Un poco más (Día 8)
Temática (26 de Septiembre): Bonus Day! Free Day!
Sinopsis: Él no podía estar tan metido en eso, no debía, no era prudente, no era para nada sensato, no estaba bien, no podía hacerle eso a Fuyumi y no podía aceptar que hubiera caído tan profundo, zambulléndose sin realmente tomar precauciones sólo para quedar cautivo en su propio juego.
[***]
Hawks no recordaba la última vez que había trabajado tan duro para conseguir algo y sentir la exquisita y maravillosa satisfacción de sostenerlo entre sus manos. Lo último que posiblemente había deseado con tantas ganas y se había esmerado en conseguirlo, era quizás, su título como héroe. Se había determinado a conseguirlo, y sin importar cuán difícil fue y cuánto tuvo que sacrificar, lo consiguió.
Nada del Héroe Número Dos. Nada como el héroe precoz que había escalado a pasos agigantados a tan floreciente edad. Nada del hombre demasiado rápido para su propio bien. Simplemente el sueño de poder estar un poco más cerca del hombre que había sido su luz y confort en medio de tantos vidrios rotos, lamentos y desesperación en el que había vivido en sus primeros años de vida.
Lo había dado todo para alcanzar su meta, ingenuamente creyendo que era lo único que deseaba ser y ahora era todo lo que era.
Pero la satisfacción que vino con la realización de su anhelo infantil en su momento era completamente diferente a lo que sentía en ese preciso instante.
No había múltiples cámaras entrevistándolo, no había una fila de civiles agradeciéndole por haberlos salvado, no existía esa sensación de agujero negro en su pecho que succionaba todo lo cálido que sentía del momento y le hacía recordar que era sólo su trabajo, y que realmente no estaba haciendo nada extraordinario. Que no tenía por qué creerse algo más que una marioneta moldeada por La Comisión y que, en realidad, la gente ni siquiera lo estaba mirando a él, sino que solamente contemplaban sus alas, su Quirk.
Grandes, fuertes y simpáticas, entregaban completamente sus vidas a esas alas sin siquiera mirar dos veces su rostro o pensar en la carga en sus hombros o si había sangre o dolor en sus manos y corazón, respectivamente.
Pensaba que estaba bien así, era mejor que no viesen su rostro por mucho tiempo o nuevamente, un pánico arrastrado desde su infancia brotaría en su corazón y le haría pensar que todos pueden ver a un fantasma del pasado bastante parecido al verdugo que atormentó su resquebrajado hogar.
Consideró que era mejor que nadie lo viera en realidad y que se apoyaran en sus alas, esas alas que la Comisión de Seguridad de Héroes había perfeccionado y entrenado, que las había convertido en un símbolo de confianza firme para la población; de esa forma él podía esconder y proteger sus sentimientos, los tomaría sin interés y los sumergiría tan profundo que se volvería el muñequito ideal para manipular y mantener la sociedad de héroes a flote y segura. Su existencia inútil podía volverse una pieza valiosa para algo tan grande que era incapaz de asimilar. No podía pedir más.
Y estaba seguro que podía vivir así el resto de su corta vida, hasta que una parte de él empezó a quebrarse tanto y rogar por atención verdadera, dejando tras de sí un enorme vacío que empezaba a mermar sus descansos y a torturar su alma solitaria en los momentos de oscuridad. Lentamente se volvió cada vez más difícil no desear algo para sí, fuera de todas las cosas de héroe, algo que le recordara que también era un ser humano y que podía cometer errores, y eso estaba bien. Algo que podía abrazar su corazón hecho pedazos y encontrar un porcentaje mínimo de dignidad de recibir una segunda mirada, y no sólo por sus llamativas alas carmesí.
Cuando las manos de Fuyumi lentamente se deslizaron de su pecho hasta la altura de su nuca, con ese tacto frío y suave serpenteando por sobre su piel. Con tanta gentileza y delicadeza que sintió dentro de sí, como las grietas de la cáscara de Keigo se cerraban un poco, sin forzar, cuidando no hacerle más daño de lo que el propio Hawks y el mismo Keigo se habían propiciado. Como si estuviera preocupada por él y que procura su bienestar.
