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EPILOGUE




epílogo;
1 DE SEPTIEMBRE,
2017










La sensación de que le faltaba algo fue lo primero que le pasó a Scorpius por la mente aquella mañana.

Al palmear el lado izquierdo de la cama, el aroma de la colonia vainilla de Ares cubriendo la almohada, su cerebro dormido procesó la información y se di cuenta que estaba solo en la habitación. Soltó un bostezo de cansancio y se dio la vuelta, olfateando la almohada de Ares y enterrando parte del rostro en ella, los mechones de cabello rubio tapándole la visión, queriendo calmar la inquietud de su pecho.

— Ares — llamó, la voz ronca quemándole la garganta. El frío del otoño golpeó su espalda, el sonido de los árboles filtrándose por la ventana abierta y la temperatura descendiendo mientras Scorpius se desesperaba sin escuchar respuesta de parte de su novio — ¡Ares!

— Estoy aquí — Ares se asomó desde la puerta del baño. Tenía el cabello mojado y los ojos entrecerrados, en un intento de enfocar la figura de Scorpius al no tener las gafas puestas. Scorpius suspiró de alivio, acarició sus brazos y se enderezó, pegando la espalda a la cabecera de la cama — Lo siento, pensé que despertarías más tarde.

— No importa — susurró, cerrando los ojos para disfrutar mejor de la sensación del frío en su cuerpo. Odiaba estar solo en una habitación y aunque eso no era culpa de Ares, no podía evitar enfadarse con él por irse sin pensarlo mejor. 

Ares suspiró, los ojos grises le brillaban preocupados. Salió del cuarto de baño, una toalla cubriéndole las partes más importantes del cuerpo, y atravesó toda la habitación hasta la cama matrimonial. Scorpius lo miró tomar la varita de la mesilla de noche y hacer un complicado movimiento con ella, un calzoncillo negro reemplazando el trabajo de la tela blanca que cayó al suelo. No pudo evitar la sonrisa que cruzó su rostro por la expresión de Ares, antes de verse envuelto en los brazos de su novio y caer debajo del cuerpo más pequeño sobre las sábanas.

Scorpius se rió, disfrutando del tarareo distraído de Ares mientras besaba su hombro.

— Perdón — susurró Ares, y arrastró los labios hacia los de Scorpius sin apartarse de la pálida piel del más grande. El regocijo habitual que sentía cuando recordaba lo que podía causar en su novio se desvaneció tan rápido como encontró los ojos mercurio nublarse, la culpabilidad envolviéndolo por lo desolado que parecía el rubio — Lo haré mejor. 

— Lo sé — devolvió el susurro, enredando los dedos en el cabello de Ares. Tenían los rostros tan cerca del otro que sus respiraciones se entremezclaban y sus narices se rozaban. La mano derecha de Ares se deslizó, delineando el costado desnudo de Scorpius, un dibujo de patrones que sabía lograban calmarlo. — Estoy siendo dramático de nuevo.

— No, sólo estoy siendo estúpido — corrigió Ares, enterrando la nariz contra el cuello de Scorpius y dejando que el frío de la ducha se trasladara a su novio — ¿Te sientes mejor ahora? Puedo besarte otro poco, si lo necesitas.

— Me besarías incluso si no lo hiciera — señaló Scorpius.

Ares tarareó de nuevo, su aliento erizaba los vellos del cuerpo de Scorpius. Se retorció un poco, buscando comodidad, lo que Ares aprovechó para sentarse encima de su cintura y apretarle los costados con las rodillas. El bufido que recibió a cambio divirtió al azabache, mordiendo suavemente la pálida piel como tantas veces lo había hecho antes.  

— Recuérdame porqué me levanté temprano — pidió Ares, satisfecho de la marca en Scorpius, y se separó lo suficiente para ver la cara del rubio — espero que sea una razón justa — añadió, al notar que Scorpius mantenía los ojos cerrados y disfrutaba de los mimos posesivos (incluso si siempre se lo negaría a Nova y Teddy) de Ares.

— Es primero de septiembre — Scorpius ahogó un bostezo, su brazo enrollado alrededor de la cadera de Ares para mantenerlo en aquella posición. Ares ronroneó al sentir el roce de las yemas de sus dedos bajar por el bóxer negro, pero Scorpius lo ignoró — Mis padres quieren que vaya a King Cross a despedir a mis hermanos y White te pidió que finjas querer a Venus hoy. 

— Haré cualquier cosa por mi madre, hasta morir, excepto eso — Ares bufó.

