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¿Piensas que voy a comerte? (Día 3) (1/3)

Temática: Sparkling / Magic.

Sinopsis: Hubo un retumbar en sus oídos cuando abrió la puerta,  sosteniendo todavía una de las vigas de maderas rotas que ciertamente,  su débil hermano pequeño no podía romper al entrar.

El relámpago iluminó el contorno  de una gallina que convulsionaba en las fauces de una criatura, que  debido a la oscuridad, apenas reparó en su aspecto más allá de los  resplandecientes y enormes ojos dorados inhumanos y desorbitados, que se  habían enfocado en ella con un brillo de advertencia.

Este es el resultado de una plática creativa que tuve con Evisma15  ¡Preciosa 💕✨! ¡Te lo dedico! ¡Muchas gracias por leer todas mis ocurrencias de estos dos!

[***]

—¿En serio tienen que irse? ¿No puede esperar un día más?

Enji aspiró profundo antes de dejar de ayudar a su hijo con la carga de su espalda y girarse a ver a su hija mayor. Fuyumi jugaba con el borde de su camisa, incapaz de mantener sus manos quietas, con la mirada fija en ellos, todavía velando por la seguridad de ambos hombres. Como si hacerles la lonchera para el camino y ayudarlos con la ropa de viaje no fuera suficiente.

—Fuyumi, ya hablamos de esto —suspiró, cuando Fuyumi se alistó para replicar de nuevo, la silenció con un gesto de la mano—. Ayudamos al pueblo a traer alimento, lo hacemos desde que llegamos aquí. Y es una buena temporada de patos y conejos.

—Pero tenemos suficiente alimento, y no me siento cómoda con que se vayan con todos aquellos avistamientos peligrosos... además la lluvia...

Distraídamente, Fuyumi se giró hacia el patio de la casa, mordiendo el labio inferior en signo de ansiedad.

A los ojos de Enji, el día se veía igual que todos los días anteriores, rebosante de un alegre y molesto sol brillante. El hecho que no hubiera ni una nube a la vista le indicaba que estaría soleado el resto del día, pero también había aprendido que sus hijos eran más sensibles con los cambios climáticos al igual que su esposa. Fuyumi en especial tenía cierta inclinación a climas más fríos y mordaces mientras que Natsuo a climas más húmedos o llenos de vientos impetuosos, alguna especie de sensibilidad a la temperatura, presión de la atmósfera y humedad que Enji no podía percibir, pero que debido a su ascendencia ligeramente mágica, ellos sí. A falta de cualquier tipo de entrenamiento en sus dones, sus hijos solamente tenían la "impresión" de que un cambio brusco acechaba el ambiente, sin saber ellos mismos como interpretarlo, pero que raras veces se equivocaba.

Un asunto peligroso, por decir lo de menos. Fuyumi siempre había demostrado esa curiosidad innata al conocimiento característica de los magos, y aunque cuando era niña había sido entrañable, haciendo que Rei mimara de más su entusiasmo infantil y lo alimentara, actualmente era un asunto de vida y muerte. Imagino a su hija mayor encadenada de brazos y pies, obligada a trabajar para el país, tal como Rei la última vez que la vio viva, tal como Touya antes que se lo llevaran a la capital en contra de su voluntad.

Negó con la cabeza. Y se acercó a su hija con una expresión un poco más suave, ocultando su verdadera preocupación.

—Preocúpate por la casa y tu hermano menor. Natsuo y yo por el pueblo y la familia.

—Pero...

—¡Está bien, Nee-chan! —Se incorporó Natsuo con una gran sonrisa—. ¡Estaremos bien! Se necesita más que unos rumores exagerados, una lluvia y un poco de derrumbes para acabar con dos tercos Todoroki.

—Sinceramente, eso me deja menos tranquila.

—Vamos —Natsuo le golpeó ligeramente el brazo de manera juguetona y confianzuda—. Cuando el viejo se distraiga puedo traerte un poco de esas hierbas que me comentaste anoche —Le susurró con la intención que su padre no escuchara.

Por el ceño fruncido del adulto, ese no había sido el caso.

