XV.
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LA BODA DE BILL &
FLEUR
Lo último que Draco sabía del mundo exterior era que los Weasley celebrarían una boda el segundo día de Agosto.
No había salido de Malfoy Manor en lo que llevaba el verano, era poco lo que los mortifagos o el Señor Oscuro confiaban acerca de él o sus padres, lo que limitaba todas sus opciones por tomarse un respiro. Las misiones que les encargaba eran las más banales y las que menos necesidades de salir requería, y no era porque Draco quería un papel más importante dentro del bando tenebroso, solo que prefería unos momentos de descanso lejos de la loca de su tía o Fenrir Greyback.
Draco odiaba a Fenrir Greyback.
— Venga, Draco — Pansy se deja caer sobre la cama, recostando la cabeza encima de las piernas estiradas de Theo, que lee un libro y no presta mucha atención de su conversación — Si sigues aquí metido, te harás parte del decorado.
— Prefiero ser parte del decorado — ironizó Draco, acomodándose la ropa frente al espejo — que ver a mi padre.
— Prefiero ver a tu padre que al Señor Tenebroso — comentó Theo, acariciando el cabello de suelto de Pansy.
Pansy asiente, haciendo una mueca pequeña mientras recuerdan la reunión. La mano de Draco se mueve hacía su varita y lanza un hechizo a la puerta cerrada, no queriendo que alguno de los elfos o su madre que pasa cada tanto para ver cómo estaba los escuchara.
— ¿Cómo estás?
— ¿Cómo se enteró? — Draco se arremangó las mangas de su traje, tratando de controlar el constante pánico que iba y venía en su mente desde la reunión que tuvieron. El Señor Oscuro estuvo molesto luego de su intento de atrapar a los Potter, Draco suponía que o fue fallido desde el inicio o pudieron escapar. Lo importante es que no los tenía, lo que lo calmaba durante unos minutos hasta que recordaba que él la quería a ella directamente, y volvía el pánico — ¿Cómo se enteró? Morrigan fue clara, solo los Potter saben del poder que tienen.
— ¿La quieren por eso?
Theo y Pansy comparten una mirada. Draco tiene que recordarse que no saben la historia completa, probablemente no entiendan todo lo trastornado que esto lo tiene. Morrigan le explicó a Draco lo que necesitaba entender para no regalarla con Roselyn luego de que el tatuaje apareciera, era inestable y muy voluble y pensar en aquello, a merced del Señor Oscuro, pensar en su novia siendo un títere más de aquel sociópata, le da nauseas.
— No lo sé — Draco cierra los ojos, tratando de calmarse. No conseguía nada alterándose, él estaba allí sin ninguna manera de proteger a Roselyn y Roselyn de seguro trataba de disfrutar los últimos momentos de paz que quedaban, antes de que el plan sobre el Ministerio se ejecutara y todos los miembros de la Orden del Fénix se vieran comprometidos. Entre más lo piensa Draco, más jodido se siente — Es lo único que explica que anunciara quererla con vida.
Pansy se levanta de la cama. Draco lleva sus manos detrás de la espalda para que no vea el temblor de sus puños. Se siente débil y tonto, derrumbándose frente a sus amigos. No tiene sentido hacerlo. Está ahí por voluntad propia, pudo aceptar la oferta de Dumbledore desde el inicio. Aquello pudo terminar de otra manera, no le queda de otra más que actuar con lo que tiene en la mesa.
— Cuando todo esto termine, Draco — aseguró Pansy, dándole un apretón a sus hombros como muestra de apoyo. El ceño de Draco se frunce, pero agradece tenerla ahí. Alejarse de ella, Theo y Blaise el año anterior fue lo peor que pudo hacer, aunque su orgullo no lo dejara admitirlo — todo estará bien.
— Estamos contigo, amigo — agregó Theo, cerrando el libro de golpe.
Draco lo sabe.
A veces preferiría ni siquiera hacerlo.
El llamado a la puerta rompe la tensión. Draco se acerca, moviendo la varita para derribar el hechizo. La mantiene en su mano por precaución, tomando el picaporte de la puerta y girándolo con lentitud.
— Draco — Narcisa se ve alterada. Años antes, Draco hubiera puesto su mano al fuego antes de dejar que su madre perdiera la compostura como últimamente lo hace. Ya no es así. Lo único que Draco piensa al verla, es que preferiría mil veces estar siendo torturado que forzar una conversación con ella. Le da asco. Y es lo realización más triste que ha tenido durante estos dos años. Su propia madre le da asco — Necesito que bajes.
—¿Sucede algo, señora Malfoy? — preguntó Pansy. La educación de su tono revuelve todos los sentidos encrespados de Draco. Él debería tratarla así, porque es su progenitora, es su mamá, es la mujer que lo quiso desde el día de su nacimiento.