Y ahí estaba de nuevo, esa satisfacción, esa alegría, ese gozo tan emotivo y punzante que se mezclaba con la incredulidad de lo absurdo que resultaba la escena.
Porque cuando había comenzado a coquetear descaradamente con esta mujer hace más de seis meses, lo último que hubiera esperado es que ella lo complaciera con el toque que había anhelado de forma tan vergonzosa cuando, de manera distraída y totalmente inocente, sus palmas se habían rozado y había conocido de primera mano su frialdad, su toque gélido y firme que discrepa con su sonrisa amable y cálida.
Porque cuando todo esto había empezado, estaba convencido de que no podría atravesar la barrera Todoroki que envolvía a Fuyumi (y no se refería al trío de aterradores familiares masculinos que siempre le habían dado una segunda mirada cuando lo veían tan cerca de la fémina, como tratando de desentrañar sus intenciones).
Una chica tan amable, tan normal, tan apegada a su familia, tan sensata y comprensiva con el tema de los héroes, no cometería la locura de envolverse de más con el colega de su padre, y menos con un héroe de alto rango como lo era él.
Quizás en otra vida, había pensado tristemente en más de una ocasión, cuando veía desaparecer su silueta característica por el rabillo de su ojo después de que ella se riera de algo que había dicho, y negara la cabeza, guardándose cualquier pensamiento de su persona para sí misma y él tenía que emprender de nuevo viaje a cumplir su profesión riesgosa.
En otra vida donde él hubiera tomado una decisión diferente, donde había decidido aportar a la sociedad de otra forma y había tenido una vida un poco más normal, un poco más estable, y quizás así, podría realmente tener el descaro de cortejarla asegurándole un futuro en el que no tendría que ver la televisión, sosteniendo un teléfono contra su pecho mientras esperaba noticias sobre su paradero y bienestar, siempre pensando en que lo peor podría pasar en cualquier momento.
Fuyumi lo había vivido toda su vida, incluso si su relación con su padre nunca había sido tan estrecha como lo era en actualmente, ella siempre se preocupaba cuando Endeavor volvía a casa por todo el infierno que eso significaba, pero su mente infantil y adolescente no sabían asimilar que hacer si un día no lo hacía.
No se merecía vivir eso otra vez, Hawks lo tenía claro, pero la manera en que ella lo hacía sentir cuando le ponía atención y lo trataba como un ser humano corriente al que no le importaba decirle lo arrogante y lleno de ego que era, cuando de antemano sabía que podía ser un poco bobo, pero que de igual manera se reía con él y no de él, cuando le había preguntado cuál era su comida favorita para intentar hacerla después de haber asaltado en las cenas con sus familiares en más de tres ocasiones, cuando continuó hablando con él por algo que ella percibió en su persona y no la repelió lo suficiente como para dejarlo colgado e ignorarlo, admitiendo que en realidad, disfrutaba de su compañía.
Había sido completamente alucinante y refrescante, y no había podido dar nombre a lo que sentía por mucho tiempo hasta que Mirko lo había golpeado en la cabeza mientras se reía con tantas ganas de su triste dilema, alegando que sus alas revoloteaban y sus ojos brillaban con corazones cuando había empezado a contarle la travesía con Todoroki Fuyumi.
Y no había querido creerlo. Porque, en la obvia y tosca declaración de compañero héroe conejo, no había dejado de negar tal hecho, con cada vez más calor en sus mejillas. Él no podía estar tan metido en eso, no debía, no era prudente, no era para nada sensato, no estaba bien, no podía hacerle eso a Fuyumi, ni así mismo, anhelar aquello que no podía alcanzar. Sobretodo, no podía aceptar que hubiera caído tan profundo, zambulléndose sin realmente tomar precauciones sólo para quedar cautivo en su propio juego.
