XXII.
twenty two;
EL REFUGIO
Las rodillas de Roselyn temblaron cuando sus pies desnudos tocaron el suelo, y con un mareo repentino se tambaleó lejos del agarre de Ron, sostenida al último minuto por Harry.
— Eh, eh — murmuró su hermano, colocándose de cuclillas y quitándole el cabello de la cara. Roselyn respiró profundo, tratando de calmar su agitado corazón. Harry le acarició la mejilla y trató de componer una sonrisa tranquilizadora, sus ojos verdes, brillantes y asustados, examinando su rostro buscando heridas que debían atender — Ya no estás allí, Rosie, tranquila.
Roselyn asintió, aferrándose al pecho de Harry y tratando de contener el llanto. No estaba muy segura de cuánto había sucedido desde que la atraparon ese día, el tiempo entre las visitas constantes de Voldemort y las torturas de las que se veía víctima se le hizo eterno. Cuando Harry y Ron aparecieron en las mazmorras, Roselyn casi estalló. Estaba aterrada y ver a su hermano vivo, luego de aquel sorpresivo ataque que la separó de su padre, White y el bebé no nato, hizo que su corazón crujiera de regocijo y dolor.
— ¿Harry?
Ella se tensó, separándose lentamente de Harry.
Fue la primera vez que notó el lugar donde estaban. Era un casa, muy alta, aunque algo vieja. El sonido de las olas chocando en la costa llamó la atención de Roselyn, mirando la arena a su alrededor y dejando que el olor a sal inundara su nariz. Las ráfagas de viento le generaron incomodidad, llevándose las manos a los brazos y tratando de cubrir los moretones que tenía en su piel ante los experimentos que Voldemort hizo con ella.
Podía sentir la mirada de Draco encima de ella.
— Joder, estamos a salvo — escuchó mascullar a Ron. Entre él y Theo sostenían a Hermione, que permanecía inconsciente entre los brazos de ambos. Se veía tan pálida que parecía muerta, y el pensamiento logró que Roselyn se estremeciera.
— Morrigan — balbuceó Pansy, incrédula.
Morrigan acababa de salir de la casa. Era ella quien había llamado a Harry. Tenía el cabello corto, por los hombros, y se veía tan pálida y destrozada como Hermione. Su piel, naturalmente más morena que la de todos, perdió el color tan característico de su familia. Sus ojos oscuros eran el pozo sin fondo más aterrador que Roselyn había visto en un buen rato, y no le sorprendió ver a Harry observarla completamente descolocado.
— Isolt — la sonrisa rota de Harry provocó un sollozo inmediato por parte de Morrigan. Ella corrió lejos de la protección de pelirrojo alto y serio (a quien, tras parpadear unas tres veces, Roselyn reconoció como Bill) que estaba a su lado y se lanzó a los brazos de Harry, que la atrapó en el aire y la sostuvo contra su pecho.
Roselyn tragó saliva y desvió la cara de la escena. Los ojos de Draco no la habían abandonado ni un solo segundo.
— Estás aquí, estás aquí — lloriqueó Morrigan. Las lágrimas ya habían empezado a correr por sus mejillas cuando miró sobre el hombro de Harry, su atención encima de Pansy — Pans... ¿Qué, qué hacen...?
Sus ojos encontraron a Theo. Él alzó su mano y la sacudió ligeramente, sin dejar de ayudar a Ron con Hermione. Luego, Morrigan volvió con Pansy. Ella se abrazó a si misma y le sonrió temblorosa a su preocupada mejor amiga.
Junto a Pansy, estaba Draco.
A Roselyn no le sorprendió el evidente pánico en los ojos de Morrigan al verlo.
— Está bien — murmuró la voz de Harry, haciéndose oír sobre el crepitar de las olas contra la costa. El viento se volvió intenso y logró estremecerlos a todos. Roselyn cerró los ojos, tratando de concentrarse para que el calor corporal y natural de su cuerpo volviera a ella — Está bien, vienen con nosotros. Tenemos que ayudar a Hermione. ¿William está contigo?
Morrigan asintió. Harry le besó la sien y entrelazó sus manos, tirando de ella hacía Bill.
— Yo puedo — aseguró Ron, cargando a Hermione al estilo princesa. Nott se alejó, lentamente, siguiendo los movimientos de Ron de forma precavida por si debía brindar su ayuda una vez más. Ron asintió hacía él — Gracias, Nott.
Él desdeñó el halago y retrocedió, quedándose junto a Pansy y Draco.
