XXIV.
twenty four;
LA LLEGADA A HOGWARTS
Cuando Draco bajó a desayunar esa mañana, se encontró a Roselyn sosteniendo una fotografía mágica entre sus manos con una sonrisa ligera en la cara.
— Buenos días — saludó Draco, inclinándose a su lado y tomando una tostada del plato.
Roselyn alzó el rostro, parpadeando hacía Draco y consiguiendo mantener su expresión nostálgica. Draco ocupó el asiento vacío a la izquierda de Roselyn, sus ojos grises tormentosos recorriendo el rostro pecoso de su novia mientras trataba de entender lo que pasaba por su cabeza. Roselyn siempre le pareció fácil de leer, a pesar de que su mirada grande y esmeralda conseguía colocar todo patas arriba en su mente.
— Bill me la dió esta mañana — dijo Roselyn, ante la pregunta implícita en el rostro de Draco. Sus dedos temblaron ligeramente sosteniendo la foto — Dijo que mi padrino llevó a su hijo con papá y White hace unos días. Tío Sirius pensó que era buena idea memorar la primera vez que estuvieron todos los bebés juntos.
— ¿Todos juntos? — repitió Draco, dejando de lado la tostada.
Su tono indiferente no debió ser suficiente engaño para ella, que soltó una risita suave bajo su aliento y luchó por mantener la sonrisa, a pesar de su repentina agitación.
— Le tomaron una foto al hijo de mi padrino, Teddy Lupin, a mi hermano Ares y a Scorpius — explicó, parpadeando un poco y tomando la mano de Draco, entrelazando sus dedos y dejando que el calor que emitía su cuerpo naturalmente envolviera la heladez de la piel de Draco. El gris y el esmeralda colisionaron al mirarse, por primera vez en meses, como si todos los problemas se desvanecieran de repente — ¿Quieres ver?
Draco asintió sin dudarlo.
Roselyn acercó su silla a la de él, reforzando el agarre de sus manos entrelazadas y le mostró la fotografía. Era mágica, y en ella podía verse una pequeña sala hogareña. Al fondo había una chimenea de ladrillo, y frente a ella, disfrutando del fuego y la alfombra que los protegía de la fría madera del suelo, estaban tres bebés.
El primero, a la derecha, tenía cabello color azul eléctrico y su piel variaba entre los tonos rojos a naranja, un par de cuernos sobresaliendo de esas hebras tan llamativas. A la izquierda, el niño de los Potter, con su cabello azabache alborotado y sus grandes ojos grises, sosteniendo una muñeca de trapo y con media cara manchada de brillantina morada. En el medio, a mitad de una carcajada y moviendo sus pequeñas manos alrededor de un torbellino de agua, estaba su hijo.
Era como verse a si mismo de bebé.
Scorpius no tenía mucho cabello, pero ya sobresalía el destello de mechones rubio platinado. Su piel era tan pálida como la de Draco, y a la luz del fuego adquiría un tono rojizo que le daba un poco de vida a sus mejillas regordetas. Sus ojos color mercurio contenían tanta felicidad que eran perfectamente capaces de transmitir el sentimiento a través del papel. Tenía la constelación del escorpión dibujada con brillantina sobre el puente de su nariz, y el torbellino de agua dibujaba a un guerrero, espada y escudo, antes de caer al suelo.
— Papá dijo que era extraño — susurró Rose, notando la manera hipnotizada en que Draco observaba a su hijo — pero él ya estaba manifestando el sabbat. Cuando hizo su primer berrinche porque tenía hambre, casi consiguió inundar la casa con agua de la ducha.
— Es por la herencia de Salazar ¿no? — logró decir Draco, parpadeando y volviendo a la realidad.
— Eso cree papá — Roselyn se encogió de hombros, dejando la fotografía sobre la mesa y jugando con la mano de Draco, delineando la palma de su mano. Draco la observó fijamente, intentando entender lo que estaba pensando de todo esto — Aunque William dijo a Morrigan que el sabbat de los Sayre se manifiesta a los 15, así que él piensa que es por ti que puede manejar los elementos tan rápido.
Draco cerró los ojos de golpe.
— No estarás pensando que semejante tontería es cierta ¿Verdad?
— ¿Por qué sería una tontería? — torció Roselyn, alzando la mirada. —Hasta hace un año me aterraba lo que leía en los libros del fuego maldito y ahora lo uso para defenderme o a las personas que quiero, Draco.