— Y se lo prometiste a James — completó, tratando de no reírse ante la cara de sufrimiento que colocó Ares. El día que Ares admitiera que realmente se preocupaba por su hermana menor y lo único que le gustaba era molestarla (mismo asunto le sucedía a Venus, los hermanos Potter eran tan parecidos que fingir buen comportamiento frente a sus padres ya no les funcionaba tras la experiencia inicial), Scorpius pensaba que el mundo acabaría. — Hazlo por mí.

— Bien, pero iré arriba la próxima vez. 

Scorpius sólo sonrió. Ares cambiaría de opinión tan rápido con esa petición que ya no se lo tomaba enserio. 

Se habían mudado juntos luego de su graduación de Hogwarts. Teddy y Nova hicieron lo mismo, a pesar de que Sirius lloriqueó por lo rápido que habían crecido y Pansy no sabía si ser protectora con su hija, tratándose de Teddy. Él y Ares compraron un apartamento no muy costoso en Londres, cerca de South Bank, que pagaron con sus ahorros y ganancias de trabajos momentáneos durante su adolescencia. 

Nadie estuvo muy sorprendido cuando anunciaron estar saliendo (Scorpius ya no podía pensar que Sirius pagándole a James una apuesta había sido su imaginación, juzgando por la sonrisita ganadora que tenía su suegro cada vez que los veía), y menos aún cuando les dijeron que querían vivir juntos. Había sido una experiencia extraña; aunque su amistad venía desde que tenían memoria, la relación era nueva y no sabían cómo actuar compartiendo tal responsabilidad. 

Mientras veía a Ares cantar entre dientes una canción de la radio mágica, probándose distintos hoodie que en realidad eran de Scorpius, no pudo evitar pensar que nunca se arrepentiría del paso que tomó hacia esa relación.

Scorpius Malfoy era un tonto enamorado de Ares Potter.  

— ¿Por qué tenemos que ir? — se quejó Ares, despeinando su cabello frente al espejo. Los lentes de montura redonda se le deslizaban por la nariz con la posición de su rostro, pero Ares no parecía interesado en ello al pasar la mano entre las hebras azabaches rizadas. — Nos graduamos de Hogwarts, tenía la esperanza de no ver esa maldita locomotora de nuevo.

Scorpius no contuvo su suspiro. Ares odiaba el Expreso de Hogwarts luego del accidente que hizo a Scorpius estar asustado de la soledad, a Teddy sufrir de hipotermia y a Nova sobresaltarse con cualquier ruido fuera de tono cerca suyo. No hablaban mucho de ello, un acuerdo tácito entre los cuatro de simplemente ignorarlo, pero aún estaba allí. 

— Nuestros hermanos siguen en Hogwarts.

Ares refunfuñó, mencionando algo que sonó como Scorpius hablando con demasiada lógica para su gusto. Scorpius eligió ignorarlo, lo que ya era habitual de su parte tratándose de Ares, y cogió su mano mientras salían del apartamento, desapareciéndose a King Cross luego de asegurarse que el pasillo estaba vacío. Ares se aferró a su brazo ante el silbido de las 10:30 del tren.

Scorpius acarició sus nudillos.

— ¿Estás bien?

— Sí — Ares apretó la mandíbula, frunciendo el ceño a un par de niños que se habían quedado viéndolos. Ante la furia que parecía emanar, los niños salieron corriendo, sacándole una sonrisa engreída al azabache. 

Scorpius rodó los ojos y comenzó a tirar de él, asegurándose de que no se detenía a asustar más alumnos de Hogwarts, para buscar la cabellera azul eléctrico de Teddy. No tardó en hacerlo, viéndola tomada de la mano de Nova y susurrándole al oído algo que quedó ahogado con los gritos emocionados de adolescentes y el llanto de padres primerizos. 

— Te dije que la falda quedaría bien — dijo Scorpius, elevando su mano para golpear la nuca de Ares luego de que silbara como camionero a la metamorfomaga.

— ¿Cierto? — Nova parecía entusiasmada, los ojos brillantes chocolate observando a su novia, que atinó a sonrojarse por la sonrisa depredadora que Ares le ofreció — Te ves increíble, Teddy. Y las medias no le hacen justicia a tus piernas. 

— Cállense — Teddy les regaló una mirada fulminante a los tres — Las medias se ven increíble con la falda.

A ninguno de ellos les resultó una sorpresa el día que Teddy les dijo que, particularmente, no se sentía atado a alguna identidad de género. En palabras de Teddy, era todos al mismo tiempo. Lo llamó género fluido, y White y William (siendo los únicos que podían entender un poco lo que Teddy estaba pasando) la hicieron sentir tan cómoda que era habitual verla intercambiar entre todos lo que le parecía mejor. 

