XIII.
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LA BATALLA DE LA TORRE
DE ASTRONOMÍA
Roselyn leía el libro de los armarios evanescentes.
— Aquí dice que ocasionar el más mínimo daño podría convertirse en algo irreparable — comentó, alzando la voz y pasando de página. Hizo una mueca al analizarlo con más atención y soltó un gruñido — ¿Qué clase de motivación es esta? Quiero arreglarlo, no deprimirme, libro estúpido.
Draco emitió un sonido ahogado, que parecía alguna clase de risa que no tenía pensado dejar salir. Roselyn alzó los ojos del libro, cerrándolo de golpe y regalándole a su novio una mirada acusadora.
— ¿Puedo saber qué te causa tanta gracia?
Draco dejó caer la tela que cubría el armario, acercándose a ella y colocándose en cuclillas para estar a su altura.
— Nada — dijo, de forma tan casual que Roselyn casi le cree. Draco tomó un mechón largo de su cabello y lo enrolló en su dedo, pasándolo detrás de su oreja — Solo creo que es irónico que estés llamando a un libro "estúpido".
Roselyn tuvo que contener sus ganas de lanzarle el pesado libro a la cara. Draco lo notó, por lo que sonrió de forma ladina y se inclinó, saboreando sus labios.
Ella suspiró en medio del beso.
— No puedes hacer eso siempre — murmuró, tragando saliva para que su queja se oyera más creíble.
— Parece que es la única manera de que te calmes, jengibre — acusó, enderezándose. Roselyn jadeó, inconforme de su repentina lejanía. — He leído ese mismo párrafo durante meses, no sirve de nada alterarse. Hay un avance.
— ¿Los pájaros siguen volviendo muertos? — preguntó, colocándose de pie. Ambos se acercaron al armario y apartaron la tela, observando con atención la puerta de madera tallada de símbolos que no tenían sentido.
— No lo entiendo — Draco se veía frustrado. La mano le temblaba un poco — He logrado que vuelvan, pero no que sea menos mortal. ¿Qué alteraron cuando fue dañado?
Entonces Roselyn notó el patrón de los dibujos tallados, porque no eran simples dibujos puestos al azar.
— Son runas — susurró, anonadada. Draco giró la cabeza, la confusión grabada en su rostro — ¡Son runas! Ay, que estúpida soy. ¿No lo notas? Son runas, se intercalan entre sí y vuelve al inicio, pero también se entrelazan. ¿Ves? Aquí termina y la de abajo en diagonal derecho empieza. Y aquí...
— No hay patrón — decidió Draco, parpadeando furiosamente — No hay unión. Se desconectaron cuando lo dañaron.
— Y lo que hay que hacer... — Roselyn chasqueó la lengua, sacando su varita y apuntando a las runas dañadas. — Harmonia nectere passus.
La luz emitida por el hechizo tocó la conexión rota, moviendo la runa ligeramente hacía la derecha, donde terminaba su antecesora. Un pequeño resplandor del objeto llamó la atención de ambos cuando ambas runas se tocaron. Al abrir la puerta, no había nada.
— ¿Funcionó?
— No lo sé. Tendré que unir el resto de runas y matar a otro pájaro, supongo — Roselyn remangó su suéter, sujetando la varita con fuerza y volviendo a cerrar el armario para continuar.
Draco colocó la mano sobre su brazo y lo bajó, alejándola del objeto.
— No te involucres más en esto.
— Ya lo hablamos — gruñó, encarándolo — Te voy a ayudar a salir de aquí con vida.
— Tengo que matar a Dumbledore — declaró, y la dureza de su tono logró estremecerla. La primera vez que lo escuchó había sido horrible, porque se replanteó todo lo que sabía sobre esta guerra y se preguntó cuánto las cosas serían más fáciles si tuvieran una muerte piadosa. Estaban jodidos, y Draco tenía que sacrificar su alma para sobrevivir. Volver a hacerlo y saber que, detrás de esa cortina de frialdad absoluta, se encontraba una resignación cruda que Roselyn no quería ver en él de nuevo — No puedes salvarme de eso.
— Draco...