— Si yo tuviera tanto poder — ironizó, frunciendo el entrecejo y luchando por mantener un tono adecuado — ¿No crees que lo hubiera utilizado ya para mantenernos a salvo, Rose?
— No — dijo ella, y la tranquilidad que expresaba toda ella lo desequilibró. Desde que supo que aparentemente, él descendía de Magia, Morgana y Merlín, estaba en negación. No le encontraba el más mínimo sentido a tener tanto poder y no haberlo notado antes. Draco ni siquiera fue capaz de defender a su novia de Voldemort ¿Cómo esperaban que creyera tan fácil aquella tontería de que entre sus ancestros estaba la mismísima Magia? — Porque tienes miedo y siempre lo has tenido. Te conozco, Draco, y estás haciendo lo mismo que hace un año. Sé que la razón de que te demoraras tanto queriendo reparar el armario es porque no ponías todo tu empeño en ello. No querías hacer lo que te ordenaron después del armario y te aferraste a creer que no lo lograrías.
— Eso es completamente diferente — Draco mantuvo su postura — Si no me hubieras dado ese libro, jamás hubiera encontrado la manera de...
— Si tuvieras tu concentración completamente presente, no hubieras tenido que recurrir a mi en primer lugar — negó Roselyn, mordiéndose el labio inferior. El cabello rojo le caía en ondas a ambos costados de la cara y sus ojos esmeraldas examinaban a Draco de tal manera que, al igual que antes, se sentía expuesto frente a ella — Tal vez no has notado el potencial mágico que posees porque le tienes miedo.
— ¡Rose!
Roselyn soltó su mano y se colocó de pie, viendo a William y Pansy entrar apresuradamente a la cocina. Draco se desconectó completamente de lo que estaban hablando, sus ojos mercurio volviendo a encontrar la fotografía de su hijo sobre la mesa. Scorpius se ve tan feliz e inocente, tan alejado de todo el mal que están viviendo, que lo contento que parece creando aquella figura del guerrero de agua y lo poco temeroso que se ve del aparente poder que manejan hacen que Draco se replantee todo lo que ha estado creyendo de su vida los últimos 17 años.
— ¿¡Harry qué!? — chilló Roselyn, sacando a Draco de sus pensamientos.
Se colocó de pie, guardando la fotografía de Scorpius en el bolsillo de su pantalón y mirando la expresión exasperada de William y la desconcertada de Pansy.
— ¿Qué sucede? — preguntó, cruzando ambos brazos sobre su pecho.
— Harry, Isolt, Ron y Hermione se fueron a Gringotts — dijo William, colocando los ojos en blanco — Con Griphook. La misión que les dejó Dumbledore tiene algo de importancia allí.
Draco parpadeó, su mente maquinando a toda velocidad.
— La bóveda de los Lestrange — comentó Pansy, bajo su aliento y estremeciéndose. Roselyn, William y Draco le regalaron idénticas miradas de confusión — Bellatrix le preguntó a Griphook cómo el trío de oro llegó a tener una espada que los carroñeros tenían de botín y mientras torturaba a Hermione quería saber cómo entraron a su bóveda.
— ¿Una espada? — repitió William, levantando la ceja — ¿Cómo era la espada?
— Era de plata — dijo Draco, asintiendo. Empezaba a recordarlo, sentía que ya había visto esa espada antes — Tiene rubíes incrustados y hay un nombre grabado en ella, no sé cuál era, no pudimos verlo bien. Bellatrix quería sacarla de nuestro alcance lo más rápido posible.
William bufó, tras un rato en silencio.
— El maldito hijo de puta sigue haciendo de las suyas incluso después de muerto — murmuró, cerrando su mano en un puño y lanzando maldiciones silenciosas en un idioma que todos desconocían.
— ¿De quién estás hablando, William? — demandó saber Roselyn.
— De mi padre — explicó William, suspirando hondo ante su sorpresa. Parecía que cada mención a Godric Gryffindor lo alteraba — ¿De quién más? La espada de la que hablan es la espada de Gryffindor, Rose. Cuando fui a Hogwarts por primera vez, Rowena tenía la espada exhibida en la oficina del director. La forjaron los duendes para mi abuelo durante su tiempo en el ejército de caballeros de Britania. Mi padre la heredó y al morir se la dejó a Rowena para que la protegiera en Hogwarts. Tuve que hechizarla y esconderla en el Sombrero Seleccionador porque los duendes siguieron muy dispuestos a obtenerla e intentaron robarla varias veces. Solo un verdadero Gryffindor podría sacarla de ahí.
