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I.




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ANSIEDAD




ROSELYN ESTÁ ANSIOSA.

No es sólo que comenzaría su quinto curso en el colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en menos de 24 horas; o le incomodaban las miradas (más intensas y menos disimuladas que los años anteriores) del resto de sus compañeros y padres sobre ellos (bueno, sobre Harry). Hay una inquietante sensación de cosquilleo en el aire cercano a Roselyn que adormecía sus manos, como una advertencia de que algo sucedería, y ella se vio en la necesidad de golpearse los puños contra los costados de su cuerpo para aliviar el malestar.

Se colocó de puntillas y estiró el cuello, tratando de encontrar una cabellera rojo fuego entre la multitud de cabezas. Ella lo prometió, pensó con desespero.

—¿A quién buscas, Rosie? —preguntó su padre, que volvía de dejar los baúles de Roselyn y Harry en el tren. Él cruzó los brazos al detenerse frente a ella, con expresión preocupada—. ¿A Morrigan? La vi irse con Will a los vagones de Slytherin hace un momento.

—No. —Roselyn sonrió tensamente; su estómago se retorció por los nervios y creía que vomitaría la bilis si ese malestar de ansiedad no disminuía pronto—. Papá ¿Sabes si mamá vendrá?

La dinámica de la relación de los Potter era, en realidad, un tema incómodo de tratar para ellos. No sólo porque son celebridades (como el profesor Snape diría durante Pociones, con tal de avergonzarla) en el mundo mágico por el ataque de un loco con ínfulas de grandeza; también estaba el hecho que los padres de Roselyn no podían estar más de 5 minutos juntos dentro de una misma habitación sin intentar ahorcarse el uno al otro. O lanzarse vasos de vidrios a la cabeza, lo que ocurriera primero.

Roselyn nunca comprendió del todo lo que llevó a su padre y su madre a odiarse luego de esa noche del ataque a Valle de Godric, hacía 15 años. Ella siempre lo ligó al trauma de vivir marcados por un loco; Roselyn era casi una recién nacida en ese entonces y había ciertos momentos en los cuales sentía el frío aliento de la muerte que le soplaba en la nuca; una risa aguda y malvada le martillaba la cabeza, persiguiéndola en pesadillas.

Ella suponía que sus padres no fueron capaces de superarlo y mantener viva la relación, lo que los llevó a divorciarse pocos meses después del ataque. Pero (pero, se recuerda, porque ya no le funciona golpear los brazos contra sus caderas para mantener baja la sensación de cosquilleo), Roselyn estaba iniciando quinto año. El año de sus TIMO's. Un divorcio y muchas peleas no le impedían a su madre ir a darle un poco de suerte a la hija más pequeña del fallido matrimonio.

Por supuesto, eso no sucedió. La sonrisa fingida de su padre marchitó la ilusión de Roselyn.

—No, Rose. —James negó con la cabeza, incapaz de mirarla a los ojos mientras hablaba—. Ella no vendrá. Lily... Lily estaba ocupada.

— Ocupada siendo una mala madre —masculló la voz de Harry, rodando los ojos tras su padre.

A diferencia de Roselyn, su hermano no guardaba esperanza que su madre se interesara por ellos. Harry siempre tuvo una relación muy tensa con Lily Evans; nunca la llamó "mamá" o "madre", no en todo lo que Roselyn podía recordar de su vida. Él decía "Lily", a secas, sin una pizca de cariño o de bondad por ella. Era la fuente de muchas de las discusiones que tenía con su hermano; aunque Harry era demasiado terco para dar el brazo a torcer.

Roselyn había intentado hacer que la apoyara, o que al menos la respaldara cuando quisiera ver a su madre; pero Harry nunca se encontraba de buen humor para fingir por el bien de ella. La única reacción que Roselyn recibió a cambio de su expresión herida fueron ojos en blanco y un manoteo desdeñoso de Harry, mientras guardaba su preciado walkman en el bolsillo delantero de su hoodie con capucha.

