XXI.
twenty one;
EL TRÍO DE ORO
Draco tenía encargado vigilar a Roselyn.
Era algo raro, realmente, pero suponía que esa era la manera retorcida de Voldemort de debilitar a Roselyn. Tener el constante recordatorio de lo que ella creía una de sus mayores equivocaciones los estaba matando a ambos por igual, porque aunque Draco era bueno fingiendo que no le importaba en absoluto la situación de la chica si él salía ileso, en realidad era lo contrario.
Habían sido Pansy, Theo y el recordatorio constante de Blaise quienes le hicieron ver que no lograría nada más que morir si se enfrentaba a Voldemort ahora. Como mortifago, al menos podía asegurarse de que era él y solo él quien tenía el acceso para vigilar a Roselyn, para ver si ella estaba bien.
Draco se dejaría torturar de nuevo antes de dejar que Greyback se le acerque.
— Puedo hacerla hablar — sugería el horripilante hombre lobo, lamiéndose los labios ante la perspectiva de encajarle las manos encima a Roselyn. Draco se aguantó el vómito que subía por su garganta, viendo los ademanes que Greyback hacía al describir todo lo que haría a su novia si lo dejaban acercarse — Hacer que colabore, sería una mansa lobita.
Pansy entrelazó su mano con la de Draco, tratando de mantenerlo en sus cabales. Podía notar ya toda la ira acomulándose en el torbellino de emociones que poseían los ojos de Draco.
— El lord en persona dijo que no la molestáramos — dijo Bellatrix, asqueada de la criatura frente a ella. Bellatrix siempre renegó de las criaturas oscuras haciendo parte de las filas de su amado señor tenebroso, considerándolas poco dignas. Draco la apoyaba, solo si con eso lograba mantener a Greyback y sus malditos carroñeros lejos de Roselyn — Y no lo haremos.
— El pequeño Lucius sí puede — gruñó Greyback.
— Draco no tocaría ni con un palo a esa apestosa mestiza.
Esa vez, fue Theo el que colocó su mano sobre el hombro de Draco, diciéndole con aquel simple gesto que debía relajarse. Draco estaba haciendo su mayor esfuerzo, pero seguía hirviendo por dentro al escuchar todas aquellas palabras saliendo de la boca de Bellatrix.
— La próxima vez que la llame apestosa mestiza — murmuró Draco, entre dientes, solo para que Pansy y Theo lo escucharan — Le haré un maleficio.
— Lo que más me preocupa — dijo Pansy, mordiéndose la uña del dedo pulgar. Vivir rodeada de los carroñeros y Greyback la tenía nerviosa, sobretodo con las miradas lascivas que recibía del último — Es que sé que eres capaz.
Theo rodeó el menudo cuerpo de Pansy con su brazo, queriendo hacerla sentir mejor. Él y Draco ya se habían decidido a estar siempre junto a Pansy, no quería que ninguno de ese par de imbéciles se le acercara ni para pedir la hora. No se confiaban de ellos ni del honor que decían tener, Pansy era hermosa y por supuesto que esos idiotas intentarían tenerla. Morirían antes de dejar que ultrajaran a Pansy.
— Draco — la voz de Narcisa lo sacó de sus pensamientos. Draco intentó no mostrar el evidente malestar que sentía y se levantó, acercándose a la mujer rubia con expresión seria. Narcisa sostenía una bandeja de plata, llena de comida. — Debes llevarle esto a los rehenes.
Draco frunció los labios, tomando la bandeja y dándole un asentimiento a su madre, sin querer verla más del tiempo requerido. Ya tenía suficiente teniendo que esperarla para llevar la comida del día a Roselyn. Aunque nota su mirada dolida y lo que parecen ser ganas de iniciar una conversación, Draco la ignora, tomando su varita y bajando las escaleras al sótano, bajo la atenta y preocupada mirada de Theo y Pansy.
En el sótano, los rehenes han bajado de número. Draco prefiere no pensar qué ha pasado con los demás, porque sus pesadillas son bastante fuertes por el momento, no quiere que aumenten de intensidad si llega a enterarse que lo que los elfos han estado limpiando esa mañana de las paredes sea sangre o restos de cuerpos.