—Ambos deberían sacar sus cabezas de esos libros. No es seguro.

—¡Pero son increíbles! —agregó Fuyumi—. Mamá se esforzó por hacer todo un registro de plantas del país para ayudar a la gente, ¡podemos salvar a muchas personas con eso!

—No me importa lo que pasen con estás personas, en cuanto sepan porque nos mudamos volverán a señalarnos —atajó Enji, cruzándose de brazos—. La única razón por la que los ayudamos es porque levantamos menos sospechas que las que ya tenemos, así que deja esos libros que nos pueden delatar y deja de arrastrar la cabeza dura de tu hermano a eso.

Se dio la vuelta y salió de la casa, la silenciosa orden de que Natsuo debía seguirlo plasmada en el ambiente.

—Sabes que él tiene razón —añadió suavemente, Fuyumi hizo un puchero—. Los libros de mamá son geniales, se nota que viajo mucho y se esforzó por hacerlos. Todo con tal de ayudar a los demás.

—Sería una pena simplemente guardarlos y no volver a verlos, es como si la enterráramos por completo...

Natsuo asintió, dándole la razón. El joven apenas tenía recuerdos de su madre más allá de su suave sonrisa, su encantador cabello blanco y su vasto conocimiento sobre múltiples cosas. Rei Todoroki había sido una habilidosa hechicera de un distinguido linaje al servicio de los demás y había luchado valientemente en la anterior guerra por independencia de las ciudades, y gracias a que su bando había salido victorioso, poco a poco, los pueblos se habían separado de la tiranía del imperio, encontrando la armonía en las Repúblicas y pueblos independientes.

En aquellos tiempos oscuros, ella había conocido al mercenario Enji Todoroki. Y tiempo después de la guerra, nacieron Touya y Fuyumi, por lo que la pareja se retiró a vivir pacíficamente en un pueblo que habían liberado en el principio de sus viajes juntos, puesto que ninguno de los dos tenía patria a la cual volver.

La paz no había durado mucho tiempo cuando habían empezado a surgir varios grupos que todavía se aferraban a la gloria del imperio en decadencia, volvieron a requerir del servicio de los magos, siendo declarados como propiedades del estado y no como ciudadanos. Los pueblos que entregaban un mago se verían grandemente beneficiados.

La avaricia pudo más que la amabilidad que Rei le había dado al pueblo, y la vendieron. Por más que Enji luchó por recuperarla, lo único que pudo tener en sus brazos fueron sus últimos suspiros de vida. Habían terminado abandonando el pueblo para evitar que más miembros de su familia se vieran acusados por la ascendencia mágica de Rei.

Por supuesto, hasta Touya, quien manifestó un tipo de magia calorífica incontrolable después de enfurecerse cuando escuchó a unos tipos hablar de los magos como objetos valiosos. Su momentáneo instante de satisfacción por hacer pagar a aquellos que se burlaban de la gente de su madre duró solo un par de segundos hasta que los soldados del imperio se lo llevaron a él también.

Todavía mantenían correspondencia con él, pero ya no le veían, así que el peso de proteger a sus hermanos cayó en Fuyumi, la segunda hija mayor, quien era incapaz de olvidar a su madre y hermano mayor por más que su padre se lo pedía.

Su madre se había esforzado por encontrar métodos para ayudar a los demás con su don. Y Touya había defendido su legado sacrificando su propia libertad. ¿Y ella no podía, tan siquiera, utilizar los conocimientos de Rei para hacer algo más por su familia que quedarse de brazos cruzados a esperar mientras su padre y hermano salían a simpatizar con la gente para que no sospecharan de dónde venían y que podían venderlos en cualquier segundo? ¿Era así como pasarían el resto de sus vidas? ¿Negando el don y la memoria de sus seres amados solo para sobrevivir?

—Lo sé, me gustaría volverme un curandero para aplicar los conocimientos de herbolaria de mamá, pero ya ves...

—Lo entiendo —Fuyumi palmeó el hombro de su hermano—. Perdona por retrasarte.