— Ya hiciste suficiente, Rose — murmuró, acunando sus mejillas. Ella suspiró, recargando su frente contra la de él — Nadie puedo ayudarme. Debo hacer esto solo. No seguiré arruinando lo único que bueno que me ha pasado en meses...
— No decides eso — se quejó, obligando a su voz a hacerse oír. — Yo decidí ayudarte, Draco Malfoy. No me interesa a quien... a quien... — tragó saliva. La perspectiva de su novio convirtiéndose en un asesino la aturdía — no me interesa la misión que tengas.
Draco sonrió.
Fue la sonrisa más sincera que Roselyn le había visto nunca.
— Lo sé, Gryffindor tonta.
Roselyn trató de no reírse.
— Soy Hufflepuff ¿Lo recuerdas, hurón?
— No lo parece, Potter.
Y aunque dolía pensar acerca de todo lo que estaba pasando, sentirse querida en sus brazos y la sensación de plenitud que le daba besarlo nunca se acabaría.
— Ten, quiero que lo uses — él se quitó el anillo con el escudo de armas de los Malfoy grabado en piedra, deslizándolo en su dedo anular — Se supone que no puede ser portado por alguien sin sangre Malfoy, pero... Quité el hechizo.
— ¿Por qué me lo das? — susurró, sabía que Draco amaba ese anillo.
— Recuérdame cuando no esté contigo, Potter — sus labios volvieron a rozar su frente, como una promesa no dicha de lealtad. Como una petición para permanecer siempre con ella.
Porque la situación era complicada, para ambos. Porque lo único que Roselyn quería era mantenerlo con vida, y no le importaba sobre quién tenía que pasar para lograrlo. Porque todo lo que ella quiere es que Draco Malfoy permanezca ahí, porque ella necesita que lo esté.
Porque cuando, a la noche siguiente, siente el galeón del E.D calentarse contra su pecho, donde Roselyn lo mantenía oculto, sabe que Draco ha completado su misión.
Sabe que nada volverá a ser como antes.
Y ella ayudó a que el desastre se desatara.
Puede ver a Bill, en el suelo, su rostro manchado de sangre. A su lado está Tonks, sosteniendo su cara y tratando de mantenerlo despierto, si las leves bofetadas que le propinaba al hombre indicaban algo. Su padrino, Remus, junto a su tío Sirius, estaban intentando desbloquear la barrera que impedía el paso a la escalera de Caracol.
— ¡Reducto! ¡Reducto!
— ¿Rose?
La voz lejana de su padre la saca de su ensoñación. Puede verlo arrodillado junto a Neville, que sangre de un costado de su cuerpo. Lo sostiene de la espalda y hace presión, mientras White mueve la varita sobre la herida y la cierra con lentitud.
Hermione ayuda a Ginny a mantenerse en pie, al igual que Carrie con Ron y Luna. Se ven completamente cansados, sus ropas rasgadas y llenas de polvo. No pudo evitar pensar en la batalla del departamento de misterios, y tuvo que suprimir esos recuerdos para no tener un ataque allí.
Siente su corazón agitarse y su pecho oprimirse. Los oídos le palpitan cuando las cosas comienzan a acelerarse.
Un rayo golpea la parte lateral de la cabeza de su padre y lo manda al suelo, cayendo sobre Neville e impidiendo que White termine su hechizo de curación. Su padrino y tío Sirius son lanzados contra la pared menos destrozada de la torre, el polvo alzándose en la destrucción que ocasionaban los mortifagos.
Entonces lo ve.
Draco la mira. Está temblando y sus ojos se ven desenfocados. Se ve asustado, temeroso por lo que le sucedería si seguía allí. Pero él está vivo.
Y es lo único que le importa a Roselyn.
— ¡Crucio! ¡Crucio! — gritaba un mortifago. Su varita apuntaba a Ginny, que esquivaba agilmente la maldición imperdonable — ¡No puedes bailar todo el tiempo, bonita!
Reaccionó a tiempo para sacar su varita y apuntarlo.
— ¡Impedimenta! — chilló, y una voz familiar le hizo compañía.