Aunque le aterraba siquiera pensar en la posibilidad de estar demasiado encantado por Fuyumi, y mucho menos admitirlo ante alguien más, no era completamente ajeno a la esencia de la mujer, como si fuera algo solo de "cuestión de tiempo". En su mente no podía asimilar como alguien viera y conociera a Fuyumi, y no terminaría deseando saber más de ella, conocerla, darle la oportunidad de amarla y mimarla como se lo merecía y un poco más...
Pero él no podía dar eso, sabía que tenía que cortar ahora con cualquier camino que le llevará a involucrarse todavía más, poniendo a Fuyumi en riesgo y más estrés innecesario en su vida, incluso si ella ya estaba demasiado calada en su corazón como para que durante toda la velada con Mirko, lo único que hiciera la tosca mujer conejo fuera burlarse de él, dejando claro que no la había convencido ni un poco sobre todas sus declaraciones que negaban el hecho de que estaba perdidamente enamorado de Todoroki Fuyumi.
Incluso si al final había intentado darle una palmada alentadora y casi confortable cuando lo había despedido, de igual manera, se sintió humillado y abochornado.
Porque todo estaba mal en esa declaración. No podía haberse enamorado de Fuyumi, de todas las personas. No era sólo se trataba del hecho de que ella fuera la hija mayor de su ídolo de la infancia, que bien, es lo había intimidado, pero también, le había surgido esa necesidad de querer formar un vínculo, ese tonto pensamiento despreocupado de que podría formar parte de la vida de su ídolo si se llevaba bien con sus hijos, y quizás, podría aspirar a ser su amigo; o que Fuyumi hubiera sido una especie de madre para Todoroki Shōto, por lo que juntarse con ella requería que los ojos de pez dorado del muchacho lo contemplaran en silencio con muchas emociones traspasando en sus pupilas bicolor. No se trataba tampoco de que su otro hermano pequeño tuviera la complexión de un buey y parecía dispuesto a sacar a su hermana de cualquier asunto que involucre a los héroes al costo que fuera.
No era el hecho de que ella no sólo era una civil a quien había salvado en una de sus patrullas, lo cual ya era lo suficientemente malo (como si todo lo demás acumulado en sus hombros no lo fuera). Los romances que surgían entre el héroe y la persona rescatada siempre terminaban en tragedia al haber una especie de agradecimiento por salvarle la vida a su pareja, en medio de todo el romanticismo, que podía ser fácilmente confundido con agradecimiento y deuda en lugar de ser amor real. Y tampoco era sólo que estuviera actuando como un doble agente en la organización de criminales que más auge había tomado en menos de un año, que amenazaba con volverse mortífero en cualquier momento, y que, en cualquier segundo, podría morir de una manera vil donde, seguramente, no tendría ninguna oportunidad de limpiar su nombre puesto que la Comisión se limpiaría las manos al tener prioridad en asegurar la prevalencia de una sociedad de héroes firme e ideal.
Él solamente se convertiría en un cadáver más que cayó por la causa.
Y cierta parte de él, estaba entre aterrado y resignado de lo fácil que podría morir, y que nadie realmente lo recordaría la persona que en realidad es, en la memoria de los demás solo quedarían plasmadas sus alas y su figura, dependería de él si su último aliento sería el de un héroe si completaba la misión, o un traidor, si fallaba.
Fuyumi era una persona ordinaria, que ya estaba en el radar de los villanos debido a su padre, y que al mostrar interés en ella, la exponía a un peligro el doble de mayor. Un tipo que colgaba de la cuerda floja constantemente y que no le importaba su muerte, no debía tener el descaro de revolotear cerca de ella, anhelando su atención.
Y quizás...
... solo un poco más.
Por lo que, cuando se acercó a ella en la cocina, después de ayudarle a limpiar otra cena en la que su familia se había apresurado a desalojar la habitación al no soportar estar todos reunidos en la misma. Lo menos que esperaba era que ella no alejará su cuerpo y lo mirara a los ojos con una intensidad que le sacó el aire.
