XXVIII.
twenty eight;
SCORPIUS
Rose era la niñera de los cuatro demonios.
En vista de que todos estaban ocupados aquel día (White y Morrigan ayudaban a Pansy con su vestido de novia. Su padre, Sirius y Remus habían decidido pasar el día junto a William para molestarlo con los preparativos de la boda y Harry dejó la casa apresuradamente sin dar muchas explicaciones por la mañana), ella se ofreció a hacerse cargo de los niños de 6 años.
Ya estaba arrepintiéndose de haberlo hecho.
— ¡EL QUE LLEGUE DE ÚLTIMO ES UN HUEVO PODRIDO! — gritó Ares, subiendo de dos en dos las escaleras de mármol en forma de caracol a mitad del lobby de entrada de la renovada Potter Manor.
Ares era un niño saludable, aunque bastante pequeño, incluso para los estándares Potter. Tenía el cabello azabache revuelto, como un nido de pájaros, y los ojos grises le resplandecían de travesura, la expresión natural y cruel de su cara haciéndose evidente luego de jugarle bromas a todo el mundo. Era muy mimado, egoísta (a veces no lo era con sus amigos) y berrinchudo, fingiendo ser un ángel frente a James y White. Lloró tanto el primer día que asistió a la guardería mágica, negándose a socializar con personas fuera de la familia, que no se calmó hasta que Morrigan accedió a dejar asistir a Scorpius también.
— ¡NO ES JUSTO, CORRISTE PRIMERO! — chilló Teddy, trastabillando con sus propios pies.
Teddy era torpe, como Tonks. Había heredado su metamorfomagia y su sentido del humor, que era menos ácido, sarcástico y subjetivo que el de Remus. Era prácticamente el sentimental del grupo de niños; lloró viendo Titanic y luego acusó a Ares con Scorpius cuando se burló de él por eso, lo que no salió muy bien porque Scorpius se enojó con Ares. Le gustaba mucho ser extravagante, tanto que a veces a Roselyn se le olvidaba que el color natural de cabello de Teddy era castaño y no azul eléctrico, o que sus orejas en realidad no eran puntiagudas, casi élficas, solo que más pequeñas.
— ¡EL PISO ESTÁ MOJADO, SE VAN A RESBALAR! — se quejó Nova, arrastrando su vestido tras sus amigos.
Konstantinova era la única niña de Pansy y William. Era un año menor que los demás, pues nació a comienzos del 99. Se parecía bastante a Morrigan, lo que, para William, significaba que había salido a su madre, por quien la pequeña Nova tenía el nombre. Sus piel era de color caramelo chocolatado y su cabello marrón era ondulado, su nariz de botoncito haciendo juego con sus orejas puntiagudas. Heredó los ojos verdes oliva de Pansy y las expresiones hastiadas si llegaba a molestarse, lo que sucedía seguido porque la meta de vida de Ares era estresar a sus amigos.
— ¡CHICOS, TENGAN CUIDADO ARRIBA! — exclamó Roselyn, dándole un mordisco al sándwich que tenía en la mano. Escuchando la risa de los tres infantes, decidió acercarse al inicio de la escalera, encontrándose a Scorpius con una mano en el barandal y la mirada clavada en el techo abovedado de cristal, siete pisos arriba — ¿Pasa algo, Scor? ¿Por qué no vas con los demás?
Scorpius bajó el rostro. Sus ojos grises y cristalinos, que tanto le recordaban a Draco durante sus días de bajones emocionales, observaron el rostro de Roselyn con una inquietante plenitud. Para ser un niño de casi 7 años, Scorpius era muy diferente a sus amigos. No hablaba casi, prefería estar detrás de todos, como si los cuidara, y solo opinaba cuando veía que Ares estaba pasando la raya invisible de lo permitido con sus comportamientos.
Le gustaba mucho leer. Le gustaban las películas y le gustaba que Ares le hiciera mimos al cabello; siendo el más inquieto de los cuatro, su hermano menor siempre tenía la mano hundida en las hebras platinadas de Scorpius, haciendo figuras inexistentes o simplemente peinándolo hacía un lado, o terminaría explotando algo por simple aburrimiento.
— No me gusta correr — dijo Scorpius, con simplicidad.
Roselyn se rió.
— Eres igual a tu madre — decidió, partiendo un pequeño pedazo de su sándwich para el niño. Él lo recibió, sonriendo ligeramente y sin dejar de mirar a Roselyn. Sus ojos grises la hacían sentir que podía leerle la mente, lo que no sería extraño. Para tener un cuerpo pequeño y cara infantil, Scorpius era más poderoso que la mayoría de sabbats juntos y llegaría a ser peligroso si no fuera Scorpius, demasiado tranquilo y callado para su edad pero lo suficientemente hablador para no preocupar a sus padres. — ¿Por qué no vas a asegurarte que ninguno destruya la casa?