— No se van a quedar ahí todo el día — murmuró Roselyn — Vengan, estaremos a salvo allí.
Al entrar a la casa, no había rastro de Hermione o Morrigan. Ron se balanceaba en un sillón, atento a las palabras de Bill. Harry tenía una discusión silenciosa con Dobby, siguiendo vagamente el hilo de la conversación que tenían ambos hermanos.
De las escaleras, salió disparado un borrón negro. Cinco segundos después, Pansy estaba aprisionada entre los brazos de William. La última vez que Roselyn lo vió, fue la boda de Bill y Fleur. Había cambiado mucho desde entonces. Se cortó el cabello y parecía más delgaducho que antes, y la cicatriz de su mandíbula no estaba ahí antes de la boda del matrimonio Weasley-Delacour, igual que las ojeras pronunciadas bajo la cuenca de sus ojos oscuros.
— Por el jodido de Arturo — masculló William, acariciando la cara húmeda de lágrimas de Pansy e interrumpiendo el debate que mantenían Harry y Dobby — Mierda, si te hicieron algo...
— Estoy bien, Will — juró Pansy, dejando un beso corto sobre los labios de William.
Él sonrió y volvió a abrazarla, centrando su atención en Roselyn.
— Ellos están a salvo — murmuró, sin generar ni un solo sonido.
Roselyn pudo respirar tranquila. Cuando los descubrieron, su padre se había quedado con ella a luchar, luego de prácticamente obligar a White irse por el bienestar del niño. Roselyn no quería eso. Las palabras que ese día cruzó con James Potter seguían repitiéndose en su cabeza, y fue lo único que la mantuvo cuerda cada vez que la torturaban.
— No soy una niña — le dijo Roselyn esa vez. A pesar del miedo que sentía en ese instante y el instinto del sabbat que le ponía los vellos de punta, sintiendo el calor corporal de los mortifagos aumentar mientras se acercaban a su posición — No me has estado entrenando para huir, papá. Ya no dependo de ti. White y el bebé sí.
— Roselyn... — su padre intentó hacerla desistir, no consiguiendo nada más que la determinación de Roselyn aumentara.
— Son ellos quienes te necesitan ahora, no yo — declaró, con dureza — Estaré bien, solo prométeme que los mantendrás a salvo. Harry y yo queremos conocer a nuestro hermanito.
Fue la última vez que vió a su padre.
— Avisé a White — dijo Bill, sacando a Roselyn de sus pensamientos. Theo se sentaba junto a Ron; William en medio de ellos con Pansy, casi dormida, sentada sobre su regazo. Dobby había desaparecido y Harry se inclinaba, apoyando los brazos, en el sofá individual que ocupaba Morrigan. Draco estaba recostado contra una pared y Roselyn permanecía al extremo contrario — El patronus ya debe haber llegado. Ella y James están quedándose con Remus, Sirius y Tonks — Roselyn trató de no hacer caso de la pequeña sonrisa divertida e irónica en la cara de Bill — El bebé tiene casi dos meses ya.
— ¿Nació prematuro? — preguntó Harry, con gesto concentrado. Probablemente haciendo cuentas mentales respecto al embarazo de White.
— Siete meses y medio — informó Bill, más calmado de lo que estaba al inicio — Se llama Ares. Ares Niké Potter.
— White dijo que le parecía apropiado — Morrigan murmuró. Su mano acariciaba la de Harry, perdida en sus pensamientos.
— La guerra — tradujo William, peinando la corta melena de Pansy para arrullarla. Funcionaba, porque ya estaba dormida — Los dioses griegos. Victoria asegurada.
— Le gustaba más que la tradición de los Black — bromeó Bill. Harry se rió, besando la cabeza de Morrigan. — Y el nombre que eligió Morrigan.
Ella se tensó. Roselyn notó que había estado tratando de no mirarla. Incómoda, centro su atención en Bill, que no parecía notar el ambiente que su comentario creo. Tampoco le sorprendió. Era normal para ellos creer que el hijo que Morrigan estaba esperando era de Harry.
Harry no parecía molesto en seguirles la cuerda. Colocó ambas manos encima de los hombros de Morrigan y los masajeo.
— ¿Cómo están todos?
— ¿Alcanzaron a huir? — preguntó Ron, de inmediato.