— ¿Y? — dijo Pansy, viendo que se quedaba callado de repente.
— Harry logró sacarla en la cámara de los secretos— dijo Roselyn, apoyando el peso de su cuerpo sobre su pierna izquierda — Mató al basilisco con ella.
Algo pareció haberse encendido en el cerebro de William.
— Ahora entiendo — la sonrisa de William se agrandó, de forma cruel y aparentemente divertida — Están buscando horrocrux. Esa es la misión que Dumbledore encomendó a Harry antes de morir, por eso fueron a Gringotts.
— ¿Qué demonios es un horrocrux? — preguntó Pansy.
— Un pedazo del alma de alguien oculto en un objeto sin importancia — explicó Draco. Lo había leído en uno de esos tantos libros que se vió obligado a recitar frente a su tía Bellatrix mientras se preparaba para la misión de matar a Dumbledore y del armario evanescente — Es magia muy oscura y que la mayoría de personas desconocen.
— El querido Tom Riddle debió de conocerla — William ladeó la cabeza, cruzando los brazos encima de pecho — Los horrocrux solo pueden ser destruidos de tal forma que no puedan volver a regenerarse. El fuego maldito es una de esas formas — añadió, mirando a Roselyn que parpadeó sorprendida y algo asustada — El veneno de basilisco es otra. Dumbledore puso a Harry en su testamento como portador de la espada para esto. Sus propiedades mágicas logran absorber todo lo que la hace más poderosa.
— ¿Todo este tiempo estuvieron buscando estos horrocrux? — preguntó Pansy, aterrada.
William asintió, chasqueando la lengua.
— James va a enloquecer cuando le diga de esto. — decidió, sacudiendo la cabeza — Debieron sospechar que la alteración de Bellatrix ante la idea de que robaran la espada era porque escondía algo más de mayor importancia. Él confiaría que ella mantendría a salvo cualquier cosa que le pidiera, incluso si no parece nada con verdadera relevancia. ¿No es ella la mortifaga más leal y peligrosa que ha tenido?
— Definitivamente — asintió Draco, rodando los ojos.
— Le gusta mucho torturar — murmuró Roselyn, acariciándose las muñecas distraída.
William frunció el ceño.
— ¿Qué fue lo que te hizo mientras estuviste con ellos?
Roselyn tragó saliva.
— ¿Es eso importante ahora?
— Bastante — declaró William, acercándose y subiendo las mangas de su suéter. Draco sintió que le hervía la sangre al ver los moretones y los puntos rojizos encima de sus venas — Hay algunos locos que han sentido resentimiento por Magia y quieren destruirla desde los tiempos de mis padres. ¿Por qué crees que la existencia del sabbat es un secreto? Tom Riddle es codicioso y se sentirá ofendido de no tenerlo incluso siendo un descendiente. Alguno de esos resentidos debe haberle dicho de nosotros. Lo que no sabe el imbécil es la razón de que el sabbat haya pasado al linaje de los fundadores. Si busca quitártelo y lo logra, Magia lo destruirá y nuestros poderes no existirán nunca más.
— ¿Por qué lo destruiría? — se escandalizó Pansy.
— Porque eso es lo que hace la naturaleza — William suspiró — ¿No han ido hablar de los cataclismos? Se destruye y se regenera. El problema es que Magia ha estado debilitada por milenios, no va a ser capaz de regenerarse. Los magos se extinguirán y ese siempre ha sido un riesgo que decidió correr si el poder del sabbat llega a alguien no merecedor. Tom Riddle obtiene tu fuego, Rose, y nos podemos dar por muertos todos.
Draco parpadeó.
— Magia no luce tan catastrófica.
— Tú pareces una barbie, Malfoy — ironizó William — y ahí te veo descendiendo de dos de mis mejores amigos que, específicamente, son una hada negra y uno de los magos más poderosos que ha tenido el mundo mágico. ¿De dónde crees que has heredado lucir encantador y ser más peligroso que una mujer hormonal? La naturaleza es así de engañosa.