Harry estaba a su lado, y el hechizo de ambos golpeó a Amycus en el pecho, los pies del hombre se separaron del suelo, se estampó contra la pared opuesta y cayó deslizándose tras Ron, Carrie y William, cada uno enfrentando un mortífago.
William no dejaba de mirar a todos lados, sin darle verdadera importancia a su rival.
— ¿Dónde está Isolt? — gritó Harry, negándose a mirar a Roselyn y llamando, en cambio, la atención de William.
Él negó.
Roselyn vio la cabellera rubia de Draco deslizarse fuera de la torre, siendo empujado por el profesor Snape.
— ¡Carrie, un poco de agua me serviría! — exclamó William de pronto. Rose miró completamente confundida la escena, quedándose anonada cuando vio el chorro de agua expulsado de la varita de Carrie viajar hasta donde estaba William, dejándose manipular por este y convirtiéndolo en un remolino que envolvió al mortifago rubio con el que luchaba Tonks.
Alguien la tacleó, lanzándola al suelo y deteniendo una posible muerte para Roselyn, ya que un rayo verde pasó justo donde se encontraba su cabeza una milésima de segundo después.
White tenía polvo en la cara y los ojos grises brillaban de locura.
— ¿Qué estás haciendo, Rose? — le reclamó, rodando a un lado y colocándose de pie. Su varita se movió de un extremo a otro y un hechizo protego las envolvió — ¡Vas a hacer que te maten!
Inconscientemente tal vez era eso lo que buscaba.
Se obligó a reaccionar.
— ¿Y papá?
White sacudió la cabeza. Parecía estarse obligando a no pensar acerca de eso.
— Tienes que salir de aquí, Rose. — ordenó, agachándose y haciendo una floritura de varita. Unas cuerdas mágicas envolvieron el cuello de un mortifago, haciendo presión. — ¡Ya!
— ¿Ese es Bill? — aulló, viendo más allá de White.
White se giró al instante, ahogando un grito de dolor al ver el rostro ensangrentado de Bill. Rose tragó saliva, retrocediendo levemente al darse cuenta de todo lo que estaba pasando.
De lo que ella ayudó a ocasionar.
Una mano sobre su hombro la jala lejos de la escena. Su padrino respira de forma errática y la lleva con él, fuera de la torre.
— Draco Malfoy dejó entrar mortifagos — fue lo primero que dijo. No la estaba mirando. Roselyn podía sentir su corazón latir fuertemente, como si intentara salirse de su pecho. Sabe que está teniendo un ataque, pero se encuentra demasiado aturdida para dejarlo ver. — Él es un mortifago.
A Roselyn le pitan los oídos. Lo escucha, sin embargo, al mismo tiempo es como si no lo hiciera.
Porque todo lo que decía era algo que ella no necesitaba oír. Porque todo lo que decía era algo que ella ya sabía.
— ¿Qué? — murmuró, sintiendo su garganta reseca.
Le duele el pecho. La presión en este le quita el aire. ¿El mundo tiembla o es solo su imaginación?
— ¿Sabías de esto? — preguntó su padrino, colocando ambas manos sobre los hombros de Roselyn y sacudiendo su cuerpo un poco — ¡Harper, necesito que me hables! ¿Sabías que Draco Malfoy era un mortifago?
— ¿De qué estás hablando, Remus?
Roselyn no sabe de dónde ha salido tío Sirius, pero él mira a su padrino como si lo que acabara de decir le resultara absurdo.
— Dime la verdad, Rose — susurró su padrino, ignorando a tío Sirius. Él se acerca, queriendo escucharlo y detenerlo, por la expresión de su cara y el pánico de sus ojos, pero Remus lo impide. Su dedo ensangrentado acaricia la mejilla de Roselyn y la obliga a mirarlo a la cara — ¿Sabías que era un mortifago?
— ¡Dumbledore está muerto!
Draco completó su misión.
Él vivirá.
El alivio la recorre de inmediato, y es capaz de decir que el pánico se disipa un poco. Puede escuchar mejor a su padrino, como los gritos de batalla a su alrededor. La opresión disminuye, al igual que los latidos de su corazón.
Draco saldrá vivo de esto.
Sus ojos ven la luz una última vez antes de que pierda el control de su cuerpo.
— ¡Roselyn! — el grito de tío Sirius se queda grabado en su cabeza, pero ella no puede responder. Se desploma en brazos de su padrino y pierde el completo conocimiento, viendo los borrones que ambos representaban pedir ayuda.
Despierta en la enfermería. La orden y los miembros del E.D que participaron durante la batalla están reunidos allí.
Harry es el primero en notar que está despierta. Su mano sostiene la de Morrigan, que está dormida sobre una de las camillas. Los ojos verdes resplandecen un poco de naranja y Roselyn sabe, porque no es tonta como para no verlo, que Harry es consciente de lo que ella hizo.
— Snape lo mató — dijo Harry, de pronto. Ya no la miraba, sus ojos estudiaban el rostro de Morrigan — Yo estaba ahí, lo ví. Llegamos a la Torre de Astronomía, porque era el lugar donde estaba la marca. Dumbledore estaba enfermo, estaba débil, pero creo que se dió cuenta que era una trampa cuando escuchamos pasos subiendo las escaleras. Él me inmovilizó, no pude hacer nada. Yo estaba bajo la capa de invisibilidad y entonces Malfoy atravesó la puerta y lo desarmó.
Hermione se llevó ambas manos a la boca y Ron gimió. El labio de Luna temblaba. Carrie apretaba fuertemente su brazo vendado. William ni siquiera parecía estar escuchando a su hermano, permanecía de pie junto a la camilla en la cual se encontraba su padre, una venda alrededor de su cabeza. White se tallaba los ojos.
— Más mortifagos llegaron y entonces Snape lo hizo. El Avada Kedavra.
Y no dijo nada. No la delató. Su hermano la mira una vez más y lleva la mano floja de Morrigan contra su boca, dejando un beso corto sobre ella y apoyándose en ella, el cansancio de sus facciones borrándose un poco al cerrar los ojos.
Roselyn se desconectó de la conversación. No quería escuchar nada más de lo que había sucedido. Perdería la cabeza si lo hacía. Pero tocaron el tema que más la concernía, y no logró seguir fuera de ello.
— Me gustaría saber qué le dijo Snape para convencerlo — dijo Tonks de pronto.
— Yo lo sé — dijo Harry. Su ceño se frunció de repente — Snape le pasó a Voldemort la información que hizo que él buscará a papá y mamá. Entonces le dijo a Dumbledore que no había entendido lo que hizo y que estaba realmente apenado de lo que nos ocurrió.
Todos lo miraban fijamente.
— ¿Y Dumbledore le creyó eso? — preguntó su padrino. De repente, estaba enojado — ¿Dumbledore le creyó que Snape sentía el ataque, estando James involucrado? Snape odia a James a muerte.
— Por él seguro que hubiera sido genial que James estuviera ese día en Valle de Godric — bufó tío Sirius. Estaba tan furioso como su padrino — Seguro así Voldemort lo mataba y se lo sacaba de encima.
White miró a su padre. Se veía muy preocupada. Tomó su mano, usando la que llevaba el anillo de compromiso, y le dió un apretón. William acarició su hombro y le ofreció un poco de consuelo a la triste rubia.
— Y tampoco creía que mamá fuera digna siquiera de una maldición — agregó Harry. Sus cejas estaban cada vez más juntas — Ella es de familia muggle ¿No? Él la llamaba sangre sucia.
Nadie hizo el más mínimo intento de preguntar a Harry cómo lo sabía, tal vez asumiendo que su padre les dijo eso alguna vez, aunque su padrino y tío Sirius compartieron una mirada perspicaz.
Las cosas siguieron pasando como en una película. Más rápido de lo que Roselyn podía prevenir, pasó el funeral de Dumbledore, y la culpabilidad nunca llegó.
Ella ayudó a que eso sucediera ¿Dónde estaba esa sensación? ¿Por qué no aparecía?
Lo único que Roselyn sabía era que Draco estaba vivo. Tenía que estarlo, incluso si Snape fue quien realizó la maldición al final. ¿Realmente importaba algo más?
Su corazón se agitó una vez más. Sabía la respuesta. Por supuesto que la sabía.
A ella no le interesaba nada más.
FIN DEL ACTO UNO
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