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02

EL SOL ESTABA COMENZANDO A ASOMARSE A TRAVÉS DEL ENCAJE QUE adornaba los ventanales, dándole a la pareja en sofá una iluminación algo vaga.

MJ se estiró en su lugar, tratando de acomodarse sin lograrlo por un peso sobre él, gruñó bajó cuando sintió que la cosa —o alguien— sobre su cuerpo se removía, obligándole a abrir los ojos.

Usualmente él era de los que se iban apenas el sol salía, dejando una nota junto a su número telefónico sabiendo que aveces le llamaban y otras no, sin embargo, no quería irse al recordar quién era ella.

Tanteó la mesa de centro buscando su teléfono para ver la hora, tomando uno y apretar el botón de bloqueo, activando la pantalla y ver el fondo de pantalla con una sonrisa divertida, ahí estaba Lawan disfrazada de gato junto a un cono de cumpleaños mientras le celebrara el cumpleaños al felino que horas anteriores el había aplastado. No vio la hora porque realmente nada podía hacer y luego de ver aquella fotografía, menos ganas le habían dado para enfocarse en un par de números.

Sus brazos fueron a sus caderas para dejarlas ahí y brindarle calor en aquella zona que estaba algo helada, a pesar de que era primavera y su apartamento daba con el sol mañanero, las mañanas eran frescas y no estaba la calefacción activada. Sintió algo ronronear cerca de sus manos y luego una cabeza peluda sobre estás, haciéndolo relajarse y volver a dormirse, disfrutando del dulce aroma del perfume de Somsai mezclado con el suyo.

Luego de unas horas, una alarma de celular le hizo despertar y sonrió al sentirla querer hundirse más contra él para escapar del ruidoso despertador.

—Debemos levantarnos, preciosa—susurró el moreno, mientras que apagaba el ruidoso teléfono.

—No quiero...—se quejó, removiéndose en su pecho.

—Si te levantas, te haré el desayuno

—Hecho—y en un parpadeo ella se levantó poniéndose de pie.

Pudo observar con más detalle su vestimenta, aquellos pantalones de mezclilla blancos acampanados combinaban perfectamente con el top que la pelinegra se estaba acomodando.

—Yo ire a bañarme, luego te daré un poco de ropa para que te bañes también

—¿Huelo mal?—se olfateó discretamente, no encontrando nada más que el perfume de ella en él .

—Para nada pero yo no puedo comenzar un día sin bañarme—se justificó— ahí esta la cocina y cada cosa tiene nombre y esta súper ordenado, ya sabes, esta como esas cocinas norte-americanas —soltó una risita— bien, vuelvo en unos momentos—le besó la frente.

EL OMELETTE DE HUEVO CON ALGUNAS VERDURAS PICADAS EN CUADRADITOS PEQUEÑOS adornaban los platos junto a un par de tostadas y unas tazas humeantes de un café que olía delicioso de cafetera.

La vio llegar mientras que pasaba sus manos por su cabello húmedo hasta formar una coleta alta, y le sonrió.

—Hace años nadie preparaba el desayuno para mí —admitió sentándose frente al plato, en una pequeña mesa que improvisaba un comedor.

—¿Nadie?

—Bueno, mis padres no cuentan—se encogió de hombros, para luego notar como MJ se acercaba con un bote de ketchup y le hacía una carita feliz en el omelette.

—¿Tus amigos?—negó ella, viéndolo hacer lo mismo con su plato— ¿tu novio?

—Ex novio—corrigió y luego negó, tomando del café— y no, tampoco

—¿Nada?, ¿en serio?

—En serio, tampoco es que me molestase—se encogió de hombros— el pedía el desayuno por internet, así que, técnicamente comía gratis

Y ambos rieron, comenzando a desayunar y disfrutar de la mezcla de los sabores, hasta que conectaron miradas, comenzando un interrogatorio involuntario, evitando las edades porque realmente se les había olvidado.

LA ESPALDA ANCHA DE MJ ESTABA SIENDO MEDIDA POR las manos cálidas de Lawan, más que nada, sabiendo si concordaba con alguna de las medidas de su ex para obsequiarle parte de su ropa masculina o sino, hacerle una.

—Bien, eres un poco más ancho que mi ex, ¿no te molesta si te doy ropa de esa talla?—preguntó corriendo una puerta del closet que estaba inserto en la pared— no es de él, es ropa que yo diseño y luego se la doy, ya sabes, aniversarios, navidades y así...

—No me molesta—negó relajado, caminando hacia ella y abrazarle por la cintura para acercarla— realmente me gustaría usar algo de lo que haces con esas manos, ¿puedo elegir o es sorpresa?

Le besó el mentón, sonriendo mientras se mecían de un lado a otro de manera lenta— si te hago ver, querrás llevarte todo

—¿Y eso es malo?, ¿puedo tocar al menos las telas?—alzó una ceja, buscando alguna excusa.

—Uso telas de buena calidad, la gran parte de la ropa que uso la hago yo...—le dio un beso esquimal, colocándose de puntas por la diferencia de algunos centímetros— ahora, ve a bañarte, hay toallas y todo eso

—Mmm... bien—asintió robándole un beso e irse al baño.

ESTABA SECANDO SU CABELLO CON LA TOALLA MIENTRAS QUE LA ropa le abrazaba su cuerpo, y aunque su espalda fuera un poco más grande de la medida original, la tela se había adecuado, parecía un idol moderno sacado de revistas.

Salió luego para encontrarse a Lawan acariciando al gato que vestía un collar rosa junto a una placa en forma de corazón.

—Ella es Salem—sonrió al escuchar la puerta abierta— Salem, él es MJ... el trasero gigante que decidió aplastarte

—Hey, no tengo un trasero gigante—soltó gracioso, yendo hacía ella y agacharse a su lado.

—Mmm... si lo tienes—defendió su postura sacándole la lengua.

—¿Cuánto tiene?

—Cuando la adopte del refugio de animales dijeron que mínimo 6, pero no lo sé—respondió, besándole la cabecita a la minina que ronroneaba a todo volumen— de igual manera, es mi viejita favorita

—Es muy linda... es como tú—admitió, acostando su mejilla en su hombro.

—¿Linda y viejita?—alzó una ceja haciéndose la ofendida— no sabía que tener 22 era ser anciana, me ofendes jovencito

Y soltó una risita— bueno, eres la anciana más linda que conozco, Lawan

—¿Y cuántos tienes tú?

—Mmm... un caballero no dice su edad

Soltó una risa, haciéndolo reír también.

—Bueno, un caballero también sabe cuando debe dejar a una dama—palmeó su brazo.

—¿Qué?, ¿estás sacándome?

—Realmente tengo que ir a comprar cosas e ir a renunciar a mi trabajo

—¿Qué?, ¿por qué?

—Bueno, una compañera de trabajo me dijo que hace unos días una niña con un teléfono del siglo xx fue a comprar un Samsung, jure que iba a renunciar si algo extraño sucedía, ya sabes... el universo y sus cosas

—Realmente eres sorprendente, Lawan..—comentó con admiración, haciéndola reír.

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