— No sé cómo sentirme oyéndote llamar encantador a mi novio — dijo Roselyn.
Draco trató de no sonreír ante el término empleado.
— Lo mismo — dijo Pansy, conteniendo su risa — solo que a mi mejor amigo.
William miró de una a la otra, optando por solo rodar los ojos.
— ¿Dónde está Nott? Los llevaré conmigo cuando hable con James — decidió William, recibiendo sus miradas desconfiadas — Si están presentes, James no va a intentar matarme por permitir que Harry se fuera. — y dándose la vuelta para salir de la cocina, siguió refunfuñando: — Que difícil es cuidar de los Potter, lo juro, cuando todo esto termine espero mis merecidas vacaciones.
Pansy se rió, despidiéndose de ambos apresuradamente y corriendo tras William.
Draco vió de reojo la sonrisa en la cara de Roselyn.
— ¿Qué te tiene tan feliz, cabeza de jengibre?
El empleo del apodo debió de sorprenderla, aunque Draco notó la nostalgia que adquirió su expresión al oírlo.
— Nada — Roselyn se encogió de hombros, acercándose a Draco y acariciándole la mejilla. Ella había crecido, pero Draco seguía superándola en altura. Tuvo que inclinarse para verla a los ojos — Solo que... la primera vez que te pregunté la clase de desastre natural que eras, me dijiste que eras un cataclismo. Me parece irónico ahora todo esto.
¿Cómo es que ella podía recordar eso?
Draco no obtuvo respuesta, cuando William encontró a Theo los obligó a todos a alistarse, porque darían un paseo hasta la casa de los Potter-Black. Transformaron una pequeña lata vacía en un traslador y se despidieron de Bill y Fleur Weasley, girando y girando hasta tocar el suelo de una cabaña pequeña en medio de un bosque gigantesco.
— Este lugar luce más aterrador que Malfoy Manor — murmuró Theo, sacudiéndose las manos. Había estado inquieto los últimos días, probablemente pensando acerca de Blaise y cómo la estaba pasando sin ellos en Hogwarts.
— A White le pareció divertido — informó William, guardando la lata en el bolsillo de su pantalón — Le recordaba a Grimmauld Place.
— Me pregunto por qué — ironizó Roselyn, abrazándose a si misma para cubrirse del frío.
William se encaminó hacía el porche, con ellos detrás de él. Entre más se acercaban, la apariencia del lugar más cambiaba. Pasó de ser lúgubre, fría y destruida a ser hogareña y cálida, las ondas de magia que despedía de las protecciones del lugar. Draco se detuvo unos segundos, preguntándose si alguno de sus amigos podía ver también los destellos de distintos colores que constituían la cápsula mágica alrededor de la cabaña.
Cuando William abrió la puerta, un repentino olor a galletas los inundó. La música que provenía del fondo del pasillo de entrada llamó su atención.
— ¿Eso es Madonna? — Roselyn se rió, entrando primero.
Draco la siguió de inmediato, mirando las fotografías colgadas en la pared. Eran de los Potter, una de ellas con Roselyn de niña. Draco no contuvo su sonrisa burlona al ver esos grandes ojos esmeraldas casi lagrimear, ya que su cabello rojizo intenso y su cara repleta de pecas estaba manchada de lo que parecía pastel de chocolate.
Él, Pansy y Theo se detuvieron bajo el arco de entrada, viendo a William correr escaleras arriba, llamando al padre de los Potter a voz de grito, y a Roselyn acercarse a la mujer castaña en el sofá frente a la chimenea, haciendo maromas con un pequeño bebé vestido de león.
Draco notó que aquella sala era la de la fotografía.
— Esto es demasiado... familiar — murmuró Theo, asombrado.
Pansy sonrió tristemente.
— Realmente no estamos acostumbrados a esto.
— Tal vez lo hagamos — decidió Draco, mirando a Roselyn charlar tranquilamente con White Potter y tomar en brazos a su hermano, meciéndolo de un lado a otro y murmurándole palabras cariñosas.
White Potter se levantó del sofá, encontrándolos de pie y sin saber qué hacer bajo el arco de piedra. Se veía bastante cambiada, Draco la recordaba rubia de la última vez que la vió. Aún así, su mirada y su sonrisa no estaban alteradas. Se veía incluso más radiante que en el tiempo que él la conoció, cuando Roselyn quedó inconsciente tras uno de sus ataques causado por Potter y ella le hizo cuestionarse, por primera vez, todo lo que sabía de si mismo.
