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XXXVII.




thirty seven;
GRITA MI NOMBRE







Roselyn despertó sola en la cama.

Al principio, pensó que todo lo que había pasado la noche anterior era un sueño cruel y un producto de su insatisfecha e inexistente vida sexual. Estaba un poco desorientada y sentía que la cabeza le daba vueltas. Tratando de enderezarse, se dio cuenta que realmente no pasó en su imaginación, porque el olor de la colonia cara de Draco se impregnó en la almohada y las sábanas mientras dormían, inundando su habitación de ella. 

Sin poder evitarlo, sonrió. 

Le dolían las piernas y tenía el cuerpo pegajoso, pero sonrió. Una sensación abrumadora la recorría al salir de la cama, calzándose sus pantuflas y cogiendo la primera camisa que estuvo a su alcance. Arrastró los pies hasta el baño, encendiendo la luz y quedándose quieta frente al espejo. Su desnudez hacia visible las marcas que Draco dejó en ella, y el sólo hecho de verlas provocó un escalofrío a su espalda, rememorando todo lo que había sucedido horas atrás. Las sensaciones que le provocó su toque, sus besos y la posesividad de su magia entrelazada a la de Roselyn volvieron, una en una, delineando con su dedo índice el borde de los chupetones que tenía en la clavícula. 

Cerró los ojos y ladeó la cabeza, concentrándose en sus recuerdos. White le había advertido que la primera vez podía llegar a doler, y eso que Bill había sido cuidadoso al momento de hacerlo. Morrigan también le aseguró que no era la gran cosa, como las personas querían hacer ver, y que probablemente tendría mejores (y si ella se refería a Harry hablando de los mejores, Roselyn decidió que no lo pensaría). Suspiró, una sonrisa tonta creciéndole en el rostro al deslizar su dedo para seguir la hilera de marcas, recordando lo dedicado que había sido Draco mimando sus senos.

Ella no imaginaba la manera de que algo fuera mejor que eso

— Buenos días — la voz ronca le golpeó de lleno en el oído. Ella se sobresaltó, el reflejo en el gran espejo de Draco detrás suyo haciéndola sentir avergonzada. 

— No te escuché entrar — susurró, mirando sus ojos a través del cristal. 

Él sonrió, bastante divertido de la reacción que obtuvo. La abrazó por la cintura, pegándola a su pecho con posesividad. Ella se rio, disfrutaba de la sensación que le dejaba ser sostenida y el frío que Draco emanaba, avivando su calor. 

— ¿Te duele? — parecía genuinamente preocupado al descansar el mentón encima de su hombro, el ceño fruncido y los labios juntos, observando las mordidas con curiosidad. Roselyn sacudió la cabeza, colocando sus manos encima de los antebrazos pálidos que la rodeaban — ¿Estás segura?

— Me tiemblan un poco las piernas — admitió, con la voz apagada — Pero estoy bien.

Draco emitió un sonidito de reconocimiento, dejando un beso en su cuello. Roselyn suspiró, satisfechamente, y permitió que su cuerpo se recostara en el de él. El agarre se volvió un poco más fuerte, rozando la brusquedad, aunque no le hacía daño. Ella lo disfrutaba. La encendía.      

— Es bastante tarde — comentó Draco, sin separarse del todo. Roselyn sintió que los vellos de su cuerpo se le colocaban de punta por la cercanía de su respiración. Los labios de Draco acariciaban su piel mientras hablaba — Te traje el desayuno. 

— Es mi día libre — señaló, cerrando los ojos otra vez — Papá se hace cargo hoy de la Fundación. 

— Uhm — Draco se oía un poco indignado — ¿Tienes días libres? ¿Por qué yo tengo que ir todo la semana?

— Es tu sentencia — se encogió de hombros, tarareando en voz baja. Draco suspiró, y sin verlo, Roselyn estaba segura que acababa de fruncir el ceño. La imagen mental le hizo gracia, ladeando el cuello y temblando un poco cuando él volvió a besarla encima de la vena yugular. El estímulo la recorrió de inmediato, activando su sistema nervioso y reanudando el temblor de sus piernas — No te librarás de ayudar hasta en dos meses. 