La vida de Natsuo también había sufrido cambios con la partida de su hermano mayor. Siendo que Touya siempre era él que salía con su padre y le ayudaba con la cacería y la recolección de leña para el pueblo, al irse tan abruptamente el deber pasó a los hombros infantiles de Natsuo. Pese a su juventud, no era menos fuerte y alto que su hermano mayor, y entendiendo que esto ayudaría a su familia, decidió abandonar su niñez y dedicarse a aprender lo más rápido posible todo lo útil para acompañar a su padre.

Ya no más juegos infantiles con Shōto, ni largas jornadas ayudando a su hermana en la cocina, y también, abandonar su sueño como curandero puesto que ya no le quedaba tanto tiempo para estudiar y más que conocimiento, el pueblo requería de su fuerza. Natsuo no pudo simplemente quedarse de brazos cruzados viendo como su padre salía casi todos los días para solventar la falta de Touya, al igual que contrabandear sus cartas mientras se mantenía informado del estado del imperio y los pueblos aledaños. Enji Todoroki ya estaba convirtiéndose en una figura de autoridad para este nuevo pueblo, y Natsuo no podía dejarle el peso de cuidar a su familia a él solo, aunque tuviera que dejar a su hermana sola unos momentos, había comprendido pronto que tenía que aprender cuanto pudiera de ese hombre fuerte y terco que tenía como padre, incluso si todavía tenían sus diferencias sobre cómo hacer las cosas.

Y Fuyumi no podía más que lamentarse por ver a su hermano cambiar sus flores e hierbas, por martillos y armas para estar a la altura de su padre, como su cuerpo se transformaba a una velocidad alarmante de un niño a un hombre. Ella tenía que hacer su parte, mantener el negocio familiar a flote mientras su padre no estaba y asegurar el bienestar de Shōto debía ser su prioridad.

Pero todavía se preocupaba, no habían sido pocos los avistamientos de personas de aspecto grotesco, como monstruos, susurrando con malicia como, finalmente, las criaturas que el imperio había sellado en su plenitud se estaban liberando, clamando por su restauración, y la gente estaba empezando a temer mucho, debido a eso, cualquiera quería ganarse el favor del decadente imperio y los magos estaban siendo llevado lejos de sus familias y hogares, siendo traicionados por los estados independientes que liberaron.

Había una sombra acechando el espectro del imperio, y el augurio de tormentas cada vez más terribles tampoco consolaba su corazón, imágenes crueles reproduciendo en su mente como una obra de teatro tétrica.

—Solo... —sostuvo la enorme mano de su hermano con las dos suyas, apenas podía abarcarlas, las cicatrices de cortes y cayos alejándose cada vez más de la mano infantil que había sostenido desde que nació— manténgase a salvo, ¿si? Ya sabes, papá nunca escucha, y sé que todavía no estás cómodo con él por lo de mamá y Touya... pero...

—Ya sé, Nee-chan —cortó, su ceño se frunció—. Cuidaré su espalda, si eso te mantiene tranquila.

—Tú también... —apretó su mano, Natsuo resopló.

—También me cuidaré, yo si me aseguraré de mantenerlos a salvo. El viejo ya perdió a dos, no pienso perder a ningún miembro más de mi familia.

—Natsuo —Enji gruñó desde afuera, todavía esperándolo para irse.

Natsuo puso los ojos en blanco, envolvió superficialmente a su hermana en un abrazo de oso, y luego corrió a traer sus cosas para el viaje. Fuyumi solo pudo quedarse en la entrada, despidiéndose con una mano hasta que sus figuras se desvanecieron.

...

Los días posteriores transcurrieron con relativa tranquilidad. Fuyumi iba a buscar los huevos al galpón familiar durante la mañana, alistaba los pollos faenados anteriormente por su padre y continuó vendiendo los productos, cada tanto se alejaba a ver a su hermano pequeño, pendiente como una madre primeriza, preocupada que el pequeño abriera los ojos y no la viera, y que él pudiera pensar que ella lo había olvidado.

Su lindo Shōto había contraído una extraña fiebre que lo dejaba postrado en la cama todo el día, desde hace ya un par de días atrás. Según el curandero Hakamada, no era una fiebre mortal, con descanso de unos días y un par de brebajes que le había dejado, el pequeño estaría como nuevo en breve.