— No pensé que William traería visitas — comentó, acercándose a ellos. Solo cuando se detuvo, Draco notó que tenía una bandeja plateada en la mano — ¿Quieren galletas? James y yo hicimos demasiadas para nosotros dos.
— ¿¡CÓMO QUE DEJASTE QUE HARRY SE FUERA, RAGNOR GODRIC SLYTHERIN!? — gritó una voz varonil y furiosa desde arriba.
White suspiró.
— ¿Ahora qué hicieron? — cuestionó, mirando a Roselyn sobre su hombro con exasperación.
Ella le sonrió débilmente, sosteniendo a Ares contra su pecho y dándole palmaditas en la espalda. El bebé era tan pequeño que Roselyn era capaz de sostenerlo solo con una mano.
— ¿Ragnor no es el nombre de William? — preguntó en cambio.
— Sigo diciendo que suena al nombre que le pondrías a un dragón — dijo White.
— Es el nombre de un dragón — dijo Pansy, riéndose y enfatizando la primera palabra.
La madera de las escaleras sonó. William bajaba por ellas apresuradamente, siendo perseguido por un par de flamas azules que le rozaron el cabello y lo hicieron echar humo. Detrás de él, venía Potter padre muy furioso, manejando el fuego que por poco y lograba alcanzar a William.
— ¡En mi defensa, James, ellos ya tenían planeado irse desde antes! — chilló William, agachándose y evitando la maldición diabólica.
James lanzó una renovada bola de fuego, que dió contra una lámpara.
— TE DIJE QUE LO IMPIDIERAS.
William hizo un gesto de ofendido.
— LO REBELDE VIENE DE TUS GENES, NO ME CULPES POR ALGO QUE TÚ LES HEREDASTE.
Otra bola de fuego dió de lleno en la chimenea, alimentando las llamas de esta y casi consiguiendo tocar a Roselyn si ella no se hubiera apartado a tiempo de la trayectoria, dando la vuelta para proteger a su hermanito.
— ¡JAMES CHARLUS POTTER! — reprendió White, interponiéndose entre su esposo y William, que aprovechó la situación y se escondió detrás de Roselyn. Pansy murmuró algo parecido a Y él es un Gryffindor bajo su aliento al verlo — ¡Ya deja de atacar a William! ¡Puedes herir a Ares!
— Gracias por el apoyo, White — ironizó William, sin apartar a Roselyn de su camino.
James frunció el ceño.
— Y tú eres el hijo de Godric Gryffindor.
William le sacó el dedo medio.
— Ante todo soy un Slytherin, cabrón.
— ¿Eso fue español? — preguntó Theo a Pansy, inclinándose para que solo ella y Draco pudieran entenderlo.
— William habla muchos idiomas — respondió Pansy, torciendo el gesto entre la preocupación y la diversión. Debía tener los nervios crispados— Lleva vivo 800 años y se esconde detrás de una niña de 16.
— ¡Escuche eso, Pansy! — reclamó William.
James se giró a verlos, frunciendo el entrecejo y luego dándole toda su atención a su esposa, que le murmuraba algo al oído. Él asintió, rodando los ojos y tomando una galleta de chocolate de la bandeja.
Toda la situación era tan bizarra que a Draco ni siquiera le sorprendió cuando su suegro les habló.
— ¿Quieren galletas? — ofreció, dándole un mordisco a la suya.
Roselyn se rió.
— Bienvenidos a la familia Potter — felicitó, frotando la espalda del bebé y haciéndole muecas tiernas al oírlo bostezar.
Las llamas de la chimenea se volvieron verdes, dejando pasar a un hombre alto, de barba de tres días, cabello negro azulado por los hombros y ojos grises. Detrás de él, venía su antiguo profesor de Defensa, con su ropa remendada y cicatrices en la cara.
— ¿Por qué siempre que llegan tienen malas noticias? — se quejó su suegro.
— ¡Ni siquiera hemos dicho nada! — se ofendió el hombre desconocido. Si no mal recordaba Draco, era Sirius Black, el primo traidor que su tía y su madre despreciaban.
— Tu cara lo dice todo, Canuto — se defendió James.
Remus Lupin suspiró.
— Vieron a Harry, Ron, Hermione y Morrigan montando un dragón fuera de Gringotts, James.