Luna Lovegood es la primera que lo ve, recibiendo con una sonrisa la pequeña porción de comida que Draco le da. Él no entiende en absoluto a Lovegood; a pesar de los moretones en su rostro, su ropa destrozada por la visita de Greyback de hace días y la enfermiza palidez que tiene, sigue envuelta en su mundo, sus ojos soñadores agradeciendo a Draco el gesto.
— Ella no está molesta — dice Lovegood, mientras Draco acomoda el plato cerca de ella. No puede evitar fruncir el ceño, escéptico de lo que ella está diciendo. No estaba al tanto de si Luna Lovegood sabía que Roselyn y él están... estaban juntos. Vaya, eso resulta más doloroso de pensar de lo que esperó — solo dólida. Dale tiempo, lo entenderá.
— Duerme, Lovegood — escupió Draco, sintiéndose nervioso — Alucinas más de lo normal.
Luna solo vuelve a sonreír, acercando el plato a su cuerpo y dando un mordisco al pan tieso. Por el bien de su poca estabilidad mental, Draco prefiere ignorarla, tirando la comida al duende Griphook y a Ollivander, no dándoles más que simples vistazos para asegurarse de que seguían respirando.
Cuando llegó con Roselyn, ella estaba dormida.
Draco se arrodilló junto a ella, acariciando su mejilla mugrienta y tratando de contener un suspiro de frustración. Esto no era como lo planeó, ella no tenía porqué estar ahí, ella tenía que estar con su padre y su madrastra. Lejos de las garras de Voldemort. Escondida, y a salvo. No entendía cómo los atraparon en primer lugar, y le preocupaba que la falta de reacción de Roselyn para intentar un escape sea porque algo haya sucedido que la mantenía allí.
— No me importaría que tomaras mi vida — murmuró, sin poder evitarlo. Desde que estaba ahí, hace casi dos meses, Draco no dejaba de rememorar el momento, cada vez que cerraba los ojos, en que le amenazó con usar el poder del sabbat contra él, el odio que irradiaban las hermosas esmeraldas al mirarlo a la cara y realizar (creer, más bien) que él la había engañado — Desde el primer segundo fue tuya. Podrías hacer con ella lo que deseas, pequeña huracán.
¿Quién creería que Draco Malfoy tenía corazón?
Estaba latiendo, fuerte y claro, dispuesto a ser pisoteado por una niña de actitud temerosa y mirada decidida. Porque Draco había caído rendido en el mismo instante que ella le gritó, le reclamó y lo golpeó, no dejándose intimidar y mucho menos amedrentar bajo las amenazas de Draco en su contra. Había sido demasiado estúpido para notarlo, y el doble cuando intentó ocultarlo.
Era por eso que estaban como estaban ahora.
— Te sacaré de aquí — prometió, inclinándose y dejando un beso corto contra sus labios agrietados. Al hacerlo, sintió el salado de sus lágrimas mancharle la cara. Por primera vez en meses, Draco Malfoy se había permitido derrumbarse, observando el rostro de la mujer que amaba con toda su jodida existencia y que, por culpa de sus errores, lo odiaba — No me importa si sigues queriéndome fuera de tu vida en la mañana. Necesito que estés a salvo, Rose, y si tengo que entregar mi vida para ello... lo haré.
Se levantó, limpiándose bruscamente las lágrimas y volviendo por las escaleras, dispuesto a idear un plan que lo ayudara a mantener a Roselyn fuera de las garras del bando tenebroso.
Pansy sabe que algo sucede en cuanto lo ve. Ella no es tonta, la mirada que tiene Draco es la misma que ella ve en su reflejo por las mañanas al recordar a William, lo que él es capaz de hacer y arriesgar por los Potter. Es preocupación en su estado más puro por la persona que ama, y le rompe el corazón de una manera indescriptible ver al que considera su mejor amigo, casi su hermano al igual que Theo y Blaise, sintiéndose muerto por dentro pensando que no es capaz de ser esa persona que Roselyn necesita para abrazarla, incluso con todos los esfuerzos que ha hecho.