Pero Fuyumi no estaba tranquila. Ya había visto esa fiebre antes. La imagen de su hermano mayor superpuesto a Shōto y el pánico la embargaba. Su madre había cuidado a Touya con brebajes especiales y había sonreído con tanta dulzura y orgullo como cuando ella empezó a interesarse en sus libros complicados de conjuros. Una especie de manifestación que solamente la madre podía entender estaba gestándose en Touya.

No era una fiebre normal. La imagen de su hermanito más joven creando nieve de las palmas de sus manos intercambiándose con el fuego azul de los brazos de Touya antes de perderlo para siempre volvía a su mente cuando se quedaba sin nada que hacer para distraerla.

—¿Fuyumi-chan?

Fuyumi pestañeó un par de veces, los huevos de gallina todavía en una mano y la caja donde debía guardarlos en otra, y Tsunagu Hakamada viéndole con cierta preocupación. Se esforzó por darle una suave sonrisa tranquilizadora y terminó su pedido, cobrando como si nada.

—¿Cómo estás? —cuestionó Hakamada mientras recibía su cambio, mirando la pequeña tienda con detalle—. Tu padre me pidió que pasara a verte en algún descanso, pero parece que todo está avanzando con normalidad. Se ve tan bien hecho como una costura bien arremangada.

—Estoy bien —asintió—. Es un poco cansado hacerlo todo yo sola, pero las aves de corral se sienten menos intimidadas conmigo que con Natsuo o papá, así que me dejan sacar sus huevos sin alterarse.

—¿Y cómo sigue Shōto-kun? —Como si pudiera encontrar al pequeño escurridizo, empezó a ladear la cabeza para mirar por debajo de la mesa de productos.

Shōto era conocido por ser tímido, siempre aferrado a la falda de su hermana o debajo de las mesas abrazando un peluche de trapo mientras espera pacientemente a que Fuyumi le preste atención.

—Siempre está pegado a ti como un patito bebé.

—Él... —Fuyumi aguantó un suspiro, sus ojos poniéndose vidriosos por un momento— todavía no mejora, apenas pasa despierto un par de horas y luego vuelve a dormir, tengo que alimentarlo a cucharadas porque no le da apetito.

Tsunagu juntó las cejas, preocupado.

—Puedo a pasar a verlo de nuevo, si me permites.

Fuyumi asintió, guiándolo hasta las habitaciones del fondo. La habitación donde dormía con Shōto estaba ventilada, el pequeño punk estaba dormido profundamente en la cama que compartía con Fuyumi. Tsunagu ingresó con cautela, revisando sus puntos vitales en cuanto se arrodilló cerca de la cama, Shōto se retorció con su toque sin despertarse.

Cuando terminó de revisarlo, se detuvo en la mesa al lado de la cama y Fuyumi hizo una mueca, los grimorios, diarios de campo y enciclopedias de su madre esparcidos junto con un cuaderno más nuevo donde yacían sus propias anotaciones. Era claro que había estado buscando algo en ellos, además que había frascos con hierbas y contenidos acuosos que indicaba que había probado algunos experimentos. Fuyumi se mordió la mejilla interna cuando la mirada entre severa y ansiosa de Hakamada se posó sobre ella.

—Tu padre también comentó sobre esto —Fuyumi se apoyó en un pie, luego en el otro. Tsunagu suspiró—. Sé que estás preocupada, pero será peor para tu familia si alguien decide observar un poco más y bueno —se acercó con cuidado, poniendo una mano reconfortante en el hombro de la chica—, no les harás ningún bien perdiéndote a ti también.

—Pero Shōto...

—Shōto te necesita más que nunca, estará bien, por favor, no te arriesgues más.

...