No debía de acercarse más, estaba consiente de eso, los Todoroki todavía podían escuchar lo que ocurría en la cocina y no sería bueno para ella poner más tensos a sus familiares, y claramente, tener al Héroe Número Dos apresándola contra el desayunador y que ella no emitiera ninguna queja, era suficiente para aumentar la tensión, incluso si iba por otra vía.
Y él debía de tomar su distancia y bajarle intensidad a interés. Tenía que dejar de pensar en la divertida situación en la que ella se sonrojaba por su osadía y lo alejaba de un simpático empujón, mientras aguantaba la risa y la vergüenza, pero que en sus ojos había una calidez que demostraba que no estaba en realidad molesta y pensaba que era un tonto divertido.
Dicho pensamiento lo había llevado a arrinconarla entre el mueble y su cuerpo heroico, sin ninguna intención más que verla abochornada mientras sentía esa calidez en su pecho que nunca había sentido antes y a la cual, estaba volviéndose más débil.
Pero nada salió como esperaba. Fuyumi no sólo no lo alejó, sino que se acomodó de tal manera que sus piernas se cruzaron y sus manos heladas estaban en su pecho, sin empujarlo lejos de ella.
Sus alientos se entrelazaron y las miradas quedaron fijas con un océano de emociones que variaba en intensidad, y Hawks se encontró paralizado, incapaz de moverse a otro lugar que no fuera hacia adelante.
Todo.
Estaba.
Muy.
Mal.
Hawks estuvo a punto de decir algo que en su mente sonaba gracioso y que mataría la tensión y el silencio que se había instalado en ello. Las comisuras de sus labios ya estaban arriba, sus ojos parpadeando varias veces para no perder de nuevo la noción de la realidad.
Entonces, como si pudiera anticipar sus pensamientos, Fuyumi deslizó sus manos frías a lo largo de pecho hasta su nuca, y las palabras murieron en su garganta, sintiéndola seca de pronto, percibiendo como las uñas heladas le hacían cosquillas en el cabello y nuca.
—Todo-chan... —Su aliento, casi tan cerca del otro que podían confundirse. Sus narices prácticamente rozándose.
—¿Si...?
Mantuvo su voz suave, como un susurro acariciando su oído, como un secreto declarado en la noche.
Una de las manos que yacían lado a lado del cuerpo femenino, manteniendo erguido el cuerpo de Hawks, se deslizó a través de la espalda de Fuyumi, acercándola un poco más a él.
«Aléjame». Su pensamiento retumbó demandante en su cabeza, pero no salió de sus labios, una parte de su corazón tenía la idea de que si lo declaraba en voz alta, ella realmente lo alejaría y Hawks no sabría qué hacer si perdía esa oportunidad de tenerla entre sus brazos.
Porque parecía un sueño que Fuyumi lo dejara traspasar una de sus firmes y altas barreras, permitiéndole mantenerse cerca de ella, como si también deseara permanecer así con él.
Y eso era un pensamiento demasiado cruel, si ella estaba dispuesta a estar con él, Keigo no sabría que hacer, probablemente se volvería loco de felicidad, pero también, viviría con la constante noción que no se merecía tal lujo.
—Estamos demasiado cerca —contestó en su lugar, sonriendo con un deje de burla que no pasó de las comisuras de sus labios.
Sus ojos se habían perdido en todo momento en el azul grisáceo de los ojos contrarios que de igual manera le sostenía la mirada.
—Lo estamos —aceptó.
—No es que me queje, en realidad, pero si tu padre o alguno de tus hermanos entra, entonces-
—Está bien —Lo silenció con dulzura, sus narices se tocaron y Hawks pudo notar el rosa instalado en sus regordetas mejillas—. Puedes acercarte, si quieres.
—¿Es una especie de luz verde? —Hawks sintió su propio corazón martillar cuando las pestañas de Fuyumi revoloteaban con clara picardía pese a su rubor.
¿Fuyumi estaba permitiendo esto? ¿Era algo que ella quería? ¿No se estaba sintiendo presionada por él? ¿Debería de alejarse ahora antes que fuera demasiado tarde?