Ella encontró a esa persona en William, aunque hubiera estado obsesionada de Draco cuando lo conoció y William desde el principio se decidió a nunca intentarlo con ella. Pansy quería lo mismo que ella consiguió, aún sin sentirse merecedora del amor que William le tiene, para sus mejores amigos.
Es por eso que, al escuchar la idea de Draco y lo decidido que está a llevarlo a cabo, incluso sin el apoyo de Pansy y Theo, que hace de tripas de corazón y lo mira a los ojos.
— Estamos contigo, Dray — le aseguró Pansy.
Theo la miró como si se hubiera vuelto loca, pero Draco no le prestó atención. Siempre han estado juntos, aunque ahora no tengan a Blaise ahí, son ellos contra las demás personas y lo único que Draco quiere recibir es la sonrisa de apoyo de su mejor amiga.
Al final, Theo se resignó.
— En todas las locuras que se te ocurran — asintió Theo, decidido.
Las cosas se colocan absurdamente más fáciles cuando, algunos días después, su madre va a buscar a Draco directamente a su habitación.
— ¿Es realmente importante? — escupió Draco, acomodándose el traje. Pansy está casi dormida encima de las almohadas de la cama de Draco y Theo permanece en silencio, observando atento a Narcisa, que luce algo nerviosa.
— Los carroñeros dicen que tienen a Potter.
Draco y Theo se miran por una milésima de segundo. La mención del apellido es suficiente para despertar a Pansy, que se endereza y finge bostezar, su cara sin expresión desviando los ojos a Narcisa de forma aburrida.
Draco, Theo y Pansy son arrastrados a la sala, encontrándose a todos los carroñeros presentes, sosteniendo un extraño grupo que Draco no quiere mirar. Reconoce a Granger, a Weasley y a Dean Thomas, y es absolutamente claro para él que el de la cara deforme es Harry Potter. Siente náuseas con el brazo de su madre envuelto en el suyo, acercándole a Potter. Estaba completamente diferente, con el cabello por los hombros y el rostro hinchado. Si Draco no hubiera estado 6 años molestando a ese idiota, no lo habría reconocido.
Pero lo hace. Y eso le resulta suficiente para decidirse.
Greyback lo colocó directamente debajo de la lámpara de araña.
— ¿Bien, chico? — preguntó, con la voz rasposa.
Draco hace una mueca de asco, quiere a ese despreciable ser lejos de él y su novia, y si es posible, de ese grupito de Gryffindor, porque son importantes para Roselyn y ella sufre porque les suceda algo, Draco no se lo perdonará.
— ¿Y bien, Draco? — dijo Lucius, su voz ávida del veredicto — ¿Lo es? ¿Es Potter?
— No — dijo Draco, sin dudarlo. Pansy y Theo se acercan silenciosamente al grupo de carroñeros. No hacen nada, por supuesto, aún no es momento, pero si las cosas se complican intentarían colocarlos a salvo — No es.
— ¡Míralo detenidamente, míralo! ¡Acércate más! — Draco nunca escuchó a Lucius Malfoy tan entusiasmado, enviándole una mirada llena de desdén — Draco, si somos los que entregamos a Potter al señor tenebroso, todo será perdonado...
— Pensé que harían eso con entregarle el bebé de Morrigan — escupió, solo para poner en alerta a Potter. Puede sentir esa mirada brillar de pánico, y le da un pequeño asentimiento, queriéndole asegurarle que no tenía de qué preocuparse. Draco se estaba preocupando mucho, pero si Potter sabía que mentía (lo que era más seguro) y metía la pata, el plan se iría por la cañería.
— Ahora, no nos olvidemos de quién lo cogió en realidad. Eso espero, señor Malfoy — dijo Greyback amenazador.
— ¡Por supuesto que no! ¡Por supuesto que no!
Draco sintió a su padre acercarse, cosa que no pudo soportar, alejándose al instante. Su madre le colocó una mano en el brazo y lo obligó a retroceder, dejándole cerca de los sillones. Draco se aguantó la maldición que quiere soltarle y volvió a buscar a sus amigos. Weasley, Granger y Thomas parecen aterrorizados, pero Pansy y Theo permanecen en calma.
