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LAWAN SABÍA QUE LAS PENAS NUNCA SE PASABAN CON ALCOHOL ni mucho menos los viernes por la noche en algún lugar elegante por la cual su tarjeta bancaria lloraría baths por el atentado de dinero menos por tragos de colores y nombres exóticos, pero así era su vida... la vida de la alcohólica Lawan quién fue dejada descaradamente por mensaje texto por su ex novio, Khalan, que de valiente no tenía nada.

—¿No crees que deberías dejar de beber un solo viernes?—el bar tender alzó una ceja, sirviéndole otra mimosa.

Bueno, para la chica siempre las penas se pasaban con alcohol... quizás porque su madre de bien pequeña le había dicho que la mejor compañía para el corazón roto no era el helado, sino, un buen trago en mano.

—Khalan me dejó por mensaje de texto esta tarde—comentó, bebiendo del vaso— solo... vine a despejarme un rato, tomando las mejores mimosas de toda Tailandia...—sonrió con esa sonrisita juguetona y ojos gatunos.

—Mejor termina esa y vete a casa, no te daré más de 5 rondas hoy—comentó el chico tras la barra, de nombre Mike— y la casa invita, así que si quieres destruirte la cabeza con cinco tragos más, adelante...

—Uh... sírveme lo que quieras, de todas maneras, no podré venir en un buen tiempo—se encogió de hombros, sacando su teléfono sin interés— debo comenzar el portafolio, ya sabes, diseño de vestuario y esas cosas

—Si, bueno... como si fuera a extrañarte—soltó sarcástico, sirviendo un tequila sunrise y se lo acercó— aquí va uno, tómalo con calma

—¿Quieres embriagarme demasiado rápido?—alzó una ceja tomando el vaso y bebiendo del contenido anaranjado— sabes que los tragos dulces son bonitos y peligrosos

—Como tú—la halagó por primera vez.

—Comienzo a pensar que me odias... ¿quieres salir conmigo?—soltó la pregunta de repente— puedo hacerte cambiar de opinión

—No me interesa—y le dió la espalda, yendo al otro lado de la barra para atender otros clientes.

La chica suspiró, aún no comprendía del porque Khalan la había dejado ni mucho menos del porque Mike, su bar tender favorito la detestaba demasiado... comenzaba a preguntarse si su actitud era el problema, aunque lo descartó al instante al recordar las sabías palabras de su madre » nadie va a quererte siendo así de intensa, Lawan, madura"« , porque si eso sucedía, significaba que algo estaba haciendo bien con ser ella misma.

Su estilo de vida no era malo, usualmente tenía una rutina y una obsesión la gran parte del tiempo con hacer listas —de deseos, cosas que hacer, etc— o porque su carácter se basaba en ser un rayito de sol; Lawan era el tipo de mujer que irradiaba felicidad a quién siquiera le pusiera la mirada encima, se preocupaba del bienestar ajeno y lo mejor, sus regalos eran prendas únicas hechas a mano, incluso, gran parte del armario de su ex novio Khalan fueron hechas a medida por las finas manos de ella... pero a nadie parecía importarle.

Sin embargo, un moreno la observaba desde que había llegado desde el otro lado de la barra, tratando de descifrar las penas de ella a base su lenguaje corporal, ignorando a las chicas que vinieron a hacerle compañía y no era su culpa, la chica con un top de cuello v de animal print de vaca celeste y blanco le había robado toda la atención.

—Disculpa... ¿podrías enviarle un kiss me a esa mujer de ahí?—le pidió al chico que hacía los tragos de sus acompañantes.

—Estoy celosa, yo también quiero uno—la rubia a su lado exclamó con un pucherito.

—Yo también—la pelirroja también se sumo.

SUSPIRÓ, MIRANDO AQUEL MENSAJE SECO y demasiado directo de la tarde.

"Terminemos"

Aquella palabra había sido demasiado dañina pero al mismo tiempo, le daba un sentimiento de libertad. No era que Khalan fuera un tóxico de primeras —o bueno, no la gran parte del tiempo—, pero eso le permitía conocer personas nuevas y hacer planes para hacer gastos e inversiones de todo tipo en ella, quizás adoptaría un nuevo gato o se haría flequillo para cerrar ciclos... muchas cosas que hacer y pocas por las que no había pensado.

Te enviaron un kiss me—Mike dejó el vasito con el trago frente a ella con irritación.

—¿Estas celoso?, puedo devolverlo si lo quieres—dijo divertida y el pelinegro rodó los ojos para seguir con lo suyo.

Había conocido a Mike a sus 18, cuando por primera vez había tenido su borrachera por chupitos de tequila —lo cual había terminado en su primera cita con Khalan, ambos ebrios a las 3 de la mañana comiendo burger king—, sin embargo, el chico tras la barra siempre le había dado esa mirada de desprecio y el tono frío y sarcástico, algo que ella empezó a apreciar, no todos se expresaban y querían de la misma manera... pero así adoraba a Mike, gruñón y de manos milagrosas.

—¿Podrías enviarle un torino julep?

—Ese es parte de tus 5 de esta noche—recalcó y ella asintió— bien, te quedan 3

—¿Tres?—jadeó con un puchero, como si le hubieran quitado lo más preciado.

—El tequila sunrise era el quinto—justificó.

Le esperaba un largo rato hasta que la mezcla dulce de los sabores se le subiera a la cabeza... pero daba igual, de igual manera su vida iba a cambiar esa noche.

CHOCÓ CONTRA LA PUERTA DE SU APARTAMENTO CUANDO ESTA FUE CERRADA, sus manos se aferraron a la chaqueta de cuero que su acompañante vestía para lanzarla con torpeza al colgador que apenas se veía por la poca luz que traspasaba por los ventanales vestidos por cortinas de encaje.

Sus pies descalzos tocaron la alfombra de tonalidad cielo y jalo de la camisa ajena para estampar sus labios en un beso demandante, mostrando lo ansiosa que estaba y él contrario no se quejó, aferró sus manos a sus caderas para acercarla más y disfrutar de los sabores frutales de la saliva femenina... algo deliciosamente adictivo.

Se separó para simplemente llevar su nariz al cuello masculino, aspirando el aroma masculino que desprendía y sonrió.

—Sabes... es la primera vez que me besuqueó con un extraño en mi apartamento

—¿Si?, me siento halagado...—sus palabras sonaron con total sinceridad, como si estuviera en una fantasía— ¿cómo era tu nombre?

—Lawan... —canturreó, volviendo a aferrarse a sus labios.

Caminaron hasta el sofá sin separarse, él se dejó caer sobre este con ella sobre sus piernas, escuchando un ruido de un gato gruñendo y que salió corriendo, haciéndoles reír.

—Lawan... —saboreó cada letra— ¿recuerdas mi nombre?

—MJ...—sonrió con diversión.

—No lo olvides...—susurró— porque nos volveremos a ver

—Mmm... ¿si?—la diversión sonaba a través de cada palabra— ¿vas a perseguirme?

—Voy a perseguirte hasta que me ruegues que me quede

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