Ese día, Fuyumi tuvo que cerrar la tienda pronto cuando la lluvia cayó con crudeza. Corrió a los galpones de las gallinas y les cerró las puertas y ventanas con vigas de madera, guardando a aquellas que salieron al patio y asegurando su bienestar. Regresó empapada, temblando de los nervios y el frío, aun así guardó todas las cosas que podrían llenarse de agua afuera, hasta que finalmente pudo ir a cambiarse. Afuera, los truenos retumbaban con vigor, como si la tierra aullara de furia. El cielo pronto se oscureció con la negrura de la tormenta.

Mientras se cambiaba por una ropa más cálida, revisó una vez más a su hermano. La temperatura de Shōto había disminuido un poco, pero todavía se negaba a despertar. Le había dado de comer solo un poco antes de que la tormenta azotara. Ahora con los relámpagos cayendo en los árboles a la lejanía y los truenos estallando como bombas, le daba un poco de envidia y alivio verlo tan tranquilo durmiendo.

Se dejó la toalla en los hombros y camino al escritorio donde las cosas de su madre todavía estaban ahí. Nada de lo que había hecho había ayudado a su hermano y tuvo que quedarse con los brebajes del curandero Hakamada.

Recordaba vivamente el color del brebaje que le había dado su madre a Touya cuando una fiebre similar lo azotó. Ligeramente amarillento, con un par de flores macho de color dorado inmersos en el fondo, con hojas largas y estrechas, con una forma ligeramente oblongada, y un olor demasiado similar a las rosas silvestres. Rei se lo administró unas cuantas veces y en poco tiempo, su hermano se sintió mejor. Pero por más que busco en los apuntes, no pudo reproducirlo y solamente había preocupado más al amigo de la familia.

Se desinfló, Fuyumi era la que menos sospecha levantaba en la aldea, lo cual agradecía, todavía recordaba el pavor cuando empezaron a señalarla después de que se llevaron a su hermano, solo por el simple hecho de ser su hermana más próxima.

El acoso y la ansiedad habían sido su diario vivir, por mucho tiempo no había podido salir sola de casa sin que alguien intentara lanzarle fuego, solamente para confirmar que no tenía la misma habilidad que Touya. Presionando a que mostrara su verdadera naturaleza. La mudanza y el viaje pesado liderado por Enji no tardó en llegar. Pero el daño ya estaba hecho.

Las personas se volvían aterradoras cuando tenían la oportunidad de sacar un beneficio de algo sin importarle que tenía que aplastar.

Su madre había creído en su naturaleza bondadosa, y se la habían llevado. Temía algún día perder el grano de fe en la humanidad que Rei había sembrado en su corazón.

Empezó a guardar los libros, no quería esconder los recuerdos de Rei Todoroki, pero no podía arriesgarse a ser de nuevo un punto que exponía a su familia, la necesitaban ahí.

Se giró a ver a su hermanito durmiendo. Shōto la necesitaba. Perdiendo a su madre con apenas unos meses de edad, su crianza había estado especialmente a cargo de Fuyumi. Si algo le pasaba a Fuyumi, Shōto estaría desconsolado.

La imagen del pequeño volviéndose pálido como papel después de estornudar una ráfaga tan fría como una tormenta, regresó a su mente. Lo único que hacía falta era que otro miembro de su familia también manifestará la ascendencia mágica de su madre.

Vió como la figura de su regordete hermano pequeño era llevado por crueles soldados lejos de su lado, y sentía que le arrancaban el corazón y lo lanzaban al fuego, donde se chamuscaba con lentitud, ardiendo insufriblemente en cada llaga mientras todavía palpitaba. Su mano se detuvo en el diario de campo de su madre, incapaz de guardarlo.

Era peligroso, pero algo ahí tenía que hablar de la magia y como podía instruir a Shōto para controlar su poder y que nunca lo usará frente a nadie más que no sea su familia. Cualquier cosa.

Fue a buscar algo que comer mientras se sentaba a leer el diario de campo. Dibujos de flores y sus nombres, junto a anotaciones de sus características resaltaban en la mayoría del contenido, pero no era lo único que tenía. En varias páginas había dibujos de criaturas y sus comportamientos naturales. Los hijos del aire . Los magos percibían a la otras criaturas mágicas como aliados, seres de la naturaleza que también percibían la magia, pero que para ellos, en lugar de ser algo propio de personas especiales para la magia, era tan natural como respirar.