— No digas eso de tu madre, Harry —advirtió su padre, mirándole con reproche a través de las gafas cuadradas.

— A ella no le importa decir lo mismo de ti —señaló Harry, impaciente. Roselyn muchas veces escuchó a Harry decir que no sabía cómo su padre, que se llevó la parte más difícil del trabajo tras la separación (criar a dos niños pequeños, con una posible depresión a cuestas, a los 22 años siendo el veterano de una guerra que se llevó a personas preciadas y la mayoría de su felicidad), podía seguir defendiéndola —White es más madre nuestra durante el último año que ella en 16 años, papá.

—¡Escuché mi nombre! —White Black, la nueva novia de su padre (a Roselyn le da gracia eso, pensar acerca de ella siendo la nueva novia como si su padre hubiera tenido otra antes), aparece detrás de Harry y le abraza por los hombros, su eterna sonrisa radiante grabada en las delicadas facciones —¿Por qué esas caras largas? Pensé que querían volver a Hogwarts.

— Sinceramente, White —Harry se relajó al instante. Harry, a diferencia de Roselyn, tenía una buena relación con ella luego de que bromeara sobre a quién carajos le importa lo que diga el Ministerio, cuando a él se le creía un loco mentiroso el año anterior —¿Tú alguna vez querías regresar a Hogwarts?

Roselyn rodó los ojos al verla hacerse la que lo pensaba.

No era nada contra White, en realidad. Había notado lo feliz que hacía a su padre y Roselyn se alegraba por él, verlo feliz era algo que ella estaba anhelando desde que escuchó de Canuto, Lunático y Cornamenta, los revoltosos merodeadores, a la tierna edad de 8 años. Lo que sucedía es que, por mas que Roselyn no lo admitiera, albergó la esperanza de que sus padres volvieran a estar juntos y ellos podrían ser la familia que eran antes de Voldemort.

Pero eso, se recuerda viendo a White y Harry bromear, broma a la que su padre no tarda en unirse, solo son sueños estúpidos.

— ¿Pasa algo, Rose? —preguntó su padre, acercándose a ella una vez más.

Roselyn se acarició el brazo, con inquietud. Sentía su piel quemando bajo la intensidad de las miradas que atraían aquel día. Lógicamente, sabía que algo así podría suceder, luego de la Batalla del Departamento de Misterios; pero aspiró a tener la oportunidad de escapar de los alrededores de Harry antes de que se dieran cuenta de su presencia. 

Ella era buena en eso, desaparecer lejos de los reflectores y susurros que perseguían a su hermano como buitres. Harry tenía ya su forma propia de evadir a los entrometidos; Roselyn era una persona demasiado ansiosa para soportarlo hasta que la vela de paciencia de su hermano se derritiera y él se encargara de ellos con brusquedad, más unas cuantas amenazas de maleficios. No, lo mejor que podía hacer era huir.

Cosa que no le estaba funcionando ahora, porque papá parecía muy preocupado. A menos que quisiera huir de forma intencionada; su padre sospecharía que algo no iba como debería si ella se iba así sin más.

— La gente nos mira —señaló, eludiendo lo obvio que resultaba la afirmación.

— Eso es porque soy extremadamente guapo —dijo Harry, colocando una sonrisa fácil. Claramente, a Harry le hizo bien tener novia, porque Roselyn nunca lo había visto actuar de esa manera antes de que Morrigan Isolt Sayre hiciera aparición en su vida.

—O tal vez porque papá trajo a su novia diez años menor que él —murmuró Roselyn, su voz era cortante.

La sonrisa de White disminuyó al instante; al mismo tiempo que la postura relajada de Harry se quebraba y la calma inherente de su padre se transformaba en preocupación. Roselyn no se sintió capaz de enfrentarse a los ojos de ninguno, consciente de lo que había hecho y que metió la pata hasta el fondo.