— ¿Eso no lo deberías hacer tú? — Scorpius ladeo la cabeza.
— No son mis hijos — explicó Roselyn, sin darle mucha importancia — No son mi problema.
Scorpius se rió, subiendo unos cuantos escalones antes de detenerse y llamar a Roselyn, quien ya había empezado a caminar hacia la sala con la idea de encender el televisor y colocarse a ver una película mientras los niños demonio se cansaban antes de la hora del baño.
— ¿Rose? — preguntó, estirándose la camiseta y pasando una mano por su cabello, un gesto nervioso que copió de Harry. Scorpius, a diferencia de como hacía con Pansy, Hermione e incluso Ginny, nunca la llamó tía. Le decía Rose, a secas, a veces Rosie y esas eran incluso ocasiones raras. — Magia me visitó ayer en sueños.
Roselyn asintió, comprendiendo entonces la actitud de Scorpius. Años habían pasado desde la última vez que alguno de ellos vio a Magia. Sabían de Salazar y Godric por Morrigan y Harry, porque seguían teniendo su conexión a ambos siendo aún los primogénitos de sus respectivos linajes, a pesar de que su primer hijo venía en camino. Pero tratándose de la naturaleza, solo Scorpius podía darles una respuesta.
— ¿Qué te dijo, cariño?
Scorpius dudó. Se retorció los dedos y frunció el ceño, sus labios torciéndose en un pequeño puchero. Cuando hacía esa cara, su parecido físico con Draco se reforzaba. Eran los mismos gestos que tenía cuando se frustraba.
— Dijo que mi padre volvería.
Roselyn sintió que su corazón dejó de latir unos segundos.
Draco Malfoy era el otro asunto del que seguía sin saber nada. Cuando le dieron la condena, terminó su relación a través de Harry, negándose a dejarla visitarle en Azkaban y luego huyendo del país el día que lo liberaron, antes de que su hermano tuviera la oportunidad de decirle (ya que Harry seguía los avances del caso de Draco todos los días, sin excepción) que la segunda condena había comenzado. Roselyn trataba de avanzar, porque sabía que eso era lo que Draco buscaba que hiciera, pero no le resultaba fácil.
Tenía un trabajo estable; ella y White eran dueñas de una sucursal histórica mágica bastante reconocida. Tenía un lugar propio, un loft en Londres que compró con Ginny al adquirir la mayoría de edad. Iba a terapia incluso, su estrés postraumático por la guerra había sido superado y manejaba su ansiedad mejor de lo que lo hacía en su adolescencia.
Ella era una nueva persona, pero esa nueva persona seguía enamorada de Draco Malfoy.
De quien no tenía ninguna noticia desde hace cinco años.
— ¿Has hablado con tu madre de esto, Scor? —logró decir, bajando el sándwich y escondiéndolo tras su espalda para que el niño no viera el ligero temblor de su mano.
Scorpius negó.
— Magia dijo que papá Harry se lo diría — comentó, volviendo a alzar los ojos al techo abovedado. La luz solar que se filtraba a través del cristal le daba un aspecto brillante a la piel de Scorpius — No pensé que debería.
— ¿Por qué creíste que era necesario decírmelo entonces?
— ¡Scor! — la voz de Ares resuena, y los ojos grises del pequeño terremoto con cabello negro se asoma desde el barandal de las escaleras, hechizados para que los niños no sufran un accidente por querer pasarlo — ¿Qué haces? ¿Por qué no vienes?
Scorpius sonríe, dándose la vuelta y dejando a Roselyn con la duda.
Los pasos de los niños resuenan por toda la casa, al igual que sus risas. El televisor transmite una película animada y sabe que ellos también pueden oírla porque a mitad de la tarde, a eso de las cuatro, cantan las canciones a todo pulmón.
Roselyn les hace sándwiches de jamón y queso y jugo de naranja. Sube hasta la cuarta planta, donde están jugando a las escondidas, tirando los floreros al suelo y burlándose (Ares, al menos) de los retratos de los ancestros Potter, que lo encuentran más divertido que ofensivo y les siguen la cuerda. Tienen una pequeña rabieta (Ares de nuevo) porque no quieren bañarse, pataleando hasta que Roselyn (en realidad, Scorpius) logró convencerlo sin tener la necesidad de lanzarle la bandeja de plata a la cabeza.
Así que están en el baño.
Haciendo otro desastre, como era obvio.