Ares y Scorpius se habían encargado de patear a cualquiera que de alguna forma hiciera a Teddy sentirse mal consigo misma y Nova los amenazó uno a uno hasta que nadie se atrevió a mirarla o decir algo fuera de lugar.

— Se vería mejor sin ellas, créeme — dijo Ares, sus ojos grises moviéndose de Teddy a unos metros más allá de ellos — Oh no, mamá acaba de verme.

— Actúa natural — dijo Nova.

Los cuatro se giraron y le regalaron sonrisas iguales a White Potter. Se detuvo frente a ellos, cruzando los brazos, y alzó una ceja. La edad hizo maravillas en su persona, no existía signo de vejez en su cara y se divertía cada vez que Ares refunfuñaba por ello, deseando tener más de los genes Black para verse así de increíble a los 42. 

— Si vinieron — White sonrió, los ojos que le había heredado a su hijo estudiándolos. Ares se estremeció fingidamente.

— ¿Pensaste que no lo haríamos? Me ofendes.

Teddy le pellizcó el brazo para que se callara. Ares parpadeó indignado, pero White se había dado la vuelta y los cuatro decidieron (de forma silenciosa) seguirle, ninguno de ellos quería que se enfadara enserio. A los lejos, Venus saltaba de un lado a otro, tratando de irritar a James Sirius. Dante, el hermano menor de Nova y el segundo hijo de William y Pansy, pinchaba el hombro de Luna, la hermanita menor de Scorpius y la última hija de su padrastro y su madre, la boca abierta mientras veía a Victoire Weasley mover una figura de fuego en su varita.

Ares frunció el ceño.

— ¿Qué hace Weasley aquí?

— Estamos con Bill — dijo White, girando la cabeza hacia él. El sonrojó de Ares empeoró cuando Scorpius empezó a toser, tratando de cubrir la risa que quería escapar de su garganta. El disgusto de Ares por Victoire sólo había aumentado en el momento que ella demostró ser bastante buena para la magia, gracias a su parte de veela y su afinidad con la naturaleza, lo que llamó el doble de la atención de Scorpius — Venus, cariño.

Venus se detuvo. Su mirada brillante se transformó a una más fría al ver a Ares, que tampoco hizo el intento de cubrir el disgusto que sentía de tener que despertarse tan temprano y ser arrastrado a despedirse de la pequeña saltamontes. 

— ¿Si, mami? — Venus sonrió de forma falsa. James, que estaba cerca de ella, intentó que la expresión divertida que le crecía no se notara mucho ante la obvia exasperación de White.

— Despídete de tu hermano, Venus.

Venus se acercó. Ares dobló un poco las rodillas para estar a la altura de la niña. Bajo la atenta mirada de sus padres, Ares y Venus se dieron el abrazo más incomodo y fingido en la historia de los abrazos, palmaditas torpes en las espaldas y sonrisas tensas en la cara. Scorpius no recordaba la última vez que vio a Ares abrazar a Venus (¿alguna vez lo había hecho?), así que lo encontró muy hilarante.

— Espero que te mueras de camino — dijo Ares, sin soltarla.

— Espero que Scorpius nunca te deje ir arriba — dijo Venus, y se dio la vuelta para ir con James Sirius. 

Ares se puso colorado de la consternación. Refunfuñó y balbuceó algo acerca de hermanas ingratas, ignorando las risas sofocadas de Teddy y Nova y la sonrisa pícara que cruzaba el rostro de Scorpius, mientras White se palmeaba la frente y lo enterraba en el pecho de James, su voz lo suficientemente alta para que le escucharan preguntarse cuándo creyó buena idea tener hijos. 

— ¡Papá! — gritó Ares, y señaló a Venus con infantilidad.

James sólo parpadeó, desconcertado ante la actitud de su hijo. No era una sorpresa para él y White el disgusto de Venus y Ares por el otro, pero esto era diferente; Venus tenía 13 años y Ares consideraba buena idea colocarse a discutir con ella. Genes Potter, claramente.

— Venus, no puedes meterte en la vida sexual de tu hermano.

— ¡PAPÁ! 

— También es la vida sexual de Scorpius — siguió James, como si nunca lo hubiera escuchado — No quieres molestar a Scorpius ¿cierto, diosecita? 

Venus pareció horrorizada con estas palabras. Enrojeció completamente y escondió el rostro en su largo cabello rubio platino, procesando las palabras de su padre. Entrelazó sus manos e hizo un puchero a Scorpius.

— Lo siento, Scorpius — murmuró, y corrió a abrazarlo. Scorpius casi sonrió, a pesar de que los refunfuños de su novio no se habían detenido, y acarició el cabello de Venus — No quería molestarle ¡Sólo quería molestar a Ares! No te enfades conmigo.

— No estoy enfadado, Venus — le dijo Scorpius.

— ¿Cómo que no? — Ares pareció aún más indignado.

— Harás algo por mi ¿Está bien? — Scorpius ignoró a Ares y se inclinó a hablarle al oído a Venus. La expresión de su rostro se transformó, disgustada de nuevo, pero cuando Scorpius le sonrió de forma alentadora, asintió con decisión y se acercó a Ares, que le frunció el ceño.

Venus abrazó a su hermano, para consternación de los demás. Scorpius sacudió los hombros con petulancia mientras veía la boca de Ares abrirse de sorpresa. 

— Scorpius algún día te dejará ir arriba — dijo Venus, y volvió a correr hacia James Sirius, sin esperar reacción de Ares, tomó la mano del niño y tiró de él en dirección del tren.

— ¡Adiós, hermano mayor! — gritó James Sirius, sacudiendo la mano a Scorpius que le devolvió el saludo divertido.

— Ella... tú... — Ares enrojeció de nuevo — eres horrible, te odio.

— No lo haces — Scorpius guiñó un ojo a su novio.

Ares solo atinó a esconder el rostro en sus manos.

Teddy y Nova estallaron en carcajadas. La metamorfomaga estaba sosteniéndose de Remus, que apareció detrás de ellos sin que Scorpius lo notara, y Nova hacía el esfuerzo de cubrir los oídos de Dante para que no escuchara la conversación. White continúo sacudiendo la cabeza con exasperación, mientras James le abrazaba de la cintura y encubría su propia risa en el hombro de White.

— De verdad agradezco haber sido hijo único — dijo James, luego de unos minutos en los que pudo calmarse.

— Yo también — susurró White, acariciándose el tabique de la nariz.

— No lo eres — Sirius le miró ofendido.

— Crecí siéndolo — señaló White, aunque eso no calmó la indignación de Sirius.

Scorpius giró la cabeza, dejando que Ares se escondiera en su pecho, y buscó a sus padres entre la multitud. Ya debían estar en la plataforma, considerando que James Sirius también estaba allí, y se preguntaba a dónde habían ido. 

El humo se disipó a su izquierda y logró verlos a unos metros. Papá Harry acariciaba el cabello de Cedric, que parecía a punto de desmayarse, y su mamá revisaba la jaula de Hedwig II, la lechuza bebé retoño de la lechuza de Harry. Su padre charlaba tranquilamente con su mamá Rose, quien le peinaba el cabello a Serpens. 

— Ya vuelvo — susurró al oído de Ares, dejándolo con sus amigas para que no hiciera nada estúpido y se alejó en dirección de sus padres.

Roselyn fue la primera que lo vio.

— ¡Hola, Scor!

Serpens y Cedric se giraron al mismo tiempo, una sonrisa de oreja a oreja en sus caras mientras la figura de Scorpius tomaba forma para ellos. Ambos corrieron y se lanzaron a abrazarlo, chillando lo mucho que lo extrañaron. Scorpius no logró contener un suspiro tembloroso; las personas nunca lo creían, pero Scorpius se desvivía por sus hermanos menores y haría cualquiera cosa para que fueran felices. 

— Hola, chicos — susurró, arrodillándose frente a ambos. 

Serpens era físicamente igual a él, con el cabello rubio platinado y los ojos mercurio. Lo habían heredado todo de su padre a excepción de unos cuantos rasgos no muy notorios; Scorpius tenía las mismas orejas puntiagudas de su madre, Serpens tenía las pecas de Roselyn y el cabello desordenado de los Potter. De resto, podían hacerse pasar bastante fácilmente por hermanos biológicos y no sólo medio hermanos. 

Cedric, al contrario, era todo de Harry a excepción de los ojos, que eran chocolatados, y las orejas puntiagudas. Cedric era el único niño de los Potter-Sayre que se parecía a Harry, James Sirius y Luna Altair salieron a su madre.

— ¡Pensamos que no vendrías! — chilló Cedric, luciendo muy nervioso.

— ¿Por qué no iba a venir? — Scorpius le alborotó el cabello, una sonrisa divertida en su rostro viéndolo avergonzarse e intentar peinarlo de nuevo — ¿Ya saben a qué casa quieren ir? Slytherin es la mejor, no lo olviden.

— Por supuesto que lo es — dijeron Morrigan y Draco.

— Desean — los contradijeron Roselyn y Harry.

Serpens y Cedric se miraron, no habiendo ignorado el pequeño intercambio de sus padres. Scorpius trató de no sonreír; sabía que Serpens adoraba la idea de Hufflepuff (en algo más tenía que salir a Roselyn, pensaba Scorpius cuando lo recordaba) y Cedric estaba convencido, por alguna razón, de que el sombrero le diría que no tenía aptitudes para la magia, lo mandaría a Londres de regreso y se convertiría en la deshonra de los Potter al mismo tiempo que el hazmerreír de Hogwarts.

— Por supuesto, todas las casas son geniales — continúo, como si sus padres nunca hubieran hablado — Y no deben sentirse avergonzados de las que los seleccionen.

— ¿Y si no me seleccionan a ninguna? — susurró Cedric, procurando que sus padres no lo escucharan.

Scorpius lo miró, soltando a Serpens. Ella le acarició el hombro a Cedric, como una muestra de apoyo, y volvió hacia el grupo de cuatro adultos, con la intención de distraerlos. Cedric sabía que sus dudas eran estúpidas y que sus padres le dirían lo orgullosos que estaban de él, incluso si no confiaba mucho en si mismo, pero conversar con Scorpius era terapéutico. Tener a Magia y Hécate hablándole constantemente convirtió a Scorpius en un bálsamo para sus hermanos menores, siempre sabía lo que pensaban y la manera de hacerlos sentir mejor.

— Cedric Regulus — Scorpius le apartó el cabello de la cara — ¿Sabes por quiénes fuiste nombrado, cierto? — Cedric asintió, pareciendo aún más asustado — No eres ellos, hermanito. Cedric Diggory era leal y Regulus Black era valiente, pero no eres ellos. Tampoco intentes serlo. 

— Yo no soy tú, Scor — Cedric arrugó la nariz de botoncito — No soy bueno en la magia, soy muy torpe y me desconcentró fácilmente. Seré un desastre. Papá y mamá se avergonzarán de mi. Si no quedo en Slytherin o en Gryffindor como ellos...

— Si no quedas en Slytherin o en Gryffindor como ellos — repitió Scorpius, dándole un apretón para llamar su atención — Seguirán amándote, Ced. James Sirius quedó en Ravenclaw ¿Y crees que papá y mamá se sienten avergonzados de él? — Cedric sacudió la cabeza de inmediato. James Sirius era su pequeño héroe y era el mejor alumno de su año, un cazador de quidditch nato y era popular, a pesar de ser un nerd raro, la habilidad que tenía con la gente la heredó de su abuelo — Eres Cedric Regulus Potter, y cualquiera que sea la casa de Hogwarts a la que te seleccionen, se convertirá en un hogar para ti. Haz tu propio camino, eres un hechicero excelente y sé que harás sentir orgulloso a nuestros padres.

— ¿Tú crees? — Cedric parpadeó esperanzado.

— Por supuesto — Scorpius le revolvió el cabello otra vez, viéndolo alejarse a abrazar a Harry y Morrigan, que se pegaron a su hijo y lo apretaron con fuerza. 

Draco levantó la ceja.

— ¿No necesitas una charla motivacional, cierto? — dijo Scorpius, tras sonreírle a su padre, y se agachó de nuevo a la altura de Serpens.

Ella se encogió de hombros.

— Quedaré en la mejor casa de Hogwarts. — decidió la niña, pareciendo muy orgullosa de si misma. — Hufflepuff.

— Amén — Roselyn chocó los cinco con su hija bajo la mirada fingida de indignación de Draco.

El silbido del tren volvió a escucharse. Cedric y Serpens se tomaron de la mano y corrieron a subirse al tren, donde Venus y James Sirius les hacían señas. Los cinco se acercaron al resto de su familia, mientras se despedían una última vez de los chicos que partían a Hogwarts. Luna Altair alzó los brazos, esperando ser cargada por su padre, y Dante ya estaba en los brazos de Nova, viendo el tren avanzar a través de los rieles con Escocia de destino. 

Scorpius recargó el mentón encima del desordenado cabello azabache de Ares.

— ¿Estás contento ahora? — susurró Ares, alzando un poco la mirada para encontrar sus ojos. 

Scorpius le sonrió y le besó la punta de la nariz.

— No podría estar mejor.





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