No podía.
— El Señor Oscuro los necesita, Pansy — responde ella, y Draco hace un gran esfuerzo por no soltar una grosería. Si alguien lo escuchaba, sería trágico.
Puede sentir a Pansy tras él, el olor de la colonia de Theo a unos metros. Ya no es sexto curso, tiene a sus amigos apoyándolo. Ellos están ahí, Draco ya tiene que hacerlo solo.
— ¿Alguna emergencia, señora Malfoy? — dice Theo esa vez.
Su mano sostiene la de Pansy y Draco siente contra la suya esa fría ausencia que ha dejado Roselyn, en carne propia y de la forma más intensa que ha sentido ese verano con respecto a su novia.
— Convoco una reunión de último minuto — Narcisa miró sobre su hombro. Su boca no titubea. Sus ojos sí. Sus ojos son esa gran ventana que intenta tapizar con papel oscuro y sabe que en cualquier momento terminará cayéndose. Draco la conoce, y detesta que sea tan bien.
Es malo.
¿Alguna vez dejará de serlo?
— ¿En qué nos necesitaría el Señor Oscuro, madre? — Draco lo deja salir antes de arrepentirse. Narcisa luce sorprendida de la pregunta, incluso puede sentir un pequeño pellizco por parte de Pansy. No le importa. En los ojos de su madre ha visto la tristeza que buscó durante meses, cuando se le fue castigado por su fallo y poco avance con la misión. — Solo el círculo interno sale de aquí con una tarea que cumplir.
— Todos deben estar enterados del plan — y la simple manera en que dice aquel todos lo hace perder el aliento por unos segundos. — Tienes que bajar ya.
Obedecen sin rechistar. Esas preguntas les tomaba tiempo y el Señor Oscuro no perdonaba retrasos. Bajan las escaleras, temiendo por sus vidas y esperando una muerte prematura. Aquellos niños de 11 años que proclamaban pureza de sangre se han desvanecido, Draco ni siquiera recuerda las razones que le enseñó su padre para sentirse superior al resto del mundo mágico.
Si respiraban en el momento equivocado, ya habría una lápida con sus respectivos nombres en ella esperándolos.
La reunión es más simple de lo que Draco esperaba. Ha dado una sola orden, luego de que su infiltrado en el Ministerio le confirmara lo que llevaban esperando desde la fatal misión de atrapar a los Potter. El Ministro de Magia leería el testamento de Albus Dumbledore aquel día, y tendrían que atraparlo antes de que llegara a las instalaciones del Ministerio.
Ese día, los mortifagos tomarían el control del mundo mágico.
— ¿Estás seguro de lo que harás? — Theo lo retiene del brazo antes de que tenga tiempo de seguir alistándose. Su mano sostiene la máscara de los mortifagos y Draco sabe que en cuanto la tenga puesta no hay vuelta atrás — Draco, estás arriesgándote innecesariamente. No tienes que ir...
— Es la única forma, Nott.
— ¿Ayudarás a matar al Ministro? — los labios de Pansy tiemblan. Una de las pocas cosas que delatan el miedo que siente es el leve movimiento de su boca al hablar. Sus ojos son duros, pero su corazón se ablanda al verlo dejarse caer de cara al desastre.
— No — Draco se acomoda la túnica — Cuando caiga el Ministro, derribarán las barreras que hay alrededor del hogar de los Weasley. Buscarán a Potter. Le advertiré a Roselyn y la pondré a salvo, y luego voy a fingir que traté de capturarla y ella logró escapar.
— Te va a torturar, Draco.
No es tonto como para no saberlo. Si falla de nuevo, el Señor Oscuro la tomará de nuevo en su contra. Muy poca le importa a estas alturas. Es su jodida novia, es lo más puro que le ha pasado a su vida tan podrida y Draco morirá antes de dejar que algo le suceda a Roselyn a manos de ese loco psicópata.
Theo suelta su brazo, sus ojos oscuros examinando la expresión seria de Draco.
— Iré contigo — anunció, sin dejarlo replicar — No vas a ir solo, Draco.
Pansy los mira a ambos. Parece a nada de soltarse a llorar.
— Los odio — se quejó, acercándose para abrazarlos.
La casa tembló un poco cuando ella se separa. La cacería había comenzando, los mortifagos muy probablemente ya estarían fuera de Malfoy Manor queriendo cumplir la misión encomendada. Draco se termina de colocar la máscara y guarda la varita en el bolsillo interno de su túnica.
Él y Theo se aparecieron a las afueras de Ottery St. Catchpole. La estructura extraña que recuerda del periódico en cuarto año permanece a casi un kilómetro. Las protecciones se notan por los pequeños destellos que tiene el campo mágico que rodea la estructura.