— ¡Ares, no tragues la espuma! — reprendió Roselyn.
Ares se detiene, sacándole la lengua y entreteniéndose haciendo figuras de burbujas sobre el cabello de Scorpius, que tararea una canción y juega a las palmas con Nova.
— Tía Rose — llamó Teddy, transformando su nariz en una de pato, moviendo el de hule a través del agua de la bañera, ignorando a sus amigos y volviendo a la pelirroja empapada de agua — ¿Dónde está papá?
— Con William, cariño — respondió Roselyn, lavando el cabello de Nova. Trata de no tocar las orejas de la niña, porque siempre ha sido sensible a cualquier contacto a ellas, desenredado el largo cabello castaño ondulado — Preparando la boda.
— Papá dijo que los abuelos podrían asistir, que les gustaría conocer a mamá — susurró Nova, sin perder la concentración en su juego con Scorpius — ¿Es cierto que podré conocerlos, tía Rose?
Roselyn se detiene, sin saber cómo responderle. No está segura de cuánto le ha dicho William a la niña sobre Godric Gryffindor y Konstantinova Slytherin, y sabe que William la colgará si hace algo que haga a la pequeña Nova sentirse medianamente entristecida, con lo protector que es hacía su hija y lo muy dispuesto que está a irse a los golpes desde que, los miembros del Wizengamot, no querían dejar salir a Pansy de Azkaban cuando se enteraron que estaba embarazada de la hija primogénita de William.
— Lo harás, Nova — respondió Scorpius, en su lugar. La sonrisa amable que recorre su rostro y la sinceridad de su expresión le recuerda tanto a Magia, al igual que la calma que transmite toda la magia que envuelve su aura, cada vez más notable, invadiendo a Teddy y Nova y sacándoles risitas de inmediato.
Ares es el único que no se ve afectado. A si mismo, tampoco le gusta mucho que Scorpius le dé tanta atención a las personas que no sean él, incluso si son sus amigos. Tironea del cabello platinado y mira al rubio frunciendo el ceño, no recibiendo nada más que una mirada inocente de los ojos mercurio.
— ¿Cómo vas con la idea de ser hermano mayor, Ares? — preguntó Roselyn, sacando a ambos niños de su burbuja.
Ares hace una mueca.
— No la quiero.
A Roselyn no le sorprende. Menos de dos meses atrás, White y su padre anunciaron la pronta llegada de otro miembro a su gran y media-funcional familia. A pesar de que todos estaban felices, incluso los niños, porque se veían reflejados en el bebé y en el niño que tendrían Morrigan y Harry (que Harry seguía sin saber cuál era el sexo del bebé), Ares no se encontró nada grato con la idea, pensando que sus padres lo dejarían de lado por el nuevo bebé.
— No puedes no querer a tu hermana, Ares — dijo Scorpius, haciendo figuras imaginarias con las burbujas, sin dejar de mirar a Teddy y Nova pasándose el pato de hule.
— ¿Cómo que no puedo? — protestó Ares.
— ¿Cómo sabes que es niña? — Roselyn lo miró perspicazmente.
Scorpius se encogió de hombros.
— Magia dice que el naranja siempre ha sido el aura de las mujeres Potter — fue su única explicación, haciendo sonidos de explosiones al dejar caer su mano encima del agua — White tiene aura naranja, pero ella es Potter porque se casó con el abuelo James. Y ya te lo dije, Ares, solo lo sé.
— ¿Qué es un aura? — volvió a preguntar Ares, más calmado por tener al niño rubio solo para él.
Scorpius se rió otra vez.
El resto de la tarde, los niños se la pasaron viendo Shrek 2, estrenada el pasado mayo. Habían jugado varita, caldero y dragón para decidir cuál verían (Scorpius quería Aladdín, Ares a Shrek 2 y Teddy y Nova solo querían comer palomitas) y al final Scorpius se dejó ganar, porque le parecía más factible ver a Ares sonriendo e imitando al personaje de Burro que viéndolo enojado, enfurruñado e ignorando a Scorpius.
— ¿DÓNDE ESTÁN LOS BUENOS HOMBRES? — berreó Teddy, cogiendo el tarro de la sal para que le funcionara como micrófono — YA LES DIJE ADIÓS.
— ¿DONDE ENCUENTRO UN HÉRCULES — continúo Nova, metiéndose unas cuantas palomitas a la boca — DE LA BATALLA EN VOS?
— CABALLEROS YA NO HAY — entonó Ares, afinando de forma perfecta. Ares era prácticamente bueno para todo, algo que heredó de ambos padres — MONTANDO SU CORCEL.