— La boda — reconoció Draco — Pansy creyó buena idea programar la boda para el día de mi cumpleaños.

— El 5 de junio se cumple la sentencia, Draco  — recordó ella, abriendo los ojos. Draco la observaba por el reflejo, y Roselyn sonrió al notar la confusión de su expresión — Verás a Scorpius el día de la boda. 

Y la sola mención a su hijo consiguió que todo en él pareciera más suave, más humano. Ella lo encontró adorable. La conversación en San Mungo que tuvo con Morrigan y White la había convencido de que estaba siendo irracional al negarse a darle una oportunidad a su relación sólo porque él tenía a Scorpius ahora. White prácticamente entró a la vida de su padre luego de años que James Potter sólo pensará en el bienestar de sus hijos y Morrigan aprendió rápido que la existencia del niño no sería un impedimento a lo que ella y Harry construyeron como novios.

Por supuesto que Scorpius sería la prioridad de Draco, pero eso no significaba que dejaría a Roselyn de lado.

— Traje café — anunció, soltándola un poco. Roselyn cogió el cepillo de dientes y puso un poco de crema en él, remojándolo en el grifo y llevándolo a su boca. Le dio un vistazo a Draco por el espejo, notando que estaba usando la misma ropa que ayer. Su cabello rubio estaba mojado, lo que indicaba que se dio una ducha antes de salir.

— Pensé que eras más de té al desayuno — comentó, luego de escupir en el lavado la pasta dental. 

— Lo era — Draco sonrió, encogiéndose de hombros — luego Magia me guio a Colombia y conocí el café. 

— ¿Fuiste a Colombia? — repitió, impresionada. 

Draco sólo asintió, divertido de la envidia fingida que había en su mirada, y salió del baño, murmurando que la esperaría abajo con el desayuno. Roselyn alzó el dedo pulgar en respuesta, quitándose la camiseta y abriendo el grifo de agua caliente en la regadera. Seguía pegajosa y su cabello se había enmarañado, porque se había dormido sin soltar la coleta. 

El baño fue relajante, los músculos tensionados agradecieron el calor del agua y el dolor de sus piernas disminuyó un poco. Se vistió agilmente, optando por algo más casual de lo que últimamente solía usar, y peinó su cabello lo mejor que pudo, esperando que no se alborotara cuando se secara. Al bajar, Draco estaba sentado en la isla de la cocina, bebiendo de un vaso de plástico blanco. 

— El de la tienda dijo que era cappuccino — comentó, pasándole el vaso que rezaba su nombre mal escrito con marcador permanente. Ella sonrió y dio un sorbo, sintiendo la espuma manchar sus labios. Draco se rió, se inclinó y le dio un beso largo, saboreando el líquido blanco de su boca.

— ¡ROSELYN HARPER!

Ella saltó, soltando el café del susto. Draco frunció el ceño sin reconocer la voz, a punto de sacar la varita hasta que se dio la vuelta y notó quién era la dueña detrás del grito.

— Pensé que habías dicho que estaba en entrenamiento — indicó, el sarcasmo borboteando ante la mirada furiosa que le dirigió Ginny Weasley.

— Lo estaba — respondió Roselyn, sin poder contener el tono agudo, consciente de lo molesta que parecía su mejor amiga en ese momento — Hola, Gin. 

Ginny se colocó las manos sobre las caderas, con una pose de madre regañona que inconscientemente le había copiado a su madre, la señora Weasley. Usaba el jersey verde de las Arpías de Holyhead con la garra, el número de posición y su apellido rotulado en dorado, lo que indicaba que acababa de llegar del entrenamiento con el equipo, y unos jeans que delineaban sus piernas. Una bolsa de cuero, donde guardaba todo su equipo, le colgaba del hombro. Tenía el cabello naranjado amarrado y las pecas de su rostro se arrugaron en un gesto desdeñoso, imitando el que Draco acababa de hacerle.

— Lo primero que hicimos aquí fue la regla de no mascotas en el loft, Rosie — dijo Ginny, imitando perfectamente la melosidad falsa de la profesora Umbridge. Roselyn no pudo evitar la mueca que recorrió su cara: Ginny no estaba molesta, estaba furiosa — Eso incluye a los hurones.