—En serio —Fuyumi resopló, pero su sonrojo y su leve sonrisa indicaban que no estaba molesta—. A veces, hablas demasiado.
Hawks tenía un par de cosas que decir al respecto, la burla burbujeando en su garganta, pero ninguna idea tuvo el tiempo suficiente para ser construida.
El tacto era aún más suave de lo que parecía una nube a simple vista. Fresco y dulce. Dejando toda una corriente de calor en su cuerpo.
Los labios de Fuyumi estaban sobre los suyos, en un toque tímido y gentil como si fueran unos niños, la chica incluso había cerrado sus ojos en cuanto se lanzó a hacerlo.
El héroe no supo cómo reaccionar y solamente la sostuvo cuando Fuyumi intentó alejarse de él. Hawks presionó su espalda con un poco más de fuerza para que sus labios volvieran a juntarse, presionándola suavemente contra el mueble.
Los labios carnosos de Fuyumi envolvían sus labios de una manera tan armoniosa que Hawks sintió el tacto como perfecto, su cuerpo moviéndose hacia adelante con un afán de mantener sus cuerpos lo más juntos posible.
Fuyumi profundizó el beso y eso lo descolocó por un segundo, convenciéndose que esto era el deseo de Fuyumi, correspondió el gesto con avidez, sintiendo la sustancia dulce y gélida de su interior, mezclándose con la calidez de su garganta.
Y dejo de pensar en las consecuencias de esto y en las indicaciones de lo mismo. Estaba besando a Fuyumi, a la hija del Héroe Número Uno en su propia casa, en su propia cocina. Y a Hawks le sabía a gloria. Un beso que había soñado y deseado como un adolescente enamorado, pero que nunca pensó que lo podría tener algún día.
Dentro de él, Keigo se calentó y se llenó con un gozo indescriptible que le hizo desear mucho más que un beso fogoso. Sintió como su lengua aplastaba la de Fuyumi, envolviéndola y atrapándola, presionado más en el interior.
Y entonces, en medio del estado de éxtasis, sus alas empezaron a revolotear.
Normalmente, tenía total control de ellas. Pero cuando su mente se desconectaba de su cuerpo, sus alas tendían a tomar voluntad propia, moviéndose hacia adelante y atrás cuando estaba demasiado sumergido en una sensación o pensamiento que se desconectaba de todo lo demás. No era la gran cosa, nada más que un movimiento lento y apacible, si contaba con sus alas grandes, era apenas perceptible.
Pero en una ocasión Fuyumi le había dicho que podía ponerse cómodo, dándole la libertad de dejar caer sus plumas en una zona de tal forma que podía tener movimientos más ligeros en la mansión Todoroki, además que así evitaba golpear sus alas contra un mueble y dejar caer algo.
Su espalda liviana junto a la compañía de Fuyumi le había resultado lo suficientemente agradable para dejar de lado sus grandes alas que siempre buscaban llamar la atención y acaparar el espacio, y relajarse un momento, por lo que sus actuales alas eran apenas sobresalientes de sus omoplatos, permitiendo que el movimiento inconsciente se desarrollara con prisa.
La brisa hizo mover los cabellos de Fuyumi y fue hasta que ella empezó a reír debido a las cosquillas de sus propios cabellos agitándose por el aire que producían las pequeñas alas de Hawks, que el beso finalmente se rompió.
Y con ello, el rostro de Hawks adoptó un tono tan carmesí como su plumaje, con los labios apretados y los ojos muy abiertos de mortificación al percatarse del movimiento involuntario.
Su expresión perpleja hizo reír aún más a Fuyumi. Y eso solo sirvió para que su vergüenza fuese mayor, encogiéndose mucho de hombros.
—Lo- Lo sient-
—No, no, es lindo —interrumpió su propia risa para contestar, su sonrisa nunca le había parecido más brillante—. No te disculpes por eso.
—¿Y por el...?
Hawks siempre hablaba mucho, las palabras se deslizaban con facilidad de su boca, pero justo después de haber enredado su lengua con la de Fuyumi, las palabras se atoraron en su garganta.