— ¿Qué le hicieron? — le preguntó Lucius a Greyback— ¿Cómo llegó a este estado?
— No fuimos nosotros.
— Parece más bien una Maldición Picante — dijo Lucius. Draco notó que Granger había hecho de las suyas, actuando rápido para encubrirlo. Sería más efectivo si ellos no lucieran malditamente iguales que siempre. Los ojos de Lucius barrieron la frente de Potter — Hay algo ahí — susurro— Podría ser la cicatriz, estirada, tensa... ¡Draco, ven aquí, observa adecuadamente! ¿Qué crees?
Draco se tragó el bufido que quería soltar.
— No lo sé — dijo, y se marchó hacia los sillones de nuevo.
— Es mejor que estemos seguros, Lucius — le dijo Narcisa a su marido en su fría voz — Completamente seguros de que es Potter, antes de avisar al Señor Tenebroso... Dicen que esta es suya — estaba mirando atentamente una varita — pero no se parece a la descripción de Ollivander... Si estamos equivocados, si llamamos al Señor Tenebroso para nada... ¿Recuerdas lo que le hizo a Rowle y Dolohov?
Draco recordaba lo que hizo a esos dos. También se lo hizo a él, particularmente. ¿Por qué su madre lo recordaría? Draco le ha importado poco desde que inició esta guerra.
— ¿Y qué pasa con la sangre sucia, entonces? — gruñó Greyback. Los carroñeros obligaron a Granger a acercarse a la luz.
— ¡Espera! — dijo Narcisa bruscamente— Sí... ¡estaba en la tienda de Madam Malkin con Potter! ¡Vi la fotografía en el Profeta! Mira, Draco, ¿no es la chica Granger?
Maldita sea, cuando debías ser la rata de biblioteca no lo fuiste gruñó, recordando a su novia de forma dolorosa.
— Yo... no lo creo.
— Pero entonces, ¡ese es el chico Weasley! — gritó Lucius, rodeando a los prisioneros hasta llegar a él. Theo se tensó, mirando a Draco. Él negó — Ellos, los amigos de Potter... Draco, míralo,¿no es el hijo de Arthur Weasley, cómo se llama...?
— No — dijo Draco de nuevo, centrando los ojos en Pansy. Ella tomó la mano de Theo y lo arrastró, alejándose de la atención de los espectadores — Tal vez no.
La puerta se abrió detrás de Potter, y el odio de Draco volvió a hervir.
— ¿Qué es esto? ¿Qué ha pasado, Cissy?
Bellatrix caminó con lentitud alrededor de los prisioneros, y paró a la derecha de Potter, mirando a Granger a través de sus ojos de párpados caídos.
— Pero bueno — dijo calmadamente— ¿esta es la sangre sucia? ¿Es esta Granger?
— ¡Sí, sí, es Granger! — gritó Lucius— Y a su lado, creemos ¡Potter! ¡Potter y sus amigos, por fin capturados!
— ¿Potter? — chilló Bellatrix, y se apartó, para observar mejor a Harry— ¿Estás seguro? Bueno entonces, ¡el Señor Tenebroso debe ser informado de inmediato!
Se levantó la manga izquierda: Draco vio la Marca Tenebrosa quemada en la piel de su brazo, y supo que estaba a punto de tocarla, de convocar a su querido amo. Tenía que hacer algo rápido...
— ¡Estaba a punto de llamarlo! — dijo Lucius y su mano se cerró sobre la muñeca de Bellatrix, evitando que tocara la Marca. Draco agradeció el gran ego de su padre mientras intentaba pensar.— Yo seré el que lo convoque, Bella. Potter ha sido traído a mi casa, y por lo tanto está bajo mi autoridad...
— ¡Tu autoridad! — se burló ella, intentando liberar la mano de su agarre— ¡Perdiste tu autoridad cuando perdiste la varita, Lucius! ¡Cómo te atreves! ¡Quítame las manos de encima!
Draco dejó apresuradamente de la habitación, necesitaba concentrarse y salir de allí. Necesitaba ayuda. Potter y Roselyn tenían el poder del sabbat, el libro que se leyó en Hogwarts gracias a William decía muchas cosas del poder de los sabbats combinado, pero no entendía...
No puede ser.
Estúpido Potter. El maldito quería ser capturado. Él estaba aquí por Roselyn, lo hicieron apropósito. Bueno, tal parece que los leones tenían algo de cerebro. Draco se quedó estático, si lograba que Potter bajara al sótano, aunque sea unos segundos, ellos escaparían por si mismos y Roselyn estaría a salvo de nuevo.
Ni siquiera Bellatrix podía igualar el poder de la misma naturaleza. Eso estaba claro para Draco.
— ¡Draco! — escuchó chillar a Bellatrix.
Volvió a entrar, encontrándose una situación completamente extraña. Todos los carroñeros estaban desmayados en el suelo y Greyback se hallaba arrinconado contra el sillón.
— ¿Qué? — escupió Draco, sin mostrar expresión.
— Saca a esta basura — ordenó Bellatrix, señalando a los hombres inconscientes — Si no tienes agallas para terminar con ellos, déjalos en el patio para mí.
— No te atrevas a hablar así a Draco — dijo Narcisa, furiosamente, pero Bellatrix chilló.
— ¡Cállate! ¡Esta situación es más grave de lo que posiblemente puedas imaginar, Cissy! ¡Tenemos un problema muy serio!— Se puso en pie, jadeando ligeramente, bajando la mirada a la espada que sostenía, examinando su empuñadura. Después se volvió hacia los silenciosos prisioneros. — Si de verdad es Potter, no debe sufrir daño — murmuraba, más para sí misma que para los demás — El Señor Oscuro desea disponer de Potter él mismo... Pero si averigua... debo... debo saber... —Se giró de nuevo hacia su hermana. — ¡El prisionero debe ser encerrado en la celda, mientras yo pienso en qué se debe hacer!
Bingo. Bellatrix acababa de firmar su condena.
Theo y Pansy lo ayudaron a dejar a los carroñeros en el patio.
— ¿Qué piensas hacer? — preguntó Theo, pateando el costado de uno de ellos. Se había sobrepasado con Pansy hacía unos días, y Theo guardaba las ganas de hacerlo sufrir desde entonces. Draco no interrumpió su descarga de furia, si no lo ayudaba era porque sabía que tendrían que volver rápido para que no sospecharan.
— Esperar que se vayan por sí solos.
— ¿Crees que pueden?
— Sí — dijo Pansy, de pronto. Él y Theo la miraron, logrando que se removiera nerviosa — William dijo un par de cosas ¡Dejen de mirarme así, no solo hablo de ropa y maquillaje!
— No lo creímos ni por un momento, Pans — se burló Draco. La perspectiva de que su novia estuviera fuera de Malfoy Manor en poco tiempo comenzó a llenarlo.
Los tres volvieron a la sala de estar, encontrándose con la terrible escena frente a ellos. Bellatrix estaba torturando a Granger. Pansy se estremeció ante sus gritos, pero Draco guardó calma. Ellos iban a salir de allí.
Poco después, trajeron al duende.
— ¿Y bien? — dijo Bellatrix a Griphook — ¿Es la auténtica espada?
¿Qué mierda tenía que ver una espada con todo esto? Draco notó que los ojos de Theo brillaron de compresión, sin embargo, no preguntó. Theo le diría luego.
— No — dijo Griphook — Es una copia.
— ¿Estás seguro? — jadeó Bellatrix — ¿Totalmente seguro?
— Sí — dijo el duende.
Bellatrix tocó la marca antes de que pudieran reaccionar, y Potter, Weasley y Roselyn aparecieron de la nada, lanzándose contra los mortifagos. Por alguna razón, no estaban usando su magia, lo que preocupó a Draco a tal punto que estuvo a punto de intervenir cuando sintió que Pansy y Theo lo retenían.
La loca de su tía tenía a Roselyn antes de que alguien más quisiera hacerse el héroe.
— ¡QUIETOS, O LA MATO!