— ¿Y a las comadrejas no? — ironizó Draco, sus ojos entrecerrados de disgusto.

Ginny le regaló una mirada asesina. 

— Nadie te pidió que hablaras, Malfoy.

Roselyn se interpuso entre ambos, colocando las manos encima del pecho de Draco. Él se veía igual de dispuesto que Ginny a sacar la varita, pero Roselyn no tenía cabeza para comprobar cuál de los dos era más diestro con la magia. Además, prefería el loft intacto, y no destruido como suponía pasaría si pasaban otro par de minutos tan cerca del otro.

— ¿Nos vemos mañana? — susurró, intentando llamar la atención de Draco a ella de nuevo. 

Él se quedó quieto, incluso congelado, mientras la miraba. Roselyn hizo un gran esfuerzo por no sentirse culpable; quería pasar el resto del día con él para arreglar lo que sea que ocurría entre ellos, sin embargo, sabía que la conversación y Ginny no era algo que pospondría ahora que todo esto acababa de ocurrir. 

— Bien — susurró Draco, la comprensión brillando en sus ojos y calmando un poco la repentina ansiedad de Roselyn. No quería que él pensara que estaba arrepintiéndose de lo que sucedió la noche anterior — Iré a la Fundación; Sadie y Mia no soportarán que falte otro día. Te veré allí. 

Ella asintió. Draco se inclinó y la besó, sin importarle que Ginny los estaba mirando con fiereza. Un suspiro escapó de ella, la necesidad de volver a recargarse en él y dejar que la sostuviera se hacía insoportable y le carcomía el pecho. Contó hasta diez mentalmente, recordando las terapias de Grant, y formó una sonrisa pequeña mientras se separaban.

Draco pasó junto a Ginny, intercambiando una mirada llena de odio, y tomó el abrigo del perchero cerca de la entrada. El sonido que hizo la puerta al abrirse y cerrarse no rompió la tensión que se formaba entre ella y Ginny, que se cruzó de brazos esperando una explicación.

— Luna dijo que volverías la semana entrante para su aniversario — soltó lo primero que se le ocurrió, jugueteando con su cabello.

— El clima y el estado del campo nos hizo imposible continuar — respondió Ginny, sin cambiar su postura — Gwen aplazó los entrenamientos hasta el próximo mes. Esperaba poder pasar un buen rato con mi mejor amiga y mi novia antes de volver a concentrarme en el inicio de la liga. 

— Hablas como si fuera malo que pase el tiempo con alguien más.

— ¡Con alguien más! — estalló Ginny, colocándose roja de rabia. Roselyn retrocedió un paso, la mueca que se hizo visible en su expresión no pareció importarle a la Weasley — ¡Me encantaría que pasaras el tiempo con alguien más, Rose, excepto Malfoy! ¿Acaso ya olvidaste todo lo que ocurrió?

— No te atrevas a mencionar el asunto del mortifago.

— ¡Maldita sea Rose, no me refiero a eso! — Ginny parpadeó consternada, como si no creyera lo que veía en ella — No me importaba que salieras con él en esa época porque por alguna razón eras feliz. Pensé que era peligroso y que estabas siendo estúpida, pero eras feliz y lo dejé ser. ¡Y luego ese imbécil te botó como si fueras basura! ¿No recuerdas las noches enteras que lloraste por él? 

Ella se estremeció. Los primeros años de la sentencia de Draco fueron horribles para ella, no sabía cómo no se quedó seca de lágrimas. Tenía pesadillas, no conciliaba el sueño con facilidad y aquello sumado al trauma de la guerra la volvió casi un cádaver. Grant y Ginny eran los únicos que sabían el papel de Draco en ello, odiaba preocupar a su familia y prefería que asumieran que todo se debía a su ansiedad y al estrés postraumático. 

— Espera un segundo...

