sea escasa. Debe tener trece o catorce años.

-El sábado cumple dieciocho. – Me aclara Carl, como si acaba de escuchar mis pensamientos.

-¡¿Qué?!- exclamo sorprendido. No puede ser. No puede haber pasado tanto tiempo desde la ultima vez que la vi.

-Si Thiago, no eres tan perfecto como creías.

Ni me inmuto ante su comentario. Se levanta del asiento y comienza a caminar de nuevo por el salón. Lo vigilo por el rabillo del ojo.

-Te has mantenido en un línea recta – comienza a decir mientras analiza de cerca el cuadro que cuelga sobre la chimenea.- Sin alteraciones, sin altibajos. Siempre en línea recta. – giro mi cuello para mirarlo con los ojos entretornados. ¿A dónde quiere llegar? – No esperaba menos de ti - Gira su cuello para que nuestros ojos se encuentren. – Dices que yo llevo mala vida, porque la vivo a mi manera, pero, dime, ¿qué vida llevas tú? ¿A acaso una vida aburrida, privándote de todo, es mejor?- sonríe otra vez.- Yo se qué es la adrenalina, vivir sin miedo a sufrir, gozar del pecado sin temor arder en el infierno. Dime, ¿qué has vivido tú?

Aprieto mis labios, apenas sin ser consciente.

-La calma.

La calma de vivir sin sufrir, sin hacer sufrir, sin lamentos, sin llantos. ¿Acaso eso es poco? Porque para mi lo es todo. Pero no se lo manifiesto, porque un idiota jamás podrá comprenderlo.

-Muy interesante...- niega con la cabeza mientras camina hacia la estantería, justo allí coge un libro y lo analiza. Lo suelta como si le quemara en las manos y se gira sin dejarlo en su lugar. Cierro los ojos para obviar este detalle. Pero me consume el desorden.- ¿Crees que podrás hacer un hueco, entre tanta calma, para asistir al cumpleaños de Lexi? Es el sábado.

-Supongo que si. – su puño choca en mi hombro.

-Ese es mi hermano.- dice sonriendo.

-Pon el libro como estaba...- le digo mientras sacudo la zona donde me ha golpeado.

-¡Claro que si, tio!- dice volviendo a la estantería para ponerlo tal y como estaba.- Ya no me acordaba lo mucho que te molesta el desorden.

Maldito cabron, claro que lo recuerda, se ha dedicado todo el rato hacer justo lo que odio.  

-Oye – dice acabando de alinear los libros.- Esa chica... ¿Mel?-Se contraen todos mis músculos.- ¿Crees que tengo su perfil?

Me levanto de mi asiento y en dos zancadas me posiciono justo enfrente de él. Cierro mi puño en el cuello de su camiseta y le advierto:
-

Mantente lejos de ella, Carl. Es mía.- las ultimas palabras salen apenas sin haberlas pensado y acaban haciendo eco en mi mente. Acabará perteneciéndome hasta el ultimo poro de su piel.
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