Tenía el cuchillo en el cuello de Roselyn. Draco vislumbró a Weasley junto a Granger y a Potter a punto de mover las manos. Iban a usarlo. Se sintió inquieto. Vamos, idiota, apúrate pensó, viéndolo indeciso ella no puede vencerte, llévate a Roselyn de aquí.
— ¡Dejen las varitas! — susurró — ¡Dejen las varitas o comprobaré cuánta sangre sucia heredaron de su pestilente madre!
Theo miró a Draco.
— ¿Ahora?
— Hace diez minutos.
Los tres lanzaron un desmaius que dió de lleno en Greyback. Draco se movió más rápido de lo que pensó poder hacerlo alguna vez y con tres pasos ya estaba a un lado de Bellatrix, apuntándole la varita directo a la cabeza. Theo y Pansy se habían ido tras sus padres y los tenían desarmados, asegurándose de que Potter estaba en condiciones de actuar si era necesario.
Bellatrix estaba tan sorprendida que no supo reaccionar.
— Deja esta idiotez, Draco.
— ¿Cuál idiotez, tía Bella? — ironizó — Suéltala o exploto tu cerebro, si es que tienes.
Sabía que eso le tocaría el orgullo, pero Bellatrix no era tonta como insinúo. Draco cumpliría su amenaza y no habría nadie ayudándola.
— ¿Defiendes a una asquerosa mestiza?
— Llámala así de nuevo — murmuró, con odio — Y me aseguro yo mismo que no veas cómo muere el señor tenebroso.
— Draco — sollozó Narcisa.
Draco la ignoró.
— ¿Qué estás haciendo, maldita sea? — gruñó Lucius, sin ser capaz de moverse porque entre Weasley y Pansy lo tenían amedrentado. Potter acompañaba a Theo y ambos mantenían quieta a Narcisa.
— Hay un desastre de la naturaleza en todos nosotros — dijo Draco, sonriendo.
Bellatrix salió disparada hacía la pared, las cenizas del fuego maldito consumiendo su vestido y varita lo suficiente para mantenerla inmovilizada.
— Y el ojo que los huracanes poseen no es tan malo como todos creen — murmuró Roselyn, sosteniéndose el pecho y limpiándose las pequeñas gotas de sangre que escurrían de él. Su cara se veía cansada y su cuerpo temblaba, pero sus ojos brillaban en dorado, ese aura de guerrera que parecía extraño viniendo de una chica seleccionada a Hufflepuff. Verlo fue lo único que le importó a Draco.
Lucius cayó al suelo desmayado gracias a Pansy. Narcisa era la única de pie.
— ¿Qué es esto? — balbuceó.
— Esto — dijo Draco, señalando todo el panorama — es nosotros traicionándolos, madre.
— Preferimos la felicidad a la supervivencia, señora Malfoy — dijo Pansy.
— Si vamos a morir — agregó Theo, acercándose a Granger que seguía inconsciente. Le tomó la temperatura y ayudó a Weasley a colocarla de pie — será bajo nuestros términos.
— Considérelo nuestra carta de renuncia — reiteró Pansy.
— Y dile al señor tenebroso que sobre mi cadáver tocará a mi hijo — gruñó Draco.
Potter se rió de repente.
— ¿Realmente pensó que llegarían hasta Isolt? — bufó, sin creerlo. Draco no comprendía qué tanto sabía él de la situación entre él y Morrigan, pero la sonrisa socarrona de su rostro le pareció bastante sugerente — Está siendo más idiota de lo normal.
Un elfo doméstico apareció junto a ellos. Draco lo reconoció al instante, frunciendo el ceño con confusión.
— ¿Dobby? — murmuró, extrañado.
— ¿Vienen con nosotros? — dijo Potter, mirando hacía él, Theo y Pansy. Weasley levantó la ceja, con incredulidad — Es la novia de William, Ron. Me matará si la dejo aquí desprotegida.
— Vendrán — dijo Roselyn, con voz apagada. Draco la miró, ella no lo hizo devuelta, acercándose a su hermano y tomando su mano — No tendrán que fingir más que están a su favor nunca más.
Se desvanecieron de allí antes de que el señor tenebroso lograra tocar Malfoy Manor.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro