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IX.




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MALFOY O BLACK





Draco se enteró que Roselyn estaba en la enfermería cuando escuchó a Crabbe y Goyle burlándose del asunto.

Desde que McGonagall canceló sus tutorías con la cabeza de jengibre, Draco se encerró (de nuevo) en su tarea de lograr reparar el estúpido armario Evanescente, utilizando el libro que recibió como regalo de Navidad de parte de la niña Hufflepuff. Sus progresos, hasta el momento, resultaron nulos, lo que lo frustró y obligó a recurrir saltarse las horas de dormir dentro de Slytherin, desvelándose en la sala de menesteres queriendo acabar con aquella horrorosa tarea cuanto antes.

Le resultó contraproducente que el imbécil squib lo atrapara y delatara frente a Snape, pero Roselyn, maldita sea pensaba Draco cada vez que lo recordaba, lo sacó de una complicada situación por segunda vez.

Esa niña no se cansaba de meterse en sus asuntos.

¿Por qué no le molestaba que se metiera en sus asuntos?

— Dicen que una vez convulsionó durante Encantamientos — reía cruelmente una niña de tercero, sosteniendo un telescopio de oro. Realmente, aquella niña era Crabbe con poción multijugos, una treta que a Draco se le ocurrió luego que Snape le reclamara por lo sucedido a la chica Bell en la excursión a Hogsmeade. Mientras él arreglaba el armario, Crabbe y Goyle le cubrirían las espaldas y le avisarían si había alguien no deseado (como cara rajada, idiota entrometido ese) rondando por allí.

— Ojalá se muriera — rió el otro niño, acomodándose la túnica que traía. Goyle, incluso con multijugos, seguía siendo el mismo payaso burlón de siempre, lo que haría a Draco rodar los ojos si le interesara de lo que hablaban.

— ¿Sí lo oíste, Malfoy?

Draco se acomodó el traje, quitándose la pelusa inexistente de su hombro. Se sentía cansado y todo lo que quería era ir a dormir un poco antes de su siguiente clase del día, Pociones. No tenía tiempo para las idioteces de Crabbe y Goyle. 

— ¿Oír qué? — siseó, queriendo sacárselos de encima cuanto antes. Últimamente, no soportaba estar alrededor de ninguno de sus amigos, lo que redujo su círculo social a esos dos. 

Nott, Zabini y Parkinson probablemente estuvieran, aquel momento, preguntándose la repentina razón de su alejamiento de ellos. Eran las únicas personas que Draco podía decir (aparte de él y su madre) por las que se preocupó alguna vez, y no los quería involucrados en ese asunto, tanto como no quería a su madre allí. No pudo hacer nada para salvar a Narcisa Malfoy, mas que comprometerse a esa misión suicida, pero si Theo, Blaise y Pansy encontraban la manera de estar lo más lejos posible de la guerra, Draco se aseguraría que no sería él quien los metiera. 

— Potter está en la enfermería.

Draco se detuvo.

— ¿Potter? — repitió. 

Durante cualquier otra ocasión, estaría sonriendo un poco al tener esa imagen mental de Potter en la enfermería, incluso con toda la mierda que carga encima, burlarse de Potter siempre arregla las cosas. Ahora no podía. Porque últimamente el cara rajada no era el primer rostro que se le venía a la mente cuando escuchaba ese apellido y la sonrisa de Roselyn Potter se desvanece entre sus recuerdos de la fiesta de Slughorn mientras las risas desagradables de Crabbe y Goyle la remplazan en su memoria.

— La niña Potter — escupió Crabbe. Una mueca de asco en las facciones aún aniñadas por la multijugos —Le dio un ataque en pleno comedor y convulsionó frente a todos. Fue magnifico. 

Draco lo habría golpeado en la cara como un muggle, sin importarle lo bajo que sería, si no estuviera tratando de reaccionar a la información correctamente. 

Roselyn estaba en la enfermería.

Tuvo un ataque que la envío a la enfermería.

Draco ya presenció esos ataques.

¿Por qué mierda hasta apenas se enteraba de esto?

— Ah — es lo único que dice, tratando de sonar despectivo. Internamente, el corazón se le acelera, y el sueño junto a la sensación de cansancio quedan ahogados dentro del agitado palpitar.

— Una pena — dice Goyle, sonriendo maliciosamente  — Si no fuera una sucia mestiza, la consideraría una candidata digna.

Draco prefiere enterrarle la varita en el cuello antes de volverlo a escuchar diciendo eso. Y no lo entiende. No entiende la inmensa necesidad que lo recorrer de mandar lejos a Crabbe y Goyle para ir a esa enfermería sin alguien que lo moleste y asegurarse que la mocosa zanahoria no está muriéndose. Estúpida Potter, Draco no puede quitarle los ojos de encima y ya está volviéndose loca otra vez.

— Cualquiera es una candidata digna a comparación tuya, Goyle — es la respuesta de Draco, y Goyle está demasiado sorprendido para responder, ignorando a Crabbe que se ríe, interpretando lo dicho por Draco de la manera que quiere que lo haga. 

Cuando los pierde de vista, retrocede sus pasos y se desvía del camino hacía el comedor. Sigue de largo las grandes puertas de madera, abiertas a esa hora del día, y continúa hacía la enfermería. Si logra captar, al menos un poco, una afirmación de que Potter niña no se muere, podrá seguir su día bien.

¿Por qué Draco necesita esa afirmación para seguir su día bien? 

Se detiene de golpe al ver las puertas de la enfermería, también abiertas, aunque sólo un poco. Voces llegan a él desde su interior.

— Estará bien, cariño — murmura una voz femenina, tratando de transmitir calma. Draco la ha escuchado lo suficiente para reconocerla como la de Sayre, la novia del cara rajada.

Una pena. Si ella tuviera mejores gustos que imbéciles suicidas de Gryffindor, podría haber elegido a Draco, y ser su novia en ese momento. Y deliberadamente ignora su consciencia burlona, señalándole que Morrigan Sayre se encuentra perfecta alejada de la oscuridad que Draco trae hacía las personas.

— Esto es mi culpa, Isolt — dice la voz del cara rajada, y Draco no se contiene de colocar los ojos en blanco.

— Pues... la verdad si lo es — acepta Morrigan, y Draco intenta no reírse, fallando al instante. 

Una vez serpiente, siempre una serpiente. Incluso relacionándose con la sangre sucia, la comadreja, el tonto de Longbottom, la loca de Lovegood, la niñata comadreja segunda (Draco también ignora, deliberadamente, que el apodo cabeza de zanahoria tiene más sentido en ella que en Roselyn, pero es más divertido decirlo a Roselyn, porque eso la ofende y ofendida sigue viéndose como un escarbato, horrible y adorable) y el traidor a la sangre de su primo William.

— ¡Isolt! — le reclama cara rajada.

— No me subas el tono, Potter — advierte Morrigan. Y Draco piensa, pues bueno, si cara rajada la arruina, él podría aprovechar la oportunidad ¿cierto? Excepto que eso se pierde al escuchar las siguientes palabras que ella suelta: — No debiste decirle a Rose esas cosas. Es tu hermana, no una basura que tiras a la calle porque no eres consciente de nada. ¿Por un momento consideraste llamarla prácticamente una puta por relacionarse con Malfoy sabiendo lo sensible que es?

Draco podría matar a cara rajada en aquel momento. Porque es tonto de los cojones, y el mundo entero está mejor sin él ahí. ¿Cómo llamó a Roselyn? Y Draco sabía, por supuesto que sí, que podría suceder algo así luego de la fiesta de Slughorn, porque toda esa panda de Gryffindor lo odian tanto como él al Señor Oscuro. Pero lo ignoró, disfrutando de la sensación que le llenaba el posible disgusto de Potty Potter porque su propia hermana lo prefería sobre él.

Ahora, hubiera preferido no hacerlo y disfrutar de que sea Harry Potter, no Roselyn, quien está en la enfermería en ese momento.

— ¿Tú hiciste qué, Harry? — pregunta seriamente una voz de hombre que Draco no ubicaba. Es tensa, y fría, y Draco se pregunta unos segundos si sería buena idea entrar a la enfermería y guardar dentro de sus memorias felices el momento en que acaban con ese idiota.

— Papá...

Ah, es Potter padre. Allá fueron a parar sus escenarios de posible muerte.

— ¿Por qué le dijiste eso a Rose? — interviene otra voz femenina. Tampoco la reconoce, lo que incomoda y molesta a Draco. Imaginarse la situación no es fácil cuando no tiene una cara que proporcionar a la mitad de los involucrados.

— Yo... — cara rajada parece nervioso, y Draco cree que es mejor que lo esté — Sé que no debí...

— No, no debiste — concuerda la desconocida. 

— Pero, papá ¡Es Malfoy!

Draco se encuentra a si mismo entrando allí antes de procesar del todo la acción de sus pies. Cuatro diferentes pares de ojos voltean a verlo. Uno de ellos, los de Potter, brillan de ira, y Draco está seguro que podría no importarle si el idiota no se hubiera atrevido a tener los mismos ojos de Roselyn, que descansa en una camilla alejada por lo que Draco observa. 

El que piensa es Potter padre, parece tenso y cauteloso. A su lado, Morrigan le arruga el ceño, y Draco sonríe sarcásticamente en su dirección. La última presente es quien lo preocupa. Rubia, de la estatura de Draco (no es como si él fuera precisamente pequeño, saben) y unos inquietantes ojos grises que lo analizan. Draco ya ha visto esos ojos, esa mirada, antes.

Le pertenece a Narcisa Malfoy.

¿Quién carajos es ella?

— ¿Qué buscas, Malfoy? — le gruñe cara rajada.

Draco lo mira, sin inmutarse. Quiere tomar su varita y sacarle los ojos. Cómo se atrevía. Cómo se atrevía a tener ese intenso iris y verlo de esa manera cuando fue él quien lastimó a Roselyn con sus idioteces. Si Draco ya lo odiaba, ahora lo odia más.

— Harry... — reprende Morrigan. No luce feliz. Draco le da puntos por eso. Es nauseabundo para su ego saber que ella eligió a cara rajada sobre él, estando en su mejor momento, pero agradece esa vena instintiva de protección femenina que tiene Morrigan.

Ya la presenció antes, con Pansy. Pero lo que pasa en Slytherin se queda en Slytherin y Draco no lo menciona, guardando silencio y regalándole a Potter su mejor mirada asesina, que en conjunto a la de Morrigan, haría a cualquiera con un dedo de sentido común retroceder.

Potter, al menos, no es un caso perdido como Draco decía, porque no agrega más.

— Podemos salir — ofrece la rubia. Potter padre le mira con ojos aterrados. Ella rueda los propios, bufando. Draco al instante la relaciona como una serpiente. Es demasiado fácil reconocer a una — Vamos, James, nos calmáremos y conseguiremos chocolate caliente de Minnie...

— Pero — la protesta de Potter padre muere antes de tener un alcance mayor. Mira sobre su hombro a la camilla donde descansa Roselyn, y suspira resignadamente. Sostiene la mano de la rubia y asiente de acuerdo — Vale, sí, de todas formas, Promfey dice que no despertará hasta que la poción haga efecto.

Cara rajada se coloca frente a Draco cuando la familia feliz sale de la enfermería. Draco sonríe con suficiencia al sentir el odio que irradia.

— Aléjate de mi hermana — masculla, buscando la varita dentro de su túnica. 

Draco no se queda atrás, y no se doblega. Puede verse acabado, pero no le dará la satisfacción a cara rajada de comprobarlo. Su orgullo lo hace erguirse y renovar las intenciones homicidas de su mirada.

— Si ella me pide que lo haga — arrastra las palabras, sin inmutarse al notar que entrecerraba los ojos de forma acusatoria.

— Sé lo que eres Malfoy — decide. Draco hace uso de todo su autocontrol para no entrar en pánico. Cómo no, Potter metido en lo que no le incumbe. Draco quiere matarlo él mismo — Y te quiero lejos de Roselyn.

Los ojos grises destellan maldad.

— Es una pena que ella no lo quiera así.

Potter saca la varita.

— Ya basta — Morrigan le coloca la mano sobre el antebrazo y lo baja de un tirón — Deja de actuar como un niño y de meterte en la vida de Rose. Ella está aquí por eso mismo, Harry. Por ti. No por Draco.

— Ahora es Draco — Potter arruga el entrecejo, disgustado y lleno de celos. Draco lo disfrutaría si sus ojos no siguieran desviándose a la mata roja que sobresale del blanco cegador de las sábanas. 

 — No vas a empezar otra vez — el ultimátum de Morrigan parece demasiado claro, incluso para cara rajada. 

Draco se siente ligeramente impresionado. Arruinarle el noviazgo a Potter se convertirá en los méritos propios que más recuerda... cuando el palpitar se desacelere un poco y alguien le diga que Roselyn despertará bien.

— Créeme, no lo haré — decide cara rajada, soltándose de ella y saliendo hecho una furia de la enfermería. 

Morrigan parpadea sorprendida, Draco la mira unos segundos al notar el destello del llanto que hay en sus ojos. Ella luce tan cansada como él, y eso no es bueno. Frunce el entrecejo, no la había visto así de destruida antes y se pregunta sobre lo normal que puede ser el brillo que tiene su brazalete de serpiente en aquel momento, quitando la primera lágrima que se escapa por su mejilla.

— No espero un gracias — murmura al notar que la miraba. Draco se encoge de hombros, fingiendo indiferencia. Morrigan adquiere una mirada asesina y la respiración calmada resulta peligrosa cuando, de un paso, su rostro está a centímetros del de Draco — Pero si no tienes ninguna buena intención con Rose es mejor que te escondas, porque te descuartizo yo misma pedazo de hurón arrogante. 

Draco sonríe descaradamente.

— Quiero que lo intentes, víbora rastrera.

Morrigan podría haberlo abofeteado, usando la mano donde tiene el brazalete que parece resaltar más de lo normal. Para suerte de Draco, cambia de opinión y decide irse de la enfermería antes de que las cosas acaben mal.

El aire que inconscientemente retiene en sus pulmones escapa, acercándose a la única camilla ocupada. Roselyn está dormida, su cabeza ladeada de tal forma que la cascada enmarañada roja cae fuera de la cama. Una sábana ligera la cubre hasta los hombros y su rostro pálido, lleno de ojeras y ligeras pecas, tiene formas fantasmagóricas a la luz de las antorchas encendidas.

— Potter — murmura despectivamente, cruzando los brazos y negando con la cabeza, irritado — No podía pasar un mes y ya estás en peligro de muerte.

— Es de familia.

Draco se gira. La rubia de cautelosos ojos grises está allí. Parece calmada, más que Potter padre al menos. Draco sabe que no es la madre de cara rajada y Roselyn porque, aparte de que es demasiado joven, no se parece en nada a ellos. Potty Potter es un Gryffindor imprudente, Roselyn tiene ese aire agresivo ocasionalmente, pero de resto es una empalagosa Hufflepuff.

Esta persona le recuerda a su madre. Esta persona tiene un aire de serpiente, tanto como Morrigan. Draco no la toma a la ligera.

Ella continúa acercándose.

— Eres el chico de plaza — no es una pregunta. Draco no la interrumpe. La estudia y trata de analizarla, pero no la conoce de nada. Es impredecible, y eso lo disgusta. Ella sonríe repentinamente — Gracioso, pensé que eras su novio.

— ¿Qué te dice que no? — se burla.

— Roselyn hubiera explotado de ser así — se encoge de hombros. No parece inmutarse de su tono — Rose no es buena ocultando secretos, y Morrigan lo sabría. Fue demasiado claro que no se esperó esto para nada.

— Cuando te juntas con una serpiente...

— Se te pegan las mañas — completa ella. Sí, ella fue una serpiente. Solo lo hace sentirse más alerta — Sé eso, chico. Tan bien como sé quién eres tú, y sin necesidad de conocerte.

Draco ríe despectivamente.

— Típico de los Potter — bufa, recordando el momento en que Potty Potter desechó como basura su oferta de amistad, recordando el momento en que discutió con Roselyn luego de la bronca de McGonagall por dejarla plantada para las tutorías — Juzgando cuando no saben nada...

— ¿Cuándo dije que era una Potter? — ella ríe de igual forma que él. Y Draco piensa que es suficiente, porque desconocerla lo impresiona teniendo ese aire tan familiar a su alrededor — No, chico. Yo sí sé quién eres. En quién te conviertes por la familia de que provienes — Draco se tensa, no le gusta esto. Ella lo nota, y eso la divierte — Oh, vamos. Mucho antes de que arrestaran a tu padre ya sabía lo bajo que se dejó caer. La pregunta aquí es si tú también...

— ¿Qué le importa?

Su sonrisa se desvanece. Hay locura en sus ojos, y Draco recuerda a tía Bella con otra sensación de inquietante familiaridad.

— Me importa porque le importas a Roselyn — ella no amenaza con gestos, como Morrigan. Ella lo hace en palabras, en ese tono — Y porque le importas a Roselyn hace mi asunto si le rompes el corazón, Draco Malfoy. Sé quién eres, sé lo que te conviertes por tu familia y sé que así te criaron y es difícil que pienses lo contrario, pero si acaso sabes la razón por la que viniste aquí te recomiendo que lo reconsideres.

 — ¿Por qué debería escucharla? — siseó, hartándose de estar en silencio. Nadie doblegaba a un Malfoy — Ni siquiera sé quién es.

Ella sonrió de nuevo.

— Tu peor pesadilla, niño, si la lastimas — y aquella amenaza, siendo tan diferente a la de Morrigan, descolocó a Draco. Él conoce a Morrigan, sus amenazas se cumplen a corto plazo, cuando las esperas. Ella no es así. Ese aire familiar le asegura a Draco que podrían pasar meses y años antes de que verdaderamente cumpla lo dicho. Ese aire familiar le asegura a Draco que, quien sea tiene de frente, es alguien a quien considerar de verdad — Lamentablemente, lo harás más temprano que tarde.

— No sabe nada sobre mí.

— Pero si yo lo sé todo sobre ti — ella se ríe — Actúas por miedo, no por honor ¿Me equivoco? — Draco se calla, porque ha dado justo en el clavo — Eres un Malfoy, niño. Así te criaron y así te quedarás para toda la vida a menos que cambies de opinión, lo que tampoco es fácil, porque así son los Malfoy....

— Mi familia...

— Tu familia ha caído bajo para la grandeza que profesaban antes — casi escupe. Draco siente eso como una puñalada, a su orgullo, a su ego y a todos sus principios. Porque dice la verdad, y eso lo enferma, pensándolo tanto como ella y no luchando contra eso gracias a que actúa por miedo, no por honor — ¿Me equivoco? Te han pisoteado todo lo que sabías y aún así continúas de pie, niño. Algo Black debía quedar en ti ¿Eh?

Draco sabe de su madre, y la familia en que nació. Draco sabe que a su padre no le gustaban los Black, porque eran demasiado, incluso para los estándares Malfoy. Draco sabe que Narcisa ha ignorado a su familia desde el inicio de su matrimonio por aquello mismo. Draco sabe de los Black.

— Entonces ahí radica el problema, niño — la rubia lo apuñala, una y otra vez. Draco sabe que no se detendrá hasta obtener una respuesta, pero él solo procesa lo rápido que va. Por primera vez, siente que no sigue el ritmo de una discusión, y eso lo hace sentirse asqueado de si mismo ¿Qué tan bajo ha caído para dejarla seguir hablando? — Hay algo Black en ti. Los Black sí actúan por honor, no como los Malfoy...

— No todos lo hacen — masculla.

La renovada risa resulta escalofriante, incluso para él.

— Vamos, dime uno.

Draco quiere decir Bellatrix. Pero la lengua se le traba antes de que pueda. Bellatrix, por muy loca, psicópata y asesina que sea, no actúa por miedo. Ella lo hace porque es lo correcto, para ella y el honor sangre pura de su familia que los Black mantuvieron por siglos, antes de que se corrompieran.

Y aunque no sea lo que se considera como bueno, sigue siendo honor.

— No puedes — ella asiente, satisfecha — ¿Lo ves, niño? Tic, toc. Decide porque el reloj avanza, Draco Malfoy. Tienes ambas opciones así como tienes ambos nombres. Te guías por miedo o te guías por honor. Eres un Black, o eres un Malfoy.

Se da la vuelta y sale de la enfermería como si nada. Draco no deja de mirar el camino que ha tomado incluso cuando la cabellera rubia se pierde de su visión.

¿Es un Malfoy o un Black? 

Las agujas del reloj se mueven.

Tic, toc.











aww, Draco ya conoció a su futura familia ¿vieron? gg

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