La suave confianza de Fuyumi se tambaleó, ladeó la cabeza, despegando por primera vez la mirada de los ojos dorados, sintió como los dedos en su nuca se tensaran.
—Puedes olvidarlo si te hace sentir mejor —añadió en tono bajo, bajando la barbilla.
—No quiero —Su voz, antes atrapada en su garganta, salió de ella con soltura—. No quiero olvidarlo.
«No podría incluso si quisiera. Y ciertamente no quiero».
Las orejas de Fuyumi se sonrojaron tanto que sentía su calor sólo con verlas.
—En dado caso, debería ser yo quien me disculpe —Se tropezó en sus palabras, cerrando los ojos con fuerza—. Hawks-san, yo lo-
Ahora entendía Hawks eso de hablar demasiado. Cuando todavía la tenía entre sus brazos y demasiado cerca, lo menos que quería hacer era hablar.
Adoptando una nueva postura de seguridad, tomó impulso y posición, y se lanzó a besarla con un poco más de urgencia de la que el héroe anticipó, el movimiento brusco emitió un suave ruido que sacudió el mueble y los platos chasquearon al lado de ellos. Hawks deslizó ambas manos por su espalda, palpando su suave, confortable y apetecible piel por sobre la ropa, el gesto hizo que un delicioso gemido de Fuyumi se perdiera en sus labios, mientras ella se aferraba a su cuello para asegurar su cercanía y topaba sus pantorrillas a su cuerpo.
El calor escaló a niveles alarmantes en cuestión de segundos hasta que los pasos de alguien en el pasillo empezaron a escucharse.
—¿Nee-san? —llamó Shōto, deteniéndose al darse cuenta de la presencia del Héroe Número Dos—. ¿Todavía sigues aquí, Hawks?
Desde el otro lado de la isla, sacudiendo una mesa más que limpia, Hawks levantó el pulgar, actuando lo suficiente tranquilo por Fuyumi y él, con una sonrisa despreocupada previamente practicada a lo largo de los años, incluso preservando su utilidad ante el tono brusco característico del menor de los Todoroki, mientras Fuyumi simulaba ordenar los platos, arreglándose el cabello y evitando suspirar. Sus palmas temblando por la escarcha que lo cubría.
Shōto entrecerró los ojos, viéndolos a ambos simultáneamente, sintiendo que algo no estaba bien, más nada que se considerara realmente extraño paso en su revisión, así que terminó acercándose por algo de beber y desvanecerse al final del pasillo.
Cuando los pasos de su hermano se desvanecieron, Fuyumi casi se desplomó, apoyándose en el mueble con apenas un gramo de fuerza y lanzando un fuerte suspiro que fue tragado por la risa contenida de Hawks, acercándose a ella para ayudarla a enderezarse.
—¡Basta! —Fuyumi lo golpeó juguetonamente con el trapo para limpiar, el gesto solamente le hizo reír aún más.
Hawks mantenía una de sus manos en su boca, incluso si quería carcajearse de la expresión de vergüenza de Fuyumi, él tampoco quería a otro Todoroki en la sala, mucho menos ahora que entrelaza su mano libre en la cintura de Fuyumi y está no lo alejaba.
—Eso fue demasiado atrevido de tu parte, Todoroki-chan, quien diría que fueras tú la de iniciativa —apuntó, liberando su mano para hablar y dando un toque suave en la nariz femenina.
—Fuyumi.
—¿Hmm?
El color semejante a sus mechones volvió a las mejillas de Fuyumi, mirando hacia abajo.
—Puedes llamarme por mi nombre, si quieres.
Incluso con su petición tímida, su voz sonaba segura, no era algo que no hubiera pensando de antemano, como si ya hubiera querido permitirle el uso de su nombre, como si hubiera aceptado su cercanía y estuviera de acuerdo con ello. Fuyumi le abría una parte de su corazón, le permitía permanecer a su lado y la resolución hacía que su corazón palpitara con tantas emociones que se contradecían entre sí.