Las propias criaturas que responden a la magia reconocían a los magos como un igual, y los magos mantenían el equilibrio cósmico preservando una buena relación con ellas, enfureciéndose cuando los humanos los capturaban y encerraban en una jaula, exponiéndolos como un objeto sin sentimientos ni emociones, como algo coleccionable y único.

El recuerdo de la primera vez que vio a su madre molesta se deslizó antes de que pudiera impedirlo. Ocurrió justo después de contemplar un circo aterrador con muchas criaturas atrapadas en jaulas. Rei había corrido a liberarlos en un ataque de cólera, su pequeña versión corriendo detrás de la mayor, sintiéndose igual de indignada que su progenitora.

No había hecho mucho, había liberado a un par de criaturas pequeñas que corrieron al abrir la puerta abierta sin darle una segunda mirada. Nada excepcional si no contaban el gran gozo de una niña al sentirse útil, de no ser por la imagen especialmente grabada en su memoria cuando abrió la jaula de un pequeño arpía que trataba de asimilar cómo se había dañado una de sus alas y había terminado en ese lugar horrible. El niño de ojos dorados la había visto desde la oscuridad de su jaula, grandes cortes en todo su cuerpo en señal de latigazos. Veía su prisión abierta y luego la veía a ella, como si preguntaba si en verdad podía irse. Fuyumi recordaba haberle sonreído y gritar con entusiasmo que era libre y nunca más volvería a sufrir algo así, como una niña, eso había sonado correcto, ahora de mayor, temía que no hubiera sido suficiente y que el niño nunca hubiera abandonado aquel lugar horrible.

Luego, había escuchado la voz estruendosa de su padre en amparo de su madre, y Touya, hábil como un destello, la arrastró a un lugar seguro sin oportunidad de replicar. Dejando atrás la puerta abierta e incapaz de luchar contra la fuerza de su hermano, Fuyumi solo había podido gritar que volara de nuevo y se fuera muy lejos, sin poder confirmar si entendía lo que decía o no.

Pese al shock de las heridas del pequeño arpía, las imágenes habían estado borrosas, siendo que en aquel entonces todavía eran nómadas con su familia y veían los mismos escenarios en casi todos los pueblos que llegaban antes de alcanzar su destino, el recuerdo se había quedado en alguna parte de su memoria donde no había pensando en ello durante mucho tiempo, pero ahora que lo ponía en la mesa, todo se volvía cada vez más vivido.

Intentó abandonar esas memorias, no había nada ahí que pudiera ayudar a Shōto. Y así fue como pasó el resto de la noche inundándose de toda clase de los hijos del aire con tal de encontrar algo que pudiera ayudar a su hermano.

...

Sentía un espantoso frío en las extremidades, su propio aliento consumiéndose por lo helado. Estaba ahogándose por lo gélido de su propio cuerpo.

Las flores a su alrededor empezaron a marchitarse hasta dejarla rodeada de plantas inertes debido a la frialdad.

Más allá del prado, un mar de oscuridad, figuras amorfas de ojos blancos que se acercaban a un paso lento, pero no por ello menos alarmante. Distinguió la forma de su hermano mayor fundiéndose en la oscuridad, siendo consumido por sus propias flamas azules que engullían las sombras. Vio a su hermano pequeño congelándose como un témpano mientras luchaba por liberarse de las cadenas.

Fuyumi quería correr a su lado, se veía tan delgado y debilitado, nada como el niño mimado y regordete que ella había cuidado con tanto esmero. Su cuerpo no reaccionaba a su deseo, sintiendo como la frialdad en sus extremidades poco a poco, provocaba que estas dejaran de responder.

Escuchó la acalorada discusión de Natsuo con su padre, su primer hermano pequeño estaba llorando, pero su expresión rota se fundía con una expresión de furia mientras le gritaba al mayor. Su padre escuchaba todo tratando de calmarlo, sosteniendo la zona donde debería estar su brazo izquierdo, dejando caer grandes gotas de sangre que manchaban la nieve.