El resto de unas buena, largas e intensas tres horas se les pasaron oyendo la nueva noticia que imprimió El Profeta ese tarde, después de James descargara su frustración intentando matar a William con sus bolas de fuego. Según Remus Lupin, el trío dorado y Morrigan destruyeron gran parte de Gringotts escapando con un dragón Irobelly Ucraniano, convirtiéndolos en los 4 indeseables del mundo mágico.
— Rose es la quinta indeseable — dijo Sirius, mirando a Roselyn. Ella seguía sosteniendo al bebé Ares y parecía horrorizada tras escuchar toda la historia. Draco entrelazó sus manos y trató de calmarla — William es el sexto y James el séptimo.
James levantó la cara, porque había estado escondiéndola en sus manos mientras trataba de controlar su evidente preocupación.
— ¿El séptimo? Ya valí.
— No digas eso, idiota — recriminó White, dándole un golpe en el brazo — ¿Algo dice El Profeta de ellos? — añadió, mirando a Pansy, Draco y Theo — me sorprende que no hayan puesto precio a sus cabezas aún por desertar.
— No han dicho nada en el último mes — dijo Remus.
Los tres se miraron. No se sentían cómodos con aquello, algo debían estar tramando los mortifagos si no los ofrecieron en bandeja de plata para que la prensa y el mundo mágico supiera lo que hicieron desertando el bando tenebroso.
White chasqueó la lengua, frotándose las manos. Parecía bastante inquieta, y no se calmó hasta tener entre sus brazos al bebé de nuevo, apoyándolo contra su pecho y acariciándole la pequeña mata de cabello negro con parsimonia.
Draco se removió incómodo.
— Scorpius está arriba — dijo ella de pronto. Draco notó que lo estaba mirando, probablemente entendiendo el porqué de su comportamiento. Aún le aterraba lo fácil que resultaba de leer para White Potter — Le gusta dormir la siesta antes de comer.
— Mejor para nosotros — añadió James — tenemos mucho con un solo revoltoso.
— Se refiere a la cualidad emocional — tradujo White.
— Que graciosa eres, escarlata — devolvió Sirius, entrecerrando los ojos.
Se veían muy dispuestos a empezar una discusión, lo que solo hizo a Remus suspirar exasperado y a James sonreír.
— ¿Esto es normal? — murmuró Theo a Draco, solo recibiendo de respuesta un encogimiento de hombros.
— Más de lo que crees — respondió William, acariciándose la mejilla herida. Tenía una venda mágica sobre la quemadura que le provocó James antes de que White pudiera calmarlo. — ¿Se pueden concentrar? Sabemos cuál es la misión que Dumbledore le encargó a Harry.
— ¿Ah sí? — preguntaron los cuatro adultos al mismo tiempo.
William asintió, a punto de abrir la boca hasta que el patronus de una urraca flotó encima de ellos.
— ¿Qué demonios? — maldijo Pansy.
— Es el patronus de Fred y George — dijo Roselyn, parpadeando sorprendida.
Draco intentó no preguntarse cómo es que ella sabía cuál era el patronus de ese par de comadrejas.
— Cayó el relámpago en Hogwarts — dijo una voz, a través del patronus. Draco no podía diferenciar cuál de los dos gemelos Weasley era — Cayó el relámpago en Hogwarts. ¡Habrá fuegos artificiales!
El patronus de la urraca se desvaneció, dejando un silencio atosigante sobre ellos.
White fue la primera en reaccionar.
— ¿Quién dejó a Lee Jordan decidir los nombres clave?
— Sirius — acusó James.
— James — acusó Sirius.
— James y Sirius — acusó Remus.
— ¿Cómo es que salieron vivos de la primera guerra? — preguntó Draco, incrédulo.
Ellos lo ignoraron, colocándose de pie.
— Ustedes se quedan aquí — ordenó James.
— ¡NO! — protestó Roselyn.
— ¿Enserio crees que te haré caso, Potter? — se burló William.
James frunció el entrecejo.
— Bien, William viene — aclaró, rodando los ojos mientras William se acercaba a ellos, dejando un pequeño objeto en la mano de Pansy — El resto se queda. Rose... — añadió, viéndola con intenciones de quejarse — Cuida a Ares, por favor. Te necesitamos aquí, a salvo. A todos — dijo, mirándolos — No se entrometan en esto.