— ¡Porque yo no lo he hecho! — Ginny la interrumpió, señalándola con el dedo índice — Él se fue, te dejó, no tuvo el valor de darte la cara y te mandó la misiva con Harry. Lo odio, Rose, desde siempre, pero no me entrometí cuando todo empezó hace siete años. Carrie hizo que no me entrometiera, aunque creía que te rompería el corazón. Y tenía razón. Ahora ¿Esto? Esto es diferente ¡Pensé que habías aprendido esa lección! Luna me pidió que te diera tiempo, para sanar, y lo acepté porque tenía la esperanza de que saldrías de eso. ¿Y tú vuelves con él, después de lo que te hizo? 

— ¡Lo amo, Ginny!

— ¿¡Y de qué te ha servido exactamente amarlo, Rose!? 

Roselyn se quedó sin palabras. La opresión de su pecho que recordaba de sus ataques de ansiedad había vuelto, y por mucho que no quería hacerlo, no pudo evitar pensar que Ginny tenía, en parte, la razón. Draco fue estúpido y le rompió el corazón, no se detuvo a imaginar lo que eso causaría a Roselyn y simplemente decidió hacerlo. Si ella no se volvió loca fue gracias a sus amigos y su familia, al grupo de demonios que lograban sacarle una sonrisa con sus boberías. 

Retrocedió, sintiéndose abrumada de nuevo. La diferencia entre esto y lo que sucedió esa mañana era que lo único que le apetecía hacer era soltarse a llorar. ¿Y si Ginny decía la verdad, y ella sólo fue una tonta creyendo que algo sería diferente?

— No puedo, Ginny — susurró, acariciándose cerca del corazón. Las marcas que tenía en el cuerpo la ahogaron de repente. 

Ginny se acercó a ella y la abrazó, con fuerza, sosteniéndola mientras Roselyn creía que sus piernas fallarían. Un sollozo ahogado escapó de sus labios, su rostro enterrado en el hombro de su mejor amiga y haciendo un esfuerzo titánico por no derrumbarse completamente. Ginny la guio hasta el sofá y allí se sentaron el resto de la mañana, mientras Roselyn temblaba. 

Las ligeras brisas de la primavera recorrían el loft, y el ruido proveniente de afuera cortaba el sonido del llanto de Roselyn, a pesar de que ya había intentado detenerlo en el hombro de Ginny. El jersey de las Arpías se empapó un poco, sin embargo, la pelirroja sólo lo ignoró, queriendo que Roselyn volviera a sentirse mejor para hablar.

— Alguien tenía que decírtelo, Rose — Ginny suspiró, cuando el reloj marcó las doce del mediodía. La brisa seguía, aunque hacía un poco de calor — No quería ser yo exactamente, apesto en esto. Pero no puedo permitir que vuelvas a él sin escucharme antes. No fue sano para ti.

Ella parpadeó, sus ojos le picaban luego de pasar dos horas enteras llorando. Tener a su mejor amiga ahí con ella la hizo pensar un poco mejor las cosas.

— Draco ha cambiado, Gin.

— Rose — Ginny parecía exasperada.

— Déjame hablar, Ginevra — ella alzó la mano, suspirando profundamente para calmarse de nuevo. Ginny la miró preocupada — Entiendo que lo odias, Ginny, y no te culpo, pero él ha cambiado. Y yo también cambié. No somos las mismas personas que éramos hace siete años. Convivimos estos últimos meses como extraños, ni siquiera nos relacionábamos más allá de la fundación hasta que ocurrió el accidente con Scorpius y Ares.

— Luna y Neville me contaron — Ginny le acarició el hombro, relajando un poco su expresión — ¿Están bien ellos dos?

— Lo están, y en parte es gracias a Draco — Roselyn agitó la mano para impedir que la interrumpiera otra vez — Ginny, estaba decidida a simplemente ignorar lo que sentía, lo que siento por él, y luego lo vi volverse un desastre porque creyó que Scorpius podría estar muerto. Pudo causarse un agotamiento en el núcleo mágico intentando controlar el de Scorpius. Y la manera en que trata a los chicos... Sadie, Ben, Mia y Raj lo adoran. Son los niños más problemáticos que tenemos y adoran a Draco. Yo... lo amo, Ginny, y nunca he dejado de hacerlo, pero no sabía exactamente en quién se convirtió estando lejos y ahora que lo sé...