— AL DORMIR, MIS SUEÑOS LO TRAEN — siguió Scorpius, con una sonrisa gigante en la cara. El viento alrededor de la sala, a pesar de los ventanales cerrados, avivó el fuego de la chimenea. Ni una sola hebra de cabello platinado se movió de su sitio, a diferencia de los demás niños. — SOLO QUIERO VERLO A ÉL.
— ¡DALE! — gritaron los cuatro.
Repitieron la escena tres veces y las tres veces la dramatizaron; Ares era Shrek, Scorpius era Fiona, Nova era el Gato con Botas y Teddy era Burro. Se movieron alrededor de la sala al ritmo de la música, sacudiendo sus pequeños cuerpos y exagerando sus expresiones (Ares saltó desde el sofá mientras Shrek entraba al castillo al coro de héroe, lo que casi le ocasiona un infarto a Roselyn), la viveza de su infantilidad sacándole sonrisas divertidas a la pelirroja que los observaba desde el comedor.
El teléfono sonó.
Se estiró y lo colocó en su oreja, escuchando risitas y comentarios inentendibles del otro lado de la línea.
— ¿Rosie? — preguntó la voz de Harry. Ella murmuró una queda respuesta, no queriendo que los niños la escuchen, aunque se ven muy enfrascados imitando la película — ¿Qué están haciendo allá? ¿Se metieron en una batalla campal por el último sobre de kétchup?
— Ares tiene complejo de Shrek — informó Roselyn, riéndose al verlo caer de rodillas, entonando al Hada Madrina — Y Scorpius no tiene problemas en ser Fiona.
Scorpius se detuvo, como si pudiera entenderla a través de todo el ruido de la película. Roselyn lo miró a los ojos, solo quedándose estupefacta cuando el niño continúo con la dramatización naturalmente.
— Ah — dijo Harry, y su confusión evidente la hizo reír — Solo quería ase... Oye, estoy en algo importante, deja de quejarte.
— No me jodas, cara rajada — le respondió una voz que le resultó conocida, logrando enderezar a Roselyn de golpe en su asiento. No podía haberlo imaginado — ¿Me trajiste aquí para escucharte hablar con tu esposa?
— ¿Draco? — balbuceó.
Scorpius volvió a parar, sin que los demás niños lo notaran. Esa vez, no se giró, pero a Roselyn le resultó evidente que sabía la conversación que estaba teniendo con su hermano.
Hubo silencio al otro lado de la línea.
— ¿Te puedes quedar con Scorpius hoy? — preguntó Harry. Roselyn no respondió al principio, esperando que siguiera hablando — Sabes que estoy siguiendo el caso de Draco, y Morrigan me ayudará esta noche. Papá y White irán por Teddy y lo llevarán a casa de Remus y Sirius, William irá con ellos por Nova. ¿Puedes quedarte a Scorpius y llevarlo al loft? Te lo compensaré, Rose, te lo prometo.
— Yo... vale — tragó saliva, quitándose un mechón de cabello de la cara y volviendo a los niños. Nova estaba en un duelo de esgrima con contrincantes imaginarios, que eran el mismo aire lo suficientemente condensando para darle pelea. Scorpius, que solo daba vueltas alrededor imitando a Fiona y Encantador, era el causante de ello — Pero quiero explicaciones, Harry, y verdaderas.
— Te podría hacer un juramento inquebrantable — dijo Harry — pero no creo que al hurón le guste la idea. Ahora mismo está asesinándome con la mirada, lo cual ya se tardaba en hacer.
A pesar de todo, Roselyn sonrió, congelándose mientras oía una voz seca murmurando maldiciones hacía Harry. Cerró los ojos y reunió toda su fuerza de voluntad para hablar.
— Harry ¿Podrías deci...?
— Dale a Scorpius un beso de buenas noches por mí — cortó Harry.
Roselyn miró a los niños otra vez. Scorpius la miraba de vuelta.
— Dile a papá Harry que yo también lo quiero — pidió el niño.
Roselyn repitió lo que había dicho.
— No te escuché diciéndole nada.
— No lo hice — confesó, su atención aún sobre ellos. Teddy había puesto su piel de un color brillante que, reflejado en los decoraciones de oro de la sala, daban un toque disco a la pequeña fiesta que habían hecho con la película. Ahora estaban imitando el enfrentamiento contra el Hada Madrina — ¿Tú y Morrigan no saben el por qué de su super oído?
— Salz y Gody dicen que es por el linaje de Magia — comentó Harry. El renovado silencio la hizo entender que Draco probablemente había dicho algo también. Si tan solo pudiera escucharlo — Es bastante sensible a todo, de hecho. Está manifestándose demasiado rápido.