Antes de que lo asimilara, Fuyumi empezó a moverse con incomodidad, pasando detrás de su oreja, varias veces, el mismo mechón de cabello.
—... O no —El tono seguro empezó a desmoronarse—. No estás obligado a eso.
—Fuyumi —Acercó sus labios a su oreja, dejando besitos apenas perceptibles que la hicieron estremecer—. Fuyumi-chan —No pudo evitar agregar con una sonrisa.
Fuyumi resopló, pero dejó que los besos tibios siguieran moviéndose por su oreja, su cabeza y parte de su frente, la imagen se le hizo bastante parecida a un pajarito restregando su pico contra un compañero en un intento cariñoso por acicalarse mutuamente, y no pudo evitar reírse un poco.
La risa contenida hacía que su cuerpo temblara contra el de Hawks, y Fuyumi no podía saber cómo ese sonido lo hacía sentir, su pecho cálido, burbujeante de sensaciones como fuegos artificiales, sus manos ansiosas por presionarla contra sí y jamás soltarla, evitando que se le escape; y como su mente, ese lado racional que siempre le había impedido formar un vínculo duradero por temor a todas las consecuencias que podría traerle, le susurra débilmente que debía dejar de hablar y empezar a sentir y deleitarse en la oportunidad de oro que yacía en manos.
—Entonces... tú también podrías llamarme...
En su interior, el nombre que había estado enterrado tras una pila de eventos desagradables sin superar, quiso salir violentamente en sus labios, equilibrar la confianza que ella le había brindado al permitirle llamarla por su nombre, emergiendo un deseo por querer corresponderle. Pero su nombre no había salido de sus labios ni en los de nadie más desde hace años, tanto que tuvo miedo del efecto que podría provocar en él escucharlo de nuevo.
No sabía si estaba listo para desprenderse de la máscara de Hawks y volver a conocer a Keigo. No sabía si a Fuyumi siquiera le iba a gustar Keigo.
Temía que si lo escuchaba, huiría de ella tan rápido como pudiera al revivir un cortometraje de recuerdos en los cuales tener que reflexionar, y lo menos que quería era juntar sus alas y alejarse de Fuyumi.
Se remojó los labios, armándose un poco más de valor al recordar el sabor de Fuyumi junto al suyo, pero antes de que pudiera articular algo más, Fuyumi se agitó levemente y busco sus ojos.
—Está bien —Su tono comprensivo de maestra salió a flote, sonriendo tenuemente—. No tienes que decirlo ahora.
Pero quería decirlo, lo deseaba, pero era demasiado cobarde como para articularlo, la última mujer que había dicho su nombre todavía hacía que su cuerpo se estremeciera de pavor debido a su tono frío.
La voz de Fuyumi era cálida, incluso cuando su particularidad era de hielo, sonaba como si fuera un tono que le encantaría que alguien pronunciara el nombre que abandonó en el pasado, junto a todo lo que conllevaba eso.
—No puedo decirlo ahora —Se bajó a juntar su frente con la de ella.
—Está bien —repitió Fuyumi, con un tono tan suave semejante a un susurro—. No tienes por qué ir deprisa siempre.
—Lo dice la mujer que fue la primera en dar el paso adelante.
Fuyumi arrugó la nariz, pero la sonrisa no abandonó su rostro.
—Siempre estabas tan seguro de que tu encanto me haría caer, pero realmente nunca hacías nada, estaba comenzando a pensar que eras un charlatán.
—Bueno, eso duele.
—Aún así, temía ver más allá de mi nariz —Hawks estaba convencido que si no supiera de antemano que su particularidad fuera la creación de hielo, entonces pensaría que fuera algún tipo de variación lumínico que hacía que sus ojos brillaran con intensidad—. Tenía que saber... y tenía el presentimiento que no me dirías nada.
—¿Y un beso fue tu prueba? Atrevida —Hawks hizo un esfuerzo por hablar ante el calor que atacaba todo su rostro.
—Sonará cursi, pero si —Fuyumi cerró los ojos, su mente transportándose a un lugar muy dentro de su corazón, un mundo de llamas congeladas—. Conozco la frialdad de lo mezquino, así que quería confiar en que sabría cómo se sentiría la calidez de algo sincero —Envolvió los brazos en la cintura de Hawks.
Había sido sólo un beso, un tacto que había dado en el pasado cientos de veces, pero que nunca había sentido más allá de los deseos primitivos querer ser solventados. Pero besar a Fuyumi había sido diferente, como un fuego instalándose en su corazón y no un agujero negro, ambos eran imposible de ser llenados, pero en el segundo se perdía en la inmensidad de su soledad, mientras que el primero se avivaba con cada gesto.
Era solo la primera vez, pero el fuego quemaba y dolía en su pecho, ansioso por un segundo y por muchos más.
Hawks sintió que tenía que hacer muchas cosas para proteger ese fuego, y prometió, mientras besaba la frente de Fuyumi, que no podía dejar que se extinguiera por nada en el mundo.
—Entonces diré algo más cursi —comentó distraídamente, con su barbilla sobre la cabeza de Fuyumi y la nariz de ella en su pecho—. Solo conocía el frío hasta que sentí tus labios.
...y el cariño, quiso decir, pero eso ardía tanto como pronunciar su nombre en ese momento.
Fuyumi contuvo el aire, pudo sentir su aliento atorarse en el cuello de su uniforme.
—Me pregunto cómo me harías sentir si beso algo más que tus labios —No pudo evitar bromear ante la tensión instalada en ellos.
La chica ahogó un chillido y pellizcó su espalda por sobre su ropa.
—¡Otra vez estás yendo muy rápido! —gritó hundiendo la cara en su uniforme de héroe.
—¡Está bien! ¡De acuerdo! Cielos... Y pensar que cuando soy yo quien toma la iniciativa, en lugar de un beso, obtengo un regaño.
—Vas a tener que trabajar más duro para eso.
—Puedo poner alas a la obra.
—Hawks.
—Puedo ir un poco lento, por ti.
—Eso... me gustaría.
—De acuerdo... a mí también.
Si fue capaz de trabajar por años por algo que ahora lo estaba esclavizando, se preguntó si sería capaz de trabajar para construir lo que sea que brotara cultivando este cariño con Fuyumi. Pero no veía en el futuro como eso podría volverse una nueva cadena en su cuello que lo volvería miserable.
Cuando Fuyumi dejó de frotar su rostro con su cuello y levantó su mirada, sintió que su pecho se hundía.
Tal vez no sería una cadena, pero sin duda sería algo que no podría soltar, y que debía proteger a costa de todo. Era algo que prometía sacrificarse, pero que no le permitía abandonar su vida, porque todo lo que quería sería volver a esos brazos con la fuerza para unir sus piezas rotas y con la facilidad de romperse sino la cuidaba como se lo merecía.
Era egoísta de su parte quererla cuando temía no dar todo de sí para ella, pero pocas cosas había querido como la quiere a ella. Así que trabajaría duro para mostrarse digno de ese privilegio con tal de obtener nuevamente la satisfacción de decir que la tenía en sus garras, y ella lo tenía en sus brazos. Y ninguno de los dos querían que el otro aflojara el agarre.
[***]
Bueno, la respuesta corta, hoy es mi cumpleaños y para celebrar el día quería compartir un escrito Huwumi. La idea era terminar le Huwumi Week antes de este día, pero me atrase. He. Pero este día ya lo tenía escrito así que simplemente lo edité.
Lo edité en el celular así que es muy probable que se me haya pasado más de un desliz del dedo, perdón por eso.
¡Todavía voy a terminar de escribir la Huwumi Week! Solamente con un intervalo un poco más largo.
¡Espero que les haya gustado el escrito! ¡Dejen sus reacciones y comentarios bonitos para hacerme saber que les pareció! Me hacía mucha ilusión compartir algo de nuestro shipp bonito en mi cumpleaños, era una manera en que todos disfrutáramos de este día 💕✨.
En fin, ¡nos leemos pronto! ¡Gracias por leer! 💕✨
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