Capítulo 7
Elegir un proyecto de investigación fue motivo de discusión en el grupo de los chicos. Claro que los temas en mente eran diversos, pero ellos estaban realmente confundidos.
—Deberíamos investigar sobre la comida chatarra que despachan en el cafetín. Esa comida grasosa que engorda —opinó Acacia realmente preocupada por el tema.
Ágata aun molesta con Hellen y, viceversa, no se quedó callada.
—Deberíamos investigar sobre las malas amigas que critican y se meten en la vida ajena.
Sintiéndose aludida, Hellen dejó de mirarse la manicure recién hecha para lanzar sus dardos.
—Nuestro proyecto de investigación debe estar referido a las chicas estúpidas que se dejan manipular por sus novios.
Max y Gian que habían estado distraídos viendo un video de su gamer preferido, prestaron atención a la riña.
Intercambiaron palabras hasta el punto de causar bullicio, el resto de sus compañeros les lanzaban malas miradas, aunque ellos las ignoraban completamente; por suerte la chicle se hallaba fuera del salón.
Cansada ya de escuchar sus tonterías, Thalía tuvo que hablarles fuerte.
—No entiendo por qué personas como ustedes van a la universidad. Quédense quietos y callados si no tienen nada interesante que aportar.
—Sí señora —murmuró Acacia sorprendida por su actitud.
La chica de expresión fría y severa les mostró las distintas líneas de investigación que poseían. Les preguntó sus intereses personales para proponerles temas que cautivaran su atención, aunque fue difícil porque Acacia solo se interesaba en comidas que engordan, el mundo fitness y la ropa de moda. Hellen mostró interés en la belleza, los lujos y hombres adinerados. Por su parte Ágata solo vivía para su novio; en tanto los chicos no se inclinaban por nada en especial más que por los videojuegos.
Thalía podía ser dura en su trato, pero era la más madura e inteligente; sin ella el grupo estaba perdido.
Finalmente, en acuerdo democrático se decidieron por el impacto de los videojuegos en los estudiantes.
Después de que los grupos presentaran sus ideas ante la maestra, cada quien se fue a su siguiente clase. Ágata y Hellen aprovecharon el pequeño receso para pelear, pero también para limar sus asperezas. Acacia como mediadora les incitó a disculparse y olvidar las riñas pasadas. Luego de hacer su obra social del día se reunió un momento con Max para que le pasara los apuntes sobre el curso "Desarrollo personal y social" que él ya había llevado.
Maximiliano tenía pensado volver a casa temprano porque su padre lo había castigado de reuniones extra universitarias por su irresponsabilidad, pero en el camino se cruzó con Susan que llevaba un montón de libros apilados sobre sus delgados brazos. Corrió hacia ella para ayudarla. Al inicio se negó, pero al sentirlos realmente pesados dio su brazo a torcer.
En el asiento postrero de su audi acomodó los libros con cuidado porque pertenecían a la biblioteca de la universidad, si se dañaban le cobrarían los daños a su ex novia.
—¿Tienes pensado montar una biblioteca? —le bromeó.
La pequeña chica a la que quiso demasiado, sonrió como solía hacerlo cuando estaban juntos.
—Convenciste a tu papá de comprártelo —le dijo ella admirando el lujoso auto.
—¿Recuerdas cuando alertábamos a todos al encender el motor del escarabajo?
—Cómo olvidarlo —respondió ella riéndose, mientras recordó con nostalgia las muchas veces en que tuvo que ayudar a empujar el Volkswagen amarillo.
—¿Aun lo tienes?
—Claro, como una reliquia. Después de todo fue mi primer carro.
De pronto la nostalgia y evocaciones de lo que un día significó lo más lindo para ambos, los embargó. Pensaron que su amor jamás terminaría porque para ellos era infinito. Y un día de la noche a la mañana todo terminó.
Susan dudó, pero después de mucho tiempo, cuando ya todo había sanado, creyó que merecía una explicación.
—Maxi... —titubeó.
—¿Mmm? —Su mirada estaba pegada al vehículo que estaba frente a él. Pensó que era conveniente acelerar y pasarlo, pero tomando conciencia del accidente que podría ocasionar, manejó más lento.
—¿Por qué terminaste conmigo? —preguntó de sopetón.
El rostro risueño de Maximiliano se puso serio. Volvió en el tiempo para recordar lo que había decidido en ese entonces debido a las circunstancias.
Se hallaba muy enamorado de Susan, la quería en demasía. La admiraba por su manera de ser, por los sobresalientes que obtenía en sus notas, y por lo mucho que se esforzaba para salir adelante. Muchas veces sintió que no la merecía
Sus padres la adoraban y tenían la esperanza que influenciara de manera positiva en él que solía ser demasiado relajado y fresco.
Susan trabaja y estudiaba al mismo tiempo, pese a eso se daba el espacio para verlo. En un inicio no lo supo, incluso se comportó de manera egoísta exigiendo su compañía cuando la quería tener cerca. Por tal causa ella bajó en un curso hasta perder la beca. Se sintió pésimo y mala persona por exigir tanto de ella cuando la vida de él estaba prácticamente resuelta. Quiso ayudarla de muchas maneras, pero no tenía nada que ofrecer, tuvo que pedir ayuda a sus padres que para que le paguen la carrera, porque ella no podía costearla. Le pidió al decano que le mintiera que había recuperado su beca, pero eso no lo hizo sentir mejor. Cayó en cuenta que no era bueno para su vida, que estando a su lado todo era más complicado para ella.
Aunque le dolió mucho separarse de la chica que quería, lo hizo porque no deseaba que por su culpa la pasara mal.
Le habría gustado decirle toda la verdad, pero se vio en la necesidad de omitir que sus padres pagaban su carrera ya que ella lo rechazaría contundentemente.
Al girar su mirada hacia Susan, la descubrió llorando mientras se mordía el labio.
—Perdóname por no decírtelo antes Susan, terminé contigo sin darte ninguna explicación.
—Para el carro por favor —sollozó.
Buscando un espacio libre entre las calles repletas, aparcó el auto cerca de un parque. Ella se bajó un poco contrariada para llorar a rienda suelta bajo el cielo que ya había oscurecido. El la esperó hasta que se tranquilizara con toda la paciencia del mundo.
—Todo el tiempo pensé que terminaste conmigo porque no somos de la misma condición económica. Que tus padres te habían pedido que lo hicieras. O porque te diste cuenta de las chicas lindas que se rendían por ti, y notaste que yo no era nada en comparación de ellas. Pensé todo tipo de teorías.
—¿Por qué jamás me pediste una explicación?
—Porque mi orgullo fue más grande. Te apartaste totalmente de mí.
—Tuve que hacerlo, aunque debo admitir que sufrí mucho. Era más difícil porque te extrañaba viéndote a diario.
—Yo también te extrañé demasiado.
Conversaron por un poco más de tiempo hasta que se hizo muy de noche. Susan faltó a su trabajo de medio tiempo porque no se sintió capaz de ir ese día.
Max la dejó en su casa, y se despidió de ella con un abrazo. Justo después que él se marchó, buscó entre sus contactos el número de Acacia. Le marcó una sola vez porque tomó la llamada al instante.
—¿Susan? —habló del otro lado.
—Debe sorprenderte mi llamada, ¿no es así?
—¿Qué sucede?
Se tomó unos segundos para proseguir.
—Maximiliano me trajo a casa.
La falta de respuesta le hizo entender que la había lastimado.
—¿Qué tratas de decirme Susan?
—Él me dijo por fin el motivo por el cual terminó conmigo.
—Entonces, ¿qué fue?
—Lo hizo porque creía que estaba quitándome tiempo en mis estudios y trabajo. Se sintió mortificado cuando enfermé a causa de la fatiga. Pensó que fue su culpa que perdiera la beca.
—Entonces rompió contigo porque estaba preocupado por ti.
—Sí.
—¿Eso es importante para ti ahora? Dijiste que ya no había nada entre los dos más que aprecio. Incluso dijiste que deseabas que fuese feliz conmigo.
—Acacia, eso fue antes de saber la verdad.
—¿Qué intentas decirme?
—Lo quiero devuelta conmigo...
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