Estiró su brazo con la intención de interponerse entre Natsuo y su padre, sintiendo como el menor estaba a punto de lanzarse encima de su progenitor. Sin embargo, aunque pudo mover su brazo, no logró sentir el movimiento, solo supo que había hecho una acción porque lo vio.

Su brazo estirado tratando de alcanzar a sus familiares ahora era un largo pedazo de hielo con la forma de su extremidad. Grietas formándose de tal manera que parecía que iba a quebrarse. Ver su mano congelada la hizo súper consciente del frío que acechaba su cuerpo, empezando a gritar, sin emitir ruido alguno, cuando sintió un frío infernal emergiendo desde adentro, congelando su cuerpo entero.

Lo siguiente que supo fue un ruido ensordecedor que le hizo levantar la cabeza de golpe del escritorio, los anteojos pandos y una hoja entintada pegada a la mejilla.

Parpadeó varias veces, asimilando su entorno, el agua arreciando contra la ventana de su habitación con una furia casi divina.

Revisó sus manos, estaba pálida, pero todavía seguía siendo carne humana y hueso, y no de hielo. Se desplomó en la silla con alivio y arrancó la hoja de su mejilla. Leer tantas cosas de criaturas mágicas y su estilo de vida carnívoro junto a su ansiedad inicial antes de quedarse dormida en medio de su sesión de estudio, habían reproducido una visión horrorosa.

Dejó la hoja en su cuaderno, y finalmente cerró tanto la enciclopedia como su cuaderno, era momento de dormir de verdad.

El corazón se le detuvo cuando se giró a ver su cama y encontró las sábanas regadas con cierto manto blanco de nieve, pero sin rastro de su hermano pequeño.

El cielo se iluminó con un relámpago lejano al momento que salía disparada llamando a Shōto. El agua afuera entorpeciendo su voz.

Miraba en todos los rincones de la casa sin dejar de llamar a su hermanito, pero no había rastro de él.

Sintió que las lágrimas empezaban a quemarle los ojos. ¿Qué clase de hermana mayor pierde a un niño pequeño en su propia casa? Se deslizó al chocar contra algo frío y cayó al suelo. Un nuevo rayo le trajo la iluminación del suelo. Escarcha irregular expandida en el piso.

Percibió un picor en la planta desnuda del pie y se arrastró hasta una mesa, buscando una mecha para encender el candil. No podía seguir dependiendo de la poca luz que entraba a la casa o los esporádicos relámpagos.

Le dio la impresión de escuchar un grito a la lejanía, un ruido seco de algo golpeándose y luego el silencio solo acompañado de la lluvia. Una sensación de incertidumbre y temor se asentó en su corazón, y sus oídos zumbaban por la desesperación, tenía que encontrar a Shōto rápido.

Con la luz del fuego, empezó a buscar sus zapatos mientras seguía gritando por su hermano pequeño, siguiendo la vista de la escarcha irregular del suelo como si un caracol de hielo hubiera dejado su baba. Notó el patrón y la dirección en la que apuntaba ir, por lo que tomó el candil y se decidió a seguirlo cuando un relámpago demasiado cerca de su hogar le hizo gritar, metiéndose debajo de la mesa.

Siguió el camino de la baba de hielo y casi ahogó un grito cuando vio la puerta que llevaba al patio plenamente abierta, chocando por el viento que entraba con furia. ¿Shōto había salido en medio de esta tormenta? ¿Qué acaso quería darle un ataque al corazón? ¡Todavía seguía enfermo hasta hace poco! ¿Cómo se movió tan deprisa y con tanto riesgo?

Dejó el candil a un lado y fue por una bolsa de tela que le serviría como un protector de lluvia para ella y una toalla limpia para Shōto, y salió sin dudarlo, aferrándose a sus cosas debido al viento agresivo y el torrente de agua. Se empapó de inmediato, pero mantuvo la vista fija en todos los lados, la lluvia empañaba sus anteojos, así que apenas podía verlo todo, estaba confiada en que podría distinguir el color característico del cabello de su hermano menor que siempre resaltaba en cualquier parte.