Se prometió a si misma, y al tío Remus, que conocería a White mejor y se esforzaría por entablar una buena relación con ella antes de sacar conclusiones precipitadas sobre la relación que esta tiene con su padre; pero la decepción que resulta para Roselyn saber que su madre no iría a despedirla (incluso luego de que le prometiera que lo haría, pensó Roselyn amargamente) la hizo abrir la boca antes de pensar bien lo que iba a decir.

A veces se pregunta por qué es Hufflepuff. Ella necesita recordarse que no porque ella sufra es razón para hacer sufrir a los demás. Es injusto y tras pensarlo Roselyn se siente peor.

—Lo siento —murmuró, sintiendo que sus mejillas estallaban de carmesí. Ella se rascó la muñeca izquierda con una de las uñas de su mano derecha y jugueteó con los bordes de las mangas del suéter esmeralda que la cubría. La mirada de Harry era incluso más intensa que la de los entrometidos—. Yo... iré a buscar a Morrigan.

— Ten cuidado, Rosie — pidió su padre, pellizcando el brazo de Harry al notar que murmuraba algo, posiblemente lo loca que estaba Roselyn por decir tal cosa frente a White.

Rose les hizo un ademán vago de despedida, con toda la intención de ignorar apropósito a White, y se perdió entre el gentío hacia una de las entradas al tren. Morrigan probablemente la salvaría del discurso furioso que Harry le estaba preparando por su trato a White; o le daría el tiempo suficiente de huir de él a esconderse detrás de Ginny, a quien Harry no era tan estúpido como para molestar.

Entre empujones y tropezones, su cabeza dio golpe contra una espalda dura.

Roselyn se quejó en voz baja y se acarició la frente, sacudiendo sus manos para sentir los dedos presionar el lugar del golpe. Alzó la cabeza y se sintió dispuesta de decirle unas cuantas cosas a quién sea con quien había chocado; su molestia con su madre, su padre, White y Harry a punto de derramarse en una lengua furiosa que le heredó al malgenio de los Potter.

Se le atascan las palabras en la garganta al reconocer la cabellera platinada de los Malfoy.

A través de sus anteriores cuatro cursos en la escuela, Roselyn había intentado (y logrado) pasar desapercibida por el rango de largo alcance que era el odio de Draco Malfoy. Porque ¿Quién no conocía a Draco Malfoy en Hogwarts? Sobre todo siendo el Slytherin más irritante de la historia de la casa de Slytherin y el enemigo número uno de Harry; ambos enfrascados en una rivalidad de niveles desmedidos. Entonces, sí. Roselyn sabía muy bien quién era Draco Malfoy.

No estaba segura de que Draco Malfoy fuera consciente de quién era ella (tampoco es que le importe mucho; mientras él más la ignore, mejor). Roselyn planeaba que eso se quedara así al menos hasta la graduación, donde Malfoy no podría hacerla un objetivo de su odio y provocarle un ataque de pánico frente a toda la escuela, porque eso sería vergonzoso.

— Mira por donde caminas —advirtió el rubio, mirándola irritado y con mucho enojo.

Roselyn tragó saliva. Morrigan le recomendó en el baile de Navidad que apenas viera a Malfoy en una esquina, se fuera por el otro pasillo; un consejo del que Roselyn todavía hacía uso y el que no planeaba ignorar pronto. Ella se negó a mirar a Malfoy a los ojos, lo esquivó con una agilidad adquirida por juegos de quidditch en casa y siguió de largo, directo a una familia de pelirrojos a los que ella conocía bien.

Ginny, una de sus mejores amigas, la vio primero.

—¡Rose! —exclamó Ginny, sonriendo. Ella le dio un abrazo rápido y con uno solo brazo, consciente de que a Roselyn no le gustaba que la tocaran a menos que el tacto viniera de su padre o Harry—. ¿Qué pasa, Rose? Pareciera que acabas de ver un fantasma.