— Lo amas más de lo que hacías antes — completó Ginny.

— ¿Está tan mal? — ella suspiró, apartándose el cabello de la cara.

Ginny bufó.

— Pienso que estás loca y que deberías simplemente botarlo como Malfoy hizo contigo — decidió, y la risa entrecortada que escapó de los labios de Roselyn consiguió disminuir un poco la dureza en la mirada miel de Ginny — No me gusta la decisión que estás tomando, pero dormiste con él y sé que no lo hubieras hecho si no te sintieras segura de lo que haces. Joder, Rosie — agregó, reiterando sus palabras — ¡Te acostaste con él! ¿Cuándo decidiste que querías acostarse con él? 

— Quería más que eso — corrigió Roselyn, viendo la oportunidad de molestar a Ginny como Ginny lo había hecho tantas veces antes con sus distintas relaciones — quería tirarme sobre él, que me empujara contra la pared y que tuviéramos sexo muy pervertido hasta olvidarme de mi propio nombre.

— ¡Rose!

— Y no defraudó mis expectativas ¿sabes?

— Dioses, no — Ginny tuvo arcadas falsas — No quiero saber las habilidades sexuales de Malfoy.

— Hace una cosa con los dedos...

— ¡Dije que no, maldita sea! — a este punto, la cara de la pelirroja estaba verde. Roselyn sólo se rió, divertida de la reacción de su mejor amiga — Si quisiera hablar de dedos, hablaría de los míos.

— Pensé que hablarías de los de Luna.

— Ya sabes perfectamente cómo funcionan los de Luna — y esta vez, fue el turno de Roselyn de ponerse verde, lo que le sacó una carcajada a Ginny. 

Resultó que Gwen, la capitana de las Arpías de Holyhead, le hizo un favor a Roselyn cancelando los entrenamientos del equipo esa semana. Tener a Ginny con ella volvió el día perfecto de Rose aún mejor, y aunque los últimas dos horas de la mañana no resultaron muy geniales, el resto de la tarde le pareció increíble. Extrañaba a Ginny y hablarle de Draco, incluso si Ginny lo insultaba bajo su aliento cada cinco segundos, le quitó un peso de encima que no sabía que tenía allí. 

Alguien tocó el timbre cuando el sol ya había caído sobre Londres.

— ¿Invitaste a alguien? — preguntaron al mismo tiempo, Ginny sólo se encogió de hombros como toda respuesta y Roselyn hizo una mueca.

Se colocó de pie y se acercó a la entrada, intercambiando otra mirada confundida con Ginny. La pelirroja se había acercado a su bolsa y sacó la varita, haciendo una seña mientras se acercaba. Sintiendo a Ginny detrás de ella, Roselyn abrió.

Las sonrisas de Pansy y Morrigan fueron lo primero que entró en su campo de visión.

— ¡Noche de chicas! — chillaron las dos. Alguien tosió, queriendo llamar la atención. Morrigan colocó los ojos en blanco, apresurándose a corregir sus propias palabras — Y White. 

— Hola — White se asomó, guiñándole un ojo a Roselyn. — ¡Ah, Ginny, aún mejor!

— Oh, no — Ginny se alejó de inmediato — Gwen me dejó molida en los entrenamientos; estoy demasiado cansada para una noche de chicas y White. La última que hicimos con Fleur me dejó mentalmente destrozada. Adiós.

— ¡Ginevra, es noche de damas de honor! — se quejó Pansy, pareciendo indignada. 

— ¡Paso! — gritó Ginny, subiendo las escaleras a su habitación. El sonido de la puerta al cerrarse la hizo reír, quitándose de la puerta y permitiéndoles pasar al loft. 

— No me escapé de mi hija para esto — refunfuñó Pansy, y dejó las cajas de pizza que sostenía sobre las manos de Morrigan, sin notar el par de risitas divertidas que compartían ella y White — La arrastraré hasta el sofá ¡El que está junto a la ventana es mío!

— ¡No te cumpliremos los caprichos sólo por ser la novia, Pans! — chilló Morrigan, ahogando un bufido cuando Pansy le sacó el dedo medio, sin mirar atrás, y siguió caminando a la habitación de Ginny. Morrigan rodó los ojos — Yo soy a la que deberían cumplir los caprichos, estoy embarazada.

— Estamos — corrigió White, abriendo la caja de pizza y dándole un mordisco al pedazo de piña. Roselyn hizo una mueca, odiaba la pizza con piña y no sabía cómo a White podía gustarle. Su madrastra la ignoró, encogiéndose de hombros ante el carraspeo de Morrigan y componiendo una sonrisa pícara — Así que... ¿Hubo sexo rudo?

— ¿Y pervertido? — Morrigan la imitó e intentó sacar otro pedazo de la caja ya abierta para si misma — El sexo pervertido es lo máximo.

— No creo que haya sido pervertido — susurró Roselyn — Pero hizo una cosa con los dedos...

— Los hombres no saben hacer cosas con los dedos, cariño — dijo White — Los hombres escuchan lo que quieres que hagan con los dedos, y eso es si acaso. La mayoría de ellos no se preocupan por el placer de su pareja y ni siquiera diferencian el orgasmo de uno falso. 

— Dijiste que James sí sabía mover los dedos — Morrigan le miró confundida. — Y la lengua. Y las caderas.

White sonrió.

— ¿Por qué crees que te lo dije? Ese hombre es el mejor sexo que podría pedir una persona cuerda y no cuerda también. No sabes las cosas que se le ocurren hacer con vibradores...

— ¡NO QUIERO SABER DE TU VIDA SEXUAL CON MI PADRE, WHITE! — Roselyn se cubrió la cara con las manos, sintiéndose enrojecer y consciente que si le dejaba continuar ese hilo de conversación, nunca conocería el final.

— Pero yo sí — Ginny se asomó desde las escaleras, arrastrada por Pansy. A pesar de que se había quejado para no ser parte de la noche de chicas y White, ahora lucía divertida, acercándose de inmediato a la caja de pizza — James Potter es la razón por la que soy bisexual. Juro que la primera vez que me sentí excitada fue por verlo sin camisa luego de jugar al quidditch. 

— ¡Ginny!

— ¿Qué? — Ginny se encogió de hombros, compartiendo una mirada divertida con Pansy — Se me permiten las fantasías, Rosie. Y tu padre estaba caliente cuando teníamos 14. Sigue estándolo, pero soy leal a Luna. 

— Yo no puedo sacarme de la cabeza que fue novio de William — dijo Pansy, dándole un mordisco a la pizza. — Quiero decir ¿Han visto a William? Por supuesto que le gustó, pero aún es extraño.

— ¿Has visto a James? — devolvió White — por supuesto que le gustó a William. Y por mucho que quiera compartir historias de vibradores sólo para sonrojar a Rosie — y gracias a la mirada que le dirigieron las cuatro, el rojo en el rostro de Roselyn empeoró — necesito saber lo que ocurrió con Draco.

— Sí — Morrigan asintió de acuerdo, y ninguna hizo caso del pequeño refunfuño de Ginny ante la mención — ¿Qué tal fue el sexo con el hurón?

— ¿No deberías saberlo? — Pansy levantó la ceja — Eres la madre de su hijo. 

— Creo que primero necesitaremos una terapia con Grant antes de compartir esa historia — señaló Morrigan, indiferente. — De todas formas, los dedos. ¿Qué tal fue? ¿Crees que superarían a Luna?

— Nada superaría a Luna — Ginny mostró indignación en nombre de su novia, aunque su reacción causó las carcajadas de las demás.

Sí, Roselyn creyó que la noche de chicas y White era una manera increíble de cerrar el mejor día de su vida.





fun fact: lo que dijo Ginny es todo lo que yo pienso sobre Droselyn. No se confíen, sólo porque les deje juntos no significa que su relación sea sana, no lo fue y probablemente si podría serlo ahora es porque ambos han cambiado y era lo que quise establecer durante todo este acto

El título del cap es porque creo que les queda perfecto la canción Call Out My Name, de The Weeknd






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