Desde uno de los galpones de las gallinas escuchó un ajetreo, las aves cloqueando como si estuvieran temiendo por algo. Tenía un regaño y un alivio en la garganta mientras corría hacia ese lugar. Shōto siempre se había soltado un poco más con los animales, aliviado de no tener que platicar como con las personas, al igual que habían tenido que ocultarlo para cuando tocaba hacer el sacrificio. Nunca hubiera pensado que lo primero que iba a hacer al levantarse sería confirmar el estado de las gallinas y los demás animales en medio de la tormenta. Tal vez, si lo había mimado demasiado, tenía que regañarlo apropiadamente.

—¡Shōto, ¿Qué estás-?!

Hubo un retumbar en sus oídos cuando abrió la puerta, sosteniendo todavía una de las vigas de maderas rotas que ciertamente, su débil hermano pequeño no podía romper al entrar. El sonido de la lluvia se volvió solo un ruido sordo al igual que las gallinas saliendo despavoridas lejos del galpón al ver a Fuyumi en la puerta, huyendo.

Había un latigazo oscuro en el suelo, las vacas que estaban frente a las gallinas, mugían incómodas por la intromisión y el caballo de Touya golpeaba la puerta donde estaba el cuerpo con espasmos de una gallina herida, deslizando sangre por la madera.

Muchas plumas pequeñas, blancas y café esparcidas por todo el pasillo guiando hacia una figura que se encontraba al fondo. El relámpago iluminó el contorno de una gallina que convulsionaba en las fauces de una criatura, que debido a la oscuridad, apenas reparó en su aspecto más allá de los resplandecientes y enormes ojos dorados inhumanos y desorbitados, que se habían enfocado en ella con un brillo de advertencia. El miedo la paralizó en la puerta.

La luz apenas había entrado mínimamente para distinguir la forma de su cara, la sangre cubriendo su cuerpo y la forma de gigantescas plumas que no pertenecían a las gallinas que ella cuidaba, creciendo en la espalda de la criatura.

—¡Onee-san! ¡Onee-san!

La débil voz de Shōto hizo que moviera la cabeza a su dirección, todavía plantada en su lugar. Su tierno hermanito estaba al lado de la criatura con lo que ella creía era una mancha de sangre salpicada en su mejilla, agitando sus manitas para llamar su atención, demasiado cerca de lo que parecía un ser violento que podía arrancarle su cabecita de un bocado, para su horror.

La voz la hizo despertar de su estupor y las campanas de conservación hacia su hermanito le permitieron moverse, con el pedazo de la viga hecho pedazos, Fuyumi lo tomó con fuerza y gritó.

—¡Shōto, aléjate de ahí!



[***]

¿Qué veo? ¿En serio volviste aquí después de tanto tiempo? ¡Muchísimas gracias por regresar! 💖

Como estos escritos tienen un poco más de estructura, y algunos están comenzados, todavía tengo la esperanza de completar esto aunque ya me tarde más de lo que pensé. Además las cosas en el manga están medios feas (para todos, pero últimamente sufro mucho por nuestros chicos :"v), así que necesito una dosis de mi ship confort para sobrellevar tanta desgracia.

No olvides que a mí me encanta leer tus comentarios y conocer tu interés, así éntrale a la bandeja y presiona la estrellita sin vergüenza (y si quieres compartir, ¡pues a darle!), ¡tú interés me anima mucho! 💖

Este escrito forma parte de todo un AU que estuvimos hablando con Evis, y yo la verdad tenía muchas ganas de escribir algo referente de ahí. No sé si algún día escribiré el AU completo (o ella) porque hay muchas cosas Huwumi que quiero hacer, ¡pero les dejo con esta idea que le tengo mucho cariño!

Debido a que me salió demasiado largo, decidí partirlo para no hacerlo tan pesado y poder actualizar pronto está parte . Al final lo partí en tres para que cada parte quedara un grosor más o menos uniforme y fuera mas fácil de leer.

¡Gracias por leer! 💖✨

PD. En el escrito hay una referencia a una de mis sagas favoritas, que estaba leyendo su último libro mientras escribía esto. A ver quien la identifica XDD

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