— Realmente están preparándose para una boda — la expresión de Theo es cubierta por la máscara, sin embargo, a Draco no le es necesario verlo para distinguir el tono empleado.
— Ellos no saben nada de lo que planeamos — Draco le resta importancia, haciendo un sonidito desdeñoso de garganta al darse cuenta de los descuidados que están siendo los de la Orden. ¿Quién se ponía a celebrar una boda cuando han perdido al líder de su resistencia?
— Aún así... — Theo desvanece la máscara, queriendo estudiar mejor la situación al entrecerrar los ojos — Ahí está Morrigan.
Draco lo imita al escuchar el nombre. No es mucho lo que ve, pero puede vislumbrar la cabellera castaña de Morrigan moviéndose entre las gallinas del granero. No está bien presentada, en realidad usa pijama, lo que haría gracia a Draco si tan solo le exasperara menos la poca etiqueta de la chica. Le es inevitable sonreír de forma ladina.
Escuchan el crujir de las ramas, lo que los obliga a retroceder en la maleza que rodea las afueras de la ciudad.
— Eran voces — dice una femenina. Draco la recuerda ligeramente de su encuentro en la enfermería de Hogwarts con los Potter. Roselyn le hablo de ella, y al ver la cabellera rubia corta puede reconocerla por completo. Según le dijo su novia, era White Black, la novia de Potter padre.
— ¿Estás segura? — pregunta otra voz. También femenina. El rostro en forma de corazón no se e hace conocido, pero sí el cabello colorido. Si no está mal, esa es Tonks, la que se comprometió con el hombre lobo. Su prima repudiada, en términos más simples.
— Puedes creer lo contrario — White suelta un bufido de exasperación, sosteniendo con firmeza la varita. Está concentrada hablando a su acompañante, y sus ojos se mueven de un lado a otro sin perder lugar alguno — Pero no estoy loca, Tonks. Escuché voces.
— Podemos decirle a Sirius — sugirió Tonks.
White retrocedió. Draco sostiene la respiración al verla ladear la cabeza y verlo directamente a los ojos. Lo ha pillado.
Está esperando que los delate y probablemente los entregue, pero ella se queda ahí. Parpadea y actúa como si nunca los hubiera notado, dándose la vuelta y aceptando avisar al tal Sirius. Ambas mujeres se alejan de la zona, permitiendo a Draco y Theo asomarse una vez más. Morrigan ya no está en el granero y el patio comienza a llenarse de miembros de la Orden del Fénix.
— Eso estuvo cerca.
— Nos vio, Theo — corrigió, recibiendo el ceño fruncido de su amigo. — Nos vio y no dijo nada.
— ¿Y por qué no? Padre dijo que era uno de los miembros más importantes de la Orden — Theo sacudió la cabeza, confundido. Draco no se lo reprocha, porque él tampoco lo entiende.
Le parecería lo más tonto de hacer que ella no los atrapara y entregara, incluso si llegara a saber de su relación con Roselyn. Cuando tuvieron su conversación hacía meses, White Black le pareció muchas cosas, excepto tonta. ¿Por qué no los delató?
La noche fue cayendo y el sonido de la celebración empezó a llegar a ellos. Draco podía ver la carpa flotando, los invitados entrando. Theo estaba quedándose dormido, por lo que decidió hacer guardia por ambas, para evitar que los encontrara alguien más que White Black. Draco mantenía toda su atención en la fiesta.
Las ramas crujieron de nuevo. Y Draco la vio, tras dos meses pensando en ella y sintiéndose en el infierno cada que recordaba que ella no estaba ahí.
Roselyn había cambiado. No mucho, pero sí se notaba. Sus facciones estaban menos redondas, el aire infantil que poseía su rostro se extinguió durante el verano. Su cabello le caía suelta y lacio sobre la espalda. Usaba un vestido rojo con escote en forma de v y tirantes, que delineaba su cuerpo hasta la cintura y luego caía suelto. El color de sus labios era su único maquillaje visible, combinado con el intenso escarlata del vestido.
— Ahí está tu chica, amigo — murmuró Theo, de pronto.
Draco cerró los ojos, respirando hondo para calmar el latir acelerado de su corazón.
Entonces notó que Roselyn lo estaba viendo directamente, acercándose a ellos. Le faltaba poco para llegar al borde de la protección, sus orbes esmeraldas destellando mientras se hacía camino a él. Draco negó ligeramente, no faltaba mucho para que los mortifagos atacaran al Ministro y llegaran a la boda, ella debía estar a salvo.
Solo cuando estuvo al borde, frente a frente con él, Draco pudo notar la lágrima que descendía por su mejilla.