— Los he estado sacando a todos de la Madriguera — explicó —. Los trasladé a la casa de Muriel. Los mortífagos saben ahora que Ron está contigo, se limitaron a marcar a la familia... no te disculpes — añadió al ver la expresión de Harry— Siempre fue una cuestión de tiempo, papá lleva meses diciéndolo. Somos la mayor familia de traidores de sangre que ha habido.
— En eso tiene razón — William sacudió la cabeza — Me sorprendió siquiera que los dejaran regresar a Hogwarts.
— Era mejor aparentar normalidad — dijo Bill.
— El verdadero quién pudiera — masculló Morrigan.
— ¿Cómo se les han protegido? — preguntó Harry, desviando la atención inmediata de su novia.
— Encantamiento Fidelius. El Guardián Secreto es papá. Y nosotros lo hemos hecho aquí también, yo soy el Guardián Secreto. Ninguno de nosotros puede ir al trabajo, pero eso no tiene mucha importancia. Una vez Ollivander y Griphook estén lo suficientemente bien, nos mudaremos a la casa de Muriel también. No hay mucho espacio aquí, pero ella tiene mucho. Estamos curando las piernas de Griphook. Fleur le ha dado Poción Crece-Huesos, así que probablemente podamos moverlo en una hora o...
— No — dijo Harry, con autoridad y convicción. Incluso Morrigan se estremeció al oírlo, y Bill pareció asustarse — Los necesito a ambos aquí. Necesito hablarles. Es importante. — Ron levantó la ceja, mirándolo, aunque Harry solo torció el gesto como respuesta — ¿Dónde puedo darme una ducha? Después quiero verles, inmediatamente.
Harry se llevó a Morrigan con él, solo murmurando hacía Roselyn unas cortas palabras y regalándole otro vistazo de preocupación. Roselyn se fijó, una vez más, que Morrigan nunca la miró. Trató de controlarse y no torcer los ojos exasperada.
— ¿Cómo es el bebé de Morrigan? — preguntó Ron a William, con curiosidad.
Draco se enderezó, interesado de la respuesta. Roselyn fingió que no prestaba atención.
— Se parece al padre — dijo William, vagamente. Theo también giró a prestarle atención — Isolt lo nombró Scorpius.
— La constelación del escorpión — murmuró Draco.
— Es su constelación favorita — explicó William, sin hacerle caso. Se veía extremadamente tranquilo diciéndolo. ¿Qué acaso ella era la única que no sabía que Morrigan y su novio estuvieron juntos? Trató de que eso no le doliera tanto como lo hizo la vez que se enteró — Es lo que más ha hecho respecto al niño.
— ¿De qué hablas? — preguntó Theo.
— No quiere saber nada de Scorpius — William se rascó la nuca. Roselyn lo miró al oír aquello — No puede estar con él más de cinco minutos y menos sola. Scorpius permanece con James y White por eso. Ella... ella no quiere al bebé.
— Depresión post parto — dijo Roselyn. Todos la miraron — Mi madre sufrió de ello cuando nacimos Harry y yo. Papá me lo dijo.
— De ahí me sonaba ese comportamiento — William ladeó la cabeza. Pansy se removió en sus brazos — Bill ¿Puedes preparar té de menta? Ayuda a los nervios. Llevaré a Pansy a mi cuarto. ¿Vienes, Theo?
Theo asintió, siguiéndolo escaleras arriba. Ron se apresuró a ir tras ellos, probablemente a ver a Hermione y Bill lo imitó, buscando a Fleur.
Draco y Roselyn se quedaron solos.
— Ahora no, por favor — murmuró, antes de que Draco tuviera la oportunidad de decir algo — Estoy muy cansada, Draco. Lo hablaremos después.
— ¿Después cuándo? — Draco se interpuso antes de que tuviera la oportunidad de abandonar la sala. Roselyn tragó saliva, sintiéndose incapaz de mirarlo a los ojos. Draco era tan alto que la hacía sentir como una niña pequeña y temerosa otra vez — ¿Cuando nos maten?
— Cuando todo esto termine — gruñó, acariciándose el brazo. Le dolían los moretones. Lo que sea que buscaba Voldemort, debería haberlo logrado. Se sentía demasiado débil — No es el momento, ni el lugar. Hay cosas más importantes por las que debemos preocuparnos. Por las que debes preocuparte.
— Me preocupas tú — Draco rodó los ojos, comenzando a sentirse frustrado — Me preocupa lo que ese patán sociópata haya hecho contigo y me preocupa que algo te pudo haber ocurrido porque actúe demasiado tarde, Roselyn. Me preocupa lo que ocurrió ese día, en Malfoy Manor. Sigues pensando que te engañé.