Roselyn recibió a su hermanito, conteniendo un par de groserías entre sus labios mientras ellos se desvanecían del lugar, las protecciones parpadeando al desaparecerse.
— No me voy a quedar — decidió Theo, cruzándose de brazos y levantándose de golpe del sofá— Tenemos que ver a Blaise, Draco.
— William lo sabe — dijo Pansy, enseñando el objeto parpadeante. Era una pinza de pelo desgastada — Dejó un traslador.
— Esperen — Roselyn abrió los ojos molesta — ¡No me van a dejar aquí!
— ¿Con quién piensas dejar a tu hermano? — dijo Draco, acercándose a ella para calmarla. Roselyn se veía dispuesto a discutir, callando al oír el bostezo y balbuceos de Ares. Draco acarició sus mejillas y esperó a que lo viera a los ojos — Rose, tienes que cuidar de él... y de Scorpius. Quédate aquí, estarán a salvo contigo.
Roselyn se mordió el labio, y tras unos segundos de indecisión, asintió.
Draco tomó la mano de Pansy y los tres se desvanecieron con el traslador, cayendo de golpe en lo que parecía una taberna cerrada. Fred y George Weasley estaban cerca de un retrato abierta que daba pie a una pasadizo, ayudando a entrar a los que, si no recordaba mal, eran el antiguo equipo de quidditch de Gryffindor.
— ¿Qué de...?
— Ellos vienen conmigo — William saltó desde el túnel, cayendo en medio de Fred y George que ya habían tomado sus varitas. Draco, Pansy y Theo sostenían las propias, esperando algún ataque — Tranquilos, tranquilos.
— ¿Estás seguro, William? — preguntó uno de los gemelos.
— Por supuesto — William sonrió, acercándose a los tres y rodeando a Pansy con uno de sus brazos — Están con nosotros, señores. Ahora, vamos.
William los arrastró por el pasadizo, apresurándolos y tratando de informarlos de lo que había sucedido cuando ellos llegaron. Al parecer, uno de los horrocrux estaba en Hogwarts y los chicos llegaron a sacarlo. Según William, tenía que ver con Ravenclaw.
— ¿No eres tú el experto en los fundadores? — preguntó Theo.
— Por supuesto — William sacudió los hombros — tampoco me gustó cómo sonó eso. Solo hay una cosa que puede ser y es la diadema de Rowena.
— ¿Sabes dónde esta?
— La maldita de Helena se la robó a Rowena y se fugó con ella — dijo William, con el ceño fruncido — Luego el Barón Sanguinario la encontró por orden de Rowena y la asesinó. Historia triste, final merecido. Esa niña arrogante nunca supo cuando debía detenerse.
Draco miró a Pansy.
— ¿Enserio quieres salir con él?
Cuando llegaron al final de túnel, se encontraron toda una fortaleza de hamacas y gente. Cerca de las escaleras que daban a la puerta, White fue la primera del grupo en verlos llegar.
— ¿No les dijimos que se quedaran?
La gente acumulada se giró a mirarlos. La mayoría de ellos se veían desconfiados, algunos hasta sacaron las varitas, pero ninguno se movió en cuanto vieron a White acercándose, dándole a William una mirada acusadora y cruzándose de brazos frente a ellos.
— También queremos luchar — dijo Theo.
— No desertamos para seguir quedándonos de brazos cruzados — declaró Pansy.
— Ayudaremos — añadió Draco, enfrentándola directamente.
Después de ya un año desde esa discusión en la enfermería podía ofrecerle una respuesta, y White parecía estar entiendo a la perfección la decisión que tomó.
Era un Malfoy Black. Iba a hacer lo que quería y pasaría por sobre cualquiera que se lo impidiera.
Ella sonrió.
— Vale, nos divertiremos muriendo todos juntos.
— Eso es muy reconfortante, preciosa. — dijo James, como si contuviera una sonrisa.
La puerta se abrió de golpe, y por las escaleras bajaron Potter y Lovegood. Potter se resbaló en los últimos escalones, posiblemente del susto, viéndolos allí de pie.
— ¿Qué? — balbuceó, tambaleándose para colocarse de pie. Draco notó que tenía una parte del rostro ligeramente brillante, como una quemadura. Se preguntó qué habían hecho esos idiotas para que Potter, que era inmune al fuego, terminara así — ¿Cómo?
— Harry ¿Qué sucede? — preguntó Sirius.
Potter miró a Lovegood, que sonriendo de oreja a oreja se acercó a Dean Thomas.
— Eh... — logró decir, sosteniéndose de Sirius y mirándolos de uno en uno — Voldemort está en camino. Están atrincherando la escuela. Snape ha huido... ¿Qué hacen todos aquí? ¿Cómo lo han sabido?
— Fred y George — dijo James, oyéndose bastante divertido.
— No puedes esperar que la Orden se pierda toda la diversión, Harry — bromeó Fred, desde la entrada del retrato. Él y su gemelo parecían estar haciendo guardia — Cuando nos avisaron, enviamos un patronus a todos.
— ¿Qué hacemos primero, Harry? — llamó George — ¿Qué pasa?
— Están evacuando a los más pequeños y todo mundo se está reuniendo en el Gran Comedor para organizarse — dijo Potter, acomodándose las gafas — Vamos a luchar.
Se alzó un gran rugido y una oleada de gente se abalanzó hacia las escaleras,lo presionaron contra la pared al pasaron corriendo. Los miembros mezclados de la Orden del Fénix, el Ejercito de Dumbledore y el antiguo equipo deQuidditch de Gryffindor, todos ellos sacando las varitas, se dirigían hacia el salónprincipal del castillo.
— Vamos, Luna — la llamó Dean Thomas al pasar, tendiéndole la mano libre.
Ella la tomóy le siguió escaleras arriba.
— Esos dos se relacionaron bastante bien en casa de Bill — comentó Pansy, en voz baja, como si compartiera un secreto.
— No seas metida, Parkinson — reprendió Theo, rodando los ojos — Tenemos que salir a buscar a Blaise.
— ¿Dónde está Morrigan? — preguntó de pronto Potter — ¿Y Ron y Hermione?
— Salieron a los baños — dijo James — Dijeron que tenían algo que hacer ahí. Que tú entenderías.
— Ay no — susurró William, acariciándose el puente de la nariz.
— ¿Cómo que "ay no", William Sayre? — dijo Pansy, mirándolo directamente — ¿Dónde está Morrigan?
William agitó la mano, mientras los Weasley discutían a la comadreja menor para que se largara. Justo en ese momento, apareció repentinamente otro pelirrojo de gafas, que tropezó torpemente al resto de su familia. Tuvieron una discusión bastante entretenida, donde los gemelos solo se dedicaron a insultar al recién llegado.
Mientras la regordeta madre de los Weasley gritaba ¡Ginny! bastante alto, porque la comadreja menor intentó huir fuera durante la reconciliación, otra cabellera pelirroja apareció desde la entrada abierta del túnel.
— ¿Llegué tarde? — preguntó Roselyn, sonriendo de oreja a oreja.
— ¡ESO SÍ QUE NO! — chillaron Potter, James y Draco al mismo tiempo, generando sobresaltos del resto de espectadores.
— Miren — decidió Roselyn, acercándose a pasos fuertes hacía ellos — No me importa si me creen muy pequeña para estar aquí ¡No me voy!
— ¿No te pedí que te quedaras? — gruñó James.
— Tú nunca me enseñaste a seguir instrucciones, papá — se defendió Roselyn, alzando la barbilla con obstinación.
— Tenías que cuidar a tu hermano, Rose — siseó Draco, parpadeando varias veces para poder controlar su frustración.
Algunas luces se apagaron y encendieron a gran velocidad, aunque Roselyn no hizo caso de su expresión encolerizado.
— Llegó Atenea y lo dejé con ella — dijo, mirando hacía White, que cerró los ojos y murmuró algunas maldiciones entre dientes — Dijo que estaría en casa de Andromeda Tonks con Tonks, Scorpius, Ares, Teddy y mi mamá. ¡Están a salvo, y yo vine a luchar!
— ¿De quién heredaron lo suicida? — preguntó Pansy, bastante incrédula, desviando su mirada entre ambos hermanos Potter.
— Del padre — dijeron Sirius, Remus, White y William colectivamente.
— ¡Eh!
Draco se acarició el puente de la nariz, exasperado.
Esto le pasaba por enamorarse de una Potter.
DOS CAPÍTULOS MÁS Y TERMINAMOS EL ACTO JJSJSJJS
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