Roselyn suspiró profundamente y trató de calmarse. No conseguía nada alterándose sólo porque el radar de odio de Draco Malfoy la encontró solo por unos minutos. Cuando volvieran a Hogwarts, Malfoy se concentraría en hacerle la vida imposible a Harry (y a los amigos de Harry) y Roselyn seguiría invisible para él. Todos contentos con eso ¿no? Harry sabía cómo enfrentar bravucones. Tal vez debería pedirle algo de ayuda, ella lo necesita. 

—Estoy bien —dijo Roselyn, en el mismo tono con el que mentía a su padre si le preguntaba cómo la pasaba en los días especiales de su madre—. Sólo me tope a Malfoy, no es la gran cosa.

—¿El hurón? —Ginny levantó la ceja, sus ojos mieles brillaron de burla—. ¿Te dijo algo? Tengo perfeccionado el Mocomurciélago por si te interesa.

—No quiero que cometas asesinato, Gin. —Roselyn rodó los ojos, divertida con la intensidad protectora de su amiga.

Ginny y ella tuvieron un largo camino que recorrer antes de que Roselyn se sintiera cómoda con la sola presencia Weasley en una habitación. Si no fuera por Morrigan, estaba segura de que jamás habría dado el paso que dio para establecer su amistad. Primer año y Tom Riddle era un recuerdo compartido que las atormentó durante mucho tiempo; a Ginny por la culpa y a Roselyn por el trauma.

—¡Roselyn, querida! —La regordeta y amable señora Weasley se acercó a ellas, para rodear a Roselyn en un abrazo que logró tronar ciertos huesos que Roselyn no sabía que tenía. La efusividad maternal de la señora Weasley siempre la tomaba desprevenida—. ¿Cómo está tu hermano? ¿Todo bien en tu casa?

— Mamá... — se quejó Ginny — ¡Prometiste que no dirías nada!

Tras el verano que pasaron en Grimmauld Place, la señora Weasley había presenciado a su padre y a White forjando su relación, y Roselyn sabía lo poco partidaria que la señora Weasley era de la idea, siendo White tan menor. Roselyn no se lo reprochaba, ella misma pensaba ciertas ocasiones que era raro.

—Sólo me estoy asegurando, Ginny —se defendió la señora Weasley, acariciando tiernamente la mejilla de Roselyn.

Ella se torció, incómoda por el contacto desconocido de la señora Weasley. Odiaba que las personas la tocaran. Ginny debió darse cuenta, pues maniobró a su madre con una agilidad que sólo venía de  la costumbre y alejó su abrazo asfixiante de Roselyn, quien colocó una sonrisa fingida y forzada para calmar a la mujer.

—No se preocupe, señora Weasley, todo va de maravilla.

La mentira picó su lengua, ganas de gritar de frustración cuando la señora Weasley se conformó con su mentira y asintió, sin insistir en ello. Roselyn no había estado bien en todo el verano, y las cosas menos fueron de maravilla; pero sabía que nadie la entendería. Nadie haría el esfuerzo de ver su punto de vista. Harry la descartaría con celos, papá se colocaría triste (Roselyn prefería morirse antes de colocar triste a su padre) y Morrigan le daría esa larga mirada juzgadora que la hacía sonrojarse mucho por vergüenza.

Y todo eso era culpa de White.

—¡Rosie, te buscaba!

Harry corrió hacía ellas, lo que provocó que Roselyn se tensara de inmediato. Había una fiereza en los ojos de su hermano que ella conocía muy bien, a la que se acostumbró ver todo el verano, y cierta advertencia a Roselyn de no hacer un espectáculo frente a tanta gente. Harry le colocó un brazo sobre los hombros, más una prisión que un gesto reconfortante, y le sonrió a las dos mujeres Weasley.

— ¡Oh, Harry! ¡Como haz crecido! — la señora Weasley no tardó en echar sus brazos alrededor de Harry, que muy sorprendido le devolvió el abrazo. Ginny tuvo que cubrir la risa con una tos falsa — Eres tan alto como Ron.

— ¿Enserio? Ya no podrá decirme enano — Harry bromeó, encogiéndose de hombros al escuchar el leve bufido de la señora Weasley al separarse.

— Espero que tengas un buen año, y que no te metas en líos.

— Pero si yo nunca me meto en líos, señora Weasley. Ya me conoce, me gusta la tranquilidad...

Ginny rio con más fuerza, la señora Weasley le dio a Harry una mirada llorosa llena de cariño y Roselyn fingió la misma risa que Ginny; aunque el apretón de Harry a sus hombros fue una señal de que no le había creído en lo más mínimo. Roselyn deseó tener la valentía de morderle esa mano y huir, para que se enfrentara a las preguntas de los Weasley solo.

—¡Tengan mucho cuidado! —pidió la señora Weasley, mientras ella y Ginny veían a ambos hermanos Potter abordar el tren.

—Siempre tenemos cuidado, señora Weasley —dijo Roselyn, con una sonrisa conciliadora.

Harry le dio a Roselyn un segundo de paz y tranquilidad antes de quitarle el brazo de los hombros; sólo para colocar sus dedos alrededor de la muñeca de Roselyn en un agarre de furia y arrastrarla hacia un comportamiento, vacío de milagro, cerca a donde se estacionaron originalmente con su padre. Harry, sin remordimiento alguno, la obligó a quedarse a su lado mientras se asomaba a la ventana.

— ¡Eh, papá! — agitó el brazo, ocasionando que su padre girara la cabeza y les sonriera. Roselyn se sintió colorada al encontrar los ojos de White, pero ella no hizo más que recostarse contra su padre, que la abrazaba por la cintura, y devolver la entusiasmada despedida de su hermano — ¡Dale a White buenas vacaciones lejos de nosotros!

White soltó una risotada, la cual ahogó la queja indignada de Roselyn sobre que Harry era un bruto sinvergüenza; pero eso no le impidió golpear el brazo de su hermano como represalia. Harry la ignoró e hizo un saludo militar a su padre, que James Potter devolvió con un beso para ambos; antes de que el tren comenzara a andar y el andén 9 ¾ se perdiera de vista entre el humo de la locomotora roja.

—¿Qué? —inquirió Roselyn, nerviosa a más no poder. Nunca le gustaba estar a solas con su hermano cuando sabía que Harry estaba molesto con ella o su comportamiento.

—Estás actuando como una niña inmadura —dijo Harry. Sus ojos echaban fuego—. Te lo he aguantado todo el verano por el bien de papá, porque ya tiene suficiente con todo lo que está pasando en la Orden para agregar nuestras discusiones a sus problemas; pero estoy harto de ti, Rose. ¿Qué diablos está mal contigo?

Los ojos de Roselyn se llenaron de lágrimas.

—¿Por qué actúas como si yo fuera el problema? —murmuró, su voz ahogada por el llanto contenido.

—Porque lo eres —dijo Harry, sin remordimiento alguno—. Lo eres y no quieres verlo y me está irritando muchísimo tu comportamiento. Si esto se trata de Lily...

—Deja de llamarla Lily. Es nuestra madre.

Harry soltó una risa agría.

—Se trata de Lily, entonces —decidió Harry, el ceño fruncido de nuevo—. ¿Todavía crees que papá y ella regresaran? Por Merlín, Rose. Madura y deja de vivir una fantasía sin sentido de una buen vez, te lo ruego. Lily lo odia y papá apenas y tolera verla por nosotros, por ti. Ya no se aman y no lo harán nunca de nuevo.

—Tú no sabes eso —protestó, aunque sonó patético incluso en sus oídos.

—Ah, pero lo hago —dijo Harry—. Mucho mejor que tú, al menos. Papá está con White, se aman, White lo hace feliz. ¿Cómo es que no puedes ver eso? ¿Qué tan egoísta eres para quitarle a papá la felicidad que White le ha devuelto a su vida?

—¡Yo quiero que papá sea feliz!

—¡Pues actúa como tal! —espetó, alzando la voz. Roselyn podía ver la vena yugular de Harry palpitar en su cuello, un signo de molestia más intenso que su propio tono—. Él no es feliz con Lily, probablemente nunca fue feliz con Lily dado lo rápido que se divorciaron después de Valle de Godric. Por una vez papá se preocupa por su propia vida más que la de nosotros y tú ¿Quieres arruinarle eso? Que decepcionado estoy de ti.

Roselyn retrocedió, el aguijón de esas palabras le palpitó en el pecho.

La puerta del compartimiento se abrió de golpe, lo que apartó por fin los ojos decepcionados de Harry de encima de ella. Ondas cobres entraron en el rango de su periferia antes de que una sonrisa genuina se deslizara entre el rostro de Harry, mientras recibía a su novia, Morrigan Sayre, en un abrazo fuerte.

Morrigan parecía muy contenta en donde se encontraba; pero una rápida mirada a Roselyn la hizo retroceder.

—¿Rose? —preguntó Morrigan, el ceño fruncido—. Oye ¿Qué pasa? ¿Estás llorando?

—Estoy bien —mintió al instante, sin hacer caso del temblor de su voz.

Morrigan se giró hacia Harry.

—No me mires así —dijo Harry—. Tuvimos una conversación que estaba en pausa desde el comienzo del verano.

—Te dije que no la regañaras —masculló Morrigan, alejándose de los brazos de Harry. Él la miró cansado cuando Morrigan se acercó y sostuvo las manos de Roselyn entre las suyas—. Mira, amor, tu hermano es un bruto. —Ella deliberadamente ignoró el "¡Oye!" indignado de Harry—. Pero lo que sea que te haya dicho, lo hizo con el bienestar de tu corazón en mente. Sé que ha sido difícil para ti, trata de entenderlo.

—Nadie trata de entenderme —se quejó Roselyn.

—Porque estás actuando como una inmadura irrazonable —dijo Harry.

—Basta ya ¿No ves que la hiciste llorar? —espetó Morrigan—. Will consiguió un compartimiento al final del tren. Espérame ahí.

—Tienes que estar bromeando. —Harry parpadeó incrédulo—. Pensé que estábamos de acuerdo en esto, Isolt. Tienes que dejar de mimarla, está demasiado grande para actuar así sólo porque papá tiene novia. Una novia que lo único que ha hecho es ser muy amable con nosotros.

La mirada de Morrigan era mortal.

Fuera.

Harry arrugó la nariz; el evidente disgusto en sus ojos agitó el corazón de Roselyn y lo convirtió en añicos. Su hermano nunca la había mirado así antes. Harry sólo se dio la vuelta y salió del compartimiento, sin mirar atrás al portazo que acababa de dar. Morrigan sacudió la cabeza, le regaló una mirada comprensible a Roselyn y le besó la frente.

—¿Por qué nadie trata de entenderme? —murmuró, la voz ahogada por el llanto.

—Porque tú tampoco haces el intento de entender —dijo Morrigan, con suavidad—. ¿Crees que no me di cuenta cómo has tratado a White todo el verano? James tiene la paciencia de un santo, pero Harry no.

—Yo sólo quiero que mis padres estén juntos —balbuceó, quitando la mirada—. ¿Es tanto pedir?

—Cuando lo que pides implica a James y Lily en un ambiente que no sea hostil. —Morrigan suspiró—. Es mucho pedir, Rose. Se divorciaron por una razón ¿Qué te hace creer que quieren volver a eso de nuevo?

—Deberían intentarlo al menos. Si sólo...

—No, no deberían —dijo Morrigan, de forma tajante—. Y tú, como una hija que los ama a los dos, tampoco deberías creerte en el derecho de pedírselo a tu padre.

Roselyn sintió eso como una flecha a su corazón.

Y la sensación de ansiedad no tardó en volver.



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