Roselyn apartó la mirada. Aquello había sido una de las razones por las que nunca intentó escapar por su cuenta. Estaba tan hundida en su dolor que no le importó los demás, no le importó que Voldemort la matara.
— Llegué ahí pensando que al menos podría saber que estás bien — murmuró, decaída.
— ¿Cuál es el punto de intentar protegerte cuando sigues volviendo a mí?
— Es ese totalmente — Roselyn lo enfrentó. Se colocó en la punta de sus pies y acercó sus rostros, tratando de verse amenazante — No necesito que lo hagas. Sé protegerme sola. Mi padre me enseñó a hacerlo. Creí... creí que sería capaz de sacarte de ahí, si dejabas que me acercara. ¿Qué sucedió? Me enteré de que dormiste con Morrigan ¡Y ninguno fue capaz de decírmelo! — reclamó, dándole un golpe directo al pecho. Draco ni siquiera se inmutó, dejándola descargar su furia mientras las lágrimas empezaban a fluir — Eso es lo que más duele. Pensé que era mi amiga y pensé que no serías un imbécil conmigo. No estábamos juntos, Draco, pero teníamos algo. O solo era yo, tal vez — se sorbió la nariz, sintiendo el corazón roto. Draco la miraba conteniendo su propio llanto y frustración — Pudiste habérmelo dicho. Elegiste no hacerlo. ¿Qué más vas a esconderme, eh? No fuiste sincero con algo que pasó antes de nuestra relación porque sabías lo que implicaría ¿Cómo esperas que yo crea que serás sincero con algo que sucede durante nuestra relación?
La puerta se abrió de repente, ahogando la posible respuesta de Draco con el sonido de las olas de mar intensificados. La ráfaga de aire se convirtió en fuego inmediato y Roselyn ya sabía quién estaba tras aquello antes de verlo.
Roselyn se apartó de repente de Draco, sus ojos esmeralda encontrando la mirada avellana de su padre.
— Rosie — susurró él, debajo del arco de entrada de la sala.
— ¡Papá!— chilló, corriendo y lanzándose a sus brazos.
James la sostuvo en un abrazo asfixiante, apretándola desde la cintura y dejando besos cortos sobre toda su cara. Su habitual aroma a menta y melaza inundó a Roselyn, cerrando los ojos y dejándose llevar por la sensación que le daba estar con su padre una vez más.
— Rosie, cielo — murmuró contra su oído. Roselyn se mordió el labio para no sollozar. Había extrañado a su padre con el alma — No debí dejarte sola. Jamás me perdonaría si algo te hubiera sucedido ese día.
— Ya te dije, papá — sollozó, sonriendo de felicidad — No era a mí a quién debías proteger.
— Eres mi niña — James le acarició las mejillas, quitándole las lágrimas de la cara — Siempre te protegeré. Estoy orgulloso de lo que hiciste ese día, princesa. Fuiste totalmente una guerrera. Una Gryffindor.
— A Godric le encantaría oírlo.
Roselyn se colocó de puntillas. White estaba detrás de su padre, cargando un pequeño cuerpo delgaducho con una mata de cabello negro, piel pálida y ojos nublados y grises. Ella, por alguna razón, tenía cabello castaño y la piel ligeramente bronceada. A pesar del cambio, sonreía a Roselyn de la misma manera que ella recordaba todo de White, y fue como volver a casa.
— Eres castaña — balbuceó.
— No me veo tan mal — ella se encogió de hombros, acercándose. El bebé se removió en sus brazos, bostezando y pegando su pequeña cabecita, cubierta por un gorro de lana, al pecho de White — ¿Verdad? Si no cierras la boca, se te meterán moscas.
Las escaleras sonaron. Harry bajó apresuradamente por ellas a la sala.
— ¡Papá! ¡White! — chilló, sonriendo de oreja a oreja — ¡Y el parásito!
— No grites — ordenó White, cubriendo la cabeza de Ares con su mano derecha. Era tan pequeño que no le resultó difícil — Aún le asustan los sonidos fuertes.
— Como a papá — bromeó Harry, y sin permitir a su padre reaccionar, los abrazó a ambos, obligando a Roselyn a permanecer entre ellos con una sonrisa creciente en la cara, abrigada por su familia.
Sí, se sentía como el hogar.
aún no estoy del todo segura con este capítulo, pero meh, faltan cuatro para acabar el acto y WUAJAJAJJAJAJA
bueno, nos leemos chikis
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