— Estás aquí — susurró, su voz ahogada. Se lanzó a sus brazos sin pensarlo y Draco la envolvió, sosteniéndola y asegurándose de que era real. Roselyn sollozó contra su pecho, murmurando lo preocupada que estuvo todo el verano por su bienestar — Realmente estás aquí...
— No soy yo a quien busca el señor Oscuro, Rose — terció Draco, acariciándole la espalda y plantando un beso contra su sien.
— White me dijo que estabas aquí — dijo Roselyn, y Draco encontró sentido a que no intentara delatarlos. Movimiento arriesgado de su parte, si estaba confiando en ella para que Draco no sea el malo de la historia. Aún le preocupaba lo que White Black tenía en mente — ¿Qué haces aquí, Draco? Podrían atraparte.
— Ya te lo dije, jengibre — Draco frunció el entrecejo, buscando a su alrededor algún indicio de llegada de mortifagos — No es a mi a quien quiere el señor Oscuro. Y no estoy hablando solo de tu hermano.
Roselyn parecía confundida.
— ¿A qué te refieres?
— Él te quiere también — Draco reforzó su agarre al ver tan sorprendida — Dio ordenes de capturarte, Rose. No podía dejar que estuvieras por ahí sin saberlo, tienes que cuidarte.
— William me cuida, Draco — Roselyn sacudió la cabeza — Papá le hizo prometer que lo haría si él estaba fuera de juego, por cualquier razón.
— Probablemente Pansy quiera saber eso — ironizó, recordando cada vez que a Pansy se le salían maldiciones en contra de William por estar tan apegado a los Potter. A Draco le cae mal el idiota, pero si está para mantener a salvo a su novia, se siente más calmado. Rose no sabe controlar el poder, William sí, por lo que dijo Morrigan. Solo le toca confiar.
A Draco se le da muy mal confiar, incluso si los Sabbat estaban involucrados.
Sintió el ardor de la marca, y lo entendió. El Ministro estaba muerto.
— Corre.
— ¿Qué? — Roselyn retrocedió, extrañada.
— Tienes que correr, Rose — ordenó, tomando la varita entre los pliegues de su túnica — Ellos vendrán, tienes que irte.
— Draco...
— ¡Corre!
Un haz de luz atravesó la carpa, y Theo se apareció junto a él, viendo a Roselyn correr de regreso en busca de su padre. Puede sentir el júbilo del señor Oscuro en carne viva, quemándole el antebrazo izquierdo.
— Esto solo acaba de empezar — susurró Theo, colocándose la máscara de nuevo.
— Esto empezó hacía mucho tiempo — contradijo, imitando a su amigo — Solo nos queda terminarlo.
Los gritos llegaron y ambos corrieron hacía la carpa, asegurándose de esquivar los miembros de la Orden que luchaban débilmente contra los mortifagos que llegaban, los números a su favor cuando empezaron a caer sobre los invitados a la boda.
— ¡Sal de aquí! — escuchó un grito, James Potter retenía a un pelirrojo que no había visto nunca de correr hacía Morrigan, que luchaba tambaleándose con un par de mortifagos. Draco sintió la inmensa necesidad de gritarle por estar ahí, conteniéndose solo cuando vislumbró a William ayudarla.
El pensamiento le llegó más rápido de lo que quería.
Potter padre estaba con el pelirrojo y William con Morrigan. ¿Quién demonios estaba con Roselyn?
Lo entendió al verla tropezar detrás de White, que pateaba el costado de la cabeza de un mortifago con su tacón y sostenía la mano temblorosa de Roselyn. Se sintió un poco más aliviado, pero sabía que debía actuar. Dejó caer la máscara y se acercó a ellas, cubriendo la boca de Roselyn antes de que gritara y asegurándose que los que luchaban podían verlos.
— Te dije que corrieras — dijo entre dientes, sacando la varita y escondiendo la boca contra el cabello rojo, no queriendo que leyeran sus labios. Roselyn se dejó llevar, sacudiendo la cabeza sin entender la situación — Atácame y vete, Rose.
Pudo diferenciar su nombre entre los sonidos extraños que hacía al intentar hablar, lo que lo obligó a hacer nervios de acero para no besarla en frente de todos y hacerle entender que nunca dejaría que le hicieran daño.
El ardor del fuego lo golpeó y lo mandó fuera de la carpa, sintiendo la maldición quemar su estómago. Theo se acercó apresuradamente, y lo único que a Draco le importó ver fue a Rose tomando la mano de White de nuevo y desapareciéndose del lugar antes de que algún otro mortifago los intentara atrapar.
Mantenerla a salvo era la misión que nadie le encomendó, pero que Draco estaba dispuesto a cumplir.
Costara lo que costara.
Es un Malfoy Black, Draco no fallaría esta vez.
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