— La ventaja es que podrá aprender a controlarlo a tiempo — razonó.
El poder de Scorpius era casi palpable, en toda la esencia del niño. Una sola mirada iracunda de su parte (que no sucedía muy seguido, a menos que Ares lograra sacarlo verdaderamente de quicio con su posesividad desmedida) podía hacerte ver el infierno mismo, y lo sabía porque Ares y Teddy lo habían dicho.
Ahora Ares estaba tan acostumbrado que era el único que lograba soportar a Scorpius en su peor momento. Morrigan y Harry tenían tanta poca paciencia que ni ellos mismos aguantaban lo cruel que llegaba a ser el niño si se enojaba.
— Es un gran consuelo — aceptó Harry. Otro silencio. Un suspiro. Casi pudo ver la sonrisa de Harry a través de la línea — Que no se acueste tarde, que no coma golosinas, no lo dejes cerca de una televisión y dale un vaso de leche tibia si despierta a mitad de la noche.
— Sé cómo cuidar niños, Harry.
Harry se burló.
— No te cuidas ni a ti misma, Rosie.
Le colgó antes de que pudiera responder.
— ¿Con quién hablabas, tía Rose? — preguntó Nova.
— Con Harry, cariño — respondió Roselyn — Dijo que mi padre y White vendrán con William por ti y Teddy. Te llevarán con Remus y Sirius— añadió, viendo al niño peli-azul abrir la boca para pedir una explicación más detallada.
— ¿Mamá y papá Harry me dejaron contigo? — Scorpius ladeó la cabeza.
Ese niño llegaba a ser muy aterrador.
— Sí, nos quedáremos en Londres hoy.
Ares hizo un puchero.
— ¡Se puede quedar aquí perfectamente! — se quejó, cruzándose de brazos.
Scorpius le besó la mejilla, al mismo tiempo que el televisor mostraba la secuencia del beso de Shrek y Fiona, lo que borró de inmediato la expresión enfurruñada del monstruito de cabello azabache.
Roselyn realmente no entendía a esos dos. A veces Scorpius se veía irritado de la posesividad de Ares y las otras simplemente lo alentaba. Teddy y Nova podrían ser los únicos normales del grupo, si hicieran algo diferente a disfrutar lo rápido que le cambiaba el humor a Ares alrededor del rubio.
Su padre, White y William llegaron a la media hora. Fue un gran consuelo que estuvieran presentes, porque Ares no se atrevería ni a hacer mala cara teniéndolos cerca ante la idea de que Scorpius se quedaría con Rose y no en Potter Manor con él.
Roselyn y Scorpius tomaron un tren hasta Londres, haciendo una parada cerca de Oxford Street donde compraron comida rápida (Scorpius tuvo que prometerle a Roselyn que no le diría a Harry que le dio hamburguesas bajo su cargo) e hicieron el mercado de la semana que llevaría al loft.
— Rose — preguntó Scorpius, bostezando de sueño mientras ella lo arropaba para dormir.
— ¿Qué sucede, cariño? — Roselyn lo miró, peinándole el cabello hacía un lado y verificándole la temperatura.
— Magia no me mintió ¿verdad? — dijo Scorpius, sus ojos brillaban — Mi padre volvió.
Roselyn tomó las mantas, subiéndolas hasta su pecho y encendiendo la luz de la lámpara en la mesa de noche, el pequeño espacio del loft especialmente acondicionado para Scorpius cuando se quedaba con ella. Los ventanales que componían toda la pared estaban cerca de él, dejando ver el paisaje de Londres a medianoche, algo que sabía haría dormir al niño como un bebé. Él siempre se sentía mejor viendo las estrellas.
— Lo hizo — admitió, tratando de sonreír sinceramente.
— ¿Crees que volvió por mi?
Roselyn esperaba que sí.
— Estoy segura.
Scorpius sacudió la cabeza, dejando caer su mejilla contra la almohada. Se aferraba al peluche de Mickey Mouse, que había sido un regalo de Harry cuando fueron a Disneyland, dos años atrás.
— Hécate dijo que lo haría — susurró, ensimismado en su propio mundo. Los párpados ya le pesaban demasiado como para mantenerlos abiertos más tiempo — Dijo que él quería conocerme. Que quería volver a ser feliz, y lo sería con nosotros.
— ¿Nosotros? — repitió Roselyn.
Pero Scorpius ya se había dormido.
Yk, Scorpius Hyperion Malfoy Sayre es la pieza clave de este acto y espero que adoren a los cuatro monstruitos porque los veremos un buen rato aquí.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro